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Unknown

   
   Harry Potter and The Deathly Hallows
   HP7 3.28.36 (winguts)
 
   Índice general
   1. El Ascenso del se˜
   nor Tenebroso
   3
   2. En Conmemoración
   10
   3. La Partida de los Dursley
   18
   4. Los Siete Potters
   26
   5. Guerrero Caido
   37
   6. El Fantasma en Pijama
   50
   7. La Voluntad de Albus Dumbledore
   64
   8. La Boda
   79
   9. Un Lugar para Ocultarse
   92
   10.La Historia de Kreacher
   101
   11.El Soborno
   115
   12.La Magia es Poderosa
   127
   13.La comisión de los Nacidos de Muggles
   140
   14.El Ladrón
   153
   15.La Venganza de los Duendes
   162
   16.El Valle de Godric
   178
   17.El Secreto de Bathilda
   188
   18.Vida y Mentiras de Albus Dumbledore
   200
   19.La Cierva Plateada
   207
   20.Xenophilius Lovegood
   221
   21.La Historia de los Tres Hermanos
   231
   22.Las Reliquias de la Muerte
   242
   23.La Mansión de los Malfoy
   254
   1
 
   ÍNDICE GENERAL
   2
   24.El Fabricante de Varitas
   272
   25.La Caba˜
   na Protectora
   286
   26.Gringotts
   296
   27.El Lugar Final para Ocultase
   310
   28.El Espejo Perdido
   316
   29.La Diadema Perdida
   325
   30.El Despido de Severus Snape
   335
   31.La Batalla de Hogwarts
   342
   32.La Varita Mayor
   359
   33.La Historia del Pr´ıncipe
   369
   34.El Bosque de Nuevo
   387
   35.King’s Cross
   395
   36.El Defecto del Plan
   406
   37.Ep´ılogo
   422
 
   Cap´ıtulo 1
   El Ascenso del se˜
   nor Tenebroso
   Los dos hombres aparecieron de la nada, a unos metros de distancia en un sendero estrecho e iluminado por la luna. Por un segundo se quedaron quietos, apuntándose con las varitas el uno al pecho del otro: luego, habiéndose reconocido, las guardaron bajo sus capas y se pusieron a caminar, lado a lado, en la misma dirección.
   “¿Alguna novedad?” preguntó el más alto de los dos.
   “La mejor,” respondió Snape.
   El sendero estaba bordeado a la izquierda por matorrales silvestres de lánguido creci-miento y a la derecha por un alto y galánmente recortado seto. Las largas capas de los hombres ondulaban alrededor de sus tobillos mientras caminaban.
   “Aunque podr´ıa ser tarde,” dijo Yaxley, sus rasgos flácidos aparec´ıan y desaparec´ıan de la vista cuando las colgantes ramas de los árboles obstaculizaban la luz de la luna. “Fue un poco más embaucador de lo que pensaba. Pero espero que esté satisfecho. Pareces confiar en que tu recepción será buena.”
   Snape asintió, pero no se explicó. Giraron a la derecha, a un amplio camino de acceso en el que desembocaba el sendero. El alto seto se curvaba alejándose de ellos, extendiéndose en la distancia más allá del par de sorprendentes verjas de hierro que pon´ıan fin al camino de los dos hombres. Ninguno de ellos dio un paso más; en silencio ambos alzaron sus brazos izquierdos en una especie de saludo y pasaron a través del metal oscuro como si fuera humo.
   El frondoso césped amortiguaba el sonido de los pasos de los hombres. Se oyó un susurró a su derecha; Yaxley sacó su varita y de nuevo comprobó que no era nada más que un pavo real blanco, pavoneándose majestuosamente en lo alto del seto.
   “Lucius siempre se lo tuvo muy cre´ıdo. Pavos reales...” Yaxley metió su varita bajo su capa con un resoplido.
   Una hermosa casa familiar surgió en la oscuridad al final del ecuánime camino, con luces resplandeciendo en las ventanas, las cuales ten´ıan forma de diamante en el piso inferior. En algún lugar del oscuro jard´ın más allá del seto una fuente estaba en funcionamiento. La grava crujió bajo sus pies cuando Snape y Yaxley se aproximaron a la puerta principal, la cual se abrió hacia adentro aunque no hab´ıa nadie visible que la abriese.
   El vest´ıbulo era grande, pobremente iluminado, y lujosamente decorado, con una magn´ıfica alfombra que cubr´ıa la mayor parte del suelo de piedra. Los ojos de las caras pálidas que aparec´ıan en las paredes siguieron a Snape y Yaxley mientras pasaban a grandes zancadas. Los dos hombres se detuvieron ante una pesada puerta de madera 3
 
   CAPÍTULO 1. EL ASCENSO DEL SE ˜
   NOR TENEBROSO
   4
   que conduc´ıa a la siguiente habitación, dudando lo que dura un latido del corazón, fue entonces cuando Snape giró la manilla de bronce.
   El estudio estaba lleno de gente taciturna, sentada a lo largo de una mesa ornamentada. Los muebles de la habitación hab´ıan sido empujados descuidadamente contra las paredes. La iluminación proven´ıa de un crepitante fuego bajo una hermosa chimenea de mármol trasmontada por una ventana dorada. Snape y Yaxley se quedaron un momento en el umbral. Cuando sus ojos se acostumbraron a la falta de luz, fueron atra´ıdos hacia adelante por la escena en la que una figura humana aparentemente inconsciente que colgaba bocabajo sobre la mesa, se revolv´ıa lentamente como si estuviera suspendida por una cuerda invisible, siendo reflejada en el espejo y en la desnuda y pulida superficie de la mesa de abajo. Ninguna de las personas sentadas bajo esta singular visión estaba mirándola excepto un joven pálido sentado casi directamente bajo ella. Parec´ıa incapaz de evitar mirar hacia arriba a cada momento.
   “Yaxley. Snape,” dijo una voz alta y clara desde la cabecera de la mesa. “Llegáis convenientemente tarde.”
   El que hablaba estaba sentado justo frente al fuego, as´ı que fue dif´ıcil, al principio, para los recién llegados vislumbrar algo más que su silueta. Cuando se acercaron, sin embargo, su cara brilló a través de las sombras, sin pelo, con aspecto de serpiente, con hendeduras por nariz y brillantes ojos rojos cuyas pupilas eran verticales. Estaba tan pálido que parec´ıa emitir un brillo perlado.
   “Severus, aqu´ı,” dijo Voldemort, se˜nalando el asiento a su inmediata derecha. “Yaxley...
   junto a Dolohov.”
   Los dos hombres ocuparon sus asientos asignados. Los ojos de los que estaban alrededor de la mesa siguieron a Snape, y estaban posados en él cuando Voldemort habló primero.
   “¿Y?”
   “Mi Se˜nor, La Orden del Fénix tiene intención de trasladar a Harry Potter de su actual casa a un sitio seguro el próximo Sábado al anochecer.”
   El interés alrededor de la mesa se agudizó palpablemente. Algunos se tensaron, otros se inquietaron, todos miraban fijamente a Snape y Voldemort.
   “Sábado... al anochecer,” repitió Voldemort. Sus ojos rojos se fijaron en los negros de Snape con tanta intensidad que algunos de los asistentes apartaron la mirada, aparentemente temerosos de que ellos mismos resultaran quemados por la ferocidad de la mirada.
   Snape, sin embargo, le devolvió la mirada tranquilamente y, después de un momento o dos, la boca sin labios de Voldemort se curvó en algo parecido a una sonrisa.
   “Bien. Muy bien. Y esta información proviene de...”
   “... de la fuente que hemos discutido,” dijo Snape.
   “Mi Se˜nor.”
   Yaxley se hab´ıa inclinado hacia adelante para mirar al otro lado de la mesa donde estaba Voldemort y Snape. Todas las caras se giraron hacia él.
   “Mi Se˜nor, yo he o´ıdo algo diferente.”
   Yaxley esperó, pero Voldemort no habló, as´ı que siguió. “A Dawlish, el Auror, se le escapó que Potter no será trasladado hasta el d´ıa treinta, la noche antes de que el chico cumpla diecisiete.”
   Snape estaba sonriendo.
 
   CAPÍTULO 1. EL ASCENSO DEL SE ˜
   NOR TENEBROSO
   5
   “Mi fuente me dijo que trazar´ıan un inexistente plan; debe de ser este. No dudo de que Dawlish esté bajo un Encantamiento Confundus. No ser´ıa la primera vez; se sabe que es vulnerable.”
   “Te aseguro, mi Se˜nor, que Dawlish parec´ıa bastante seguro,” dijo Yaxley.
   “Si estaba Confundido naturalmente que estar´ıa seguro,” dijo Snape “Te lo aseguro, Yaxley, que la Oficina de Aurores no tomará parte en la protección de Harry Potter. La Orden cree que tenemos infiltrados en el Ministerio.”
   “La Orden tiene parte de razón entonces, ¿verdad?” dijo un hombre bajo y grueso sentado a corta distancia de Yaxley; soltó una risita cortante que resonó all´ı y a lo largo de la mesa.
   Voldemort no rió. Su mirada hab´ıa vagado hacia arriba hasta el cuerpo que se revolv´ıa pesadamente en lo alto, y parec´ıa estar inmerso en sus pensamientos.
   “Mi se˜nor,” siguió Yaxley. “Dawlish cree que toda una cuadrilla de Aurores se ocupará de trasladar al chico...”
   Voldemort alzó una larga mano blanca, y Yaxley se calló al instante, observando resentido, como Voldemort volv´ıa a girarse hacia Snape.
   “¿Dónde van a ocultar al chico después?”
   “En la casa de un miembro de la Orden,” dijo Snape. “El lugar, según la fuente, ha sido equipado con cada protección que la Orden y el Ministerio juntos han podido proporcionar. Creo que habrá poca oportunidad de cogerle una vez esté all´ı, mi Se˜nor, a menos, por supuesto, que el Ministerio haya ca´ıdo antes del próximo Sábado, lo cual podr´ıa darnos la oportunidad de descubrir y desbaratar algunos encantamientos para romper posteriormente el resto.”
   “Bien, ¿Yaxley?” llamó Voldemort, la luz del fuego iluminaba extra˜namente sus ojos rojos. “¿Habrá ca´ıdo el Ministerio para el próximo Sábado?”
   Una vez más, todas las cabezas se giraron. Yaxley encogió los hombros.
   “Mi Se˜nor, tengo buenas noticias en cuanto a ese punto se refiere. Tras mucha dificultad y después de grandes esfuerzos...he tenido éxito al poner una Maldición Imperius sobre Pius Thicknesse.”
   Muchos de los sentados alrededor de Yaxley parecieron impresionados; su contiguo, Dolohov, un hombre con una larga y encrespada cara, le palmeó la espalda.
   “Es un comienzo,” dijo Voldemort. “Pero Thicknesse es solo un hombre. Scrimgeour debe estar rodeado por nuestra gente antes de que yo actúe. Un atentado fallido contra la vida del Ministro me hará retroceder un largo trayecto del camino.”
   “Si... mi Se˜nor, eso es cierto... pero ya sabe, como Jefe del Departamente de Refuerzo de la Ley Mágica, Thicknesse tiene contacto regular no solo con el propio Ministro, sino también con los Jefes de todos los demás departamentos del Ministerio. Será fácil, creo yo, ahora que tenemos a un oficial de tan alto rango bajo nuestro control, subyugar a los otros, y después podemos trabajar todos juntos para someter a Scrimgeour.”
   “Mientras nuestro amigo Thicknesse no sea descubierto antes de convertir al resto,”
   dijo Voldemort. “En cualquier caso, parece improbable que el Ministerio vaya a ser m´ıo antes del próximo sábado. Si no podemos tocar al chico en su destino, debemos hacerlo mientras viaja.”
   “En ese sentido tenemos ventaja, mi Se˜nor,” dijo Yaxley, que parec´ıa decidido a recibir CAPÍTULO 1. EL ASCENSO DEL SE ˜
   NOR TENEBROSO
   6
   algún tipo de aprobación. “Ahora tenemos a varias personas dentro del Departamento de Transporte Mágico. Si Potter se Aparece o utiliza la Red Flu, lo sabremos inmediatamente.”
   “No harán ninguna de las dos cosas,” dijo Snape. “La Orden está esquivando cualquier forma de transporte que esté controlada o regulada por el Ministerio; desconf´ıan de todo lo que tenga que ver con ellos.”
   “Aún mejor,” dijo Voldemort. “Tendrá que salir a campo abierto. Mucho más fácil de coger.”
   De nuevo, Voldemort levantó la mirada hacia el cuerpo que se revolv´ıa lentamente,
   “Me ocuparé del chico en persona. Se han cometido demasiados errores en lo que a Harry Potter concierne. Algunos de ellos han sido m´ıos. Que Potter viva se debe más a mis errores que a sus triunfos.”
   Los reunidos observaban a Voldemort aprensivamente, cada uno de ellos, por su expresión, temiendo que pudieran ser culpados por la continuada existencia de Harry Potter.
   Voldemort, sin embargo, parec´ıa estar hablando más para s´ı mismo que para ninguno de ellos, todav´ıa dirigiéndose al cuerpo inconsciente sobre él.
   “He sido descuidado, y por eso me he visto frustrado por la suerte y la oportunidad, demoledoras de nada más y nada menos que de los planes mejor trazados. Pero ahora estoy mejor preparado. Entiendo lo que no entend´ıa antes. Debo ser yo quien mate a Harry Potter, y lo haré.”
   Ante esas palabras, aparentemente en respuesta a ellas, sonó un repentino aullido, un terrible y desgarrador grito de miseria y dolor. Muchos de los sentados ante la mesa miraron hacia abajo, sobresaltados, por el sonido que hab´ıa parecido surgir de debajo de sus pies.
   “Colagusano,” dijo Voldemort, sin cambiar su tono tranquilo y pensativo, y sin apartar los ojos de cuerpo que se remov´ıa arriba. “¿No te he dicho que mantuvieras a nuestro prisionero tranquilo?”
   “Si, m-mi Se˜nor,” jadeó un hombrecillo en mitad de la mesa, que hab´ıa estado sentado tan abajo en su silla que a primera vista, parec´ıa estar desocupada. Se revolvió en su asiento y salió a toda prisa de la habitación, no dejando tras él nada más que un curioso brillo plateado.
   “Como estaba diciendo,” continuó Voldemort, mirando de nuevo a las caras tensas de sus seguidores. “Ahora estoy mejor preparado, necesitaré, por ejemplo, tomar prestada la varita de uno de vosotros antes de ir a matar a Potter.”
   Las caras a su alrededor no mostraron nada menos que sorpresa; podr´ıa haber anunciado que quer´ıa coger prestado uno de sus brazos.
   “¿Ningún voluntario?” dijo Voldemort. “Dejadme ver... Lucius, no veo razón para que sigas teniendo una varita.”
   Lucius Malfoy levantó la mirada. Su piel parec´ıa amarillenta y cerosa a la luz del fuego, y sus ojos estaban hundidos y sombr´ıos. Cuando habló, su voz era ronca.
   “¿Mi Se˜nor?”
   “Tu varita, Lucius. Exijo tu varita.”
   “Yo...”
   Malfoy miró de reojo a su esposa, que estaba mirando directamente hacia adelante, CAPÍTULO 1. EL ASCENSO DEL SE ˜
   NOR TENEBROSO
   7
   tan pálida como él, su largo pelo rubio colgaba por su espalda, pero bajo la mesa sus dedos esbeltos se cerraron brevemente sobre la mu˜neca de su esposo. Ante su toque, Malfoy metió la mano en la túnica, retirando una varita, y pasándosela a Voldemort, que la sostuvo en alto delante de sus ojos rojos, examinándola atentamente.
   “¿Qué es?”
   “Olmo, mi Se˜nor,” susurró Malfoy.
   “¿Y el centro?”
   “Dragón... nervio de corazón de dragón.”
   “Bien,” dijo Voldemort. Sacó su propia varita y comparó sus longitudes. Lucius Malfoy hizo un movimiento involuntario; durante una fracción de segundo pareció como si esperara recibir la varita de Voldemort a cambio de la suya. El gesto no le pasó inadvertido a Voldemort, cuyos ojos se abrieron maliciosamente.
   “¿Darte mi varita, Lucius? ¿Mi varita?”
   Algunos de los miembros de la multitud rieron.
   “Te he dado tu libertad, Lucius, ¿no es suficiente para ti? Pero he notado que tú y tu familia parecéis menos felices que antes... ¿Qué hay en mi presencia en tu casa que te disguste, Lucius?”
   “Nada... ¡nada, mi Se˜nor!”
   “Mientes, Lucius...”
   La suave voz pareció sisear incluso después de que la cruel boca hubiera dejado de moverse. Uno o dos de los magos apenas reprimieron un estremecimiento cuando el siseo creció en volumen; algo pesado pod´ıa o´ırse deslizándose por el suelo bajo la mesa.
   La enorme serpiente emergió para arrastrarse lentamente por la silla de Voldemort.
   Se alzó, pareciendo interminable, y fue a descansar sobre los hombros de Voldemort; su cuello era más rollizo que el muslo de un hombre; sus ojos, con sus rajas verticales por pupilas, no parpadeaban. Voldemort acarició a la criatura ausentemente con largos dedos finos, todav´ıa mirando a Lucius Malfoy.
   “¿Por qué los Malfoy parecen tan infelices con su suerte? ¿No es mi retorno, mi ascenso al poder, lo que deseaban durante tantos a˜nos?”
   “Por supuesto, mi Se˜nor,” dijo Lucius Malfoy. Su mano temblaba cuando se limpió el sudor del labio superior. “Lo deseabamos... lo deseamos.”
   A la izquierda de Malfoy su esposa hizo un extra˜no y r´ıgido asentimiento, sus ojos evi-taban a Voldemort y a la serpiente. A su derecha, su hijo, Draco, que hab´ıa estado mirando fijamente hacia arriba al cuerpo inerte en lo alto, miró rápidamente hacia Voldemort y apartó la mirada una vez más, aterrado de hacer contacto ocular.
   “Mi Se˜nor,” dijo una mujer oscura en mitad de la mesa, su voz sonaba constre˜nida por la emoción, “es un honor tenerte aqu´ı, en la casa de nuestra familia. No puede haber mayor placer.”
   Sentada junto a su hermana, de diferente aspecto a ella, con su pelo oscuro y ojos pesadamente perfilados, como lo era en aguante y comportamiento; donde Narcissa se sentaba r´ıgida e impasible, Bellatrix se inclinaba hacia Voldemort, como si las solas palabras no pudieran demostrar su anhelo de estar más cerca.
   “No hay mayor placer,” repitió Voldemor, su cabeza se inclinó un poco a un lado CAPÍTULO 1. EL ASCENSO DEL SE ˜
   NOR TENEBROSO
   8
   mientras evaluaba a Bellatrix. “Eso significa mucho, Bellatrix, viniendo de ti.”
   La cada de ella se llenó de color, sus ojos se inundaron de lágrimas de deleite.
   “¡Mi Se˜nor, sabe que no digo mas que la verdad!”
   “No hay mayor placer... ¡ni siquiera comparado con el feliz evento que, según he o´ıdo, ha tenido lugar esta semana en tu familia!”
   Ella le miró, con los labios separados, evidentemente confusa.
   “No sé lo que quieres decir, mi Se˜nor.”
   “Estoy hablando de tu sobrina, Bellatrix. Y la vuestra, Lucius y Narcissa. Se acaba de casar con el hombre lobo, Remus Lupin. Debéis estar orgullosos.”
   Hubo una explosión de risas burlonas alrededor de la mesa. Muchos se inclinaron hacia adelante para intercambiar miradas divertidas, unos pocos golpearon la mesa con los pu˜nos. La gran serpiente, disgustada por el tumulto, abrió la boca de par en par y siseó furiosamente, pero los mort´ıfagos no lo oyeron, tan jubilosos como estaban ante la humillación de Bellatrix y los Malfoy. La cara de Bellatrix, recientemente ruborizada de felicidad, se hab´ıa vuelto de un espantoso color rojo.
   “No es sobrina nuestra, mi Se˜nor,” gritó sobre el regocijo. “Nosotros... Narcissa y yo...
   nunca volvimos a ver a nuestra hermana desde que se casara con el sangresucia. Esa mocosa no tiene nada que ver con ninguna de nosotras, ni ninguna bestia con la que se haya casado.”
   ”¿Qué dices tú, Draco? ”preguntó Voldemort, y aunque su voz era queda, fue llevada claramente a través de silbidos y risotadas. “¿Harás de canguro a los engendros?”
   El regocijo creció; Draco Malfoy miraba aterrorizado a su padre, que bajaba la mirada a su propio regazo, entonces captó la mirada de su madre. Ella sacudió la cabeza casi imperceptiblemente, después reasumió su propia mirada impasible hacia la pared opuesta.
   “Ya basta,” dijo Voldemort, acariciando a la furiosa serpiente. “Ya basta.”
   Y la risa murió al instante.
   “Muchos de nuestros más antiguos árboles familiares se han vuelto un poco descuidados con el paso del tiempo,” dijo cuando Bellatrix le miró fijamente, sin aliento e implorante. “¿Qué debes podar y qué no para mantenerlo saludable? Cortas aquellas partes que amenazan la salud del resto.”
   “Si, mi Se˜nor,” susurró Bellatrix, y sus ojos se inundaron de nuevo con lágrimas de gratitud. “¡A la primera oportunidad!”
   “Debes hacerlo,” dijo Voldemort. “En tu familia, al igual que en el mundo... debemos evitar la contaminación que nos infecta hasta que solo los de la sangre auténtica permanezcan...”
   Voldemort alzó la varita de Lucius Malfoy, apuntándola directamente a la figura que se revolv´ıa lentamente suspendida sobre la mesa, y le dio una peque˜na sacudida. La figura volvió a la vida con un gemido y empezó a luchar contra ataduras invisibles.
   “¿Reconoces a nuestra invitada, Severus?” preguntó Voldemort.
   Snape alzó los ojos a la cara que estaba bocabajo. Todos los mort´ıfagos estaban mirando hacia la cautiva ahora, ya que se les hab´ıa dado permiso para mostrar curiosidad.
   Cuando volvió la cara hacia la luz del fuego, la mujer dijo con voz desgarrada y aterrada.
   “¡Severus! ¡Ayúdame!”
 
   CAPÍTULO 1. EL ASCENSO DEL SE ˜
   NOR TENEBROSO
   9
   “Ah, si,” dijo Snape cuando la prisionera volvió a girar lentamente hacia otro lado.
   “¿Y tú, Draco?” preguntó Voldemort, acariciando el hocico de la serpiente con la mano libre de la varita. Draco sacudió la cabeza tensamente. Ahora que la mujer hab´ıa despertado, parec´ıa incapaz de seguir mirándola.
   “Ya no tendrás que asistir a sus clases,” dijo Voldemort. “Para aquellos de vosotros que no lo sepáis, nos reunimos aqu´ı esta noche por Charity Burbage quien, hasta hace poco, ense˜naba en la Escuela Hogwarts de Magia y Hechicer´ıa.”
   Se produjeron peque˜nos ruidos de comprensión alrededor de la mesa. Una mujer vasta y encorvada con dientes puntiagudos fanfarroneó.
   “Si... la profesora Burbage ense˜naba a los hijos de brujas y magos todo sobre los muggles.... como no son tan diferentes a nosotros...”
   Uno de los mort´ıfagos escupió en el suelo. Charity Burbage giró la cara de nuevo hacia Snape.
   ”Severus... por favor... por favor.”
   ”Silencio,” dijo Voldemort, Con otro golpe de la varita de Malfoy Charity cayó en silencio como amordazada. “No me alegra la corrupción y contaminación de las mentes de peque˜nos magos, la semana pasada la Profesora Burbage escribió una apasionada defensa de los sangresucia en El Profeta. Los magos, dijo, deben aceptar a ladrones de su conocimiento y magia. La escasez de los purasangres es, dice la Profesora Burbage, una circunstancia de lo más deseable.... Har´ıa que todos nosotros nos emparejáramos con muggles... o, sin duda, con hombres lobo...”
   Nadie rió esa vez. No hab´ıa duda de la furia y el descontento en la voz de Voldemort.
   Por tercera vez, Charity Burbage se agitó para mirar a Snape. Corr´ıan lágrimas desde sus ojos hasta su pelo. Snape le devolvió la mirada, impasible, mientras ella giraba otra vez lentamente.
   “Avada Kedavra.”
   El destello de luz verde iluminó cada esquina de la habitación. Charity cayó con un golpe sordo sobre la mesa, que tembló y se partió. Varios de los mort´ıfagos saltaron hacia atrás en sus sillas. Draco cayó al suelo.
   “La cena, Nagini,” dijo Voldemort suavemente, y la gran serpiente se balanceó y se deslizó de su hombro hasta el suelo pulido.
 
   Cap´ıtulo 2
   En Conmemoración
   Harry estaba sangrando. Agarrándose la mano derecha y jurando por lo bajo, abrió la puerta de su dormitorio con el hombro. Hubo un crujido de porcelana rota. Hab´ıa pisado una taza de té fr´ıo que yac´ıa sobre el suelo fuera de la puerta de su dormitorio.
   “Que dem...?”
   Miró a su alrededor, el descansillo del número cuatro de Privet Drive, estaba desierto.
   Posiblemente la taza de té fuera la idea que ten´ıa Dudley de lo que ser´ıa una hábil y estúpida trampa. Manteniendo la mano sangrante elevada, Harry reunió los fragmentos de la taza con la otra mano y los tiró dentro de la ya repleta papelera que apenas se ve´ıa dentro del dormitorio. Luego con fuertes pisadas fue hacia el ba˜no para poner el dedo bajo el grifo.
   Era estúpido, deshonesto e irritante más allá de lo cre´ıble que todav´ıa le faltaran cuatro d´ıas para poder hacer magia... pero ten´ıa que admitir ante s´ı mismo que ese sinuoso corte en el dedo podr´ıa haberlo derrotado. Nunca hab´ıa aprendido a curar heridas, y ahora que pensaba en ello... particularmente a la luz de sus planes inmediatos... éste parec´ıa un serio fallo en su educación mágica. Haciendo una nota mental para pedirle a Hermione que le ense˜nara a hacerlo, usó una gran cantidad de papel higiénico para limpiar tanto como pudo, antes de volver al dormitorio y cerrar la puerta de un golpe tras de s´ı.
   Harry hab´ıa pasado la ma˜nana vaciando completamente el baúl del colegio por primera vez desde que lo hab´ıa embalado seis a˜nos atrás, desde el comienzo de los a˜nos escolares hasta ahora, apenas hab´ıa tocado las tres cuartas partes inferiores ni las hab´ıa reemplazado, dejando varias capas en el fondo, viejas plumas, ojos de escarabajo disecados y calcetines sueltos que ya no le serv´ıan. Minutos antes Harry hab´ıa hundido la mano en ese desastre, experimentando un dolor punzante en el cuarto dedo de la mano derecha y al sacarla hab´ıa visto un montón de sangre.
   En ese momento procedió con algo más de cuidado. Arrodillándose junto al baúl, tanteó el fondo y después de retirar una vieja insignia cambiante que ten´ıa inscrito: “APOYEN
   A CEDRIC DIGGORY y POTTER APESTA”, un resquebrajado y dilapidado Chivatoscopio y un relicario de oro dentro del cual una nota firmada R.A.B hab´ıa estado escondida, finalmente descubrió el borde afilado que hab´ıa causado el da˜no. Lo reconoció enseguida.
   Era un fragmento de 5 cm. de largo del espejo encantado que su padrino Sirius ahora muerto, le hab´ıa dado. Harry lo dejo a un lado y tanteó prudentemente en el baúl buscando el resto, pero no quedaba nada más del último regalo de su padrino salvo vidrio pulverizado que se adher´ıa como arena brillante a la capa más profunda del baúl.
   Harry se sentó derecho y examinó el dentado pedazo con el que se hab´ıa cortado, 10
 
   CAPÍTULO 2. EN CONMEMORACI ÓN
   11
   sin ver nada más que sus propios brillantes ojos verdes reflejados en él. Luego puso el fragmento sobre El Profeta de esa ma˜nana, que estaba tirado sobre la cama sin leer e intentó contener la repentina oleada de amargos recuerdos, las pu˜naladas de melancol´ıa y nostalgia que el descubrimiento del espejo roto hab´ıan ocasionado, atacando el resto de basura que hab´ıa en el equipaje.
   Le llevó otra hora vaciarlo completamente, tirar las cosas inútiles y clasificar las restantes en pilas de acuerdo a si iba a necesitarlas o no a partir de ahora. Los uniformes del colegio y de Quidditch, el caldero, pergaminos, plumas y la mayor´ıa de los libros de texto fueron apilados en una esquina, para ser dejados atrás. Se preguntaba que har´ıan su t´ıa y su t´ıo con ellos; probablemente quemarlos a altas horas de la noche como si fueran las pruebas de algún espantoso crimen. Su ropa muggle, la capa de invisibilidad, el equipo para fabricar pociones, algunos libros, el álbum de fotos que Hagrid le hab´ıa regalado una vez, un manojo de cartas y su varita hab´ıan sido empacadas nuevamente en una vieja mochila. En un bolsillo delantero coloco el mapa del merodeador y el relicario con la nota firmada R.A.B. Al relicario le hab´ıa otorgado ese lugar de honor no debido a su valor
   ...era inútil en todos los sentidos prácticos... sino debido a lo que hab´ıa costado obtenerlo.
   Esto dejaba un considerable fajo de periódicos sobre el escritorio, al lado de su blanca lechuza, Hedwig. Uno por cada d´ıa que hab´ıa pasado en Privet Drive ese verano.
   Se levantó del suelo, se desperezó y cruzó la habitación hacia el escritorio. Hedwig no hizo ningún movimiento cuando empezó a hojear los periódicos, tirándolos a la pila de cosas inservibles uno por uno. La lechuza estaba dormida, o lo fing´ıa, estaba enfadada con Harry por la limitada cantidad de tiempo que en ese momento se le permit´ıa pasar fuera de la jaula.
   Mientras iban desapareciendo los periódicos, Harry redujo la velocidad, buscando un ejemplar en particular que sab´ıa que hab´ıa llegado poco después de haber regresado él a Privet Drive a pasar el verano; recordaba que en la primera página hab´ıa le´ıdo una peque˜na mención sobre la renuncia de Charity Burbage, la profesora de Estudios Muggles de Hogwarts. Al final lo encontró. Yendo a la página diez se hundió en la silla del escritorio y releyó el art´ıculo que hab´ıa estado buscando.
   Albus Dumbledore Recordado
   Por Elphias Dodge
   Conoc´ı a Albus Dumbledore a la edad de once a˜nos en nuestro primer d´ıa en Hogwarts. Nuestra mutua atracción se debió sin duda al hecho de que ambos nos sent´ıamos forasteros. Yo por mi parte hab´ıa contra´ıdo fiebre de dragón poco antes de llegar al colegio, y aunque ya no era contagioso, mi rostro espoleado y el tinte verdoso no alentaban a muchos a que se me acercaran.
   Por su parte Albus hab´ıa llegado a Hogwarts con la carga de la no deseada notoriedad. Apenas un a˜no antes su padre Percival hab´ıa sido apresado por un salvaje y bien publicitado ataque contra tres jóvenes Muggles.
   Albus nunca intentó negar que su padre (que murió en Azkaban) hubiera cometido ese crimen, al contrario, cuando reun´ı valor para preguntarle me aseguró que sab´ıa que su padre era culpable. Aparte de eso, Dumbledore se negaba a hablar del triste asunto, aunque muchos trataron de que lo hiciera.
   Algunos, incluso, estaban dispuestos a alabar la acción de su padre y asumieron que también Albus era enemigo de los muggles. No pod´ıan haber estado más equivocados: ya que cualquiera que conociera a Albus podr´ıa haber atestiguado CAPÍTULO 2. EN CONMEMORACI ÓN
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   que jamás mostró ni la más remota tendencia anti-muggle. Es más, su decidido apoyo a los derechos de los muggles le ganó muchos enemigos en los a˜nos venideros.
   Sin embargo, en cuestión de meses la propia fama de Albus comenzó a eclipsar la de su padre. Al finalizar el primer a˜no ya nunca más ser´ıa conocido como el hijo del enemigo de los muggles, sino nada más y nada menos que como el más brillante alumno visto alguna vez en el colegio. Aquellos de nosotros que tuvimos el privilegio de ser sus amigos nos beneficiamos de su ejemplo, por no mencionar su ayuda y est´ımulo, con los cuales siempre era generoso.
   Más tarde me confesó que incluso entonces hab´ıa sabido que su mayor placer ser´ıa siempre la ense˜nanza.
   No solo ganó cada premio por mérito que ofrec´ıa el colegio sino que pronto estuvo manteniendo correspondencia regularmente con los más notables magos de renombre de la época, incluyendo a Nicolas Flamel, el celebrado alquimista; Bathilda Bagshot, la notoria historiadora; y Adalbert Waffling el mago teórico. Varios de sus documentos se abrieron camino hasta conocidas publicaciones, como Transfiguración Hoy, Los Retos de los Encantamientos y Pociones Prácticas. La futura carrera de Dumbledore parec´ıa que iba a ser meteórica y la única pregunta a considerar era cuándo iba a convertirse en Ministro de Magia. Sin embargo aunque en a˜nos posteriores se predijo varias veces que estaba a punto de aceptar el trabajo, nunca tuvo ambiciones ministeriales.
   Tres a˜nos después de que hubiéremos comenzado en Hogwarts el hermano de Albus, Aberforth, llegó al colegio. No se parec´ıan; Aberforth nunca fue carismático, y al contrario que Albus, prefer´ıa arreglar las disputas con duelos en lugar de discusiones razonables. Sin embargo es bastante erróneo afirmar, como algunos han hecho, que los hermanos no eran amigos. Se llevaban tan bien como podr´ıan hacerlo dos muchachos tan diferentes. Para ser justos con Aberforth, se debe admitir que vivir bajo la sombra de Albus no puede haber sido una experiencia placentera. Pues ser continuamente eclipsado era el riesgo innato de ser su amigo y su hermano.
   Cuando Albus y yo dejamos Hogwarts hab´ıamos planeado hacer juntos la entonces tradicional vuelta al mundo, visitando y observando a magos extranjeros antes de proseguir con nuestras respectivas carreras. Sin embargo la tragedia intervino. En la misma v´ıspera de nuestra partida, la madre de Albus, Kendra murió. Dejando a Albus como el cabeza y único sustento de la familia. Pospuse m´ı partida lo suficiente como para presentar mis respetos en el funeral de Kendra y luego part´ı para lo que ahora ser´ıa un viaje solitario.
   Con un hermano y hermana más jóvenes a los que cuidar, y con poco dinero heredado, ya no hab´ıa dudas de que Albus no me acompa˜nar´ıa.
   Ese fue el per´ıodo de nuestras vidas en el que menos contacto tuvimos, le escrib´ı a Albus contándole, tal vez insensiblemente, las maravillas de mi viaje, narrándole desde escapadas por los pelos en Grecia hasta experimentos llevados a cabo por los alquimistas egipcios. Sus cartas me dec´ıan poco de su vida diaria, que adivinaba deb´ıa ser extremadamente aburrida para tan brillante mago. Inmerso en mis propias experiencias fue con horror que escuché ya cerca del final de mi viaje de un a˜no, que otra tragedia más hab´ıa golpeado a los Dumbledore; la muerte de su hermana Ariana.
   Aunque Ariana hab´ıa sufrido de mala salud desde hac´ıa algún tiempo, el golpe, acaecido tan poco tiempo después de la pérdida de su madre, tuvo un profundo efecto en ambos hermanos. Todas las personas cercanas a Albus -
 
   CAPÍTULO 2. EN CONMEMORACI ÓN
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   y me cuento a m´ı mismo entre ese afortunado númerocoincidimos en que la muerte de Ariana, y los sentimientos de Albus de que se sent´ıa personalmente responsable (aunque por supuesto que no tuvo la culpa) dejaron una marca permanente en él.
   Regresé a casa para encontrarme a un hombre joven que hab´ıa experimentado sufrimientos reservados para una persona de mayor edad. Albus era más reservado que antes, y mucho menos alegre. En adición a su desdicha, la pérdida de Ariana, hab´ıa llevado, no a una renovada cercan´ıa entre Albus y Aberforth, sino a un alejamiento (con el tiempo este se disipar´ıa... en a˜nos posteriores restablecieron si no una relación cercana al menos una ciertamente cordial). De todas formas, de ah´ı en adelante habló muy raramente de sus padres o de Ariana y sus amigos aprendimos a no mencionarlos.
   Otras plumas describirán los triunfos de los a˜nos subsiguientes. Las innumerables contribuciones de Dumbledore al cúmulo de conocimientos sobre hechicer´ıa, incluyendo el descubrimiento de los doce usos de la sangre de dragón que beneficiar´ıa a las generaciones por venir, as´ı como la sabidur´ıa que desplegaba en los muchos juicios que efectuó siendo Brujo Supremo del Winzegamot.
   Aún se comenta que ningún duelo entre brujos superó nunca al sostenido entre Dumbledore y Grindelwald en 1945. Los que lo presenciaron han escrito acerca del terror y el asombro que sintieron al observar a esos dos extraordinarios brujos combatir. El triunfo de Dumbledore y sus consecuencias para el mundo de la hechicer´ıa son considerados un punto culminante en la historia de la magia, comparable a la introducción del Estatuto Internacional del Secreto o la ca´ıda de El-que-no-debe-ser-nombrado.
   Albus Dumbledore nunca fue altivo ni vanidoso; pod´ıa encontrar algo que valorar en cualquier persona, sin importar cuan aparentemente insignificante o ruin fuera, y creo que sus tempranas pérdidas lo dotaron de gran humanidad y compasión. Extra˜naré su amistad más de lo que puedo expresar, pero mi pérdida no es nada comparada con la del mundo de la magia. No se puede cuestionar que fue el más inspirado y amado director de Hogwarts. Murió como vivió, trabajando siempre por el bien mayor y hasta su última hora tan deseoso de tender la mano a un peque˜no ni˜no con fiebre de dragón como el primer d´ıa que le conoc´ı.
   Harry terminó de leer pero continuó mirando la foto que aparec´ıa acompa˜nando el obituario. Dumbledore luc´ıa su acostumbrada sonrisa gentil, pero como miraba por encima de sus medias gafas, daba la impresión, incluso desde el periódico, de que miraba a Harry con rayos X, provocando que la tristeza se entremezclara con una sensación de vergüenza.
   Él hab´ıa cre´ıdo conocer a Dumbledore bastante bien, pero desde que hab´ıa le´ıdo el art´ıculo se hab´ıa visto forzado a reconocer que apenas le conoc´ıa. Ni una sola vez se hab´ıa imaginado la ni˜nez y la juventud de Dumbledore, era como si hubiera nacido tal como Harry lo hab´ıa conocido, venerable, con el cabello plateado y anciano. La idea de un Dumbledore adolescente era sencillamente extra˜na, como tratar de imaginarse a una Hermione estúpida o a un escreguto de cola explosiva amistoso.
   Nunca hab´ıa pensado en preguntarle a Dumbledore acerca de su pasado. Sin duda se hubiera sentido extra˜no, impertinente incluso, pero después de todo era de común conocimiento que Dumbledore hab´ıa tomado parte en ese legendario duelo con Grindelwald, y a Harry no se le hab´ıa ocurrido preguntarle como hab´ıa sido eso, ni acerca de ninguno de sus otros famosos logros. No, siempre hab´ıan hablado de Harry, el pasado de Harry, el futuro de Harry, los planes de Harry... y a Harry le parec´ıa ahora que a pesar del hecho de que su CAPÍTULO 2. EN CONMEMORACI ÓN
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   futuro fuera tan peligroso e incierto, hab´ıa perdido irremplazables oportunidades al haber omitido preguntarle a Dumbledore más cosas acerca de su vida. Aunque sospechaba que la única pregunta personal que jamás le hab´ıa hecho a su Director era también la única que Dumbledore no hab´ıa respondido honestamente.
   “¿Qué ve cuando mira en el espejo? ”
   “¿Yo? Me veo a mi mismo sosteniendo un grueso par de calcetines de lana.”
   Después de considerarlo unos minutos, Harry arrancó el art´ıculo de El Profeta, lo dobló cuidadosamente y lo metió dentro del primer volumen de Defensa Mágica Práctica y sus Usos Contra las Artes Oscuras. Luego tiró el resto del periódico a la pila de basura y se giró enfrentando la habitación. Estaba mucho más ordenada. La única cosa fuera de lugar era El Profeta del d´ıa de hoy, aún tirado sobre la cama con el trozo de espejo roto encima.
   Harry cruzó la habitación, apartó el fragmento de espejo quitándolo de encima de El Profeta de ese d´ıa, y desdobló el periódico. Cuando esa ma˜nana temprano hab´ıa recogido el periódico enrollado tra´ıdo por la lechuza repartidora, apenas le hab´ıa echado un vistazo al titular y después de advertir que no dec´ıa nada acerca de Voldemort lo hab´ıa echado a un lado. Harry estaba seguro que el Ministerio estaba presionando a El Profeta para que suprimiera las noticias sobre Voldemort. Solo fue en ese momento, cuando vio lo que se hab´ıa perdido.
   Atravesando la segunda mitad de la página principal hab´ıa un titular más peque˜no colocado sobre una foto de Dumbledore caminando a zancadas, con aspecto apurado.
   Dumbledore ¿Al fin la verdad?
   La próxima semana la conmocionante historia del imperfecto genio considerado por muchos el más grandiosos mago de su generación. Despojándole de la imagen popular de serena sabidur´ıa bajo la barba plateada, Rita Skeeter revela la trastornada infancia, la desenfrenada juventud, las eternas enemista-des, y los secretos culpables que Dumbledore se llevó a la tumba. ¿Por qué el hombre hecho para ser Ministro de Magia se contentó con ser un mero Director? ¿Cuál era el propósito real de la organización secreta conocida como La Orden del Fénix? ¿Cómo encontró verdaderamente Dumbledore su final?
   La respuesta a estas y muchas otras preguntas serán exploradas en la nueva y explosiva biograf´ıa, Vida y Mentiras de Albus Dumbledore, por Rita Skeeter, exclusivamente entrevistada por Barry Braithwaite, página 13 en el interior.
   Harry abrió el periódico de un tirón y encontró la página trece. El art´ıculo estaba encabezado por una foto que mostraba otra cara familiar: una mujer que usaba gafas enjoyadas con el cabello peinado en rizos rubios muy elaborados, los dientes sobresal´ıan en lo que claramente se ve´ıa que era una sonrisa triunfal, meneando los dedos ante él.
   Haciendo lo que pudo por ignorar esa nauseabunda imagen, Harry continuó leyendo.
   En persona Rita Skeeter es mucho más cálida y suave de lo que los famosos retratos hechos con su feroz pluma puedan sugerir. Me dio la bienvenida en el vest´ıbulo de su acogedor hogar y me condujo directamente a la cocina para ofrecerme una taza de té, una pedazo de tarta, y no hace falta que lo diga, un humeante cubo de los más novedosos chismes.
   “Bueno por supuesto que Dumbledore es el sue˜no de un cronista, dijo Skeeter”. - C
   ¸ on una vida tan larga y plena. Estoy segura de que mi libro será el primero de muchos, muchos otros.”
 
   CAPÍTULO 2. EN CONMEMORACI ÓN
   15
   Skeeter fue ciertamente rápida Hab´ıa terminado el libro de novecientas páginas, solamente cuatro semanas después de la misteriosa muerte de Dumbledore acaecida en junio. Le pregunté como se las hab´ıa arreglado para llevar a cabo esa proeza tan incre´ıblemente rápido.
   “Oh, cuando has sido periodista tanto tiempo como yo, trabajar con plazos l´ımite se convierte en tu segunda naturaleza. Sab´ıa que el mundo de la magia clamaba por la historia completa y quer´ıa ser la primera en complacer esa necesidad.”
   Mencioné la reciente nota ampliamente divulgada de Elphias Doge, Con-sejero Especial del Wizengamot y perpetuo amigo de Albus Dumbledore, que dice “El libro de Skeeter contiene menos hechos que una tarjeta de las que encuentras en las Ranas de Chocolate...”
   Skeeter echó atrás la cabeza y se rió.
   “¡Querido Dodgy! Recuerdo haberle entrevistado hace unos a˜nos acerca de los derechos de las sirenas, que Dios lo bendiga. Está completamente loco, parec´ıa pensar que estábamos sentados en el fondo del Lago Windermere, continuaba diciéndome que tuviera cuidado con las truchas.”
   Y aún as´ı las acusaciones de inexactitudes de Elphias Doge han echo eco en muchos lugares. ¿Realmente Skeeter piensa que cuatro cortas semanas son suficientes para tener un cuadro completo de la larga y extraordinaria vida de Dumbledore?
   “Oh, querido,” sonr´ıe Skeeter golpeándome afectuosamente los nudillos,
   “¡Sabes tan bien como yo cuanta información puede ser generada con una bolsa de galeones, una negativa a escuchar la palabra ”no 2 una linda y afilada ”Vuela pluma¡ De todas formas la gente hac´ıa cola para entregarme en bandeja las confabulaciones de Dumbledore. No todos pensaban que era tan maravilloso,
   ¿sabes? Pisó una horrible cantidad de importantes pies. Pero el viejo Dodgy Doge puede ir bajándose de su alto hipogrifo, porque tuve acceso a una fuente por la que la mayor´ıa de los periodistas hubieran agitado sus varitas, una que nunca hab´ıa hablado en público antes y que estuvo muy unida a Dumbledore durante la más turbulenta y angustiosa etapa de su juventud.”
   La publicidad anticipada de la biograf´ıa de Skeeter hab´ıa sugerido que ciertamente habr´ıa abundantes sobresaltos para aquellos que cre´ıan que Dumbledore hab´ıa llevado una vida libre de culpas. ¿Cuáles eran las grandes sorpresas que encubr´ıa? Le pregunté.
   “Venga, vamos, déjalo, Betty, ¡no voy a revelar todo lo destacable antes de que nadie compre el libro!” Skeeter se echó a re´ır, “pero te prometo que cualquiera que todav´ıa piense que Dumbledore era tan blanco como su barba
   ¡es susceptible a sufrir un duro despertar! Digamos solamente que nadie que lo haya o´ıdo rabiar contra Ya-sabes-quien hubiera so˜nado que él mismo chapoteó en las Artes Oscuras en su juventud. Y para un brujo que pasó sus últimos a˜nos defendiendo la tolerancia, no era exactamente abierto de mente cuando era más joven. Si, Albus Dumbledore tiene un pasado extremadamente oscuro, por no mencionar una familia muy sospechosa, que se empe˜nó muy duro en mantener oculta.”
   Pregunté a Skeeter si iba a hacer referencia al hermano de Dumbledore, Aberforth, que fue encarcelado por mal uso de la magia por el Wizengamot causando un escándalo menor quince a˜nos atrás.
   “Oh, Aberforth es solo la punta del montón de estiércol,” se rió Skeeter,
   “No, no. Estoy hablando de algo mucho peor que un hermano con una afición a mezclarse con cabras, aún peor que un padre mutilador de muggles... De CAPÍTULO 2. EN CONMEMORACI ÓN
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   cualquier forma Dumbledore no pudo mantener a ninguno de los dos entre las sombras, el Wizengamot presentó cargos contra ambos. No, eran la madre y la hermana las que me intrigaban y escarbando un poco descubr´ı un verdadero nido de inmundicias, pero como dije, tendrás que esperar a los cap´ıtulos del nueve al doce para obtener los detalles completos. Todo lo que puedo decir ahora es que no me extra˜na que Dumbledore nunca hablara acerca de cómo se rompió la nariz.”
   No obstante, las muertes familiares, llevaron a Dumbledore a hacer varios descubrimientos mágicos.
   “Ten´ıa cerebro”, concedió, “aunque ahora muchos se preguntan si realmente puede llevarse todo el mérito de sus supuestos logros. Como revelo en el cap´ıtulo dieciséis, Ivon Dillonsby, reclama que ya hab´ıa descubierto ocho usos de la sangre de dragón cuando Dumbledore tomó ”prestados”sus documentos.”
   Pero la importancia de algunos de los logros de Dumbledore, no puede, presumo, ser negada. ¿Qué me dice de la famosa derrota de Grindelwald?
   “Oh, me alegra que haya nombrado a Grindelwald,” dijo Skeeter con una sonrisa exasperada, “Me temo que esos que ven con inocentes y confiados ojos la espectacular victoria de Dumbledore, deben prepararse a s´ı mismos para una bomba... o tal vez una bomba de estiércol. Un asunto muy escabroso en verdad. Todo lo que diré es que no estén tan seguros de que realmente hubo un espectacular duelo de leyenda. Después de leer mi libro la gente puede verse forzada a concluir que Grindelwald sencillamente conjuró un pa˜nuelo blanco de la punta de su varita y se rindió tranquilamente.”
   Skeeter se negó a revelar nada más acerca de este intrigante tema, por lo que nos volcamos en la relación que seguramente fascinará a sus lectores más que cualquier otra.
   “Oh, si,” dijo Skeeter, asintiendo vivamente, “dedico un capitulo entero a la relación Potter-Dumbledore. Ha sido llamada poco saludable, incluso siniestra.
   Nuevamente, los lectores tendrán que comprar el libro para obtener la historia completa, pero no hay duda de que Dumbledore ten´ıa un interés poco natural en Potter, ya que estamos. Si eso fue realmente para bien del muchacho... ya se verá. Es ciertamente un secreto a voces que Potter ha tenido una adolescencia de lo más problemática.”
   Pregunté a Skeeter si aún se manten´ıa en contacto con Harry Potter, a quien tan célebremente hab´ıa entrevistado el a˜no pasado, en un importante avance en el que Potter hablaba en exclusiva de su convicción de que Ya-saben-quien hab´ıa regresado.
   “Oh, si desarrollamos un lazo ´ıntimo,” dijo Skeeter, “el pobre Potter tiene muy pocos amigos de verdad, y nos conocimos en uno de los momentos de su vida en el que más duramente fue puesto a prueba... El Campeonato de los Tres Magos. Probablemente soy una de las pocas personas con vida que puede decir que conoce al verdadero Harry Potter.”
   Lo que nos lleva a los muchos rumores que aún circulan acerca de las últimas horas de Dumbledore. ¿Piensa Skeeter que Potter estaba all´ı cuando Dumbledore murió?
   “Bueno no quiero decir demasiado... está todo en el libro... pero testigos dentro del castillo de Hogwarts vieron a Potter salir corriendo de la escena, momentos después de que Dumbledore cayera, saltara o fuera empujado. ...
   después se encontraron evidencias contra Severus Snape, un hombre contra el cual Harry siente un indudable rencor. ¿Es todo lo que parece? Eso queda a juicio de La Comunidad Mágica... una vez que haya le´ıdo mi libro.”
 
   CAPÍTULO 2. EN CONMEMORACI ÓN
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   Con esa intrigante nota me despido. No hay duda de que Skeeter ha escrito un bestseller ef´ımero. Mientras que las legiones de admiradores de Dumbledore puede que estén temblando ante lo que pronto saldrá a la luz acerca de su héroe.
   Harry llegó al final del art´ıculo y continuó mirando la página inexpresivamente. La repulsión y la furia ascendieron en él como si fuera a vomitar. Hizo una bola con el periódico y lo arrojó con todas sus fuerzas, contra la pared, donde fue a reunirse con el resto de la basura apilada alrededor de la repleta papelera.
   Empezó a caminar a zancadas, ciegamente, por la habitación, abriendo cajones vac´ıos y levantando libros solo para volverlos a dejar en el mismo sitio, apenas consciente de lo que estaba haciendo, mientras frases al azar del art´ıculo de Rita hac´ıan eco en su cabeza: Un cap´ıtulo entero a la relación Potter-Dumbledore... Ha sido llamada poco saludable, incluso siniestra... el mismo chapoteó en las artes oscuras en su juventud... tuve acceso a una fuente por la que la mayor´ıa de los periodistas hubieran agitado sus varitas...
   “¡Mentiras!” gritó Harry. Y a través de la ventana vio como el vecino de la casa de al lado, que hab´ıa hecho una pausa mientras segaba el césped, miraba nerviosamente hacia arriba.
   Harry se sentó en la cama furioso. El pedazo de espejo roto oscilaba; lo levantó y le dio vuelta entre los dedos, pensando... pensando en Dumbledore y en las mentiras con que Rita Skeeter le estaba deshonrando...
   Hubo un relámpago de brillante azul. Harry se quedó inmóvil, deslizaba el dedo lastimado sobre el mellado borde del vidrio .Deb´ıa habérselo imaginado...seguramente. Miro por encima del hombro, pero la pared luc´ıa el enfermizo tono melocotón que su t´ıa Petunia hab´ıa elegido. No hab´ıa nada azul all´ı que pudiera ser reflejado por el espejo. Volvió a mirar el fragmento de espejo nuevamente, sin ver otra cosa que sus brillantes ojos verdes devolviéndole la mirada.
   Se lo hab´ıa imaginado, no hab´ıa otra explicación. Lo hab´ıa imaginado por haber estado pensando en su director muerto. Si de algo estaba seguro, era que los brillantes ojos azules de Albus Dumbledore, nunca le atravesar´ıan otra vez...
 
   Cap´ıtulo 3
   La Partida de los Dursley
   El sonido de la puerta delantera al cerrarse hizo eco a través de las escaleras y una voz gru˜nó: “¡Oh! ¡Eres tú!”
   Tras dieciséis a˜nos siendo tratado de esa manera Harry no tuvo ninguna duda de que su t´ıo se refer´ıa a él, sin embargo, no respondió inmediatamente. Todav´ıa ten´ıa el peque˜no fragmento de espejo en el cual, por un segundo, hab´ıa cre´ıdo ver los ojos de Dumbledore. Esto antes que su t´ıo gritara, “¡Muchacho!”, Harry bajo lentamente de la cama y se dirigió hacia la puerta del dormitorio, deteniéndose brevemente para meter el pedazo del espejo roto en la mochila con las demás cosas que se llevar´ıa.
   “Te tomas tú tiempo ¿eh?” bramó Vernon Dursley cuando Harry apareció en el borde de las escaleras. “Ven aqu´ı. Quiero decirte unas palabras”
   Harry bajó, con las manos metidas en los bolsillos de los pantalones. Cuando entro en el salón se encontró con los tres Dursleys. Estaban preparados para el viaje; T´ıo Vernon con una vieja chaqueta rasgada y Dudley, el vasto, rubio y musculoso primo de Harry con su chaqueta de cuero.
   “¿Si?” preguntó Harry.
   “¡Siéntate!” dijo T´ıo Vernon. Harry alzó las cejas. “¡Por favor!” a˜nadió T´ıo Vernon, haciendo una ligera mueca cuando la palabra se le atrancó en la garganta. Harry se sentó. Creyó saber lo que estaba por venir. Su t´ıo empezó a pasearse arriba y abajo, T´ıa Petunia y Dudley segu´ıan sus movimientos con expresiones ávidas. Finalmente, su gran cara sonrosada se arrugó por la concentración. T´ıo Vernon se detuvo delante de Harry y habló:
   “He cambiado de opinión,” dijo.
   “Que sorpresa,” dijo Harry.
   “No me vengas con ese tono...” empezó T´ıa Petunia con voz chillona, pero Vernon Dursley le indicó con un gesto que se calmara.
   “Todo eso no son más que tonter´ıas,” dijo T´ıo Vernon, mirando fijamente a Harry con sus ojillos de cerdo. ”No voy a creer ni una palabra de ello. Nos quedamos aqu´ı, no vamos a ir a ninguna parte.”
   Harry levantó la mirada hacia su t´ıo y sintió una mezcla de exasperación y sorpresa.
   Vernon Dursley hab´ıa estado cambiando de opinión cada veinticuatro horas en los últimos cuatro d´ıas, haciendo y deshaciendo el equipaje. El momento preferido de Harry hab´ıa sido cuando t´ıo Vernon sin saber que Dudley hab´ıa metido las pesas en su maleta, hab´ıa intentado levantarla y se hab´ıa derrumbado con un aullido de dolor y profiriendo varios 18
 
   CAPÍTULO 3. LA PARTIDA DE LOS DURSLEY
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   juramentos.
   “Según tú,” dijo Vernon Durley caminando de un lado a otro. “Nosotros.. Petunia, Dudley y yo... estamos grave peligro. Por... por...”
   “Some of ’my lot’right?” dijo Harry.
   “No lo creo,” repitió T´ıo Vernon delante de Harry de nuevo.
   “He estado despierto la mitad de la noche pensando en todo esto, y creo que es un complot para quedarte con la casa.”
   “¿La casa?” repitió Harry. “¿Qué casa?”
   “¡Esta casa!” chilló T´ıo Vernon, la vena de su frente empezaba a latir. “¡Nuestra casa!
   Los precios de las casas están por las nubes! Quieres quitarnos de en medio y entonces harás eso de ’hocus-pocus’y antes de que nos enteremos la escritura estará a tu nombre y...”
   “¿Has perdido la juicio?” exigió Harry. “¿Un complot para conseguir esta casa? ¡Realmente eres tan estúpido como pareces!”
   “¡No te atrevas...!” chilló T´ıa Petunia, pero de nuevo, Vernon le indicó que se calmara.
   Las groser´ıas, a su modo de ver, no eran nada comparado con el peligro que les esperaba.
   “Por si lo has olvidado,” dijo Harry. “Yo ya tengo una casa, mi padrino me dejó una.
   ¿As´ı que para qué querr´ıa esta? ¿Quizás por todos los recuerdos felices?”
   Se hizo un silencio. Harry creyó haber impresionado bastante a su t´ıo con este argumento.
   “Afirmas,” dijo T´ıo Vernon, empezando a pasearse de nuevo, “que este Lord lo que sea...”
   “... Voldemort,” dijo Harry impacientemente, “y hemos pasado por esto cientos de veces ya. No lo afirmo, es una realidad. Dumbledore te lo dijo el a˜no pasado, y Kingsley y el Se˜nor Weasley...”
   Vernon Dursley arqueó los hombros furiosamente, y Harry supuso que su t´ıo ten´ıa intención de evitar menciones a la visita inesperada, a los pocos d´ıas de las vacaciones de verano de Harry, de dos magos adultos. La llegada a los escalones de entrada de Kingsley Shacklebolt y Arthur Weasley hab´ıa sido una sorpresa de lo más embarazosa para los Dursley. Harry ten´ıa que admitir, sin embargo, que como el Se˜nor Weasley hab´ıa demolido medio salón, su reaparición pod´ıa no haber sido esperada con ansia por T´ıo Vernon.
   “...Kingsley y el Se˜nor Weasley también te lo explicaron todo” presionó Harry sin remordimientos. “Una vez cumpla diecisiete a˜nos, el encantamiento protector que me mantiene a salvo se romperá, y eso os dejará expuestos tanto a mi como a vosotros.
   La Orden está convencida que de Voldemort irá a por vosotros, ya sea para torturaros e intentar averiguar donde estoy, o bien porque crea que tendiéndoos como rehenes yo iré para rescataros”
   Los ojos de T´ıo Vernon y Harry se encontraron. Harry tuvo la seguridad en ese instante de que ambos se preguntaban lo mismo. Entonces T´ıo Vernon siguió caminando y Harry continuó, “Tenéis que ocultaros y la Orden os ayudará. Se os ha ofrecido protección seria, la mejor que puede haber.”
   T´ıo Vernon no dijo nada, pero continuó paseando arriba y abajo. Fuera, el sol no alumbraba ya los setos privados. El cortacésped del vecino de la puerta de al lado se CAPÍTULO 3. LA PARTIDA DE LOS DURSLEY
   20
   paró de nuevo.
   “¿No hab´ıa un Ministerio de Magia?” preguntó Vernon Dursley repentinamente.
   “Lo hay” dijo Harry, sorprendido.
   “Bien, ¿entonces, por qué no pueden protegernos? ¡A m´ı me parece que, como v´ıctimas inocentes, deben dar refugio a un hombre marcado, deber´ıamos reunir los requisitos para la protección gubernamental!”
   Harry rió; no pudo contenerse. Era muy t´ıpico de su t´ıo poner sus esperanzas en las autoridades, incluso del mundo que tanto despreciaba y en el que no confiaba.
   “Ya oiste lo que dijeron el Se˜nor Weasley y Kingsley” replicó Harry. “Creemos que hay infiltrados en el Ministerio.”
   T´ıo Vernon fue a zancadas hasta la chimenea y volvió hacia atrás, respirando tan fatigosamente que su gran bigote negro se sacud´ıa, con la cara todav´ıa sonrosada por la concentración.
   “Muy bien,” dijo, deteniéndose de nuevo delante de Harry. “Muy bien, digamos, para terminar la discusión, que aceptamos esa protección. Aún as´ı no veo por qué no podemos tener a ese tipo, Kingsley.”
   Harry se contuvo para no poner los ojos en blanco con dificultad. Esa pregunta también hab´ıa sido formulada media docena de veces.
   “Como ya te he dicho,” dijo con los dientes apretados, “Kingsley está protegiendo al Primer Ministro mug... quiero decir, a vuestro Primer Ministro”
   “¡Justamente... ya que es el mejor!” dijo T´ıo Vernon, se˜nalando a la negra pantalla del televisor. Los Dursley hab´ıan distinguido a Kingsley en las noticias, caminando discretamente tras el Primer Ministro Muggle mientras este visitaba un hospital. Esto, y el hecho de que Kingsley hab´ıa dominado con habilidad el talento para vestir como un muggle, por no mencionar cierta cualidad tranquilizadora en su voz pausada y profunda, hab´ıan provocado que los Dursley aceptaran a Kingsley como no hab´ıan hecho con ningún otro mago, aunque era cierto que nunca le hab´ıa visto en acción.
   “Bueno, está ocupado” dijo Harry. “Pero Hestia Jones y Dedalus Diggle están más que preparados para el trabajo...”
   “Si hubieramos visto curriculums..” empezó T´ıo Vernon, pero Harry perdió la paciencia. Poniéndose en pie avanzó hacia su t´ıo, ahora se˜nalando también al mismo televisor.
   “Esos accidentes no son realmente accidentes... los conflictos, explosiones y descarri-lamientos y todo lo demás que ha sucedido desde que vimos por última vez las noticias.
   La gente está desapareciendo y muriendo y él está detrás... Voldemort. Te lo he dicho una y mil veces, mata muggles por pura diversión. Incluso la niebla... está causada por los dementores, ¡y si no puedes recordar lo que son pregunta a tu hijo!”
   Dudley se cubrió la boca con las manos. Con los ojos de Harry y los de sus padres mirándoles, las volvió a bajar lentamente y preguntó. “¿Hay... más de ellos?”
   “¿Más?” rió Harry. “¿Más aparte de los dos que nos atacaron, quieres decir? Por supuesto que los hay, hay cientos, quizá miles ahora, alimentándose de miedo y desesperación...”
   “Muy bien, muy bien,” fanfarroneó Vernon Dursley, “has dejado claro tu punto de vista...”
   “Eso espero,” dijo Harry, “porque una vez cumpla diecisiete, todo ellos... mort´ıfagos, CAPÍTULO 3. LA PARTIDA DE LOS DURSLEY
   21
   dementores, quizás incluso infer´ıs... que son cadáveres encantados por un mago oscuro...
   podrán encontraros y atacaros. Y si recordáis la última vez que intentasteis huir de magos, creo que estaréis de acuerdo en que necesitaréis ayuda.”
   Hubo un momentáneo silencio en el que el eco distante de Hagrid echando abajo una puerta principal de madera pareció reflejar los pasados a˜nos. T´ıa Petunia estaba mirando a T´ıo Vernon; Dudley estaba mirando fijamente a Harry. Finalmente T´ıo Vernon balbuceó.
   “¿Pero y mi trabajo? ¿Y la escuela de Dudley? Supongo que esas cosas no importan a una cuadrilla de magos fuera de la ley...”
   “¿No lo entiendes?” gritó Harry. “¡Os torturarán y matarán como hicieron con mis padres! ”
   “Papá,” dijo Dudley en voz alta. “Papá... yo me voy con esa gente de la Orden.”
   “Dudley,” dijo Harry, “por primera vez en tu vida, hablas con sentido común.”
   Sab´ıa que la batalla estaba ganada. Si Dudley estaba lo bastante asustado como para aceptar la ayuda de la Orden, sus padres le acompa˜nar´ıan; No se discutir´ıa más el tema de separarse de su Duddykins. Harry miró fijamente al reloj de campanil que hab´ıa sobre la estanter´ıa de la chimenea.
   “Llegarán aqu´ı en unos cinco minutos,” dijo, y antes de que los Dursley replicaran, abandonó la habitación. La perspectiva de separarse... probablemente para siempre... de su t´ıa, su t´ıo y su primo era algo que le alegraba, sin embargo, hab´ıa una cierta melancol´ıa en el aire. ¿Qué se podr´ıa decir después de dieciséis a˜nos de continúo desagrado?.
   De vuelta en su habitación, Harry se paseó sin rumbo fijo con su mochilla, después metió un par de golosinas para Hedwig en su jaula.
   “Nos marcharemos pronto, muy pronto,” le dijo Harry, “Y entonces podrás volar de nuevo.”
   Sonó el timbre de la puerta. Harry dudó, después volvió a salir de su habitación y bajó las escaleras. Era mucho esperar que Hestia y Dedalus trataran a los Dursleys por su cuenta.
   “¡Harry Potter!” chilló una voz excitada en el momento en que Harry abrió la puerta; un hombre peque˜no con un sombrero enorme de color malva estaba inclinándose ante él con una exagerada reverencia. “¡Un honor, como siempre!”
   “Gracias, Dedalus,” dijo Harry, dirigiendo una peque˜na y avergonzada sonrisa a una Hestia de pelo oscuro. “Sois muy amables por hacer esto... Están aqu´ı, mi t´ıa, mi t´ıo y mi primo...”
   “¡Buen d´ıa tengáis, parientes de Harry Potter!” dijo Dedalus alegremente, entrando a zancadas en el salón. Los Dursleys no parec´ıan en absoluto felices de que se dirigieran a ellos as´ı; Harry casi esperaba otro cambio de opinión. Dudley se abrazó a su madre ante la visión de la bruja y el mago.
   “Veo que ya han hecho el equipaje y están listos. ¡Excelente! El plan, como Harry les habrá contado, es simple,” dijo Dedalus, sacando un inmenso reloj de bolsillo de su chaleco y examinándolo. “Debemos partir antes de que lo haga Harry. Debido al peligro de utilizar magia en su casa... siendo Harry todav´ıa menor de edad, eso podr´ıa proporcionar al Ministerio una excusa para arrestarle... tendremos que conducir, digamos, quince kilómetros más o menos, antes de desaparecer hasta un lugar seguro que hemos escogido para ustedes. ¿Sabe conducir, verdad?” preguntó a T´ıo Vernon cortésmente.
   “¿Que si sé... ? ¡Por supuesto que sé cómo conducir!” balbuceó T´ıo Vernon.
 
   CAPÍTULO 3. LA PARTIDA DE LOS DURSLEY
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   “Muy astuto por su parte, se˜nor, muy astuto. Yo personalmente me ver´ıa absolutamente embaucado por todos esos botones y palancas,” dijo Dedalus. Ten´ıa claramente la impresión de estar haciendo un cumplido a Vernon Dursley, que estaba perdiendo visible-mente la confianza en el plan con cada palabra que Dedalus pronunciaba.
   “Ni siquiera puede conducir,” murmuró por lo bajo, su bigote se sacud´ıa indignada-mente, pero afortunadamente ni Dedalus ni Hestia parecieron oirle.
   “Tú, Harry,” continuó Dedalus, “esperarás aqu´ı a tu guardia. Ha habido unos peque˜nos cambios en el plan...”
   “¿Qué quieres decir?” dijo Harry al instante. “Pensaba que Ojoloco iba a vernir y llevarme en una Aparición Conjunta.”
   “No puede ser” dijo Hestia tensamente. “Ojoloco te lo explicará.”
   Los Dursley que hab´ıa escuchado todo esto con miradas de absoluta incomprensión en sus caras, saltaron cuando se oyó una voz diciendo ’ ¡Deprisa!’. Harry miró alrededor de la habitación antes de comprender que la voz hab´ıa sido emitida por el reloj de bolsillo de Dedalus.
   “Indudablemente operamos en un horario muy apretado,” dijo Dedalus, asintiendo hacia su reloj y volviendo a metérselo en el chaleco, “Estamos intentando sincronizar tu partida de la casa con la desaparición de tu familia, Harry; as´ı el encantamiento se romperá en el momento en que todos estemos de camino aun lugar seguro.” Se giró hacia los Dursleys. “Bueno, ¿todo recogido y listos para marchar?”
   Ninguno de ellos le respondió. T´ıo Vernon todav´ıa miraba afligido el bulto en el bolsillo del chaleco de Dedalus.
   “Quizás deber´ıamos esperar fuera en el vest´ıbulo, Dedalus” murmuró Hestia. Claramente pensó que demostrar´ıa falta de tacto permanecer en la habitación mientras Harry y los Dursleys intercambiaban amorosas y posiblemente lacrimógenas despedidas.
   “No hay necesidad,” murmuró Harry, pero T´ıo Vernon hizo innecesaria cualquier otra explicación diciendo estrepitosamente.
   “Bueno, esto es un adios entonces, chico.”
   Balanceó hacia arriba su brazo derecho para estrechar la mano de Harry, pero en el último momento pareció incapaz de afrontarlo, y simplemente cerró el pu˜no y empezó a balancearse hacia atrás y hacia adelante como un metrónomo.
   “¿Listo, Diddy?” preguntó T´ıa Petunia, comprobando meticulosamente el cierre de su bolso de mano para evitar mirar a Harry.
   Dudley no respondió, sino que se quedó all´ı de pie con la boca ligeramente entreabierta, recordándole a Harry un poco al gigante, Grawp.
   “Vamos entonces,” dijo T´ıo Vernon.
   Ya estaba alcanzando la puerta del salón cuando Dudley murmuró. “No entiendo.”
   “¿Qué no entiendes, popkin?” preguntó T´ıa Petunia, mirando a su hijo.
   Dudley alargó una mano grande como un jamón y se˜naló a Harry
   “¿Por qué él no viene con nosotros?”
   T´ıo Vernon y T´ıa Petunia se quedaron petrificados donde estaban, mirando a Dudley como si acabara de expresar el deseo de convertirse en bailarina.
 
   CAPÍTULO 3. LA PARTIDA DE LOS DURSLEY
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   “¿Qué?” dijo T´ıo Vernon ruidosamente.
   “¿Por qué no viene él también?” preguntó Dudley.
   “Bueno, él... no quiere,” dijo T´ıo Vernon, girándose para mirar a Harry y a˜nadiendo.
   “No quieres, ¿verdad?”
   “Ni lo más m´ınimo,” dijo Harry.
   “Ya lo ves,” dijo T´ıo Vernon a Dudley. “Ahora vamos, salgamos.”
   Salió de la habitación. Oyeron la puerta delantera abrirse, pero Dudley no se movió y después de unos pocos pasos vacilantes T´ıa Petunia también se detuvo.
   “¿Y ahora qué?” ladró T´ıo Vernon, reapareciendo en el umbral.
   Parec´ıa que Dudley estaba luchando con conceptos demasiado dif´ıciles para expresarlos con palabras. Varios momentos después de aparentemente dolorosa lucha interna dijo.
   “¿Pero adónde va a ir?”
   T´ıa Petunia y T´ıo Vernon se miraron el uno al otro. Estaba claro que Dudley les estaba asustando. Hestia Jones rompió el silencio.
   “Pero... ¿no sabes a dónde va tu primo?” dijo, con aspecto desconcertado.
   “Claro que lo sabemos,” dijo Vernon Dursley. “Se larga con una panda de los vuestros,
   ¿verdad? Vale, Dudley, entremos en el coche, ya has o´ıdo a este hombre, tenemos prisa.”
   De nuevo, Vernon fue alejándose hacia la puerta delantera, pero Dudley no le siguió.
   “¿Se larga con una panda de los nuestros?”
   Hestia estaba indignada. Harry ya conoc´ıa esa actitud. Las brujas y magos parec´ıan sorprendidos porque sus parientes vivos más cercanos no mostraran el más m´ınimo interés en Harry Potter.
   “Está bien,” la tranquilizó Harry. “No importa, de verdad.”
   “¿No importa?” repitió Hestia, alzando la voz. “¿No comprende esta gente por lo que has tenido que pasar? ¿El peligro en el que estás? ¿Liderando el movimiento anti-Voldemort?”
   “Er... no, no lo comprenden,” dijo Harry. “Creen que soy un desperdicio en realidad, pero estoy acostumbrado...”
   “Yo no creo que seas un desperdicio.”
   Si Harry no hubiera visto moverse los labios de Dudley, no se lo habr´ıa cre´ıdo. Como as´ı fue, miró fijamente a Dudley durante varios segundos antes de aceptar que deb´ıa haber sido su primo el que hab´ıa hablado por una razón, Dudley se hab´ıa vuelto rojo. El propio Harry estaba avergonzado y atónito.
   “Bueno... er... gracias, Dudley”
   De nuevo, Dudley pareció acosado por pensamientos demasiado dif´ıciles de tratar, a juzgar por su expresión antes de susurrar “Me salvaste la vida.”
   “En realidad no,” dijo Harry. “Habr´ıa sido tu alma lo que se hubiera llevado el dementor...”
   Miraba con curiosidad a su primo. No hab´ıan tenido virtualmente ningún contacto durante este verano, ya que Harry hab´ıa venido a Privet Drive por poco tiempo, y hab´ıa permanecido mucho tiempo en su habitación. En ese momento a Harry se le ocurrió, que la taza de té fr´ıo con lo que hab´ıa tropezado esa ma˜nana podr´ıa no haber sido CAPÍTULO 3. LA PARTIDA DE LOS DURSLEY
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   una trampa estúpida después de todo. Aunque algo conmovido, se sintió no obstante bastante aliviado de que Dudley pareciera haber agotado su capacidad para expresar sus sentimientos. Después de abrir la boca una o dos veces más, Dudley cayó en un silencio con la cara carmes´ı.
   T´ıa Petunia estalló en lágrimas. Hestia Jones le lanzó una mirada aprobadora que cambió a indignación cuando T´ıa Petunia se adelantó y abrazó a Dudley en vez de a Harry. “Que dulce, Dudders...” sollozó en el enorme pecho de su hijo. “Que chico tan encantador... dando las gracias...”
   “¡Pero no ha dado las gracias en absoluto!” dijo Hestia indignada. “¡Solo ha dicho que cree que Harry no es un desperdicio!”
   “Si, pero viniendo de Dudley eso es como un ’te quiero’,” dijo Harry, esgarrado entre la contrariedad y el deseo de re´ır cuando T´ıa Petunia continuó abrazada a Dudley como si este acabara de salvar a Harry de un edificio en llamas.
   “¿Ven´ıs o no?” rugió T´ıo Vernon, reapareciendo de nuevo en la puerta del salón. “¡Cre´ıa que ten´ıamos un horario apretado!”
   “Si... si, lo tenemos,” dijo Dedalus Diggle, que hab´ıa estado observando estos intercambios con un aire de diversión y ahora parec´ıa estar cerciorándose. “Realmente debemos marcharnos, Harry...”
   Se adelantó y cogió la mano de Harry entre las suyas.
   “...buena suerte. Espero que nos veamos de nuevo. Las esperanzas del mundo mágico yacen sobre tus hombros.”
   “Oh,” dijo Harry, “claro. Gracias.”
   “Adios, Harry” dijo Hestia, también estrechando su mano. “Nuestros pensamientos están contigo.”
   “Espero que todo vaya bien,” dijo Harry con una mirada hacia T´ıa Petunia y Dudley.
   “Oh, estoy seguro de que terminará siendo el mejor de los viajes,” dijo Diggle alegremente, saludando con su sombrero mientras abandonaba la habitación. Hestia le siguió.
   Dudley se soltó airosamente del abrazo de su madre y se acercó a Harry, quien tuvo que reprimir la urgencia de amenazarle con magia. Entonces Dudley extendió su gran mano rosa.
   “Caray, Dudley,” dijo Harry sobre los renovados sollozos de T´ıa Petunia, “¿Los dementores afectaron tu personalidad?”
   “Supongo,” murmuró Dudley. “Hasta luego, Harry.”
   “Si...” dijo Harry, cogiendo la mano de Dudley y estrechándola. “Quizás. Cu´ıdate, Gran D. Dudley”
   Casi sonrió, después salió de la habitación. Harry oyó sus pesados pasos sobre la grava del camino de entrada, y después una puerta de coche que se cerraba.
   T´ıa Petunia, cuya cara hab´ıa estado ocultada por su pa˜nuelo, levantó la mirada ante el sonido. No parec´ıa haber esperado encontrarse a solas con Harry. Se metió apresuradamente el pa˜nuelo en el bolsillo y dijo. “Bueno... adios,” y marchó hacia la puerta sin mirarle.
   “Adios,” dijo Harry.
   Ella se detuvo y miró hacia atrás. Por un momento Harry tuvo el extra˜no presenti-CAPÍTULO 3. LA PARTIDA DE LOS DURSLEY
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   miento de que quer´ıa decirle algo; le lanzó una extra˜na y palpitante mirada y parec´ıa a punto de hablar, pero entonces, con una peque˜na sacudida de cabeza, salió a toda prisa de la habitación tras su marido y su hijo.
 
   Cap´ıtulo 4
   Los Siete Potters
   Harry corrió de vuelta a su habitación, llegando a la ventana justo a tiempo para ver el auto de los Dursley balanceándose fuera de la entrada hacia la calle. La parte de arriba del sombrero de Dedalus era visible entre T´ıa Petunia y Dudley en el asiento trasero. El auto dobló a la derecha al final de Privet Drive, su ventana se volvió color escarlata por un momento en el sol que ahora se escond´ıa, y luego ya se hab´ıa ido.
   Harry recogió la jaula de Hedwig, su saeta de fuego y su mochila, le dio una última mirada dramática a su habitación, y luego comenzó su desgarbado descenso hacia el pasillo, donde depositó la jaula, escoba, y mochila cerca de los pies de la escalera. La luz se iba atenuando rápidamente, el salón se llenaba de sombras con la luz de la tarde. Se sent´ıa extra˜no pararse all´ı en el silencio y saber que estaba a punto de salir de esa casa por última vez. Hace mucho tiempo, cuando él se quedaba solo mientras los Dursley sal´ıan a divertirse, las horas de soledad hab´ıan sido una extra˜na delicia. Pausadas solo para sacar algo sabroso del refrigerador, para jugar en la computadora de Dudley, o encender la televisión y pasar entre los canales su propio contento. Le daba un sentimiento raro y vac´ıo recordar esos tiempos; era como recordar a un hermano menor que hab´ıa perdido.
   “¿No quieres darle un ultimo vistazo a este lugar?” le preguntó a Hedwig, que aún estaba acurrucada con la cabeza bajo el ala. “Nunca más vamos a estar aqu´ı. ¿No quieres recordar todos los buenos momentos? Quiero decir, mira esta alfombra. Que recuerdos...Dudley sollozó en el después de que lo salvé de los dementores... Resulta que estaba agradecido después de todo, ¿puedes creerlo?...Y el verano pasado, Dumbledore entró por esa puerta...”
   Harry perdió el hilo de sus pensamientos por un momento y Hedwig no hizo nada para ayudarlo a recuperarlos, siguió sentado con la cabeza bajo sus alas. Harry le dio la espalda a la puerta de entrada.
   “¡Y aqu´ı abajo, Hedwig” Harry abrió una puerta bajo las escaleras “¡es donde sol´ıa dormir! No me conoc´ıas entonces... Caray, es peque˜no, lo hab´ıa olvidado...”
   Harry miro alrededor los zapatos y paraguas api˜nados, recordando como sol´ıa despertarse cada ma˜nana mirando la parte de abajo de las escaleras, que bastante seguido estaban adornadas con una ara˜na o dos. Esos hab´ıan sido los tiempos antes de que supiera algo de su verdadera identidad, antes de enterarse como hab´ıan muerto sus padres o porqué suced´ıan cosas tan extra˜nas a su alrededor. Pero Harry aun pod´ıa recordar los sue˜nos que lo atormentaban, incluso en esos d´ıas: confusos sue˜nos que involucraban flashes de luz verde y una vez T´ıo Vernon casi hab´ıa chocado el auto cuando Harry lo hab´ıa contado una motocicleta voladora...
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   CAPÍTULO 4. LOS SIETE POTTERS
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   Repentinamente hubo un estruendo ensordecedor que ven´ıa de algún lugar cercano.
   Harry se levantó bruscamente golpeándose la parte de arriba de su cabeza con el marco de la puerta. Se detuvo solo para emplear algunas de las palabrotas que utilizaba T´ıo Vernon, se tambaleó hacia la cocina, agarrándose la cabeza y mirando por la ventana hacia el jard´ın trasero.
   La oscuridad parec´ıa murmurar, el aire mismo temblaba. Entonces, una a una, figuras comenzaron a aparecer a medida que sus encantamientos de desilusión eran levantados.
   Dominando la escena estaba Hagrid, usando un casco y gafas y sentado a horcajadas en una enorme motocicleta con un carro negro adjuntado. Alrededor de él otras personas se desmontaban de escobas y, en dos casos, caballos esqueléticos con alas.
   Abriendo la puerta trasera de un tirón, Harry se precipitó hacia ellos. Hab´ıa un llanto general de saludos mientras Hermione lo abrazaba, Ron lo palmoteaba en la espalda, y Hagrid dec´ıa: “¿Todo bien, Harry? ¿Listo para partir?”
   “Definitivamente,” dijo Harry, sonriéndole a todos. “¡Pero no esperaba a tantos de ustedes!”
   “Cambio de planes,” gru˜nó Ojo Loco, quien sosten´ıa dos bultos enormes, y cuyo ojo mágico giraba desde el cielo oscuro a la casa al jard´ın con una rapidez mareante.
   “Pongámonos a cubierto antes de contarte.”
   Harry los guió a todos de vuelta a la cocina donde, riendo y conversando, se acomodaron en las sillas, se sentaron en las brillantes superficies de trabajo de T´ıa Petunia, o se apoyaron contra sus impecables electrodomésticos; Ron, alto y larguirucho; Hermione, su espesa cabellera ordenada en una larga trenza, Fred y George, completamente idénticos; Bill, con cicatrices y cabello largo; el Sr.Weasley, de rostro bondadoso, quedando calvo, sus anteojos un poco torcidos; Ojo Loco, deteriorado, con solo una pierna, su ojo mágico azul brillante zumbando en su cuenca; Tonos, cuyo corta cabellera era de su tonalidad favorita de rosado brillante; Lupin, canoso, mas arrugado; Fleur, esbelta y hermosa, con su largo cabello rubio platino; Kingsley, calvo y de hombros anchos; Hagrid, con su cabello desordenado y barba, jorobado para evitar golpear su cabeza en el techo; y Mundungus Fletcher, peque˜no, sucio, y avergonzado, con sus ojos de sabueso ca´ıdos y cabello enmara˜nado. El corazón de Harry parec´ıa agrandarse y brillar con la vista: Le tenia mucho cari˜no a todos ellos, incluso a Mundungus, quién hab´ıa tratado de estrangularlo la última vez que se hab´ıan visto.
   “Kingsley, pensé que estabas buscando al Primer Ministro Muggle.” dijo desde el otro lado del salón.
   “Él puede sobrevivir sin m´ı una noche,” dijo Kingsley. “Tú eres más importante.”
   “¿Harry, adivina qué?” dijo Tonks desde su percha arriba de la lavadora, y movió su mano izquierda hacia Harry; un anillo brilló desde all´ı.
   “¿Te casaste?” gritó Harry, mirándola a ella y Lupin.
   “Siento que no hayas podido estar all´ı, Harry, fue algo muy peque˜no.”
   “Eso es brillante, felicida...”
   “Bueno, bueno, tendremos tiempo para conversar más tarde,” gru˜nó Moody sobre el alboroto, y el silencio se sintió en la cocina. Moody soltó los sacos a sus pies y se volteó hacia Harry. “Como Dedalus probablemente te dijo, tuvimos que abandonar el Plan A. Pius Thicknesse lo ha revisado, lo que nos da un gran problema. Hizo que fuese imposible conectar esta casa con la Red de Polvos Flu, poner un Traslador aqu´ı, o aparecerse dentro o afuera. Todo fue hecho en el nombre de tu protección, para prevenir que Tu-Sabes-Quien CAPÍTULO 4. LOS SIETE POTTERS
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   llegue a ti. Absolutamente innecesario, viendo que el encantamiento de tu madre ya lo hace. Lo que realmente hizo fue impedirte a ti salir de aqu´ı de una forma segura.”
   “Segundo problema: Eres menor de edad, lo que significa que aun tienes el rastreador en ti.”
   “Yo no...”
   “¡El Rastreador, el rastreador!” dijo Ojo Loco impacientemente. “El hechizo que detecta la actividad mágica en los menores de diecisiete a˜nos, la forma que tiene el Ministerio de averiguar sobe la magia en menores de edad! Si tu, o alguien de tu entorno, invoca un hechizo para sacarte de aqu´ı, Thicknesse va a saberlo, y también los mort´ıfagos.”
   “No podemos esperar que el Rastreador se rompa, porque al momento que cumples diecisiete perderás toda la protección que te dio tu madre. En resumen, Phius Thicknesse cree que te tiene bien y apropiadamente arrinconado.”
   Harry no pod´ıa hacer nada más que estar de acuerdo con el desconocido Thicknesse.
   “¿Entonces qué vamos a hacer?”
   “Vamos a utilizar los únicos métodos de transporte que nos quedan, los únicos a los que el Rastreador no puede detectar, ya que no necesitamos ningún hechizo para usarlos: escobas, thestrals y la motocicleta de Hagrid.”
   Harry pod´ıa ver fallas en su plan; sin embargo, se quedo callado para darle a Ojo Loco la oportunidad de referirse a ellas.
   “Ahora, el hechizo de tu madre sólo se romperá bajo dos condiciones: cuando cumplas la edad, o...” Moody hizo un gesto en la impecable cocina “que ya no llames a este lugar tu hogar. Tu y tus t´ıos irán en caminos separados a partir de esta noche, en el completo entendimiento de que nunca más van a vivir juntos, ¿correcto?”
   Harry asintió.
   “As´ı que esta vez, cuando te marches, no habrá vuelta atrás, y el hechizo será roto en el momento en que salgas de su rango. Estamos eligiendo romperlo antes, porque la alternativa es esperar a que Tu-Sabes-Quien venga y termine contigo en el momento en que cumplas diecisiete.”
   “Lo que tenemos de nuestro lado es que Tu-Sabes-Quien no sepa que nos estamos moviendo esta noche. Hemos filtrado un rastro falso al ministerio: Ello creen que no te iras de aqu´ı hasta el treinta. Sin embargo, estamos lidiando con Tu-SabesQuien, as´ı que no podemos confiar en que tendrá la fecha incorrecta; está obligado a tener un par de mot´ıfagos patrullando el cielo en esta área general, solo por si acaso. As´ı que, le dimos a una docena de casas diferentes toda la protección que podemos darles. Todas parecen ser un posible lugar para esconderte, todas tienen conexión con la Orden: mi casa, la de Kingsley, la de la T´ıa de Molly Muriel... ya entiendes la idea.”
   “Si,” dijo Harry, no completamente verdad, porque aun pod´ıa ver una parte del plan sin cubrir.
   “Irás donde los padres de Tonks. Una vez que estés dentro de los l´ımites de los encantamientos protectores que pusimos en su casa podrás usar un traslador hacia la Madriguera.
   ¿Alguna pregunta?”
   “Er... si,” dijo Harry. “Quizás no saben a cual de las casas aseguradas voy a ir, ¿pero no será un poco obvio que una vez que?” realizó un contoneo de cabeza rápido “¿catorce de nosotros volaremos hasta la casa de los padres de Tonks?”
 
   CAPÍTULO 4. LOS SIETE POTTERS
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   “Ah,” dijo Moody. “Olvide mencionar el punto clave. Catorce de nosotros no volaremos a la casa de los padres de Tonks. Habrá siete Harry Potters moviéndose por los cielos esta noche, cada uno de ellos con un acompa˜nante, cada par se dirigirá hacia una casa diferente.”
   Desde el interior de su capa, Moody sacó un frasco que conten´ıa algo que aparentemente era barro. No hab´ıa necesidad de que dijera otra palabra; Harry entendió el resto del plan inmediatamente.
   “¡No!” dijo ruidosamente, su voz hizo eco por la cocina. “¡De ningún manera!”
   “Les dije que te lo tomar´ıas as´ı,” dijo Hermione con un indicio de autocomplacencia.
   “¡Si creéis que voy a dejar que seis personas arriesgen sus vidas...!”
   “...porque es la primera vez para todos nosotros,” dijo Ron.”
   “Esto es distinto, fingir ser yo...”
   “Bueno, a ninguno de nosotros le apetece mucho, Harry,” dijo Fred seriamente. “Imagina que algo sale mal y nos quedamos flacos y huesudos para siempre.”
   Harry no sonrió.
   “No podéis hacerlo si no coopero, necesitais que os dé algo de pelo.”
   “Bueno, ese es el fallo del plan,” dijo George. “Obviamente no hay ninguna posibilidad de que todos nosotros consigamos un poco de pelo si no cooperas.”
   “Si, trece contra uno, al que por cierto no le está permitido utilizar magia; no tenemos ninguna posibilidad,” dijo Fred.
   “Que gracia,” dijo Harry, “realmente gracioso.”
   “Si tiene que ser a la fuerza, entonces as´ı será,” gru˜nó Moody, su ojo mágico estaba ahora temblando en su cuenca mientras miraba fijamente a Harry. “Todo el mundo aqu´ı es mayor de edad, Potter, y están preparados para afrontar los riesgos.”
   Mundungus se encogió de hombros e hizo una mueca, el ojo mágico viró lateralmente y le observó a través de la cabeza de Moody.
   “No tenemos tiempo para discusiones. Se agota el tiempo. Quiero unos cuantos de tus cabellos, chico, ahora.”
   “Pero esto es una locura, no hay necesidad...”
   “¡No hay necesidad!” ladró Moody. “¿Con Quien-tu-ya-sabes ah´ı fuera y la mitad del Ministerio de su parte? Potter, tendremos suerte si se ha tragado el cebo y está planeando emboscarte el treinta, pero tendr´ıa que estar loco para no tener a un mortifago o dos vigilándote, es lo que har´ıa yo. Puede que no sea capaz de sacarte de esta casa mientras el encantamiento de tu madre aguante, pero este se romperá y saben la posición aproximada del lugar. Nuestra única oportunidad es utilizar se˜nuelos. Ni siquiera Quien-tú-ya-sabes puedes dividirse a s´ı mismo en siete.”
   Harry encontró la mirada de Hermione y apartó la suya al instante.
   “As´ı que, Potter... algunos de tus cabellos, si te place.”
   Harry miró fijamente a Ron, que le hizo una mueca al estilo hazlo-de-una-vez.
   “¡Ya!” ladró Moody.
   Con todos los ojos fijos en él, Harry subió la mano hasta su coronilla, agarró un manojo de cabellos, y tiró.
 
   CAPÍTULO 4. LOS SIETE POTTERS
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   “Bien,” dijo Moody, avanzando cojeando mientras sacaba el tapón al frasco de poción.
   “Directamente dentro, si te place.”
   Harry dejó caer el cabello en el l´ıquido lodoso. En el momento en que este hizo contacto con su superficie, la poción empezó a echar espuma y vapor, al momento se volvió clara y de un dorado brillante.
   “Ooh, pareces mucho más sabroso que Crabbe y Goyle, Harry,” dijo Hermione, antes de captar un vistazo de las cejas alzadas de Ron, ruborizarse ligeramente, y decir, “Oh, ya sabéis lo que quiero decir... la poción de Goyle sab´ıa a bogies.”
   “Bien entonces, falsos Potter alineaos aqu´ı, por favor,” dijo Moody.
   Ron, Hermione, Fred, George, y Fleur se alienaron delante del brillante fregadero de T´ıa Petunia.
   “Nos falta uno,” dijo Lupin.
   “Aqui,” dijo Hagrid roncamente, y alzó a Mundungus por el cogote y lo dejó caer junto a Fleur, que arrugó la nariz y se movió a la largo de la fila para quedar entre Fred y George.
   “Soy un soldado, yo más bien ser´ıa un protector,” dijo Mundungus.
   “Cállate,” gru˜nó Moody. “Como ya te he dicho, gusano invertebrado, cualquier mortifago del que huyamos apuntará para capturar a Potter, no para matarle. Dumbledore siempre dijo que Quien-tu-ya-sabes querr´ıa acabar con Potter en persona. Serán los protectores los que más tengan que preocuparse, los mortifagos querrán matarlos.”
   Mundungus no parec´ıa particularmente tranquilizado, pero Moody ya estaba sacando media docena de vasos del tama˜no de hueveras de su abrigo, que repartió, antes de verter un poco de Poción Multijugos en cada uno de ellos.
   “Juntos, ya...”
   Ron, Hermoine, Fred, George, Fleur y Mundungos bebieron. Todos ellos jadearon e hicieron muecas cuando la poción golpeó sus gargantas; al instante, sus rasgos empezaron a burbujear y deformarse como cera caliente. Hermione y Mundungus se disparaban hacia arriba; Ron, Fred y George estaban encogiendo; su cabello se estaba oscureciendo, el de Hermione y Fleur pareció salir disparado hasta sus cráneos.
   Moody, bastante despreocupado, estaba ahora soltando los lazos del mayor de los sacos que hab´ıa tra´ıdo con él. Cuando se volvió a enderezar, hab´ıa seis Harry Potters jadeando y resoplando frente a él.
   Fred y George se giraron el uno hacia el otro y dijeron juntos. “Guau... ¡somos idénticos!”
   “Sin embargo creo que aún as´ı yo sigo siendo más guapo,” dijo Fred, examinando su reflejo en un hervidor.”
   “Bah,” dijo Fleur, comprobándose a s´ı misma en la puerta del microhondas. “Bill, no me miges... estoy hogenda.”
   “Aquellos cuya ropa le venga un poco holgada, tengo alguna más peque˜na aqu´ı,” dijo Moody, se˜nalando al primer saco. “y viceversa. No olvidéis las gafas, hay seis pares en el bolsillo interior. Y cuando os vistáis, hay equipaje en el otro saco.”
   El auténtico Harry pensaba que esto podr´ıa ser la cosa más rara que hab´ıa visto nunca, y hab´ıa visto algunas extremadamente raras. Observó a sus seis dobles rebuscando en los sacos, sacando juegos de ropa, poniéndose gafas, haciendo la suyas a un lado. Estuvo a CAPÍTULO 4. LOS SIETE POTTERS
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   punto de pedirles que mostraran un poco de respeto por la privacidad cuando empezaron a quitársela con impunidad, claramente más a gusto al exponer su cuerpo de lo que hubieran estado con los suyos propios.
   “Sab´ıa que Ginny ment´ıa sobre ese tatuaje,” dijo Ron, bajando la mirada a su pecho desnudo.
   “Harry, tu vista es realmente fatal,” dijo Hermione, mientras se pon´ıa las gafas.
   Una vez vestidos, los falsos Harry tomaron equipaje y jaulas de lechuzas, cada una conten´ıa una esponjosa lechuza nevada, del segundo saco.
   “Bueno,” dijo Moody, cuando al fin siete Harrys vestidos, con gafas, y cargados de equipaje le miraron. “Las parejas serán las siguientes: Mundungus viajará conmigo, en escoba...”
   “¿Por qué yo contigo?” gru˜no el Harry más cercano a la puerta trasera.”
   “Porque tú eres el que necesita vigilancia,” gru˜nó Moody, y estaba claro, su ojo mágico no se despegaba de Mundungus mientras hablaba. “Arthur y Fred...”
   “Soy George,” dijo el gemelo al que Moody estaba se˜nalando. “¿Ni siquieras puedes diferenciarnos cuando somos Harry?”
   “Lo siento, George...”
   “Solo me quedaba con tu varita, en realidad soy Fred...”
   “¡Ya basta de liarla!” ladró Moody. “El otro... George o Fred o quienquiera que seas...
   tú con Remus. La Se˜norita Delacour...”
   “Yo llevo a Fleur en un thestral,” dijo Bill. “No le gustan mucho las escobas.”
   Fleur se acercó para ponerse a su lado, lanzándole una mirada sentimentaloide y servil que Harry esperaba de todo corazón que nunca volviera a aparecer en su cara.
   “La Se˜norita Granger con Kingsley, de nuevo en thestral...”
   Hermione pareció tranquilizada mientras respond´ıa a la sonrisa de Kingsley; Harry sab´ıa que a Hermione le faltaba también confianza con la escoba.
   “¡Lo que nos deja a t´ı y a m´ı, Ron!,” dijo Tonks alegremente, golpeando un soporte de papel de cocina mientras saludaba hacia él.
   Ron no parec´ıa tan complacido como Hermione.
   “Y tú conmigo, Harry. ¿Te parece bien?” dijo Hagrid, que parec´ıa un poco ansioso.
   “Iremos en la moto, las escobas y los thestrals no pueden con mi peso, ya ves. No hay mucho espacio en el asiento conmigo, as´ı que tendrás que ir en el sidecar.”
   “Genial,” dijo Harry, no muy sinceramente.
   “Creemos que los mortifagos esperará que vayas en escoba,” dijo Moody, que pareció suponer lo que Harry estaba sintiendo. “Snape ha tenido tiempo suficiente para contarles de ti lo que nunca antes ha mencionado, as´ı que si topamos con algún mortifago, apostamos a que escogerá al Potter que parecezca a gusto en la escoba. Todo bien entonces,” siguió, atando el saco con la ropa de los falsos Potters y abriendo camino hacia la puerta. “Faltan tres minutos hasta la hora en la que se supone que debemos salir.
   No servirá de nada cerrar la puerta trasera, no mantendrá fuera a los mortifagos cuando vengan. Vamos...”
   Harry se apresuró a reunir su mochila, su Saeta de Fuego y la jaula de Hedwig y CAPÍTULO 4. LOS SIETE POTTERS
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   siguió al grupo hacia el oscuro jard´ın trasero.
   Por todas partes palos de escobas saltaban a las manos; Hermione estaba ya siendo ayudada por Kingsley a subir a un gran thestral, Fleur a otro por Bill. Hagrid estaba listo y de pie junto a la motocicleta, con los guantes puestos.
   “¿Es esta? ¿La moto de Sirius?”
   “La mism´ısima,” dijo Hagrid, sonriendo a Harry. “¡Y la última vez que montaste en ella, Harry, me cab´ıas en una mano!”
   Harry no pudo evitar sentirse un poco humillado al meterse en el sidecar. Eso lo colocaba a varios pies más abajo que todos los demás. Ron sonrió burlonamente al verle sentado all´ı como un ni˜no en un cochecito de bebé. Harry colocó su mochila y escoba entre los pies y se encajó la jaula de Hedwing entre las rodillas. Estaba extremadamente incómodo.
   “Arthur le ha hecho unos peque˜nos arreglos,” dijo Hagrid, totalmente ignorante de la incomodidad de Harry. Se colocó a horcajadas sobre la motocicleta, que crujió ligeramente y se hundió unos cent´ımetros en el suelo. “Ahora tiene unos cuantos ases en la manga. Eso fue idea m´ıa.” Se˜naló con un dedo grueso a un botón púrpura cerca del cuentakilómetros.
   “Por favor ten cuidado, Hagrid,” dijo el Se˜nor Weasley, que estaba de pie junto a ellos, sujentando su escoba. “Todav´ıa no estoy seguro de que sea aconsejable e indudablemente solo para usar en caso de emergencia.”
   “Bien entonces,” dijo Moody. “Todo el mundo preparado, por favor. Quiero que todos salgamos exactamente al mismo tiempo o el efecto de la diversión se perderá.”
   Todo el mundo sacudió la cabeza.
   “Agárrate fuerte, Ron,” dijo Tonks y Harry vio como Ron lanzaba una mirada forzada y culpable a Lupin antes de colocar las manos a cada lado de la cintura de Tonks. Hagrid pateó volviendo la motocicleta a la vida. Esta rugió como un dragón, y el sidecar empezó a vibrar.
   “Buena suerte a todos,” gritó Moody. “Nos veremos más o menos en una hora en la Madriguera. A la de tres. Uno... dos... TRES.”
   Hubo un gran rugido proviniente de la motocicleta, y Harry sintió como el sidecar daba una bandazo. Se estaba alzando en el aire con rapidez, sus ojos lagrimeaban ligeramente, el pero azotado hacia atrás de su cara. Alrededor de él las escobas alzaban también el vuelo; la larga cola de un thestral pasó a su lado. Sus piernas, atoradas en el sidecar por la jaula de Hedwig y su mochilla, ya estaban magulladas y empezaban a entumecerse. Tan grande era su incomodidad que casi olvidó echar un vistazo al número cuatro de Privet Drive. Para cuando miró por el borde del sidecar ya no pod´ıa decir cual de ellas era.
   Y entonces, salidos de ninguna parte, de la nada, les rodearon. Al menos treinta figuras encapuchadas, suspendidas en medio del aire, formando un gran c´ırculo en el medio del que los miembros de la Orden hab´ıa alzado el bueno, ignorantes.
   Gritos, una llamarada de luz verde por cada lado. Hagrid soltó un grito y la motocicleta se dio la vuelta. Harry perdió cualquier noción de donde estaban. Farolas sobre él, gritos a su alrededor, se estaba aferrando al sidecar por su vida. La jaula de Hedwig, la Saeta de Fuego, y su mochila resbalaban de sus rodillas.
   “No... ¡AYUDA!”
   La escoba se le escapó, pero se las acababa de arreglar para agarrar la correa de su CAPÍTULO 4. LOS SIETE POTTERS
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   mochila y la parte de arriba de la jaula cuando la motocicleta se puso derecha otra vez.
   Un segundo de alivio, y después otra explosión de luz verde. La lechuza chilló y cayó al suelo de su jaula.
   “No... ¡NO!”
   La motocicleta avanzaba zumbando; Harry captó vistazo de mortifagos apartándose mientras Hagrid atravesaba su c´ırculo.
   “Hedwig... Hedwig...”
   Pero la lechuza yac´ıa inmóvil y patética como un juguete en el suelo de su jaula. No pod´ıa creérselo, y su terror por los otros fue supremo. Miró sobre su hombro y vio una masa de gente moviéndose, destellos de luz verde, dos parejas en escobas se perd´ıan en la distancia, pero no pod´ıa decir quienes eran...
   “Hagrid, tenemos que volver, ¡tenemos que volver!” gritó sobre el atronador rugido del motor, sacando su varita, dejó la jaula de Hedwig en el suelo, negándose a creer que estuviera muerta. “¡Hagrid, DA LA VUELTA!”
   “¡Mi trabajo es mantenerte a salvo, Harry!” bramó Hagrid, y apretó el acelerador.
   “¡Para... PARA!” gritó Harry, pero cuando volvió a mirar atrás dos disparos de luz verde pasaron junto a su oreja izquierda. Cuatro mortifagos se hab´ıan separado del c´ırculo y estaban persiguiéndoles, apuntando a la amplia espalda de Hagrid. Hagrid viró, pero los mortifagos manten´ıan el paso a la moto; más maldiciones fueron lanzadas tras ellos.
   Retorciéndose para darse la vuelta gritó. ’¡Desmaniun! ’y un rayo de luz rojo salió disparado de su varita, abriendo una brecha entre los cuatro mortifagos perseguidores que se dispersaron para evitarlo.
   “¡Agárrate, Harry, esto los despistará!” rugió Hagrid, y Harry levantó la mirada justo a tiempo para ver como Hagrid estampaba un dedo grueso en un botón verde cerca de la válvula del combustible. Una pared, una negra pared sólida, hizo erupción desde el tubo de escape. Estirando el cuello, Harry vio como se expand´ıa quedando en medio del aire. Tres de los mortifagos viraron y la evitaron, pero el cuarto no tuvo tanta suerte. Se perdió de vista y después cayó como una piedra de detrás de la pared, con la escoba rota en pedazos. Uno de sus compa˜neros se quedó atrás para salvarte, pero ellos y la pared fueron tragados por la oscuridad cuando Hagrid se inclinó sobre el manillar y aceleró.
   Más Maldiciones Imperdonables pasaron volando junto a la cabeza de Harry salidas de las varitas de los dos mortifagos que quedaban; estaban apuntando a Hagrid. Harry respondió con más Hechizos Aturdidores. Rojo y verde colisionaron en medio del aire con una lluvia de chispas, y Harry pensó salvajemente en fuegos artificiales, y en los muggles de abajo que no tendr´ıan ni idea de qué estaba ocurriendo...
   “¡Allá vamos de nuevo, Harry, sujétate!” chilló Hagrid, y apretó un segundo botón.
   Esta vez una gran red surgió del tubo de escape, pero los motifagos ya estaban preparados para ello. No solo la esquivaron, sino que el compa˜nero que se hab´ıa retrasado para salvar a su amigo inconsciente les hab´ıa alcanzado. Surgió repentinamente de la oscuridad y ahora eran tres los que persegu´ıan a la motocicleta, todos lanzando maldiciones.
   “¡Esto funcionará, Harry, agárrate fuerte!” chilló Hagrid, y Harry le vio golpear con la mano entera el botón púrpura junto al cuentakilómetros.
   Con un inconfundible bramido, fuego de dragón explotó del tubo de escape, ardiente blanco y azul, y la motocicleta salió disparada hacia adelante como una bala con un sonido de metal que se retorc´ıa. Harry vio a los mortifagos amargar y perdese de vista para evitar el rastro mort´ıfero de llamas, y al mismo tiempo sintió como el sidecar se CAPÍTULO 4. LOS SIETE POTTERS
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   balanceaba amenazadoramente. Sus conexiones de metal con la moto se hab´ıan astillado con la fuerza de la aceleración.
   “¡Todo va bien, Harry!” bramó Hagrid, ahora estirado hacia atrás por la fuerza de la velocidad; nadie conduc´ıa ya, y el sidecar estaba empezando a retrocerse violentamente con la fuerza del viento de aceleración.
   “¡Estoy en ello, Harry, no te preocupes!” chilló Hagrid, y del bolsillo interior de su chaqueta sacó su florido paraguas rosa.
   “¡Hagrid! ¡No! ¡Déjame a m´ı!”
   “¡Reparo! ”
   Se oyó un golpe sordo y el sidecar se separó completamente de la moto. Harry sa-lió despedido hacia adelante, propulsado por el ´ımpetu del vuelo de la moto, después el sidecar empezó a perder altura...
   Desesperado Harry apuntó su varita hacia el sidecar y gritó, “¡Wingardium Leviosa! ”
   El sidecar se levantó como un corcho, sin timón pero al menos todav´ıa aerotransporta-do. No hab´ıa tenido más que un segundo de alivio, sin embargo, cuando más maldiciones pasaron a su lado. Los tres mortifagos se estaban acercando.
   “¡Ya voy, Harry!” gritó Hagrid desde la oscuridad, pero Harry pod´ıa sentir como el sidecar empezaba a hundirse de nuevo. Agachándose tanto como pudo, apuntó en medio de la figuras que se acercaban y gritó. “¡Impedimenta! ”
   El maleficio golpeó en medio del pecho de un mortifago. Por un momento el hombre quedo rid´ıculamente estirado en medio del aire como si hubiera golpeado una barrera invisible. Uno de sus compa˜neros casi colisionó con él...
   Entonces el sidecar empezó a caer fervorosamente, y los mortifagos que quedaban dispararon una maldición tan cerca que Harry tuvo que agacharse por debajo del borde del coche, golpeándose un diente en el borde de su asiento...
   “¡Ya llego, Harry, ya llego!”
   Una mano enorme agarró la espalda de la túnica de Harry y le sacó del sidecar que ca´ıa en picado; Harry aferró su mochila mientras se colgaba del asiento de la moto y se encontró espalda con espalda con Hagrid. Mientras remontaban el vuelo, alejándose de los dos mortifagos que quedaban, Harry escupió sangre por la boca, apuntó su varita hacia el sidecar que ca´ıa, y gritó, ’¡Confringo! ’
   Sintió un retortijón atroz del intestino por Hedwig cuando este explotó; el mortifago más cercano salió despedido de su escoba y cayó fuera de la vista; su compa˜nero cayó hacia atrás y se desvaneció.
   “Harry, lo siento, lo siento,” gimió Hagrid. “No deber´ıa haber intentado repararlo yo mismo... no hab´ıa espacio...”
   “¡No hay problema, solo sigue volando!” gritó Harry en respuesta, cuando dos mortifagos más emergieron de la oscuridad, acercándose.
   Cuando las maldiciones llegaron atravesando velozmente el espacio intermedio, Hagrid hizo un viraje y zigzagueó. Harry sab´ıa que Hagrid no se atrev´ıa a utilizar el botón de fuego de dragón de nuevo, con Harry tan inseguramente sentado. Harry envió un Encantamiento Desmaniun tras otro hacia sus perseguidores, apenas conteniéndoles. Lanzó otra maldición contenedora hacia ellos. El mortifago más cercano viró para evitarla y se le resbaló la capucha, y a la luz roja de su siguiente Encantamiento Aturdidor, Harry vio la cara CAPÍTULO 4. LOS SIETE POTTERS
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   extra˜namente en blanco de Stanley Shunpike... Stan. “¡Expelliarmus! ” gritó Harry.
   “¡Es él, es él, es el auténtico!”
   El grito del mortifago encapuchado alcanzó a Harry incluso por encima del tronar del motor de la motocicleta. Al momento siguiente, ambos perseguidores se hab´ıan quedado atrás y desaparecido de la vista.
   “¿Harry, qué ha pasado?” gritó Hagrid. “¿dónde han ido?”
   “¡No lo sé!”
   Pero Harry ten´ıa miedo. El mortifago encapuchado hab´ıa gritado ”¡Es el auténtico!”,
   ¿cómo lo hab´ıa sabido? Miró alrededor hacia la oscuridad aparentemente vac´ıa y sintió la amenaza. ¿Dónde estaban?
   Se dio la vuelta en el asiento para mirar hacia adelante y tensó el apretón sobre la espalda de la chaqueta de Hagrid.
   “¡Hagrid, haz de nuevo la cosa esa del fuego de dragon, salgamos de aqu´ı!”
   “¡Entonces agárrate fuerte, Harry!”
   De nuevo el rugido repentino y estridente y el fuego blanco azulado salió disparado del tubo de escape. Hagrid fue lanzado hacia atrás sobre él, apenas manteniendo su agarre sobre el manillar.
   “Creo que los hemos perdido, Harry, ¡creo que lo hemos conseguido!” gritó Hagrid.
   Pero Harry no estaba convencido. El miedo le asaltó mientras miraba a derecha e izquierda buscando a los perseguidores que estaba seguro que vendr´ıan... ¿Por qué se hab´ıan quedado atrás? Uno de ellos todav´ıa ten´ıa una varita... Es él... es el auténtico...
   Lo hab´ıan dicho justo después de que hubiera intentando desarmar a Stan...
   “¡Ya casi estamos, Harry, casi lo hemos conseguido!” gritó Hagrid.
   Harry sintió la moto descender un poco, aunque las luces del suelo todav´ıa parec´ıan estrellas distantes.
   Entonces la cicatriz de su frente ardió como fuego, mientras un mortifago aparec´ıa a cada lado de la moto, dos Maldiciones Imperdonables fallaron a Harry por mil´ımetros, lanzadas desde atrás.
   Y entonces Harry le vio. Voldemort estaba volando como humo en el viento, sin escoba o thestral que le sujetara, su cara de serpiente brillaba en la oscuridad, sus dedos alzaron de nuevo su varita...
   Hagrid dejó escapar un bramido de miedo y dirigió la motocicleta a un picado vertical.
   Aferrándose por su propia vida, Harry lanzaba Encantamientos Aturdidores al azar en la vertiginosa noche. Vio a un chico pasar volando junto a él y supo que hab´ıa sido alcanzado por uno de ellos, pero después oyó un golpe y vio chispas en el motor; la moto atravesaba el aire girando en espiral, completamente fuera de control.
   Destellos de luz pasaron de nuevo junto a ellos. Harry no ten´ıa ni idea de qué era arriba y qué abajo. Su cicatriz todav´ıa ard´ıa, esperaba morir en cualquier momento. Una figura encapuchada sobre una escopa estaba a cent´ımetros de él, le vio alzar un brazo.
   “¡NO¡”
   Con un grito de furia Hagrid se lanzó fuera de la moto hacia el motifago; para su horror, Harry voy como ambos ca´ıan perdiéndose de vista, su peso combinado era demasiado para la escoba.
 
   CAPÍTULO 4. LOS SIETE POTTERS
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   A duras penas aferrándose con las rodillas a la moto que ca´ıa en picado, Harry oyó a Voldemort gritar. “¡Es m´ıo! ”
   Se hab´ıa acabado. No pod´ıa ver donde estaba Voldemort; vislumbró a otro mortifago apartándose y oyó. “Avada...”
   Cuando el dolor de la cicatriz de Harry le obligó a cerrar los ojos, su varita actuó por su propia cuenta. La sintió arrastrar su mano como un gran iman, vio un fogonazo de fuego dorado a través de los párpados entrecerrados, oyó un crujido y un grito de furia. El mortifago que quedaba chilló; Voldemort gritó, “¡NO! ” De algún modo, Harry encontró su nariz a un centimetro del botón de fuego de dragón. Lo apretó con la mano libre de la varita y la moto disparó más llamas al aire, cayendo directamente hacia el suelo.
   “¡Hagrid!” llamó Harry, sujetándose a la moto por su vida. “Hagrid... ¡Accio Hagrid! ”
   La moto aceleró, succionada hacia el suelo. Con la cara al nivel del manillar, Harry no pod´ıa ver nada excepto las lejanas luces acercándose más y más. Iba a estrellarse y no hab´ıa nada que pudiera hacer al respecto. Tras él llegó otro grito. “¡Tu varita, Selwyn, dáme tu varita! ”
   Sintió a Voldemort antes de verle. Mirando de reojo, encontró la mirada de los ojos rojos y estuvo seguro de que ser´ıan la última cosa que ver´ıa: Voldemort preparándose para maldecirle una vez más.
   Y entonces Voldemort se desvaneció. Harry miró abajo y vio a Hagrid despatarrado sobre el suelo bajo él. Tiró con fuerza del manillar para evitar golpearle, buscó a tientas el freno, pero con un choque ensordecedor que hizo temblar la tierra, se estrelló contra un estanque enlodado.
 
   Cap´ıtulo 5
   Guerrero Caido
   “¿Hagrid?”
   Harry luchaba por levantarse de los restos de metal y cuero que le rodeaban; sus manos se hundieron en unos cent´ımetros de agua lodosa cuando intentó sostenese. No pod´ıa entender por qué Voldemort se hab´ıa marchado y esperaba que surgiera de la oscuridad en cualquier momento. Algo caliente y húmedo goteaba por su barbilla y desde la frente.
   Salió gateando del estanque y se tambaleó hacia la gran masa oscura, en el suelo, que era Hagrid.
   “¿Hagrid? Hagrid, háblame...”
   Pero la masa oscura no se mov´ıa.
   “¿Quién está ah´ı? ¿Eres Potter? ¿Eres Harry Potter?”
   Harry no reconoció la voz del hombre. Entonces gritó una mujer. “¡Se han estrellado, Ted! ¡Estrellado en el jard´ın!”
   La cabeza de Harry daba vueltas.
   “Hagrid” repitió estúpidamente, y sus rodillas se doblaron.
   Lo siguiente que supo fue que estaba tendido sobre su espalda en lo que parec´ıan como cojines, con una sensación ardiente en las costillas y el brazo derecho. Su diente perdido hab´ıa vuelto a crecer. La cicatriz de su frente todav´ıa estaba latiendo.
   “¿Hagrid?”
   Abrió los ojos y vio que estaba tendido en el sofá de un salón desconocido e iluminado.
   Su mochilla yac´ıa en el suelo a corta distancia, húmeda y embarrada. Un hombre rubio y barrigón estaba observando ansiosamente a Harry.
   “Hagrid está bien, hijo,” dijo el hombre, “mi esposa le está atendiendo ahora. ¿Cómo te sientes? ¿Alguna otra cosa rota? Te arreglé las costillas, el diente, y el brazo. Soy Ted, por cierto, Ted Tonks... el padre de Dora.”
   Harry se sentó demasiado rápidamente. Estallaban luces ante sus ojos y se sent´ıa enfermo y mareado.
   “Voldemort...”
   “Tranquilo, vamos” dijo Ted Tonks, colocando una mano en el hombro de Harry y empujándole de vuelta contra los cojines. “Ha sido un feo golpe el que acabas de tener.
   ¿Qué ocurrió, por cierto? ¿Algo fue mal con la moto? Arthur Weasley la comprobó el mismo, él y sus cachivaches muggles.”
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   CAPÍTULO 5. GUERRERO CAIDO
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   “No” dijo Harry, mientras su cicatriz pulsaba como una herida abierta. “mort´ıfagos, montones de ellos... nos persegu´ıan...”
   “¿Mortifagos?” dijo Ted agudamente. “¿Qué quieres decir, mortifagos? Cre´ıa que no sab´ıan que te trasladaban esta noche, cre´ıa...”
   “Lo sab´ıan” dijo Harry.
   Ted Tonks levantó la mirada hacia el techo como si pudiera ver el cielo a su través.
   “Bueno, ya sabemos que nuestros hechizos protectores aguantan, ¿verdad? No deber´ıan ser capaces de aproximarse a menos de unos cien metros a la redonda.”
   Ahora Harry entend´ıa por qué Voldemort se hab´ıa desvanecido; hab´ıa sido en el punto en que la motocicleta hab´ıa cruzado la barrera de encantamientos de la Orden. Solo esperaba que estos continuaran funcionando. Imaginó a Voldemort cien metros por encima de ellos mientras hablaban, buscando una forma de penetrar lo que Harry visualizaba como una gran burbuja transparente.
   Bajó las piernas del sofá; ten´ıa que ver a Hagrid con sus propios ojos antes de creer que estaba vivo. No obstante, apenas se hab´ıa levantado cuando una puerta se abrió y Hagrid pasó encogiéndose por ella. Su cara estaba cubierta de barro y sangre y cojeaba un poco, pero estaba milagrosamente vivo.
   “¡Harry!”
   Volcando dos delicadas mesas y una planta, cubrió el suelo entre ellos con dos zancadas y estrujó a Harry con un abrazo que casi le rompió las recientemente reparadas costillas.
   “Caray, Harry, ¿cómo conseguimos salir de esta? Ya cre´ıa que estábamos los dos acabados.”
   “Si, yo también. No puedo creer...”
   Harry se interrumpió. Acababa de fijarse en la mujer que hab´ıa entrado en la habitación tras Hagrid.
   “¡Tú!” gritó, y sacó la mano del bolsillo, pero esta estaba vac´ıa.
   “Tu varita está aqu´ı, hijo,” dijo Ted, golpeando ligeramente con ella el brazo de Harry.
   “Cayó justo a tu lado, yo la recog´ı... Y es a mi mujer a la que estás gritando.”
   “Oh, yo... lo siento.”
   Cuando entró en la habitación, el parecido de la Se˜nora Tonks con su hermana Bellatrix se volvió menos pronunciado. su pelo era de un ligero y suave casta˜no y sus ojos eran más grandes y más amables. No obstante, parec´ıa un poco arrogante tras la exclamación de Harry.
   “¿Qué le ocurrió a nuestra hija?” preguntó. “Hagrid dice que ca´ısteis en una emboscada; ¿dónde está Nymphadora?”
   “No sé” dijo Harry. “No sabemos lo que ocurrió con nadie más.”
   Ella y Ted intercambiaron miradas. Una mezcla de miedo y pesar asaltó a Harry a la vista de sus expresiones; si algunos de los otros hab´ıa muerto, era culpa suya, todo culpa suya. Hab´ıa consentido con el plan, les hab´ıa dado su pelo...
   “El Traslador” dijo, recordándolo todo de repente. “Tenemos que volver a la Madrigera y averiguar... entonces podremos enviarles noticias, o... o lo hará Tonks, una vez...”
   “Dora estará bien” dijo Ted. “Conoce su trabajo, ha estado en bastantes situaciones apuradas con los Aurores. El Traslador está aqu´ı.” a˜nadió para Harry. “Se supone que se marcha en tres minutos, si queréis cogerlo.”
 
   CAPÍTULO 5. GUERRERO CAIDO
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   “Si, lo haremos,” dijo Harry. Agarró su mochila, poniéndosela al hombro. “Yo...”
   Miró a la Se˜nora Tonks, deseando disculparse por el estado de terror en que la dejaba y del cual se sent´ıa tan terriblemente responsable, pero no se le ocurrió ninguna palabra que no le hiciera parecer hueco e insincero.
   “Le diré a Tonks... Dora... que env´ıe noticias, cuando... Gracias por ayudarnos, gracias por todo, yo...”
   Se alegró de abandonar la habitación y seguir a Ted Tonks a lo largo del corto pasillo hasta el interior de un dormitorio. Hagrid fue tras ellos, agachándose para evitar golpearse la cabeza con el dintel de la puerta.
   “Ah´ı tienes, hijo. Ese es el Traslador.”
   El Se˜nor Tonks estaba se˜nalando a un peque˜no cepillo ba˜nado en plata que estaba posado sobre el vestidor.
   “Gracias” dijo Harry, extendiendo la mano para poner un dedo sobre él, listo para marchar.
   “Espera un momento,” dijo Hagrid, mirando alrededor. “¿Harry, dónde está Hedwig?”
   “Ella... la alcanzaron” dijo Harry.
   La comprensión le golpeó. Se sintió avergonzado de s´ı mismo cuando las lágrimas empa˜naron sus ojos. La lechuza hab´ıa sido su compa˜nera, su único v´ınculo con el mundo mágico siempre que se hab´ıa visto forzado a volver a la casa de los Dursley.
   Hagrid extendió una gran mano y le palmeó dolorosamente el hombro.
   “No importa” dijo roncamente. “No importa. Tuvo una buena y larga vida...”
   “¡Hagrid!” dijo Ted Tonks como advertencia cuando el cepillo resplandeció de un brillante azul, y Hagrid colocó su dedo ´ındice sobre él justo a tiempo.
   Con un tirón detrás del ombligo, como si un gancho invisible le arrastrara hacia adelante, Harry fue empujado a la nada, girando incontrolablemente, su dedo pegado al Traslador mientras él y Hagrid se alejaban del Se˜nor Tonks. Segundos después, los pies de Harry golpearon tierra dura y cayó sobre manos y rodillas en el patio de la Madriguera.
   Oyó gritos. Tirando a un lado el cepillo que ya no brillaba, Harry se puso en pie, tambaleándose ligeramente, y vio a la Se˜nora Weasley y a Ginny corriendo por los escalones de la puerta de atrás mientras Hagrid, que también se hab´ıa derrumbado al aterrizar, se pon´ıa laboriosamente en pie.
   “¿Harry? ¿Eres el auténtico Harry? ¿Qué ha pasado? ¿Dónde están los demás?” gritó la Se˜nora Weasley.
   “¿Qué quiere decir? ¿Nadie más ha vuelto?” jadeó Harry.
   La respuesta estaba claramente grabada en la cara pálida de la Se˜nora Weasley.
   “Los mortifagos estaban esperándonos” le dijo. “Nos rodearon en el momento en que despegamos... sab´ıan que era esta noche... no sé que pasó con los demás, cuatro de ellos nos persiguieron, y todo lo que pudimos hacer fue huir, y entonces Voldemort dio con nosotros...”
   Pod´ıa o´ır la nota autojustificativa en su voz, la súplica para que entendiera por qué no sab´ıa qué les hab´ıa pasado a sus hijos pero...
   “Gracias a dios que tú estás bien” dijo, empujándole a un abrazo del que no se sent´ıa merecedor.
 
   CAPÍTULO 5. GUERRERO CAIDO
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   “¿No tendrás algo de brandy, verdad, Molly? preguntó Hagrid un poco tembloroso.
   “¿Con propósitos medicinales?”
   Pod´ıa haberlo convocado con magia, pero cuando se apresuró a volver a la encorvada casa, Harry supo que quer´ıa esconder la cara. Se giró hacia Ginny y ella respondió a su súplica silenciosa de información al instante.
   “Ron y Tonks deber´ıan haber vuelto primero, pero perdieron su Traslador, volvió sin ellos” dijo se˜nalando a una lata de aceite oxidada que descansaba en la tierra cercana.
   “Y ese” se˜naló a una vieja zapatilla deportiva. “deber´ıa haber sido el de Papá y Fred, se supon´ıa que ser´ıan los segundos. Hagrid y tú erais los terceros” comprobó su reloj “Si lo consiguen, George y Lupin estarán de vuelta en alrededor de un minuto.”
   La Se˜nora Weasley reapareció llevando una botella de brandy, que ofreció a Hagrid.
   Él la descorchó y bebió un trago.
   “¡Mamá!” gritó Ginny se˜nalando un punto a varios pies de distancia.
   Una luz azul hab´ıa aparecido en la oscuridad. Se hac´ıa más y más brillante, y Lupin y George aparecieron, girando y después cayendo. Harry supo inmediatamente que algo hab´ıa ido mal. Lupin estaba sujetando a George, que estaba inconsciente y cuya cara estaba cubierta de sangre.
   Harry corrió y agarró las piernas de George. Juntos, él y Lupin llevaron a George a la casa y atravesaron la cocina hasta el salón, donde le tendieron en el sofá. Cuando la luz de la lámpara cayó sobre la cabeza de George, Ginny jadeó y el estómago de Harry se revolvió. Una de las orejas de George hab´ıa desaparecido. El costado de su cara y cuello estaban empapados de una húmeda y sorprendentemente roja sangre.
   Tan pronto como la Se˜nora Weasley se inclinó sobre su hijo, Lupin agarró a Harry por la parte superior del brazo y le arrastró, no muy gentilmente, de vuelta a la cocina, donde Hagrid todav´ıa estaba intentando pasar por la puerta de atras.
   “¡Eh!” dijo Hagrid indignado. “¡Suéltale! ¡Suélta a Harry! Lupin le ignoró.”
   “¿Qué criatura se sentaba en la esquina la primera vez que Harry Potter visitó mi oficina en Hogwarts?” dijo, dando a Harry una peque˜na sacudida. “¡Respóndeme!”
   “¿Un... un grindylow en un tanque, verdad?”
   Lupin soltó a Harry y cayó hacia atrás contra un armario de la cocina.
   “¿A que ha venido eso?” rugió Hagrid.
   “Lo siento, Harry, pero ten´ıa que comprobarlo,” dijo Lupin tensamente. “Hemos sido traicionados. Voldemort sab´ıa que te trasladábamos esta noche y las únicas personas que pod´ıan habérselo dicho estaban directamente involucradas en el plan. Podr´ıas haber sido un impostor.”
   “¿Y por qué no me compruebas a m´ı?” jadeó Hagrid, todav´ıa luchando con la puerta.
   “Tú eres medio gigante,” dijo Lupin, levantando la mirada hacia Hagrid. “La Poción Multijugos está dise˜nada solo para uso humano.”
   “Ninguno de los miembros de la Orden le habr´ıa dicho a Voldemort que nos mov´ıamos esta noche,” dijo Harry. La idea le resultaba aterradora, no pod´ıa creerlo de ninguno de ellos. “Voldemort solo dio conmigo al final, no sab´ıa cual era yo al principio. Si hubiera estado al tanto del plan habr´ıa sabido desde el principio que yo era el que estaba con Hagrid.”
   “¿Voldemort te encontró?” dijo Lupin agudamente. “¿Qué ocurrió? ¿Cómo escapaste?”
 
   CAPÍTULO 5. GUERRERO CAIDO
   41
   Harry explicó cómo el mortifago que les persegu´ıa hab´ıa parecido reconocerle como el auténtico Harry, cómo hab´ıan abandonado la persecución, cómo deb´ıan haber convocado a Voldemort, que apareció justo antes de que Hagrid y él alcanzaran el santuario de la casa de los padres de Tonks.
   “¿Te reconocieron? ¿Pero cómo? ¿Qué hiciste?”
   “Yo...” Harry intentó recordar, todo el viaje parec´ıa un borrón de pánico y confusión. “Vi a Stan Shunpike... Ya sabes, el tipo que conduc´ıa el Autobus Noctámbulo. E
   intenté desarmarle en vez de... bueno, él no sab´ıa lo que estaba haciendo, ¿verdad? ¡Debe estar bajo la Maldición Imperius!”
   Lupin parec´ıa consternado.
   “¡Harry, el tiempo de Desarmar ha pasado! ¡Esta gente está intentando capturarte y matarte! ¡Al menos utiliza Desmaius si no estás preparado para matar!”
   “¡Estabamos a cientos de metros de altura! ¡Stan no era él mismo, y si le hubiera hecho el Encantamiento Aturdidor y hubiera ca´ıdo, habr´ıa muerto lo mismo que si hubiera utilizado Avada Kedavra! Expelliarmus me salvó de Voldemort hace dos a˜nos” a˜nadió Harry, desafiante. Lupin le estaba recordando al burlón Hufflepuff Zacharias Smith, que se hab´ıa mofado de Harry por querer ense˜nar al Ejército de Dumbledore cómo Desarmar.
   “Si, Harry,” dijo Lupin con dolorosa contención. “¡y un gran número de motifagos vieron como ocurrió! Perdóname, pero fue un movimiento muy poco habitual, bajo la inminente amenaza de muerte. ¡Repetirlo esta noche delante de mortifagos que o presenciaron u oyeron hablar de la aquella ocasión fue casi un suicidio!”
   “¿As´ı que crees que deber´ıa haber matado a Stan Shunpike?” dijo Harry furiosamente.
   “¡Por supuesto que no,” dijo Lupin “pero los mortifagos... ¡francamente, la mayor´ıa de la gente!... habr´ıan esperado que respondieras al ataque! ¡Expelliarmus es un hechizo útil, Harry, pero los mortifagos parecen creer que es tu firma personal, y te urjo a no dejar que eso ocurra!”
   Lupin estaba haciendo sentir a Harry como un idiota, y aún as´ı todav´ıa hab´ıa un grado de desaf´ıo en su interior.
   “No voy a sacar a la fuerza la gente fuera de mi camino solo porque estén ah´ı” dijo Harry. “Eso es cosa de Voldemort.”
   La réplica de Lupin se perdió. Consiguiendo finalmente atravesar la puerta, Hagrid fue hasta una silla y se sentó; esta se derrumbó bajo él. Ignorando su mezcla de disculpas y juramentos, Harry se dirigió de nuevo a Lupin.
   “¿George se recuperará?”
   Toda la frustración de Lupin con Harry pareció desapareció ante la pregunta.
   “Eso creo, aunque no hay forma de reemplazar su oreja, no cuando ha sido arrancada por una maldición.”
   Se oyeron unos roces fuera. Lupin se lanzó a la puerta trasera, Harry saltó sobre las piernas de Hagrid y entró corriendo en el patio.
   Dos figuras hab´ıan aparecido en el patio, y mientras Harry corr´ıa hacia ellas comprendió que eran Hermione, ahora de vuelta a su apariencia normal, y Kinsgley, ambos aferrados a una percha doblada. Hermione se lanzó a los brazos de Harry, pero Kingsley no mostró ningún placer ante la visión de ninguno de ellos. Sobre el hombro de Hermione, Harry le vio alzar su varita y apuntar al pecho de Lupin.
 
   CAPÍTULO 5. GUERRERO CAIDO
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   “¡Las últimas palabras que Albus Dumbledore nos dirigió a los dos!”
   “Harry es la mejor esperanza que tenemos. Confiad en él” dijo Lupin tranquilamente.
   Kingsley giró su varita hacia Harry, pero Lupin dijo, “¡Es él, lo he comprobado!”
   “¡Muy bien, muy bien!” dijo Kingsley, metiendo su varita de vuelta bajo su capa.
   “¡Pero alguien nos traicionó! ¡Lo sab´ıan, sab´ıan que era esta noche!”
   “Eso parece,” replicó Lupin “pero aparentemente no sab´ıan que habr´ıa siete Harrys.”
   “¡Menudo alivio!” gru˜nó Kingsley. “¿Quién más ha vuelto?”
   “Solo Harry, Hagrid, George, y yo.”
   Hermione ahogó un peque˜no gemido tras su mano.
   “¿Qué os pasó a vosotros?” preguntó Lupin a Kingsley.
   “Nos siguieron cinco, her´ı a dos, puede que matara a uno” soltó Kingsley “y vimos a Quien-tu-ya-sabes tambien, se unió a la caza a medio camino aunque se desvaneció bastante rápidamente. Remus, puede...”
   “Volar,” ayudó Harry. “Yo le vi también, vino a por Hagrid y por m´ı.”
   “As´ı que por eso se desvaneció. ¿Pero que le hizo cambiar de objetivo?”
   “Harry se comportó un poco demasiado amablemente con Stan Shunpike,” dijo Lupin.
   “¿Stan?” repitió Hermione. “Pero yo cre´ıa que estaba en Azkaban.”
   Kingsley dejó escapar una risa pesarosa.
   “Hermione, obviamente ha habido una fuga en masa que el Ministerio ha encubierto.
   La capucha de Travers cayó cuando le maldije, se supon´ıa que estaba dentro también.
   ¿Pero qué te pasó a ti, Remus? ¿Dónde está George?”
   “Perdió una oreja,” dijo Lupin.
   “¿Perdió una.. ?” repitió Hermione con voz aguda.
   “Cosa de Snape,” dijo Lupin. ‘
   ‘¿Snape? ” gritó Harry. “No dijiste...”
   “Perdió la capucha durante la persecucion. Sectumsempra siempre fue la especialidad de Snape. Desear´ıa poder decir que le devolv´ı el favor, pero todo lo que pude hacer fue mantener a George sobre la escoba después de que resultara herido, estaba perdiendo demasiada sangre.”
   El silencio cayó entre los cuatro mientras miraban al cielo. No hab´ıa ningún signo de movimiento, las estrellas estaban fijas, sin parpadear, indiferentes, sin quedar oscurecidas por amigos en vuelo. ¿Dónde estaba Ron? ¿Dónde estaban Fred y el Se˜nor Weasley?
   ¿Dónde estaban Bill, Fleur, Tonks, Ojoloco, y Mundungus?
   “¡Harry, échame una mano!” llamó Hagrid roncamente desde la puerta, en la que estaba atascado de nuevo. Contento de poder hacer algo, Harry le liberó, atravesó la cocina vac´ıa y volvió al salón, donde la Se˜nora Weasley y Ginny todav´ıa estaban atendiendo a George.
   La Se˜nora Weasley ya hab´ıa detenido la hemorragia, y a la luz de la lámpara Harry vio una limpia herida abierta donde hab´ıa estado la oreja de George.
   “¿Cómo está?”
   La Se˜nora Weasley miró alrededor y dijo. “No puedo hacerla crecer, no cuando ha sido arrancada con Magia Oscura. Pero podr´ıa haber sido mucho peor... Está vivo.”
 
   CAPÍTULO 5. GUERRERO CAIDO
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   “Si,” dijo Harry. “Gracias a Dios.”
   “¿He o´ıdo a alguien más en el patio?” preguntó Ginny.
   “Hermione y Kingsley,” dijo Harry.
   “Menos mal” susurró Ginny. Se miraron el uno al otro. Harry deseaba abrazarla, sujetarla, ni siquiera le importaba mucho que la Se˜nora Weasley estuviera all´ı, pero antes de poder llevar a cabo el impulso, se produjo un gran estrépito en la cocina.
   “¡Probaré quien soy, Kingsley, después de haber visto a mi hijo, ahora apártate de mi camino si sabes lo que te conviene!”
   Harry nunca antes hab´ıa o´ıdo al Se˜nor Weasley gritar as´ı. Irrumpió en el salón, su calva brillaba por el sudor, sus gafas estaban torcidas, Fred iba justo tras él, ambos pálidos pero ilesos.
   “¡Arthur!” sollozó la Se˜nora Weasley. “¡Oh, gracias a Dios!”
   “¿Cómo está?”
   El Se˜nor Weasley cayó de rodillas junto a George. Por primera vez desde que Harry le conoc´ıa, Fred parec´ıa haberse quedado sin palabras. Jadeó sobre el respaldo del sofá ante la herida de su gemelo como si no pudiera creer lo que estaba viendo.
   Quizás alterado por el sonido de la llegada de Fred y su padre, George se movió.
   “¿Cómo te sientes, Georgie?” susurró la Se˜nora Weasley.
   Los dedos de George tanteron el costado de su cabeza.
   “Bendecido,” murmuró.
   “¿Qué le pasa?” croó Fred, con aspecto aterrado. “¿Su mente se ha visto afectada?”
   “Bendecido” repitió George, abriendo los ojos y mirando a su hermano. “Ves... Santi-ficado. Agujereado, Fred, ¿verdad?”
   La Se˜nora Weasley sollozó más fuerte que nunca. El color fluyó a la cara pálida de Fred.
   “Patético” dijo a George. “¡Patético! Con todo un mundo lleno de humor verbal ante t´ı, ¿vas y haces que te dejen sin oreja?”
   “Ah, bueno,” dijo George, sonriendo a su madre ba˜nada en lágrimas. “Ahora al menos podrás distinguirnos, Mamá. Miró alrededor.”
   “Hola, Harry... ¿eres Harry, verdad?”
   “Si, soy yo,” dijo Harry, acercándose al sofá.
   “Bueno, al menos conseguimos que llegaras bien” dijo George. “¿Por qué no están Ron y Bill rondando mi cama de enfermo?”
   “No han vuelto aún, George,” dijo la Se˜nora Weasley. La sonrisa de George palideció.
   Harry miró a Ginny y le hizo se˜nas para que le acompa˜nara a la parte de atrás. Mientras atravesaban la cocina ella dijo en voz baja.
   “Ron y Tonks deber´ıan haber vuelto ya. No era un viaje largo. La casa de T´ıa Muriel no está lejos de aqu´ı.”
   Harry no dijo nada. Hab´ıa estado intentando mantener el miedo a raya desde que alcanzara la Madriguera, pero ahora este le envolv´ıa, pareciendo arrastrarse por su piel, latiendo en su pecho, cerrando su garganta. Mientras bajaban los escalones de atrás hasta CAPÍTULO 5. GUERRERO CAIDO
   44
   el oscuro patio, Ginny le cogió la mano.
   Kingsley se estaba paseando de acá para allá, mirando al cielo cada vez que giraba. A Harry le recordó a T´ıo Vernon paseándose por el salón hac´ıa un millón de a˜nos. Hagrid, Hermione, y Lupin estaba de pie hombro con hombro, mirando hacia arriba en silencio.
   Ninguno de ellos miró alrededor cuando Harry y Ginny se unieron a su silenciosa vigilia.
   Los minutos se estiraron a lo que bien podr´ıan haber sido a˜nos. El más ligero soplo de viento les hac´ıa saltar a todos y girarse hacia el arbusto susurrante o el árbol con la esperanza de que uno de los miembros restantes de la Orden pudiera saltar indemne de entre sus hojas.
   Y entonces una escoba se materializó directamente sobre ellos y se acercó a gran velocidad a tierra.
   “¡Son ellos!” gritó Hermione.
   Tonks aterrizó con un patinazo largo que lanzó tierra y guijarros por todas partes.
   “¡Remus!” gritó Tonks mientras se bajaban tambaleante de la escoba hasta los brazos de Lupin. La cara de él estaba seria y blanca. Con aspecto de ser incapaz de hablar, Ron tropezó ofuscadamente hacia Harry y Hermione.
   “Estáis bien,” balbuceó, antes de que Hermione se abalanzara sobre él y le abrazara firmemente.
   “Cre´ı... cre´ı...”
   “Estoy bien,” dijo Ron, palmeándole la espalda. “Estoy bien.”
   “Ron estuvo genial,” dijo Tonks cálidamente, renunciando a su agarre sobre Lupin.
   “Maravilloso. Aturdió a uno de los mortifagos, directo en la cabeza, y cuando apuntas a un objetivo móvil en una escoba en vuelo...”
   “¿Lo hiciste?” dijo Hermione, levantando la mirada hacia Ron con los brazos todav´ıa alrededor de su cuello.
   “Siempre el tono de sorpresa” dijo él un poco gru˜nonamente, liberándose. “¿Somos los últimos en volver?”
   “No,” dijo Ginny “todav´ıa esperamos a Bill y Fleur y a Ojoloco y Mundungus. Voy a decirles a Mamá y Papá que estás bien, Ron.”
   Volvió corriendo dentro.
   “¿Que os retuvo? ¿Qué pasó?” Lupin sonaba casi furioso con Tonks.
   “Bellatrix” dijo Tonks. “Me ten´ıa tantas ganas a m´ı como a Harry, Remus. Intentó con empe˜no matarme. Desear´ıa haber podido alcanzarla, le debo una a Bellatrix. Pero definitivamente her´ı a Rodolphus... Entonces llegamos a la Casa de la Tia de Ron y perdimos nuestro Traslador y ella se excitó mucho, preocupada por nosotros...”
   Un músculo saltaba en la mand´ıbula de Lupin. Asintió, pero parec´ıa incapaz de decir nada más.
   “¿Y que os pasó a vosotros?” preguntó Tonks, volviéndose hacia Harry, Hermione, y Kingsley.
   Volvieron a relatar las historias de sus propios viajes, pero todo el tiempo la continua la ausencia de Bill, Fleur, Ojoloco, y Mundungus parec´ıa extenderse sobre ellos como escarcha, su mordisco helado más y más duro e imposible de ignorar.
 
   CAPÍTULO 5. GUERRERO CAIDO
   45
   “Voy a tener que volver a Downing Street, deber´ıa haber estado all´ı hace una hora”
   dijo finalmente Kingsley, después de una última mirada al cielo. “Hacedme saber cuando vuelven.”
   Lupin asintió. Con un saludo a los demás, Kingsley se adentró en la oscuridad hacia la verja. Harry creyó oir el más leve de los pop cuando Kingsley se Desapareció en los l´ımites de la Madriguera.
   El Se˜nor y la Se˜nora Weasley llegaron corriendo por los escalones, con Ginny tras ellos.
   Ambos padres abrazaron a Ron antes de girarse hacia Lupin y Tonks.
   “Gracias” dijo la Se˜nora Weasley “por nuestros hijos.”
   “No seas tonta, Molly,” dijo Tonks al instante.
   “¿Cómo está George?” preguntó Lupin.
   “¿Qué le pasa?” interrumpió Ron.
   “Perdió...”
   Pero el final de la frase de la Se˜nora Weasley se vio ahogado por una exclamación general. Un thestral acababa de entrar volando en el campo de visión y aterrizó a unos pocos metros de ellos. Bill y Fleur se deslizaron de su lomo, azotados por el viento pero ilesos.
   “¡Bill! Gracias a Dios, gracias a Dios.”
   La Se˜nora Weasley se adelantó, pero el abrazo que Bill le dio fue mecánico. Mirando directamente a los ojos de su padre, dijo: “Ojoloco está muerto.”
   Nadie habló, nadie se movió. Harry sintió como si algo en su interior estuviera cayendo, cayendo a través de la tierra, abandonándole para siempre.
   “Lo vimos” dijo Bill. Fleur asintió, rastros de lágrimas brillaban en sus mejillas a la luz de la ventana de la cocina. “Ocurrió justo después de que rompiéramos el c´ırculo.
   Ojoloco y Dung estaban cerca de nosotros, se dirig´ıan hacia el norte también. Voldemort...
   puede volar... fue directamente a por ellos. Dung cedió al pánico, le o´ı gritar, Ojoloco intentó detenerle, pero se Desapareció. La maldición de Voldemort dio a Ojoloco de lleno en la cara, cayó hacia atrás de su escoba y... no hubo nada que pudiéramos hacer, nada, ten´ıamos a media docena de ellos a nuestra cola...”
   La voz de Bill se rompió.
   “Por supuesto que no podr´ıais haber hecho nada,” dijo Lupin.
   Todos se quedaron de pie mirándose unos a otros. Harry no pod´ıa entenderlo del todo.
   Ojoloco muerto, no pod´ıa ser... Ojoloco, tan duro, tan valiente, el consumado supervi-viente...
   Al final pareció calar en todo el mundo, aunque nadie dijo nada, que no hab´ıa razón para esperar ya en el patio, y en silencio siguieron al Se˜nor y la Se˜nora Weasley de vuelta a la Madriguera, y al salón, donde Fred y George estaban riendo juntos.
   “¿Qué pasa?” dijo Fred, estudiando sus caras mientras entraban. “¿Qué ha pasado?
   ¿Quién...?”
   “Ojoloco” dijo el Se˜nor Weasley. “Muerto.”
   Las sonrisas de los gemelos se convirtieron en muecas de sorpresa. Nadie parec´ıa saber qué hacer. Tonks estaba llorando silenciosamente en un pa˜nuelo. Hab´ıa estado muy unida a Ojoloco, Harry sab´ıa que era su favorita, su protegida en el Ministerio de Magia. Hagrid, CAPÍTULO 5. GUERRERO CAIDO
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   que se hab´ıa sentado en el suelo en la esquina donde ten´ıa más espacio, estaba dándose ligeros toques en los ojos con un pa˜nuelo del tama˜no de un mantel.
   Bill se acercó al aparador y sacó una botella de whisky de fuego y algunos vasos.
   “Aqu´ı,” dijo, y con un ondeo de su varita, envió los doce vasos a volar por la habitación hacia cada uno de ellos, sujetando el número trece en alto. ’Por Ojoloco.’
   “Por Ojoloco” dijeron todos, y bebieron.
   “Por Ojoloco” repitió Harry, un poco tarde, con un hipo. El whisky de fuego quemó la garganta de Harry. Pareció arder devolviéndole los sentimientos, disipando el entumecimiento y la sensación de irrealidad llenándole de algo parecido al coraje.
   “¿As´ı que Mundungos desapareció?” dijo Lupin, que hab´ıa vaciado su propio vaso de un trago. La atmósfera cambió al momento. Todo el mundo parec´ıa tenso, observando a Lupin, a la vez que deseando que siguiera, le pareció a Harry, y temiendo ligeramente lo que pod´ıan oir.
   “Sé lo que estás pensando” dijo Bill, “y yo me lo pregunté también, de camino aqu´ı, que parec´ıan estar esperándonos, ¿verdad? Pero Mundungus no puede habernos traicionado.
   No sab´ıan que habr´ıa siete Harry, eso les confundió en el momento en que aparecimos, y por si lo has olvidado, fue Mundungus quien sugirió esa peque˜na treta. ¿Por qué no iba a contarle la clave del plan? Creo que Dung cedió al pánico, es tan simple como eso. No quer´ıa venir en primer lugar, pero Ojoloco le obligó, y Quien-tú-yasabes fue directamente a por ellos. Eso es suficiente como para que cualquiera entre en pánico.”
   “Quien-tu-ya-sabes actuó exactamente como Ojoloco esperaba de él” resopló Tonks.
   “Ojoloco dijo que él esperar´ıa que el auténtico Harry estuviera con el más duro y hábil de los Aurores. Perseguir´ıa a Ojoloco primero, y cuando Mundungus les decepcionara ir´ıa a por Kingsley...”
   “Si, y todo eso está muy bien,” exclamó Fleur, “pero todav´ıa no explica como sab´ıan que tgasladabamos a Haggy esta noche, ¿verdad? Alguien debe habegles alegtado. A alguien se le escapó la fecha ante un desconocido. Esa es la única explicación para que supiegan la fecha pero no todo el plan.”
   Miró a todos alrededor, con rastros de lágrimas todav´ıa grabados en su hermosa cara, desafiando silenciosamente a cualquiera de ellos a contradecirla. Nadie lo hizo. El único sonido que romp´ıa el silencio era los hipidos de Hagrid desde detras de su mantel. Harry miró a Hagrid, que acababa de arriesgar su propia vida por salvar la de Harry... Hagrid, a quien amaba, en quien confiaba, quien una vez hab´ıa sido enga˜nado y hab´ıa dado a Voldemort información crucial a cambio de un huevo de dragón...
   “No” dijo Harry en voz alta, y todos le miraron sorprendidos. El whisky de fuego parec´ıa haber amplificado su voz. “Quiero decir... si alguien cometió un error” siguió Harry,
   “y se le escapó algo, sé que no ten´ıa intención de que as´ı fuera. No es culpa de nadie,”
   repitió de nuevo un poco más alto de lo que usualmente hubiera hablando. “Tenemos que confiar los unos en los otros. Yo conf´ıo en todos vosotros, no creo que nadie en esta habitación me vendiera nunca a Voldemort.”
   Más silencio siguió a sus palabras. Todos le miraban. Harry se sent´ıa un poco acalorado otra vez, y bebió más whisky por hacer algo. Mientras beb´ıa, pensaba en Ojoloco. Ojoloco siempre se estaba quejando de la tendencia de Dumbledore a confiar en la gente.
   “Bien dicho, Harry,” dijo Fred inesperadamente.
   “Si, o´ıdo, o´ıdo,” dijo George con una mirada de reojo a Fred cuya comisura de la boca CAPÍTULO 5. GUERRERO CAIDO
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   estaba retorcida.
   Lupin mostraba una expresión rara cuando miró a Harry. Era casi de lástima.
   “¿Crees que soy un tonto?” exigió Harry.
   “No, creo que eres como James” dijo Lupin, “que habr´ıa considerado una absoluta deshonra recelar de sus amigos.”
   Harry sab´ıa adonde quer´ıa llegar Lupin: a que su padre hab´ıa sido traicionado por su amigo Peter Pettigrew. Se sintió irracionalmente furioso. Quer´ıa discutir, pero Lupin ya se hab´ıa alejado de él, dejado su vaso en una mesita, y se dirig´ıa a Bill. “Hay trabajo que hacer. Puedo ped´ırselo a Kingsley si...”
   “No” dijo Bill al instante. “Yo lo haré, iré.”
   “¿Qué hacéis?” dijeron Tonks y Fleur juntas.
   “El cuerpo de Ojoloco,” dijo Lupin. “Tenemos que recuperarlo.”
   “¿No puede...?” empezó la Se˜nora Weasley con una mirada invitadora hacia Bill.
   “¿Esperar?” dijo Bill. “No a menos que prefieras que los mortifagos se lo lleven.”
   Nadie habló. Lupin y Bill dijeron adios y salieron.
   El resto se dejó caer en sillas, todos excepto Harry, que permaneció de pie. La premura y plenitud de la muerte les acompa˜naba como una presencia.
   “Yo tengo que irme también” dijo Harry.
   Diez pares de ojos sobresaltados le miraron.
   “No seas tonto, Harry,” dijo la Se˜nora Weasley. “¿De qué estás hablando?”
   “No puedo quedarme aqu´ı.”
   Se frotó la frente; le picaba de nuevo, no le hab´ıa dolido as´ı en un a˜no.
   “Todos estáis en peligro mientras yo esté aqu´ı. No quiero...”
   “¡No seas tan tonto!” dijo la Se˜nora Weasley. “El objetivo de todo lo de esta noche era traerte aqu´ı a salvo, y gracias a Dios funcionó. Y Fleur ha estado de acuerdo en casarse aqu´ı en vez de en Francia, arreglaremos algo para que podamos quedarnos todos juntos y vigilarte...”
   Ella no lo entend´ıa; estaba haciéndole sentir peor, no mejor.
   “Si Voldemort averigua que estoy aqu´ı...”
   “¿Pero por qué iba a hacerlo?” preguntó el Se˜nor Weasley.
   “Hay una docena de lugares en los que podr´ıas estar ahora, Harry,” dijo el Se˜nor Weasley. “No tiene forma de saber en que casa segura estás.”
   “¡No es por m´ı por quien estoy preocupado!” dijo Harry.
   “Eso lo sabemos,” dijo el Se˜nor Weasley tranquilamente-, pero har´ıa que nuestros esfuerzos de esta noche parecieran bastante inútiles si te marcharas ahora.
   “Tú no vas a ninguna parte” gru˜nó Hagrid. “Caray, Harry, ¿después de todo lo que hemos pasado para traerte aqu´ı?”
   “¿Si, qué hay de mi oreja sangrante?” dijo George, incorporándose en los cojines.
   “Lo sé...”
 
   CAPÍTULO 5. GUERRERO CAIDO
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   “Ojoloco no querr´ıa...”
   “¡LO SÉ!” gritó Harry a pleno pulmón.
   Se sent´ıa asediado y chantajeado. ¿Cre´ıan que no sab´ıa lo que hab´ıan hecho por él, no entend´ıan que era esa era precisamente la razón por la que quer´ıa marcharse ahora, antes de que tuvieran que sufrir más por su culpa? Se hizo un largo y torpe silencio en el que su cicatriz continuó picando y latiendo, y que fue roto al fin por la Se˜nora Weasley.
   “¿Dónde está Hedwig, Harry?” dijo engatusadoramente. “Podemos ponerla con Pidwidgeon y darle algo de comer.”
   Sus entra˜nas se apretaron como un pu˜no. No pod´ıa decirle la verdad. Se bebió lo que quedaba del whisky para evitar responder.
   “Espera a que la gente se entere de que lo hiciste de nuevo, Harry,” dijo Hagrid.
   “!Escapar de él, luchar con él cuando estaba justo encima de nosotros!”
   “No fui yo,” dijo Harry rotundamente. “Fue mi varita. Mi varita actuó por su cuenta.”
   Después de unos momentos, Hermione dijo gentilmente, “Pero eso es imposible, Harry.
   Quieres decir que hiciste magia sin pretenderlo; reaccionaste instintivamente.”
   “No” dijo Harry. “La moto estaba cayendo, yo no pod´ıa decir donde estaba Voldemort, pero mi varita giró en mi mano y le encontró y le disparó un hechizo, ni siquiera fue un hechizo que yo reconociera. Nunca antes hab´ıa hecho que aparecieran llamas doradas.”
   “Con frecuencia” dijo el Se˜nor Weasley, “cuando estamos en una situación bajo presión podemos producir magia con la que nunca habr´ıamos so˜nado. Los ni˜nos peque˜nos lo averiguan a menudo, antes de ser entrenados.”
   “No fue as´ı,” dijo Harry apretando los dientes. Su cicatriz estaba ardiendo. Se sent´ıa furioso y frustrado; odiaba la idea de que todos imaginaran que ten´ıa poder para igualar a Voldemort.
   Nadie dec´ıa nada. Sab´ıa que no le cre´ıan. Ahora que lo pensaba, nunca antes hab´ıa o´ıdo hablar de una varita que hiciera magia por s´ı misma.
   Su cicatriz parec´ıa chamuscar, hizo todo lo que pudo por no gemir en voz alta. Murmurando algo sobre tomar aire fresco, dejó el vaso y abandonó la habitación.
   Cuando cruzaba el patio, el gran thestral esquelético levantó la mirada... batiendo sus enormes alas de murciélago, después volvió a su pasto. Harry se detuvo en la verja del jard´ın, mirando hacia afuera a las plantas demasiado crecidas, frotándose la frente palpitante y pensando en Dumbledore.
   Dumbledore le habr´ıa cre´ıdo, lo sab´ıa. Dumbledore habr´ıa sabido cómo y por qué la varita de Harry hab´ıa actuado independientemente, porque Dumbledore siempre ten´ıa respuestas; sab´ıa de varitas, hab´ıa explicado a Harry la extra˜na conexión que exist´ıa entre su varita y la de Voldemort.... Pero Dumbledore, como Ojoloco, como Sirius, como sus padres, como su pobre lechuza, todos se hab´ıan marchado a donde Harry no podr´ıa volver a hablar nunca con ellos. Sintió un ardor en la garganta que no ten´ıa nada que ver con el whisky de fuego.
   Y entonces, llegado de ninguna parte, el dolor de su cicatriz alcanzó el máximo. Se aferró la frente y cerró los ojos, una voz gritaba dentro de su cabeza.
   “¡Me dijiste que el problema se resolver´ıa utilizando otra varita! ”
   Y dentro de su mente explotó la visión de un viejo esquelético yaciendo en harapos sobre un suelo de piedra, gritando, un horrible grito interminable, un grito de insoportable CAPÍTULO 5. GUERRERO CAIDO
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   agon´ıa...
   “¡No! ¡No! Te lo suplico, te lo suplico...”
   “¡Mentiste a Lord Voldemort, Ollivander!”
   “No lo hice... Juro que no lo hice...”
   “¡Tratabas de ayudar a Potter, de ayudarle a escapar de m´ı!”
   “Juro que no... Cre´ıa que otra varita funcionar´ıa...”
   “Explica entonces qué ocurrió. ¡La varita de Lucius fue destru´ıda!”
   “No puedo entenderlo... La conexión... existe solo... entre vuestras dos varitas...”
   “¡Mentiras!”
   “Por favor... te lo suplico...”
   Y Harry vio a la mano blanca alzar la varita y sintió la ráfaga de cruel rabia, vio el cáscara del viejo revolverse en el suelo retorciéndose de agon´ıa...
   “¿Harry?”
   Desapareció tan rápidamente como hab´ıa venido. Harry se puso en pie temblando en la oscuridad, aferrado a la verja del jard´ın, con el corazón acelerado, la cicatriz todav´ıa zumbando. Pasaron varios momentos antes de que comprendiera que Ron y Hermione estaban a su lado.
   “Harry, vuelve a entrar en casa,” susurró Hermione. “¿Todav´ıa estás pensando en marcharte?”
   “Si, tienes que quedarte, compa˜nero,” dijo Ron, aporreando a Harry en la espalda.
   “¿Estás bien?” preguntó Hermione, lo suficiente cerca ahora para mirar a Harry a la cara. “¡Tienes un aspecto horrible!”
   “Bueno,” dijo Harry temblorosamente, “Probablemente mejor que el de Ollivander...”
   Cuando terminó de contarles lo que hab´ıa visto, Ron parec´ıa consternado, pero Hermione categóricamente aterrorizada.
   “¡Pero se supon´ıa que hab´ıa parado! Tu cicatriz... ¡se supon´ıa que ya no hac´ıa esto!
   No debes dejar que la conexión se abra de nuevo... ¡Dumbledore quer´ıa que cerraras tu mente!”
   Cuando él no replicó, le aferró el brazo.
   “¡Harry, está tomando el Ministerio y los periódicos y la mitad del mundo mágico! ¡No dejes que se meta en tu cabeza también!”
 
   Cap´ıtulo 6
   El Fantasma en Pijama
   El shock por la pérdida de Ojoloco se cernió sobre la casa durante los d´ıas que siguieron.
   Harry segu´ıa esperando verle atravesar la puerta trasera como los otros miembros de la Orden, que entraban y sal´ıan para transmitir noticias. Harry sent´ıa que solo que la acción aliviar´ıa su sentimiento de culpa y el pesar y que deb´ıa ponerse en camino en su misión para encontrar y destruir los Horrocruxes lo antes posible.
   “Bueno, no puedes hacer nada con respecto a los” Ron formó con la boca silenciosamente la palabra Horrocruxes “hasta que tengas diecisiete. Todav´ıa tienes el Rastro sobre ti. Y podemos hacer planes aqu´ı tan bien como en cualquier otro sitio, ¿verdad? ¿O”
   dejó caer su voz a un susurro, “ya sabes donde está Quien-tu-ya-sabes?”
   “No” admitió Harry.
   “Creo que Hermione ha estado haciendo algo de investigación” dijo Ron. “Dice que se la está guardando para cuando salgamos de aqu´ı.”
   Estaban sentados ante la mesa del desayuno. El se˜nor Weasley y Bill acababan de marcharse a trabajar. Fleur hab´ıa subido a darse un ba˜no.
   “El Rastro se romperá el treinta y uno” dijo Harry. “Eso significa que solo tenemos que quedarnos aqu´ı cuatro d´ıas. Después puedo...”
   “Cinco d´ıas” le corrigió Ron firmemente. “Tenemos que quedarnos para la boda. Ellas nos matarán si nos la perdemos.”
   Harry entendió que con éllas’quer´ıa decir Fleur y la se˜nora Weasley.
   “Es un d´ıa más” dijo Ron, cuando Harry pareció a punto de amotinarse.
   “¿No comprenden lo importante...?”
   “Por supuesto que no” dijo Ron. “No tienen ni idea. Y ahora que lo mencionas, quer´ıa hablar contigo de eso. Ron miró hacia la puerta y al vest´ıbulo para comprobar que la se˜nora Weasley no hubiera vuelto aún, entonces se inclinó más cerca de Harry.”
   “Mamá ha estado intentando sonsacarnos a Hermione y a m´ı. Preguntando que vamos a hacer. Lo intentará contigo pronto, as´ı que prepárate. Papá y Lupin también preguntaron, pero cuando les dijimos que Dumbledore te hab´ıa dicho que no se lo contaras a nadie excepto a nosotros, lo dejaron. Sin embargo Mamá no. Está decidida.”
   La predición de Ron se convirtió en realidad horas después. Poco después del almuerzo, la se˜nora Weasley separó a Harry de los demás pidiéndole ayuda para identificar un calcet´ın solitario que pod´ıa haber salido de su mochila. Una vez le tuvo arrinconado en el diminuto anexo de la cocina, empezó.
   50
 
   CAPÍTULO 6. EL FANTASMA EN PIJAMA
   51
   “Ron y Hermione parecen creer que vosotros tres vais a abandonar Hogwarts” empezó con un tono ligero y casual.”
   “Oh” dijo Harry. “Bueno, s´ı. As´ı es.”
   El escurridor giraba por s´ı mismo en la esquina, retorciendo lo que parec´ıa uno de los chalecos del se˜nor Weasley.
   “¿Puedo preguntarte por qué estáis abandonando vuestra educación?” dijo la se˜nora Weasley.
   “Bueno, Dumbledore me dejó... cosas que hacer” masculló Harry. “Ron y Hermione saben que es, y quieren venir conmigo.”
   “¿Qué clase de ’cosas’ ?”
   “Lo siento, no puedo...”
   “Bueno, francamente, creo que Arthur y yo tenemos derecho a saber, ¡y seguro que el se˜nor y la se˜nora Granger estar´ıan de acuerdo!” dijo la se˜nora Weasley. Harry se hab´ıa estado temiendo la táctica de ’preocupación maternal’. Se obligó a s´ı mismo a mirarla directamente a los ojos, notando al hacerlo que eran precisamente del mismo tono de marrón que los de Ginny. Eso no ayudó.
   “Dumbledore no quer´ıa que nadie más lo supiera, se˜nora Weasley. Lo siento. Ron y Hermione no tienen que venir, es su elección...”
   “¡No ves que tú tampoco tienes que ir!” exclamó ella, abandonando ahora todo fingimiento. “¡Apenas sois mayores de edad, ninguno de vosotros! Es una soberana tonter´ıa, ¡si Dumbledore necesitaba que se hiciera algo, ten´ıa a toda la Orden bajo su mando! Harry, debes haberle malinterpretado. Probablemente te estaba contando algo que quer´ıa que se hiciera, y tú te lo tomaste como que quer´ıa que lo hicieras tú...”
   “No le malinterpreté” dijo Harry rotundamente. “Tengo que ser yo.”
   Le devolvió el calcet´ın que supuestamente ten´ıa que identificar, que llevaba estampados unos juncos dorados.
   “Y este no es m´ıo. Yo no apoyo a los Puddlemere United.”
   “Oh, por supuesto” dijo la se˜nora Weasley con una repentina y bastante enervante vuelta a su tono casual. “Deber´ıa haberlo notado. Bueno, Harry, ya que todav´ıa estás aqu´ı, no te importa ayudarme con los preparativos de la boda de Bill y Fleur, ¿verdad?
   Todav´ıa hay mucho que hacer.”
   “No... yo... por supuesto que no” dijo Harry, desconcertado por el súbito cambio de tema.
   “Que encanto” replicó ella, y sonre´ıa mientras sal´ıa del cuarto.
   A partir de ese momento, la se˜nora Weasley mantuvo a Harry, Ron y Hermione tan ocupados con los preparativos de la boda que a penas tuvieron tiempo de pensar. La explicación más amable para su comportamiento habr´ıa sido que la se˜nora Weasley quer´ıa distraerles y evitar que pensaran en Ojoloco y los terrores de su reciente viaje. Sin embargo, después de dos d´ıas de no parar de limpiar cuberter´ıa, de favores de emparejar colores, cintas, y flores, de desgnomizar el jard´ın y ayudar a la se˜nora Weasley a preparar vastas cantidades de canapés, Harry empezó a sospechar que ten´ıa un motivo distinto. Todos los trabajos que les encargaba parec´ıan mantenerles a él, Ron y Hermione lejos los unos de los otros; no hab´ıa tenido oportunidad de hablar con los otros dos a solas desde la primera noche, cuando les hab´ıa hablado de Voldemort torturando a Ollivander.
 
   CAPÍTULO 6. EL FANTASMA EN PIJAMA
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   “Creo que Mamá piensa que si puede evitar que los tres os reunáis y hagáis planes, podrá retrasar vuestra partida” dijo Ginny a Harry en tono bajo, mientras pon´ıan la mesa para la cena en su tercera noche all´ı.
   “¿Y después qué cree que va a ocurrir?” murmuró Harry. “¿Que algún otro va a matar a Voldemort mientras ella nos retiene aqu´ı cocinando?
   Hab´ıa hablado sin pensar, y vio que la cara de Ginny se pon´ıa blanca.
   “¿As´ı que es cierto?” dijo ella. “¿Eso es lo que esta intentando hacer?
   “Yo no... Estaba bromeando” dijo Harry evasivamente.
   Se miraron el uno al otro, y hab´ıa algo más que sorpresa en la expresión de Ginny.
   De repente Harry fue consciente de que esta era la primera vez que estaba a solas con ella desde aquellas horas robadas en las esquinas solitarias de los terrenos de Hogwarts.
   Estaba seguro de que ella lo estaba recordando también. Ambos saltaron cuando se abrió la puerta, y el se˜nor Weasley, Kingsley, y Bill entraron.
   Ahora con frecuencia se un´ıan a ellos otros miembros de la Orden para cenar, porque la Madriguera hab´ıa reemplazado al número doce de Grimmauld Place como cuartel general.
   El se˜nor Weasley hab´ıa explicado que después de la muerte de Dumbledore, su Guardián Secreto, cada una de las personas a quienes Dumbledore hab´ıa confiado la localización de Grimmauld Place se hab´ıa convertido en un Guardián Secreto automáticamente.
   “Y como hay alrededor de veinte de nosotros, eso diluye enormemente el poder del Encantamiento Fidelius. Veinte veces más oportunidades de que los mortifagos consigan sacarle el secreto a alguien.
   “¿Pero seguramente Snape les habrá dado la dirección ya, no?” preguntó Harry.
   “Bueno, Ojoloco colocó un par de maldiciones contra Snape por si acaso vuelve por all´ı. Esperamos que sean lo suficientemente fuertes como para mantenerle fuera y que le aten la lengua si intenta hablar del lugar, pero no podemos estar seguros. Habr´ıa sido una locura seguir utilizando el lugar como cuartel general ahora que su protección se ha vuelto tan incierta. La cocina estaba tan atestada esa tarde que era dif´ıcil maniobrar con cuchillos y tenedores. Harry se encontró apretado contra Ginny; las cosas sin decir que acababan de pasar entre ellos le hicieron desear que estuviesen separados por unas cuantas personas más. Estaba intentando con tanto empe˜no evitar rozarle el brazo que casi no pod´ıa cortar su pollo.
   “¿No hay noticias sobre Ojoloco?” le preguntó Harry a Bill.
   “Nada.” replicó Bill.
   Todav´ıa no hab´ıan podido celebrar un funeral por Moody, porque Bill y Lupin no hab´ıan podido recuperar su cuerpo. Hab´ıa sido dif´ıcil calcular donde pod´ıa haber ca´ıdo, dada la oscuridad y la confusión de la batalla.
   “El Profeta no dice una palabra sobre su muerte o sobre el descubrimiento del cuerpo”
   siguió Bill, “pero eso no significa mucho. Se está callando un montón de cosas estos d´ıas.
   “¿Y todav´ıa no han convocado una vista por toda la magia que utilicé siendo menor de edad al escapar de los mortifagos?” gritó Harry a través de la mesa al se˜nor Weasley, quien sacudió la cabeza.
   “¿Porque saben que no tuve elección o porque no quieren que diga una palabra sobre que Voldemort me atacó?”
   “Lo último, creo. Scrimgeour no quiere admitir que Quien-tú-ya-sabes sea tan pode-CAPÍTULO 6. EL FANTASMA EN PIJAMA
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   roso, ni que Azkaban haya vivido una fuga en masa.”
   “S´ı, ¿por qué contarle al público la verdad?” dijo Harry, aferrando su cuchillo tan fuerte que las pálidas cicatrices del dorso de su mano se remarcaron, blancas contra su piel: No debo decir mentiras.
   “¿Hay alguien en el Ministerio preparado para enfrentarse a él?” preguntó Ron enco-lerizado.
   “Por supuesto, Ron, pero la gente está aterrada” replicó el se˜nor Weasley, “temen ser los siguientes en desaparecer, ¡que sus hijos sean los siguientes en ser atacados! Corren rumores desagradables por ah´ı. No me creo por ejemplo que la profesora de Estudios Muggles de Hogwarts renunciara. No se la ha visto desde hace semanas. Entretanto Scrimgeour permanece encerrado en su oficina todo el d´ıa; solo espero que esté trabajando en un plan.”
   Hubo una pausa en la cual la se˜nora Weasley encantó los platos sucios para que se colocaran sobre el mostrador y sirvió tarta de manzana.
   “Debemos decidig como te disfgazagás, Haggy” dijo Fleur, una vez que todo el mundo tuvo pudding “Paga la boda” a˜nadió, cuando él la miró confuso. “Pog supuesto, ninguno de nuestgos invitados son mogtifagos, pego no podemos gagantizag que no se les escapagá nada después del champagne.”
   De esto, Harry dedujo que ella todav´ıa no confiaba en Hagrid.
   “Si, bien dicho” dijo la se˜nora Weasley desde la cabecera de la mesa donde estaba sentada, con las gafas colgando de la punta de su nariz, revisando una inmensa lista de trabajos que estaba transcribiendo a un muy largo trozo de pergamino. “A ver, Ron, ¿has limpiado ya tu habitación?”
   “¿Por qué?” exclamó Ron, dejando caer de golpe su cuchara y mirando furiosamente a su madre “¿Por qué se tiene que limpiar mi habitación? ¡A Harry y a m´ı nos viene bien como está!”
   “Celebramos la boda de tu hermano en unos d´ıas, jovencito...”
   “¿Y van a casarse en mi dormitorio?” preguntó Ron enfadado. “¡No! As´ı que por las barbas de Merl´ın...”
   “No hables as´ı a tu madre” dijo el se˜nor Weasley firmemente “Y haz lo que te dice.”
   Ron frunció el ce˜no a sus padres, después recogió su cuchara y atacó los últimos bocados de su tarta de manzana.
   “Puedo ayudar, parte de eso es mi desastre” le dijo Harry a Ron, pero la se˜nora Weasley lo interrumpió.
   “No, Harry, cari˜no, prefer´ıa que ayudases a Arthur con los pollos, y Hermione, te estar´ıa eternamente agradecida si cambiases las sábanas para Monsieur y Madame Delacour; ya sabes que llegan ma˜nana a las once de la ma˜nana.”
   Pero al final, hubo poco que hacer con los pollos.
   “No hay necesidad de, eh, mencionárselo a Molly” le comentó el se˜nor Weasley a Harry, bloqueándole el acceso al gallinero, “pero, eh, Ted Tonks me mandó la mayor parte de los restos de la moto de Sirius, y, eh, la estoy escondiendo? quiero decir, guardándola? aqu´ı.
   Un chisme fantástico: tiene un turbo de escape, creo que se llama, una bater´ıa de lo más magn´ıfica, y me dará la enorme oportunidad de descubrir cómo funcionan los frenos. Voy a intentar montarlo todo de nuevo cuando Molly no? quiero decir, cuando tenga tiempo.”
 
   CAPÍTULO 6. EL FANTASMA EN PIJAMA
   54
   Cuando regresaron a la casa, a la se˜nora Weasley no se la ve´ıa por ninguna parte, as´ı que Harry se deslizó escaleras arriba hacia la habitación de Ron en el ático.
   “¡Lo estoy haciendo, lo estoy haciendo?! Oh, eres tú” dijo Ron con alivio, cuando Harry entró en la habitación. Ron se tumbó en la cama, que evidentemente acababa de abandonar. La habitación estaba igual de desastrosa que hab´ıa estado toda la semana; la única diferencia era que ahora Hermione estaba sentada en la esquina del otro lado, con su peludo gato color canela, Crookshanks, a sus pies, clasificando libros, algunos de los cuales Harry reconoció como suyos, en dos enormes pilas.
   “Hola Harry” dijo mientras este se sentaba en su cama plegable.
   “¿Y cómo conseguiste escaparte?”
   “Oh, la madre de Ron se olvidó de que ayer nos hab´ıa pedido a Ginny y a m´ı que cambiáramos las sábanas” dijo Hermione. Lanzó Numerolog´ıa y Gramática en una pila y Auge y ca´ıda de las Artes Oscuras en la otra.
   “Estábamos hablando sobre Ojoloco” le dijo Ron a Harry. “Creo que tal vez podr´ıa haber sobrevivido.”
   “Pero Bill vio como le alcanzaba la maldición asesina.” dijo Harry.
   “S´ı, pero Bill también estaba siendo atacado” dijo Ron. “¿Cómo puede estar seguro de lo que vio?”
   “Incluso si la maldición asesina falló, Ojoloco se cayó desde unos trescientos metros”
   dijo Hermione, ahora sujetando Equipos de quidditch de Gran Breta˜na e Irlanda en la mano.
   “Podr´ıa haber usado un Encantamiento Escudo?”
   “Fleur dijo que la varita salió volando de su mano” dijo Harry.
   “Bueno, de acuerdo, si queréis que esté muerto?” dijo Ron malhumoradamente, golpeando la almohada para darle una forma más cómoda.
   “¡Por supuesto que no queremos que esté muerto!” dijo Hermione, mirándolo conmo-cionada. “¡Es terrible que esté muerto! ¡Pero estamos siendo realistas!”
   Por primera vez, Harry se imaginó el cuerpo de Ojoloco, roto como hab´ıa estado el de Dumbledore, pero con ese ojo todav´ıa girando en su cuenca. Sintió una punzada de repulsión mezclada con un insólito deseo de re´ır.
   “Probablemente los mort´ıfagos no dejan restos detrás, por eso nadie lo ha encontrado”
   dijo Ron sabiadamente.
   “S´ı” dijo Harry. “Como Barty Crouch, convertido en un hueso y enterrado en el jard´ın delantero de Hagrid. Probablemente transfiguraron a Moody y lo metieron?”
   “¡No!” chilló Hermione. Sobresaltado, Harry la miró a tiempo para verla echarse a llorar sobre su copia del Silabario del Hechicero.
   “Oh, no” dijo Harry, luchando por levantarse de la vieja cama plegable. “Hermione, no ten´ıa intención de disgustarte”
   Pero con un gran crujido de los muelles oxidados de la cama, Ron saltó de ella y llegó all´ı primero. Con un brazo alrededor de los hombros de Hermione, rebuscó en los bolsillos de sus vaqueros y sacó un pa˜nuelo de aspecto repugnante que hab´ıa usado antes para limpiar el horno. Sacando la varita con rapidez, apuntó al trapo y dijo: “Fregotego”.
   La varita absorbió la mayor parte de la grasa. Con aspecto de estar bastante satisfecho CAPÍTULO 6. EL FANTASMA EN PIJAMA
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   consigo mismo, Ron le pasó el pa˜nuelo que humeaba ligeramente a Hermione.
   “Oh? gracias, Ron? lo siento?” se sonó la nariz e hipó. “Es que es tan h-horrible,
   ¿verdad? J-justo después de que Dumbledore? es s-solo que n-nunca imaginé que Ojoloco morir´ıa, ¡en cierta forma, parec´ıa tan duro!”
   “S´ı, lo sé” dijo Ron, dándole un apretón. “¿Pero sabes lo él que nos dir´ıa si estuviese aqu´ı?”
   “A-Alerta permanente,” dijo Hermione, secándose los ojos.
   “Eso es” dijo Ron, asintiendo. “Nos dir´ıa que aprendiésemos de lo que le ocurrió a él.
   Y lo que yo he aprendido es a no confiar en ese cobarde asqueroso de Mundungus.”
   Hermione dejó escapar una risa temblorosa y se inclinó para coger dos libros más. Un segundo después, Ron hab´ıa apartado el brazo que ten´ıa alrededor de sus hombros; ella hab´ıa dejado caer El Monstruoso Libro de los Monstruos sobre su pie. El libro se hab´ıa liberado del cinturón que lo conten´ıa y mord´ıa el tobillo de Ron con fiereza.
   “¡Lo siento, lo siento!” gritó Hermione mientras Harry sacaba el libro de la pierna de Ron y lo volv´ıa a atar.
   “A todo esto, ¿qué estás haciendo con todos esos libros?” preguntó Ron, dirigiéndose cojeando hacia su cama.
   “Sólo estoy intentando decidir cuales nos llevaremos” dijo Hermione. “Cuando vayamos a buscar los Horrocruxes.”
   “Oh, claro” dijo Ron, llevándose una mano a la frente. “Me olvidé de que ibamos a perseguir a Voldemort en una biblioteca móvil.”
   “Ja, ja” dijo Hermione, bajando la mirada al Silabario del Hechicero. “Me pregunto?
   ¿necesitaremos traducir runas? Es posible?creo que lo mejor será llevarlo, por si acaso.”
   Dejó caer el silabario en la pila más grande y cogió Historia de Hogwarts.
   “Escuchad” dijo Harry.
   Se hab´ıa sentado derecho. Ron y Hermione lo miraron con una mezcla a partes iguales de resignación y desaf´ıo.
   “Sé que después del funeral de Dumbledore dijisteis que quer´ıais venir conmigo” empezó Harry.
   “Ya empezamos” le dijo Ron a Hermione, poniendo los ojos en blanco.
   “Como sab´ıamos que har´ıa” suspiró ella, volviendo a los libros. “Sabes, creo que llevaré Historia de Hogwarts. Incluso si no volvemos all´ı, no creo que me sintiera bien si no lo llevase con?”
   “¡Escuchad!” dijo Harry otra vez.
   “No, Harry, escucha tú.” dijo Hermione. “Vamos a ir contigo. Eso se decidió hace meses? a˜nos en realidad.”
   “Pero?”
   “Cállate” le aconsejó Ron.
   “...¿estáis seguros de haberlo pensado bien?” insistió Harry.
   “Veamos” dijo Hermione, lanzando con fuerza Viaje con los trolls en la pila de desechados con una mirada bastante feroz. “Llevo varios d´ıas haciendo el equipaje para que podamos marcharnos en cualquier momento, lo que para tu información ha incluido hacer CAPÍTULO 6. EL FANTASMA EN PIJAMA
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   magia bastante complicada, por no mencionar meter de contrabando todas las reservas de Poción Multijugos de Ojoloco bajo la nariz de la madre de Ron.”
   “También modifiqué los recuerdos de mis padres, de modo que están convencidos de que en realidad se llaman Wendell y Monica Wilkins, y que la ambición de su vida es mudarse a Australia, lo que ya han hecho. Asi a Voldemort le sea más dif´ıcil localizarlos e interrogarlos sobre m´ı... o ti, porque desafortunadamente, les conté bastante sobre ti.”
   “Asumiendo que sobrevivamos a la búsqueda de los Horrocruxes, buscaré a mamá y papá y levantaré el encantamiento. Si no... bueno, creo que les lancé un hechizo lo suficientemente bueno como para mantenerlos a salvo y felices. Es que Wendell y Monica Wilkins no saben que tienen una hija.”
   Los ojos de Hermione estaban otra vez llenos de lágrimas. Ron saltó de la cama, la volvió a rodear con el brazo y miró a Harry con el ce˜no fruncido como si le reprochase su falta de tacto. A Harry no se le ocurr´ıa nada que decir, y no era por lo extremadamente inusual que era que Ron estuviese ense˜nando tacto a otro.
   “Yo... Hermione, lo siento... yo no...”
   “¿No te das cuenta que Ron y yo sabemos perfectamente bien lo que puede pasar si vamos contigo? Bueno, lo sabemos. Ron, ensé˜nale a Harry lo que has hecho.”
   “No, acaba de comer” dijo Ron.
   “¡Vamos, tiene que saberlo!”
   “Oh, está bien. Harry, ven aqu´ı.”
   Por segunda vez Ron retiró el brazo que rodeaba a Hermione y se dirigió hacia la puerta.
   “Vamos.”
   “¿Por qué?” preguntó Harry, siguiendo a Ron fuera de la habitación hasta el peque˜no rellano.
   “Descendo” murmuró Ron, apuntando con su varita al techo bajo. Justo por encima de sus cabezas se abrió una trampilla y una escalera se deslizó hasta sus pies. Un sonido horrible, medio gemido medio succión, salió del agujero cuadrado, junto con un desagradable olor como de alcantarillas abiertas.
   “Ese es vuestro esp´ıritu, ¿verdad?” preguntó Harry, que en realidad nunca hab´ıa conocido a la criatura que a veces perturbaba el silencio nocturno.
   “S´ı, lo es” dijo Ron, subiendo por la escalera. “Ven y échale un vistazo.”
   Harry siguió a Ron por los pocos escalones hasta el peque˜no espacio del ático. Su cabeza y hombros estaban en el cuarto antes de que vislumbrase a la criatura enroscada a pocos metros, profundamente dormida en la penumbra con su gran boca totalmente abierta.
   “Pero... parece... ¿normalmente los esp´ıritus llevan pijamas?”
   “No” dijo Ron. “Ni tampoco suelen tener cabello rojo o una buena cantidad de pústulas.”
   Harry contempló a la cosa, ligeramente asqueado. Era humano en forma y tama˜no, y llevaba puesto lo que, ahora que los ojos de Harry se acostumbraban a la oscuridad, era claramente uno de los pijamas viejos de Ron. También estaba seguro de que los esp´ıritus estaban generalmente bastante delgados y calvos, en vez de tener un pelo tan caracter´ıstico CAPÍTULO 6. EL FANTASMA EN PIJAMA
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   y estar cubiertos de ampollas violetas.
   “Es yo, ¿ves?” dijo Ron.
   “No” dijo Harry. “No lo veo.”
   “Te lo explicaré cuando volvamos a la habitación, el olor me está matando” dijo Ron.
   Descendieron por la escalera, luego Ron volvió a subir a la trampilla, y se unieron de nuevo a Hermione, que todav´ıa estaba clasificando libros.
   “Cuando nos vayamos, el esp´ıritu va a bajar y vivir aqu´ı en mi habitación” dijo Ron.
   “Creo que de verdad tiene muchas ganas... bueno, es dif´ıcil de saber porque todo lo que hace es gemir y babear, pero asiente un montón cuando se lo dices. De todas formas, va a ser yo con spattergroit. Bueno, ¿verdad?”
   Harry simplemente lo miró confuso.
   “¡Lo es!” dijo Ron, claramente frustrado porque Harry no hubiese entendido la brillantez del plan. “Mira, cuando los tres no aparezcamos de nuevo en Hogwarts, todos van a pensar que Hermione y yo estaremos contigo, ¿no? Lo que significa que los mort´ıfagos irán directos a por nuestras familias para saber si tienen información sobre donde estás.”
   “Pero con suerte parecerá que yo me marché con mamá y papá; muchos nacidos muggles están hablando de ocultarse en estos tiempos” dijo Hermione.
   “No podemos ocultar a toda mi familia, parecer´ıa demasiado sospechoso, y no todos pueden dejar sus trabajos” dijo Ron. “As´ı que vamos a hacer circular la historia de que estoy enfermo con spattergroit, por lo que no puedo volver a la escuela. Si alguien aparece para investigar, mamá o papá pueden ense˜narles al esp´ıritu en mi cama, cubierto de pústulas. La spattergroit es verdaderamente contagiosa, as´ı que no querrán acercarse a él.
   Tampoco importará que no diga nada, porque aparentemente una vez que el hongo llega a la campanilla de la garganta, no se puede.”
   “¿Y tu madre y tu padre aceptan el plan?” preguntó Harry.
   “Papá s´ı. Ayudó a Fred y George a transformar el esp´ıritu. Mamá? bueno, ya has visto cómo es. No aceptará que nos vayamos hasta que lo hagamos.”
   Se hizo el silencio en la habitación, roto sólo por suaves golpes cuando Hermione lanzaba libros a una pila o la otra. Ron se sentó a observarla, y Harry miró de uno a otro, incapaz de decir nada. Las medidas que hab´ıan tomado para proteger a sus familias le hicieron darse cuenta, más que nada que pudieran haber hecho, de que realmente iban a ir con él y que sab´ıan con exactitud lo peligroso que ser´ıa. Quer´ıa decirles lo que significaba para él, pero simplemente no pod´ıa encontrar palabras lo suficientemente importantes.
   En medio del silencio se escuchó el sonido amortiguado de los gritos de la se˜nora Weasley cuatro pisos más abajo.
   “Probablemente Ginny dejó una mota de polvo en un peque˜no servilletero” dijo Ron.
   “No sé porqué los Delacour tienen que venir dos d´ıas antes de la boda.”
   “La hermana de Fleur es dama de honor, tiene que estar aqu´ı para el ensayo general, y es demasiado joven para venir por su cuenta” dijo Hermione, mientras estudiaba indecisa Recreo con la banshee.
   “Bueno, los invitados no le van a venir bien a los niveles de estrés de mamá” dijo Ron.
   “Lo que de verdad tenemos que decidir” dijo Hermione, desechando Teor´ıa de defensa mágica sin dedicarle un segundo vistazo y cogiendo Evaluación de la educación mágica en Europa, “es a dónde iremos cuando nos marchemos de aqu´ı. Sé que dijiste que primero CAPÍTULO 6. EL FANTASMA EN PIJAMA
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   quer´ıas ir al Valle de Godric, Harry, y entiendo el motivo, pero... bueno... ¿no deber´ıamos hacer de los Horrocruxes nuestra prioridad?”
   “Si supiese dónde está alguno de los Horrocruxes, estar´ıa de acuerdo contigo” dijo Harry, que no cre´ıa que Hermione entendiese realmente su deseo de volver al Valle de Godric. Las tumbas de sus padres eran sólo parte del atractivo: sent´ıa la fuerte e inexplicable sensación de que el lugar guardaba respuestas para él. Tal vez simplemente porque era all´ı donde hab´ıa sobrevivido a la maldición asesina de Voldemort; ahora que estaba enfrentándose al desaf´ıo de repetir la haza˜na, Harry se sent´ıa atra´ıdo por el lugar donde hab´ıa sucedido, deseando entender.
   “¿No crees que existe la posibilidad de que Voldemort tenga vigilado el Valle de Godric?” preguntó Hermione. “Puede que espere que vuelvas y visites las tumbas de tus padres una vez que seas libre de ir a donde quieras.”
   Esto no se le hab´ıa ocurrido a Harry. Mientras luchaba para buscar algo con lo que contestarle, Ron habló, evidentemente siguiendo su propia l´ınea de pensamiento.
   “Este R.A.B” dijo. “Ya sabéis, el que robó el verdadero medallón.”
   Hermione asintió.
   “Dijo en su nota que iba a destruirlo, ¿verdad?”
   Harry arrastró su mochilla hacia s´ı y sacó el falso Horrocrux en el que la nota de R.A.B. todav´ıa estaba doblada.
   “He robado el verdadero Horrocrux y tengo intención de destruirlo tan pronto como pueda.” leyó Harry.
   “Bueno, ¿y si él lo destruyó?” dijo Ron.
   “O ella” introdujo Hermione.
   “Lo que sea” dijo Ron. “¡Será uno menos para nosotros!”
   “S´ı, pero aún as´ı tendremos que intentar seguirle el rastro al autentico guardapelo medallón, ¿no?” dijo Hermione, “para descubrir si fue o no destruido.”
   “Y cuando lo tengamos, ¿cómo se destruye un Horrocrux?” preguntó Ron.
   “Bueno” dijo Hermione, “lo he estado investigando.”
   “¿Cómo?” preguntó Harry. “No cre´ı que hubiese ningún libro sobre Horrocruxes en la biblioteca.”
   “No hab´ıa” dijo Hermione, que hab´ıa enrojecido. “Dumbledore los sacó todos pero?
   no los destruyó.”
   Ron se sentó recto, con los ojos muy abiertos.
   “Por los pantalones de Merl´ın, ¿cómo conseguiste poner las manos en esos libros de Horrocruxes?”
   “No? ¡no fue un robo!” dijo Hermione, mirando de Harry a Ron con una cierta desesperación. “Segu´ıan siendo libros de la biblioteca, aunque Dumbledore los hubiera sacado de las estanter´ıas. De todas formas, si realmente no hubiese querido que nadie accediese a ellos, seguro que lo habr´ıa guardado mucho más?”
   “¡Ve al grano!” dijo Ron.
   “Bueno? fue fácil” dijo Hermione con una vocecilla. “Simplemente hice un encantamiento convocador. Ya sabes... Accio. Y... salieron volando por la ventana del despacho CAPÍTULO 6. EL FANTASMA EN PIJAMA
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   de Dumbledore, directos al dormitorio de las chicas.”
   “¿Pero cuando hiciste eso?” preguntó Harry, mirando a Hermione con una mezcla de admiración e incredulidad.
   “Justo después de su... del funeral de... Dumbledore” dijo Hermione en una voz más débil aún. “Justo después de que acordaramos dejar el colegio y salir a buscar los Horrocruxes. Cuando volv´ı al piso de arriba a recoger mis cosas, simplemente se... se me ocurrió que cuanto más supiéramos de ellos, mejor... y estaba all´ı sola... as´ı que intenté...
   y funcionó. Volaron directos a través de la ventana abierta y los... guardé en el equipaje.”
   Tragó y luego dijo implorante:
   “No puedo creer que Dumbledore se hubiera enfadado por eso, no es como si fuéramos a usar la información para crear un Horrocrux, ¿verdad?”
   “¿Nos oyes quejarnos?” dijo Ron. “De todas formas, ¿dónde están esos libros?”
   Hermione rebuscó durante un rato y sacó de la pila un grueso volumen, encuadernado en descolorido cuero negro. Parec´ıa un poco mareada y lo sosten´ıa con tanta cautela como si fuese algo recientemente muerto.
   “Este es el que da las instrucciones espec´ıficas sobre cómo hacer un Horrocrux. Secretos de las Artes Más Oscuras... es un libro horrible, de verdad, realmente espantoso, lleno de magia malvada. Me pregunto cuando lo sacó Dumbledore de la biblioteca... si no lo hizo hasta que fue director, apuesto a que Voldemort sacó todas las instrucciones que necesitaba de él.”
   “¿Entonces porqué le tuvo que preguntar a Slughorn cómo hacer un Horrocrux, si ya hab´ıa le´ıdo eso?” preguntó Ron.
   “Sólo se acercó a Slughorn para descubrir lo que pasar´ıa si divid´ıas tu alma en siete”
   dijo Harry. “Dumbledore estaba seguro de que Ryddle ya sab´ıa cómo hacer un Horrocrux cuando le preguntó a Slughorn por ellos. Creo que tienes razón, Hermione; ese libro pudo ser la fuente de dónde sacó fácilmente la información.”
   “Y cada vez que leo más sobre ellos” dijo Hermione, “más terribles me parecen, y menos creo que en realidad hiciera seis. En este libro se avisa de lo inestable que haces al resto de tu alma al desgarrarla, ¡y eso sólo haciendo un Horrocrux!”
   Harry recordó lo que Dumbledore hab´ıa dicho sobre que Voldemort hab´ıa ido más allá de la ...maldad normal...
   “¿No hay forma de volverte a poner todo junto?” preguntó Ron.
   “S´ı” dijo Hermione con una sonrisa vac´ıa. “Pero ser´ıa extremadamente doloroso.”
   “¿Por qué? ¿Cómo lo har´ıas?” preguntó Harry.
   “Remordimiento” dijo Hermione. “Realmente tienes que sentir lo que has hecho. Hay una nota al pie. Aparentemente el dolor de ese acto te puede destruir. No puedo ver a Voldemort intentándolo de ninguna forma, ¿y vosotros?”
   “No” dijo Ron, antes de que Harry pudiera contestar. “¿Entonces en ese libro dice como destruir Horrocruxes?”
   “S´ı” dijo Hermione, pasando ahora las frágiles páginas como si examinase v´ısceras asquerosas, “porque avisa a los magos oscuros de lo fuertes que tienen que ser los encantamientos en ellos. Según todo lo que he le´ıdo, lo que Harry le hizo al diario de Ryddle fue una de las pocas maneras infalibles de destruir un Horrocrux.”
 
   CAPÍTULO 6. EL FANTASMA EN PIJAMA
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   “¿El qué, clavarle un colmillo de basilisco?” preguntó Harry.
   “Oh bien, qué suerte que tengamos una gran reserva de colmillos de basilisco, entonces”
   dijo Ron. “Me estaba preguntando qué har´ıamos con ellos.”
   “No tiene que ser un colmillo de basilisco” dijo Hermione pacientemente. “Tiene que ser algo tan destructivo que el Horrocrux no se pueda reparar a s´ı mismo. El veneno de basilisco sólo tiene un ant´ıdoto, que es incre´ıblemente raro...”
   “... Lágrimas de fénix” dijo Harry, asintiendo con la cabeza.
   “Exacto” dijo Hermione. “El problema es que hay muy pocas sustancias que sean tan destructivas como el veneno de basilisco, y todas son muy peligrosas para llevarlas encima. Sin embargo es un problema que tendremos que resolver, porque rasgar, aplastar o destrozar un Horrocrux no servirá. Hay que dejarlo más allá de la reparación mágica.”
   “Pero aunque destrocemos la cosa en la que viva” dijo Ron, “¿por qué el trozo de alma no se podr´ıa mover y vivir en otra cosa?”
   “Porque un Horrocrux es lo completamente opuesto a un ser humano.”
   Viendo que Harry y Ron parec´ıan totalmente confusos, Hermione se apresuró a explicar.
   “Mirad, si ahora mismo cogiese una espada, Ron, y te atravesase con ella, no da˜nar´ıa para nada tu alma.”
   “Lo cual ser´ıa un gran consuelo para m´ı, estoy seguro” dijo Ron. Harry rió.
   “¡Pues en realidad deber´ıa serlo! Pero lo que quiero decir es que sin importar lo que suceda con tu cuerpo, tu alma sobrevivirá intacta” dijo Hermione. “Pero con un Horrocrux es al contrario. El fragmento de alma en su interior depende de lo que lo contenga, del cuerpo encantado, para sobrevivir. No puede existir sin él.”
   “El diario murió en cierto modo cuando lo atravesé” dijo Harry, recordando la tinta que se hab´ıa vertido como sangre de las páginas perforadas, y los gritos del trozo de alma de Voldemort mientras se desvanec´ıa.
   “Y una vez que el diario estuvo adecuadamente destruido, el trozo de alma atrapado en él no pudo seguir existiendo. Ginny intentó deshacerse del diario antes de que lo hicieses tú, tirándolo por el retrete, pero obviamente volvió como nuevo.”
   “Espera un momento” dijo Ron, frunciendo el ce˜no. “El trozo de alma de ese diario estaba poseyendo a Ginny, ¿no? ¿Cómo funciona eso, entonces?”
   “Mientras el contenedor mágico está todav´ıa intacto, el trozo de alma de su interior puede revolotear de dentro a fuera si alguien se acerca demasiado al objeto. No quiero decir sujetarlo cerca, no tiene nada que ver con tocarlo” a˜nadió antes de que Ron pudiera hablar, “quiero decir cerca emocionalmente. Ginny vertió su corazón en el diario, se hizo incre´ıblemente vulnerable. Te metes en problemas si te encari˜nas demasiado o si te vuelves dependiente del Horrocrux.”
   “Me pregunto cómo destruir´ıa Dumbledore el anillo” dijo Harry. “¿Por qué no le pregunté? En realidad nunca?”
   Su voz se apagó: estaba pensando en todas las cosas que le deber´ıa haber preguntado a Dumbledore, y como, desde de la muerte del director, a Harry le parec´ıa que hab´ıa desper-diciado demasiadas oportunidades cuando Dumbledore hab´ıa estado vivo, para descubrir más... para descubrirlo todo...
   El silencio se rompió cuando la puerta de la habitación se abrió con un golpe que CAPÍTULO 6. EL FANTASMA EN PIJAMA
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   hizo temblar las paredes. Hermione chilló y dejó caer Secretos de las Artes Más Oscuras; Crookshanks se metió como un rayo bajo la cama, siseando indignado; Ron saltó de la cama, resbaló con el envoltorio de una rana de chocolate y se golpeó la cabeza contra la pared de enfrente; y Harry instintivamente se lanzó hacia su varita antes de darse cuenta de que estaba mirando a la se˜nora Weasley, que ten´ıa el cabello descolocado y la cara retorcida de cólera.
   “Siento interrumpir esta peque˜na reunión acogedora” dijo con voz temblorosa. “Estoy segura de que todos necesitáis descansar... pero hay regalos de boda amontonados en mi cuarto que necesitan ser clasificados y ten´ıa la impresión de que todos hab´ıais aceptado ayudar.”
   “Oh, s´ı” dijo Hermione con expresión aterrorizada al ponerse de pie, haciendo volar libros en todas direcciones, “iremos... sentimos...”
   Con una angustiosa mirada a Harry y Ron, Hermione salió rápidamente de la habitación tras la se˜nora Weasley.
   “Es como ser un elfo doméstico” se quejó Ron en voz baja, todav´ıa frotándose la cabeza mientras Harry y él las segu´ıan, “excepto por lo de la satisfacción del trabajo.
   Cuando antes termine esta boda, más feliz seré.”
   “S´ı” dijo Harry, “entonces no tendremos otra cosa que hacer excepto buscar Horrocruxes... será como unas vacaciones, ¿eh?”
   Ron empezó a re´ır, pero al ver el enorme montón de regalos de boda que los esperaban en la habitación de la se˜nora Weasley, se detuvo bastante abruptamente.
   Los Delacour llegaron la ma˜nana siguiente a las once en punto. En ese momento Harry, Ron, Hermione y Ginny se sent´ıan bastante resentidos con la familia de Fleur; y fue de mala gana que Ron subió otra vez escaleras arriba para ponerse calcetines iguales, y Harry intentó aplastarse el pelo. Una vez que todos fueron declarados suficientemente elegantes, entraron en tropel en el soleado patio trasero para esperar a los invitados.
   Harry nunca hab´ıa visto el lugar tan arreglado. Los calderos oxidados y las viejas botas de goma que normalmente cubr´ıan los escalones de la puerta trasera hab´ıan desaparecido, reemplazados por dos nuevos arbustos temblones situados a cada lado de la puerta en grandes macetas; aunque no hab´ıa brisa, el patio hab´ıa sido barrido, y el cercano jard´ın hab´ıa sido podado, recortado y en general arreglado, aunque a Harry, al que le gustaba lleno de maleza, le pareció que parec´ıa ve´ıa bastante abandonado sin su contingente habitual de gnomos traviesos.
   Harry hab´ıa perdido la cuenta de cuantos encantamientos de seguridad hab´ıan sido colocados alrededor de la Madriguera por la Orden y el Ministerio; todo lo que sab´ıa era que ya no era posible viajar directamente hasta all´ı usando magia. Por eso el se˜nor Weasley hab´ıa ido a recibir a los Delacour a la cima de una colina cercana, donde ten´ıan que llegar con un ...Traslador. El primer sonido que indicó que se acercaban fue una extra˜na risa estridente, que resultó provenir del se˜nor Weasley, que apareció en la verja momentos después, cargado de equipaje y con una hermosa rubia con una túnica larga y de color verde hoja, que solo pod´ıa ser la madre de Fleur.
   “¡Mamá!” gritó Fleur, saliendo disparada para abrazarla. “¡Papá!”
   Monsieur Delacour no era ni de lejos tan atractivo como su mujer; era una cabeza más bajo y extremadamente regordete, con una peque˜na barba puntiaguda. Sin embargo, parec´ıa afable. Saltando hacia la se˜nora Weasley con botas de tacón alto, la besó dos veces en cada mejilla, dejándola aturullada.
 
   CAPÍTULO 6. EL FANTASMA EN PIJAMA
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   “Se han tomado tantas molestias” dijo con voz profunda. “Fleur nos ha dicho que han estado trabajando muy duro.”
   “¡Oh, no ha sido nada, nada!” trinó la se˜nora Weasley. “¡Ninguna molestia!”
   Ron descargó sus sentimientos lanzándole una patada a un gnomo que estaba echando un vistazo desde detrás de uno de los nuevos arbustos.
   “¡Querida dama!” dijo Monsieur Delacour, todav´ıa agarrando la mano de la se˜nora Weasley entre las suyas regordetas y mirándola con una sonrisa radiante. “¡Nos sentimos muy honrados por la inminente unión de nuestras dos familias! Perm´ıtame presentarle a mi mujer, Apolline.”
   Madame Delacour se deslizó hacia delante y se detuvo para besar también a la se˜nora Weasley.
   “Enchantée” dijo ella “¡Su magido nos ha estado contando unas histogias tan diveg-tidas!”
   El se˜nor Weasley dejó escapar una risa man´ıaca; la se˜nora Weasley le lanzó una mirada, tras la que inmediatamente él se quedó en silencio y asumió una expresión apropiada para el lecho de enfermo de un amigo ´ıntimo.
   “¡Y por supuesto, ya conoce a mi hija peque˜na, Gabrielle!” dijo Monsieur Delacour.
   Gabrielle era una Fleur en miniatura; con once a˜nos, pelo por las caderas de un rubio totalmente platino, le lanzó a la se˜nora Weasley una sonrisa deslumbrante y la abrazó, luego le lanzó a Harry una mirada brillante, agitando las pesta˜nas. Ginny se aclaró la garganta ruidosamente.
   “Bien, ¡pasen, pasen!” dijo el se˜nor Weasley alegremente, e hizo pasar a los Delacour al interior de la casa, con muchos “¡No, por favor!” y “¡Después de usted!” y “¡Para nada!”
   Los Delacour, descubrieron rápidamente, eran invitados amables y agradables. Estaban encantados con todo y deseosos de ayudar con los preparativos de la boda. Monsieur Delacour declaró que todo, desde el plan de distribución de asientos hasta los zapatos de las damas de honor era ’¡Charmant! ’. Madame Delacour era experta en hechizos del hogar y tuvo el horno adecuadamente limpio en un pispás; Gabrielle segu´ıa a su hermana mayor a todas partes, intentando ayudar de cualquier forma que pudiese y farfullando en un rápido francés.
   El único inconveniente era que la Madriguera no hab´ıa sido construida para acomodar a tanta gente. El se˜nor y la se˜nora Weasley dorm´ıan ahora en el salón, habiendo acallado las protestas de Monsieur y Madame Delacour e insistido en que ocupasen su habitación.
   Gabrielle dorm´ıa con Fleur en la vieja habitación de Percy, y Bill compartir´ıa habitación con Charlie, su padrino, una vez que Charlie llegara de Ruman´ıa. Las oportunidades para hacer planes juntos se volvieron prácticamente inexistentes, y fue en desesperación que Harry, Ron y Hermione se ofrecieron voluntarios para alimentar a los pollos, simplemente para escapar de la casa superpoblada.
   “¡Pero todav´ıa no nos deja solos!” gru˜nó Ron, cuando el segundo intento de reunirse en el patio fue frustrado por la aparición de la se˜nora Weasley llevando una gran cesta de colada entre los brazos.
   “Oh, bien, habéis alimentado a los pollos” dijo al aproximarse. “Será mejor que los encerremos de nuevo antes de que lleguen los hombres ma˜nana... para colocar la carpa para la boda.” explicó, deteniéndose para apoyarse contra el gallinero. Parec´ıa agotada.
   “Carpas Mágicas Millamant... son muy buenos. Bill los irá a recoger... es mejor que te quedes dentro mientras estén aqu´ı, Harry. Debo decir que tener todos estos hechizos de CAPÍTULO 6. EL FANTASMA EN PIJAMA
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   seguridad por aqu´ı complica bastante el organizar una boda.”
   “Lo siento” dijo Harry humildemente.
   “¡Oh, no seas tonto, cari˜no!” dijo la se˜nora Weasley al momento. “No quise decir...
   bueno, ¡tu seguridad es mucho más importante! En realidad, quer´ıa preguntarte cómo te gustar´ıa celebrar tu cumplea˜nos, Harry. Diecisiete, después de todo, es un d´ıa importante...”
   “No quiero mucho jaleo” dijo Harry con rapidez, imaginando el esfuerzo adicional que eso les supondr´ıa a todos. “De verdad, se˜nora Weasley, simplemente una cena normal estará bien... es el d´ıa antes de la boda...”
   “Oh, bueno, si estás seguro, cari˜no. Invitaré a Remus y a Tonks, ¿no crees? ¿Y qué me dices de Hagrid?”
   “Eso ser´ıa estupendo” dijo Harry. “Pero por favor, no quiero causar muchas molestias.”
   “Para nada, para nada... no es ninguna molestia...”
   Lo estudió con una mirada larga y penetrante, luego sonrió con un poco de tristeza, se enderezó y se marchó. harry vio cómo agitaba la varita cerca de la cesta de la colada y las ropas húmedas se elevaban en el aire para colgarse ellas solas. De repente sintió una gran ráfaga de arrepentimiento por la molestia y dolor que le estaba causando.
 
   Cap´ıtulo 7
   La Voluntad de Albus Dumbledore
   Estaba caminando por una larga carretera de monta˜na a la fr´ıa luz azul del amanecer.
   Muy por debajo, envuelta en niebla, se ve´ıa la sombra de una peque˜na ciudad. ¿Estaba el hombre al que buscaba ah´ı abajo, el hombre al que necesitaba tan desesperadamente que no pod´ıa pensar en nada más, el hombre que ten´ıa la respuesta, la respuesta a su problema...?
   “Eh, despierta.”
   Harry abrió los ojos. Estaba de nuevo tendido en la cama plegable del revuelto cuarto de Ron en el ático. El sol no hab´ıa salido aún y la habitación estaba todav´ıa oscura.
   Pigwidgeon estaba dormida con la cabeza bajo su diminuta ala. La cicatriz de la frente le dol´ıa.
   “Estabas murmurando en sue˜nos.”
   “¿De verdad?”
   “Si, ’Gregorovitch’. Estabas diciendo ’Gregorovitch’.”
   Harry no llevaba puestas las gafas; ve´ıa la cara de Ron ligeramente borrosa.
   “¿Quién es Gregorovitch?”
   “¿Y yo que sé? Eras tú el que lo estaba diciendo.”
   Harry se frotó la frente, pensando. Ten´ıa la vaga sensación de haber o´ıdo el nombre antes, pero no pod´ıa pensar donde.
   “Creo que Voldemort le está buscando.”
   “Pobre tipo” dijo Ron fervorosamente.
   Harry se sentó, todav´ıa frotándose la cicatriz, ahora totalmente despierto. Intentó recordar qué hab´ıa visto exactamente en su sue˜no, pero todo lo que recordaba era un horizonte monta˜noso y la silueta de un peque˜no pueblo acunado en un profundo valle.
   “Creo que está en el extranjero.”
   “¿Quién, Gregorovitch?”
   “Voldemort. Creo que está en algún lugar del extranjero, buscando a Gregorovitch.
   No parec´ıa ningún lugar de Gran Breta˜na.”
   “¿Crees que estás viendo en su mente de nuevo?”
   Ron parec´ıa preocupado.
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   CAPÍTULO 7. LA VOLUNTAD DE ALBUS DUMBLEDORE
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   “Hazme un favor y no se lo digas a Hermione” dijo Harry. “No sé como espera que deje de ver cosas en sue˜nos...”
   Levantó la mirada hacia la peque˜na jaula de Pidwidgeon, pensando... ¿Por qué el nombre ’Gregorovitch’le era familiar?
   “Creo” dijo lentamente, “que tiene algo que ver con el Quidditch. Hay alguna conexión, pero no se me ocurre... no se me ocurre cual pueda ser.”
   “¿Quidditch?” dijo Ron. “¿Seguro que no estás pensando en Gorgovitch?”
   “¿Quién?”
   “Dragomir Gorgovitch, Guardián, traspasado a los Chudley Cannons por un record hace dos a˜nos. El record que mantiene es el de dejar caer más Quaffle en una temporada.”
   “No” dijo Harry. “Definitivamente no estoy pensando en Gorgovitch.”
   “Yo intento no hacerlo tampoco” dijo Ron. “Bueno, feliz cumplea˜nos, por cierto.”
   “Guau... ¡Tienes razón, lo olvidé! ¡Tengo diecisiete!”
   Harry agarró la varita posada en mesita junto a su cama plegable, apuntó al desordenado escritorio donde hab´ıa dejado sus gafas, y dijo ’¡Accio Gafas! ’. Aunque estaban a solo unos cuarenta cent´ımetros de distancia, hab´ıa algo inmensamente satisfactorio en verlas zumbar hacia él, al menos hasta que le pincharon el ojo.
   “Muy astuto” bufó Ron.
   Celebrando el levantamiento de su Rastro, Harry envió las posesiones de Ron a volar por la habitación, provocando que Pigwidgeon despertara y aleteara excitadamente en su jaula. Harry intentó también atarse los cordones de las zapatillas con magia (el resultado fue un nudo que llevó varios minutos desatar a mano) y, solo por el puro placer de hacerlo, cambió el naranja de las túnicas del poster de Ron de los Chudley Cannons por azul brillante.
   “Yo que tu me subir´ıa la cremallera con la mano” aconsejó Ron a Harry, resoplando cuando Harry lo hizo inmediatamente. “Aqu´ı está tu regalo. Desenvuélvelo aqu´ı, no es apto para los ojos de mi madre.”
   “¿Un libro?” dijo Harry mientras tomaba el paquete rectángulo. “Un poco alejado de la tradición, ¿verdad?”
   “Este no es un libro común” dijo Ron. “Es oro puro. Doce Formas Infalibles de Encantar a las Brujas. Explica todo lo que necesitas saber sobre las chicas. Si lo hubiera tenido el a˜no pasado habr´ıa sabido exactamente como librarme de Lavender y tú habr´ıas sabido como acabar con... Bueno, Fred y George me dieron una copia, y he aprendido mucho. Te sorprender´ıa, no es aburrido en absoluto además.”
   Cuando llegaron a la cocina encontraron una pila de regalos esperando sobre la mesa.
   Bill y Monsieur Delacour estaban terminando su desayuno, mientras la Se˜nora Weasley estaba de pie canturreando sobre la sartén.
   “Arthur me dijo que te deseara felices diecisiete, Harry,” dijo la Se˜nora Weasley, sonriéndole. “Tuvo que irse a trabajar temprano, pero volverá para la cena. Ese de encima es nuestro regalo.”
   Harry se sentó, tomó el paquete cuadrado que ella hab´ıa indicado, y lo desenvolvió.
   Dentro hab´ıa un reloj muy parecido al que el Se˜nor y la Se˜nora Weasley hab´ıan regalado a Ron por su decimoséptimo cumplea˜nos; era de oro, con estrellas en vez de manecillas.
 
   CAPÍTULO 7. LA VOLUNTAD DE ALBUS DUMBLEDORE
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   “Es tradicional regalarle a un mago un reloj cuando llega a la mayor´ıa de edad” dijo la Se˜nora Weasley, observándole ansiosamente desde detrás de la cocina. “Me temo que este no es nuevo como el de Ron, en realidad era de mi hermano Fabián y él no es que fuera terriblemente cuidadoso con sus posesiones, está ara˜nado por detrás, pero...”
   El resto de su discurso se perdió. Harry se hab´ıa levantado y la abrazaba. Intentó poner un montón de cosas nunca dichas en el abrazo y quizás ella las entrendió, porque le palmeó la mejilla torpemente cuando la soltó, después ondeó su varita de forma ligeramente aleatoria, causando la ca´ıda de un trozo de beacon de la sartén al suelo.
   “¡Feliz cumplea˜nos, Harry!” dijo Hermione, apresurándose a entrar en la cocina y a˜nadiendo su propio regalo a la pila. “No es mucho, pero espero que te guste. ¿Qué le has regalado tú?” a˜nadió para Ron, que pareció no o´ırla.
   “¡Vamos, venga, abre el de Hermione!” dijo Ron.
   Le hab´ıa comprado un nuevo Chivatoscopio. Los otros paquetes conten´ıan una hoja de afeitar encantada de Bill y Fleur (“Ah, si, esto te hagá el afeitado más suave que hayas disfgutado nunca”, le aseguró Monsieur Delacour, “pero debes decigle clagamente lo que deseas... de otgo modo podg´ıas encontgagte con menos pelo del que quisiegas...”), chocolates de los Delacour, y una enorme caja de lo último en art´ıculos de ’Sortilegios Weasley’de Fred y George.
   Harry, Ron y Hermione no se demoraron en la mesa, cuando la llegada de Madame Delacour, Fleur y Gabrielle dejó la cocina incómodamente atestada.
   “Yo te guardo esto en el equipaje” dijo Hermione alegremente, quitándole los regalos de los brazos mientras los tres se dirig´ıan otra vez escaleras arriba. “Casi he acabado, solo estoy esperando a que el resto de vuestra ropa interior salga de la lavadora, Ron...”
   La estampida de Ron fue interrumpida por una puerta que se abrió en el descansillo del primer piso.
   “¿Harry, te importar´ıa venir un momento?”
   Era Ginny. Ron se detuvo bruscamente, pero Hermione le cogió del codo y tiró de él escaleras arriba. Nervioso, Harry siguió a Ginny al interior de su habitación.
   Nunca antes hab´ıa estado all´ı dentro. Era peque˜na, pero brillante. Hab´ıa un gran poster del grupo Las Brujas de Macbeth en una pared, y una foto de Gwenog Jones, Capitana del Equipo de Quiddith, solo de brujas, las Holyhead Harpies, en la otra. Un escritorio estaba colocado de cara a la ventana abierta, que daba al huerto donde una vez Ginny y él hab´ıan jugado un dos contra dos al Quidditch con Ron y Hermione, y que ahora estaba ocupado por una enorme y perlada carpa. La bandera dorada de lo alto estaba al nivel de la ventana de Ginny.
   Ginny levantó la mirada hacia la cara de Harry, tomó un profundo aliento, y dijo.
   “Felices diecisiete.”
   “Si... gracias.”
   Ella le miraba firmemente; él sin embargo, encontraba dif´ıcil devolverle la mirada, era como contemplar una luz brillante.
   “Bonita vista” dijo débilmente, se˜nalando hacia la ventana.
   Ella lo ignoró. No pod´ıa culparla.
   “No se me ocurrió qué regalarte” dijo.
 
   CAPÍTULO 7. LA VOLUNTAD DE ALBUS DUMBLEDORE
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   “No ten´ıas que regalarme nada.”
   Ella hizo caso omiso de eso también.
   “No sab´ıa que ser´ıa útil. Nada demasiado grande, porque si no, no podr´ıas llevarlo contigo.”
   Se arriesgó a mirarla. No estaba llorando; esa era una de las cosas más maravillosas de Ginny, raramente lloraba. En ocasiones hab´ıa pensado que tener seis hermanos deb´ıa haberla endurecido.
   Dio un paso hacia él.
   “As´ı que después pensé, que me gustar´ıa que tuvieras algo para recordarme, ya sabes, por si conoces a alguna veela cuando estés por ah´ı haciendo lo que sea que vayas a hacer.”
   “No creo que las oportunidades de ligar vayan a estar a la orden del d´ıa, para serte sincero.”
   “Ah´ı es adonde quer´ıa llegar” susurró ella, y entonces le besó como nunca le hab´ıa besado antes, y Harry le estaba devolviendo el beso, y ese extasiado olvido fue mejor que el whisky de fuego; ella era la única cosa real en el mundo, Ginny, su sensación, la mano que ten´ıa en su espalda y la otra en su largo y oloroso pelo...
   La puerta se abrió de golpe tras ellos y se separaron de un salto.
   “Oh” dijo Ron mordazmente. “Lo siento.”
   “¡Ron!” Hermione estaba justo tras él, ligeramente sin aliento. Se hizo un silencio tenso, y luego Ginny digo con una vocecita seria,
   “Bueno, feliz cumplea˜nos de cualquier modo, Harry.”
   Las orejas de Ron estaban de color escarlata; Hermione parec´ıa nerviosa. Harry deseó es-tamparles la puerta en la cara, pero daba la sensación de que una corriente fr´ıa hab´ıa entrado en la habitación cuando la puerta se abrió, y su brillante momento hab´ıa estalla-do como una burbuja de jabón. Todas las razones para terminar su relación con Ginny, para dejarla al margen, parec´ıan haberse colado en la habitación con Ron, y toda su feliz amnesia hab´ıa desaparecido.
   Miró a Ginny, deseando decir algo, aunque dif´ıcilmente sab´ıa qué, pero ella le hab´ıa vuelto la espalda. Pensó que podr´ıa haber sucumbido, por una vez, a las lágrimas. No pod´ıa hacer nada por consolarla delante de Ron.
   “Te veo luego” dijo, y siguió a los otros dos fuera del dormitorio.
   Ron marchó escaleras abajo, a través de la todav´ıa atestada cocina y hasta el patio, y Harry le mantuvo el paso todo el camino, con Hermione trotando junto a ellos con aspecto un poco asustado.
   Una vez alcanzaron la soledad del césped recién cortado, Ron se volvió hacia Harry.
   “La dejaste. ¿Qué estás haciendo ahora, rondándola?”
   “No la estoy rondando,” dijo Harry, cuando Hermione les alcanzaba.
   “Ron...”
   Pero Ron alzó una mano para silenciarla.
   “Estaba realmente echa polvo cuando terminásteis...”
   “También yo. Sabes por qué terminé con ella, y no fue porque que yo quisiera.”
 
   CAPÍTULO 7. LA VOLUNTAD DE ALBUS DUMBLEDORE
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   “Si, pero ahora vas y la besas y va a hacerse ilusiones otra vez...”
   “No es idiota, sabe que no puede ser, no espera que acabemos... que acabemos casándonos, o...”
   Al decirlo, en la mente de Harry tomó forma una v´ıvida imagen de Ginny, con un vestido blanco, casándose con un desconocido alto, desagradable y sin cara.
   En un vertiginoso momento pareció golpearle. El futuro de ella estaba libre y sin trabas, mientras que el suyo... él no pod´ıa ver delante nada más que a Voldemort.
   “Si sigues tonteando con ella a cada oportunidad que tienes...”
   “No volverá a ocurrir” dijo Harry severamente. El d´ıa estaba despejado, pero él sent´ıa como si el sol hubiera desaparecido. “¿Vale?”
   Ron parec´ıa medio resentido, medio t´ımido; se meció adelante y atrás sobre sus pies por un momento, después dijo
   “Bien entonces, bien, esto... si.”
   Ginny no buscó otro encuentro a solas con Harry durante el resto del d´ıa, ni con una mirada o gesto demostró que hab´ıan compartido algo más que una cortés conversación en su habitación. No obstante, la llegada de Charlie fue un alivio para Harry. Proporcionó una distracción observar a la Se˜nora Weasley mientras forzaba a Charlie a sentarse en una silla, alzaba su varita amenazadoramente, y anunciaba que estaba a punto de obtener un apropiado corte de pelo.
   Como la cena de cumplea˜nos de Harry hab´ıa estado más allá de la capacidad de la cocina incluso antes de la llegada de Charlie, Lupin, Tonks, y Hagrid, se hab´ıan colocado varias mesas al fondo del jard´ın. Fred y George hab´ıan embrujado un buen número de linternas púrpura todas engalanadas con un gran número 17, que colgaban en el aire sobre los invitados. Gracias a los cuidados de la Se˜nora Weasley, la herida de George estaba pulcra y limpia, pero Harry no se acostumbraba aún al agujero negro en el costado de su cabeza, a pesar de que los gemelos hac´ıan muchas bromas al respecto.
   Hermione hizo que grandes carteles de púrpura y oro irrumpieran del extremo de su varita y se colgasen a s´ı mismos art´ısticamente sobre los árboles y arbustos.
   “Bonito” dijo Ron, cuando con una floritura final de la varita, Hermione cambió las hojas del manzano a dorado. “Realmente tienes ojo para este tipo de cosas.”
   “¡Gracias, Ron!,” dijo Hermione, pareciendo a la vez complacida y un poco confusa.
   Harry se alejó, sonriendo para s´ı mismo. Ten´ıa la curiosa impresión de que descubrir´ıa un cap´ıtulo de cumplidos cuando encontrara tiempo para estudiar atentamente su copia de Doce Formas Infalibles de Encantar a una Bruja; captó la mirada de Ginny y le sonrió antes de recordar su promesa a Ron y apresurarse a entablar conversación con Monsieur Delacour.
   “¡Fuera de mi camino, fuera de mi camino!” cantaba la Se˜nora Weasley, atravesando la puerta con lo que parec´ıa ser una Snitch gigante del tama˜no de un balón de playa delante de ella. Segundo después Harry comprendió que era su pastel de cumplea˜nos, que la Se˜nora Weasley estaba sujetando con su varita, en vez de arriesgarse a cargar con él por terreno accidentado. Cuando el pastel hubo aterrizado finalmente en medio de la mesa, Harry dijo,
   “Tiene un aspecto asombroso, Se˜nora Weasley.”
   “Oh, no es nada, querido,” dijo ella cari˜nosamente. Sobre su hombro, Ron alzó el CAPÍTULO 7. LA VOLUNTAD DE ALBUS DUMBLEDORE
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   pulgar hacia Harry y formó con la boca las palabras ’Muy buena esa’.
   A las siete en punto todos los invitados hab´ıan llegado, conducidos a la casa por Fred y George, que los esperaban al final de la senda. Hagrid hab´ıa honrado la ocasión vistiendo su mejor y más horrible traje marrón. Aunque Lupin sonre´ıa cuando estrechó la mano de Harry, Harry pensó que parec´ıa bastante infeliz. Era todo muy raro; Tonks, a su lado, parec´ıa sencillamente radiante.
   “Feliz cumplea˜nos, Harry,” dijo, abrazándole firmemente.
   “¡Diecisiete, eh!” dijo Hagrid mientras aceptaba un vaso, del tama˜no de un cubo, de Fred. “Seis a˜nos desde el d´ıa en que nos conocimos, Harry, ¿recuerdas?”
   “Vagamente,” dijo Harry, sonriéndole“ ¿No derribaste la puerta principal, le pusiste a Dudley una cola de cerdo, y me dijiste que era un mago?”
   “Hab´ıa olvidado los detalles” rió Hagrid con satisfacción. “¿Todo bien, Ron, Hermione?”
   “Estamos bien,” dijo Hermione. “¿Y tú?”
   “Ah, no está mal. Ocupado, tenemos unicornios recién nacidos. Os los mostraré cuando volváis.” Harry evitó las miradas de Ron y Hermione mientras Hagrid rebuscaba en su bolsillo. “Aqu´ı tienes, Harry... no se me ocurr´ıa qué regalarte, pero entonces recordé esto.”
   Sacó una bolsilla ligeramente peluda que se cerraba con un largo cordel, que evidentemente serv´ıa para llevarla al cuello. “Piel de topo. Oculta cualquier cosa en ella pero solo su propietario puede sacarlas. Son raras.”
   “¡Hagrid, gracias!”
   “No es nada,” dijo Hagrid, ondeando su mano del tamano de la tapa de un cubo de basura.. “¡Ah´ı está Charlie! Siempre me ha gustado Charlie... ¡ey! ¡Charlie!”
   Charlie se aproximó, pasándose la mano ligeramente pesaroso sobre su nuevo y brutalmente corto rapado. Era más bajo que Ron, ancho, con una gran número de quemaduras y ara˜nazos en sus musculosos brazos.
   “Hola, Hagrid, ¿cómo va?”
   “Bien para los tiempos que corren. ¿Cómo le va a Norberto?”
   “¿Norberto?” rió Charlie. “¿El Colacuerno Noruego? Ahora la llamamos Norberta.”
   “¿Qué... Norberto es una chica?”
   “Oh, si,” dijo Charlie.
   “¿Cómo lo sabes?” preguntó Hermione.”
   “Son mucho más crueles” dijo Charlie. Miró sobre su hombro y dejó caer la voz.
   “Desear´ıa que Papá se diera prisa y llegara ya. Mamá se está poniendo de los nervios.”
   Todos miraron a la Se˜nora Weasley, que estaba intentando hablar con Madame Delacour mientras lanzaba continuamente miradas hacia la verja.
   “Creo que mejor empezamos sin Arthur” gritó hacia el jard´ın después de un momento o dos. “¡Debe haberse entretenido... oh!”
   Todos lo vieron al mismo tiempo, una ráfaga de luz que llegaba volando por el patio y hasta la mesa, donde tomó la forma de una comadreja de plata brillante, que se puso en pie sobre las patas traseras y habló con la voz del Se˜nor Weasley.
   “El Ministro de Magia viene conmigo.”
 
   CAPÍTULO 7. LA VOLUNTAD DE ALBUS DUMBLEDORE
   70
   El Patronus se disolvió en el aire, dejando a la familia de Fleur mirando atónita el lugar donde se hab´ıa desvanecido.
   “Nosotros no deber´ıamos estar aqu´ı,” dijo Lupin al instante. “Harry... lo siento... te lo explicaré en otro momento...”
   Agarró la mu˜neca de Tonks y se la llevó; alcanzaron la valla, la escalaron, y se perdieron de vista. La Se˜nora Weasley parec´ıa desconcertada.
   “El Ministro... ¿pero por qué...? No entiendo...”
   Pero no hubo tiempo de discutir la cuestión; un segundo después, el Se˜nor Weasley hab´ıa aparecido de la nada en la verja, acompa˜nado por Rufus Scrimgeour, instantáneamente reconocible por su melena de pelo grisáceo.
   Los dos recién llegados caminaron por el patio hacia el jard´ın y la mesa iluminada por linternas, donde todo el mundo estaba sentado en silencio, observándoles acercarse.
   Cuando Scrimgeour llegó al alcance de la luz de las linternas, Harry vio que parec´ıa mucho más viejo que la última vez que se hab´ıan visto, flacucho y sombr´ıo.
   “Lamento la intrusión” dijo Scrimgeour, mientras cojeaba para detenerse ante la mesa.
   “Especialmente cuando veo que estoy aguando una fiesta.”
   Sus ojos se posaron un momento en el pastel con forma de Snitch gigante.
   “Muchas felicidades.”
   “Gracias” dijo Harry.
   “Debo tener unas palabras en privado contigo,” siguió Scrimgeour. “También con el Se˜nor Ronald Weasley y la Se˜norita Hermione Granger.”
   “¿Nosotros?” dijo Ron, que sonaba sorprendido. “¿Por qué nosotros?”
   “Se lo diré cuando estemos en algún lugar más privado” dijo Scrimgeour. “¿Hay un lugar semejante?” exigió al Se˜nor Weasley.
   “Si, por supuesto,” dijo el Se˜nor Weasley, que parec´ıa nervioso. “El, er, salón, ¿por qué no all´ı?”
   “¿Puede usted mostrarme el camino?” le dijo Scrimgeour a Ron. “No habrá necesidad de que nos acompa˜nes, Arthur.”
   Harry vio que el Se˜nor Weasley intercambiaba una mirada preocupada con la Se˜nora Weasley mientras él, Ron y Hermione se pon´ıan en pie. Mientras se dirig´ıan de vuelta a la casa en silencio, Harry sab´ıa que los otros dos estaban pensando lo mismo que él; Scrimgeour deb´ıa haber averiguado de algún modo que los tres estaban planeando dejar Hogwarts.
   Scrimgeour no habló mientras todos pasaban a través de la revuelta cocina al salón de la Madriguera. Aunque el jard´ın hab´ıa estado lleno de la suave luz dorada de la tarde, all´ı ya estaba oscuro. Harry ondeó su varita hacia las lámparas de aceite mientras entraba y estas iluminaron la desgastada pero acogedora habitación. Scrimgeour se sentó en el sillón hundido que normalmente ocupaba el Se˜nor Weasley, dejando a Harry, Ron y Hermione intentando encajarse lado a lado en el sofá. Una vez lo hubieron hecho, Scrimgeour habló.
   “Tengo algunas preguntas para vosotros tres, y creo que será mejor si lo hacemos individualmente. Si vosotros dos...” se˜naló a Harry y Hermione “... esperáis arriba, empezaré con Ronald.”
   “No vamos a ninguna parte” dijo Harry, mientras Hermione asent´ıa vigorosamente.
 
   CAPÍTULO 7. LA VOLUNTAD DE ALBUS DUMBLEDORE
   71
   “Puede hablarnos juntos, o nada en absoluto.”
   Scrimgeour lanzó a Harry una fr´ıa y calculadora mirada. Harry tuvo la impresión de que el Ministro se estaba preguntando si val´ıa la pena o no abrir las hostilidades tan pronto.
   “Muy bien entonces, juntos” dijo, encogiéndose de hombros. Se aclaró la garganta.
   “Estoy aqu´ı, como seguramente sabréis, por el testamento de Albus Dumbledore.”
   Harry, Ron y Hermione se miraron unos a otros.
   “¡Una sorpresa, aparentemente! ¿No erais conscientes de que Dumbledore os hab´ıa dejado algo?”
   “¿A todos?” dijo Ron. “¿A Hermione y a m´ı también?”
   “Si, a todos...”
   Pero Harry interrumpió.
   “Dumbledore murió hace un mes. ¿Por qué ha tardado tanto en darnos lo que nos dejó?”
   “¿No es obvio?” dijo Hermione, antes de que Scrimgeour pudiera responder. “Quer´ıan examinar lo que sea que nos dejó. ¡No ten´ıa derecho a hacer eso!” dijo, y su voz tembló ligeramente.
   “Ten´ıa todo el derecho,” dijo Scrimgeour despectivamente. “El Decreto para la Confis-cación Justificada da al Ministerio poder para confiscar el contenido de un testamento...”
   “¡Esa ley fue creada para evitar que los magos legaran artefactos Oscuros” dijo Hermione “y se supone que el Ministerio debe tener una prueba poderosa de que las posesiones heredadas son ilegales antes de confiscarlas!”
   “¿Está planeando seguir una carrera en Leyes Mágicas, Se˜norita Granger?” a˜nadió Scrimgeour.
   “No, en absoluto,” replicó Hermione. “¡Espero hacer algo bueno para el mundo!”
   Ron rió. Los ojos de Scrimgeour se fijaron en él y una vez más Harry habló.
   “¿Y por qué ha decidido darnos nuestras cosas ahora? ¿No se le ocurrió un pretexto para quedárselas?”
   “No, será porque los treinta y un d´ıas han transcurrido” dijo Hermione al momento. “No pueden confiscar los objetos más tiempo a menos que puedan probar que son peligrosos, ¿Correcto?”
   “¿Dir´ıa usted que estaba muy unido a Dumbledore, Ronald?” preguntó Scrimgeour, ignorando a Hermione. Ron pareció sobresaltarse.
   “¿Yo? No... en realidad no... fue siempre Harry quien...”
   Ron miró alrededor, a Harry y Hermione, para ver como Hermione le lanzaba una mirada del tipo deja-de-hablar-¡ya!, pero el da˜no estaba hecho. Scrimgeour pareció haber o´ıdo exactamente lo que esperaba, y deseaba, o´ır. Se abalanzó como un ave de presa sobre la respuesta de Ron.
   “Si no estaba unido a Dumbledore, ¿cómo explica el hecho de que le mencionara en su testamento? Hizo excepcionalmente pocos legados personales. La gran mayor´ıa de sus posesiones... su biblioteca privada, sus instrumentos mágicos, y otros efectos personales...
   se legaron a Hogwarts. ¿Por qué cree que fue usted distinguido?”
 
   CAPÍTULO 7. LA VOLUNTAD DE ALBUS DUMBLEDORE
   72
   “Yo... supongo” dijo Ron “Yo... cuando dije que no estábamos unidos... quiero decir, creo que yo le gustaba...”
   “Para ser honestos, Ron” dijo Hermione, “Dumbledore estaba muy encari˜nado contigo.”
   Esto era estirar la verdad hasta el punto de fractura; por lo que Harry sab´ıa, Ron y Dumbledore nunca hab´ıan estado juntos a solas, y el contacto directo entre ellos hab´ıa sido insignificante. Sin embargo, Scrimgeour no parec´ıa estar escuchando. Metió la mano dentro del abrigo y extrajo una bolsita cerrada con un cordel mucho mayor que la que Hagrid hab´ıa regalado a Harry. De ella, sacó un rollo de pergamino que desenrolló y leyó en voz alta.
   “’ Última Voluntad y Testamento de Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore’... Si, aqu´ı esta.... Á Ronald Bilius Weasley, le dejo mi Desiluminador, con la esperanza de que me recordará cuando lo utilice.”’
   Scrimgeour sacó de la bolsa un objeto que a Harry le pareció haber visto antes. Se parec´ıa ligeramente a un encendedor, pero ten´ıa, él lo sab´ıa, el poder de succionar toda luz de un lugar, y restaurarla, con un simple click. Scrimgeour se inclinó hacia adelante y le pasó el Desiluminador a Ron, que lo tomó y le dio vueltas entre los dedos con aspecto atontado.
   “Es un objeto de gran valor” dijo Scrimgeour, observando a Ron “Puede incluso que único. Indudablemente es un dise˜no del mismo Dumbledore. ¿Por qué le dejar´ıa a usted algo y además un art´ıculo tan raro?”
   Ron sacudió la cabeza, parec´ıa desconcertado.
   “Dumbledore debe haber ense˜nado a miles de estudiantes” perseveró Scrimgeour. “Pe-ro a los únicos que recordó en su testamento fue a vosotros tres. ¿Por qué? ¿Qué uso pensó que dar´ıa usted al Desiluminador, Se˜nor Weasley?”
   “Apagar las luces, supongo,” masculló Ron. “¿Qué más podr´ıa hacer con él?”
   Evidentemente Scrimgeour no ten´ıa ninguna sugerencia. Después de mirar de reojo a Ron durante un momento o dos, volvió de nuevo al testamento de Dumbledore.
   “A Hermione Jean Granger, le dejo mi copia de ’Los Cuentos de Beedle el Bardo’, con la esperanza de que la encontrará entretenida e instructiva.”
   Scrimgeour sacó ahora de la bolsa un peque˜no libro que parec´ıa tan antiguo como la copia de Secretos de las Artes Más Oscuras que hab´ıa arriba. Sus tapas estaban manchadas y peladas en ciertos lugares. Hermonie lo aceptó de Scrimgeour sin una palabra. Sostuvo el libro en su regazo y lo miró fijamente. Harry vio que el t´ıtulo estaba en runas; él nunca hab´ıa aprendido a leerlas. Mientras miraba, una lágrima cayó sobre el s´ımbolo grabado en relieve.
   “¿Por qué cree que Dumbledore le dejó ese libro, Se˜norita Granger?” preguntó Scrimgeour.
   “Él... sab´ıa que me gustan los libros” dijo Hermione con voz llorosa, limpiándose los ojos con la manga.
   “¿Pero por qué este libro en particular?”
   “No sé. Debe haber pensado que me gustar´ıa.”
   “¿Alguna vez discutió sobre códigos, o cualquier forma de pasar mensajes secretos, con Dumbledore?”
 
   CAPÍTULO 7. LA VOLUNTAD DE ALBUS DUMBLEDORE
   73
   “No, no lo hice,” dijo Hermione, todav´ıa limpiándose los ojos con la manga. “Y si el Ministerio no ha podido encontrar ningún código oculto en este libro en treinta y un d´ıas, dudo que yo pueda.”
   Contuvo un sollozo. Estaban tan apretados en el sofá que Ron tuvo dificultades para extraer el brazo y ponerlo alrededor de los hombros de Hermione. Scrimgeour volvió al testamento.
   “A Harry James Potter” leyó, y las entra˜nas de Harry se contrajeron con una súbita excitación. “le dejo la Snitch que cogió en su primer partido de Quidditch en Hogwarts, como recordatorio de las recompensas de la perseverancia y habilidad.”
   Mientras Scrimgeour sacaba la diminuta bola dorada del tama˜no de una nuez, sus alas doradas revolotearon bastante febrilmente, y Harry no pudo evitar sentir una definitiva sensación de anticl´ımax.
   “¿Por qué le dejó Dumbledore esta Snitch?” preguntó Scrimgeour.
   “Ni idea” dijo Harry. “Por las razones que acaba de leer, supongo... para recordarme lo que puedes conseguir si... perseveras y todo eso.”
   “¿Crees que es un mero recuerdo simbólico entonces?”
   “Supongo” dijo Harry. “¿Qué más podr´ıa ser?”
   “Yo hago las preguntas” dijo Scrimgeour, moviendo su asiento un poco hacia el sofá.
   Fuera, el atardecer ya estaba cayendo, la carpa más allá de la ventana se ergu´ıa fantas-malmente blanca sobre los setos.
   “He notado que su pastel de cumplea˜nos es una Snitch” dijo Scrimgeour a Harry.
   “¿Por qué?”
   Hermione rió despectivamente.
   “Oh, puede ser una referencia al hecho de que Harry es un gran Buscador, eso es bastante obvio” dijo. “¡Debe haber un mensaje secreto de Dumbledore escondido en el glaseado!”
   “No creo que haya nada oculto en el glaseado,” dijo Scrimgeour, “pero una Snitch ser´ıa un muy buen lugar para ocultar un objeto peque˜no. ¿Sabes por qué, verdad?”
   Harry se encogió de hombros. Hermione, sin embargo, respondió. Harry cre´ıa que eso de responder preguntas era un hábito tan profundamente innato en ella que no pod´ıa contener la urgencia.
   “Porque las Snitch tienen memoria” dijo ella.
   “¿Qué?” dijeron Harry y Ron juntos; ambos consideraban que los conocimientos de Hermione sobre Quidditch eran insignificantes.
   “Correcto” dijo Scrimgeour. “Una Snitch no es tocada con las manos desnudas antes de soltarla, ni siquiera el fabricante, que lleva guantes. Lleva un encantamiento mediante el cual puede identificar al primer humano que posa sus manos en ella, para casos de capturas disputadas. Esta Snitch” sostuvo en alto la diminuta bola dorada “recordará tu tacto, Potter.”
   “Se me ocurre que Dumbledore, que ten´ıa prodigiosas habilidades mágicas, a pesar de otros defectos, podr´ıa haber encantado esta Snitch para que se abriera solo para ti.”
   El corazón de Harry estaba latiendo bastante rápido. Estaba seguro de que Scrimgeour ten´ıa razón. ¿Cómo evitar coger la Snitch con las manos desnudas delante del Ministro?
 
   CAPÍTULO 7. LA VOLUNTAD DE ALBUS DUMBLEDORE
   74
   “No dices nada” dijo Scrimgeour. “¿Quizás ya sabes lo que contiene la Snitch?”
   “No,” dijo Harry, todav´ıa preguntándose como pod´ıa fingir tocar la Snitch sin hacerlo realmente. Si al menos supiera Legilemencia, si la dominara realmente, y pudiera leer la mente de Hermione; prácticamente pod´ıa oir como zumbaba su cerebro tras él.
   “Cógela” dijo Scrimgeour tranquilamente.
   Harry encontró la mirada de los ojos amarillos de Ministro y supo que no ten´ıa más opción que obedecer. Extendió la mano, Y Scrimgeour se inclinó hacia adelante de nuevo y colocó la Snitch lenta y deliberadamente, en la palma de Harry.
   No ocurrió nada. Cuando los dedos de Harry se cerraron alrededor de la Snitch, las cansadas alas revolotearon y se quedó quieta. Scrimgeour, Ron y Hermione continuaron mirando ávidamente a la ahora parcialmente oculta bola, como si todav´ıa esperaran que pudiera transformarse de algún modo.
   “Eso ha sido dramático” dijo Harry serenamente. Ron y Hermione rieron.
   “Eso es todo entonces, ¿verdad?” preguntó Hermione, desatascándose del sofá.
   “No del todo” dijo Scrimgeour, que ahora parec´ıa de mal humor. “Dumbledore te dejó un segundo legado, Potter.”
   “¿Qué es?” preguntó Harry, la excitación se reavivó.
   Scrimgeour no se molestó en leer el testamento esta vez.
   “La espada de Godric Gryffindor” dijo. Hermione y Ron se tensaron. Harry miró alrededor buscando una se˜nal de la empu˜nadura incrustada de rub´ıes, pero Scrimgeour no sacó la espada de la bolsa de cuero, que en cualquier caso parec´ıa demasiado peque˜na para contenerla.
   “¿Y dónde está?” preguntó Harry suspicazmente.
   “Desafortunadamente” dijo Scrimgeour “esa espada no era de Dumbledore para rega-larla. La espada de Godric Gryffindor es un importante artefacto histórico, y como tal, pertenece a...”
   “¡Pertenece a Harry!” dijo Hermione acaloradamente. “Ella le eligió a él, él fue quien la encontró, salió para él del Sombrero Selec...”
   “De acuerdo con fuentes históricas de confianza, la espada puede presentarse para cualquier Gryffindor digno,” dijo Scrimgeour. “Eso no la hace de la exclusiva propiedad del Se˜nor Potter, fuera lo que fuera lo que Dumbledore decidiera.” Scrimgeour se rascaba su mal afeitada mejilla, escudri˜nando a Harry. “¿Por qué crees...?”
   “¿... que Dumbledore quiso darme a m´ı la espada?” dijo Harry, luchando por contener su temperamento. “Quizás pensó que quedar´ıa bien en mi pared.”
   “¡Esto no es una broma, Potter!” gru˜nó Scrimgeour. “¿Fue porque Dumbledore cre´ıa que solo la espada de Godric Gryffindor podr´ıa derrotar al Heredero de Slytherin? ¿Quiso darte la espada, Potter, porque cre´ıa, como tantos otros, que tú eras el destinado a destruir a Quien-no-debe-ser-nombrado?”
   “Interesante teor´ıa” dijo Harry. “¿Alguien ha intentado atravesar a Voldemort con una espada? Quizás el Ministerio deber´ıa poner a alguna gente a ello, en vez de malgastar su tiempo examinando Desiluminadores y encubriendo fugas de Azkaban. ¿Eso es lo que ha estado haciendo, Ministro, encerrado en su oficina, intentando abrir a la fuerza una Snitch? La gente está muriendo... yo casi fui uno de ellos... Voldemort me persiguió a través de tres condados, mató a Ojoloco Moody, pero ni una palabra sobre eso desde el CAPÍTULO 7. LA VOLUNTAD DE ALBUS DUMBLEDORE
   75
   Ministerio, ¿verdad? ¡Y todav´ıa espera que cooperemos con usted!”
   “¡Has ido demasiado lejos!” gritó Scrimgeour, poniéndose en pie. Harry saltó sobre sus pies también. Scrimgeour cojeó hacia Harry y le pinchó con fuerza en el pecho con la punta de su varita. Esta chamuscó un agujero en la camiseta de Harry como hubiera hecho un cigarrillo encendido.
   “¡Eh!” dijo Ron, levantándose de un salto y alzando su varita, pero Harry dijo:
   “¡No! ¿Quieres darle una excusa para arrestarnos?”
   “Recordando que ya no estás en la escuela, ¿verdad?” dijo Scrimgeour respirando con fuerza en la cara de Harry. “¿Recordando que yo no soy Dumbledore, que perdonaba tu insolencia e insubordinación? Puedes llevar esa cicatriz en la frente como una corona, Potter, ¡pero ningún chico de diecisiete a˜nos va a decirme como hacer mi trabajo. ¡Ya es hora de que aprendas respeto!”
   “Ya es hora de que usted se lo gane” dijo Harry.
   El suelo tembló, se oyó un sonido de pies a la carrera, entonces la puerta del salón se abrió de repente y el Se˜nor y la Se˜nora Weasley entraron corriendo.
   “Nosotros... cre´ımos oir...” empezó el Se˜nor Weasley, que parec´ıa realmente alarmado ante la visión de Harry y el Ministro virtualmente nariz con nariz.
   “... que se alzaban voces,” jadeó la Se˜nora Weasley.
   Scrimgeour dio un par de pasos atrás alejándose de Harry, mirando fijamente al agujero que le hab´ıa hecho en la camisa. Parec´ıa arrepentido por haber perdido el control.
   “No... no fue nada,” gru˜nó. “Yo... lamento tu actitud” dijo, mirando a Harry directamente a la cara una vez más. “Pareces creer que el Ministerio no desea lo que tú... lo que Dumbledore... deseaba. Debemos trabajar juntos.”
   “No me gustan sus métodos, Ministro” dijo Harry. “¿Recuerda?”
   Por segunda vez, alzó el pu˜no derecho y mostró a Scrimgeour la cicatriz que todav´ıa aparec´ıa blanca en el dorso de la misma, diciendo No debo decir mentiras. La expresión de Scrimgeour se endureció. Se giró sin otra palabra y salió cojeando de la habitación. La se˜nora Weasley se apresuró tras él. Harry la oyó detenerse en la puerta trasera. Después de un minuto o as´ı gritó. “¡Se ha ido!”
   “¿Que quer´ıa?” preguntó el Se˜nor Weasley, mirando a Harry, Ron y Hermione mientras la Se˜nora Weasley volv´ıa apresuramente.
   “Darnos lo que Dumbledore nos dejó” dijo Harry. “Acaban de liberar el contenido de su testamento.”
   Fuera, en el jard´ın, los tres objetos que Scrimgeour les hab´ıa dado pasaron de mano en mano. Todo el mundo exclamó ante el Desiluminador y Los Cuentos de Beedle el Bardo y lamentaron el hecho de que Scrimgeour se hubiera negado a entregar la espada, pero ninguno de ellos pudo ofrecer una sugerencia sobre por qué Dumbledore le hab´ıa dejado a Harry una vieja Snitch. Cuando el Se˜nor Weasley examinaba el Desiluminador por tercera o cuarta vez, la Se˜nora Weasley dijo tentativamente.
   “Harry, querido, todo el mundo está horriblemente hambriento pero no quer´ıamos empezar sin ti... ¿Servimos la cena ya?”
   Todos comieron bastante rápido y después de un apresurado coro de ’Cumplea˜nos Feliz’y mucho engullir tarta, la fiesta terminó. Hagrid, que hab´ıa sido invitado a la boda al d´ıa siguiente, pero era demasiado grande como para dormir en la atestada Madriguera, CAPÍTULO 7. LA VOLUNTAD DE ALBUS DUMBLEDORE
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   se marchó para montar una tienda de campa˜na en un campo vecino.
   “Encontrémonos arriba” susurró Harry a Hermione mientras ayudaban a la Se˜nora Weasley a restaurar el jard´ın a su estado normal. “Cuando todo el mundo se haya ido a la cama.
   Arriba en la habitación del ático, Ron examinó su Desiluminador, y Harry llenó la bolsa de piel de topo de Hagrid, no con oro, sino con las cosas que más apreciaba aunque eran cosas aparentemente sin valor como el Mapa del Merodeador, el pedazo del espejo encantado de Sirius, y el guardapelo de R.A.B. Cerró bien el cordel y se deslizó la bolsa alrededor del cuello, después se sentó sujetando la vieja Snitch y observando sus alas revolotear febrilmente. Al fin, Hermione llamó a la puerta y entró de puntillas.
   “Muffiato” susurró, ondeando la varita en dirección a las escaleras.
   “Cre´ıa que no aprobabas ese hechizo” dijo Ron.
   “Los tiempos cambian” dijo Hermione. “Ahora muéstranos el Desiluminador.”
   Ron accedió al instante. Sujetándolo delante de el, lo accionó. La lámpara solitaria que ten´ıan se apagó al instante.
   “La cosa es” susurró Hermione en la oscuridad “que podr´ıamos haber logrado esto con Polvo Peruano de Oscuridad Instantánea.”
   Se oyó un peque˜no click, y la bola de luz de la lámpara voló de vuelta al techo y los iluminó una vez más.
   “Aún as´ı, es genial,” dijo Ron, un poco a la defensiva. “¡Y por lo que dicen lo inventó el propio Dumbledore!”
   “Lo sé pero, ¡seguramente no te habr´ıa mencionado en su testamento solo para ayudarnos a encender las luces!”
   “¿Crees que sab´ıa que el Ministerio confiscar´ıa su testamento y examinar´ıa todo lo que nos dejara?” preguntó Harry.
   “Definitivamente,” dijo Hermione. “No pod´ıa decirnos en el testamento por qué nos dejaba estas cosas, pero tiene que haber una explicación...”
   “¿... por qué no nos habrá dado una pista cuando estaba vivo?” preguntó Ron.
   “Bueno, exacto,” dijo Hermione, ahora ojeando las páginas de Los Cuentos de Beedle el Bardo. “Si estas cosas son lo bastante importantes como para pasárnoslas bajo las narices del Ministerio, cualquiera pensar´ıa que nos habr´ıa hecho saber por qué... ¿a menos que creyera que era obvio?”
   “Se equivocó entonces, ¿verdad?” dijo Ron. “Siempre dije que estaba chalado. Brillante y todo eso, pero como una cabra. Dejar a Harry una vieja Snitch... ¿a qué demonios viene eso?”
   “No tengo ni idea” dijo Hermione. “¡Cuando Scrimgeour te hizo cogerla, Harry, estaba tan segura de que iba a pasar algo!”
   “Si, bueno” dijo Harry, su pulso se aceleró cuando alzó la Snitch entre los dedos. “No iba a intentarlo demasiado delante de Scrimgeour, ¿verdad?”
   “¿Qué quieres decir?” preguntó Hermione.
   “La Snitch capturada en mi primer partido de Quidditch” dijo Harry “¿No lo recuerdas?”
 
   CAPÍTULO 7. LA VOLUNTAD DE ALBUS DUMBLEDORE
   77
   Hermione parec´ıa simplemente aturdida. Ron, sin embargo, jadeó, se˜nalando frenéticamente de Harry a la Snitch y otra vez de vuelta hasta que encontró la voz.
   “¡Es la que casi te tragaste!”
   “Exactamente,” dijo Harry, y con el corazón acelerado, presionó la boca contra la Snitch.
   No se abrió. Frustración y amarga desilusión fluyeron de su interior. Bajó la dorada esfera, pero entonces Hermione gritó.
   “¡Hay algo escrito! ¡Hay algo escrito en ella, rápido, mira!”
   Casi dejó caer la Snitch por la sorpresa y la excitación. Hermione ten´ıa toda la razón.
   Grabadas sobre la dorada superficie, donde segundos antes no hab´ıa habido nada, hab´ıan cinco palabras escritas con la fina y sesgada caligraf´ıa que Harry reconoció como la de Dumbledore.
   Abro lo que está cerrado.
   Apenas hab´ıa le´ıdo las palabras cuando estas se desvanecieron de nuevo.
   “Abro lo que está cerrado... ¿Qué se supone que significa eso?”
   Hermione y Ron sacudieron las cabezas, parec´ıan en blanco.
   “Abro lo que está cerrado... lo que está cerrado? abro lo que está cerrado...”
   Pero sin importar cuantas veces repitieron las palabras, con cuantas inflexiones diferentes, fueron incapaces de arrancarles ningún significado.
   “Y la espada” dijo Ron finalmente, cuando tuvieron al fin que abandonar sus intentos de adivinar el significado de la inscripción de la Snitch.
   “¿Por qué querr´ıa darle a Harry la espada?”
   “¿Y por qué no me lo dijo simplemente?” dijo Harry calladamente. “¡Yo estaba all´ı, la espada estaba justo ah´ı en la pared de su oficina durante todas nuestras charlas del curso pasado! ¿Si quer´ıa que yo la tuviera, entonces por qué no me la dio sin más?”
   Sent´ıa como si estuviera all´ı sentado en un examen con una pregunta que deb´ıa haber sido capaz de contestar ante él, con el cerebro lento y negándose a responder. ¿Se hab´ıa perdido algo en las largas charlas con Dumbledore el a˜no pasado? ¿Deb´ıa haber sabido lo que significaba todo? ¿Dumbledore hab´ıa esperado que lo entendiera?
   “Y por lo que respecta a este libro,” dijo Hermione. “Los Cuentos de Beedle el Bardo...
   ¡nunca hab´ıa o´ıdo hablar de ellos!”
   “¿Nunca has o´ıdo hablar de Los Cuentos de Beddle el Bardo?” dijo Ron incrédulamente. “Está bromeando, ¿verdad?”
   “No, en serio,” dijo Hermione sorprendida. “¿Los conoces?”
   “¡Bueno, por supuesto que si!”
   Harry levantó la mirada, divertido. La circunstancia de que Ron hubiera le´ıdo un libro que Hermione no conoc´ıa no ten´ıa precedentes. Ron, sin embargo, parec´ıa aturdido por la sorpresa de los otros dos.
   “¡Oh, vamos! Se supone que todos los cuentos para ni˜nos están en el libro de Beedle,
   ¿verdad? ’La Fuente de la Buena Fortuna!’... Él mago y la Marmita Saltarina’... ’Babbitty Rabbitty y su Mu˜nón Cacareante’...”
   “¿Perdón?” dijo Hermione con una risita. “¿Qué fue eso último?”
 
   CAPÍTULO 7. LA VOLUNTAD DE ALBUS DUMBLEDORE
   78
   “¡Venga!” dijo Ron, mirando con incredulidad de Harry a Hermione. “Debéis haber o´ıdo hablar de Babbitty Rabbitty...”
   “¡Ron, sabes muy bien que Harry y yo fuimos criados por muggles!” dijo Hermione.
   “No o´ıamos historias como esas cuando éramos peque˜nos, o´ıamos ’Blancanieves y los siete enanitos’y ’Cenicienta’...”
   “¿Qué es eso, una enfermedad?” preguntó Ron.
   “¿As´ı que son cuentos para ni˜nos?” preguntó Hermione, inclinada sobre las runas.
   “Si” dijo Ron inciertamente. “Quiero decir, lo que acabas de o´ır, ya sabes, todas esas viejas historias provienen de Beedle. Supongo que es algo as´ı como la versión original.”
   “Pero me pregunto por qué Dumbledore pensó que yo deb´ıa leerlas.”
   Algo crujió escaleras abajo.
   “Probablemente es solo Charlie, ahora que Mamá está durmiento, escabulléndose para hacer que le vuelva a crecer el pelo” dijo Ron nerviosamente.
   “Da igual, deber´ıamos irnos a la cama” susurró Hermione. “Ma˜nana no habrá tiempo para dormir.”
   “No” estuvo de acuerdo Ron. “Un brutal triple asesinato llevado a cabo por la madre del novio podr´ıa apagar un poco la boda. Apagaré la luz.”
   Y accionó el Desiluminador una vez más mientras Hermione abandonaba la habitación.
 
   Cap´ıtulo 8
   La Boda
   A las tres de la tarde del d´ıa siguiente, Harry, Ron, Fred y George estaban en el exterior de una gran carpa en el jard´ın, esperando a los invitados a la boda. Harry hab´ıa tomado una larga dosis de Poción Multijugos y ahora era el doble de un chico muggle pelirrojo del pueblo, Ottery St. Catchpole, del que Fred hab´ıa robado cabellos utilizando un Encantamiento Convocador. El plan era presentar a Harry como el ’primo Barny’y confiar en que la gran cantidad de familiares Weasley le ocultasen.
   Los cuatro sujetaban planos de distribución de asientos, para poder ayudar a la gente a encontrar los sitios correctos. Un grupo de camareros vestidos de blanco hab´ıa llegado hac´ıa una hora, junto con una banda con chaquetas doradas. En ese momento todos estos magos estaban sentados bajo un árbol a corta distancia; Harry pod´ıa ver un rastro azulado de humo de pipa saliendo del lugar. Detrás de Harry, la entrada a la carpa presentaba filas y filas de frágiles sillas doradas dispuestas a ambos lados de una larga alfombra púrpura. Los soportes de la carpa estaban adornados con flores entrelazadas blancas y doradas. Fred y George hab´ıan colocado un enorme montón de globos dorados sobre el punto exacto donde Bill y Fleur ser´ıan próximamente marido y mujer. Fuera, mariposas y abejas planeaban perezosas sobre la hierba y el seto. Harry estaba bastante incómodo.
   El chico muggle por quien se estaba haciendo pasar era ligeramente más gordo que él, y sent´ıa su túnica de gala calurosa y apretada bajo el calor intenso del d´ıa veraniego.
   “Cuando me case” dijo Fred, tirando del cuello de su propia túnica, “No me preocuparé por todas estas tonter´ıas. Todos podrán llevar lo que quieran y le haré a mamá una Inmovilización Total hasta que todo termine.”
   “Considerándolo todo, no estaba tan mal esta ma˜nana” dijo George. “Lloró un poco al ver que Percy no estar´ıa, ¿pero quién le quiere aqu´ı? Oh, vaya, preparaos... aqu´ı vienen, mirad.”
   Figuras de colores brillantes iban apareciendo, una por una, por todas partes en el extremo más alejado del jard´ın. En pocos minutos se formó una procesión, que empezó a serpentear por el jard´ın hacia la carpa. Flores exóticas y pájaros encantados se agitaban en los sombreros de las brujas, mientras gemas preciosas brillaban en las corbatas de muchos magos; el zumbido del excitado parloteo se volvió cada vez más fuerte, ahogando el sonido de las abejas, mientras la multitud se aproximaba a la tienda.
   “Excelente, creo que veo a algunas primas veela” dijo George, estirando el cuello para ver mejor. “Necesitarán ayuda para entender nuestras costumbres inglesas, yo me ocuparé de ellas...”
   “No tan rápido, Su santidad” dijo Fred, y adelantando con rapidez al grupo de brujas 79
 
   CAPÍTULO 8. LA BODA
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   de mediana edad que lideraba la procesión, dijo: “Aqu´ı... permettez-moi que assister vous (me permiten que las ayude)” a un par de guapas francesas, que rieron tontamente y le permitieron que las escoltase al interior. George se quedó para encargarse de las brujas de mediana edad y Ron se ocupó de Perkins, viejo compa˜nero del Ministerio del se˜nor Weasley, mientras que una pareja bastante sorda acabó en el grupo de Harry.
   “¿Qué hay?” dijo una voz familiar cuando salió nuevamente de la carpa y se encontró a Tonks y Lupin al frente de la cola. Ella se hab´ıa puesto rubia para la ocasión. “Arthur nos dijo que eras el del pelo rizado. Siento lo de ayer por la noche” a˜nadió en un susurro mientras Harry los guiaba por el pasillo interior. “En este momento el Ministerio está siendo muy anti-hombres lobo y cre´ımos que nuestra presencia no te vendr´ıa demasiado bien.”
   “Está bien. Lo entiendo” dijo Harry, hablando más para Lupin que para Tonks. Lupin le lanzó una rápida sonrisa, pero cuando se dieron la vuelta, Harry vio de nuevo l´ıneas de sufrimiento en su cara. No lo entend´ıa, pero no ten´ıa tiempo de insistir en el problema.
   Hagrid estaba causando bastantes l´ıos. Hab´ıa malinterpretado las instrucciones de Fred, y se hab´ıa sentado, no en el asiento mágicamente alargado y reforzado colocado para él en la fila de atrás, sino en cinco sitios que ahora parec´ıan una gran pila dorada de palillos.
   Mientras el se˜nor Weasley reparaba los da˜nos y Hagrid gritaba pidiendo disculpas a cualquiera que escuchase, Harry se apresuró a la entrada, donde encontró a Ron cara a cara con un mago con aspecto de lo más excéntrico. Con los ojos ligeramente bizcos y cabello blanco por los hombros de textura de algodón dulce, llevaba una capa cuya borla colgaba frente a su nariz y una túnica de un color amarillo yema que hac´ıa llorar los ojos.
   Un s´ımbolo raro, algo como un ojo triangular, brillaba en una cadena alrededor de su cuello.
   “Xenophilius Lovegood” dijo, extendiendo la mano hacia Harry, “mi hija y yo vivimos justo al otro lado de la colina, los buenos Weasleys han sido tan amables de invitarnos.
   Pero creo que conoces a mi Luna” a˜nadió hacia Ron.
   “S´ı” dijo Ron. “¿No está con usted?”
   “Se quedó un rato en ese peque˜no jard´ın tan encantador para saludar a los gnomos,
   ¡una plaga tan gloriosa! Qué pocos magos se dan cuenta de cuánto podemos aprender de los peque˜nos y sabios gnomos... o para darles su nombre correcto, los Gernumbli gardensi.”
   “Los nuestros saben un montón de excelentes palabrotas” dijo Ron, “pero creo que esas se las ense˜naron Fred y George.”
   Se llevó a un grupo de magos al interior de la carpa justo cuando Luna aparec´ıa.
   “¡Hola, Harry!” dijo.
   “Eh... mi nombre es Barny” dijo Harry, desconcertado.
   “Oh, ¿también te has cambiado eso?” preguntó radiante.
   “¿Cómo sabes...?”
   “Oh, simplemente por tu expresión” dijo.
   Como su padre, Luna llevaba una túnica amarilla brillante, que hab´ıa complementado con un largo girasol en la cabeza. Una vez que uno superaba la brillantez de todo el conjunto, el efecto general era bastante agradable. Por lo menos no ten´ıa rábanos colgando de las orejas.
   Xenophilius, que estaba en plena conversación con un conocido, se hab´ıa perdido el intercambio entre Luna y Harry. Despidiéndose del mago, se giró hacia su hija, que CAPÍTULO 8. LA BODA
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   levantó un dedo y dijo:
   “Papi, mira... ¡uno de los gnomos realmente me mordió!”
   “¡Qué maravilloso! La saliva de gnomo es enormemente beneficiosa” dijo el se˜nor Lovegood, agarrando el dedo estirado de Luna y examinando las marcas que sangraban.
   “Luna, mi amor, si sintieras algún talento floreciente hoy” quizás un inesperado impulso de cantar ópera o declamar en sirenio “¡no lo reprimas! ¡Puede que hayas sido bendecida con los Gernumblies!”
   Ron, que pasaba junto a ellos en dirección contraria, dejó escapar un sonoro bufido.
   “Ron puede re´ırse” dijo Luna con serenidad mientras Harry la conduc´ıa con Xenophilius hacia sus asientos, “pero mi padre ha investigado mucho acerca de la magia Gernumbli.”
   “¿De verdad?” dijo Harry, que hac´ıa mucho hab´ıa decidido no enfrentarse a las particulares ideas de Luna o su padre. “¿Estás segura que no quieres echarle nada a ese mordisco?”
   “Oh, está bien” dijo Luna, chupándose el dedo de forma so˜nadora y mirando a Harry de arriba abajo. “Pareces listo. Le dije a Papi que mucha gente probablemente llevar´ıa túnicas de gala, pero él cree que a una boda se deber´ıan llevar colores de sol, para la suerte, ya sabes.”
   Cuando se alejó con su padre, Ron apareció con una bruja anciana agarrándole el brazo. Su puntiaguda nariz, ojos bordeados de rojo y sombrero rosa de plumas la hac´ıan parecer un flamenco malhumorado.
   “... y tu pelo es demasiado largo, Ronald, por un momento pensé que eras Ginevra.
   Por las barbas de Merlin, ¿qué lleva puesto Xenophilius Lovegood? Parece una tortilla.
   ¿Y quién eres tú?” ladró hacia Harry.
   “Oh, s´ı, t´ıa Muriel, este es nuestro primo Barny.”
   “Otro Weasley. Os reproduc´ıs como gnomos. ¿No está Harry Potter aqu´ı? Esperaba conocerlo. Cre´ıa que era amigo tuyo, Ronald, ¿o simplemente estabas alardeando?”
   “No... no pod´ıa venir...”
   “Hmm. Puso una excusa, ¿eh? No es tan corto de entendederas como parece en esas fotograf´ıas, entonces. Acabo de instruir a la novia en cómo llevar mi tiara” le gritó a Harry. “La fabricaron los gnomos, sabes, y lleva en mi familia varios siglos. Es una chica guapa, pero aún as´ı... francesa. Bien, bien, encuéntrame un buen sitio, Ronald. Tengo ciento siete a˜nos y no debo estar demasiado tiempo de pie.”
   Ron le lanzó a Harry una mirada significativa al pasar y no reapareció durante bastante rato. Cuando se volvieron a encontrar en la entrada, Harry hab´ıa llevado a una docena de personas más a sus asientos. La carpa ahora estaba casi llena, y por primera vez no hab´ıa cola fuera.
   “Muriel es una pesadilla” dijo Ron, limpiándose la frente con la manga. “Sol´ıa venir cada a˜no por Navidad, entonces, gracias a Dios, se molestó porque Freg y George tiraron una bomba fétida bajo su silla durante la cena. Papá siempre dice que ella los quitará de su testamento... como si les importase, van a acabar más ricos que cualquiera en la familia, a la velocidad que van... Guau” a˜nadió, parpadeando con bastante rapidez al ver a Hermione yendo con prisa hacia ellos. “¡Estás genial!”
   “Siempre con tono de sorpresa” dijo Hermione, aunque sonrió. Llevaba una túnica CAPÍTULO 8. LA BODA
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   suelta de color lila, con sandalias de tacón alto a juego; su pelo estaba liso y brillante. “Tu tátara t´ıa abuela Muriel no está de acuerdo, acabo de verla en el piso de arriba mientras le daba a Fleur la tiara. Dijo, Óh cari˜no, ¿esta es la hija de muggles?’y siguió, ’mala postura y codos delgaduchos”’
   “No te lo tomes como algo personal, es ruda con todo el mundo” dijo Ron.
   “¿Habláis de Muriel?” inquirió George, reapareciendo de la carpa con Fred. “S´ı, justo me acaba de decir que mis orejas están torcidas. Viejo murciélago. Aunque desear´ıa que el viejo t´ıo Bilius estuviera todav´ıa con nosotros; era una risa segura en las bodas.”
   “¿No fue el que vio un grim y murió veinticuatro horas después?” preguntó Hermione.
   “Bueno s´ı, se volvió un poco raro al final” concedió George.
   “Pero antes de volverse loco era la vida y alma de la fiesta” dijo Fred. “Sol´ıa beberse una botella entera de whisky de fuego, después corr´ıa a la pista de baile, se levantaba la túnica, y empezaba a sacar ramos de flores de su...”
   “S´ı, parece auténticamente encantador” dijo Hermione, mientras Harry se re´ıa a carcajadas.
   “Nunca se casó, por alguna razón” dijo Ron.
   “Me asombráis” dijo Hermione.
   Se estaban riendo tanto que ninguno notó un invitado que llegó tarde, un joven de cabello negro con una larga y curvada nariz, gruesas cejas negras, hasta que le dio a Ron su invitación y dijo, con sus ojos en Hermione: ”Estás ’marravillosa’.”
   “¡Viktor!” gritó ella, y dejó caer su peque˜no bolso adornado con cuentas, que hizo un sonoro y seco ruido, bastante desproporcionado con su tama˜no. Mientras se revolv´ıa, sonrojándose, para recogerlo, dijo: “No sab´ıa que fueses a... Dios... es muy agradable ver...
   ¿cómo estás?”
   Las orejas de Ron se hab´ıan puesto de nuevo de un rojo brillante. Después de echar un vistazo a la invitación de Krum como si no creyera ni una palabra de ella, dijo, en voz demasiado alta: ”¿Cómo es que estás aqu´ı?”
   “Fleur me invitó” dijo Krum, levantando las cejas.
   Harry, que no le guardaba ningún rencor a Krum, le dio la mano; entonces, sintiendo que ser´ıa prudente sacar a Krum de las proximidades de Ron, se ofreció a ense˜narle su asiento.
   “Tu amigo no está muy contento de ’verrme”’dijo Krum mientras entraba en la ahora llena carpa. “¿O es un ’familiarr’ ?” a˜nadió con una mirada al cabello rizado de Harry.
   “Primo” farfulló Harry, pero en realidad Krum no estaba escuchando. Su aparición estaba causando alboroto, especialmente entre las primas veela. Después de todo, era un famoso jugador de Quidditch. Mientras la gente segu´ıa estirando el cuello para echarle un buen vistazo, Ron, Hermione, Fred y George llegaron apresuradamente al pasillo.
   “Tiempo de sentarse” le dijo Fred a Harry, “o nos va a atropellar la novia.”
   Harry, Ron y Hermione ocuparon sus asientos en la segunda fila detrás de Fred y George. Hermione estaba bastante sonrojada y las orejas de Ron todav´ıa estaban coloradas.
   Después de un momento, le murmuró a Harry: ”¿Has visto que se ha convertido en un estúpido osito?”
   Harry dejó escapar un gru˜nido evasivo.
 
   CAPÍTULO 8. LA BODA
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   Una sensación de nerviosa anticipación hab´ıa llenado la cálida tienda, el murmullo general roto por brotes ocasionales de risas excitadas. El se˜nor y la se˜nora Weasley avanzaron por el pasillo, sonriendo y saludando con las manos a sus familiares; el se˜nor Weasley llevaba un nuevo conjunto de túnica color amatista con un sombrero a juego.
   Un momento después Bill y Charlie se encontraban al frente de la carpa, ambos llevando túnicas de gala, con grandes rosas blancas en las solapas; Fred silbó con admiración y hubo un estallido de risitas de las primas veela. Entonces la multitud se quedó en silencio cuando la música empezó a salir de lo que parec´ıan ser los globos dorados.
   “Ooooh” dijo Hermione, girándose en su asiento para mirar a la entrada.
   Un colectivo y enorme suspiro salió de las brujas y magos reunidos cuando Monsieur Delacour y su hija empezaron a caminar por el pasillo, Fleur deslizándose, Monsieur Delacour dando saltitos y sonriendo radiante. Fleur llevaba una túnica blanca muy simple y parec´ıa estar emitiendo un fuerte brillo plateado. Mientras su resplandor normalmente apagaba a los otros por comparación, hoy embellec´ıa a todos sobre los que ca´ıa. Ginny y Gabrielle, ambas con túnicas doradas, parec´ıan incluso más guapas de lo habitual, y una vez que Fleur lo alcanzó, Bill parec´ıa que nunca hubiese conocido a Fenrir Greyback.
   “Damas y caballeros” dijo una voz ligeramente cantarina, y con una ligera conmoción, Harry vio al mismo mago bajito y de pelo ralo que hab´ıa presidido el funeral de Dumbledore, ahora situado enfrente de Bill y Fleur. “Estamos reunidos hoy aqu´ı para celebrar la unión de dos almas fieles...”
   “S´ı, mi tiara hace resaltar todo eso muy bien” dijo la t´ıa Muriel en un susurro que se oyó bastante fuerte. “Pero debo decir, la túnica de Ginevra tiene un corte demasiado bajo.”
   Ginny miró alrededor, sonriendo de oreja a oreja, gui˜nándole un ojo a Harry, después rápidamente se volvió al frente de nuevo. La mente de Harry divagó bastante lejos de la carpa, de vuelta a las tardes pasadas con Ginny en algunos sitios solitarios de los terrenos del castillo. Parec´ıa haber sucedido hace tanto; siempre hab´ıan parecido demasiado buenas para ser verdad, como si hubiese estado robando horas brillantes de la vida normal de otra persona, una persona sin una cicatriz en forma de rayo en la frente...
   “William Arthur Weasley, ¿tomas a Fleur Isabelle...?”
   En la primera fila, la se˜nora Weasley y Madame Delacour estaban sollozando en silencio en trozos de encaje. Sonidos como de trompeta que sonaron en la parte de atrás de la carpa le dijeron a todos que Hagrid hab´ıa sacado uno de sus pa˜nuelos del tama˜no de un mantel. Hermione se giró y sonrió radiante a Harry; sus ojos también estaban llenos de lágrimas.
   “... entonces os declaro unidos de por vida.”
   El mago de pelo ralo movió su varita por encima de las cabezas de Bill y Fleur y un chorro de estrellas plateadas cayó sobre ellos, moviéndose en espirales alrededor de las ahora entrelazadas figuras. Mientras Fred y George encabezaban un aplauso, los globos dorados suspendidos estallaron: pájaros del para´ıso y peque˜nas campanas doradas volaron y flotaron sobre ellos, a˜nadiendo sus canciones y gorjeos al estruendo.
   “¡Damas y caballeros!” llamó el mago de pelo raro. “¡Si hacen el favor de levantarse!”
   Todos lo hicieron, la t´ıa Muriel refunfu˜nando de manera audible; el mago agitó nuevamente la varita. Los asientos en los que se hab´ıan sentado se elevaron graciosamente en el aire al tiempo que los lienzos de las paredes de la carpa se desvanec´ıan, de modo que se quedaron bajo un dosel soportado por postes dorados, con una gloriosa vista del jard´ın CAPÍTULO 8. LA BODA
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   iluminado por el sol y la campi˜na circundante. Después, una piscina de oro fundido se extendió desde el centro de la tienda para formar una brillante pista de baile; las sillas suspendidas se agruparon alrededor de peque˜nas mesas con manteles blancos, y todas flotaron grácilmente de nuevo a la tierra, y la banda con chaquetas doradas se dirigió hacia un podio.
   “Perfecto” dijo Ron con aprobación cuando los camareros aparecieron por todos lados, algunos llevando bandejas con zumo de calabaza, cerveza de mantequilla y whisky de fuego, otros tambaleándose con pilas de tartas y sándwiches.
   “Deber´ıamos ir y felicitarlos” dijo Hermione, poniéndose de puntillas para ver el lugar donde Bill y Fleur hab´ıan desaparecido en medio de una multitud que les deseaba lo mejor.
   “Tendremos tiempo después” Ron se encogió de hombros, agarrando tres cervezas de mantequilla de una bandeja que pasaba y dándole una a Harry. “Hermione, agárrate, cojamos una mesa... ¡No all´ı! En ningún sitio cerca de Muriel...”
   Ron encabezó el recorrido a través de la vac´ıa pista de baile, mirando a derecha e izquierda al avanzar; Harry estaba seguro que estaba pendiente de Krum. En el momento que alcanzaron el otro lado de la carpa, la mayor´ıa de las mesas estaban ocupadas: la más vac´ıa era en la que Luna se sentaba sola.
   “¿Está bien si nos unimos a ti?” preguntó Ron.
   “Oh, s´ı” dijo ella con felicidad. “Papi fue a darle a Bill y Fleur nuestro regalo.”
   “Qué es, ¿provisiones para toda la vida de gurdirra´ız?” preguntó Ron.
   Hermione le dirigió una patada bajo la mesa, pero se equivocó y golpeó a Harry.
   Con los ojos lagrimeando de dolor, Harry perdió el hilo de la conversación durante unos minutos.
   La banda hab´ıa empezado a tocar; Bill y Fleur fueron los primeros en salir a la pista de baile, causando un gran aplauso; después de un rato, el se˜nor Weasley llevó a Madame Delacour a la pista, seguido de la se˜nora Weasley y el padre de Fleur.
   “Me gusta esta canción” dijo Luna, balanceándose al ritmo del vals, y unos pocos segundos después se levantó y se deslizó hacia la pista de baile, donde empezó a girar, sola, con los ojos cerrados y ondeando los brazos.
   “¿Es genial, verdad?” dijo Ron con admiración. “Siempre valiente.”
   Pero la sonrisa se borró de su cara al momento: Viktor Krum se hab´ıa sentado en el sitio vac´ıo dejado por Luna. Hermione parec´ıa placenteramente nerviosa pero esta vez Krum no hab´ıa venido a hacerle cumplidos. Con la cara ce˜nuda, dijo: ”¿Quién es ese hombre de ámarrillo’ ?”
   “Es Xenophilius Lovegood, el padre de una amiga nuestra” dijo Ron. Su tono belige-rante indicaba que no se iban a re´ır de Xenophilius, a pesar de la obvia provocación. “Ven a bailar” a˜nadió abruptamente hacia Hermione.
   Ella pareció sorprendida, pero también complacida, y se levantó. Desaparecieron juntos en la creciente multitud de la pista de baile.
   “Ah, ¿áhorraéstán juntos?” preguntó Krum, momentáneamente distra´ıdo.
   “Eh... algo as´ı” dijo Harry.
   “¿Quién érres’tú?” preguntó Krum.
 
   CAPÍTULO 8. LA BODA
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   “Barny Weasley.”
   Se dieron la mano.
   “’Barrny’, tú... ¿conoces bien a este Lovegood?”
   “No, lo conoc´ı hoy. ¿Por qué?”
   Krum frunció el ce˜no por encima de su bebida, mirando a Xenophilius, que estaba charlando con varios magos al otro lado de la pista.
   “’Porrque”’dijo Krum, “si no es un invitado de Fleur, lo ’retarr´ıaá un duelo, aqu´ı y ahora, por llevar ese inmundo s´ımbolo en su pecho.”
   “¿S´ımbolo?” preguntó Harry, también mirando hacia Xenophilius. El extra˜no ojo triangular brillaba en su pecho. “¿Por qué? ¿Qué tiene de malo?”
   “Grindelwald. Es el s´ımbolo de Grindelwald.”
   “Grindelwald... ¿el mago tenebroso que Dumbledore derrotó?”
   “Exacto.”
   Los músculos de la mand´ıbula de Krum se cerraron como si estuviera masticando chicle, entonces dijo: “Grindelwald mató a mucha gente, mi abuelo, por ejemplo. Por supuesto, nunca fue ’poderrosoén este pa´ıs, dec´ıan que tem´ıa a ’Dumbledorre’... y con razón, viendo como ’terrminó’con él. ’Perroése...” apuntó con el dedo a Xenophilius“ ese es su s´ımbolo, lo reconoc´ı al momento: Grindelwald lo talló en una ’parred’de Durmstrang, de donde érraéstudiante. Algunos idiotas lo ’copiarronén sus ’librros’y ropas pensando en ’sorrprrender’, ’hacerrse”imprresionantes’... hasta que los que hab´ıamos ’perrdi-do”familiarresá manos de Grindelwald les dimos una lección.”
   Krum apretó los nudillos de forma amenazadora y le frunció el ce˜no a Xenophilius.
   Harry se sent´ıa perplejo. Parec´ıa incre´ıblemente imposible que el padre de Luna fuese un seguidor de las Artes Oscuras, y nadie más en la carpa parec´ıa haber reconocido la triangular forma con runas.
   “¿Estás... eh... bastante seguro de que es de Grindelwald...?”
   “No estoy equivocado” dijo Krum con frialdad. “Caminé al lado de ese s´ımbolo ’du-rranteá˜nos. Lo conozco bien.”
   “Bueno, hay la opción” dijo Harry, “de que Xenophilius en realidad no sepa lo que significa el s´ımbolo, los Lovegood son bastante... raros. Fácilmente podr´ıa haberlo recogido de algún lado y pensar que era una muestra representativa de un snorkack de cuerno arrugado o algo as´ı.”
   “¿Una ’muestrra”reprresentativa’de un qué?”
   “Bueno, no sé lo que son, pero aparentemente él y su hija se van de vacaciones a buscarlos...”
   Harry sintió que no estaba explicando muy bien a Luna y su padre.
   “Esa es ella” dijo, se˜nalando a Luna, que todav´ıa bailaba sola, ondeando las manos alrededor de la cabeza como alguien intentando repeler mosquitos.
   “¿Por qué está haciendo eso?” preguntó Krum.
   “Probablemente intenta deshacerse de un wrackspurt” dijo Harry, que reconoc´ıa los s´ıntomas.
   Krum no parec´ıa saber si Harry le estaba o no tomando el pelo. Sacó la varita del CAPÍTULO 8. LA BODA
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   interior de su túnica y se dio golpecitos amenazantes en los muslos; unas chispas salieron del extremo.
   “¡Gregorovitch!” dijo Harry en voz alta, y Krum se sobresaltó, pero Harry estaba demasiado emocionado para que le importase; el recuerdo le hab´ıa vuelto al ver la varita de Krum: Ollivander cogiéndola y examinándola cuidadosamente antes del Torneo de los Tres Magos.
   “¿Qué pasa con él?” preguntó Krum sospechoso.
   “¡Hace varitas!”
   “Lo sé” dijo Krum.
   “¡Hizo tu varita! Por eso pensé... Quidditch...”
   Krum cada vez lo miraba con más recelo.
   “¿Cómo sabes que Gregorovitch hizo mi ’varrita’ ?”
   “Yo... lo le´ı en alguna parte, creo” dijo Harry. “En una... una revista de fans” improvisó locamente, y Krum pareció apaciguarse.
   “No me hab´ıa dado cuenta de que alguna vez hab´ıa hablado de mi ’varrita’con fans”
   dijo.
   “Entonces... eh... ¿dónde está Gregorovitch estos d´ıas?”
   Krum lo miró perplejo.
   “Se ’retirró’hace bastantes a˜nos. Fui uno de los últimos en ’comprrarúna ’varrita’Gregorovitch.
   Son las ’mejorres’, aunque sé, por supuesto, que ’vosotrros’los ’brritánicos’le concedéis mucha ´ımporrtanciaá Ollivander.”
   Harry no respondió. Fingió mirar a los que bailaban, como Krum, pero estaba pensando profundamente. As´ı que Voldemort estaba buscando a un célebre fabricante de varitas.
   Harry no tuvo que buscar muy lejos una razón. Seguramente era por lo que hab´ıa hecho la varita de Harry la noche que Voldemort lo hab´ıa perseguido por los cielos. La varita de acebo y pluma de fénix hab´ıa conquistado a la varita prestada, algo que Ollivander no hab´ıa anticipado o entendido. ¿Sabr´ıa Gregorovitch más? ¿Realmente era más hábil que Ollivander, sab´ıa secretos de las varitas que Ollivander no conoc´ıa?
   “Esa chica es muy bonita” dijo Krum, volviendo a Harry al ambiente en el que estaban.
   Krum estaba se˜nalando a Ginny, que se acababa de unir a Luna. “¿También es familiar tuya?”
   “S´ı” dijo Harry repentinamente irritado, “y sale con alguien. Del tipo celoso. Un t´ıo grande. No quieras enfrentarte a él.”
   Krum gru˜nó.
   “¿Cuál” dijo, vaciando su copa y poniéndose nuevamente de pie, “es el punto de ser un jugador de Quidditch ´ınterrnacional’si todas las chicas guapas están cogidas?”
   Y se marchó dando grandes zancadas dejando a Harry, que cogió un sándwich de un camarero que pasaba y se acercó al borde de la abarrotada pista de baile. Quer´ıa encontrar a Ron, contarle sobre Gregorovitch, pero estaba bailando con Hermione en el medio de la pista. Harry se apoyó contra uno de los postes dorados y miró a Ginny, que ahora estaba bailando con Lee Jordan, el amigo de Fred y George, intentando no sentirse resentido con la promesa que le hab´ıa hecho a Ron.
   Nunca antes hab´ıa ido a una boda, as´ı que no pod´ıa juzgar cómo las bodas mágicas CAPÍTULO 8. LA BODA
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   se diferenciaban de las muggles, aunque estaba bastante seguro de que estas últimas no tendr´ıan una tarta de bodas coronada con dos modelos de fénix que echaron a volar cuando la tarta se cortó, o botellas de champán que flotaban sin apoyo entre la multitud. Cuando la tarde fue avanzando, y las polillas empezaron a descender bajo el toldo, ahora encendido con lámparas doradas flotantes, la juerga se fue volviendo cada vez más incontrolable. Fred y George hab´ıan desaparecido en la oscuridad hac´ıa bastante tiempo, con un par de las primas de Fleur; Charlie, Hagrid y un mago rechoncho con un sombrero de copa baja púrpura estaban cantando Ódo el Héroeén la esquina.
   Serpenteando entre la multitud para escapar de un t´ıo borracho de Ron, que no estaba muy seguro de si Harry era o no su hijo, Harry localizó a un anciano mago sentado sólo en una mesa. Su nube de pelo blanco lo hac´ıa parecer un viejo diente de león y estaba coronada por una capa comida por las polillas. Era vagamente familiar: estrujándose el cerebro, de repente Harry se dio cuenta de que ese era Elphias Doge, miembro de la Orden del Fénix y el escritor de la nota necrológica de Dumbledore.
   Harry se acercó a él.
   “¿Puedo sentarme?”
   “Claro, claro” dijo Doge; ten´ıa una voz bastante aguda y sibilante.
   Harry se inclinó hacia delante.
   “Se˜nor Doge, soy Harry Potter.”
   En un revoloteo de nervioso placer, Doge le sirvió a Harry una copa de champán.
   “Pensé en escribirte” le susurró, “después de que Dumbledore... la conmoción... y para ti, estoy seguro...”
   Los peque˜nos ojos de Doge se llenaron de repentinas lágrimas.
   “Vi la nota necrológica que escribió para el Diario Profeta” dijo Harry. “No me di cuenta que conoc´ıa tan bien al Profesor Dumbledore.”
   “Tan bien como cualquiera” dijo Doge, secándose los ojos con una servilleta. “Ciertamente lo conoc´ıa desde más tiempo, si no cuentas a Aberforth, y de alguna manera, la gente nunca parece contar a Aberforth.”
   “Hablando del Diario Profeta... no sé si vio, se˜nor Doge...”
   “Oh, por favor, llámame Elphias, querido muchacho.”
   “Elphias, no sé si vio la entrevista que Rita Skeeter dio sobre Dumbledore.”
   La cara de Doge se invadió de un furioso rubor.
   “Oh s´ı, Harry, la vi. Esa mujer, o buitre ser´ıa un término más apropiado, verdaderamente me atosigó para que hablase con ella. Me avergüenzo de decir que me puse bastante rudo, la llamé trucha entrometida, lo que dio como resultado, como habrás visto, calum-nias sobre mi cordura.”
   “Bueno, en esa entrevista” continuó Harry, “Rita Skeeter dejó caer que el Profesor Dumbledore hab´ıa practicado las Artes Oscuras cuando era joven.”
   “¡No creas una palabra de eso!” dijo Doge al instante. “¡Ni una palabra, Harry! ¡No dejes que nada estropee tus recuerdos de Dumbledore!”
   Harry miró la sincera y dolorida cara de Doge, y no se sintió reconfortado, sino frustrado. ¿De verdad Doge cre´ıa que era tan fácil, que Harry simplemente escoger´ıa no creer?
   ¿No entend´ıa Doge la necesidad de Harry de estar seguro, de saber todo?
 
   CAPÍTULO 8. LA BODA
   88
   Quizás Doge sospechaba cómo se sent´ıa Harry, porque lo miró preocupado y continuó con rapidez.
   “Harry, Rita Skeeter es una terrible...”
   Pero fue interrumpido por un estridente graznido.
   “¿Rita Skeeter? Oh, me encanta, ¡siempre la leo!”
   Harry y Doge levantaron la mirada para ver a la t´ıa Muriel all´ı parada, las plumas bailando en su cabeza, una copa de champán en su mano.
   “¡Ha escrito un libro sobre Dumbledore, ya sabéis!”
   “Hola Muriel” dijo Doge. “S´ı, justo estábamos hablando...”
   “¡Tú ah´ı! Dame tu silla, ¡que tengo ciento siete a˜nos!”
   Otro primo Weasley pelirrojo saltó de su asiento, con cara de alarma, y la t´ıa Muriel giró el asiento con sorprendente fuerza y se sentó entre Doge y Harry.
   “Hola otra vez Barry, o como quiera que te llames.” Le dijo a Harry. “Ahora, ¿qué estabas diciendo sobre Rita Skeeter, Elphias? ¿Sabes que escribió una biograf´ıa sobre Dumbledore? No puedo esperar para leerla. ¡Debo recordar encargarla en Flourish y Blotts!”
   Doge pareció r´ıgido y solemne ante esto, pero la t´ıa Muriel vació su copa y chasqueó los huesudos dedos a un camarero que pasaba para que le diese otra. Tomó otro largo trago de champán, eructó y luego dijo: “¡No hay necesidad de parecer un par de ranas disecadas!
   ¡Antes de llegar a ser tan respetado y respetable y todo eso, hubo algunos rumores muy curiosos sobre Albus!”
   “Propaganda mal informada” dijo Doge, volviendo a ponerse como un rábano.
   “Tú dir´ıas eso, Elphias” carcajeó la t´ıa Muriel. “¡Me di cuenta de cómo trataste muy por encima las bochornosas manchas en esa nota necrológica tuya!”
   “Siento que pienses eso” dijo Doge, todav´ıa con más frialdad. “Te aseguro que lo estaba escribiendo desde el corazón.”
   “Oh, todos sabemos que venerabas a Dumbledore; ¡me atrever´ıa a decir que todav´ıa piensas que era un santo incluso si sale que se deshizo de su hermana squib!”
   “¡Muriel!” exclamó Doge.
   Un escalofr´ıo que no ten´ıa nada que ver con el helado champán se estaba introduciendo en el pecho de Harry.
   “¿Qué quieres decir?” le preguntó a Muriel. “¿Quién dice que su hermana era una squib? Pensé que estaba enferma.”
   “¡Pensaste mal, entonces, eh, Barry!” dijo la t´ıa Muriel, pareciendo encantada ante el efecto que hab´ıa provocado. “De todas formas, ¿cómo puedes esperar saber algo sobre eso? Pasó muchos a˜nos antes de que incluso fueses pensado, cari˜no, y la verdad es que aquellos de nosotros que estábamos vivos entonces nunca supimos lo que pasó en realidad.
   ¡Por eso no puedo esperar a saber lo que Skeeter ha desenterrado! ¡Dumbledore mantuvo a su hermana tranquila durante demasiado tiempo!”
   “¡Falso!” siseó Doge. “¡Totalmente falso!”
   “Nunca me contó que su hermana fuese una squib” dijo Harry, sin pensar, todav´ıa fr´ıo interiormente.
   “¿Y por qué te lo habr´ıa contado?” chilló Muriel, tambaleándose un poco en su asiento CAPÍTULO 8. LA BODA
   89
   al intentar centrarse en Harry.
   “La razón por la que Albus nunca hablaba de Ariana” empezó Elphias con la voz tensa por la emoción, “es, me parece, bastante clara. Estaba tan destrozado por su muerte...”
   “¿Por qué nadie la vio nunca, Elphias?” graznó Muriel. “¿Por qué la mitad de nosotros nunca supo que exist´ıa, hasta que llevaron el ataúd fuera de la casa y celebraron un funeral por ella? ¿Dónde estaba el santo Albus mientras Ariana estaba encerrada en el sótano?
   ¡Lejos, siendo brillante en Hogwarts, y sin importarle lo que pasaba en su propia casa!”
   “¿Qué quiere decir, encerrada en el sótano?” preguntó Harry. “¿Qué es esto?”
   Doge parec´ıa desconsolado. La t´ıa Muriel se carcajeó otra vez y respondió a Harry.
   “La madre de Dumbledore era una mujer espantosa, simplemente espantosa. De padres muggles, aunque escuché que fing´ıa lo contrario...”
   “¡Nunca fingió nada por el estilo! Kendra era una buena mujer” susurró Doge tristemente, pero la t´ıa Muriel lo ignoró.
   “... orgullosa y muy dominante, el tipo de bruja que estar´ıa mortificada por producir una squib...”
   “¡Ariana no era una squib!” siseó Doge.
   “¡Eso dices, Elphias, pero explica entonces, porqué nunca fue a Hogwarts!” dijo la t´ıa Muriel. Se dio la vuelta hacia Harry. “En nuestros tiempos, a menudo los squibs eran acallados, aunque llegar al extremo de encerrar a una ni˜na peque˜na en la casa y fingir que no exist´ıa...”
   “¡Te estoy diciendo que eso no es lo que pasó!” dijo Doge, pero la t´ıa Muriel continuó como una apisonadora, todav´ıa dirigiéndose a Harry.
   “A menudo enviaban a los squibs a escuelas muggles y los animaban a integrarse en la comunidad muggle... algo mucho más amable que intentar encontrarles un lugar en el mundo mágico, donde siempre ser´ıan de segunda clase, pero naturalmente a Kendra Dumbledore no se le habr´ıa pasado por la cabeza dejar ir a su hija a un colegio muggle...”
   “¡Ariana era delicada!” dijo Doge desesperado. “Su salud siempre fue demasiado pobre para permitirle...”
   “... permitirle salir de casa?” carcajeó Muriel. “¡Y aún as´ı nunca la llevaron a San Mungo y tampoco llamaron a ningún sanador para que la viese!”
   “De verdad, Muriel, ¿cómo puedes saber si...”
   “Para tu información, Elphias, mi primo Lancelot era sanador en San Mungo en esa época, y le dijo a mi familia en la más estricta confidencia que nunca se hab´ıa visto a Ariana por all´ı. ¡Todo muy sospechoso, pensó Lancelot!”
   Doge parec´ıa estar al borde de las lágrimas. La t´ıa Muriel, que parec´ıa estarse divirtien-do mucho, chasqueó los dedos para pedir más champán. Como paralizado, Harry pensó en cómo los Dursleys una vez lo hab´ıan encerrado, mantenido bajo llave, escondido fuera de la vista, todo por el crimen de ser un mago. ¿Hab´ıa sufrido la hermana de Dumbledore el mismo destino pero invertido: encerrada por la falta de magia? ¿Y realmente Dumbledore la hab´ıa dejado a su suerte mientras se iba a Hogwarts para mostrarse brillante y con talento?
   “Ahora, si Kendra no hubiese muerto primero” continuó Muriel, “habr´ıa dicho que fue ella la que mató a Adriana...”
 
   CAPÍTULO 8. LA BODA
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   “¡Cómo te atreves, Muriel!” gimió Doge. “¿Que una madre mate a su propia hija?
   ¡Piensa en lo que estás diciendo!”
   “Si la madre en cuestión era capaz de encerrar a su hija durante a˜nos hasta el final,
   ¿por qué no?” la t´ıa Muriel se encogió de hombros. “Pero como dije, no concuerda, porque Kendra murió antes que Adriana... de qué, nadie nunca ha estado seguro...”
   “S´ı, Ariana pudo haber hecho un desesperado intento de liberarse y matar a Kendra en el forcejeo” dijo la t´ıa Muriel pensativamente. “Sacude la cabeza todo lo que quieras, Elphias. Estabas en el funeral de Ariana, ¿verdad?”
   “S´ı estaba” dijo Doge, con los labios temblorosos, “y no puedo recordar una situación más desesperadamente triste. Albus ten´ıa el corazón roto...”
   “Su corazón no fue lo único. ¿No le rompió Aberforth la nariz cuando hab´ıa transcurrido la mitad de la ceremonia?”
   Si Doge hab´ıa parecido horrorizado antes de esto, no era nada comparado con cómo se ve´ıa ahora. Muriel bien podr´ıa haberle clavado un cuchillo. Ella se carcajeó ruidosamente y tomó otro trago de champán, que le bajó goteando por la barbilla.
   “¿Cómo sabes...?” graznó Doge.
   “Mi madre era amiga de la vieja Bathilda Bagshot” dijo la t´ıa Muriel con alegr´ıa.
   “Bathilda le describió todo lo que hab´ıa pasado a mi madre mientras yo escuchaba tras la puerta. Una pelea al lado del ataúd, tal como Bathilda lo contó. Aberforth gritó que era culpa de Albus que Ariana estuviese muerta y entonces lo golpeó en la cara. Según Bathilda, Albus ni siquiera se defendió, y eso ya es bastante raro. albus podr´ıa haber destruido a Aberforth en un duelo con las dos manos atadas tras la espalda.”
   Muriel tragó todav´ıa más champán. Recitar aquellos viejos escándalos parec´ıan haberla llenado de euforia tanto como hab´ıan horrorizado a Doge. Harry no sab´ıa qué pensar, qué decir. Quer´ıa la verdad, y aún as´ı todo lo que Doge hac´ıa era permanecer sentado y comentar débilmente que Ariana hab´ıa estado enferma. Harry apenas pod´ıa creer que Dumbledore no hubiese intervenido si semejante crueldad hubiera pasado dentro de su propia casa, y aún as´ı indudablemente hab´ıa algo raro en la historia.
   “Y te diré algo más” dijo Muriel, hipando ligeramente al bajar su copa. “Creo que Bathilda le ha contado todo a Rita Skeeter. Todas esas insinuaciones en la entrevista de Skeeter sobre una importante fuente cercana a los Dumbledore... Dios sabe que ella estaba all´ı durante todo el asunto de Ariana, ¡y encajar´ıa!”
   “¿Bathilda Bagshot?” dijo Harry. “¿La autora de Una historia de magia?”
   El nombre estaba impreso en la portada de uno de los libros de Harry, aunque ten´ıa que admitir, no de uno de los que hab´ıa le´ıdo más atentamente.
   “S´ı” dijo Doge, agarrándose a la pregunta de Harry como un hombre a punto de morir a su heredero vivo. “Una de las historiadoras mágicas de más talento y una vieja amiga de Albus.”
   “Chochea bastante estos d´ıas, he o´ıdo” dijo la t´ıa Muriel alegremente.
   “Si es as´ı, es todav´ıa menos honorable por parte de Skeeter haberse aprovechado de ella” dijo Doge, “¡y no se le puede dar credibilidad a cualquier cosa que Bathilda pueda haber dicho!”
   “Oh, hay maneras hacer que vuelvan los recuerdos, y estoy segura de que Rita Skeeter las conoce todas.” Dijo la t´ıa Muriel. “Pero incluso si Bathilda está completamente chifla-CAPÍTULO 8. LA BODA
   91
   da, estoy segura de que todav´ıa tendrá viejas fotograf´ıas, tal vez incluso cartas. Conoc´ıa a los Dumbledore desde hac´ıa a˜nos... bien merec´ıa un viaje al Valle de Godric, dir´ıa yo.”
   Harry, que estaba tomando un sorbo de cerveza de mantequilla, se atragantó. Doge lo golpeó en la espalda mientras Harry tos´ıa, mirando a la t´ıa Muriel con ojos llorosos.
   Una vez que retomó el control de su voz, preguntó: “¿Bathilda Bagshot vive en el Valle de Godric?”
   “¡Oh, s´ı, siempre ha estado all´ı! Los Dumbledore se mudaron después de que Percival fuese encerrado, y ella era su vecina.”
   “¿Los Dumbledore viv´ıan en el Valle de Godric?”
   “S´ı, Barry, eso es lo que acabo de decir” dijo la t´ıa Muriel con irritación.
   Harry se sintió drenado, vac´ıo. Ni una vez en seis a˜nos, le hab´ıa contado Dumbledore a Harry que ambos hab´ıan vivido y perdido seres amados en el Valle de Godric. ¿Por qué? ¿Estaban Lily y James enterrados cerca de la madre y la hermana de Dumbledore?
   ¿Hab´ıa visitado Dumbledore sus tumbas, quizás caminado pasando las de Lily y James para hacerlo? Y ni una vez se lo hab´ıa dicho a Harry... nunca se hab´ıa molestado en decir...
   Y por qué era tan importante, Harry no se lo pod´ıa explicar ni a s´ı mismo, pero aún as´ı sent´ıa que equival´ıa a una mentira no decirle que hab´ıan tenido ese lugar y esas experiencias en común. Miró hacia delante, apenas notando lo que suced´ıa a su alrededor, y no se dio cuenta de que Hermione hab´ıa aparecido entre la multitud hasta que puso una silla a su lado.
   “Simplemente no puedo bailar más” jadeó, sacándose uno de los zapatos y frotándose el talón. “Ron ha ido a buscar más cervezas de mantequilla. Es un poco raro. Acabo de ver a Viktor yéndose furioso de donde estaba el padre de Luna, parec´ıa que hab´ıan discutido...” su voz se apagó, y lo miró fijamente. “Harry, ¿estás bien?”
   Harry no sab´ıa por donde empezar, pero no importó. En ese momento, algo grande y plateado apareció cayendo del toldo sobre la pista de baile. Grácil y brillante, el lince aterrizó con suavidad en el medio de los asombrados bailarines. Las cabezas se giraron, y aquellos que estaban cerca se congelaron absurdamente en medio del baile. Entonces la boca del patronus se abrió y habló con la fuerte, profunda y lenta voz de Kingsley Shacklebolt.
   “El Ministerio ha ca´ıdo. Scrimgeour está muerto. Están viniendo.”
 
   Cap´ıtulo 9
   Un Lugar para Ocultarse
   Todo parec´ıa confuso, lento. Harry y Hermione saltaron sobre sus pies y esgrimieron sus varitas. Muchas personas se estaban dando cuenta ahora de que algo raro hab´ıa ocurrido; algunas cabezas todav´ıa se estaban volviendo hacia el gato plateado cuando desapareció.
   El silencio se extendió hacia fuera en fr´ıas ondas desde el lugar en que hab´ıa aparecido el Patronus. Entonces alguien gritó.
   Harry y Hermione se lanzaron entre la multitud despavorida. Los invitados corr´ıan en todas direcciones; muchos Desaparec´ıan; los encantamientos protectores que hab´ıa alrededor de la Madriguera se hab´ıan roto.
   “¡Ron!” lloró Hermione. “Ron, ¿dónde estás?”
   Mientras se abr´ıan paso a empujones hasta el otro lado de la pista de baile, Harry vio como unas figuras enmascaradas sal´ıan de entre la multitud; luego vio a Lupin y Tonks, con sus varitas levantadas, y escuchó que ambos gritaban, ’¡Protego! ’, grito que resonó por todas partes
   “¡Ron! ¡Ron!” llamó Hermione medio sollozando, al ser envueltos por los aterrorizados invitados. Harry la estaba cogiendo de la mano para asegurarse de que no fueran separados, cuando una l´ınea de la luz zumbó sobre sus cabezas, aunque no supo si era un encantamiento protector o algo más siniestro...
   En ese momento apareció Ron. Cogió el brazo libre de Hermione, y Harry la sintió girar sobre s´ı misma; la visión y el sonido se extinguieron mientras la obscuridad se cern´ıa sobre él; todo lo que pod´ıa sentir era la mano de Hermione mientras era lanzado a través de espacio y tiempo, lejos de la Madriguera, lejos de los Mort´ıfagos que descend´ıan, lejos, quizás, de Voldemort mismo...
   “¿Dónde estamos?” dijo la voz de Ron.
   Harry abrió los ojos. Por un momento, pensó que no hab´ıan abandonado la boda, después de todo; todav´ıa parec´ıan estar rodeados de gente.
   “En Tottenham Court Road” jadeó Hermione. “Camina, simplemente camina, tenemos que encontrar un sitio para que os cambiéis.”
   Harry hizo lo que le dec´ıa. Medio anduvieron medio corrieron subiendo la amplia y oscura calle, atestada de trasnochadores y llena de tiendas cerradas, mientras las estrellas brillaban sobre ellos.
   Un autobús de dos pisos rugió al pasar y un grupo de parroquianos alegres se los comieron con los ojos cuando pasaron; Harry y Ron todav´ıa llevaban sus túnicas de etiqueta.
   92
 
   CAPÍTULO 9. UN LUGAR PARA OCULTARSE
   93
   “Hermione, no tenemos nada para cambiarnos,” dijo Ron, cuando una mujer joven se echó a reir tontamente al verle.
   “¿Por qué no me habré asegurado de traerme la capa de invisibilidad?” dijo Harry, maldiciendo interiormente su propia estupidez. “Todo el a˜no pasado la llevé encima y”
   “Está bien, tengo la capa, tengo ropa para los dos” dijo Hermione. “Sólo tratad de actuar con naturalidad hasta... esto servirá.”
   Los condujo a una calle lateral, y luego a la protección de un callejón sombr´ıo.
   “Cuando dices que tienes la capa, y la ropa...” dijo Harry, frunciendo el ce˜no a Hermione, que no llevaba nada salvo su peque˜no bolso bordado, en el que rebuscaba en ese momento.
   “Si, aqu´ı están” dijo Hermione, y para absoluto asombro de Harry y Ron, sacó un par de vaqueros, una camiseta gruesa, algunos calcetines granates, y finalmente la plateada capa de invisibilidad.
   “¿Cómo demonios??”
   “Encantamiento de Extensión Indetectable” dijo Hermione. “Dif´ıcil, pero creo que lo he hecho bien; en cualquier caso, me las arreglé para meter aqu´ı todo lo que necesitamos.”
   Dio una peque˜na sacudida a la aparentemente frágil bolsa, que resonó como si fuera un cargamento con varios objetos pesados rodando dentro. “Oh, maldición, eso deben ser los libros” dijo, mirándolo con atención. “Y los ten´ıa todos apilados por tema ... En fin ...
   Harry, es mejor que cojas tú la capa de invisibilidad. Ron, date prisa y cámbiate...”
   “¿Cuándo hiciste todo esto?” preguntó Harry mientras Ron se desvest´ıa.
   “Te lo dije en la Madriguera, he llevado encima lo esencial preparado durante d´ıas, ya sabes, por si acaso tuviéramos que huir rápidamente. Hice tu mochila esta ma˜nana, Harry, después de que te cambiaras, y la puse aqu´ı... Ten´ıa un presentimiento...”
   “Eres asombrosa, de verdad que si,” dijo Ron, pasándole su túnica enrollada.
   “Gracias” dijo Hermione, con una peque˜na sonrisa, mientras empujaba las túnicas en la bolsa. “¡Por favor, Harry, ponte esa capa!”
   Harry le lanzó la Capa de Invisibilidad alrededor de los hombros y la reafirmó sobre su cabeza, desapareciendo de la vista. Estaba empezando a darse cuenta de lo que hab´ıa ocurrido en ese momento.
   “Los demás... toda la gente de la boda?”
   “No podemos preocuparnos por eso ahora” cuchicheó Hermione. “Van tras de ti, Harry, y si volvemos lo único que conseguiremos será ponerlos a todos aún en más peligro.”
   “Tiene razón” dijo Ron, que parec´ıa saber que Harry estaba a punto de discutir, incluso sin poderle ver la cara. “La mayor parte de la Orden estaba all´ı, cuidarán de todos.”
   Harry asintió con la cabeza, luego recordó que no pod´ıan verlo y dijo
   “S´ı.”
   Pero pensó en Ginny, y el miedo burbujeó como ácido en su estómago.
   “Vamos, creo que deber´ıamos mantenernos en movimiento” dijo Hermione.
   Retrocedieron por la calle lateral y de nuevo por la carretera principal, donde un grupo de hombres cantaba y ondeaban los brazos en la acera de enfrente.
   “¿Sólo por curiosidad, por qué Tottenham Court Road?” preguntó Ron a Hermione.
 
   CAPÍTULO 9. UN LUGAR PARA OCULTARSE
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   “No tengo ni idea, fue lo primero que me vino a mi cabeza, pero estoy segura de que estaremos más seguros en el mundo muggle, donde no esperarán que estemos.”
   “Es cierto” dijo Ron, mirando a su alrededor. “Pero ¿tú no te sientes un poco.. ex-puesta?”
   “¿Dónde más podr´ıamos ir?” preguntó Hermione, encogiéndose cuando los hombres del otro lado de la calle empezaron a aullarle como lobos. “Dif´ıcilmente podemos reservar habitaciones en el Caldero Chorreante, ¿no? Y Grimmauld Place está descartado, ya que Snape puede ir all´ı... Supongo que podr´ıamos probar en casa de mis padres, pero creo que hay una posibilidad de que lo comprueben... Oh, ¡por qué no se callarán!”
   “¿Y bien, querida?” el más borracho de los hombres del otro lado estaba gritando.
   “¿Quieres un trago? ¡Abandona al pelirrojo y ven y tómate una pinta!”
   “Vamos a sentarnos en algún sitio” dijo Hermione apresuradamente cuando Ron abrió la boca para responder gritando al otro lado de la calle. “Mirad, ¡esto servirá, entrad aqu´ı!”
   Era un café nocturno peque˜no y gastado. Un ligera capa de grasa yac´ıa sobre todas las mesas acabadas en formica, pero por lo menos estaba vac´ıo. Harry entró a un reservado, y Ron se sentó junto a él, frente a Hermione, que quedó de espaldas a la entrada, lo que no pareció gustarle; echaba vistazos por encima del hombro tan frecuentemente parec´ıa tener un tic. A Harry no le gustaba que estuvieran quietos; caminar les hab´ıa dado la ilusión de que tener un objetivo. Debajo de la capa pod´ıa sentir los últimos vestigios de la Poción Multijugos abandonándole, sus manos regresaban a su forma y longitud acostumbrada.
   Sacó las gafas del bolsillo y se las puso otra vez.
   Después de uno o dos minutos, Ron dijo: “Sabéis, no estamos lejos del Caldero Chorreante, está en Charing Cross...”
   “¡Ron, no podemos!” dijo Hermione inmediatamente.
   “No digo quedarnos all´ı, pero s´ı averiguar qué está ocurriendo!”
   “¡Sabemos qué esta ocurriendo! Voldemort ha tomado el Ministerio, ¿qué más necesitamos saber?”
   “Vale, vale, ¡era sólo una idea!”
   Cayeron en un silencio espinoso. La camarera, que masticaba chicle, les atendió, y Hermione pidió dos capuchinos: como Harry era invisible, podr´ıa haber parecido raro pedirle uno. Un par de obreros fornidos entró en el café y se metió en el reservado de al lado. Hermione redujo su voz a un susurro.
   “Yo digo que encontremos un lugar tranquilo para Desaparecernos y dirigirnos hacia el campo. En cuanto estamos all´ı, podremos enviar un mensaje a la Orden.”
   “¿Entonces puedes hacer un Patronus de esos que hablan?” preguntó Ron.
   “He estado practicando, y creo que s´ı” dijo Hermione.
   “Bueno, mientras eso no les cause problemas, aunque deben haber sido arrestados ya.
   Dios, esto está asqueroso” a˜nadió Ron después de dar un sorbo al espumoso café grisáceo.
   La camarera le hab´ıa o´ıdo; le echó a Ron una mirada rencorosa mientras se dirig´ıa a atender a los nuevos clientes. El más grande de los dos obreros, que era rubio e inmenso, ahora que Harry lo miraba, la apartó. Ella le miró fijamente, ofendida.
   “Vámonos entonces, no quiero beberme esta mugre” dijo Ron. “Hermione, ¿tienes dinero Muggle para pagar esto?”
 
   CAPÍTULO 9. UN LUGAR PARA OCULTARSE
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   “S´ı, saqué todos mis ahorros de la Sociedad Constructora antes de ir a la Madriguera.
   Apuesto a que todo el dinero suelto está en la parte de abajo” se quejó Hermione, cogiendo su bolso bordado.
   Los dos obreros hicieron idénticos movimientos, y Harry los imitó inconscientemente: los tres esgrimieron sus varitas. Ron, que tardó unos segundos en darse cuenta de lo qué estaba pasando, arremetió hacia al otro lado de la mesa, empujando a Hermione al otro lado de su banco. Los impactos de los hechizos de los mort´ıfagos hicieron a˜nicos el mosaico de la pared justo donde hab´ıa estado la cabeza de Ron, mientras Harry, todav´ıa invisible, gritó, “¡Desmanius! ”
   El enorme mort´ıfago rubio fue golpeado en la cara por un rayo de la luz roja: se desplomó lateralmente, inconsciente. Su compa˜nero, incapaz de ver quién hab´ıa lanzado el hechizo, disparó otro a Ron: brillantes cuerdas negras volaron de su varita y ataron a Ron de pies a cabeza. La camarera gritó y corrió hacia la puerta. Harry envió otro Hechizo Aturdidor al mort´ıfago de la cara torcida que hab´ıa atado a Ron, pero el hechizo falló, rebotó en la ventana y golpeó a la camarera, que se desplomó delante de la puerta.
   “¡Expulso! ” gritó el mort´ıfago, y la mesa detrás de la que estaba Harry explotó. La fuerza de la explosión le hizo golpearse contra la pared y sintió como la varita ca´ıa de su mano mientras se le soltaba la capa.
   “¡Petrificus Totalus! ” gritó Hermione desde fuera de su campo de visión, y el mort´ıfago se desplomó como una estatua con un ruido sordo sobre los restos de loza, mesa, y café.
   Hermione sal´ıo gateando de debajo del banco, sacudiéndose del pelo los restos de cristal de un cenicero y temblando entera.
   “D-diffindo,” dijo, apuntando su varita hacia Ron, que bramó de dolor cuando le cortó la rodilla de los vaqueros, dejando una profundo corte.
   “Oh, lo siento tanto, Ron, ¡me tiembla la mano! ¡Diffindo! ”
   Las cuerdas cayeron, cortadas. Ron se puso en pie, agitando los brazos para recuperar la sensibilidad. Harry recogió su varita y trepó sobre los escombros hacia el lugar donde el enorme mort´ıfago rubio se hab´ıa desplomado al otro lado del banco.
   “Deber´ıa haberlo reconocido, estaba all´ı la noche en que Dumbledore murió” dijo.
   Giró al mort´ıfago moreno con el pie; los ojos del hombre se mov´ıan rápidamente de Harry y Ron a Hermione rápidamente.
   “Éste es Dolohov” dijo Ron. “Lo reconozco de los antiguos carteles de Se busca. Creo que el grande es Thorfinn Rowle.”
   “¡No importa cómo se llamen!” dijo Hermione un poco histéricamente. “¿Cómo nos encontraron? ¿Qué vamos a hacer?”
   De algún modo su pánico pareció despejar la cabeza de Harry.
   “Cierra con llave la puerta” le dijo “Y Ron, tú apaga las luces.”
   Miró al paralizado Dolohov, pensando rápidamente mientras la cerradura hac´ıa clic y Ron usaba el Desiluminador para dejar el café sumido en la obscuridad. Harry pod´ıa escuchar a los hombres que hab´ıan piropeado a Hermione gritar a otra chica en la distancia.
   “¿Qué vamos a hacer con ellos?” le susurró Ron a Harry en la oscuridad; luego, incluso en voz más baja, “¿Matarlos? Ellos nos habr´ıan matado. Este es el mejor momento.”
   Hermione se estremeció y dio un paso atrás. Harry agitó la cabeza.
   “Sólo tenemos que borrar sus memorias” dijo Harry. “Es mejor de ese modo, los CAPÍTULO 9. UN LUGAR PARA OCULTARSE
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   dejará fuera de escena. Si los matáramos, ser´ıa obvio que hemos estado aqu´ı.”
   “Tú eres el jefe” dijo Ron, que parec´ıa enormemente aliviado. “Pero no he hecho nunca un Encantamiento Desmemorizador.”
   “Yo tampoco” dijo Hermione. “Pero sé la teor´ıa.”
   Inspiró hondo para tranquilizarse, luego apuntó su varita mágica a la frente de Dolohov y dijo: “Obliviate.”
   Inmediatamente, los ojos de Dolohov se volvieron desenfocados y so˜nadores.
   “¡Brillante!” dijo Harry, dándole una palmada en la espalda. “Ocúpate del otro y de la camarera mientras Ron y yo limpiamos esto.”
   “¿Limpiar?” dijo Ron, mirando el café en parte destruido. “¿Por qué?”
   “¿No crees que podr´ıan preguntarse qué puede haber ocurrido si se despiertan y se encuentran en un lugar que parece que acaba de ser bombardeado?”
   “Oh, es verdad, s´ı...”
   Ron forcejeó durante un rato antes de conseguir extraer la varita de su bolsillo.
   “No es raro que no pueda, Hermione, has encojido mis vaqueros viejos, me aprietan.”
   “Oh, lo siento tanto” siseó Hermione, y mientras arrastraba a la camarera fuera de la vista de las ventanas, Harry la escuchó farfullar una sugerencia respecto a dónde se pod´ıa clavar la varita Ron.
   En cuanto el café fue devuelto a su condición previa, llevaron a los mort´ıfagos de regreso a su reservado y los apoyaron mirándose el uno al otro
   “¿Pero cómo nos encontraron?” preguntó Hermione, mirando de un hombre inerte al otro. “¿Cómo supieron dónde estábamos?”
   Se volvió hacia Harry.
   “Tu... no crees que lleves todav´ıa el Rastro, ¿no, Harry?”
   “No puede ser” dijo Ron. “El Rastro acaba a los diecisiete, es la Ley Mágica, no se puede poner sobre un adulto.”
   “Por lo que tú sabes” dijo Hermione. “¿Y si los mort´ıfagos han encontrado una forma de ponerlo sobre un joven de diecisiete a˜nos?”
   “Pero Harry no ha estado cerca de un mort´ıfago en las últimas veinticuatro horas.
   ¿Quién se supone que podr´ıa haber vuelto a poner un Rastro sobre él?”
   Hermione no respondió. Harry se sent´ıa contaminado, corrompido; ¿era realmente as´ı cómo les hab´ıan encontrado los mort´ıfagos?
   “Si no puedo usar magia, y vosotros no podéis usar magia cerca de m´ı, sin revelar nuestra posición ...” empezó.
   “¡No nos vamos a separar!” dijo Hermione firmemente.
   “Necesitamos un lugar seguro para escondernos” dijo Ron. “Danos tiempo para pensarlo.”
   “Grimmauld Place” dijo Harry.
   Los otros dos se quedaron con la boca abierta.
   “¡No seas absurdo, Harry, Snape puede aparecer por all´ı!”
 
   CAPÍTULO 9. UN LUGAR PARA OCULTARSE
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   “El padre de Ron dijo que hab´ıan puesto sortilegios contra él... e incluso aunque no hayan funcionado...” continuó antes de que Hermione empezara a argumentar “¿qué más da? Os lo juro, no hay nada que desee tanto como encontrarme a Snape.”
   “Pero...”
   “Hermione, ¿Qué otro sitio hay? Es la mejor elección que tenemos. Snape es un solo mort´ıfago. Si todav´ıa tienen el Rastro sobre m´ı, tendremos multitudes de ellos sobre nosotros allá donde vayamos.”
   No pod´ıa discutir eso, aunque se notaba que le hubiera gustado hacerlo. Mientras abr´ıa la puerta del café, Ron accionó el Desiluminador para dar luz de nuevo al café. Luego, a la cuenta de tres de Harry, deshicieron los hechizos sobre sus tres v´ıctimas, y antes de que la camarera o cualquiera de los mort´ıfagos pudieran hacer nada mas que removerse somnolientos, Harry, Ron y Hermione hab´ıan salido fuera y desaparecido en la oscuridad otra vez.
   En unos segundos Harry dilataba sus pulmones agradecido, y abr´ıa los ojos, estaban en medio de una tristona y familiar plaza. Casas altas y ruinosas, los miraban desde todos los lados. El número doce era visible para ellos, puesto que Dumbledore, su Guardián Secreto, les hab´ıa revelado su existencia, y se encaminaron inmediatamente hacia él, comprobando a cada metro que no les segu´ıa nadie. Subieron los pelda˜nos de piedra, y Harry golpeó la puerta principal una vez con su varita mágica. Escucharon una serie de clics metálicos y el ruido de una cadena, luego la puerta se abrió con un chirrido y se apresuraron a atravesar el umbral.
   Cuando Harry cerró la puerta tras ellos, las lámparas de gas, pasadas de moda, volvieron a la vida, lanzando una luz parpadeante a lo largo de todo el pasillo. Era como Harry lo recordaba: extra˜na, tenebrosa, las filas de cabezas de elfos caseros en la pared lanzando sombras extra˜nas escaleras arriba. Unas largas cortinas oscuras ocultaban el retrato de la madre de Sirius. Lo único que estaba fuera de lugar era el paraguero con forma de pierna de troll, que estaba estando tendido de lado como si Tonks acabara de chocar con él.
   “Creo que alguien ha estado aqu´ı” cuchicheó Hermione, se˜nalándolo con el dedo.
   “Eso pod´ıa haber ocurrido cuando la orden partió” murmuró Ron en respuesta.
   “¿Pero dónde están los sortilegios que pusieron contra Snape?” preguntó Harry.
   “A lo mejor solamente se activan si aparece” sugirió Ron.
   Todav´ıa segu´ıan los tres sobre el felpudo, con la espalda contra la puerta, temiendo internarse más en la casa.
   “Bueno, no podemos quedarnos aqu´ı para siempre” dijo Harry, y dio un paso adelante.
   “¿Severus Snape?” susurró la voz de Ojoloco Moody en la oscuridad, haciendo que los tres saltaran hacia atrás aterrados.
   “¡No somos Snape!” gru˜nó Harry, antes de que una especie de aire fr´ıo se abalanzara sobre y su lengua se enrollara sobre s´ı misma, haciéndole imposible hablar. Antes de que tuviera tiempo de sentirla dentro de su boca, sin embargo, su lengua se hab´ıa desenrollado otra vez.
   Los otros dos parec´ıan haber experimentado la misma desagradable sensación. Ron estaba haciendo ruidos de vómito; Hermione dijo tartamudeando, “¡Esto debe haber sido el Sortilegio de Lengua Atada que preparó Ojoloco para Snape!”
   Cautelosamente, Harry dio otro paso adelante. Algo se desplazó entre las sombras al CAPÍTULO 9. UN LUGAR PARA OCULTARSE
   98
   fondo del vestibulo, y antes de que ninguno de ellos pudiera decir una palabra, una figura se alzó de la alfombra, alta, de color polvo, y terrible; Hermione gritó y lo mismo hizo la Se˜nora. Black, sus cortinas que se abrieron; la figura gris planeó hacia ellos, más y más rápido, el pelo, que le llegaba hasta la cintura, flotando tras ella, la cara hundida, sin carne, con las cuencas de los ojos vac´ıas: horriblemente familiar, terriblemente alterada, levantó un brazo descarnado, se˜nalando a Harry.
   “¡No!” gritó Harry, y aunque hab´ıa levantado su varita no se le ocurrió ningun hechizo.
   “¡No! ¡No fuimos nosotros! No te matamos...”
   Tras la palabra ’matamos’, la figura explotó en una gran nube de polvo. Tosiendo, con los ojos lloroso, Harry vió a Hermione agachada en el suelo, junto a la puerta, con los brazos sobre la cabeza, mientras Ron, temblando de pies a cabeza, le masajeaba torpemente la espalda diciendo,
   “Todo va bien... se ha ido...”
   El polvo se arremolinó alrededor de Harry como si fuera niebla, a la luz azul de las lámparas de gas, mientras la Se˜nora Black segu´ıa gritando.
   “Sangresucia, mugre, manchas de deshonor, manchas de vergüenza sobre la casa de mis padres...”
   “¡Cállate!” bramó Harry, apuntándola con su varita, y con un golpe y una ráfaga de chispas rojas, las cortinas se cerraron otra vez, silenciándola.
   “Eso... Eso ha sido...” gimió Hermione, mientras Ron la ayudaba a ponerse en pie.
   “S´ı” dijo Harry, “Pero no era realmente él, ¿no? Sólo algo para asustar a Snape.”
   ¿Hubiera funcionado?, se preguntó Harry, ¿o habr´ıa afrontado Snape a la horrible figura tan tranquilamente como hab´ıa acabado con el verdadero Dumbledore? Con los nervios todav´ıa hormigueando, llevó a los otros dos hasta el final del pasillo, medio esperando a que un nuevo terror se revelara, pero nada se movió, salvo un ratón que pasó rozando el rodapié.
   “Antes de que vayamos más lejos, creo que es mejor que comprobemos” cuchicheó Hermione, y levantó su varita, diciendo. “Homenum revelio.”
   Nada ocurrió.
   “Bueno, acabas de sufrir un gran shock” dijo Ron generosamente. “¿Qué se supone que deber´ıa haber hecho eso?”
   “¡Ha hecho lo que le he dicho que hiciera!” dijo Hermione algo enojada. “Era un hechizo para revelar la presencia humana, y no hay nadie aqu´ı excepto nosotros!”
   “Y el viejo Polvoriento,” dijo Ron, echando una mirada a la mancha en la alfombra de la que el espectro se hab´ıa levantado.
   “Subamos” dijo Hermione, mirando asustada la misma mancha, y encabezó la marcha por las chirriantes escaleras hasta el salón del primer piso.
   Hermione agitó su varita para encender las viejas lámparas de gas, luego, tiritan-do ligeramente en la fr´ıa habitación, se sentó sobre el sofá, rodeandose fuertemente con los brazos. Ron cruzó hasta la ventana y abrió las pesadas cortinas de terciopelo unos cent´ımetros.
   “No veo a nadie ah´ı fuera” informó. “Y uno pensar´ıa que si Harry tuviera todav´ıa un Rastro sobre él, nos habr´ıan seguido hasta aqu´ı. Sé que no pueden entrar en la casa, pero... ¿Qué pasa, Harry?”
 
   CAPÍTULO 9. UN LUGAR PARA OCULTARSE
   99
   Harry hab´ıa dado un grito de dolor, su cicatriz hab´ıa ardido cuando algo destelló cruzando su mente como una luz brillante sobre el agua. Vio una gran sombra, y sintió una cólera que no era suya liberarse a través de su cuerpo, de forma violenta y breve como una descarga eléctrica.
   “¿Qué has visto?” preguntó Ron, avanzando hacia Harry. “¿Le viste en mi casa?”
   “No, sólo sent´ı su cólera... está realmente enfadado.”
   “Pero eso pod´ıa ser en la Madriguera” dijo Ron en un tono fuerte “¿Qué más? ¿No viste nada? ¿Estaba maldiciendo a alguien?”
   “No, sólo sent´ı la cólera... No podr´ıa decir...”
   Harry se sent´ıa importunado, confuso, y Hermione no ayudó cuando dijo con voz asustada: “¿Tu cicatriz, otra vez? ¿Pero qué está ocurriendo? ¡Pensaba que la conexión estaba cerrada!”
   “Lo estuvo, durante un tiempo,”. farfulló Harry; la cicatriz todav´ıa le dol´ıa, lo que le hac´ıa dif´ıcil concentrarse. “Creo que ha empezado a abrirse otra vez siempre que pierde el control, cómo sol´ıa...”’
   “¡Pues entonces tienes que cerrar tu mente!” dijo Hermione estridentemente. “Harry, Dumbledore no quer´ıa que usaras esa conexión, quer´ıa que la cerraras ¡Por eso se supone que ten´ıas que usar la Oclumencia! Si no, Voldemort podr´ıa introducir ideas falsas en tu mente, recuerda...”
   “S´ı, recuerdo, gracias,” dijo Harry apretando los dientes; no necesitaba que Hermione le recordara que Voldemort hab´ıa usado la conexión entre ellos para llevarlo una vez a una trampa, ni que su resultado hab´ıa sido la muerte de Sirius. Desear´ıa no tener que decirles lo que hab´ıa visto y sentido; eso hac´ıa a Voldemort más amenazador, como si estuviera presionando contra la ventana de la habitación, y el dolor de su cicatriz persist´ıa y luchó contra él: era como resistir la sensación de estar enfermo.
   Dio la espalda a Ron y Hermione, fingiendo examinar el viejo tapiz con el árbol genealógico de los Black de la pared. Entonces Hermione chilló. Harry empu˜nó su varita de nuevo y dio media vuelta para ver un Patronus de plata pasar a través de la ventana de salón y aterrizar sobre el suelo enfrente de ellos, donde se solidificó en una comadreja que hablaba con la voz del padre de Ron.
   “La familia está a salvo, no respondais, nos vigilan.”
   El Patronus se disolvió en la nada. Ron soltó un ruido entre un gemido y un quejido y se dejó caer en el sofá. Hermione se reunió con él, cogiéndole del brazo.
   “Están bien, están todos bien” murmuró, y Ron medio se rió y la abrazó.
   “Harry,” dijo por encima del hombro de Hermione, “Yo...”
   “No pasa nada” dijo Harry, asqueado por el dolor de cabeza. “Es tu familia, luego estabas preocupado. Yo me habr´ıa sentido igual.” Pensó en Ginny. “Yo me siento igual.”
   El dolor en su cicatriz estaba llegando a un máximo, quemando como lo hab´ıa hecho en el jard´ın de la Madriguera. Escuchó débilmente a Hermione decir, “No quiero parecer egoista pero, ¿podr´ıamos usar los sacos de dormir que he tra´ıdo y acampar aqu´ı esta noche?”
   Escuchó a Ron mostrar su acuerdo. No pod´ıa luchar contra el dolor mucho más tiempo.
   Tuvo que sucumbir.
   “Ba˜no,” farfulló, y dejó la habitación tan rápido como pudo sin correr.
 
   CAPÍTULO 9. UN LUGAR PARA OCULTARSE
   100
   Apenas lo consiguió: cerró con cerrojo la puerta detrás de él con las manos temblando, se agarró la palpitante cabeza y cayó al suelo, entonces, en una explosión de agon´ıa, sintió la rabia que no le pertenec´ıa poseer su alma, vio una habitación larga iluminada solamente por un fuego, y al enorme mort´ıfago rubio en el suelo, gritando y retorciéndose, y una figura más peque˜na estaba de pie sobre él, con la varita extendida, mientras Harry hablaba en una voz alta, fr´ıa y despiadada.
   “Más, Rowle, ¿o terminamos ya y alimentas a Nagini? Lord Voldemort no está seguro de perdonar esta vez... ¿Me devuelves la llamada para esto, para decirme que Harry Potter se ha escapado otra vez? Draco, dale a Rowle otra muestra de nuestro desagrado... ¡Hazlo, o siente tú mi ira!”
   Un tronco cayó al fuego, las llamas crecieron, y arrojaron luz sobre una cara blanca aterrorizada y puntiaguda... con la sensación de emerger de debajo del agua, Harry respiró profundamente y abrió los ojos.
   Estaba despatarrado sobre el fr´ıo suelo de mármol negro, su nariz a cent´ımetros de la cola de una de las serpientes plateadas que serv´ıan de soporte a la ba˜nera grande.
   Se incorporó. La cara petrificada y demacrada de Malfoy parec´ıa grabada a fuego en el interior de sus ojos. Harry se sent´ıa asqueado por lo que hab´ıa visto, por el uso que Voldemort estaba dando a Draco.
   Sonó un agudo golpe en la puerta, y Harry saltó cuando la voz de Hermione resonó.
   “Harry, ¿quieres tu cepillo de dientes? Lo tengo aqu´ı.”
   “Si, genial, gracias,” dijo, luchando por mantener un tono informal mientras se levantaba para dejarla entrar.
 
   Cap´ıtulo 10
   La Historia de Kreacher
   Harry se despertó temprano a la ma˜nana siguiente, envuelto en una saco de dormir sobre el suelo del salón de dibujo. Un resquicio de cielo era visible entre las pesadas cortinas. Era de un fr´ıo y claro azul como de tinta aguada, en algún punto entre la noche y el amanecer, y todo estaba en silencio a excepción de las respiraciones lentas y profundas de Ron y Hermione. Harry echó un vistazo a las oscuras y largas siluetas tendidas en el suelo junto a él. Ron hab´ıa tenido un detalle de galanter´ıa y hab´ıa insistido en que Hermione durmiera sobre los cojines del sillón, por lo que su silueta destacaba por encima de la de el, con el brazo encorvado hacia el suelo y los dedos a pocas pulgadas de los de Ron. Harry se preguntó si se habr´ıan quedado dormidos con las manos entrelazadas.
   Esa idea le hizo sentir extra˜namente solitario.
   Miro hacia arriba al ensombrecido techo, al candelabro lleno de telara˜nas. Menos de veinticuatro horas antes, hab´ıa estado de pie a la luz del sol a la entrada de la carpa, esperando a los invitados de la boda para guiarlos a sus asientos. Parec´ıa que desde entonces hubiera pasado toda una vida. ¿Qué pasar´ıa ahora? Acostado en el suelo pensó en los Horrocruxes, en la intimidante y compleja misión que Dumbledore le hab´ıa dejado...
   Dumbledore...
   La pena que lo hab´ıa abrumado desde la muerte de Dumbledore se sent´ıa diferente ahora. Las acusaciones que hab´ıa o´ıdo hacer a Muriel en la boda parec´ıan haber anidado en su cerebro como algo enfermizo, contaminando los recuerdos que ten´ıa del mago al que hab´ıa idolatrado. ¿Pod´ıa Dumbledore haber dejado que sucedieran esas cosas? ¿Pod´ıa haber sido como Dudley, y haberse quedado tan contento presenciando tal negligencia y abuso mientras no le afectara a él? ¿Pod´ıa haber dado la espalda a su hermana a la que manten´ıan encarcelada y oculta?
   Harry pensó en el Valle de Godric, en las tumbas que hab´ıa all´ı y que Dumbledore nunca hab´ıa mencionado; pensó en los misteriosos objetos dejados sin explicación en el testamento de Dumbledore, y all´ı en la oscuridad le invadió el resentimiento. ¿Por qué Dumbledore no se lo hab´ıa contado? ¿Por qué no se lo hab´ıa explicado? ¿De verdad Dumbledore se hab´ıa preocupado por Harry? ¿O Harry no hab´ıa sido para él mas que un instrumento a ser perfeccionado y afinado, pero sin fiarse de él, sin nunca confiar en él?
   Harry no pod´ıa soportar yacer all´ı sin nada más que amargos pensamientos por compa˜n´ıa. Desesperado por hacer algo, por conseguir una distracción, se deslizó fuera del saco de dormir, cogió su varita, y se arrastró fuera de la habitación. En el descansillo susurró,
   ’lumos’, y comenzó a subir las escaleras a la luz de la varita.
   En el segundo descansillo se hallaba el dormitorio en el que él y Ron hab´ıan dormido la última vez que hab´ıan estado all´ı; miró dentro de la habitación. Las puertas del armario 101
 
   CAPÍTULO 10. LA HISTORIA DE KREACHER
   102
   estaban abiertas y la ropa de cama hab´ıa sido rasgada. Harry recordó la pierna de troll derribada en el piso de abajo. Alguien hab´ıa registrado la casa después de que la Orden se hubiera ido. ¿Snape? ¿O tal vez Mundungus, que hab´ıa hurtado bastantes cosas de esta casa tanto antes como después de la muerte de Sirius? La mirada de Harry vagó hacia el retrato que a veces conten´ıa a Phineas Nigellus Black, el tatara...tatarabuelo de Sirius, pero estaba vac´ıo, mostrando solamente un turbio telón de fondo. Evidentemente Phineas Nigellus estaba pasando la noche en el estudio del Director en Hogwarts.
   Harry continuó subiendo las escaleras hasta que llegó al último descansillo donde solo hab´ıa dos puertas. La que estaba frente a él llevaba una placa con la inscripción Sirius. Harry nunca antes hab´ıa entrado en el dormitorio de su padrino. Abrió la puerta, sosteniendo la varita en alto para extender la luz lo máximo posible. La habitación era espaciosa y en algún momento deb´ıa haber sido elegante. Hab´ıa una gran cama con una cabecera de madera labrada, una alta ventana oscurecida por largas cortinas de terciopelo y un candelabro densamente cubierto de polvo con restos de vela todav´ıa descansando en sus soportes, y cera sólida colgando que hab´ıa dejado regueros como escarcha. Una fina capa de polvo cubr´ıa los cuadros de las paredes y la cabecera de la cama; una tela de ara˜na se extend´ıa entre el candelabro y la parte de arriba del gran armario de madera, y al adentrarse Harry en la habitación, oyó como se escurr´ıan los ratones al haberlos molestado.
   El adolescente Sirius hab´ıa empapelado las paredes con tantos carteles y fotos que muy poco de las paredes de seda gris acerada era visible. Harry solo pod´ıa asumir que los padres de Sirius no hab´ıan sido capaces de eliminar el Encantamiento de Adherencia Permanente que los manten´ıa en la pared porque estaba seguro que no deb´ıan haber apreciado el gusto en decoración de su hijo mayor. Parec´ıa que el único propósito de Sirius hab´ıa sido buscar la forma de fastidiar a sus padres. Hab´ıa varios grandes estandartes de Gryffindor, de un desva´ıdo color rojo, colgados con el único propósito de subrayar su diferencia frente el resto de la familia Slytherin. Hab´ıa varias fotos de motos muggle, y también (Harry ten´ıa que admirar la sangre fr´ıa de Sirius) varios carteles de chicas muggle en bikini. Pod´ıa afirmar que eran muggles porque permanec´ıan inmóviles en sus fotos, con marchitas sonrisas y satinados ojos congelados en el papel. Esto contrastaba con la única foto encantada que hab´ıa sobre la pared que era una foto de cuatro estudiantes de Hogwarts de pie unos junto a otros, sonriendo a la cámara.
   Con un sobresalto de placer, Harry reconoció a su padre, su alborotado cabello negro peinado hacia atrás como el de Harry, y él también llevaba gafas. Junto a él estaba Sirius, despreocupadamente apuesto, su rostro ligeramente arrogante mucho más joven y feliz de lo que Harry le hab´ıa visto nunca en vida. A la derecha de Sirius, se hallaba Pettigrew, más de una cabeza más bajo, regordete y con los ojos llorosos, sonrojado por el placer de ser inclu´ıdo en la más estupenda de las pandillas, con los muy admirados rebeldes que James y Sirius hab´ıan sido. A la izquierda de James estaba Lupin, aún entonces se le ve´ıa algo desarrapado, pero con el mismo aire de deleitada sorpresa de encontrase a s´ı mismo querido y aceptado... ¿o tal vez era simplemente que Harry sab´ıa como hab´ıan sido las cosas y por eso pod´ıa verlo en el retrato? Trató de quitarlo de la pared; después de todo, era suyo ahora, Sirius le hab´ıa dejado todo, pero no pudo moverlo. Sirius no hab´ıa dejado nada al azar en su prevención por que sus padres redecoraran la habitación.
   Harry miro alrededor por el suelo. El cielo afuera se estaba aclarando. Un rayo de luz reveló trozos de papel, libros, y peque˜nos objetos desparramados sobre la alfombra.
   Evidentemente la habitación de Sirius también hab´ıa sido revisada, aunque su contenido parec´ıa haber sido juzgado en su mayor parte, aunque no enteramente, sin valor. Algunos de los libros hab´ıan sido sacudidos tan rudamente como para arrancarles las tapas y CAPÍTULO 10. LA HISTORIA DE KREACHER
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   esparcirlas junto a varias páginas por el suelo.
   Harry se agachó, levantó unos pocos trozos de papel, y los examinó. Reconoció uno como parte de una vieja edición de Historia de la Magia, de Bathilda Bagshot, y otro como perteneciente a un manual sobre el mantenimiento de motos. El tercero estaba escrito a mano y arrugado. Lo aliso.
   Querido Canuto,
   ¡Gracias, gracias, por el regalo de cumplea˜nos de Harry! Fue su preferido de lejos.
   Apenas tiene un a˜no y ya se eleva rápidamente sobre la escoba de juguete, se le ve´ıa tan complacido consigo mismo. Te adjunto una fotograf´ıa para que lo veas. Sabes que solo se eleva unos dos pies del piso pero casi mata al gato y destrozó un jarrón horrible que Petunia me env´ıo por navidad (no me quejo de esto). Por supuesto que James creyó que hab´ıa sido muy gracioso, dice que va a ser un gran jugador de Quidditch, pero tendremos que guardar todos los adornos y asegurarnos de no apartar los ojos de él mientras está en ello.
   Tuvimos un muy tranquilo té de cumplea˜nos, solo nosotros y la vieja Bathilda que siempre fue muy dulce con nosotros y se le cae la baba con Harry. Sentimos tanto que no pudieras venir, pero la Orden tiene que ser lo primero, y de cualquier forma ¡Harry no es lo bastante mayor como saber que es su cumplea˜nos! James se siente un poco frustrado por estar aqu´ı encerrado, trata de no demostrarlo pero yo puedo verlo... además Dumbledore todav´ıa tiene su Capa de Invisibilidad, as´ı que no tiene posibilidad de hacer ni una peque˜na excursión. Si pudieras visitarnos, eso le alegrar´ıa much´ısimo .Gusano estuvo aqu´ı el fin de semana pasado. Me pareció que estaba triste, pero probablemente fuera por lo de los McKinnons; lloré toda la noche cuando me enteré.
   Bathilda nos visita casi todos lo d´ıas, es una viejecita fascinante que cuenta historias de lo más fantásticas acerca de Dumbledore. ¡No estoy segura de si a él le agradar´ıa mucho si se enterara! De hecho, no se cuanto creerle, porque parece incre´ıble que Dumbledore A Harry le pareció que las extremidades se le hab´ıan entumecido. Se quedó inmóvil all´ı de pie, sosteniendo el milagroso papel entre los dedos insensibles mientras dentro de él una especie de erupción silenciosa emandaba alegr´ıa y pena que retumbaba en igual medida a través de sus venas. Caminó tambaleándose hasta la cama, y se sentó.
   Volvió a leer la carta, pero no pudo encontrarle otro significado que el que ya le hab´ıa encontrado la primera vez, y se vio reducido a mirar fijamente la caligraf´ıa en s´ı misma.
   Hacia las ’g´ıgual que él. Buscó en la carta cada una de ellas, y sintió cada una como una amistosa peque˜na ola entrevista a través de un velo. La carta era un tesoro incre´ıble, prueba de que Lily Poter hab´ıa vivido, realmente vivido, que su cálida mano alguna vez se hab´ıa movido por este pergamino, trazando con tinta estas letras, estas palabras, palabras que se refer´ıan a él, Harry, su hijo.
   Limpiándose las lágrimas de los ojos con impaciencia, volvió a leer la carta una vez más, esta vez concentrándose en el significado. Era como escuchar una voz recordada a medias.
   Hab´ıan tenido un gato... tal vez hubiera muerto, como sus padres en el Valle de Godric... o si no tal vez hubiera huido cuando no quedo nadie que lo alimentara... Sirius le hab´ıa comprado su primera escoba... Sus padres hab´ıan conocido a Bathilda Bagshort;
   ¿Los habr´ıa presentado Dumbledore? Dumbledore todav´ıa tiene su Capa de Invisibilidad...
   Hab´ıa algo extra˜no ah´ı...
   Harry hizo una pausa ponderando las palabras de su madre. ¿Por qué Dumbledore hab´ıa tomado la Capa de Invisibilidad de James? Harry recordaba claramente a su Di-CAPÍTULO 10. LA HISTORIA DE KREACHER
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   rector diciéndole a˜nos atrás, ˜
   No necesito una capa para volverme invisible’ ¿Acaso algún miembro de la Orden menos talentoso la hab´ıa necesitado y Dumbledore hab´ıa actuado como enlace? Harry continuó leyendo...
   Gusano estuvo aqu´ı... Pettigrew, el traidor, hab´ıa parecido ?triste? ¿lo habr´ıa estado?
   ¿Habr´ıa sido consciente de que ve´ıa a James y a Lily con vida por última vez?
   Y finalmente Bathilda otra vez, que contaba historias incre´ıbles acerca de Dumbledore.
   Parece incre´ıble que Dumbledore...
   ¿Qué Dumbledore qué? Pero hab´ıa un gran número de cosas que podr´ıan parecer incre´ıbles acerca de Dumbledore; que alguna vez hubiera recibido bajas calificaciones en un Exámen de Transfiguración, por ejemplo o que se hubiera sentido inclinado a encantar de cabras como Aberforth...
   Harry se levantó y examinó el suelo, tal vez el resto de la carta estuviera por all´ı en alguna parte. Agarró papeles, tratándolos, en su avidez, con tan poca consideración como el que los hab´ıa examinado en primer lugar, abrió cajones, sacudió libros, se puso de pie sobre una silla para pasar la mano por encima del armario, y gateó debajo de la cama y del sillón.
   Al final, yaciendo boca abajo sobre el piso, divisó lo que parec´ıa un pedazo de papel roto debajo del juego de cajones. Cuando lo tomó, resultó ser gran parte de la fotograf´ıa que Lily hab´ıa descrito en la carta. Un bebé de cabello negro se elevaba rápidamente dentro y fuera de la fotograf´ıa en una peque˜na escoba, rugiendo de risa, y un par de piernas que deb´ıan pertenecer a James lo persegu´ıan. Harry se metió la fotograf´ıa en el bolsillo junto con la carta de Lily y continuó buscando la segunda hoja.
   No obstante, después de un cuarto de hora, se vio forzado a concluir que el resto de la carta de su madre hab´ıa desaparecido. ¿Sencillamente se hab´ıa perdido en los dieciséis a˜nos que hab´ıan pasado desde que hab´ıa sido escrita, o se la hab´ıa llevado quienquiera que fuera que hab´ıa registrado la habitación? Harry volvió a leer la primera hoja nuevamente, esta vez buscando pistas de que podr´ıa haber hecho que la segunda hoja fuera de valor. Su escoba de juguete dif´ıcilmente pudiera ser considerada interesante por los mort´ıfagos... la única cosa potencialmente útil que pod´ıa ver en ella era que contuviera posible información acerca de Dumbledore. Parece incre´ıble que Dumbledore... ¿Qué?
   “¿Harry? ¿Harry? ¿Harry?”
   “¡Aqu´ı estoy!” gritó. “¿Qué pasa?”
   Hubo un estruendo de pisadas fuera de la puerta, y Hermione irrumpió en la habitación.
   “¡Nos despertamos y no sab´ıamos donde estabas!” dijo sin aliento. Se dio la vuelta y gritó sobre el hombro “¡Ron! Lo encontré.”
   La voz fastidiada de Ron hizo eco en la distancia, varios pisos por debajo.
   “¡Bien! ¡Dile de mi parte que es un imbécil!”
   “Harry por favor no desaparezcas de esa forma, ¡estábamos aterrados! ¿Para que subis-te aqu´ı ya que estamos?” Miró alrededor de la saqueada habitación. “¿Qué has estado haciendo?”
   “Mira lo que acabo de encontrar.”
   Le tendió la carta de su madre. Hermione la tomó y la leyó mientras Harry la observaba.
   Cuando llegó al final de la página levantó la vista hacia él.
   “Oh Harry...”
 
   CAPÍTULO 10. LA HISTORIA DE KREACHER
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   “Y también encontré esto.”
   Le entregó la fotograf´ıa rasgada, y Hermione sonrió ante el bebé elevándose que aparec´ıa y desaparec´ıa de la vista sobre la escoba de juguete.
   “He estado buscando el resto de la carta,” dijo Harry, “pero no está aqu´ı.”
   Hermione miro a su alrededor.
   “¿Tú has montado todo este l´ıo, o ya estaba as´ı cuando llegaste?”
   “Alguien estuvo registrando antes que yo,” dijo Harry.
   “Eso me pareció. Cada habitación en la que he mirado de camino hacia arriba hab´ıa sido desordenada. ¿Que crees que pueden haber estado buscando?”
   “Información acerca de la Orden, si fue Snape.”
   “Pero se podr´ıa pensar que ya tiene toda la que necesita. Quiero decir, él era parte de la Orden, ¿verdad?”
   “Bueno entonces,” dijo Harry, ansioso por discutir su teor´ıa, “¿Podr´ıa ser información acerca de Dumbledore? La segunda hoja de la carta, por ejemplo. Ves esta Bathilda a la que mi madre menciona, ¿sabes quien es?”
   “¿Quién?”
   “Bathilda Bagshort, la autora de...”
   “Historia de la Magia,” dijo Hermione, mostrándose interesada. “¿As´ı que tus padres la conoc´ıan... Era una incre´ıble historiadora mágica”
   “Y aún está con vida,” dijo Harry, “y vive en el Valle de Godric. La t´ıa de Ron, Muriel habló de ella en la boda. También conoc´ıa a la familia de Dumbledore. Ser´ıa muy interesante hablar con ella, ¿no es as´ı?” Para el gusto de Harry, hab´ıa demasiado entendimiento en la sonrisa que Hermione le dedicó. Recuperó la carta y la fotograf´ıa y las puso dentro del saquito que ten´ıa alrededor del cuello, para no tener que mirarla y ponerse en evidencia.
   “Entiendo porque te gustar´ıa hablar con ella, acerca de tu madre y tu padre y de Dumbledore también,” dijo Hermione. “Pero eso en realidad no nos ayudará en nuestra búsqueda de los Horrocruxes, ¿verdad?” Harry no respondió, y ella se apresuró a continuar,
   “Harry, sé que realmente deseas ir al Valle de Godric, pero me asusta. Me asusta cuan fácilmente nos encontraron esos mort´ıfagos ayer. Solo hace que me sienta más segura que nunca de que debemos evitar el lugar donde tus padres están enterrados, estoy segura que están esperando a que lo visites.”
   “No es solo eso,” dijo Harry, aún evitando mirarla, “en la boda, Muriel dijo cosas acerca de Dumbledore. Quiero saber la verdad...”
   Le contó a Hermione todo lo que Muriel le hab´ıa dicho. Cuando hubo terminado, Hermione dijo, “Por supuesto, que puedo ver porque eso te trastornó, Harry...”
   “No estoy trastornado,” mintió, “Solo me gustar´ıa saber si es cierto o no...”
   “Harry, ¿Realmente crees que obtendrás la verdad de una vieja mujer maliciosa como Muriel, o de Rita Skeeter? ¿Cómo puedes creer en ellas? ¡Conociste a Dumbledore!”
   “Cre´ı que le conoc´ıa,” murmuró.
   “¡Pero sabes cuanta verdad hab´ıa en todo lo que Rita escribió acerca de ti! Doge está en lo cierto, ¿Cómo puedes dejar que esta gente empa˜nen tus recuerdos de Dumbledore?”
 
   CAPÍTULO 10. LA HISTORIA DE KREACHER
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   El apartó la mirada, intentando no demostrar el resentimiento que sent´ıa. All´ı estaba otra vez: Escoge en que creer. Quer´ıa la verdad. ¿Por qué estaba todo el mundo tan determinado a que no la obtuviera?
   “¿Te parece que bajemos a la cocina?” Sugirió Hermione después de una peque˜na pausa. “¿A buscar algo de desayunar?”
   Accedió, pero de mala gana, y la siguió al descansillo y más allá vio la segunda puerta que daba al rellano. Hab´ıa profundas marcas de ara˜nazos en la pintura debajo de un peque˜no letrero en el que no hab´ıa reparado en la oscuridad. Cruzó el rellano para leerlo.
   Era un peque˜no letrero pomposo, escrito con prolija letra manuscrita, el tipo de cosa que Percy Weasley podr´ıa haber pegado en la puerta de su dormitorio.
   No entrar
   Sin el expreso permiso de
   Regulus Arcturus Black
   Harry se vio invadido por la excitación, pero no se dio cuenta enseguida del porque.
   Volvió a leer el letrero. Hermione ya estaba un tramo de escaleras por debajo de él.
   “Hermione,” dijo, y se sorprendió de que su voz sonara tan calmada. “Vuelve a subir aqu´ı.”
   “¿Qué pasa?”
   “R.A.B. Creo que lo he encontrado.
   Se oyó un jadeo, y luego Hermione que sub´ıa corriendo las escaleras.
   “¿En la carta de tu madre? Pero no vi...”
   Harry negó con la cabeza, se˜nalando al letrero de Regulus. Ella lo leyó, luego cogió a Harry por el brazo, con tanta fuerza que este dio un respingo.
   “¿El hermano de Sirius?” susurró.
   “Era un mort´ıfago,” dijo Harry. “Sirius me habló de él, se unió a ellos cuando era verdaderamente joven y luego se arrepintió y trato de abandonar... por lo que lo mataron.”
   “¡Eso encaja!” Jadeó Hermione. “¡Si era un mort´ıfago ten´ıa acceso a Voldemort, y si se sintió desencantado, entonces podr´ıa haber deseado la ca´ıda de Voldemort!”
   Soltó a Harry, se inclinó sobre la barandilla, y gritó, “¡Ron! ¡RON! ¡Sube, rápido!”
   Un minuto después apareció Ron resoplando, con la varita lista en la mano.
   “¿Qué pasa? Si son voluminosas ara˜nas otra vez quiero desayunar antes de...”
   Frunció el ce˜no ante el letrero que Hermione estaba se˜nalando silenciosamente en la puerta de Regulus.
   “¿Qué? Ese era el hermano de Sirius, ¿verdad? Regulus Arcturus... Regulus... ¡R.A.B!
   El relicario... ¿Suponen que...?’
   “Averigüémoslo,” dijo Harry. Empujo la puerta; estaba cerrada. Hermione apuntó el picaporte con la varita y dijo, “Alohomora”. Se oyó un clic, y la puerta se abrió.
   Avanzaron juntos por el umbral, mirando alrededor. El dormitorio de Regulus era ligeramente más peque˜no que el de Sirius, aunque produc´ıa la misma sensación de antigua grandeza. Mientras Sirius hab´ıa intentado exponer sus diferencias con el resto de CAPÍTULO 10. LA HISTORIA DE KREACHER
   107
   la familia, Regulus se hab´ıa esforzado por enfatizar lo opuesto. Los colores de Slytherin, verde esmeralda y plateado, estaban por todas partes, adornando la cama, las paredes y las ventanas. El blasón de la familia Black estaba cuidadosamente pintado sobre la ca-ma, junto con su lema, TOUJOURS PUR. Debajo hab´ıa una colección de amarillentos recortes de periódico, pegados todos juntos hasta formar un irregular colage. Hermione cruzó la habitación para examinarlos.
   “Son todos sobre Voldemort,” dijo. “Parece que Regulus ya le admiraba a˜nos antes de unirse a los mort´ıfagos.”
   Una nube de polvo se alzó cuando se sentó sobre el cubrecama para leer los recortes.
   Mientras tanto, Harry se fijó en otra fotograf´ıa: un equipo de Quiditch de Hogwarts que sonre´ıa y saludaba desde el marco. Se acercó y pudo apreciar las serpientes en los blasones de sus pechos: Slytherins. Reconoció inmediatamente a Regulus como el muchacho sentado en el centro de la primera fila: Ten´ıa el mismo cabello oscuro y se le ve´ıa ligeramente altanero como su hermano, aunque era más peque˜no, más delgado, y bastante menos apuesto de lo que Sirius hab´ıa sido.
   “Jugaba de Buscador,” dijo Harry.
   “¿Qué?” dijo Hermione vagamente; todav´ıa estaba inmersa en el montón de recortes acerca de Voldemort.
   “Está sentado en el centro de la fila delantera, es el lugar reservado para el Buscador...
   No importa,” dijo Harry, dándose cuenta que nadie le estaba escuchando. Ron estaba sobre manos y rodillas, buscando debajo del armario. Harry miró alrededor de la habitación buscando posibles lugares que pudieran servir de escondrijos y se aproximó al escritorio.
   Una vez más, alguien hab´ıa registrado este lugar antes que ellos. El contenido de los cajones hab´ıa sido revuelto recientemente, el polvo hab´ıa sido removido, pero no hab´ıa nada de valor all´ı: viejas plumas, textos caducos que evidenciaban haber sido toscamente ma-noseados, un frasco de tinta recientemente roto, el pegajoso remanente cubr´ıa el contenido del cajón.
   “Hay una forma más fácil,” dijo Hermione, mientras Harry se limpiaba los dedos sucios de tinta en los pantalones. Levantó la varita y dijo, “¡Accio, relicario! ”
   Nada ocurrió. Ron, que hab´ıa estado examinando los pliegues de las desva´ıdas cortinas, pareció decepcionado.
   “¿Entonces, eso es todo? ¿No está aqu´ı?”
   “Oh, aún podr´ıa estar aqu´ı, pero bajo encantamientos protectores,” dijo Hermione.
   “Encantamientos para prevenir que sea convocado mágicamente, tú sabes.”
   “Como el que Voldemort puso sobre el pedestal de piedra en la cueva,” dijo Harry, recordando como hab´ıa sido incapaz de convocar el falso relicario.
   “¿Entonces, cómo se supone que lo encontraremos?” preguntó Ron.
   “Buscando manualmente,” dijo Hermione.
   “Buena idea,” dijo Ron, poniendo los ojos en blanco, y reanudando su búsqueda en las cortinas.
   Durante más de una hora, peinaron cada pulgada de la habitación, pero al final, se vieron forzados a concluir que el relicario no estaba all´ı.
   El sol hab´ıa ascendido ya; su luz los deslumbraba aún a través de los sucios ventanales.
   “Aunque podr´ıa estar en otra parte de la casa,” dijo Hermione con un tono animado CAPÍTULO 10. LA HISTORIA DE KREACHER
   108
   mientras bajaban las escaleras. Mientras a Harry y Ron se les ve´ıan más bien desalentados, parec´ıa que ella se hab´ıa vuelto mas resuelta. “Tanto si se las ingenió para destruirlo como si no, querr´ıa mantenerlo oculto de Voldemort, ¿no es as´ı? ¿Recuerdan todas esas cosas espantosas de las que tuvimos que librarnos cuando estuvimos aqu´ı la última vez? Ese reloj que lanzaba rayos a todo el mundo y esas viejas túnicas que trataron de estrangular a Ron; Regulus podr´ıa haberlos puesto all´ı para proteger el escondrijo del relicario, aunque no nos dimos cuenta en ese... ese...”
   Harry y Ron la miraron. Estaba parada con un pie en el aire, con la mirada perdida de alguien a quien le hubieran hecho un Encantamiento Desmemorizador, hasta sus ojos estaban desenfocados.
   “...en ese momento,” terminó la frase con un susurro.
   “¿Te pasa algo?” preguntó Ron
   “Hab´ıa un relicario.”
   “¿Qué?” dijeron Harry y Ron juntos.
   “En el armario del salón de dibujo. Nadie pudo abrirlo. Y nosotros... nosotros...”
   Harry sintió como si se le hubiera deslizado un ladrillo a través del pecho hacia el estómago. Lo recordaba. Hasta hab´ıa manipulado la cosa mientras se la pasaban unos a otros, cada cual en su turno intentando espiar en su interior. Lo hab´ıan tirado a un saco de basura, junto con la caja de rapé de polvo Wartcap y la caja de música que hab´ıa hecho que todo el mundo se sintiera somnoliento...
   “Kreacher nos robó muchas cosas,” dijo Harry. Era su única oportunidad, la única peque˜na esperanza que les quedaba, e iba a aferrarse a ella hasta que se viera obligado a desecharla. “Ten´ıa un escondite lleno de cosas en la alacena de la cocina. Vamos.”
   Bajó las escaleras corriendo saltando los pelda˜nos de dos en dos, los otros dos yendo como relámpagos a su estela. Hicieron tanto ruido que cuando pasaron por el vest´ıbulo despertaron al retrato de la madre de Sirius.
   “¡Asquerosos! ¡Sangresucia! ¡Canallas! ” gritó tras ellos mientras se lanzaban hacia el sótano de la cocina y cerraban la puerta de golpe a sus espaldas. Harry corrió toda la longitud de la habitación, patinó hasta detenerse frente a la puerta de la alacena de Kreacher, y la abrió de un tirón. Encontró el nido de sucias mantas viejas en las que el elfo domestico hab´ıa dormido una vez, pero ya no brillaban con las baratijas que Kreacher hab´ıa recobrado. Lo único que hab´ıa all´ı era una vieja copia de La Naturaleza de la Nobleza: Genealog´ıa Mágica. Negándose a creer lo que ve´ıan sus ojos, Harry tomó bruscamente las mantas y las sacudió. Un ratón muerto cayó y rodó lúgubremente por el suelo. Ron gimió y se subió sobre una silla de cocina; Hermione cerró los ojos.
   “Esto todav´ıa no ha acabado,” dijo Harry, levantó la voz y llamó, “¡Kreacher!”
   Se oyó un audible crack y el elfo doméstico que Harry tan reluctantemente hab´ıa heredado de Sirius apareció de la nada delante del fr´ıo y vac´ıo hogar. Diminuto, de la mitad del tama˜no de un humano, con la pálida piel colgando de él en pliegues, el cabello blanco brotando copiosamente de sus orejas parecidas a las de un murciélago. Todav´ıa llevaba puesto el inmundo harapo con el que lo hab´ıan conocido la primera vez, y la mirada despectiva que le dedicó a Harry demostraba que su actitud ante el cambio de due˜no no se hab´ıa alterado más que su vestimenta.
   “Amo,” graznó Kreacher con su voz de sapo, e hizo una profunda reverencia; murmurando contra sus rodillas, “Otra vez en la antigua casa de mi ama con el traidor a la CAPÍTULO 10. LA HISTORIA DE KREACHER
   109
   sangre Weasley y la sangresucia...”
   “Te proh´ıbo que llames a nadie ’traidor a la sangreó ’Sangresucia’,” gru˜nó Harry.
   Habr´ıa encontrado a Kreacher, con su nariz en forma de hocico y sus ojos inyectados en sangre, un objeto particularmente indeseable aunque el elfo no hubiera traicionado a Sirius ante Voldemort.
   “Tengo una pregunta para ti,” dijo Harry, con el corazón latiéndole considerablemente rápido mientras miraba al elfo, “y te ordeno que la respondas con veracidad. ¿Entendido?”
   “Si, Amo,” dijo Kreacher haciendo otra reverencia. Harry vio que sus labios se mov´ıan silenciosamente, indudablemente articulando los insultos que ahora ten´ıa prohibido pronunciar.
   “Hace dos a˜nos,” dijo Harry, su corazón ahora golpeaba contra sus costillas, “en el salón de dibujo del piso de arriba hab´ıa un gran relicario de oro. Lo tiramos. ¿Tú lo recuperaste?”
   Hubo un momento de silencio, durante el cual Kreacher se enderezó para mirar a Harry directo a la cara. Luego dijo, “Si.”
   “¿Dónde se encuentra en este momento?” preguntó Harry alborozado mientras Ron y Hermione se mostraban alegres.
   Kreacher cerró los ojos como si no soportara ver su reacción ante sus siguientes palabras.
   “Ido.”
   “¿Ido?” Hizo eco Harry, el júbilo lo abandonó flotando lejos de él, “¿Que quieres decir con ido?”
   El elfo se estremeció. Flaqueó.
   “Kreacher,” dijo Harry ferozmente, “Te ordeno...”
   “Mundungus Fletcher,” graznó el elfo, con los ojos aún fuertemente cerrados. “Mundungus Fletcher lo robó todo; los retratos de la Se˜norita Bella y la Se˜norita Cissy, los guantes de mi ama, la Orden de Merl´ın de Primera Clase, las copas con el escudo familiar, y... y...”
   Kreacher estaba tragando para conseguir un poco de aire: su hundido pecho sub´ıa y bajaba rápidamente, luego sus ojos se abrieron de golpe y profirió un horripilante grito.
   “... y el relicario, el relicario del amo Regulus. ¡Kreacher hizo mal, Kreacher falló en su encargo!”
   Harry reaccionó instintivamente: cuando Kreacher se abalanzó sobre el atizador que estaba sobre la rejilla, se lanzó sobre el elfo, aplastándolo. El grito de Hermione se mezcló con el de Kreacher pero el rugido de Harry fue más fuerte que el grito de ambos:
   “¡Kreacher, te ordeno que te estés quieto!”
   Sintió que el elfo se quedaba congelado y lo soltó. Kreacher yac´ıa laxo en el fr´ıo piso de piedra, con lágrimas brotando de sus ojos hundidos.
   “¡Harry, deja que se levante!” susurró Hermione.
   “¿Para que pueda golpearse con el atizador?” bufó Harry, arrodillándose junto al elfo.
   “No creo. Bien. Kreacher, quiero la verdad: ¿Como sabes que Mundungus Fletcher robó el relicario?”
 
   CAPÍTULO 10. LA HISTORIA DE KREACHER
   110
   “¡Kreacher lo vio!” dijo entrecortadamente el elfo mientras las lágrimas corr´ıan sobre el hocico y se le met´ıan en la boca llena de dientes grisáceos. “Kreacher lo vio salir de la alacena de Kreacher con las manos llenas de los tesoros de Kreacher. Kreacher le dijo al furtivo ladrón que se detuviera, pero Mundungus Fletcher se rió y huyó...”
   “¿Dijiste que el relicario era del Ámo Regulus’,” dijo Harry. “¿Por qué? ¿De donde proven´ıa? ¿Que ten´ıa Regulus que ver con él? ¡Kreacher, enderézate y cuéntame todo lo que sepas del relicario, y qué ten´ıa que ver Regulus con él!”
   El elfo se sentó derecho, se enroscó formando una pelota, colocó la cara mojada entre las rodillas, y empezó a mecerse hacia atrás y hacia delante. Cuando habló, la voz sonó atenuada pero bastante definida en el silencio, haciendo eco a través de la cocina.
   “El Amo Sirius huyó, fue bueno librarnos de él, ya que era un mal muchacho y le rompió el corazón a mi Ama con sus modales desenfrenados. Pero el Amo Regulus ten´ıa la disposición apropiada; conoc´ıa las obligaciones que implicaba el apellido Black y la dignidad de su sangre pura. Durante a˜nos habló del Se˜nor Oscuro, que sacar´ıa a los magos de su retiro para gobernar a los muggles y a los nacidos muggles... y cuando tuvo dieciséis a˜nos, el Amo Regulus se unió al Se˜nor Oscuro. Cuan orgulloso, cuan orgulloso, tan feliz de servirlo...”
   “Y un d´ıa, tras un a˜no de haberse unido, el Amo Regulus vino a la cocina a ver a Kreacher. Al Amo Regulus siempre le gustó Kreacher. Y el Amo Regulus dijo... él dijo...”
   El viejo elfo se meció más rápido que antes.
   “...dijo que el Se˜nor Oscuro requer´ıa un elfo.”
   “¿Voldemort necesitaba un elfo?” repitió Harry, mirando a Ron y Hermione, que parec´ıan tan confundidos como él.
   “Oh si,” gimió Kreacher. “Y el Amo Regulus hab´ıa ofrecido voluntariamente a Kreacher. Era un honor, dijo el Amo Regulus, un honor para él y para Kreacher, que deb´ıa asegurarse de hacer cualquier cosa que el Se˜nor Oscuro le ordenase... y luego volver a casa.”
   Kreacher se meció aún más rápidamente, respirando en sollozos.
   “As´ı que Kreacher con el Se˜nor Oscuro. El Se˜nor Oscuro no le dijo a Kreacher lo que iban a hacer, pero llevó a Kreacher con él a una cueva cerca del mar. Y adentrándose en la cueva hab´ıa una caverna, y en la caverna hab´ıa un gran lago negro...”
   A Harry se le erizaron los pelos de la nuca. Los graznidos de Kreacher parec´ıan llegarle como atravesando el agua oscura. Vio lo que hab´ıa pasado tan claramente como si hubiera estado all´ı presente.
   “... Hab´ıa un bote...”
   Por supuesto que hab´ıa habido un bote; Harry conoc´ıa el bote, de un verde fantasmal y peque˜nito, embrujado para llevar a un brujo y a una victima hasta la isla que hab´ıa en el centro. Entonces, as´ı hab´ıa sido como Voldemort hab´ıa puesto a prueba las defensas que rodeaban el Horrocrux, tomando prestada a una criatura prescindible, un elfo doméstico...
   “En la isla, hab´ıa un p-pedestal con una vasija llena de poción. El S-Se˜nor Oscuro hizo que Kreacher la bebiera...”
   El elfo se estremeció de la cabeza a los pies.
   “Kreacher bebió, y mientras beb´ıa, vio algo terrible... El interior de Kreacher ard´ıa...
   Kreacher gritó para que el Amo Regulus lo salvara, gritó llamando a la Se˜nora Black, CAPÍTULO 10. LA HISTORIA DE KREACHER
   111
   pero el Se˜nor Oscuro solo rió... hizo que Kreacher bebiera toda la poción... dejo caer un relicario dentro de la vasija vac´ıa sobre el pedestal... y lo llenó con más poción.”
   “Y luego el Se˜nor Oscuro se alejó en el bote, dejando a Kreacher en la isla...”
   Harry pod´ıa ver como suced´ıa. Observó la cara blanca de serpiente de Voldemort desvaneciéndose en la oscuridad, los ojos rojos despiadadamente fijos en el derrotado elfo cuya muerte se producir´ıa en pocos minutos, cuando sucumbiera a la desesperante sed que el ardiente veneno provocaba en sus v´ıctimas... Pero, la imaginación de Harry no llegaba a tanto, por lo que no pudo ver como hab´ıa escapado Kreacher.
   “Kreacher necesitaba agua, se arrastró hasta el borde de la isla y bebió del lago negro... y manos, manos muertas, salieron del agua y arrastraron a Kreacher debajo de la superficie...”
   “¿Cómo escapaste?” preguntó Harry, y no se sorprendió al notar que hab´ıa hablado en susurros.
   Kreacher levantó la fea cabeza y miró a Harry con sus grandes ojos, inyectados en sangre.
   “El Amo Regulus le dijo a Kreacher que regresara,” dijo.
   “Lo sé... ¿Pero como escapaste de los Inferi?”
   Kreacher no pareció entenderlo.
   “El Amo Regulus le dijo a Kreacher que regresara,” repitió.
   “Lo sé, pero...”
   “Bueno, es obvio, ¿no Harry?” dijo Ron. “¡Desapareció!”
   “Pero... no pod´ıas Aparecerte dentro y fuera de esa cueva,” dijo Harry, “De otra forma Dumbledore...”
   “La magia de los elfos no es igual que la magia de los brujos, ¿verdad?” dijo Ron,
   “Quiero decir, ellos pueden Aparecer y Desaparecer dentro y fuera de Hogwarts cuando nosotros no podemos hacerlo.”
   Hubo un silencio mientras Harry diger´ıa eso. ¿Como pod´ıa Voldemort haber cometido un error semejante? Pero incluso mientras lo pensaba, Hermione habló, y su voz era helada.
   “Por supuesto, que Voldemort considerar´ıa las aptitudes de los elfos domésticos demasiado inferiores como para tenerlas en cuenta... Nunca se le hubiera ocurrido pensar que podr´ıan contar con una magia que él no pose´ıa.”
   “La ley principal entre los elfos domésticos es el v´ınculo con el Amo,” entonó Kreacher.
   “A Kreacher se le dijo que regresara a casa, as´ı que Kreacher regresó a casa...”
   “Bueno, entonces, hiciste lo que se te hab´ıa ordenado, ¿verdad?” dijo Hermione gentilmente. “No desobedeciste las órdenes en ningún momento.”
   Kreacher sacudió la cabeza, meciéndose mas rápido que nunca.
   “¿Entonces que pasó cuando regresaste?” Preguntó Harry. “¿Qué dijo Regulus cuando le contaste lo que hab´ıa pasado?”
   “El Amo Regulus estaba muy preocupado, muy preocupado,” graznó Kreacher. “El Amo Regulus le dijo a Kreacher que permaneciera escondido y que no saliera de la casa.
   Y luego... fue un tiempo después... el Amo Regulus vino a buscar a Kreacher a su alacena CAPÍTULO 10. LA HISTORIA DE KREACHER
   112
   una noche, y el Amo Regulus estaba raro, no parec´ıa el de siempre, perturbado en la mente, Kreacher se dio cuenta... y le pidió a Kreacher que lo llevara a la cueva, la cueva a la que Kreacher hab´ıa ido con el Se˜nor Oscuro...”
   Y as´ı partieron. Harry pod´ıa visualizarlos bastante claramente, el asustado viejo elfo y el delgado y moreno Buscador que tanto se hab´ıa parecido a Sirius... Kreacher sab´ıa como abrir la entrada oculta que llevaba a la caverna subterránea, sab´ıa como alzar el peque˜no bote: esta vez era su amado Regulus el que navegaba con él hacia la isla donde estaba la vasija con veneno.
   “¿Y te hizo beber el veneno?” dijo Harry, asqueado.
   Pero Kreacher sacudió la cabeza y lloró. Hermione se llevó las manos a la boca; Parec´ıa haber entendido algo.
   “El A-Amo Regulus sacó del bolsillo un relicario igual al que ten´ıa el Se˜nor Oscuro,”
   dijo Kreacher, con las lágrimas corriendo a cada lado de su nariz en forma de hocico. “Y
   le dijo a Kreacher que lo tomara, y que cambiara los relicarios cuando la vasija estuviera vac´ıa...”
   En ese momento los sollozos de Kreacher se volvieron sonidos estridentes; Harry tuvo que esforzarse firmemente para poder entenderlo.
   “Y le ordenó... a Kreacher que se fuera... sin él. Y le dijo a Kreacher... que se fuera a casa... y que nunca le dijera al Ama... lo que hab´ıa hecho... pero que destruyera... el primer relicario. Y bebió... toda la poción... y Kreacher cambió los relicarios... y observó...
   como al Amo Regulus... lo arrastraban debajo del agua... y...”
   “¡Oh, Kreacher!” se lamentó Hermione, que estaba llorando. Cayó de rodillas junto al elfo y trató de abrazarlo. En un instante el elfo estaba de pie, arrastrándose lejos de ella, obviamente asqueado.
   “La sangresucia tocó a Kreacher, el no lo permitirá, ¿Qué va a decir su ama?”
   “¡Te dije que no la llamaras ’Sangresucia’ !” le rega˜nó Harry, pero el elfo ya estaba castigándose a s´ı mismo. Cayó de bruces y empezó a golpearse la frente contra el suelo.
   “¡Detenlo... detenlo!” gritó Hermione. “¿Oh, no puedes ver lo enfermizo de la situación, la forma en que se ven obligados a obedecer?”
   “¡Kreacher... detente, detente!” gritó Harry.
   El elfo se quedó tendido en el piso, jadeando y temblando, con el hocico brillando con un moco verde, un morado floreciendo en su pálida frente donde se hab´ıa golpeado a si mismo y los ojos hinchados e inyectados en sangre ba˜nados en lágrimas. Harry nunca hab´ıa visto nada tan lamentable.
   “As´ı que trajiste el relicario a casa,” dijo implacablemente, ya que estaba determinado a saber la historia completa. “¿Y trataste de destruirlo?”
   “Nada de lo que Kreacher intentó hizo mella en él,” gimió el elfo. “Kreacher lo intentó todo, todo lo que sab´ıa, pero nada, nada funcionaba... Conjuro muchos poderosos hechizos sobre la cubierta, Kreacher estaba seguro que la forma de destruirlo era me-tiéndose dentro de él, pero no se abr´ıa... Kreacher se castigaba a s´ı mismo, y lo intentaba de nuevo, se castigaba a s´ı mismo y lo intentaba de nuevo. Kreacher fracasó al obedecer las órdenes, ¡Kreacher no pudo destruir el relicario! Y su ama estaba loca de pena, porque el Amo Regulus hab´ıa desaparecido y Kreacher no pod´ıa decirle lo que hab´ıa pasado, no, porque el Amo Regulus le hab´ıa p-p-prohibido decirle a nadie de la familia lo que hab´ıa ocurrido en la cueva...”
 
   CAPÍTULO 10. LA HISTORIA DE KREACHER
   113
   Kreacher empezó a sollozar tan fuerte que no hubo más palabras coherentes. Las lágrimas flu´ıan por las mejillas de Hermione mientras miraba a Kreacher, pero no se atrevió a tocarlo otra vez. Hasta Ron, que no era un admirador de Kreacher, parec´ıa contrariado. Harry se sentó sobre los talones y sacudió la cabeza, tratando de aclararla.
   “No te entiendo, Kreacher,” dijo finalmente. “Voldemort trató de matarte, Regulus murió intentando hacer caer a Voldemort, ¿pero aún as´ı traicionaste alegremente a Sirius ante Voldemort? Te alegraste de ir con Narcissa y Bellatrix, para pasar información a Voldemort a través de ellas...”
   “Harry, Kreacher no lo ve de esa forma,” dijo Hermione, limpiándose los ojos con el dorso de la mano. “Es un esclavo; los elfos domésticos están acostumbrados a recibir malos tratos, incluso a la brutalidad. Lo que Voldemort le hizo a Kreacher, para él, no fue muy diferente a como lo trataban normalmente. ¿Qué pueden significar las guerras de los magos para un elfo como Kreacher? Es leal a la gente que es bondadosa con él, y la Se˜nora Black debe haberlo sido, y Regulus ciertamente lo era, as´ı que les serv´ıa con gusto y repite sus creencias como un loro. Sé lo que vas a decir,” continuó cuando Harry comenzó a protestar, “que Regulus cambió de parecer... pero al parecer que no se lo explicó a Kreacher, ¿verdad? Y creo que sé por que. Si defend´ıan la antigua tradición de la sangre pura tanto Kreacher como la familia de Regulus estar´ıan a salvo. Regulus estaba tratando de protegerlos a todos.”
   “Sirius...”
   “Sirius era horrible con Kreacher, Harry, y no hay forma de encontrarle el lado bueno a eso, sabes que es verdad. Kreacher llevaba solo mucho tiempo cuando Sirius vino a vivir aqu´ı, y probablemente estuviera hambriento de un poco de cari˜no. Estoy segura que ’la Se˜norita Cissy’y ’la Se˜norita Bella’fueron perfectamente amorosas con Kreacher cuando se lo pidieron, as´ı que les hizo un favor y les dijo todo lo que quer´ıan saber. Siempre dije que los magos pagar´ıan por la forma en que trataban a los elfos domésticos. Bueno, Voldemort, lo hizo... y también Sirius.”
   Harry no ten´ıa respuesta para eso. Mientras miraba a Kreacher sollozando en el piso, recordó lo que Dumbledore le hab´ıa dicho, solo unas pocas horas después de la muerte de Sirius: No creo que Sirius haya contemplado nunca a Kreacher como un ser con sentimientos tan agudos como los de un humano...
   “Kreacher,” dijo Harry después de un momento, “Cuando te sientas mejor, er... por favor siéntate.”
   Pasaron varios minutos antes de que Kreacher hipara hasta quedarse en silencio. Luego se alzó a s´ı mismo hasta estar sentado nuevamente, frotándose los ojos con los nudillos como un ni˜no peque˜no.
   “Kreacher, voy a pedirte que hagas algo,” dijo Harry. Miró a Hermione pidiéndole ayuda. Quer´ıa darle la orden amablemente, pero al mismo tiempo, no pod´ıa hacer que pareciera como si no fuera una orden. De todos modos, el cambio en su tono pareció haber ganado su aprobación: sonrió alentadoramente.
   “Kreacher, quiero, que por favor, vayas a buscar a Mundungus Fletcher. Tenemos que averiguar donde está el relicario... donde está el relicario del Amo Regulus. Es muy importante. Queremos terminar el trabajo que el Amo Regulus comenzó, queremos... er...
   asegurarnos de que no murió en vano.”
   Kreacher bajó los pu˜nos y levantó la mirada hacia Harry.
   “¿Encontrar a Mundungus Fletcher?” graznó.
 
   CAPÍTULO 10. LA HISTORIA DE KREACHER
   114
   “Y traerlo aqu´ı, a Grimmauld Place,” dijo Harry. “¿Crees que podr´ıas hacer eso por nosotros?”
   Cuando Kreacher asintió y se puso de pie, Harry tuvo una súbita inspiración. Sacó la bolsa de Hagrid y tomó el falso Horrocrux, el relicario sustituto en el que Regulus hab´ıa depositado la nota para Voldemort.
   “Kreacher, yo, er, quisiera que tuvieras esto,” dijo, presionando el relicario contra la mano del elfo. “Perteneció a Regulus y estoy seguro que él querr´ıa que tu lo tuvieras como una muestra de gratitud por lo que...”
   “Estás exagerando, compa˜nero,” dijo Ron mientras el elfo le echaba un vistazo al relicario, dejaba escapar un alarido de conmoción y desdicha, y se volv´ıa a tirar al suelo.
   Les llevó casi media hora calmar a Kreacher, que estaba tan abrumado ante el ofrecimiento de que conservara una reliquia de la familia Black, que se le pusieron las rodillas tan flojas que no pod´ıa mantenerse en pie correctamente. Cuando finalmente fue capaz de dar unos pocos pasos tambaleantes todos le acompa˜naron a la alacena, le vieron dejar a salvo el relicario entre las sucias mantas, y le aseguraron que la primera prioridad para ellos ser´ıa la protección del relicario mientras él estuviera ausente. Luego hizo dos grandes reverencias en dirección a Harry y a Ron, y hasta le dedicó a Hermione una peque˜na y graciosa sacudida que podr´ıa haberse interpretado como un intento de saludo respetuoso, antes de Desaparecerse con el acostumbrado y ruidoso crack.
 
   Cap´ıtulo 11
   El Soborno
   Si Kreacher hab´ıa podido escapar de un lago lleno de inferis, Harry confiaba en que la captura de Mundungus le llevar´ıa unas pocas horas como mucho, y rondó por la casa toda la ma˜nana en un estado de máxima expectación. Sin embargo, Kreacher no volvió esa ma˜nana o siquiera esa noche. A la puesta de sol, Harry se sent´ıa desaminado y ansioso, y la cena compuesta mayormente por pan mohoso, sobre el que Hermione hab´ıa intentando una variedad de Trasfiguraciones sin éxito, no ayudaron en nada.
   Kreacher no volvió al d´ıa siguiente, ni el d´ıa después de ese. Sin embargo, dos hombres encapuchados hab´ıan aparecido en la plaza fuera del número doce, y se quedaron all´ı en la noche, mirando fijamente en dirección a la casa que no pod´ıan ver.
   “Mortifagos, seguro,” dijo Ron, mientras él, Harry y Hermione miraban por la ventana del salón de dibujo. “¿Seguro que no saben que estamos aqu´ı?”
   “No creo” dijo Hermione, aunque parec´ıa asustada. “o habr´ıan enviado a Snape a por nosotros, ¿verdad?”
   “¿Creéis que ha estado aqu´ı y tiene la lengua atada por la maldición de Moody?”
   preguntó Ron.
   “Si,” dijo Hermione “de otro modo habr´ıa podido decirles como entrar aqu´ı, ¿verdad?
   Pero probablemente estén vigilando para ver si aparecemos. Sab´ıan que Harry es el due˜no de esta casa, después de todo.”
   “¿Cómo lo...?” empezó Harry.
   “Los testamentos de magos son examinados por el Ministerio, ¿recuerdas? Saben que Sirius te dejó este lugar.”
   La presencia de los mortifagos fuera incrementó el humor amenazador dentro del núme-ro doce. No hab´ıan tenido noticias de nadie que estuviera más allá de Grimmauld Place desde el patronus del Se˜nor Weasley, y la tensión empezaba a pasar factura. Inquieto e irritable, Ron hab´ıa desarrollado el molesto hábito de jugar con el Desiluminador en sus bolsillos. Esto enfurec´ıa particularmente a Hermione, que hab´ıa abandonado la espera por Kreacher para estudiar Los Cuentos de Beedle el Bardo y no apreciaba la forma en que las luces segu´ıan encendiéndose y apagándose.
   “¡Quieres parar!” gritó la tercera noche de ausencia de Kreacher, cuando todas las luces se apagaron de nuevo en el salón de dibujo.
   “¡Lo siento, lo siento!” dijo Ron, accionando el Desiluminador y restaurando las luces.
   “¡No sé qué estoy haciendo!”
   115
 
   CAPÍTULO 11. EL SOBORNO
   116
   “¿Bueno, puedo sugerirte que encuentres algo útil en que ocuparte?”
   “¿Algo como leer cuentos para ni˜nos?”
   “Dumbledore me dejó este libro, Ron...”
   “... y a m´ı me dejó el Desiluminador, ¡quizás se supone que tenga que usarlo!”
   Incapaz de soportar la pelea, Harry salió de la habitación sin que lo notara ninguno de los dos. Se dirigió escaleras abajo hacia la cocina, la cual segu´ıa visitando porque estaba seguro de que era all´ı donde era probablemente aparecer´ıa Kreacher. A medio camino, sin embargo, oyó un golpe en la puerta delantera, después chasquidos metálicos y el rechinar de la cadena.
   Todos los nervios de su cuerpo parecieron tensarse. Sacó su varita, adentrándose en las sombras junto a las cabezas de elfos decapitados, y esperó. La puerta se abrió. Vio un destello de luz de las farolas de la plaza de abajo, y una figura encapuchada se adentró en el vest´ıbulo y cerró la puerta tras ella. El intruso dio un paso hacia adelante y la voz de Moody pregunto. ’ ¿Severus Snape?’. Entonces la figura de polvo alcanzó el final del vest´ıbulo y se lanzó sobre él, alzando su mano muerta.
   “No fui yo quien te mató, Albus,” dijo una voz tranquila.
   La maldición se rompió. La figura explotó de nuevo, y fue imposible divisar al recién llegado a través de la densa nube gris que esta dejó atrás.
   Harry apuntó su varita en medio de ella.
   “¡No te muevas!”
   Hab´ıa olvidado el retrato de la Se˜nora Black. Al oir su grito, las cortinas que la ocultaban se abrieron y ella empezó a gritar ’Sangresucia y basura deshonrando mi casa...’.
   Ron y Hermione se lanzaron escaleras abajo tras Harry, apuntando con las varitas, como él con la suya, al hombre desconocido que ahora estaba de pie con los brazos alzados en el vest´ıbulo de abajo.
   “¡Alto el fuego, soy Remus!”
   “Oh, gracias a Dios,” dijo Hermione débilmente, apuntando con su varita al retrato de la Se˜nora Black; con una detonación, las cortinas se cerraron de nuevo y se hizo el silencio. Ron también bajó su varita, pero Harry no.
   “¡Muéstrate!” gritó.
   Lupin se adelantó hasta la luz de la lampara, con las manos todav´ıa alzadras en un gesto de rendición.
   “Soy Remus John Lupin, hombrelobo, algunas veces conocido como Lunático, uno de los cuatro creadores del Mapa del Merodeador, casado con Nymphadora, normalmente llamada Tonks, y te ense˜né como producir un Patronus, Harry, que tiene forma de ciervo.”
   “Oh, está bien,” dijo Harry, bajando la varita, “pero ten´ıa que comprobarlo, ¿verdad?”
   “Hablando como tu exprofesor de Defensa Contra las Artes Oscura, tengo que estar de acuerdo con que ten´ıas que comprobarlo. Ron, Hermione, no deber´ıais ser tan rápidos bajando vuestras defensas.”
   Corrieron escaleras abajo hacia él. Envuelto en su gruesa capa negra de viaje, parec´ıa exhausto, pero se alegraron de verle.
   “¿No hay rastro de Severus entonces?” preguntó.
 
   CAPÍTULO 11. EL SOBORNO
   117
   “No,” dijo Harry. “¿Qué está pasando? ¿Todo el mundo está bien?”
   “Si” dijo Lupin, “pero todos estamos siendo vigilados. Hay un par de mortifagos fuera en la plaza.”
   “Lo sabemos...”
   “Tuve que Aparecerme exactamente en el escalón superior de la entrada para asegurar-me de que no me vieran. No deben saber que estás aqu´ı, o estoy seguro de que tendr´ıan más gente fuera, han estado escarbando por todas partes buscando cualquier conexión contigo, Harry. Vamos abajo, tengo mucho que contaros, y quiero saber qué ocurrió después de que abandonárais la Madriguera.”
   Descendieron a la cocina, donde Hermione se˜naló con su varita a la chimenea. Un fuego surgió instantáneamente. Eso proporcionó una ilusión de comodidad sobre las sombr´ıas paredes de piedra y brillo a la larga mesa de madera. Lupin sacó unas pocas cervezas de mantequilla de debajo de su capa de viaje y se sentaron.
   “Estuve aqu´ı hace tres d´ıas pero ten´ıa que librarme de los mortifagos que me iban a la zaga,” dijo Lupin “¿Entonces vin´ısteis directamente aqu´ı después de la boda?”
   “No,” dijo Harry. “Solo depués de que toparamos con un par de mortifagos en un café de Tottenham Court Road.”
   Lupin se derramó casi toda su cerveza en la pechera.
   “¿Qué?”
   Explicaron lo que hab´ıa ocurrido, cuando hubieron terminado Lupin parec´ıa consternado
   “¿Pero como os encontraron tan rápidamente? Es imposible seguir a alguien que Desaparece, a menos que los agarres mientras desaparecen.”
   “Y no parece muy problable que estén sencillamente patrullando Tottenham Court Road todo el tiempo, ¿verdad?” dijo Harry.
   “No preguntábamos” dijo Hermione tentativamente, “si Harry no podr´ıa estar todav´ıa bajo el control del Rastro.”
   “Imposible,” dijo Lupin. Ron se mostró arrogante y Harry se sintió enormemente aliviado. “Dejando cualquier otra cosa aparte, estar´ıan seguros de que Harry está aqu´ı si todav´ıa pudieran Rastrearle, ¿verdad? Pero no se me ocurre como pudieron seguiros a Tottenham Court Road, eso me preocupa, me preocupa realmente.”
   Pareció perturbado, pero por mucho que a Harry le preocupara eso, la cuestión pod´ıa esperar.
   “Cuéntanos que ocurrió después de que nos marcháramos, no hemos tenido noticias desde que el padre de Ron nos dijo que la familia estaba a salvo.”
   “Bueno, Kingsley nos salvó,” dijo Lupin. “Gracias a su advertencia la mayor´ıa de los invitados a la boda pudieron Desaparecer antes de que llegaran.”
   “¿Eran mortifagos o gente del Ministerio?” intervino Hermione.
   “Una mezcla de ambos pero las intenciones y propósitos de todos ellos son los mismos ahora” dijo Lupin. “Hab´ıa una docena, pero no sab´ıan que tú estabas all´ı, Harry. Arthur oyó el rumor de que hab´ıan intentado sacarle tu paradero a Scrimgeour mediante la tortura antes de matarle; si es cierto, no cedió.”
   Harry miró a Ron y Hermione, sus expresiones reflejaban la misma mezcla de sorpresa CAPÍTULO 11. EL SOBORNO
   118
   y gratitud que sent´ıa él. Nunca le hab´ıa gustado mucho Scrimgeour, pero si lo que dec´ıa Lupin era verdad, al final el hombre hab´ıa intentado proteger a Harry.
   “Los mortifagos registraron la Madriguera de arriba a abajo” siguió Lupin. “Encontraron al fantasma, pero no quisieron acercarse demasiado y después interrogaron a aquellos de nosotros que quedamos durante horas. Intentaban conseguir información sobre ti, Harry, pero por supuesto nadie aparte de la Orden sab´ıa que hab´ıas estado all´ı.”
   “En el mismo momento en que irrump´ıan en la boda, forzaban la entrada en cada casa del pais relacionada con la Orden. Ningún muerto,” a˜nadió rápidamente, anticipándose a la pregunta “Pero fueron duros. Quemaron la casa de Dedalus Diggle, pero como sabéis él no estaba all´ı, y utilizaron la Maldición Cruciatus con la familia de Tonks. De nuevo, intentando averiguar donde hab´ıas ido después de visitarles. Están bien... sacudidos, obviamente, pero aparte de eso bien.”
   “¿Los mortifagos consiguieron entrar en todas las casas protegidas con encantamientos?” preguntó Harry recordando lo efectivos que estos hab´ıan sido la noche en que se hab´ıa estrellado en el jard´ın de los padres de Tonks.
   “Lo que tienes que comprender, Harry, es que los mortifagos cuentan ahora con todo el poder del Ministerio de su lado,” dijo Lupin. “Tienen el poder para realizar hechizos brutales sin miedo a ser identificados o al arrestro. Se las arreglaron para penetrar cualquier hechizo defensivo que lanzamos contra ellos, y una vez dentro, eran libres de hacer lo que quisieran.”
   “¿Y no se molestaron en inventar ninguna excusa para torturar a la gente por averiguar el paradero de Harry?”
   “Bueno,” dijo Lupin. Dudó, después sacó una copia doblada de El Profeta.
   “Aqu´ı tienes,” dijo, empujándola a través de la mesa hacia Harry. “Lo ibas a averiguar tarde o temprano. Este es su pretexto para perseguirte.”
   Harry desplegó el periódico. Una enorme fotograf´ıa de su propia cara llenaba la página frontal. El titular dec´ıa as´ı:
   BUSCADO PARA SER INTERROGADO SOBRE
   LA MUERTE DE ALBUS DUMBLEDORE
   Ron y Hermione rugieron indignados, pero Harry no dijo nada. Empujó lejos el pe-riódico; no quer´ıa leer nada más. Sab´ıa lo que dir´ıa. Nadie más que aquellos que hab´ıan estado en lo alto de la torre cuando Dumbledore hab´ıa muerto sab´ıan quien le hab´ıa matado realmente, como Rita Skeeter ya hab´ıa dicho al mundo mágico, Harry hab´ıa sido visto alejándose corriendo del lugar de los hechos momentos después de que Dumbledore hubiera ca´ıdo.
   “Lo siento, Harry,” dijo Lupin.
   “¿As´ı que los mortifagos han tomado El Profeta también?” preguntó Hermione furiosamente.
   Lupin asintió.
   “Pero seguramente la gente comprende lo que está pasando, ¿no?”
   “La estratagema ha sido limpia y virtualmente silenciosa,” dijo Lupin. “La versión oficial del asesinato de Scrimgeour es que dimitió, ha sido reemplazado por Pius Thicknesse, que está bajo la Maldición Imperius.”
 
   CAPÍTULO 11. EL SOBORNO
   119
   “¿Por qué Voldemort no se declara a s´ı mismo Ministro de Magia?” preguntó Ron.
   Lupin rio.
   “No lo necesita, Ron. En la práctica es el Ministro, ¿pero por qué deber´ıa sentarse tras un escritorio en el Ministerio? Su marioneta, Thicknesse, se ocupa de los asuntos cotidianos, dejando a Voldemort libre para extender su poder más allá del Ministerio.”
   “Naturalmente la gente ha adivinado lo que ha ocurrido. Ha habido un cambio muy dramático en la pol´ıtica del Ministerio en los últimos d´ıas, y muchos susurran que Voldemort debe estar detrás. Sin embargo, esa es la cuestión. Susurran. No se atreven a confiar los unos en los otros, sin saber en quien confiar, temen hablar, por si acaso sus sospechas son ciertas y sus familias se convierten en objetivos. Si, Voldemort está jugando a un juego muy astuto. Desvelarse a s´ı mismo podr´ıa haber provocado una rebelión abierta.
   Permaneciendo enmascarado esparce confusión, inseguridad y miedo.”
   “¿Y este cambio dramático en la pol´ıtica del Ministerio” dijo Harry, “incluye advertir al mundo mágico contra m´ı en vez de contra Voldemort?”
   “Indudablemente es parte de ello” dijo Lupin. “y es un golpe maestro. Ahora que Dumbledore está muerto, tu... El Chico que Vivió... eres claramente el s´ımbolo y punto de apoyo de cualquier resistencia contra Voldemort. Pero sugiriendo que fue tu mano la que acabó con el viejo héroe, Voldemort no solo puede poner precio a tu cabeza, sino que siembra duda y miedo en cualquiera de los que te habr´ıan defendido.”
   “Entretanto, el Ministerio ha empezado a moverse contra los nacidos muggles.” Lupin se˜naló a El Profeta. “Mirad la página dos.”
   Hermione pasó las páginas con misma expresión de disgusto que habia mostrado mientras sujetaba Secretos de las Artes Mas Oscuras.
   “Registro de nacidos muggles,” leyó en voz alta. ’El Ministerio de Magia emprende una investigación sobre los as´ı llamados ˜nacidos muggles’para comprender mejor como llegan a poseer secretos mágicos.’
   ’Investigaciones recientes llevadas a cabo por el Departamento de Misterios revelan que la magia solo puede pasar de una persona a otra cuando tienen hijos. Cuando no hay ninguna prueba de que existan antepasados magos, por consiguiente, los as´ı llamados nacidos muggles probablemente hayan obtenido poder mágico robándolo o arrebatándolo a la fuerza.’
   ’El Ministerio está decidido a castigar a tales usurpadores de poder mágico, y es con este fin que invita a los as´ı llamados nacidos muggles a presentarse para una entrevista con la recientemente creada Comisión de Registro de los Nacidos Muggles.’
   “La gente no dejará que ocurra esto,” dijo Ron.
   “Está ocurriendo, Ron,” dijo Lupin “Los nacidos muggles están siendo rodeados mientras hablamos.”
   “¿Pero cómo se suponen que han robado la magia?” dijo Ron. “Es una locura, si pudieras robar magia no habr´ıa ningún Squib, ¿verdad?”
   “Lo sé,” dijo Lupin. “No obstante, a menos que puedas probar que tienes al menos un pariente cercano mago, ahora se estima que has obtenido tu poder mágico ilegalmente y debes sufrir el castigo.”
   Ron miró a Hermione, después dijo: “¿Y si los sangre pura y los de sangre media juran que un nacido muggle es parte de su familia? Diré a todo el mundo que Hermione es mi CAPÍTULO 11. EL SOBORNO
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   prima...”
   Hermione cubrió la mano de Ron con las suyas y apretó.
   “Gracias, Ron, pero no podr´ıa dejar que tú...”
   “No tienes elección,” dijo Ron ferozmente, apretándole la mano en respuesta. “Te ense˜naré mi árbol familiar para que puedas responder a cualquier pregunta sobre él.”
   Hermione soltó una risa temblorosa.
   “Ron, estamos a la fuga con Harry Potter, la persona más buscada del pais, no creo que eso importe. Si fuera a volver a la escuela ser´ıa distinto. ¿Que planea Voldemort para Hogwarts?” preguntó a Lupin.
   “Asistir es ahora obligatorio para cada joven bruja o mago” replicó él. “Se anunció ayer.
   Es un cambio, porque nunca antes fue obligatorio. Por supuesto, casi todos los magos y brujas ingleses han sido educados en Hogwarts, pero sus padres ten´ıa derecho a ense˜narles en casa o enviarlos al extranjero si lo prefer´ıan. De esta forma, Voldemort tendrá a toda la población mágica vigilada desde corta edad. Y también es otra forma de limpiar la maleza de los nacidos muggles porque los estudiantes deben tener Status de Sangre... significa que han probado ante el Ministerio que son descendientes de magos... antes de que se les permita asistir.”
   Harry se sintió enfermo y furioso. Es este momento, excitados chicos y chicas de once a˜nos estar´ıan enfrascados en la lectura de un montón de libros de hechizos recién comprados, ignorando que nunca ver´ıan Hogwarts, que quizás nunca volver´ıan a ver a sus familias tampoco.
   “Es... es...” murmuró, luchando por encontrar las palabras que hicieran justicia al horror de sus pensamientos, pero Lupin dijo quedamente.
   “Lo sé.”
   Lupin dudó.
   “Entenderé que no puedas confirmar esto, Harry, pero la Orden tiene la impresión de que Dumbledore te encargó una misión.”
   “Lo hizo” replicó Harry, “y Ron y Hermione están al tanto y vienen conmigo.”
   “¿Puedes confiarme en qué consiste esa misión?”
   Harry miró a la cara prematuramente envejecida, enmarcada por espeso pero canoso pelo, y deseó darle una respuesta diferente.
   “No puedo Remus. Lo siento. Si Dumbledore no te lo contó no creo que yo pueda.”
   “Sab´ıa que dir´ıas eso,” dijo Lupin, parec´ıa decepcionado. “Pero aún as´ı podr´ıa serte de alguna utilidad. Ya saber lo que soy y lo que puedo hacer. Podr´ıa ir con vosotros y proporcionaros protección. No habr´ıa necesidad de que me contaras exactamente lo que estás tramando.”
   Harry dudó. Era una oferta muy tentadora, aunque como podr´ıan mantener su misión en secreto para él si estaba con ellos todo el tiempo era algo que no alcanzaba a imaginar.
   Hermione, sin embargo, se quedó perpleja.
   “¿Pero y qué hay de Tonks?” preguntó.
   “¿Qué pasa con ella?” dijo Lupin.
   “Bueno,” dijo Hermione, frunciendo el ce˜no. “¡Estás casado! ¿Cómo va a sentirse ella CAPÍTULO 11. EL SOBORNO
   121
   si te largas con nosotros?”
   “Tonks estará perfectamente a salvo” dijo Lupin. “Estará en casa de sus padres.”
   Hab´ıa algo extra˜no en el tono de Lupin; era casi fr´ıo. Hab´ıa algo raro en la idea de Tonks ocultándose en casa de sus padres; ella era, después de todo, un miembro de la Orden y, por lo que Harry sab´ıa de ella, probablemente querr´ıa estar en medio de la acción.
   “¿Remus” dijo Hermione tentativamente, “todo va bien... ya sabes... entre vosotros...”
   “Todo va bien, gracias,” dijo Lupin bruscamente.
   Hermione se puso colorada. Hubo una pausa, una torpe y embarazosa, y después Lupin dijo, con aire de estar obligándose a s´ı mismo a admitir algo desagradable.
   “Tonks está embarazada.”
   “¡Oh, maravilloso!” chilló Hermione.
   “¡Excelente!” dijo Ron entusiamado.
   “Felicidades,” dijo Harry.
   Lupin les dedicó una sonrisa tan artificial que fue más bien una mueca, después dijo:
   “¿Entonces... aceptas mi oferta? ¿Los tres se convertirán en cuatro? No puedo creer que Dumbledore lo hubiera desaprovado, me designó como vuestro profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, después de todo. Y debo deciros que creo que nos enfrentamos a una magia que muchos de nosotros nunca podimos preveer o imaginar.”
   Ron y Hermione miraron ambos a Harry.
   “Solo... solo para dejarlo claro” dijo él. “¿Quieres dejar a Tonks en casa de sus padres y venir con nosotros?”
   “Estará perfectamente a salvo all´ı, ellos se ocuparán de ella,” dijo Lupin. Hablaba con una determinación que rayaba en la indiferencia. “Harry, estoy seguro de que James habr´ıa deseado que me quedara contigo.”
   “Bueno” dijo Harry lentamente. “Yo no. Estoy bastante seguro de que mi padre habr´ıa querido saber por qué no te quedabas con tu propio hijo, en realidad.”
   La cara de Lupin perdió todo color. La temperatura de la cocina podr´ıa haber ca´ıdo diez grados. Ron recorr´ıa la habitación con la mirada como si estuviera aprendiéndosela de memoria mientras los ojos de Hermione saltaban de Harry a Lupin.
   “No lo entiendes” dijo Lupin al fin.
   “Expl´ıcamelo entonces” dijo Harry.
   Lupin tragó.
   “Yo... comet´ı un grave error casándome con Tonks. Lo hice contra mi buen juicio y me he arrepentido mucho desde entonces.”
   “Ya veo” dijo Harry, “¿as´ı que te deshaces de ella y del ni˜no y sales corriendo con nosotros?”
   Lupin saltó sobre sus pies. Su silla cayó hacia atrás, y les miró tan ferozmente que Harry vio, por primera vez, la sombra del lobo bajo la cara humana.
   “¿No entiendes lo que he hecho a mi mujer y a mi hijo nonato? ¡Nunca deb´ı casarme con ella, la he convertido en una paria!”
 
   CAPÍTULO 11. EL SOBORNO
   122
   Lupin pateó a un lado la silla que hab´ıa volcado.
   “¡Tú solo me has visto entre los de la Orden, o bajo la protección de Dumbledore en Howargts! ¡No sabes como ve la mayor´ıa del mundo mágico a las criaturas como yo!
   Cuando conozcen mi afección, a penas pueden hablarme. ¿No ves lo que he hecho? Incluso su propio familia está disgustada con nuestro matrimonio, ¿qué padres querr´ıan que su única hija se casara con un hombrelobo? Y el ni˜no... el ni˜no...”
   Lupin realmente se estaba arrancando manojos de pelo; parec´ıa bastante trastornado.
   “¡Mi raza normalmente no procrea! Será como yo, estoy convencido de ello... ¿como puedo perdonarme a m´ı mismo, cuando sab´ıa que me arriesgaba a pasar mi propia condición a un ni˜no inocente? ¡Y si, por algún milagro no es como yo, será mejor, un millón de veces mejor, no tener un padre del que siempre tuviera que sentirse avergonzado!”
   “¡Remus!” susurró Hermione, con lágrimas en los ojos. “No digas eso... ¿cómo podr´ıa ningún ni˜no avergonzarte de ti?”
   “Oh, no sé, Hermione,” dijo Harry. “Yo estoy bastante avergonzado de él.”
   Harry no sab´ıa de donde sal´ıa su rabia, pero le hab´ıa compelido a ponerse en pie también. Lupin ten´ıa el mismo aspecto que hubiera tenido si Harry le hubiera golpeado.
   “Si el nuevo régimen cree que los nacidos muggles son malos” dijo Harry. “¿qué harán con un medio hombrelobo cuyo padre es miembro de la Orden? Mi padre murió intentando protegernos a mi madre y a m´ı, ¿y crees que él te dir´ıa que abandonaras a tu hijo y fueras a la aventura con nosotros?”
   “¿Cómo... cómo te atreves?” dijo Lupin. “Esto no es por gusto.. por peligro o gloria personal... ¿cómo te atreves a sugerir tal cosa...?”
   “Creo que estás siendo un poco atrevido” dijo Harry. “Calzándote los zapatos de Sirius.”
   “¡Harry, no!” le suplicó Hermione, pero él continuó mirando a la cara l´ıvida de Lupin.
   “Nunca me habr´ıa cre´ıdo esto” dijo Harry. “El hombre que me ense˜nó a luchar contra los dementores... un cobarde.”
   Lupin sacó su varita tan rápido que Harry dificilmente tuvo tiempo de coger la suya; se oyó un sonoro bang y se sintió volar hacia atrás como si le hubieran dado un pu˜netazo, golpeó la pared de la cocina y se deslizó hasta el suelo, captó un vistazo del ruedo de la capa de Lupin desapareciendo por la puerta.
   “¡Remus, Remus, vuelve!” gritó Hermione, pero Lupin no respondió. Un momento después oyeron la puerta principal cerrarse de golpe.
   “¡Harry!” lloró Hermione. “¿Como has podido?”
   “Fue fácil” dijo Harry. Se puso en pie, pod´ıa sentir un bulto hinchándose en su cabeza donde hab´ıa golpeado la pared. Todav´ıa estaba tan lleno de rabia que estaba temblando.
   “¡No me mires as´ı!” exclamó a Hermione.
   “No la pagues con ella” gru˜nó Ron.
   “No... no... ¡no debemos pelear!” dijo Hermione, lanzándose entre ellos.
   “No deber´ıas haber dicho esas cosas a Lupin” dijo Ron a Harry.
   “Se lo merec´ıa” dijo Harry. Imágenes sueltas recorrieron su mente. Sirius cayendo a través del velo, Dumbledore suspendido, roto, en medio del aire, un destello de luz verde CAPÍTULO 11. EL SOBORNO
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   y la voz de su madre, suplicando piedad...
   “Los padres” dijo Harry, “no deber´ıan abandonar a sus hijos a menos... a menos que tengan que hacerlo.”
   “Harry” dijo Hermione, estirando hacia él una mano consoladora, pero él se encogió y se apartó, con los ojos en el fuego que Hermione hab´ıa conjurado. Una vez hab´ıa hablado con Lupin ante esta chimenea, buscando consuelo con respecto a James, y Lupin le hab´ıa consolado. Ahora la cara blanca y torturada de Lupin se mec´ıa en el aire ante él. Sintió una enfermiza ráfaga de remordimiento. Ni Ron ni Hermione hablaban, pero Harry estaba seguro de que se miraban el uno al otro a sus espaldas, comunicándose silenciosamente.
   Se giró y los pilló dándose apresuradamente la espalda el uno al otro.
   “Sé que no deber´ıa haberle llamado cobarde.”
   “No, no deber´ıas” dijo Ron al instante.
   “Pero actúa como tal.”
   “Es lo mismo...” dijo Hermione.
   “Lo sé” dijo Harry. “Pero si eso le hace volver con Tonks, habrá valido la pena, ¿no?”
   No pudo evitar la súplica de su voz. Hermione parec´ıa simpatizar con él, Ron se mostraba inseguro. Harry bajó la mirada a sus pies, pensando en su padre. ¿Habr´ıa aprobado James lo que su hijo hab´ıa dicho a su viejo amigo?
   La silenciosa cocina parec´ıa zumbar por la sacudida de la escena reciente y con los reproches no pronunciados de Ron y Hermione. El Profeta que Lupin hab´ıa tra´ıdo consigo todav´ıa yac´ıa sobre la mesa, la propia cara de Harry miraba al techo desde la portada. Se acercó a él y se sentó, abriendo una página al azar, y fingiendo leer. No pod´ıa concentrarse en las palabras, su mente todav´ıa estaba llena del encuentro con Lupin. Estaba seguro de que Ron y Hermione hab´ıan reasumido su comunicación silenciosa al otro lado de El Profeta. Pasó una página ruidosamente, y el nombre de Dumbledore saltó hacia él. Eso fue un momento o dos antes de que captara el significado de la fotograf´ıa, que mostraba a una familia. Bajo la foto se le´ıan estas palabras: La familia Dumbledore, de izquierda a derecha: Albus, Pervical, sujetando a la recién nacida Ariana, Kendra, y Aberforth.
   Captada su atención, Harry examinó la foto más cuidadosamente. El padre de Dumbledore, Percival, era un hombre bien parecido con ojos que parec´ıan tintinear incluso en esta vieja foto desva´ıda. El bebé, Ariana, era un poco más grande que una barra de pan y de aspecto no muy llamativo. La madre, Kendra, ten´ıa el pelo negro azabache echado hacia atrás en un mo˜no alto. Su cara ten´ıa una cualidad tirante debido a él. Harry pensó en las fotos de nativos americanos que hab´ıa visto cuando estudió sus ojos oscuros, los pómulos altos, la nariz recta, formalmente compuesta con un vestido de cuello alto.
   Albus y Aberforth vest´ıan chaquetas de cuello a juego y ten´ıa identicos cortes de pelo.
   Albus parec´ıa varios a˜nos mayor, pero por lo demás los dos chicos se parec´ıan mucho, pero eso hab´ıa sido antes de que Dumbledore se rompiera la nariz y antes de llevar gafas.
   La familia parec´ıa feliz y normal, sonriendo serenamente desde el periódico. El brazo del bebé Ariana ondeaba vagamente dentro y fuera de su chal. Harry miró sobre la foto y vio el titular.
   EXTRACTO EXCLUSIVO DE LA PROXIMA
   BIOGRAFIA DE ALBUS DUMBLEDORE
   Por Rita Skeeter
 
   CAPÍTULO 11. EL SOBORNO
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   Pensando que dificilmente podr´ıa hacerle sentir mucho peor de lo que ya se sent´ıa, Harry empezó a leer:
   Orgullosa y arrogante, Kendra Dumbledore no pudo soportar permanecer en en Mould-on-the-Wold después de que su marido Percival fuera pública-mente arrestado y encerrado en Azkaban. Por consiguiente decidió desarrai-gar a la familia y reacomodarla en el Valle de Godric, el pueblo que después ganar´ıa fama como el escenario de la extra˜na escapada de Harry Potter de Quien-ustedes-ya-saben.
   Como Mould-on-the-Wold, el Valle de Godric era hogar de un buen número de familias de magos, pero Kendra no entabló relación con ninguna de ellas, evitaba la curiosidad sobre el crimen de su marido que hab´ıa soportado en el pueblo anterior. Rechazó repetidamente los amigables avances de sus nuevos vecinos magos, pronto se seguró de que su familia se mantuviera aislada.
   “Me cerró la puerta en la cara cuando fui a darle la bienvenida con un caldero de Cauldron Cakes caseros” dijo Bathilda Bahshot. “La primera vez que estuve all´ı solo vi a los dos chicos. No habr´ıa sabido que ten´ıa una hija si no hubiera estado recogiendo hierbas a la luz de la luna un invierno después de que se mudaran. Vi a Kendra conduciendo a Ariana hasta el jard´ın de atrás. La paseó por el césped, manteniendo una garra firme sobre ella, luego la volvió a entrar dentro. No supe qué pensar.”
   Parece ser que Kendra pensó que mudarse al Valle de Godric era la oportunidad perfecta para ocultar a Arianna de una vez y para siempre, algo que probablemente hab´ıa estado planeando durante a˜nos. La oportunidad del momento fue significativa. Ariana ten´ıa apenas siete a˜nos cuando se perdió de vista, y los siete es la edad mágica en la que la mayor´ıa de los expertos está de acuerdo en que se revela la magia a s´ı misma, si se presenta. Nadie vivo actualmente recuerda a Arianna demostrando la más m´ınima se˜nal de habilidad mágica. Parece claro, por lo tanto, que Kendra tomó la decisión de ocultar la existencia de su hija antes que sufrir la vergüenza de admitir que hab´ıa dado a luz a un a Squib. Mudarse lejos de amigos y vecinos que conoc´ıan a Ariana, por supuesto, har´ıa que mantenerla prisionera fuera más fácil. Pod´ıa contarse con el peque˜no número de personas que de ah´ı en adelante conocieron la existencia de Arianna para mantener el secreto, incluyendo a sus dos hermanos, que desviaban preguntas embarazosas con la respuesta que su madre les hab´ıa ense˜nado. “Mi hermana es demasiado frágil para la escuela.”
   Próxima semana: Albus Dumbledore en Hogwarts... los Premios y la Presencia.
   Harry hab´ıa estado equivocado. Lo que hab´ıa le´ıdo le hab´ıa hecho sentir peor. Volvió a mirar la fotograf´ıa de la aparentemente feliz familia. ¿Era cierto? ¿Cómo pod´ıa averiguarlo? Deseaba ir al Valle de Godric, incluso si Bathilda no estaba en condiciones de hablar con él; quer´ıa visitar el lugar donde Dumbledore hab´ıa perdido a aquellos a los que amaba.
   Estaba en proceso de bajar el periódico, para preguntar a Ron y Hermione su opinión, cuando un ensordecedor crack llenó la cocina.
   Por primera vez en tres d´ıas Harry se hab´ıa olvidado del todo de Kreacher. Su primer pensamiento fue que Lupin hab´ıa irrumpido en la habitación, y durante una fracción de segundo, no se fijó en la masa de extremidades que se retorc´ıan y que hab´ıa aparecido de la nada junto a su silla. Se apresuró a ponerse en pie mientras Keacker se desenredaba y se inclinaba ante Harry, croando, “Kreacher ha vuelto con el ladrón Mundungus Fletcher, Amo.”
 
   CAPÍTULO 11. EL SOBORNO
   125
   Mundungus luchó por levantarse y sacó su varita. Hermione sin embargo, fue demasiado rápida para él.
   “¡Expelliarmus! ”
   La varita de Mundungus voló por el aire y Hermione la cogió. Con los ojos salvajes, Mundungus se lanzó hacia las escaleras; Ron le hizo un placaje y Mundungus golpeó el suelo de piedra con un crujido amortiguado.
   “¿Qué?” gritó a voz en cuello, retorciéndose en su intento por liberarse del agarre de Ron. “¿Que he hecho? Mandarme a un sangriento elfo doméstico, ¿a qué estás jugando, qué he hecho?, suéltame, suéltame o...”
   “No estás en posición de formular amenazas” dijo Harry. Lanzó a un lado el periódico, cruzó la cocina en unas pocas zancadas, y se puso de rodillas junto a Mundungus que dejó de luchar aterrado. Ron se levantó, jadeando, y observó como Harry apuntaba su varita deliberadamente hacia la nariz de Mundungus. Mundungus hed´ıa a sudor rancio y humo de tabaco. Su pelo estaba enredado y su túnica manchada.
   “Kreacher se disculpa por la tardanza en traer al ladrón, Amo” croó el elfo. “Fletcher sabe como evitar la captura, tiene muchos escondrijos y cómplices. No obstante, Kreacher atrapó al ladrón al final.”
   “Lo has hecho realmente bien, Kreacher” dijo Harry, y el elfo hizo una reverencia.
   “Bueno, tenemos unas cuantas preguntas para ti” dijo Harry a Mundungus, que gritó al instante.
   “¿Me entró el pánico, vale? Nunca quise ir para empezar, sin ofender, colega, pero nunca me ofrec´ı voluntario para morir por ti, y era el mism´ısimo Quien-tu-ya-sabes el que ven´ıa volando hacia m´ı, todo el mundo se largaba, dije todo el rato que no quer´ıa hacerlo...”
   “Para tu información, el resto de nosotros no Desapareció” dijo Hermione.
   “Bueno, entonces sois unos malditos héroes, ¿verdad?, pero yo nunca fing´ı presentarme voluntario para que me mataran...”
   “No estamos interesados en por qué dejaste en la estacada a Ojoloco” dijo Harry, moviendo su varita un poco más cerca de los ojos perrunos e inyectados de sangre de Mundungus. “Ya sab´ıamos que eras un pedazo de escoria indigno de confianza.”
   “Bueno entonces, ¿por qué me mandas elfos domésticos? ¿O esto va de las copas de nuevo? No tengo ya ninguna de ellas, o te las habr´ıa dev...”
   “No es por las copas tampoco, aunque te vas acercando” dijo Harry. “Cállate y escucha.”
   Era maravilloso tener algo que hacer, alguien a quien poder exigir un trocito de verdad.
   La varita de Harry estaba ahora tan cerca del puente de la nariz de Mundungus que Mundungus bizqueaba intentando mantener la vista fija en ella.
   “Cuando limpiaste esta casa de cualquier cosa de valor.” Empezó Harry, pero Mundungus le interrumpió de nuevo.
   “A Sirius ningun le interesó nada de esta basura...”
   Se produjo un sonido de pies corriendo, un destello de cobre brillante, un resonante clang y un grito de agon´ıa. Kreacher hab´ıa ido corriendo hacia Mundungus y le hab´ıa golpeado en la cabeza con una cacerola.
 
   CAPÍTULO 11. EL SOBORNO
   126
   “Qu´ıtamelo de encima, qu´ıtamelo de encima. ¡Deber´ıan encerrarlo!” gritaba Mundungus, acobardado cuando Kreacher alzó de nuevo la pesada cacerola.
   “¡Kreacher, no!” gritó Harry.
   Los flacos brazos de Kreacher temblaban por el peso de la cacerola, todav´ıa sostenida en alto.
   “¿Quizás solo un poco más, Amo Harry, por suerte?”
   Ron rio.
   “Le necesitamos consciente, Kreacher, pero si necesita que lo persuadan podrás hacer los honores” dijo Harry.
   “Muchas gracias, Amo” dijo Kreacher con una reverencia, y retorcedió una corta distancia, sus grandes ojos pálidos todav´ıa estaban fijos en Mundungus con aversión.
   “Cuando despojaste esta casa de todo lo de valor que pudiste encontrar.” Empezó Harry de nuevo, “cogiste unas cuantas cosas de la alacena de la cocina. Hab´ıa all´ı un guardapelo.” La boca de Harry se quedó de repente seca. Pod´ıa sentir la tensión de Ron y Hermione y también la excitación. “¿Que hiciste con él?”
   “¿Por qué?” preguntó Mundungus. “¿Ten´ıa algún valor?”
   “¡Todav´ıa lo tiene!” gritó Hermione.
   “No, no lo tiene” dijo Ron astutamente. “Se pregunta si debió haber pedido más dinero por él.”
   “¿Más?” dijo Mundungus. “Eso habr´ıa sido dificil.... dado que me lo quitaron, ¿verdad?
   No tuve elección.”
   “¿Qué quieres decir?”
   “Estaba vendiendo en el Callejón Diagon y ella se presentó y mi preguntó si ten´ıa licencia para vender artefactos mágicos. Menuda entrometida. Me iba a arrestar, pero se le antojó el guardapelo y me dijo que se lo llevaba y me dejar´ıa en paz por el momento, y supongo que tuve suerte.”
   “¿Quién era esa mujer?” preguntó Harry.
   “No sé, alguna vieja bruja del Ministerio.”
   Mundungus pensó por un momento, frunciendo la frente.
   “Peque˜na. Con un sombrerito en lo alto de la cabeza.
   Frunció el ce˜no y después a˜nadió: “Parec´ıa un sapo.”
   Harry dejó caer su varita. Esta golpeó a Mundungus en la nariz y disparó chispas rojas hacia sus cejas, que se incendiaron.
   “¡Aguamenti! ” gritó Hermione, y un chorro de agua surgió de su varita, empapando a un balbuceante y ahogado Mundungus.
   Harry levantó la mirada y vio su propia sorpresa reflejada en las caras de Ron y Hermione. Las cicatrices del dorso de su mano derecha parec´ıan estar cosquilleando otra vez.
 
   Cap´ıtulo 12
   La Magia es Poderosa
   Mientras agosto se agotaba, la plaza de desali˜nado césped en medio de Grimmauld Place se marchitó al sol hasta que quedó quebradiza y marrón. Los habitantes del número doce nunca eran vistos por ninguno de los ocupantes de las casas circundantes, ni tampoco el número doce en s´ı mismo. Los muggles que viv´ıan en Grimmauld Place hac´ıa mucho que hab´ıan aceptado el divertido error en la numeración que hab´ıa causado que el número once se asentara junto al número trece.
   Y aún as´ı la plaza atra´ıa ahora a todo un flujo de visitantes que parec´ıan encontrar esta anormalidad de lo más intrigante. Apenas pasaba un d´ıa sin que una o dos personas llegaran a Grimmauld Place sin otro propósito, o al menos as´ı lo parec´ıa, que el de apoyarse contra el pasamanos de cara a los números once y trece, observando la unión entre las dos casas. Los acechadores nunca eran los mismos dos d´ıas seguidos, aunque todos parec´ıan compartir un desagrado por la ropa normal. La mayor´ıa de los londinenses que pasaban junto a ellos vest´ıan de forma excéntrica y tomaban poca nota, aunque ocasionalmente uno de ellos pod´ıa mirar atrás, preguntándose por qué todo el mundo llevaba capas tan largas con este calor.
   Los observadores parec´ıan obtener poca satisfacción de su vigilia. Ocasionalmente uno de ellos se echaba hacia adelante excitado, como si hubiera visto algo interesante al fin, solo para volver a caer hacia atrás pareciendo decepcionados.
   El primer d´ıa de septiembre hab´ıa más gente que nunca acechando en la plaza. Media docena de hombres con capas largas estaban de pie silenciosos y vigilantes, mirando como siempre hacia las casas once y trece, pero lo que fuera que estuvieran esperando parec´ıa que segu´ıa eludiéndoles. Cuando cayó la noche, trayendo una inesperada bocanada de lluvia fr´ıa por primera vez en semanas, tuvo lugar uno de esos inexplicables momentos en los que parec´ıan haber visto algo interesante.
   El hombre de la retorcida cara puntiaguda y su compa˜nero más cercano, un hombre rechoncho y pálido, se echaron hacia adelante, pero un momento después se hab´ıan relajado a su estado anterior de inactividad, pareciendo frustrados y decepcionados.
   Entretanto, dentro del número nueve, Harry acababa de entrar en el vest´ıbulo. Ca-si hab´ıa perdido el equilibrio al Aparecerse sobre el escalón más alto justo fuera de la puerta principal, y gracias a eso los mort´ıfagos pod´ıan haber captado un vistazo de su momentáneamente expuesto codo. Cerrando la puerta cuidadosamente tras él, se quitó la Capa de Invisibilidad, colgándosela del brazo, y se apresuró a lo largo del sombr´ıo pasillo hacia la puerta que conduc´ıa al sótano, con un ejemplar robado de El Profeta aferrada en la mano.
   127
 
   CAPÍTULO 12. LA MAGIA ES PODEROSA
   128
   El acostumbrado susurro de ’Severus Snape’le saludó, el viento fr´ıo le barrió, y su lengua se enrolló por un momento.
   “Yo no te maté” dijo. Al instante su lengua se hab´ıa desenrollado, después contuvo el aliento cuando la polvorienta figura del maleficio explotó. Esperó hasta estar a mitad de la escalera hacia la cocina, fuera del o´ıdo de la Se˜nora Black y se limpió la nube de polvo, antes de gritar. “Tengo noticias, y no os gustarán.”
   La cocina estaba casi irreconocible. Cada superficie estaba ahora pulida. Ollas de cobre y sartenes hab´ıan sido bru˜nidas hasta darles un brillo rosado; la superficie de madera de la mesa brillaba; las copas y platos ya estaba preparados para la cena destellando a la luz de un fuego que ard´ıa alegremente, y sobre éste herv´ıa un caldero. Nada en la habitación, sin embargo, estaba más dramáticamente cambiado que el elfo doméstico que se acercó apresuradamente hasta Harry, vestido con una esponjosa toalla blanca, el pelo de sus orejas tan limpio y sedoso como algodón, y el guardapelo de Regulus rebotando contra su delgado pecho.
   “Zapatos fuera, por favor, Amo Harry, y manos limpias antes de cenar” graznó Kreacher, cogiendo la Capa de Invisibilidad y colgándola de un gancho en la pared, junto a un buen número de capas pasadas de moda que hab´ıan sido recientemente lavadas.
   “¿Qué pasa?” preguntó Ron aprensivamente. Hermione y hab´ıan estado estudiando una larga lista de notas manuscritas y mapas hechos a mano que se apilaban descuidadamente al final de larga mesa de la cocina, pero ahora observaron a Harry mientras este se acercaba a ellos y tiraba el periódico en la alto de los pergaminos esparcidos por todas partes.
   Una gran foto de un familiar hombre moreno de nariz ganchuda les miraba a todos; debajo un titular dec´ıa:
   SEVERUS SNAPE CONFIRMADO COMO DIRECTOR DE
   HOGWARTS
   “¡No!” dijeron Ron y Hermione ruidosamente.
   Hermione fue la más rápida; agarró el periódigo y empezó a leer la historia que acompa˜naba a la foto en voz alta.
   ’Severus Snape, durante largo tiempo Profesor de Pociones de la Escuela de Hogwarts de Magia y Hechicer´ıa, ha sido hoy designado director en el más importante de los muchos cambios de personal de la antigua escuela. Después de la destitución del anterior profesor de Estudios Muggles, Alecto Carrow ocupará el puesto, mientras su hermano, Amyous, ocupará la posición de Defensa Contra las Artes Oscuras.’
   ’Doy la bienvenida a la oportunidad de defender nuestra más fina cultura mágica y sus valores...’
   ...“¡Como cometer asesinatos y cortar las orejas a la gente, supongo! ¡Snape director!
   Snape en el estudio de Dumbledore... ¡Por los pantalones de Merlin!” chilló, haciendo que Harry y Ron saltaran. Se puso de pie de un salto y salió corriendo de habitación, gritando mientras lo hac´ıan. “¡Vuelvo en un minuto!”
   “¿Por los pantalones de Merl´ın?” repitió Ron, que parec´ıa divertido. “Debe estar ca-breada” Empujó el periódico hacia él y estudió el art´ıculo sobre Snape.
   “Los demás profesores no apoyarán esto. McGonagall y Flitwick y Sprout, todos saben la verdad, sabén como murió Dumbledore. No aceptarán a Snape como director. ¿Y
 
   CAPÍTULO 12. LA MAGIA ES PODEROSA
   129
   quienes son esos Carrows?”
   “Mortifagos” dijo Harry. “Hay fotos de ellos dentro. Estaban en lo alto de la torre cuando Snape mató a Dumbledore, as´ı que todos son muy amiguitos. Y” siguió Harry con amargura, acercando una silla, “no veo como los demás profesores vayan a tener nada que decir. Si el Ministerio y Voldemort están tras Snape será una elección entre quedarse y ense˜nar, o unos agradables a˜nitos en Azkaban... y eso si tienen suerte. Apuesto a que se quedarán e intentarán proteger a los estudiantes.”
   Kreatcher se acercó apresuradamente a la mesa con una gran sopera en las manos, y sirvió la sopa en inmaculados cuencos, silbando entre dientes mientras lo hac´ıa.
   “Gracias, Kreatcher” dijo Harry, pasando las páginas de El Profeta para no tener que ver la cara de Snape. “Bueno, al menos ahora sabemos donde está Snape exactamente.”
   Empezó a llevarse la cuchara de sopa a la boca. La calidad de la comida de Kreacher se hab´ıa incrementado dramáticamente desde que le hab´ıan dado el guardapelo de Regulus.
   Hoy las cebollas francesas estaban más buenas de lo que Harry nunca hab´ıa saboreado.
   “Todav´ıa hay un montón de mortifagos vigilando la casa” dijo a Ron mientras com´ıa,
   “más de lo normal. Es como si estuvieran esperando que saliéramos con nuestros baúles y nos dirigiéramos al Expreso de Hogwarts.”
   Ron miró su reloj.
   “He estado pensando en eso todo el d´ıa. Partió hace casi seis horas. Raro, no estar en él, ¿verdad?”
   En su imaginación a Harry le pareció ver la máquina de vapor escarlata a la que Ron y él hab´ıan seguido una vez por el aire, reluciendo entre campos y colinas, con el retumbar de la locomotora escarlata. Estaba seguro de que Ginny, Neville y Luna estaban sentados juntos en este momento, quizás preguntándose donde estaban Ron, Hermione y él, o debatiendo muevas formas de minar el nuevo régimen de Snape.
   “Casi me vieron volver ahora mismo” dijo Harry. “Aterrizé de mala manera sobre el escalón más alto y la Capa resbaló.”
   “A mi me pasa a cada rato. Oh, aqu´ı esta” a˜nadió Ron, girándose en su asiento para ver como Hermione volv´ıa a entrar en la cocina. “¿Y de qué en nombre de los pantalones de Merl´ın más desgastados va todo esto?”
   “Recordé esto” jadeó Hermione.
   Llevaba una gran pintura enmarcada, que bajó al suelo antes de agarrar su peque˜no bolso de cuentas del mostrador del aparador de la cocina. Abriéndolo, procedió a meter a la fuerza la pintura dentro y a pesar del hecho de que resultaba patente que era demasiado grande para caber dentro del diminuto bolso, en unos segundos se hab´ıa desvanecido, como todo lo demás, en la espaciosa profundidad del bolso.
   “Phineas Nigellius” explicó Hermione mientras tiraba el bolso sobre la mesa de la cocina con su usual sonoridad de choques y rechinamientos.
   “¿Perdona?” dijo Ron, pero Harry lo entendió. La imagen pintada de Phineas Nigellus Black pod´ıa viajar entre su retrato en Grimmauld Place y el que colgaba del despacho del director en Hogwarts, en la habitación circular en lo alto de la torre donde sin duda Snape estaba sentado ahora mismo, en triunfante posesión de la colección de delicados y plateados instrumentos mágicos de Dumbledore, el Pensadero, el Sombrero Seleccionador, y a menos que hubiera sido trasladada a algún otro sitio, la espada de Gryffindor.
 
   CAPÍTULO 12. LA MAGIA ES PODEROSA
   130
   “Snape podr´ıa enviar a Phineas Nigellus a mirar dentro de la casa por él” explicó Hermione a Ron mientras volv´ıa a su asiento. “Dejemos que lo intente ahora, todo lo que Phineus Nigellus podrá ver es el interior de mi bolso.”
   “¡Bien pensado!” dijo Ron, que parec´ıa impresionado.
   “Gracias” sonrió Hermione, acercándo su sopa. “Entonces, Harry, ¿qué más ha pasado hoy?”
   “Nada” dijo Harry. “Vigilé la entrada del Ministerio durante siete horas. Ni rastro de ella. Sin embargo vi a tu padre, Ron. Parec´ıa estar bien.”
   Ron asintió apreciando esta noticia. Hab´ıan estado de acuerdo en que era demasiado peligroso intentar comunicarse con el Se˜nor Weasley mientras entraba y sal´ıa del Ministerio, porque siempre estaba rodeado por otros trabajadores del Ministerio Sin embargo era tranquilizador verle de tanto en tanto, aunque pareciera agotado y ansioso.
   “Papá siempre nos dec´ıa que la gente del Ministerio utiliza la Red Flu para ir a trabajar” dijo Ron. “Por eso no hemos visto a Umbridge, nunca camina, cree que es demasiado importante como para eso.”
   “¿Y que hay de esa curiosa vieja bruja y el peque˜no mago de la túnica azul marina?”
   preguntó Hermione.
   “Oh, si, el tipo de Mantenimiento Mágico”
   “¿Cómo?” preguntó Hermione, con la cuchara suspendida en medio del aire.
   “Papá dice que todos los de Manteniento Mágico llevan túnicas azul marinas.”
   “¡Pero nunca nos hab´ıas dicho eso!”
   Hermione dejó caer la cuchara y empujó hacia ella la hoja de notas y mapas que ella y Ron hab´ıan estado examinando cuando Harry hab´ıa entrado en la cocina.
   “No hay nada aqu´ı sobre túnicas azul marino, nada!” dijo, pasando fervientemente las páginas.
   “Bueno, importa realmente?”
   “Ron, todo importa! Si vamos a entrar en el Ministerio sin que nos cojan cuando deben estar a la búsqueda de intrusos, cada peque˜no detalle importa! Hemos estado repasando esto una y otra vez, quiero decir, ¿de qué sirven de todas estas salidas de reconocimiento si no te molestas en contarnos...?”
   “Caray, Hermione, olvidé una cosita...”
   “Lo comprendes, ¿verdad?, que probablemente no haya lugar más peligroso en el mundo entero para nosotros ahora mismo que el ministerio de...”
   “Creo que deber´ıamos hacerlo ma˜nana,” dijo Harry.
   Hermione se quedó congelada, con la mand´ıbula colgando. Ron se atragantó un poco sobre su sopa.
   “¿Ma˜nana?” repitió Hermione. “¿Hablas en serio, Harry?”
   “Solo digo” dijo Harry, “que no creo que vayamos a estar mucho mejor preparados de lo que estamos ahora si rondamos alrededor de la entrada del Ministerio un mes más. Cuando más lo alarguemos más lejos podr´ıa estar el guardapelo. Ya hay muchas posibilidades de que Umbridge lo haya tirado a la basura, esa cosa no se abre.”
   “A menos” dijo Ron, “que encontrara una forma de abrirlo y ahora esté pose´ıda.”
 
   CAPÍTULO 12. LA MAGIA ES PODEROSA
   131
   “No habr´ıa ninguna diferencia en su caso, ya era malvada para empezar.” Harry se encogió de hombros.
   Hermione se estaba mordiendo el labio, profundamente pensativa.
   “Sabemos todo lo importante” siguió Harry, dirigiéndose a Hermione. “Sabemos que han acabado con las Apariciones y Desapariciones dentro del Ministerio Sabemos que ahora solo a algunos de los miembros senior del Ministerio se les permite conectar sus casas con la Red Flu, porque Ron oyó a esos Innombrables quejarse de ello. Y sabemos más o menos donde está la oficina de Umbridge porque tú oirse a ese tipo barbudo contárselo a su compa˜nero...”
   “Subo al primer piso, Dolores quiere verme” recitó Hermione inmediatamente.
   “Exactamente” dijo Harry. “Y sabemos que acostumbran a utilizar esas curiosas monedas, o esas se˜nales, o lo que sean, porque yo vi a esa bruja pedirle prestada una a su amiga...”
   “¡Pero no tenemos ninguna!”
   “Si el plan funciona, la tendremos” continuó Harry serenamente.
   “No sé, Harry, no sé... Hay un enorme montón de cosas que podr´ıan ir mal y tantas oportunidades de...”
   “Eso será igual de cierto si pasamos otros tres meses preparándonos” dijo Harry. “Es hora de actuar.”
   Pod´ıa ver, por las caras de Hermione y Ron, que estaban asustados; él mismo no estaba particularmente confiado tampoco, aunque estaba seguro de que éste era el momento de poner en funcionamiento su plan.
   Hab´ıan pasado las últimas cuatro semanas haciendo turnos con la Capa Invisible y espiando la entrada oficial de Ministerio, que Ron, gracias al Se˜nor Weasley, conoc´ıa desde la ni˜nez. Hab´ıan seguido a trabajadores del Ministerio, o´ıdo a hurtadillas sus conversaciones, y aprendido por medio de cuidadosa observación cuales de ellos sol´ıan aparecer, solos, a la misma hora cada d´ıa. Ocasionalmente hab´ıan tenido oportunidad de escamotear un ejemplar de El Profeta del malet´ın de alguien. Lentamente hab´ıan elaborado los mapas y notas que ahora se apilaban delante de Hermione.
   “De acuerdo” dijo Ron lentamente, “digamos que lo hacemos ma˜nana... Creo que deber´ıamos ser solo Harry y yo.”
   “¡No empieces otra vez con eso!” suspiró Hermione. “Cre´ıa que lo hab´ıamos aclarado.”
   “Una cosa es rondar por las entradas bajo la Capa, pero esto es diferente, Hermione”
   Ron pinchó con un dedo la copia de El Profeta fechada diez d´ıas atras. “Estás en la lista de nacidos muggles que no se presentaron al interrogatorio!”
   “¡Y se supone que tú estás muriéndote de spattergroit en la Madriguera! Si hay alguien que no deber´ıa ir, ese es Harry, dan una recompensa de diez mil galeones por su cabeza...”
   “Vale, me quedaré aqu´ı” dijo Harry. “¿Me lo haréis saber si derrotáis a Voldemort, verdad?”
   Mientras Ron y Hermione re´ıan, el dolor se disparó en la cicatriz de la frente de Harry.
   Su mano saltó hacia ella. Vio los ojos de Hermione estrecharse, e intentó disimular el movimiento apartándose el pelo de los ojos.
   “Bueno, si vamos a ir los tres tendremos que Desaparecer por separado” estaba diciendo Ron. “Ya no cabemos todos bajo la capa.”
 
   CAPÍTULO 12. LA MAGIA ES PODEROSA
   132
   La cicatriz le estaba doliendo más cada vez. Se puso de pie. Al instante, Kreacher se adelantó.
   “El Amo no ha terminado su sopa. ¿Prefer´ıria el Amo un sabroso guiso, o algo de la tarta de melaza que al Amo le gusta tanto?”
   “Gracias, Kreacher, pero volveré en un minuto... er... voy al ba˜no.”
   Consciente de que Hermione le estaba mirando suspicazmente, Harry se apresuró escaleras arriba hacia el vest´ıbulo y después al primer piso, donde se metió en el ba˜no y cerró la puerta con cerrojo otra vez. Gru˜nendo de dolor, se derrumbó sobre la ba˜nera negra con las patas en forma de serpiente con la boca abierta, y cerró los ojos...
   Se deslizaba por una calle grisácea. Los edificios a ambos lados de él eran altos y de madera; parec´ıan casas de gengibre.
   Se aproximó a uno de ellos, entonces vio la blancura de su mano de dedos largos contra la puerta. Llamó. Sent´ıa gran excitación...
   La puerta se abrió. Una mujer sonriente estaba all´ı de pie. Su cara se quedó blanca cuando miró a la cara de Harry; el humor desapareció y el terror lo reemplazó.
   “¿Gregorovitch?” dijo una voz alta y fr´ıa.
   Ella sacudió la cabeza. Estaba intentando cerrar la puerta. Un mano blanca la sujetaba, evitando que la cerrara.
   “Quiero a Gregorovitch.”
   “¡Er wohnt hier nicht mehr!” gritó ella, sacudiendo la cabeza. “¡No vive aqu´ı! ¡No vive aqu´ı! ¡No le conozco!”
   Abandonando el intento de cerrar la puerta, empezó a retroceder por el vest´ıbulo oscuro, y Harry siguió en seguida, y su mano de dedos largo sacó la varita.
   “¿Dónde está?”
   “¡Das weiff ich nicht! ¡Se mudó! ¡No lo sé, no lo sé!”
   Él alzó la varita. Ella gritó. Dos ni˜nos peque˜nos llegaron corriendo al vest´ıbulo. Ella intentó escudarlos con sus brazos. Se produjo un destello de luz verde...
   “¡Harry! ¡HARRY!”
   Abrió los ojos; estaba tirado en el suelo. Hermione estaba aporreando de nuevo la puerta.
   “¡Harry, abre!”
   Hab´ıa gritado, lo sab´ıa. Consiguió levantarse y abrió la puerta. Hermione cayó dentro al instante, recuperó el equilibrio, y miró alrededor suspicazmente. Ron estaba justo tras ella, con aspecto de estar nervioso mientras apuntaba su varita a las esquinas del fr´ıo ba˜no.
   “¿Qué estabas haciendo?” preguntó Hermione severamente.
   “¿Tú qué crees que estaba haciendo?” preguntó Harry con una débil bravata.
   “¡Estabas gritando a pleno pulmon!” dijo Ron.
   “Oh, si... debe haberme quedado dormido o...”
   “Harry, por favor, no insultes nuestra inteligencia,” dijo Hermione, tomando aire profundamente. “Sabemos que la cicatriz te dol´ıa abajo, y estás blanco como una sábana.”
 
   CAPÍTULO 12. LA MAGIA ES PODEROSA
   133
   Harry se sentó en el borde de la ba˜nera.
   “Bueno, acabo de ver a Voldemort asesinar a una mujer. En estos momentos probablemente ya haya matado a toda su familia. Y no ten´ıa necesidad. Fue como lo de Cedric otra vez, estaba sólo...”
   “Harry, se supone que no ibas a dejar que esto volviera a ocurrir!” gritó Hermione, su voz resonó a través del ba˜no. “¡Dumbledore quer´ıa que usaras Occlumencia! Pensaba que la conexión era peligrosa? ¡Voldemort puede usarla, Harry! ¿Qué tiene de bueno observarlo matar y torturar, cómo puede ayudar?”
   “Porque as´ı sé qué está haciendo” dijo Harry.
   “¿As´ı que no vas ni siquiera a intentar cerrarla?”
   “Hermione, no puedo. Tú sabes que soy mal´ısimo en Oclumencia, nunca le he cogido el truco.”
   “¡Nunca lo has intentado realmente!” dijo Hermione amargamente. “No consigo entender que te guste tener esta conexión especial o relación o? lo que sea?”
   Hermione vaciló ante la mirada que le echó él mientras se levantaba.
   “¿Gustarme?” dijo en voz baja. “¿A ti te gustar´ıa?”
   “Yo... no... lo siento, Harry, no quer´ıa decir...”
   “Lo odio, odio el hecho de que pueda estar dentro de m´ı, de tener que verle cuando es más peligroso. Pero voy a utilizarlo.”
   “Dumbledore...”
   “Olvidate de Dumbledore. Ésta es mi elección, de nadie más. Quiero saber por qué va tras Gregorovitch.”
   “¿Quién?”
   “Es un fabricante de varitas extranjero” dijo Harry. “Hizo la varita de Krum y éste dice que es el mejor.”
   “Pero según tú” dijo Ron, “Voldemort ya tiene a Ollivander bajo llave en algún lugar.
   ¿Si ya tiene un fabricante de varitas, para qué necesita otro?”
   “Tal vez coincide con Krum, tal vez piensa que Gregorovitch es el mejor... o quizás piensa que Gregorovitch podrá explicar lo que hizo mi varita cuando me estaba persiguiendo, porque Ollivander no lo sabe.”
   Harry echó un vistazo al rajado y polvoriento espejo y vio a Ron y Hermione intercambiar miradas escépticas a su espalda.
   “Harry, tú sigues hablando de lo que hizo tu varita” dijo Hermione, “¡pero fuiste tú quien lo hizo! ¿Por qué estás tan decidido a no asumir la responsabilidad de tu propio poder?”
   “¡Porque sé que no fui yo! ¡Y Voldemort también lo sabe, Hermione! ¡Los dos sabemos lo que pasó en realidad!”
   Le miraron furiosos. Harry sab´ıa que no hab´ıa convencido a Hermione y que esta estaba preparando contrargumentos, tanto contra su teor´ıa sobre su varita como sobre el hecho de que estuviera permitiéndose entrar en la mente de Voldemort. Para su alivio, intervino Ron.
   “Déjalo” la aconsejó. “Es su decisión. Y si vamos a ir ma˜nana al ministerio, ¿no crees CAPÍTULO 12. LA MAGIA ES PODEROSA
   134
   que deber´ıamos repasar el plan?”
   De mala gana, lo que fue evidente para los otros dos, Hermione dejó estar el tema, aunque Harry estaba bastante seguro de que atacar´ıa de nuevo a la primera oportunidad.
   Mientras tanto, regresaron a la cocina de sótano, donde Kreatcher les sirvió estofado y tarta de melaza.
   No se acostaron hasta bastante tarde esa noche, después de pasar horas repasando el plan hasta que cada uno pudo recitarselo a los demás al dedillo. Harry, que ahora dorm´ıa en el dormitorio de Sirius, estuvo tendido en la cama a la luz de su varita contemplando la vieja foto de su padre, sirius, Lupin, y Pettigrew, y murmurando el plan para s´ı durante otros diez minutos. Cuando se extinguió la luz de su varita, sin embargo, no pensó en Pociones Multijugo, Pastillas Vomitivas, o en las túnicas azul marino de los de Mantenimiento Mágico, sino en el fabricante de varitas Gregorovitch, y en cuánto tiempo podr´ıa permanecer escondido cuando Voldemort empezara a buscarlo con determinación.
   El amanecer pareció seguir a la medianoche con indecente prisa.
   “Se te ve fatal” le saludó Ron cuando entró en la habitación a despertarle.
   “No durará mucho” dijo Harry, bostezando.
   Encontraron a Hermione abajo, en la cocina. Kreacher le estaba sirviendo café y bollos calientes, y ten´ıa esa expresión levemente man´ıaca que Harry asociaba con los exámenes.
   “Túnicas” dijo respirando, advirtiendo su presencia con una inclinación de cabeza nerviosa, mientras segu´ıa hurgando en su bolso bordado. “Poción Multijugos... Capa de Invisibilidad... Detonadores Trampa... deber´ıais llevar un par cada uno por si acaso...
   Pastillas Vomitivas, Turrón Hemorragia Nasal, Orejas Extensibles...”
   Se bebieron de un trago el desayuno y se fueron arriba, mientras Kreacher les hac´ıa reverencias y les promet´ıa tener un pastel de carne y ri˜nones preparado para cuando regresaran.
   “Bend´ıto sea” dijo Ron cari˜nosamente, “y pensar que sol´ıa fantasear con cortarle la cabeza y clavarla en la pared.”
   Se abrieron paso hasta el primer escalón con una precaución inmensa. Pod´ıan ver a un par de mort´ıfagos con los ojos como platos mirando hacia la casa desde el otro lado de la nebulosa plaza.
   Hermione Desapareció primero con Ron, luego volvió a por Harry.
   Después de la breve y habitual adaptación a la oscuridad y la desorientación tras el hechizo, Harry se encontró en el diminuto callejón en el que hab´ıan programado que tuviera lugar la primera fase del plan. Estaba desierto, salvo por un par de recipientes grandes; los primeros trabajadores del Ministerio no aparec´ıan generalmente por all´ı hasta al menos las ocho.
   “Todo bien” dijo Hermione, verificando su reloj. “Deber´ıa estar aqu´ı en aproximadamente cinco minutos. Cuando la haya dejado sin sentido...”
   “Hermione, lo sabemos” dijo Ron severamente. “¿Y quien se supone que iba a abrir la puerta antes de que llegue?”
   Hermione chilló.
   “¡Casi se me olvida! Quedaos atrás...”
   Apuntó con su varita mágica a la salida de incendios cerrada con candado y llena de pintadas que hab´ıa junto a ellos, que se abrió con un estallido. El oscurro corredor CAPÍTULO 12. LA MAGIA ES PODEROSA
   135
   desembocaba, como sab´ıan gracias a su cuidadoso reconocimiento previo, en un teatro vac´ıo. Hermione tiró de la puerta hacia ella, de forma que pareciera que todav´ıa estaba cerrada.
   “Y ahora” dijo, volviendo a mirar a los otros dos en el callejón, “nos ponemos la capa otra vez...”
   “... y esperamos” terminó Ron, haciendo un gesto sobre la cabeza de Hermione como si echara una manta sobre una jaula de pájaros, y poniendo los ojos en blanco hacia Harry.
   Poco más de un minuto después, se produjo una diminuta explosión, y una peque˜na bruja de Ministerio con el pelo suelto y gris se Apareció junto a ellos, parpadeó un poco por el repentino brillo, el sol acababa de salir desde detrás de una nube, pero apenas tuvo tiempo de disfrutar de su inesperada tibieza antes de que el silencioso Hechizo Aturdidor de Hermione la golpeara en el pecho y se desplomara.
   “Bien hecho, Hermione” dijo Ron, surgiendo de detrás de un poste junto a la puerta del teatro mientras Harry se quitaba la Capa de Invisibilidad. Juntos llevaron a la peque˜na bruja por el oscuro pasillo que llevaba a los bastidores. Hermione arrancó algunos pelos de la cabeza de la bruja y los a˜nadió a un matraz de barro con Poción Multijugos que hab´ıa sacado de su bolso. Ron estaba rebuscando en el bolso de la peque˜na bruja.
   “Es Mafalda Hoppkiss” dijo, leyendo una tarjeta peque˜na que identificaba a su v´ıctima como ayudante de la Oficina Contra el Uso Incorrecto de la Magia. “Será mejor que lleves tú esto, Hermione, y aqu´ı están las monedas.”
   Le pasó algunas monedas de oro peque˜nas, todas grabadas con las siglas M.O.M., que hab´ıa cogido del monedero de la bruja.
   Hermione se bebió la Poción Multijugos, que ten´ıa ahora un agradable color heliotropo, y en unos segundos, estuvo de pie ante ellos el doble de Mafalda Hopkirk. Cuando le quitó las gafas a Mafalda y se las puso, Harry comprobó su reloj.
   “Estamos tardando, el Sr. Mantenimiento Magico llegará en cualquier momento.”
   Se apresuraron a cerrar la puerta tras la verdadera Mafalda. Harry y Ron se echaron la Capa de Invisibilidad por encima, mientras Hermione se quedaba a la vista, esperando.
   Varios segundos después se produc´ıa otro estallido, y un mago peque˜no y de aspecto perruno apareció ante ellos.
   “Oh, hola, Mafalda”
   “¡Hola!” dijo Hermione con voz temblorosa. “¿Cómo estás?”
   “No demasiado bien, en realidad” respondió el peque˜no mago, que parec´ıa cabizbajo.
   Cuando Hermione y el mago fueron hacia la calle principal, Harry y Ron se deslizaron tras ellos.
   “Siento o´ır que estás mal” dijo Hermione hablandole firmemente al peque˜no mago que trataba de explayarese con sus problemas; era esencial detenerlo antes de que llegara a la calle. “Toma, ten un dulce.”
   “¿Eh? Oh, no gracias.”
   “¡Insisto!” dijo Hermione agresivamente, agitando la bolsa de pastillas en su cara. Un poco alarmado, el peque˜no mago se tomó uno.
   El efecto fue instantáneo. En cuanto la pastilla tocó su lengua, el peque˜no mago empezó a vomitar tanto que ni siquiera notó cuando Hermione le arrancó unos cuantos pelos de la coronilla.
 
   CAPÍTULO 12. LA MAGIA ES PODEROSA
   136
   “¡Oh querido!” Dijo, mientras él salpicaba el callejón con su vómito. “¡Quizás sea mejor que te tomes el d´ıa libre!”
   “No? ¡no!” Se ahogó e tuvo arcadas, tratando de seguir su camino pese a ser incapaz de caminar derecho.
   “Debo... hoy... debo ir...”
   “¡Pero eso es absurdo!” dijo Hermione, alarmada. “No puedes ir a trabajar en este estado... ¡creo que deber´ıas ir a San Mungo a que te curen!”
   El mago se hab´ıa derrumbado, intentando todav´ıa, a cuatro patas, gatear hacia la calle principal.
   “¡No puedes ir al trabajo as´ı!” lloriqueó Hermione.
   Él por fin pareció aceptar la verdad de sus palabras. Utilizando un Encantamiento Repulsor Hermione le ayudó a volver a sentarse, él giró en el lugar y se desvaneció, sin dejar atrás al marcharse nada más que la bolsa que Ron le hab´ıa quitado de las manos y algunos resto de vómito.
   “Urgh” dijo Hermione, sujentando en alto el ruedo de su túnica para evitar los charcos de vómito. “Habr´ıa sido mucho menos molesto Aturdirle.”
   “Si” dijo Ron, emergiéndo de debajo de la capa y sujetando la bolsa del mago, “pero entonces tendr´ıamos una enorme pila de cuerpos inconscientes que habr´ıa atra´ıdo mucho más la atención.”
   En dos minutos, Ron estaba all´ı ante ellos, tan peque˜no y perruno como el mago enfermo, y vistiendo la túnica azul marino que hab´ıa estado doblada en su bolsa.
   “Es raro que no la lleve todo el d´ıa, ¿verdad? viendo lo mucho que quer´ıa marcharse.
   De cualquier modo, soy Reg Cattermole, de acuerdo con la etiqueta de mi bolsa.”
   “Ahora espera aqu´ı” dijo Hermione a Harry, que todav´ıa estaba bajo la Capa de Invisibilidad. “Y volveremos con algunos cabellos para ti.”
   Tuvo que esperar diez minutos, pero a Harry le pareció mucho más, acechando solo en el callejón salpicado de vómito junto a la puerta que ocultaba a la Aturdida Mafalda.
   Finalmente Ron y Hermione reaparecieron.
   “No sabemos quien es,” dijo Hermione, pasando a Harry varios cabellos negros rizados,
   ¡pero se fue a casa con una horrorosa hemorragia nasal! Aqui tienes, es bastante alto, necesitarás una túnica más grande...”
   Sacó un conjunto de túnicas viejas que Kreacher hab´ıa lavado para ellos, y Harry se retiró para tomar la poción y cambiarse.
   Una vez la dolorosa transformación estuvo completa ten´ıa más de metro ochenta de estatura, a los que acompa˜naba unos brazos bien musculados y una poderosa constitución.
   También ten´ıa barba. Guardando la Capa de Invisibilidad y sus gafas dentro de su nueva túnica, se unió a los otros dos.
   “Caray, es escalofriante” dijo Ron, mirando a Harry, que ahora se ergu´ıa sobre él.
   “Cojamos algunas de las fichas de Mafalda” dijo Hermione a Harry y entremos, son casi las nueve.
   Salieron del callejón juntos. Cincuenta yardas a lo largo de la acera atestada hab´ıa barandillas negras que bordeaban dos juegos de escalones, uno etiquetado como CABALLEROS y otro DAMAS.
 
   CAPÍTULO 12. LA MAGIA ES PODEROSA
   137
   “Os veo en un momento entonces” dijo Hermione nerviosamente, y bajó tambaleante los escalones de DAMAS. Harry y Ron se unieron a un buen número de hombres extra˜namente vestido que descend´ıan a lo que parec´ıa ser un ba˜no público subterráneo ordinario, azulejado de mugriento blanco y negro.
   “¡Buenos d´ıas, Reg!” llamó otro mago de túnica azul marina y se metió en un cub´ıculo insertando su ficha dorada en una ranura de la puerta. “Menudo grano en el culo, este,
   ¿eh? ¡Obligarnos a todos a ir al trabajo de esta forma! ¿Quién creen que va a colarse dentro, Harry Potter?”
   El mago rugió de risa ante su propia ocurrencia. Ron soltó una risita forzada.
   “Si,” dijo “estúpido, ¿verdad?”
   Y él y Harry se metieron un cub´ıculos adyacentes.
   De derecha e izquierda a Harry le llegaba el ruido de tirar de la cadena. Se agachó y espió a través de la abertura del fondo del cub´ıculo, justo a tiempo para ver un par de pies calzados con botas entrár en el ba˜no de la puerta de al lado.
   Miró a la izquierda y vio a Ron parpadeando hacia él.
   “¿Tenemos que tirarnos por el retrete?” susurró.
   “Busca como,” le respondió Harry en susurros; su voz salió profunda y grave.
   Se pusieron ambos de pie. Sintiéndose excepcionalmente tonto, Harry trepó al retrete Supo al instante que hab´ıa hecho lo correcto; a pesar de que parec´ıa estar de pie en el agua, sus zapatos, pies y ropa permanec´ıan secos. Extendió la mano hacia arriba, tiró de la cadena, y al momento siguiente bajaba zumbando por un corto tobogán, emergiendo de una chimenea en el Ministerio de Magia.
   Se puso en pie torpemente. Hab´ıa en él un montón más cuerpo del que estaba acostumbrado a manejar. El grandioso atrio parec´ıa más oscuro de lo que Harry recordaba.
   Anteriormente una fuente doraba hab´ıa llenado el centro del vest´ıbulo, lanzando chorros dorados de luz sobre la madera pulida del suelo y las paredes. Ahora una estatua gigante de piedra negra dominaba la escena. Era bastante aterradora, una vasta escultura de una bruja y un mago sentados en tronos muy ornamentados, bajando la mirada hacia los trabajadores del Ministerio que sal´ıan despedidos de las chimeneas bajo ellos. Grabadas en letras de treinta cent´ımetros de altura en la base de la estatura estaban las palabras LA MAGIA ES PODER.
   Harry recibió un fuerte golpe en la parte de atrás de las piernas; otro mago acababa de salir de la chimenea tras él.
   “¡Fuera de mi camino, no puedes... oh, lo siento, Runcorn!”
   Claramente asustado, el mago parcialmente calvo se apresuró a alejarse. Aparentemente el hombre al que Harry estaba representando, Runcorn, era intimidante.
   “¡Psst!” dijo una voz, y miró alrededor para ver a una bruja de cabello corto y al mago de aspecto perruno de Mantenimiento Mágico gesticulando hacia él junto a la estatua.
   Harry se apresuró a unirse a ellos.
   “¿Todo bien entonces?” susurró Hermione a Harry.
   “No, todav´ıa está embutido dentro de ese cerdo” dijo Ron.
   “Oh, muy divertido... es horrible, ¿verdad?” dijo a Harry, que estaba mirando la estatua. “¿Ves en qué están sentados?”
 
   CAPÍTULO 12. LA MAGIA ES PODEROSA
   138
   Harry miró más atentamente y comprendió que lo que hab´ıa pensado que eran tronos con tallas decorativas eran en realidad montones de seres humanos esculpidos; cientos y cientos de cuerpos desnudos, hombres, mujeres y ni˜nos, todos con caras bastante estúpidas y feas, retorcidos y presionados todas juntas para soportar el peso del los magos bien vestidos.
   “Muggles” susurró Hermione. “En el lugar que les corresponde. Vamos, entremos.”
   Se unieron a la marea de brujas y magos que avanzaban hacia las verjas doradas al final del vest´ıbulo, mirando alrededor e intentando parecer tan poco sospechosos como fuera posible, pero no hab´ıa se˜nales de la inconfundible figura de Dolores Umbridge. Pasaron a través de las verjas a un vest´ıbulo más peque˜no donde se formaban colas delante de veinte rejas doradas que albergaban otros tantos ascensores.
   “¡Cattermole!”
   Miraron alrededor; el estómago de Harry dio un vuelco. Uno de los mortifagos que hab´ıan presenciado la muerte de Dumbledore se acercaba a zancadas a ellos. Los trabajadores del Ministerio que estaban junto a ellos se quedaron en silencio, el hombre frunc´ıa el ce˜no, su cara ligeramente animal contrastaba extra˜namente con su magn´ıfica y abrumadora túnica, bordada con mucho hilo dorado. Algunos de entre la multitud que se reun´ıa alrededor de los ascensores gritaron aduladoramente: ¡Buenos d´ıas Yaxleay!. Yaxley los ignoró.
   “Solicité a alguien de Mantenimiento Mágico para ocuparse de mi oficina, Cattermole.
   Todav´ıa está lloviendo all´ı.
   Ron miró alrededor como si esperara que algún otro interviniera, pero nadie habló.
   “¿Lloviendo... en su oficina? Eso... Eso no es bueno, ¿verdad?”
   Ron soltó una risa nerviosa. Los ojos de Yaxley se abrieron de par en par.
   “Crees que es divertido, Cattermole, ¿verdad?”
   Un par de brujas se separaron de la cola del ascensor y se alejaron apresuradamente.
   “No” dijo Ron. “No, por supuesto...”
   “¿Comprendes que voy de camino abajo para interrogar a tu esposa, Cattermole? De hecho, me sorprende bastante que no estés all´ı abajo cogiéndola de la mano mientras espera. Ya la has dado por perdida, ¿verdad? Probablemente sabio. Asegúrate de casarte con una sangrepura la próxima vez.”
   Hermione emitió un peque˜no grito de horror. Yaxley la miró. Ella tosió débilmente y se giró.
   “Yo... yo...” tartamudeó Ron.
   “Pero si mi esposa fuera acusada de ser una nacida muggle” dijo Yaxley “... no es que ninguna mujer con la que yo me casara pudiera ser confundida con esa basura... y el Jefe del Departamento de Refuerzo de la Ley Mágica necesitara que se hiciera un trabajo, convertir´ıa en mi prioridad hacer ese trabajo, Cattermole. ¿Me comprendes?”
   “Si” murmuró Ron.
   “Entonces atiéndelo, Cattermole, y si mi oficina no está completamente seca dentro de una hora, el Estatus de Sangre de tu mujer será más grave incluso de lo que ya es ahora.”
   La reja dorada ante ellos se abrió traqueteando. Con un asentimiento y una sonrisa complacida a Harry, de quien evidentemente se esperaba que apreciara este tratamiento CAPÍTULO 12. LA MAGIA ES PODEROSA
   139
   a Cattermole, Yaxley se alejó hacia el otro ascensor. Harry, Ron y Hermione entraron en el suyo, pero nadie les siguió. Era como si fueran contagiosos. Las rejas se cerraron con un sonido metálico y el ascensor empezó a subir.
   “¿Qué voy a hacer?” preguntó Ron a los otros dos, parec´ıa afligido. “Si no aparezco, mi esposa... quiero decir la esposa de Cattermole...”
   “Iremos contigo, deber´ıamos permanecer juntos...” empezó Harry pero Ron sacudió la cabeza fervorosamente.
   “Eso es una locura, no tenemos mucho tiempo. Vosotros dos encontrad a Umbridge, yo iré y arreglaré lo de la oficina de Yaxley... ¿pero como hago que deje de llover?”
   “Intenta con Finite Incantatem” dijo Hermione en seguida, “eso deber´ıa detener la lluvia si es un maleficio o una maldición; si no lo es, algo va mal con el Encantamiento Atmosférico, lo que ser´ıa más dif´ıcil de arreglar, as´ı que como medida provisoria intenta Impervious para proteger sus pertenencias...”
   “Pronuncialo de nuevo, lentamente...” dijo Ron, buscando desesperadamente en sus bolsillos una pluma, pero en ese momento el asensor saltó y se detuvo.
   Una voz femenina e incorporea dijo.
   “Nivel cuatro, Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas, que incluye las Divisiones de Bestias, Seres y Esp´ıritus, la Oficina de Coordinación de Duendes y la Agencia Consultiva de Plagas..” Y las rejas se abrieron de nuevo, admitiendo a un par de magos y varios aviones de papeles de un pálido violeta que revolotearon alrededor de la lámpara del techo del ascensor.
   “Buenos d´ıas, Albert” dijo un hombre peludo y con barba, sonriendo a Harry. Él miró hacia Ron y Hermione mientras el ascensor sub´ıa una vez más. Hermione estaba ahora susurrando instrucciones frenéticas a Ron. El mago se inclinó hacia Harry, con mirada maliciosa, y murmuró.
   “Dirk Cresswell, ¿eh? ¿De Coordinación de Duendes? Muy buena, Albert. ¡Conf´ıo en que ahora conseguiré ese puesto!”
   Le gui˜nó un ojo. Harry respondió con una sonrisa, esperando que eso fuera suficiente.
   El ascensor se detuvo, las rejas se abrieron una vez más.
   “Nivel dos, Departamento de Seguridad Mágica, que incluye la Oficina Contra el Uso Indebido de la Magia, el Cuartel General de Aurores y los Servicios Administrativos del Wizengamot” dijo la voz incorpórea de la bruja.
   Harry vio a Hermione dar a Ron un peque˜no empujón y este se apresuró a salir del ascensor, seguido por otros magos, dejando a Harry y Hermione solos. En el momento en que las puertas doradas se hubieron cerrado, Hermione dijo muy rápido.
   “En realidad, Harry, creo que será mejor que vaya con él, no creo que sepa lo que está haciendo y si hace que le descubran todo...”
   “Nivel uno, Ministro de Magia y Personal de Apoyo.”
   Las rejas doradas se separaron de nuevo y Hermione jadeó. Cuatro personas estaba de pie ante ellos. Dos de ellos inmersos en una animada conversación; un mago de pelo largo que vest´ıa una magn´ıfica túnica de negro y oro y una bruja rechoncha con aspecto de sapo que llevaba un lazo de terciopelo en su corto cabello y aferraba un portafolios contra su pecho.
 
   Cap´ıtulo 13
   La comisión de los Nacidos de
   Muggles
   “¡Ah, Mafalda!” dijo Umbridge, mirando a Hermione. “¿Travers te mandó a ti, eh?”
   “S-s´ı” chilló Hermione.
   “Bien, servirás perfectamente bien.” Umbridge se dirigió al mago vestido de negro y dorado. “Ese problema está resuelto, Ministro, si pueden prescindir de Mafalda en la oficina de Registros podremos empezar inmediatamente.” Consultó su portafolios. “¡Diez personas hoy y una de ellas la mujer de un empleado del Ministerio! Vaya, vaya? ¡incluso aqu´ı, en el corazón del Ministerio!” Se metió en el ascensor tras Hermione, al igual que los dos magos que hab´ıan estado escuchando la conversación de Umbridge con el Ministro.
   “Vamos directas abajo, Mafalda, encontrarás todo lo que necesites en la sala del tribunal.
   Buenos d´ıas, Albert, ¿no te bajas?”
   “S´ı, por supuesto” dijo Harry con la voz profunda de Runcorn.
   Harry salió del ascensor. La reja dorada se cerró con un ruido metálico tras él. Mirando por encima de su hombro, Harry vio el rostro ansioso de Hermione perdiéndose de vista, con un mago alto a cada lado y las gomas de pelo de terciopelo de Umbridge a nivel de su hombro.
   “¿Qué te trae por aqu´ı arriba, Runcorn?” le preguntó el nuevo Ministro de Magia.
   Su largo cabello negro y barba estaban veteados de plateado, y una frente sobresaliente ensombrec´ıa sus brillantes ojos, recordando a Harry a un cangrejo rebuscando bajo una roca.
   “Necesitaba hablar un momento con” Harry dudó durante una fracción de segundo
   “Arthur Weasley. Alguien dijo que estaba en la planta uno.”
   “Ah” dijo Pius Thicknesse. “¿Le pillaron contactando con un Indeseable?”
   “No” dijo Harry, con la garganta seca. “No, nada de eso.”
   “Ah, bueno, es sólo cuestión de tiempo” dijo Thicknesse. “Si quieres saber mi opinión, los traidores de sangre son tan malos como los sangre sucia. Que tengas un buen d´ıa, Runcorn.”
   “Que tenga un buen d´ıa, Ministro.”
   Harry vio a Thicknesse marcharse por el pasillo de alfombras gruesas. En el momento en que el Ministro se perdió de vista, Harry sacó la Capa de Invisibilidad de debajo de su pesada capa negra, se la lanzó por encima y se dirigió por el pasillo en dirección opuesta.
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   CAPÍTULO 13. LA COMISI ÓN DE LOS NACIDOS DE MUGGLES
   141
   Runcorn era tan alto que Harry se vio obligado a parar para asegurarse de que sus pies estuvieran ocultos.
   El pánico le atenazó la parte baja del estómago. Mientras pasaba junta varias puertas brillantes de madera, cada una con una peque˜na placa con el nombre del propietario y su ocupación en ella, el poder´ıo del Ministerio, su complejidad, su impenetrabilidad, pareció caer sobre él, de forma que el plan que hab´ıa tramado con tanto cuidado junto a Ron y Hermione durante las últimas cuatro semanas pareció absurdamente infantil.
   Hab´ıan concentrado todos sus esfuerzos en acceder al interior sin ser detectados: no hab´ıan pensado en lo que har´ıan si se ve´ıan obligados a separarse. Ahora Hermione estaba metida en procedimientos legales, que indudablemente se prolongaban durante horas; Ron estaba luchando por hacer magia que Harry estaba seguro de que estaba por encima de su nivel, con la libertad de una mujer posiblemente dependiendo de los resultados, y él, Harry, estaba paseándose por el piso superior cuando sab´ıa perfectamente bien que su presa acababa de bajar en el ascensor.
   Dejó de caminar, se apoyó contra una pared e intentó decidir lo que hacer. El silencio se abatió sobre él: all´ı no hab´ıa bullicio, ni conversaciones, ni pasos ligeros; los pasillos de alfombras púrpuras estaban callados como si hubiesen lanzado un hechizo Muffliato en ellos.
   Su oficina debe estar aqu´ı arriba, pensó Harry.
   Parec´ıa bastante poco probable que Umbridge guardase las joyas en su oficina, pero por otro lado, parec´ıa tonto no buscar para asegurarse. Por lo tanto, se dirigió de nuevo por el pasillo pasando sólo junto a un mago con el ce˜no fruncido que murmuraba instrucciones a una pluma que flotaba delante de él, garabateando en un trozo de pergamino.
   Ahora prestando atención a los nombres en las puertas, Harry torció en una esquina.
   A medio camino por el siguiente pasillo se encontró en un espacio amplio y abierto donde una docena de brujas y magos estaban sentados en filas en peque˜nos pupitres, no muy diferentes a los del colegio, aunque mucho más pulidos y sin pintadas. Harry se detuvó para mirarlos, porque el efecto era bastante hipnótico. Todos estaban agitando y haciendo girar sus varitas al un´ısono, y cuadrados de papel de colores volaban en todas direcciones como peque˜nas cometas rosas. Tras unos pocos segundos, Harry se dio cuenta de que los procedimientos segu´ıan un ritmo, de que todos los papeles formaban el mismo patrón; y tras otros pocos segundos se dio cuenta que estaba viendo la creación de panfletos, que los papeles cuadrados eran páginas, que, cuando se juntaban, se plegaban y se les aplicaba magia, y se depositaban en pilas ordenadas al lado de cada bruja o mago.
   Harry se aproximó con sigilo, aunque los trabajadores estaban tan concentrados en lo que estaban haciendo que dudaba que notasen un paso silencioso sobre la alfombra, y cogió un panfleto completo de la pila de detrás de una bruja joven. Lo examinó bajo la capa de Invisibilidad. Su portada rosa estaba grabada con un t´ıtulo dorado: SANGRES SUCIA
   Y los Peligros Que Suponen
   para una Pac´ıfica Sociedad de Sangre Limpia Bajo el t´ıtulo hab´ıa un dibujo de una rosa roja con una cara de sonrisa tonta en el medio de los pétalos, siendo estrangulada por una mala hierba verde con colmillos y el entrecejo fruncido. En el panfleto no figuraba el nombre del autor, pero de nuevo, las cicatrices en la parte posterior de su mano derecha parecieron hormiguear mientras lo CAPÍTULO 13. LA COMISI ÓN DE LOS NACIDOS DE MUGGLES
   142
   examinaba. Entonces la joven bruja a su lado confirmó su suposición al decir, todav´ıa agitando y dando vueltas a su varita:
   “¿Alguien sabe si la vieja arp´ıa se pasará todo el d´ıa interrogando a sangres sucia?”
   “Cuidado” dijo el mago a su lado, mirando con nerviosismo a su alrededor; una de sus páginas perdió el ritmo y cayó al suelo.
   “¿Qué pasa, ahora tiene orejas mágicas además de un ojo?”
   La bruja miró hacia la puerta brillante de caoba frente al espacio lleno de fabricantes de panfletos; harry también miró y la cólera se alzó en su interior como una serpiente.
   Donde deber´ıa haber habido una mirilla en una puerta principal muggle, un ojo grande y redondo con un brillante iris azul hab´ıa sido colocado en la madera... un ojo que era terriblemente familiar para cualquiera que hubiese conocido a Alastor Moody.
   Durante una fracción de segundo Harry se olvidó de donde se encontraba y lo que estaba haciendo all´ı: incluso se olvidó de que era invisible. Avanzó directamente hacia la puerta para examinar el ojo. No se mov´ıa: miraba ciegamente hacia arriba, congelado. En la placa que ten´ıa debajo se le´ıa:
   DOLORES UMBRIDGE
   SUBSECRETARIA DEL MINISTRO
   Debajo de eso, una placa nueva ligeramente más brillante pon´ıa: JEFA DE LA COMISI ÓN DE REGISTRO
   DE NACIDOS MUGGLES
   Harry volvió la vista a las docenas de fabricantes de panfletos; aunque estaban concentrados en su trabajo, dif´ıcilmente pod´ıa suponer que no notasen que la puerta de una oficina vac´ıa se abr´ıa delante de ellos. Por lo tanto sacó de un bolsillo interior un extra˜no objeto con peque˜nas piernas que se balanceaban y una bocina de caucho como cuerpo.
   Poniéndose en cuclillas bajo la capa, colocó el Detonador Trampa sobre el suelo.
   Este se escabulló al momento entre las piernas de los magos y brujas que estaban enfrente. Unos pocos momentos después, durante los que Harry estuvo esperado con la mano en el pomo, se oyó un fuerte golpe y una gran cantidad de humo negro acre ondeó en una esquina. La joven bruja de la primera fila chilló: páginas rosas volaron por todas partes cuando ella y sus compa˜neros saltaron, buscando la fuente del revuelo. Harry giró el pomo, entró en la oficina de Umbridge y cerró la puerta.
   Sintió como si hubiese retrocedido en el tiempo. La habitación era exactamente igual que la oficina de Umbridge en Hogwarts: colgaduras de encaje, pa˜nos y flores secas cubr´ıan cada superficie disponible. Las paredes ten´ıan los mismos platos ornamentales, cada uno con un gatito muy coloreado decorado con lazos, brincando y retozando con repugnante moner´ıa. El escritorio estaba cubierto por una tela con flores y volantes. Detrás del ojo de Ojoloco, un enganche telescópico permit´ıa a Umbridge espiar a los trabajadores que estaban al otro lado. Harry miró por él y vio que todav´ıa estaban reunidos en torno al Detonador Trampa. Arrancó el telescopio de la puerta, dejando un agujero en su lugar, le sacó el ojo mágico y se lo guardó en el bolsillo. Después se giró para examinar de nuevo la habitación, levantó la varita y murmuró:
 
   CAPÍTULO 13. LA COMISI ÓN DE LOS NACIDOS DE MUGGLES
   143
   “¡Accio guardapelo! ”
   No pasó nada, pero era lo que hab´ıa esperado; sin duda Umbridge sab´ıa todo sobre encantamientos y hechizos protectores. Por lo tanto se apresuró hacia detrás del escritorio y empezó a abrir los cajones. Vio plumas y cuadernos de notas y celo mágico; sujetapa-peles que se enroscaban como serpientes saliendo del cajón y a los que hab´ıa que hacer retroceder; una recargada cajita con encaje llena de gomas y pinzas de pelo de repuesto; pero ni rastro de un guardapelo.
   Hab´ıa un archivador detrás del escritorio. Harry empezó a buscar en él. Como los archivadores de Filch en Hogwarts, estaba lleno de carpetas, cada una etiquetada con un nombre. No fue hasta que Harry llegó al cajón que estaba más abajo que vio algo que lo distrajo de su búsqueda: el archivo del se˜nor Weasley.
   Lo sacó y lo abrió.
   ARTHUR WEASLEY
   Estado de Sangre:
   Sangre pura, pero con inaceptables tendencias a favor de los muggles. Conocido miembro de la Orden del Fénix.
   Familia:
   Mujer (sangre pura), siete hijos, los dos más jóvenes en Hogwarts. Nótese bien: el hijo más joven está actualmente en casa, seriamente enfermo. Los inspectores del Ministerio lo confirmaron.
   Estado de Seguridad: RASTREADO. Todos los movimientos están siendo controlados. Fuerte probabilidad de que el Indeseable no 1 contacte (ha estado previamente con la familia Weasley)
   “indeseable número uno” murmuró Harry en voz baja mientras volv´ıa a colocar la carpeta del se˜nor Weasley y cerraba el cajón. Ten´ıa una idea de quién era ese, y efecti-vamente, cuando se enderezó y echó un vistazo a la oficina buscando nuevos sitios donde ocultar cosas, vio un póster de s´ı mismo en la pared, con las palabras INDESEABLE No 1
   estampadas en su torso. Una peque˜na nota rosa estaba con un dibujo de un gatito estaba clavada en la esquina. Harry se acercó hasta all´ı para leerla y vio lo que Umbridge hab´ıa escrito: ’A ser castigado’
   Más enfadado que nunca, procedió a buscar a tientas en los fondos de los jarrones y cestas de flores secas, pero no le sorprendió demasiado de que el guardapelo no estuviese all´ı. Barrió la oficina con una última mirada y su corazón dio un salto. Dumbledore le estaba mirando desde un peque˜no espejo rectangular, sujeto a una librer´ıa tras el escritorio.
   Harry atravesó el cuarto a la carrera y lo cogió, pero en el momento en que lo tocó se dio cuenta de que no era un espejo. Dumbledore estaba sonriendo melancólicamente desde la portada de un libro reluciente; Harry no se dio fijó de inmediato en la curvada escritura verde sobre su sombrero ’Vida y Mentiras de Albus Dumbledore’y tampoco de la escritura más peque˜na sobre su torso: ’por Rita Skeeter, autora de éxito de Armando Dippet:
   ¿Maestro o Idiota? ’
   Harry abrió el libro de forma aleatoria y vio una fotograf´ıa en una página que mostraba a dos adolescentes, ambos riendo sin moderación con los brazos alrededor de los hombros del otro. Dumbledore, ahora con el pelo largo hasta los codos, se hab´ıa dejado crecer una barba rala que recordaba a la de Krum, y que tanto hab´ıa molestado a Ron. El muchacho CAPÍTULO 13. LA COMISI ÓN DE LOS NACIDOS DE MUGGLES
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   que se re´ıa en silenciosa diversión junto a Dumbledore ten´ıa un aire eufórico y salvaje. Su cabello dorado ca´ıa en rizos sobre sus hombros. Harry se preguntó si ser´ıa un joven Doge, pero antes de poder comprobar el pie de foto, la puerta de la oficina se abrió.
   Si Thicknesse no hubiese estado mirando por encima del hombro al entrar, Harry no habr´ıa tenido tiempo de cubrirse con la Capa de Invisibilidad. Aun as´ı, creyó que Thicknesse tal vez hab´ıa vislumbrado un movimiento, porque durante un momento o dos se quedó bastante quieto, mirando con curiosidad al lugar donde Harry se acababa de desvanecer. Quizás decidiendo que todo lo que hab´ıa visto era a Dumbledore rascándose la nariz en la portada del libro, porque Harry lo hab´ıa colocado con rapidez en el estante, Thicknesse al fin se acercó al escritorio y apuntó con su varita a la pluma preparada en el tintero. Esta salió disparada y empezó a garabatear una nota para Umbridge. Muy despacio, casi sin atreverse a respirar, Harry salió de la oficina hacia el espacio abierto que estaba detrás.
   Los fabricantes de panfletos todav´ıa estaban api˜nados alrededor de los restos del Detonador Trampa, que continuaba ululando débilmente mientras echaba humo. Harry se apresuró al pasillo mientras una bruja dec´ıa: “Me apuesto a que llegó hasta aqu´ı desde Encantamientos Experimentales. Son tan descuidados, ¿recuerdas aquel pato venenoso?”
   Volviendo con rapidez a los ascensores, Harry repasó sus opciones. Nunca hab´ıa sido muy probable que el medallón estuviera en el Ministerio, y no hab´ıa esperanza de sacarle a Umbridge su localización con un encantamiento mientras estuviera sentada en una sala atestada. Su prioridad ahora ten´ıa que ser abandonar el Ministerio antes de que los descubrieran, e intentarlo de nuevo otro d´ıa. Lo primero que ten´ıa que hacer era encontrar a Ron, y entonces pod´ıan pensar en una manera de sacar a Hermione de la sala del tribunal.
   El ascensor estaba vac´ıo cuando llegó. Harry saltó al interior y se sacó la Capa de Invisibilidad cuando este empezó a descender. Para su enorme alivio, cuando se detuvo en la planta dos, un Ron, empapado y con los ojos muy abiertos, entró.
   “B-buenos d´ıas” tartamudeó hacia Harry mientras el ascensor se volv´ıa a poner en marcha.
   “¡Ron, soy yo, Harry!”
   “¡Harry! Caray, me hab´ıa olvidado del aspecto que ten´ıas? ¿Por qué no está Hermione contigo?”
   “Tuvo que bajar a las salas del tribunal con Umbridge, no pudo rechazarla, y...”
   Pero antes de que Harry pudiese acabar el ascensor se detuvo otra vez: las puertas se abrieron y el se˜nor Weasley entró, hablando con una bruja anciana cuyo cabello rubio estaba estirado tan alto que parec´ıa un hormiguero.
   “... entiendo muy bien lo que me dices, Wakanda, pero me temo que no puedo participar en...”
   El se˜nor Weasley se interrumpió; se hab´ıa fijado en Harry. Fue muy extra˜no que el se˜nor Weasley le fulminase con la mirada con tanta aversión. Las puertas del ascensor se cerraron y los cuatro bajaron lentamente una vez más.
   “Oh, hola Reg” dijo el se˜nor Weasley, mirando alrededor ante el sonido del chorrear constante de la túnica de Ron. “¿No estaban hoy interrogando a tu mujer? Eh... ¿qué te ha pasado? ¿Por qué estás tan mojado?”
   “En la oficina de Yaxley está lloviendo” dijo Ron. Le habló al hombro del se˜nor Weasley, y Harry estaba seguro de que tem´ıa que su padre pudiese reconocerlo si se miraban CAPÍTULO 13. LA COMISI ÓN DE LOS NACIDOS DE MUGGLES
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   directamente a los ojos. “No pude pararlo, as´ı que me enviaron a buscar a Bernie... Pills-worth, creo que dijeron...”
   “S´ı, últimamente ha estado lloviendo en muchas oficinas” dijo el se˜nor Weasley. “¿Intentaste una Maldición Meteorológica Recanto... A Bletchley le funcionó.”
   “¿Maldición Meteorológica Recanto?” susurró Ron. “No, no lo probé. Gracias p...
   quiero decir, gracias, Arthur.”
   Las puertas del ascensor se abrieron; la vieja bruja del pelo de hormiguero salió, y Ron la siguió hasta perderse de vista. Harry hizo un movimiento para seguirlo, pero encontró su camino bloqueado cuando Percy Weasley entró en el ascensor, con la nariz enterrada en unos papeles que estaba leyendo.
   Hasta que las puertas se cerraron de nuevo con un ruido metálico, Percy no se dio cuenta de que estaba en un ascensor con su padre. Levantó la vista, vio a Arthur, se puso rojo como un rábano y salió del ascensor en cuanto las puertas se abrieron otra vez. Por segunda vez Harry intentó salir, pero esta vez vio su camino bloqueado por el brazo de Arthur.
   “Un momento, Runcorn.”
   Las puertas del ascensor se cerraron y mientras bajaban otro piso, el se˜nor Weasley dijo:
   “O´ı que pasaste información sobre Dirk Cresswell.”
   Harry tuvo la impresión de que la ira del se˜nor Weasley no sólo era por haberse cruzado con Percy. Decidió que su mejor opción era hacerse el tonto.
   “¿Perdón?” dijo.
   “No finjas, Runcorn” dijo el se˜nor Weasley con fiereza. “Localizaste al mago que falsificó su árbol genealógico, ¿verdad?”
   “Yo... ¿y qué si lo hice?” dijo Harry.
   “Que Dirk Cresswell es diez veces mejor mago que tú” dijo el se˜nor Weasley con calma, mientras el ascensor bajaba todav´ıa más. “Y si sobrevive a Azkaban, tendrás que responder ante él, por no decir ante su mujer, sus hijos y sus amigos...”
   “Arthur” le interrumpió Harry, “¿sabes que te están investigando, verdad?”
   “¿Eso es una amenaza, Runcorn?” dijo el se˜nor Weasley elevando la voz.
   “No” dijo Harry “¡Es un hecho! Están vigilando cada movimiento que haces...”
   Las puertas del ascensor se abrieron. Hab´ıan alcanzado el Atrio. El se˜nor Weasley lanzó a Harry una mirada cáustica y salió del ascensor. Harry se quedó de pie, sacudido, deseando estar haciéndose pasar por cualquier otro excepto Runcorn... las puertas del ascensor se volvieron a cerrar.
   Harry sacó la Capa de Invisibilidad y se la volvió a poner. Intentar´ıa sacar a Hermione por su cuenta mientras Ron se ocupaba de la oficina en la que llov´ıa. Cuando las puertas se abrieron, salió a un pasillo de piedra iluminado con antorchas bastante diferente a los pasillos con paneles de madera de los pisos superiores. Cuando el ascensor traqueteó de nuevo, Harry tembló ligeramente, mirando hacia la lejana puerta negra que marcaba la entrada al Departamento de Misterios.
   Salió del ascensor, su destino no era la puerta negra, sino el vano de la puerta que recordaba situado al lado izquierdo, que daba a un tramo de escaleras que bajaba hasta CAPÍTULO 13. LA COMISI ÓN DE LOS NACIDOS DE MUGGLES
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   las salas del tribunal. Su mente se llenó de posibilidades mientras las bajaba: todav´ıa ten´ıa un par de Detonador Trampa, ¿pero tal vez ser´ıa mejor simplemente llamar a la puerta de la sala, entrar como Runcorn y pedir hablar un momento con Mafalda? Por supuesto, no sab´ıa si Runcorn era lo suficientemente importante como para salir bien parado de esto, e incluso si lo consegu´ıa, la no reaparición de Hermione podr´ıa provocar una búsqueda antes de que saliesen del Ministerio...
   Sumido en sus pensamientos, no registró de inmediato el extra˜no fr´ıo que lo estaba invadiendo, como si estuviese sumiéndose en la niebla. Con cada paso que daba hab´ıa más y más fr´ıo: un fr´ıo que le llegaba al fondo de la garganta y le desgarraba los pulmones. Y
   entonces sintió ese sentimiento arrebatador de desesperación, de desesperanza, llenándolo, expandiéndose en su interior...
   Dementores, pensó.
   Y cuando alcanzó la base de las escaleras y se giró a la derecha vio una escena espantosa. El largo pasillo fuera de las salas estaba lleno de figuras altas y con capas negras, con las caras completamente ocultas, su aliento entrecortado era el único sonido en el lugar.
   Los petrificados nacidos muggles tra´ıdos para ser interrogados se sentaban amontonados y temblando en bancos duros de madera. La mayor´ıa ocultaban los rostros entre las manos, quizás en un intento instintivo de escudarse de las codiciosas bocas de los dementores.
   Algunos estaban acompa˜nados por sus familias, otros se sentaban solos. Los dementores se deslizaban de un lado a otro delante de ellos, y el fr´ıo y la desesperanza, y la desesperación del lugar se cernieron sobre Harry como una maldición...
   Lucha contra esto, se dijo, pero sab´ıa que no pod´ıa conjurar aqu´ı un patronus sin descubrirse al instante. As´ı que se movió hacia delante tan silencioso como pudo, y con cada paso que daba el entumecimiento pareció invadir su cerebro, pero se forzó a pensar en Hermione y Ron, que le necesitaban.
   Moverse entre las altas figuras negras fue terror´ıfico: los rostros sin ojos ocultos bajo las capuchas se giraron cuando pasó, y estaba seguro que le hab´ıan sentido, sentido, tal vez, una presencia humana que todav´ıa ten´ıa alguna esperanza, alguna capacidad de recuperación...
   Y entonces, abrupta y asombrosamente entre el silencio congelado, una de las puertas de las mazmorras de la izquierda se abrió de golpe, y resonaron gritos en su interior.
   “No, no, tengo sangre mezclada. ¡Os digo que tengo sangre mezclada! Mi padre era un mago, lo era, comprobadlo, Arkie Alderton, es un conocido dise˜nador de escobas voladoras, comprobadlo, os digo... quitadme las manos de encima, quitadme las manos...”
   “Esta es tu última advertencia” dijo la voz suave de Umbridge, mágicamente amplifi-cada de modo que sonaba claramente por encima de los desesperados gritos del hombre.
   “Si te resistes, serás sometido al beso del dementor.”
   Los gritos del hombre se apagaron, pero resonaron sollozos secos por el pasillo.
   “Sacadlo de aqu´ı” dijo Umbridge.
   Dos dementores aparecieron en el umbral de la sala del tribunal, agarrando con sus manos podridas y con costras los antebrazos de un mago que parec´ıa estar desmayándose.
   Se deslizaron por el pasillo con él, y la oscuridad que los segu´ıa se tragó al hombre de vista.
   “Siguiente... Mary Cattermole” llamó Umbridge.
   Una mujer peque˜na se levantó; estaba temblando de la cabeza a los pies. Su cabello CAPÍTULO 13. LA COMISI ÓN DE LOS NACIDOS DE MUGGLES
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   oscuro estaba recogido en un mo˜no y llevaba una túnica larga y simple. Su cara estaba completamente pálida. Cuando pasó entre los dementores, Harry la vio estremecerse.
   Lo hizo instintivamente, sin ningún tipo de plan, porque odiaba verla entrar sola a la mazmorra: cuando la puerta empezó a cerrarse, se deslizó en la sala del tribunal detrás de ella.
   No era la misma sala en la que una vez hab´ıa sido interrogado por uso incorrecto de la magia. Esta era mucho más peque˜na, aunque el techo estaba igualmente elevado; provocaba el sentimiento claustrofóbico de estar atrapado en el fondo de un profundo pozo.
   En ella hab´ıa muchos más dementores, propagando su aura helada por todo el lugar; estaban de pie como centinelas sin rostro en las esquinas más alejadas de la alta y elevada plataforma. All´ı, detrás de una balaustrada, se sentaba Umbridge, con Yaxley a un lado, y Hermione, con la cara tan pálida como la de la se˜nora Cattermole, al otro. A los pies de la plataforma, un gato de pelo largo y brillante color plateado merodeaba de arriba abajo, de arriba abajo, y Harry se dio cuenta de que estaba all´ı para proteger a los acusadores de la desesperación que emanaba de los dementores: esto era para que lo sufriera el acusado, no los acusadores.
   “Siéntese” dijo Umbridge, con su voz suave y sedosa.
   La se˜nora Cattermole fue tropezando hasta una silla solitaria en el medio del suelo delante de la plataforma. En el momento en que se sentó, unas cadenas se cerraron en los apoyabrazos de la silla y la inmovilizaron a ella.
   “¿Es usted Mary Elizabeth Cattermole?” preguntó Umbridge.
   La se˜nora Cattermole dio un simple y tembloroso asentimiento con la cabeza.
   “¿Casada con Reginald Cattermole del Departamento de Mantenimiento Mágico?”
   La se˜nora Cattermole se echó a llorar.
   “No sé donde está, ¡se supon´ıa que se iba a encontrar conmigo aqu´ı!”
   Umbridge la ignoró.
   “¿Madre de Maisie, Ellie, y Alfred Cattermole?”
   La se˜nora Cattermole sollozó todav´ıa con más fuerza.
   “Están asustados, creen que tal vez no vuelva a casa...”
   “Ahórremos eso” le espetó Yaxley. “Los mocosos de los sangre sucia no despiertan nuestra compasión.”
   Los sollozos de la se˜nora Cattermole ocultaron los pasos de Harry cuando se fue acercando con cautela hacia los escalones que llevaban a la elevada plataforma. En el momento en que pasó junto al lugar donde el patronus de gato se mov´ıa, sintió el cambio de la temperatura: ah´ı todo era cálido y confortable. El patronus, estaba seguro, era de Umbridge, y brillaba con tanta intensidad por lo contenta que estaba ella de estar all´ı, en su elemento, aplicando las retorcidas leyes que hab´ıa ayudado a redactar. Despacio y con mucha cautela fue bordeando la plataforma por detrás de Umbridge, Yaxley, y Hermione, sentándose detrás de esta. Estaba preocupado por si hac´ıa saltar a Hermione. Pensó en lanzar el encantamiento Muffliato sobre Umbridge y Yaxley, pero hasta murmurar la palabra podr´ıa alarmar a Hermione. Entonces Umbridge elevó la voz para dirigirse a la se˜nora Cattermole, y Harry aprovechó su oportunidad.
   “Estoy detrás de ti” le murmuró a Hermione al o´ıdo.
 
   CAPÍTULO 13. LA COMISI ÓN DE LOS NACIDOS DE MUGGLES
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   Como hab´ıa esperado, ella saltó con tanta violencia que casi derramó el bote de tinta con el que se supon´ıa que ten´ıa que registrar la entrevista, pero Umbridge y Yaxley estaban concentrados en la se˜nora Cattermole, por lo que no lo advirtieron.
   “Le fue confiscada una varita a su llegada al Ministerio hoy, se˜nora Cattermole” estaba diciendo Umbridge. “Veintidós cent´ımetros, madera de cerezo, núcleo de pelo de unicornio.
   ¿Reconoce esa descripción?”
   La se˜nora Cattermole asintió, limpiándose los ojos con la manga.
   “¿Podr´ıa decirnos por favor de qué mago o bruja tomó esa varita?”
   “¿T-tomar?” sollozó la se˜nora Cattermole. “No se la q-quité a nadie. La c-compré cuando ten´ıa once a˜nos. Me... me... me... eligió.”
   Lloró todav´ıa con más fuerza que antes.
   Umbridge dejó escapar una risa suave e infantil que hizo que Harry deseara atacarla.
   Se inclinó hacia delante sobre la barrera, para observar mejor a su v´ıctima, y algo dorado también se inclinó y se balanceó en el vac´ıo: el guardapelo.
   Hermione lo hab´ıa visto; dejó escapar un peque˜no chillido, pero Umbridge y Yaxley, todav´ıa concentrados en su presa, estaban sordos a todo lo demás.
   “No” dijo Umbridge, “no, creo que no, se˜nora Cattermole. Las varitas sólo escogen a magos o brujas. Usted no es una bruja. Aqu´ı tengo las respuestas al cuestionario que le fue enviado... Mafalda, pásamelas.”
   Umbridge estiró una peque˜na mano: en ese momento se parec´ıa tanto a un sapo, que Harry se sorprendió bastante de no ver membranas entre los rechonchos dedos. Las manos de Hermione temblaban por la conmoción. Rebuscó en una pila de documentos colocados en la silla que ten´ıa a su lado, finalmente sacando un fajo de pergaminos con el nombre de la se˜nora Cattermole.
   “Eso es... eso es bonito, Dolores” dijo, se˜nalando al colgante que brillaba sobre los fruncidos pliegues de la blusa de Umbridge.
   “¿Qué?” replicó Umbridge, bajando la vista. “Oh, s´ı... una vieja reliquia familiar.”
   dijo, dándole golpecitos al guardapelo que descansaba sobre su amplio pecho. “La S es de Selwyn... estoy emparentada con los Selwyn... De hecho, hay pocas familias de sangre pura con las que no estoy emparentada... una pena” continuó en voz más alta, pasando sobre el cuestionario de la se˜nora Cattermole, “que no se pueda decir lo mismo de usted.
   Profesión de los padres: verduleros.”
   Yaxley se rió con mofa. Abajo, el peludo gato plateado patrullaba de arriba abajo, y los dementores segu´ıan esperando en las esquinas.
   Fue la mentira de Umbridge la que hizo que a Harry se le subiese la sangre al cerebro y olvidase su sentido de la precaución... que el guardapelo que hab´ıa tomado como soborno de un insignificante criminal fuera usado para reforzar sus credenciales de pura sangre. Levantó la varita, sin ni siquiera preocuparse de mantenerla oculta bajo la capa de Invisibilidad y dijo:
   “¡Desmaius! ”
   Hubo un destello de luz roja; Umbridge se derrumbó y su frente golpeó el borde de la balaustrada; los papeles de la se˜nora Cattermole se deslizaron de su regazo hasta el suelo, y por debajo, el gato plateado que merodeaba se desvaneció. Un aire helado los golpeó como un viento en dirección contraria. Yaxley, confuso, miró alrededor buscando la fuente del CAPÍTULO 13. LA COMISI ÓN DE LOS NACIDOS DE MUGGLES
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   problema y vio la mano sin cuerpo de Harry y la varita apuntándolo. Intentó sacar su propia varita, pero fue demasiado tarde.
   “¡Desmaius! ”
   Yaxley se deslizó hasta el suelo para yacer enroscado.
   “¡Harry!”
   “Hermione, si crees que me iba a quedar ah´ı sentado y dejar que ella fingiese...”
   “¡Harry, la se˜nora Cattermole!”
   Harry se dio la vuelta, quitándose la Capa de Invisibilidad. Abajo, los dementores se hab´ıan movido de las esquinas; se estaban deslizando hacia la mujer encadenada en la silla. Ya fuese porque el patronus se hab´ıa desvanecido o porque sent´ıan que sus amos ya no ten´ıan el control, parec´ıan haber abandonado la contención.
   La se˜nora Cattermole dejó escapar un terrible grito de miedo cuando una mano viscosa y con costras le agarró el mentón y le inclinó la cabeza hacia atrás.
   “¡EXPECTO PATRONUM! ”
   El ciervo plateado salió disparado de la punta de la varita de Harry y saltó hacia los dementores, que retrocedieron y se fundieron de nuevo en las sombras. La luz del ciervo, más poderosa y cálida que la protección del gato, llenó la mazmorra por completo mientras cabalgaba a medio galope por la habitación.
   “Coge el horrocrux” le dijo Harry a Hermione.
   Bajó de nuevo por los escalones, guardando la Capa de Invisibilidad en su mochila, y se acercó a la se˜nora Cattermole.
   “¿Tú?” susurró ella, mirando su cara. “¡Pero... pero Reg dijo que eras el que hab´ıa presentado mi nombre para los interrogatorios!”
   “¿Lo hice?” farfulló Harry, tirando de las cadenas que le inmovilizaban los brazos.
   “Bueno, he cambiado de idea. ¡Diffindo! ” no pasó nada. “Hermione, ¿cómo me deshago de estas cadenas?”
   “Espera, estoy intentando algo aqu´ı arriba...”
   “Hermione, ¡estamos rodeados de dementores!”
   “Lo sé Harry, pero si se despierta y no tiene el medallón... necesito duplicarlo... ¡Ge-minio! As´ı... esto deber´ıa enga˜narla...”
   Hermione bajó corriendo las escaleras.
   “Veamos... ¡Relashio! ”
   Las cadenas hicieron un ruido metálico y retrocedieron en los apoyabrazos de la silla.
   La se˜nora Cattermole parec´ıa tan asustada como antes.
   “No entiendo” susurró.
   “Va a salir de aqu´ı con nosotros” dijo Harry, poniéndola de pie. “Vaya a casa, coja a sus hijos y haya, salga del pa´ıs si es necesario. Disfrácense y escapen. Ha visto como es, aqu´ı no conseguirá un proceso justo.”
   “Harry” dijo Hermione, “¿cómo vamos a salir de aqu´ı con todos esos dementores fuera de la puerta?”
   “Patronus” dijo Harry, se˜nalando con la varita al suyo: el ciervo redujo la velocidad y CAPÍTULO 13. LA COMISI ÓN DE LOS NACIDOS DE MUGGLES
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   dispuso a caminar hacia la puerta, todav´ıa brillando intensamente. “Tantos como podamos conseguir; haz el tuyo, Hermione.”
   “Expec... Expecto patronum” dijo Hermione. No pasó nada.
   “Es el único hechizo con el que tiene problemas” le contó Harry a una se˜nora Cattermole completamente perpleja. “Un poco desafortunado, la verdad... Vamos, Hermione...”
   “¡Expecto patronum! ”
   Una nutria plateada salió disparada de la punta de la varita de Hermione y nadó con elegancia por el aire para unirse al ciervo.
   “Vamos” dijo Harry, y guió a Hermione y la se˜nora Cattermole hacia la puerta.
   Cuando los patronus se deslizaron fuera de la mazmorra hubo gritos de asombro de la gente que esperaba fuera. Harry miró alrededo,: los dementores estaban retrocediendo a ambos lados, fundiéndose con la oscuridad, dispersándose ante las criaturas plateadas.
   “Se ha decidido que todos ustedes deben irse a casa y esconderse con sus familias.”
   comentó Harry a los nacidos muggles que esperaban, que estaban aturdidos por la luz de los patronus y todav´ıa se encog´ıan ligeramente de miedo.
   “Salgan del pa´ıs si pueden. Simplemente aléjense todo lo posible del Ministerio. Esa es la... eh... nueva postura oficial. Ahora, si siguen a los patronus, podrán marcharse desde el Atrio.”
   Consiguieron subir por las escaleras de piedra sin ser interceptados, pero cuando se acercaban a los ascensores Harry empezó a tener dudas. Si aparec´ıan en el Atrio con un ciervo plateado, con una nutria flotando a su lado, y unas veinte personas, la mitad acusadas de ser nacidos muggles, no pudo evitar pensar que atraer´ıan una atención indeseada.
   Justo acababa de llegar a esa conclusión inoportuna cuando el ascensor se detuvó con un ruido metálico delante de ellos.
   “¡Reg!” gritó la se˜nora Cattermole, y se lanzó a los brazos de Ron. “Runcorn me liberó, atacó a Umbridge y Yaxley, y nos ha dicho a todos que abandonemos el pa´ıs. Creo que será mejor que lo hagamos Reg, de verdad. Vamos a casa y cojamos a los ni˜nos y... ¿por qué estás tan mojado?”
   “Agua” dijo Ron, libeándose del abrazo. “Harry, saben que hay intrusos dentro del Ministerio, algo acerca de un agujero en la puerta de la oficina de Umbridge. Calculo que tenemos cinco minutos o as´ı...”
   El patronus de Hermione se desvaneció con un estallido mientras le dirig´ıa una mirada horrorizada a Harry.
   “¡Harry, si nos atrapan aqu´ı...!”
   “No lo harán si nos movemos rápido” dijo Harry. Se dirigió al grupo silencioso que estaba tras ellos, y que le estaban mirando con la boca abierta. “¿Quién tiene varita?”
   Alrededor de la mitad levantaron la mano.
   “Muy bien, todos los que no tengan varita tienen que pegarse a alguien que s´ı tenga.
   Tenemos ser rápidos para que no nos puedan detener. Adelante.”
   Pudieron de meterse apretados en dos ascensores. El patronus de Harry se quedó co-mo centinela ante de las puertas doradas hasta que estas se cerraron y los ascensores comenzaron a elevarse.
   “Planta ocho” dijo la voz mecánica de la bruja. “El Atrio.”
 
   CAPÍTULO 13. LA COMISI ÓN DE LOS NACIDOS DE MUGGLES
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   Harry supo al momento que ten´ıan problemas. El Atrio estaba lleno de gente que se mov´ıa de chimenea en chimenea, sellándolas.
   “¡Harry!” gritó Hermione. “¿Qué vamos a...?”
   “¡ALTO!” dijo Harry con voz de trueno, y la poderosa voz de Runcorn resonó por el Atrio. Los magos que sellaban las chimeneas se quedaron paralizados. “Seguidme”
   susurró al grupo de aterrorizados magos nacidos muggles, que avanzaron en grupo, guiados por Ron y Hermione.
   “¿Qué pasa, Albert?” dijo el mismo mago que se estaba quedando calvo que antes hab´ıa seguido a Harry desde la chimenea. Parec´ıa nervioso.
   “Este grupo tiene que salir antes de que selléis las salidas” dijo Harry con toda la autoridad que fue capaz de reunir.
   El grupo de magos que ten´ıa delante empezó a mirarse entre s´ı.
   “Nos han dicho que sellemos todas las salidas y no dejemos que nadie...”
   “¿Me estás contradiciendo?” soltó Harry. “¿Quieres que haga que examinen tu árbol genealógico como hice con el de Dirk Cresswell?”
   “¡Lo siento!” dijo el mago casi calvo, retrocediendo. “No quise decir nada, Albert, pero pensé... pensé que los hab´ıan llevado para el interrogatorio...”
   “Su sangre es pura” dijo Harry, y su profunda voz resonó de forma impresionante por el vest´ıbulo. “Más pura que la de muchos de vosotros, debo decir. Salid todos” les dijo con voz resonante a los nacidos muggles, que se apresuraron hacia las chimeneas y empezaron a desvanecerse en parejas. Los magos del Ministerio se echaron hacia atrás, algunos con aspecto confuso, otros asustados y resentidos. Y entonces...”
   “¡Mary!”
   La se˜nora Cattermole miró por encima de su hombro. El verdadero Reg Cattermole, que ya no vomitaba pero estaba pálido y lánguido, acaba de salir corriendo de un ascensor.
   “¿R-Reg?”
   Miró de su marido a Ron, que maldijo con fuerza. El mago casi calvo los miró con la boca abierta, su cabeza giraba de forma rid´ıcula de un Reg Cattermole al otro.
   “Eh, ¿qué está pasando? ¿Qué es esto?”
   “¡Sellad la salida! ¡SELLADLA!”
   Yaxley hab´ıa salido de repente de otro ascensor y estaba corriendo hacia el grupo que se encontraba ante las chimeneas, por las que todos los nacidos muggles salvo la se˜nora Cattermole se hab´ıan desvanecido. Cuando el mago casi calvo levantó su varita, Harry levantó un enorme pu˜no y le golpeó, enviándolo volando por el aire.
   “¡Estaba ayudando a escapar a nacidos muggles, Yaxley!” gritó Harry.
   Los compa˜neros del mago calvo iniciaron un tumulto, que aprovechó Ron para agarrar a la se˜nora Cattermole, empujándola a la chimenea todav´ıa abierta, y desapareciendo.
   Confuso, Yaxley miró de Harry al golpeado mago, mientras el verdadero Reg Cattermole gritaba:
   “¡Mi mujer! ¿Quién era ese que estaba con mi mujer? ¿Qué está pasando?”
   Harry vio girar la cabeza de Yaxley, vio que un indicio de verdad aparec´ıa en esa cara brutal.
 
   CAPÍTULO 13. LA COMISI ÓN DE LOS NACIDOS DE MUGGLES
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   “¡Vamos!” gritó Harry a Hermione; la cogió de la mano y juntos saltaron a la chimenea mientras la maldición de Yaxley pasaba por encima de la cabeza de Harry. Giraron durante unos segundos antes de salir en un inodoro y pasar al cub´ıculo del retrete. Harry abrió la puerta. Ron estaba parado delante de los lavabos, todav´ıa luchando con la se˜nora Cattermole.
   “Reg, no entiendo...”
   “¡Suélteme, no soy su marido, tiene que irse a casa!”
   Se produjo un ruido en el retrete que ten´ıan detrás; Harry miró alrededor; Yaxley acababa de aparecer.
   “¡V ÁMONOS!” gritó Harry. Agarró a Hermione de la mano y a Ron del brazo y giró en el lugar.
   La oscuridad los tragó, junto con la sensación de manos que le comprim´ıan, pero algo iba mal... la mano de Hermione parec´ıa resbalar de su agarre...
   Se preguntó si se iba a asfixiar, no pod´ıa respirar ni ver, y las únicas cosas sólidas en el mundo eran el brazo de Ron y los dedos de Hermione, que se estaban escurriendo lentamente...
   Y entonces vio la puerta del número doce de Grimmauld Place, con el llamador en forma de serpiente, pero antes de poder tomar aliento, hubo un grito y un destello de luz púrpura; la mano de Hermione lo agarró de repente como unas tenazas y de nuevo todo se volvió oscuro.
 
   Cap´ıtulo 14
   El Ladrón
   Harry abrió los ojos y quedó deslumbrado por el verde y dorado; no ten´ıa ni idea de lo que hab´ıa sucedido, solo sab´ıa que yac´ıa en lo que parec´ıan hojas y ramitas. Luchando por llevar aire a unos pulmones que parec´ıan aplastados, parpadeó y se dio cuenta de que la luz deslumbrante de colores chillones era la claridad del sol, que se colaba a través de un dosel de hojas a mucha altura sobre él. Se apoyó en las manos y se puso de rodillas, preparado para enfrentarse a una criatura peque˜na y feroz, pero vio que el objeto era el pie de Ron. Mirando alrededor Harry observó que él y Hermione yac´ıan sobre el suelo de un bosque, aparentemente solos.
   El primer pensamiento de Harry fue que era el Bosque Prohibido, y por un momento, incluso sabiendo lo tonto y peligroso que ser´ıa que Aparecerse en los terrenos de Hogwarts, su corazón dio un salto al pensar en escabullirse entre los árboles hacia la caba˜na de Hagrid. Sin embargo, en los pocos momentos que le llevó a Ron emitir un gru˜nido bajo y a Harry empezar a gatear hacia él, se dio cuenta de que éste no era el Bosque Prohibido.
   Los árboles parec´ıan más jóvenes, hab´ıa espacios más amplios y el terreno era más claro.
   Se encontró con Hermione, también apoyada sobre las manos y rodillas, junto a la cabeza de Ron. En el momento que sus ojos se posaron sobre Ron, todas las otras preocupaciones volaron de la mente de Harry, ya que la sangre empapaba por completo el lateral izquierdo de Ron y su cara de color blanco grisáceo, destacaba sobre el suelo lleno de hojas. La poción multijugos ahora estaba desapareciendo. Ron estaba a medio camino entre su apariencia normal y la de Cattermole, su pelo se volv´ıa más y más pelirrojo mientras su cara perd´ıa el poco color que le quedaba.
   “¿Qué le ha pasado?”
   “Se escindió” dijo Hermione, con los dedos ya ocupados en la manga de Ron, donde la sangre era más abundante y oscura.
   Harry miró, horrorizado, como abr´ı con violencia la camisa de Ron. Siempre hab´ıa pensado que escindirse era algo cómico, pero esto... Sus tripas se revolvieron con desagrado cuando Hermione descubrió el antebrazo de Ron, donde faltaba un gran pedazo de carne, sacado limpiamente como si se hubiera usado un cuchillo.
   “Harry, rápido, en mi bolso hay una peque˜na botella con la etiqueta... Esencia de D´ıctamo...”
   “El bolso... s´ı...”
   Harry se apuró hacia el lugar donde hab´ıa aterrizado Hermione, agarró el peque˜no bolso adornado con cuentas y metió la mano en el interior. Al momento, empezó a tocar 153
 
   CAPÍTULO 14. EL LADR ÓN
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   objeto tras objeto: sintió lomos de cuero de libros, mangas de lana de jerséis, tacones de zapatos...”
   “Rápido.”
   Agarró su varita del suelo y la apuntó a las profundidades del bolso mágico.
   “¡Accio D´ıctamo! ”
   Una peque˜na botella marrón salió zumbando del bolso; la cogió y volvió con rapidez junto a Hermione y Ron, cuyos ojos ahora estaban medio cerrados. Todo lo que se ve´ıa entre sus pesta˜nas eran franjas del blanco globo ocular.
   “Se ha desmayado” dijo Hermione, que también estaba bastante pálida; ya no parec´ıa Mafalda, aunque su pelo todav´ıa estaba gris en algunas partes...
   “Destápala en mi lugar, Harry, me tiemblan las manos.”
   Harry arrancó el tapón de la peque˜na botella, Hermione la cogió y vertió tres gotas de la poción en la herida que sangraba. Un humo verdoso se elevó hacia arriba y cuando se aclaró, Harry vio que la sangre hab´ıa dejado de manar. Ahora la herida parec´ıa que tuviera varios d´ıas; una piel nueva se estiraba sobre lo que un momento antes hab´ıa estado en carne viva.
   “Guau” dijo Harry.
   “Es todo lo que me siento segura de hacer” dijo Hermione temblorosa. “Hay hechizos que lo curar´ıan completamente, pero no me atrevo a intentarlos por si acaso me salgan mal y cause más da˜no... Ya ha perdido tanta sangre...”
   “¿Cómo se hirió? Quiero decir...” Harry sacudió la cabeza intentando aclararla, para darle sentido a lo que fuese que hubiera sucedido “...¿por qué estamos aqu´ı? Cre´ıa que
   ´ıbamos a volver a Grimmauld Place.”
   Hermione inspiró profundamente. Parec´ıa estar al borde de las lágrimas.
   “Harry, no creo que vayamos a poder volver all´ı.”
   “¿Qué estás...?”
   “Cuando desaparecimos, Yaxley me agarró y no pude deshacerme de él, era demasiado fuerte, y todav´ıa estaba sujeto cuando llegamos a Grimmauld Place. Y entonces... bueno, creo que debió haber visto la puerta y pensar que parábamos ah´ı, as´ı que aflojó su agarre, consegu´ı apartarlo y nos trajo aqu´ı.”
   “Pero entonces, ¿dónde está? Espera un momento... No querrás decir que está en Grimmauld Place, ¿no? No puede entrar all´ı, ¿verdad?”
   Los ojos de ella brillaron con lágrimas no derramadas mientras asent´ıa.
   “Harry, creo que puede, yo... lo obligué a soltame con una Maldición de Repulsión, pero ya le hab´ıa metido dentro de la protección del encantamiento Fidelius. Desde que Dumbledore murió, hemos sido Guardianes Secretos, as´ı que le desvelé el secreto, ¿verdad?”
   No hab´ıa fingimiento posible. Harry estaba seguro de que ten´ıa razón. Fue un serio golpe. Si ahora Yaxley pod´ıa entrar en la casa, de ningún modo pod´ıan regresar. Incluso ahora podr´ıa estar llevando a otros mort´ıfagos all´ı mediante la Aparición. A pesar de lo sombr´ıa y agobiante que era la casa, hab´ıa sido su único refugio seguro; precisamente ahora, que Kreacher era mucho más feliz y amistoso, una especie de hogar. Con una punzada de pesar que no ten´ıa nada que ver con la comida, Harry se imaginó al elfo CAPÍTULO 14. EL LADR ÓN
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   doméstico preparando el pastel de bistec y ri˜nón que Harry, Ron y Hermione nunca comer´ıan.
   “¡Harry, lo siento, lo siento tanto!”
   “¡No seas tonta, no fue culpa tuya! Si acaso, fue m´ıa...”
   Harry metió la mano en su bolsillo y sacó el ojo de Ojoloco. Hermione retrocedió, con expresión horrorizada.
   “Umbridge lo colocó en la puerta de su oficina, para espiar a la gente. No pod´ıa dejarlo all´ı... pero as´ı fue como supieron que hab´ıa intrusos.”
   Antes de que Hermione pudiera responder, Ron gimió y abrió los ojos. Todav´ıa estaba gris y su cara brillaba por el sudor.
   “¿Cómo te sientes?” susurró Hermione.
   “Fatal” dijo Ron con voz ronca, haciendo una mueca de dolor al sentir el brazo dolorido.
   “¿Dónde estamos?”
   “En el bosque donde celebraron la Copa Mundial de Quidditch” dijo Hermione. “Quer´ıa algún sitio apartado, oculto, y este fue...”
   “... el primer lugar en el que pensaste” terminó Harry por ella, echando un vistazo alrededor al claro aparentemente desierto. No pudo evitar recordar lo que hab´ıa sucedido la última vez que hab´ıan Aparecido en la primera localización. Hermione hab´ıa estado pensando en cómo los mort´ıfagos los hab´ıan encontrado a los pocos minutos. ¿Hab´ıa sido Legelemancia? ¿Sab´ıan Voldemort o sus secuaces, incluso ahora, a dónde los hab´ıa llevado Hermione?
   “¿Crees que deber´ıamos movernos?” preguntó Ron a Harry, y Harry pudo ver por la expresión de Ron que éste estaba pensando lo mismo.
   “No sé.”
   Ron todav´ıa estaba pálido y sudoroso. No hab´ıa hecho ningún intento de levantarse, y daba la impresión de estar todav´ıa demasiado débil para hacerlo. La posibilidad de moverlo era desalentadora.
   “Quedémonos aqu´ı de momento” dijo Harry.
   Con expresión aliviada, Hermione se puso en pie.
   “¿A dónde vas?” preguntó Ron.
   “Si nos quedamos, deber´ıamos poner algunos encantamientos protectores alrededor”
   respondió, y elevando su varita, empezó a caminar en un amplio c´ırculo alrededor de Harry y Ron, murmurando encantamientos mientras avanzaba. Harry vio peque˜nas per-turbaciones en el aire que los rodeaba, era como si Hermione hubiese conjurado un viento cálido en el claro.
   “Salvio Hexia... Protego Totalum... Repello Muggletum... Muffliato... Pod´ıas sacar la tienda, Harry...”
   “¿Tienda?”
   “¡En el bolso!”
   “En el... por supuesto” dijo Harry.
   Esta vez no se molestó en rebuscar en el interior, sino que usó otro Encantamiento Convocador. La tienda salió en un montón de bultos, con lonas, cuerda y palos. Harry la CAPÍTULO 14. EL LADR ÓN
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   reconoció, en parte por el olor a gato, como la misma tienda en la que hab´ıan dormido la noche del Mundial de Quidditch.
   “Cre´ı que pertenec´ıa a ese Perkins del Ministerio, ¿no?” preguntó, empezando a desenredar las varillas de la tienda.
   “Aparentemente no la quiso de vuelta, tiene mucho lumbago” dijo Hermione, ahora realizando una complicada figura de ocho movimientos con su varita, “as´ı que el padre de Ron dijo que me la pod´ıa llevar prestada. ¡Erecto! ” a˜nadió, apuntando con su varita a las deformadas lonas, que en un movimiento fluido se elevaron en el aire y se asentaron, completamente colocadas, en el suelo delante de Harry, de cuyas sorprendidas manos saltó una varilla, para aterrizar con un golpe sordo final en el extremo de un viento.
   “Cave Inumicum” terminó Hermione con una floritura hacia el cielo. “Esto es todo cuanto puedo hacer. Por lo menos, lo sabremos si se acercan. No puedo garantizar que mantenga fuera a Vol...”
   “¡No pronuncies el nombre!” la cortó Ron, con voz áspera.
   Harry y Hermione se miraron el uno al otro.
   “Lo siento” dijo Ron, gimiendo un poco al elevarse para mirarlos, “pero se siente como una... una maldición o algo as´ı. ¿No le podemos llamar Quien-tú-sabes, por favor...”
   “Dumbledore dec´ıa que el miedo a un nombre...” empezó Harry.
   “Por si no lo has notado, t´ıo, llamar a Quien-tú-sabes por el nombre no le sirvió de mucho a Dumbledore al final.” Le espetó Ron como contestación. “Sólo... sólo muéstrale a Quien-tú-sabes algo de respeto, ¿vale?”
   “¿Respeto?” repitió Harry, pero Hermione le lanzó una mirada de advertencia; aparentemente no pod´ıa discutir con Ron mientras éste estuviera en una condición tan debilitada.
   Harry y Hermione medio llevaron, medio arrastraron a Ron hasta la entrada de la tienda. El interior era exactamente como Harry recordaba, un peque˜no apartamento, completo con cuarto de ba˜no y una peque˜na cocina. Apartó a un lado un viejo sillón y bajó a Ron con cuidado a la cama de abajo de una litera. Incluso este peque˜no recorrido hab´ıa dejado a Ron más pálido, y una vez que lo tuvieron colocado en el colchón cerró los ojos y no habló durante un rato.
   “Haré algo de té” dijo Hermione sin aliento, sacando un hervidor y tazas de las profundidades de su bolso, y dirigiéndose hacia la cocina.
   Harry encontró la bebida caliente tan bienvenida como lo hab´ıa sido el whisky de fuego la noche en que hab´ıa muerto Ojoloco; pareció consumir un poco del miedo que palpitaba en su pecho. Después de un minuto o dos, Ron rompió el silencio.
   “¿Qué crees que le pasó a los Cattermole?”
   “Con algo de suerte, se habrán marchado” dijo Hermione, aferrando su taza caliente para reconfortarse. “Si el se˜nor Cattermole fue capaz de pensar con claridad, habrá sacado a la se˜nora Cattermole mediante Aparición Conjunta y ahora mismo estarán huyendo del pa´ıs con sus hijos. Eso es lo que Harry le dijo que hiciese.”
   “Vaya, espero que escapen” dijo Ron, recostándose contra las almohadas. El té parec´ıa estar haciéndole bien; le hab´ıa vuelto un poco el color. “Aunque no me pareció que Reg Cattermole fuese tan ingenioso, por la forma en que todo el mundo me hablaba cuando era él. Dios, espero que lo consiguiesen... Si ambos acabasen en Azkaban por nuestra culpa...”
   Harry miró a Hermione y la pregunta que hab´ıa estado a punto de formular... que CAPÍTULO 14. EL LADR ÓN
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   la falta de varita de la se˜nora Cattermole le impedir´ıa Aparecerse Conjuntamente con su marido... murió en su garganta. Hermione estaba observando a Ron preocuparse por el destino de los Cattermole, y hab´ıa tanta ternura en su expresión, que Harry casi se sintió como si la hubiera pillado besándolo.
   “As´ı que, ¿lo cogiste?” le preguntó Harry, en parte para recordarle que estaba all´ı.
   “Si cog´ı... ¿cog´ı qué?” dijo ella mirándolo fijamente.
   “¿Por que hemos pasado todo eso? ¡El guardapelo! ¿Dónde está?”
   “¿Lo cogiste?” gritó Ron, elevándose un poco más sobre las almohadas. “¡Nadie me dice nada! ¡Caray, pod´ıais haberlo mencionado!”
   “Bueno, estábamos escapando de los mort´ıfagos para salvar la vida, ¿no?” dijo Hermione. “Aqu´ı está.”
   Y sacó el guardapelo del bolsillo de sus ropas y se lo pasó a Ron.
   Era tan grande como un huevo de gallina. Una ornamentada letra S con muchas piedrecillas verdes incrustadas, destelló con un brillo apagado en la luz difusa que brillaba a través del techo de lona de la tienda.
   “¿No hay ninguna posibilidad de que alguien lo destruyera desde que estuvo en posesión de Kreacher?” preguntó Ron con esperanza. “Quiero decir, ¿estamos seguros de que todav´ıa es un Horrocrux?”
   “Eso creo” dijo Hermione, cogiéndolo de nuevo y examinándolo más cerca. “Habr´ıa alguna se˜nal de da˜no si hubiese sido mágicamente destruido.”
   Se lo pasó a Harry, que le dio vueltas entre los dedos. El guardapelo estaba en perfecto estado, pr´ıstino. Recordó los restos destrozados del diario, y cómo la piedra en el Horrocrux del anillo se hab´ıa rajado cuando Dumbledore lo hab´ıa destruido.
   “Creo que Kreacher tiene razón” dijo Harry. “Vamos a tener que descubrir cómo abrir esta cosa antes de poder destruirla.”
   Una repentina conciencia de lo que estaba sosteniendo, de lo que viv´ıa bajo las peque˜nas puertas doradas, golpeó a Harry mientras hablaba. Incluso después de todos los esfuerzos para encontrarlo, sent´ıa el violento impulso de arrojar lejos de él el guardapelo. Controlándose de nuevo, intentó abrirlo con los dedos. Luego probó el encantamiento que Hermione hab´ıa usado para abrir la puerta de la habitación de Regulus. Ninguno funcionó. Le devolvió el guardapelo a Ron y Hermione, que hicieron todo lo posible por abrirlo, pero no tuvieron más éxito que él.
   “Aunque, ¿puedes sentirlo?” preguntó Ron en voz muy baja, mientras lo sosten´ıa apretadamente en su pu˜no cerrado.
   “¿Qué quieres decir?”
   Ron le pasó el Horrocrux a Harry. Después de un momento, Harry pensó que sab´ıa lo que Ron quer´ıa decir. ¿Era su propia sangre latiendo por sus venas lo que sent´ıa, o era algo que lat´ıa dentro del guardapelo, como un peque˜no corazón metálico?
   “¿Qué vamos a hacer con él?” preguntó Hermione.
   “Mantenerlo a salvo hasta que descubramos cómo destruirlo” respondió Harry, y, aunque le apetec´ıa poco, se colgó la cadena alrededor del cuello, dejando caer el guardapelo fuera de la vista bajo sus ropas, donde descansó sobre su pecho junto a la bolsita que le hab´ıa dado Hagrid.
 
   CAPÍTULO 14. EL LADR ÓN
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   “Creo que deber´ıamos turnarnos para vigilar fuera de la tienda” a˜nadió mirando a Hermione, levantándose y estirándose. “Y también tenemos que pensar en conseguir algo de comida. Tú te quedas aqu´ı” a˜nadió con dureza, cuando Ron intentó levantarse y se puso de un desagradable tono verde.
   Con el Chivatoscopio que Hermione le hab´ıa dado a Harry por su cumplea˜nos colocado con cuidado sobre la mesa de la tienda, Harry y Hermione pasaron el resto del d´ıa compartiendo la tarea de vigilancia. Sin embargo, el chivatoscopio permaneció en silencio y quieto en su posición todo el d´ıa, y ya fuese por los encantamientos protectores y hechizos repeledores que Hermione hab´ıa extendido a su alrededor, o porque la gente raramente se aventuraba por esa zona, su trozo de bosque permaneció desierto, sin contar a los pájaros o ardillas ocasionales. La tarde no trajo ningún cambio. Harry encendió su varita cuando sustituyó a Hermione a las diez, y miró hacia la escena desierta, tomando nota de los murciélagos volando muy por encima a través del único trozo de cielo visible desde su resguardado claro.
   Ahora se sent´ıa hambriento, y un poco mareado. Hermione no hab´ıa guardado nada de comida en su bolso mágico, ya que hab´ıa asumido que esa noche regresar´ıan a Grimmauld Place, por lo que no ten´ıan nada que comer salvo algunos champi˜nones salvajes que Hermione hab´ıa recogido en los árboles cercanos y cocido en un cazo. Después de un par de cucharadas, Ron hab´ıa alejado su porción, con aspecto mareado. Harry sólo hab´ıa perseverado para no herir los sentimientos de Hermione.
   El silencio que lo rodeaba fue roto por extra˜nos crujidos y lo que sonó como ramitas rompiéndose: Harry pensó que eran sonidos causados por animales más que por personas, pero aún as´ı agarró la varita con fuerza y se puso alerta. Sus tripas, ya con molestias debido a la inadecuada ayuda de los champi˜nones correosos, hormigueaban con inquietud.
   Harry cre´ıa que se sentir´ıa eufórico si consegu´ıan robar y recuperar el Horrocrux, pero de alguna manera no era as´ı. Todo lo que sent´ıa mientras se sentaba mirando hacia la oscuridad, de la que su varita sólo iluminaba una peque˜na parte, era temor por lo que pasar´ıa a continuación. Era como si hubiera estado avanzando bullicioso hasta ese punto durante las últimas semanas, meses, incluso a˜nos, pero ahora que se hab´ıa parado de golpe, ya no le quedasen caminos.
   Hab´ıa otros Horrocruxes ah´ı fuera, en alguna parte, pero no ten´ıa ni la más m´ınima idea de dónde podr´ıan estar. Ni siquiera sab´ıa lo que eran todos. Mientras tanto, no sab´ıa cómo destruir el único que hab´ıan encontrado, el Horrocrux que actualmente yac´ıa contra la carne desnuda de su pecho. Curiosamente, no hab´ıa absorbido calor de su cuerpo, sino que yac´ıa tan fr´ıo contra su piel como si acabase de salir de agua helada. De vez en cuando Harry pensaba, o tal vez imaginaba, que pod´ıa sentir el débil latido pulsando irregular al lado del suyo.
   Presentimientos sin nombre lo invadieron mientras estaba sentado en la oscuridad.
   Intentó resistirlos, apartarlos, pero aún as´ı lo segu´ıan implacables. Ninguno de los dos podrá vivir mientras siga el otro siga con vida. Ron y Hermione, ahora hablando en voz baja detrás, dentro de la tienda, pod´ıan alejarse si quer´ıan, él no. Y a Harry le parec´ıa, mientras estaba sentado intentando controlar su propio miedo y cansancio, que el Horrocrux apoyado contra su pecho estaba marcando el tiempo que le quedaba... Una idea estúpida, se dijo a s´ı mismo, no pienses en eso...
   Su cicatriz estaba empezando nuevamente a doler. Ten´ıa miedo de estar provocándolo por tener esos pensamientos, e intentó dirigirlos en otra dirección. Pensó en el pobre Kreacher, que los habr´ıa estando esperado a ellos en la casa y hab´ıa recibido a Yaxley. ¿Se quedar´ıa callado el elfo o le contar´ıa al mort´ıfago todo lo que sab´ıa? Harry quer´ıa creer que CAPÍTULO 14. EL LADR ÓN
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   Kreacher hab´ıa cambiado su actitud hacia él durante el último mes, que ahora le ser´ıa leal,
   ¿pero quién sab´ıa lo que pasar´ıa? ¿Y si los mort´ıfagos lo torturaban? Imágenes morbosas zumbaron por la mente de Harry, y también intentó apartarlas, porque no hab´ıa nada que pudiese hacer por Kreacher; Hermione y él ya hab´ıan decidido no intentar convocarlo, ¿y si también ven´ıa alguien del Ministerio? No pod´ıan contar con que la Aparición de los elfos estuviese libre del mismo fallo que hab´ıa llevado a Yaxley a Grimmauld Place en el dobladillo de la manga de Hermione.
   Ahora la cicatriz de Harry estaba ardiendo. Pensó en que hab´ıa tanto que no sab´ıa.
   Lupin hab´ıa tenido razón al hablar de magia que nunca hab´ıan esperadoo imaginado.
   ¿Por qué Dumbledore no le hab´ıa explicado más? ¿Hab´ıa pensado que habr´ıa tiempo, que vivir´ıa durante a˜nos, tal vez durante siglos, como su amigo Nicolas Flamel... Si as´ı fuese, se hab´ıa equivocado... Snape se hab´ıa encargado de ello... Snape, la serpiente dormida, que hab´ıa atacado en lo alto de la torre...
   Y Dumbledore hab´ıa ca´ıdo... ca´ıdo...
   “Dámela, Gregorovitch.”
   La voz de Harry era alta, clara y fr´ıa, y su varita estaba aferrada delante de él por una mano blanca de largos dedos. El hombre al que estaba apuntando con la varita, estaba suspendido en el aire con las piernas hacia arriba, aunque no hab´ıa cuerdas que lo sujetasen; se balanceaba all´ı, atado de forma invisible e inquietante, con los miembros enroscados sobre su cuerpo, con la cara aterrorizada a nivel de la de Harry, rubicunda debido a la sangre que se hab´ıa agolpado en su cabeza. Ten´ıa el cabello de color blanco puro y una barba densa y tupida: un Papá Noel atado.
   “¡No la tengo, ya no la tengo! ¡Hace muchos a˜nos que me la robaron!”
   “No mientas a Lord Voldemort, Gregorovitch. Él sabe... Siempre sabe.”
   Las pupilas del hombre colgado estaban muy abiertas, dilatadas con miedo, y parecieron agrandarse, cada vez más, hasta que su negrura engulló por completo a Harry...
   Y ahora Harry se dirig´ıa apresurado por un oscuro pasillo siguiendo la estela del corpulento Gregorovitch, que sujetaba un farol en lo alto. Gregorovitch irrumpió en una habitación al final del pasillo y su farol iluminó lo que parec´ıa ser un taller. Virutas de madera y oro brillaban en el oscilante c´ırculo de luz, y en el alféizar de la ventana se hallaba posado, como un pájaro gigante, un joven de cabello dorado. En la fracción de segundo que la luz del farol lo iluminó, Harry vio el placer en su apuesto rostro. Entonces el intruso lanzó un Hechizo Aturdidor con su varita y saltó hacia atrás hasta casi caer por fuera de la ventana con un estallido de risa.
   Y Harry se encontró precipitándose de vuelta del interior esas pupilas dilatadas como túneles, y se fijó otra vez en la cara de Gregorovitch, presa del terror.
   “¿Quién fue el ladrón, Gregorovitch?” dijo la voz alta y fr´ıa.
   “No lo sé, nunca lo supe, un hombre joven... no... por favor... ¡POR FAVOR!”
   Un grito que continuó y continuó y entonces una ráfaga de luz verde...
   “¡Harry!”
   Abrió los ojos, jadeando, con la frente palpitando. Hab´ıa perdido el conocimiento contra el costado de la tienda, se hab´ıa deslizado lateralmente por la lona, y estaba tendido en el suelo. Levantó la vista hacia Hermione, cuyo espeso cabello oscurec´ıa el peque˜no trozo de cielo visible a través el oscuro enramado situado por encima.
 
   CAPÍTULO 14. EL LADR ÓN
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   “Sue˜no” dijo, sentándose con rapidez e intentado responder a la mirada de ira de Hermione con una de inocencia. “Deb´ı quedarme dormido, lo siento.”
   “¡Sé que fue tu cicatriz! ¡Puedo verlo por tu expresión! Estabas viendo en la mente de Vol...”
   “¡No digas su nombre!” la voz enfadada de Ron se escuchó desde las profundidades de la tienda.
   “Bien” replicó Hermione. “¡La mente de Quién-tú-sabes, entonces!”
   “¡No quise hacer que sucediese!” dijo Harry. “¡Fue un sue˜no! ¿Puedes tú controlar lo que sue˜nas, Hermione?”
   “Si sólo aprendieses a aplicar la Oclumancia...”
   Pero Harry no estaba interesado en que le rega˜naran, quer´ıa discutir lo que acababa de ver.
   “Ha encontrado a Gregorovitch, Hermione, y creo que lo ha matado, pero antes de hacerlo le leyó la mente a Gregorovitch y vi...”
   “Creo que será mejor que me ocupe yo de la vigilancia si estás tan cansado que te estás quedando dormido” dijo Hermione fr´ıamente.
   “¡Puedo terminar mi turno!”
   “No, obviamente estás agotado. Ve a tumbarte.”
   Hermione se dejó caer en la entrada de la tienda, con expresión testaruda. Enfadado, pero queriendo evitar un follón, Harry se metió de vuelta en el interior.
   La cara de Ron, todav´ıa pálida, se asomaba en la litera de abajo. Harry trepó a la que estaba encima, se tumbó y miró hacia el techo oscuro de lona. Después de un rato, Ron habló en una voz tan baja que no le llegar´ıa a Hermione, acurrucada en la entrada.
   “¿Qué está haciendo Quién-tú-sabes?”
   Harry arrugó los ojos con el esfuerzo de recordar cada detalle, y despues susurró en la oscuridad.
   “Encontró a Gregorovitch. Lo ten´ıa atado. Lo estaba torturando.”
   “No sé... es raro, ¿verdad?”
   Harry cerró los ojos, pensando en todo lo que hab´ıa visto y o´ıdo. Cuanto más recordaba, menos sentido le encontraba... Voldemort no hab´ıa dicho nada sobre la varita de Harry, nada sobre los núcleos gemelos, nada sobre que Gregorovitch le hiciese una nueva varita más poderosa para derrotar a la de Harry...
   “Quer´ıa algo de Gregorovitch” dijo Harry, todav´ıa con los ojos bien cerrados. “Le dijo que se lo diese, pero Gregorovitch dijo que se lo hab´ıan robado... y entonces... entonces...”
   Recordó como él, como Voldemort, hab´ıa parecido meterse a través de los ojos de Gregorovitch, en sus recuerdos...
   “Leyó la mente de Gregorovitch. Vi a un t´ıo joven posado en el alféizar de una ventana, que le lanzó un hechizo a Gregorovitch y saltó perdiéndose de vista. Lo robó, robó lo que fuese que Quién-tú-sabes buscaba. Y... creo que lo he visto en alguna parte...”
   Harry deseó poder echar otro vistazo a la cara risue˜na del muchacho. El robo hab´ıa sucedido hac´ıa muchos a˜nos, según Gregorovitch. ¿por qué el joven ladrón le resultaba familiar?
 
   CAPÍTULO 14. EL LADR ÓN
   161
   Los sonidos del bosque que los rodeaba estaban apagados dentro de la tienda; todo lo que Harry pod´ıa o´ır era la respiración de Ron. Después de un rato, Ron susurró: “¿No pudiste ver lo que el ladrón estaba agarrando?”
   “No... deb´ıa ser algo peque˜no.”
   “¿Harry?”
   Las tablillas de madera de la cama de Ron crujieron cuando cambió de posición.
   “Harry, ¿no crees que Quién-tú-sabes está detrás de algo más para convertirlo en un Horrocrux?”
   “No lo sé” dijo Harry despacio. “Quizás. ¿Pero no ser´ıa peligroso para él hacer otro?
   ¿No dijo Hermione que ya hab´ıa llevado su alma hasta el l´ımite?”
   “S´ı, pero tal vez no lo sabe.”
   “S´ı... tal vez” dijo Harry.
   Hab´ıa estado seguro de que Voldemort buscaba una forma de resolver el problema de los núcleos gemelos, seguro de que intentaba conseguir una solución del viejo fabricante de varitas... y aún as´ı lo hab´ıa matado, aparentemente sin hacerle ni una pregunta sobre el saber popular sobre varitas.
   ¿Qué estaba intentando encontrar Voldemort? ¿Por qué, con el Ministerio de Magia y el mundo mágico a sus pies, estaba tan lejos, concentrado en perseguir un objeto que una vez Gregorovitch hab´ıa pose´ıdo, y que hab´ıa sido robado por un ladrón desconocido?
   Harry todav´ıa pod´ıa ver la cara del joven rubio: era alegre, salvaje; ten´ıa un aire p´ıcaro triunfante, como Fred y George. Se hab´ıa lanzado del alféizar como un pájaro, y Harry lo hab´ıa visto antes, pero no pod´ıa pensar dónde...
   Con Gregorovitch muerto, era el mago de expresión alegre el que estaba ahora en peligro. Los pensamientos de Harry se dirigieron hacia él, cuando los ronquidos de Ron empezaron a sonar de la litera de abajo y él mismo se fue quedando una vez más lentamente dormido.
 
   Cap´ıtulo 15
   La Venganza de los Duendes
   Temprano, a la ma˜nana siguiente, antes de que los otros dos se despertaran, Harry dejó la tienda para buscar en el bosque que les rodeaba el árbol más viejo, nudoso y resistente que pudiera encontrar. All´ı, a su sombra, enterró el ojo de Ojoloco Moody y marcó el lugar tallando con la varita una peque˜na cruz sobre la corteza. No era mucho, pero Harry pensaba que Ojoloco lo habr´ıa preferido a estar incrustado en la puerta de Dolores Umbridge. Luego regresó a la tienda a esperar a que despertaran los demás, para discutir que har´ıan a continuación.
   Harry y Hermione pensaban que era mejor no quedarse mucho tiempo en el mismo lugar, y Ron estuvo de acuerdo, con la única condición de que su próximo movimiento les llevara cerca de un sándwich de bacon. As´ı que Hermione quitó los encantamientos que hab´ıa colocado alrededor del claro, mientras Harry y Ron borraban todas las marcas y se˜nales sobre la tierra que pudieran revelar que hab´ıan acampado all´ı. Luego se Desaparecieron hacia las afueras de una peque˜na ciudad comercial.
   Después de armar la tienda al resguardo de un peque˜no grupo de árboles, y rodearla nuevamente con encantamientos protectores, Harry se aventuró a salir, debajo de la capa de invisibilidad, a buscar sustento. Pero no salió según lo planeado. Apenas hab´ıa entrado en la ciudad cuando un fr´ıo antinatural, una niebla descendente, y un súbito oscurecer del cielo hizo que se quedara congelado en el lugar donde estaba parado.
   “¡Pod´ıas haber hecho un brillante Patronus!” protestó Ron, cuando Harry regresó a la tienda con las manos vac´ıas, sin aliento y articulando únicamente la palabra ’Dementores’.
   “No pude... hacerlo.” jadeó, apretando sobre la punzada que ten´ıa sobre un costado.
   “No... aparec´ıa.”
   Las expresiones de consternación y desilusión hicieron que Harry se sintiera avergonzado, ver salir a lo lejos a los dementores volando entre la niebla y notar que el fr´ıo paralizador estrangulaba sus pulmones, que un grito lejano le llenaba los o´ıdos, y que no iba a ser capaz de protegerse a s´ı mismo, hab´ıa sido una experiencia angustiosa.
   Harry hab´ıa necesitado toda su fuerza de voluntad para apartarse del lugar en el que estaba y correr, dejando que los ciegos dementores se deslizaran entre los muggles, que pod´ıan no ser capaces de verlos, pero que seguramente sent´ıan la desesperanza que estos vert´ıan donde quiera que fueran.
   “As´ı que seguimos sin tener comida.”
   “Cállate, Ron.” dijo Hermione bruscamente. “Harry, ¿Qué ocurrió? ¿Por qué piensas que no pudiste hacer el Patronus? ¡Ayer lo hiciste perfectamente!”
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   CAPÍTULO 15. LA VENGANZA DE LOS DUENDES
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   “No lo sé.”
   Se hundió en uno de los viejos sillones de Perkins, sintiéndose más humillado a cada momento que pasaba. Tem´ıa que algo estuviera mal dentro de él. Ayer parec´ıa muy lejano: hoy podr´ıa haber tenido trece a˜nos otra vez, y volver a ser el único que se desmayó en el expreso de Hogwarts.
   Ron pateó una de las patas del sillón.
   “¿Qué?” le gru˜no a Hermione. ”¡Me muero de hambre! ¡Lo único que he comido desde que casi me desangro hasta la muerte han sido un par de hongos!”
   “Entonces ve y ábrete camino luchando a través de los dementores.” dijo Harry, enar-decido.
   “Lo har´ıa, pero mi brazo está en cabestrillo, ¡por si no te hab´ıas dado cuenta!”
   “Eso te es muy conveniente.”
   “Y que se supone que significa...”
   “¡Por supuesto!” gritó Hermione, golpeándose la frente con la mano sobresaltándolos a ambos, provocando que se quedaran en silencio. “Harry, dame el relicario.”
   “Vamos” dijo impacientemente, chasqueando los dedos ante él por su falta de reacción.
   “¡El Horcrux, Harry, todav´ıa lo llevas puesto!”
   Ella extendió las manos, y Harry se paso la cadena de oro por encima de la cabeza.
   En el momento en que dejo de estar en contacto con la piel de Harry, este se sintió libre y extra˜namente liviano. Ni siquiera se hab´ıa dado cuenta de que se sent´ıa sofocado o de que sent´ıa un fuerte peso presionándole el estómago hasta que ambas sensaciones cesaron.
   “¿Mejor?” preguntó Hermione.
   “¡Si, much´ısimo mejor!”
   “Harry” dijo arrodillándose frente de él y usando el tipo de voz que se asocia a cuando visitas a alguien extremadamente enfermo. “No habrás sido pose´ıdo, ¿verdad?”
   “¿Qué? ¡No!” dijo a la defensiva. “Recuerdo todo lo que hicimos mientras lo llevaba.
   Si hubiera estado pose´ıdo, no sabr´ıa lo que hab´ıa hecho, ¿verdad? Ginny me contó que hab´ıa veces en las que no pod´ıa recordar nada.”
   “Hmmm” dijo Hermione, mirando hacia abajo al pesado relicario de oro. “Bueno, tal vez no deber´ıamos llevarlo puesto. Podr´ıamos dejarlo en la tienda.”
   “No dejaremos el Horcrux por ah´ı.” declaró Harry firmemente. “Si lo perdemos, si lo roban...”
   “Vale, esta bien, está bien” dijo Hermione, y se lo puso alrededor del cuello y lo escondió de la vista debajo de la camisa.
   “Pero lo llevaremos por turnos, para que nadie lo lleve demasiado tiempo.”
   “Genial” dijo Ron irritado, “Ahora que hemos resuelto eso ,por favor, ¿podemos conseguir algo de comida?”
   “Bien, pero iremos a otra parta a buscarla” dijo Hermione lanzándole a Harry una mirada de reojo. “No hay necesidad de que nos quedemos en un lugar donde sabemos que hay dementores apareciéndose por ah´ı.”
   Al final se acomodaron para pasar la noche en un campo remoto perteneciente a una solitaria granja, de la cual se las hab´ıan ingeniado para obtener huevos y pan.
 
   CAPÍTULO 15. LA VENGANZA DE LOS DUENDES
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   “No es robar, ¿verdad?” preguntó Hermione inquieta, mientras devoraban los huevos revueltos con tostadas. “Hemos dejado dinero debajo del gallinero.”
   Ron hizo rodar los ojos y dijo, con las mejillas abultadas, “¡Er-mynee, no te pr-oupes ta-to, ...elájate!
   Y verdaderamente, era mucho más fácil relajarse cuando estaban confortables y bien alimentados: olvidaron la discusión sobre los dementores con las risas de esa noche y Harry se sintió alegre, hasta esperanzado, cuando fue a hacer el primero de los tres turnos de guardia de esa noche.
   Este era su primer encuentro con la realidad de que un estómago lleno significa buen humor; uno vac´ıo, disputas y tristeza. Harry se sintió muy poco sorprendido por este hecho, ya que hab´ıa sufrido per´ıodos de casi inanición en casa de los Dursley. Hermione soportaba razonablemente bien aquellas noches en las que sólo consegu´ıan escamotear bayas y bizcochos rancios, quizás su temperamento se volviera un poco más explosivo de lo normal y sus silencios algo agrios. Ron, en cambio, siempre hab´ıa estado acostumbrado a tres deliciosas comidas por d´ıa, cortes´ıa de su madre o de los elfos domésticos de Hogwarts, y el hambre lo pon´ıa irracional e irritable.
   Cada vez que la falta de comida coincid´ıa con el turno de Ron de usar el Horcrux, se volv´ıa directamente desagradable.
   “¿Entonces a donde vamos ahora?” era el constante estribillo. Parec´ıa no tener ideas propias, pero esperaba que Harry y Hermione idearan planes mientras él se sentaba y meditaba sobre el escaso abastecimiento de comida.
   En consecuencia, Harry y Hermione pasaban infructuosas horas tratando de decidir donde podr´ıan encontrar los otros Horcruxes, y como destruir el que ya ten´ıan, y sus conversaciones se volv´ıan cada vez más repetitivas, ya que no ten´ıan nueva información.
   Como Dumbledore le hab´ıa dicho a Harry que cre´ıa que Voldemort hab´ıa escondido Horcruxes en lugares importantes para él, segu´ıan compendiando, como en una especie de lúgubre itinerario, aquellas localidades en las que sab´ıan que Voldemort hab´ıa vivido o visitado. El Orfanato donde hab´ıa nacido y se hab´ıa criado; Hogwarts, donde hab´ıa sido educado; Borgin and Burkes, donde hab´ıa trabajado después de terminar su educación; Albania, donde hab´ıa pasado los a˜nos de exilio. En ellas sentaban las bases para sus especulaciones.
   “Si, vayamos a Albania. No deber´ıa llevarnos más de unas tarde registrar un pa´ıs entero” dijo Ron sarcásticamente.
   “No puede haber nada all´ı. Ya hab´ıa hecho cinco Horcruxes antes de irse al exilio, y Dumbledore estaba seguro que la serpiente fue el sexto” dijo Hermione. “Sabemos que la serpiente no está en Albania, generalmente está con Vol...”
   “¿No os he pedido que dejéis de decir eso?”
   “¡De acuerdo! La serpiente generalmente está con Ya-sabes-quién... ¿contento?”
   “No exactamente.”
   “No puedo creer que haya escondido nada en Borgin and Burkes” dijo Harry, que ya hab´ıa repasado este punto varias veces antes, pero lo repitió simplemente para romper el incómodo silencio. “Borgin and Burkes eran expertos en objetos oscuros, hubieran reconocido un Horcrux en el acto.”
   Ron bostezó intencionadamente. Reprimiendo el fuerte deseo de tirarle algo, Harry continuó escarbando “Todav´ıa creo que puede haber escondido alguno en Hogwarts.”
 
   CAPÍTULO 15. LA VENGANZA DE LOS DUENDES
   165
   Hermione suspiró.
   “¡Pero Dumbledore lo hubiera encontrado, Harry!”
   Harry repitió el argumento que continuaba aportando a favor de su teor´ıa.
   “Dumbledore me dijo que nunca hab´ıa dado por sentado que conociera todos los secretos de Hogwarts. Estoy seguro, si hay un lugar donde Vol...”
   “¡OI!”
   “¡YA-SABES-QUIEN, entonces!” gritó Harry, aguijoneado más alla de su tolerancia.
   “¡Si existe un lugar verdaderamente importante para Ya-sabes-quién, es Hogwarts!”
   “Oh, vamos.” Se burló Ron. “¿Su colegio?”
   “¡Si, su colegio! Fue su primer hogar verdadero, el lugar que lo hizo especial; lo significa todo para él, y aún después de irse...”
   “Estamos hablando de Ya-sabes-quién, ¿no? No de ti” Inquirió Ron. Estaba tirando de la cadena del Horcrux que le colgaba del cuello; Harry se vio invadido por el deseo de apoderarse de ella y estrangularlo.
   “Nos contaste que Ya-sabes-quien le pidió a Dumbledore que le diera trabajo después de graduarse” dijo Hermione.
   “Si as´ı es” dijo Harry.
   “Y Dumbledore pensó que solo quer´ıa volver para tratar de encontrar algo, probablemente otro objeto de los fundadores, ¿Tal vez para convertirlo en otro Horcrux?”
   “Si” dijo Harry.
   “Pero no consiguió el puesto, ¿verdad?” dijo Hermione, “¡As´ı que no tuvo la oportunidad de encontrar un objeto perteneciente a los fundadores all´ı y esconderlo en el colegio!”
   “Vale, entonces” dijo Harry, derrotado. “Olv´ıdaros de Hogwarts.”
   Sin otras pistas que seguir, viajaron a Londres y, escondidos bajo la capa de invisibilidad, buscaron el orfanato donde Voldemort hab´ıa crecido. Hermione se introdujo furtivamente en una biblioteca y descubrió en sus archivos que el lugar hab´ıa sido demolido muchos a˜nos antes. Visitaron el lugar y encontraron un bloque de oficinas.
   “Podr´ıamos intentar excavar los cimientos” sugirió Hermione con poco entusiasmo.
   “No habr´ıa escondido un Horcrux aqu´ı.” dijo Harry. Lo hab´ıa sabido todo el tiempo.
   Para Voldemort, el orfanato hab´ıa sido el lugar del cual estaba determinado a escapar; nunca hubiera escondido parte de su alma all´ı. Dumbledore le hab´ıa revelado a Harry que Voldemort buscaba grandeza o misterio al elegir sus escondrijos; esta lúgubre esquina gris de Londres era lo más alejado que se pudiera imaginar de Hogwarts, o del Ministerio o de un edificio como Gringotts, el Banco de los Brujos, con sus puertas doradas y pisos de mármol.
   Como no se les ocurrieron nuevas ideas, siguieron moviéndose a través del distrito rural, armando la tienda cada noche en un lugar diferente, por seguridad. Cada ma˜nana se aseguraban de eliminar todas las pistas que pudieran revelar su presencia, luego part´ıan para encontrar otro solitario y apartado paraje, viajando por medio de la Aparición hacia más zonas boscosas, hacia oscuras hendiduras sobre acantilados, hacia brezales púrpuras, laderas de monta˜nas cubiertas de enebro, y una vez a una resguardada cueva llena de guijarros. Cada doce horas más o menos se pasaban el Horcrux entre ellos como si esCAPÍTULO 15. LA VENGANZA DE LOS DUENDES
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   tuvieran jugando a algún perverso juego a cámara lenta de ’Pasa-el-Paquete’, temiendo que la música se detuviera porque la recompensa eran doce horas de creciente miedo y ansiedad.
   A Harry le punzaba la cicatriz constantemente. Se dio cuenta que le pasaba más a menudo cuando llevaba puesto el Horcrux. A veces no pod´ıa evitar reaccionar ante el dolor.
   “¿Qué? ¿Qué fue lo que viste?” preguntaba Ron cada vez que notaba que Harry se encog´ıa.
   “Un rostro” murmuraba Harry, cada vez. “El mismo rostro. El ladrón que le robó a Gregorovitch.”
   Y Ron se daba la vuelta, sin esforzarse en esconder su desilusión. Harry sab´ıa que Ron ten´ıa la esperanza de escuchar noticias acerca de su familia o del resto de la Orden del Fénix, pero, después de todo, él, Harry, no era una antena de televisión; solo pod´ıa ver lo que estaba pensando Voldemort en ese momento, no sintonizar cualquiera cosa que le apeteciera. Aparentemente Voldemort pensaba obsesiva y continuamente en el desconocido joven de rostro alegre, acerca de cuyo nombre y paradero, Harry estaba seguro, que Voldemort conoc´ıa tanto como él. Como la cicatriz de Harry continuaba ardiendo, y el alegre y rubio muchacho flotaba exasperantemente en sus recuerdos, aprendió a su-primir toda se˜nal de dolor o incomodidad, ya que los otros dos solo daban muestras de impaciencia ante la mención del ladrón. No pod´ıa culparlos del todo, cuando estaban tan desesperados por encontrar una pista de los Horcruxes.
   Cuando los d´ıas se convirtieron en semanas, Harry comenzó a sospechar que Ron y Hermione estaban teniendo conversaciones a sus espaldas, acerca de él. Varias veces dejaron de hablar abruptamente cuando Harry entraba en la tienda, y dos veces accidentalmente los encontró acurrucados a cierta distancia, con las cabezas juntas, y hablando rápidamente; ambas veces se quedaron en silencio cuando se dieron cuenta de que se acercaba y se apresuraron a mostrarse ocupados recolectando madera o agua.
   Harry no pod´ıa evitar preguntarse si sólo hab´ıan accedido a embarcarse en lo que ahora parec´ıa un inútil e indefinido viaje, porque pensaban que ten´ıa algún plan secreto del que se enterar´ıan a su debido tiempo. Ron no hac´ıa ningún esfuerzo por ocultar su mal humor, y Harry estaba empezando a temer que Hermione también estuviera desilusionada por su pobre liderazgo. Desesperado trató de pensar en posibles localizaciones de Horcruxes, pero la única que se le ocurr´ıa siempre era Hogwarts, y como ninguno de los otros pensaba que esto fuera posible, dejo de sugerirlo.
   El oto˜no envolvió al distrito rural mientras lo recorr´ıan.
   Ahora armaban la tienda sobre mantos de hojas ca´ıdas. La niebla natural se un´ıa a la conjurada por los dementores; el viento y la lluvia se a˜nad´ıan a sus problemas. El hecho de que Hermione estuviera mejorando su habilidad para identificar hongos comestibles no compensaba totalmente el continuo aislamiento, la falta de compa˜n´ıa de otras personas, o la total ignorancia acerca de lo que estaba pasando en la guerra contra Voldemort.
   “Mi madre” dijo Ron una noche, mientras se sentaban en la tienda junto al lecho de un r´ıo en Gales, “puede hacer aparecer una provechosa comida del aire.”
   Malhumorado, pinchó los trozos de lucio carbonizado que hab´ıa en su plato. Automáticamente, Harry miro el cuello de Ron y vio, como hab´ıa esperado, la cadena dorada del Horcrux brillando all´ı. Se las arreglo para luchar contra el impulso de maldecir a Ron, cuya actitud, estaba seguro, mejorar´ıa un poco cuando llegara la hora de sacarse el relicario.
 
   CAPÍTULO 15. LA VENGANZA DE LOS DUENDES
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   “Tu madre no puede producir comida del aire” dijo Hermione. “Nadie puede. La comida es la primera de las cinco Excepciones Principales a la Ley de Gamp de Transfiguración Element...”
   “Oh, habla en espa˜nol, ¿o no puedes?” dijo Ron, sacándose una espina de pescado de entre los dientes.
   “¡Es imposible fabricar una buena comida de la nada! Puedes convocarla si sabes donde está, puedes transformarla, puedes incrementar la cantidad si ya tienes un poco...”
   “Bien, no te esfuerces en incrementar esta, es asquerosa” dijo Ron.
   “¡Harry cogió el pescado y yo hice lo mejor que pude con él! ¡He notado que siempre soy yo la que termina cocinando, supongo que porque soy una chica!”
   “¡No, es porque se supone que eres la mejor haciendo magia!” replicó Ron.
   Hermione saltó, y unos trozos de lucio asado se deslizaron del plato de lata hasta caer al piso.
   “Puedes cocinar tú ma˜nana, Ron, puedes buscar los ingredientes y probar un encantamiento que los transforme en algo digno de comerse, y yo me sentaré ah´ı y te pondré caras y gemiré, para que puedas ver como...”
   “¡Callaros!” dijo Harry, parándose de un salto y levantando ambas manos. “¡Callaros, ahora!”
   Hermione se ve´ıa ultrajada.
   “Como puedes ponerte de parte de él, casi nunca cocina...”
   “¡Hermione, cállate, oigo a alguien!”
   Estaba esforzándose por escuchar, ten´ıa las manos levantadas aún, advirtiéndoles para que no hablaran. Entonces, sobre el torrente y efusión del oscuro r´ıo que hab´ıa junto a ellos, escuchó voces otra vez. Miró a su alrededor buscando el chivatoscopio. No se estaba moviendo.
   “Conjuraste el encanto Muffliato sobre nosotros, ¿no?” le susurró a Hermione.
   “Los hice todos” susurró en respuesta, “Muffliato, Repelente de Muggles y los Encantamientos Desilusionadores, todos ellos. No deber´ıan ser capaces de o´ırnos ni vernos, quienes quieran que sean.”
   Fuertes ruidos de forcejeos y ara˜nazos, mas el sonido de piedras y ramitas desalojadas, les indicaron que varias personas estaban trepando por la empinada y arbolada ladera que descend´ıa hacia la angosta orilla donde hab´ıan armado la tienda. Sacaron las varitas y esperaron.
   Los encantamientos que hab´ıan conjurado a su alrededor deber´ıan ser suficientes, en la casi total oscuridad, para escudarlos de la vista de los muggles y de los brujos y brujas normales. Si eran Mort´ıfagos, entonces tal vez sus defensas estuvieran a punto de ser probadas contra la Magia Oscura por primera vez.
   Cuando el grupo de hombres llegó a la orilla las voces se hicieron más altas pero no más inteligibles. Harry estimaba que sus due˜nos deb´ıan estar a menos de veinte pies de distancia, pero el r´ıo que ca´ıa en forma de cascada hac´ıa que fuera imposible asegurarlo.
   Hermione tomó su bolso bordado y empezó a registrarlo; después de un momento sacó tres O´ıdos Extensibles y les tiró uno a Harry y otro a Ron, que velozmente insertaron un extremo del cordón color piel en sus o´ıdos y sacaron el otro extremo fuera de la entrada de la tienda.
 
   CAPÍTULO 15. LA VENGANZA DE LOS DUENDES
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   Segundos después Harry escucho una cansada voz masculina.
   “Deber´ıa haber algunos salmones por aqu´ı, ¿o te parece que todav´ıa no ha llegado la temporada? ¡Accio Salmon! ”
   Hubo varios ruidos de salpicaduras y luego ruidos distintivos del pescado batiéndose contra la carne. Alguien gru˜nó apreciativamente. Harry presionó más profundamente el extremo del O´ıdo Extensible en el suyo. Sobre el murmullo del r´ıo pod´ıa distinguir otras voces, pero no estaban hablando en espa˜nol ni en ningún otro lenguaje humano del que tuviera conocimiento. Era una lengua ruda y poco melodiosa, una sarta de repiqueteantes ruidos guturales, y parec´ıa haber dos interlocutores, uno con un tono apenas un poco más bajo y pausado que el otro.
   Un fuego cobró vida del otro lado de la lona; largas sombras pasaron entre la tienda y las llamas. El delicioso aroma del salmón asado flotó tentadoramente en su dirección.
   Luego llegó el tintinear de cubiertos sobre platos, y el primer hombre habló otra vez.
   “Aqu´ı, Griphook, Gornuk.”
   “¡Goblins!” Hermione articulo hacia Harry, quien asintió.
   “Gracias” dijeron ambos Goblins en espa˜nol.
   “Asi que ¿Cuánto tiempo habéis estado huyendo, vosotro tres?” preguntó una nueva voz, melodiosa y agradable; a Harry le sonó vagamente familiar, y se imagino a un hombre de panza redonda, y cara alegre.
   “Seis semanas... siete... lo olvidé” dijo el hombre cansado. “Me encontré con Griphook los primeros d´ıas y unimos fuerzas con Gornuk no mucho después. Es agradable tener algo de compa˜n´ıa.” Hubo una pausa, mientras los cuchillos rasgaban los platos y apeque˜nas copas eran alzadas y vueltas a dejar en la tierra. “¿Que te hizo partir, Ted?” continuó el hombre.
   “Sab´ıa que vendr´ıan a buscarme” contestó el de voz melodiosa, Ted, y de repente Harry supo quien era: el padre de Tonks. “La semana pasada escuché que los Mort´ıfagos estaban en el área y decid´ı que era mejor huir. Desde el principio, rehusé a registrarme como un nacido de muggles, sabes, as´ı que sab´ıa que era cuestión de tiempo, sab´ıa que al final tendr´ıa partir. Mi esposa deber´ıa estar bien, es de sangre pura. Y luego conoc´ı a Dean aqu´ı presente, ¿que hará, unos d´ıas, hijo?”
   “Si,” dijo otra voz, y Harry, Ron y Hermione se miraron uno al otro, en silencio pero, a pesar de si mismos, emocionados, seguros de haber reconocido la voz de Dean Thomas, su compa˜nero de Gryffindor.
   “Nacido de muggles, ¿eh?” preguntó el primer hombre.
   “No estoy seguro,” dijo Dean. “Mi padre dejó a mi madre cuando yo era un ni˜no.
   Aunque no tengo pruebas de que haya sido un brujo.”
   Por un momento se hizo el silencio, salvo por los sonidos de masticación; luego Ted volvió a hablar.
   “Tengo que decir, Dirk, que estoy sorprendido de haberme encontrado contigo. Contento, pero, sorprendido. Se corrió la voz de que te hab´ıan atrapado.”
   “Y as´ı fue” dijo Dirk. “Estaba a medio camino de Azkaban cuando intenté fugarme.
   Lancé un hechizo Aturdidor sobre Dawlish y le robé la escoba. Fue más fácil de lo que puedas pensar; supongo que no deb´ıa estar muy bien en ese momento. Parec´ıa Confundido.
   Si es as´ı, me gustar´ıa estrechar la mano de la bruja o brujo que lo hizo, probablemente CAPÍTULO 15. LA VENGANZA DE LOS DUENDES
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   me salvó la vida.”
   Hubo otra pausa en la que el fuego crepitó y se pod´ıan escuchar las embestidas del r´ıo. Luego Ted dijo “¿Y como encajais vosotros dos? Yo, eh, ten´ıa la impresión de que los goblins estaban con Ya-sabes-quien, todos ellos.”
   “Ten´ıas una falsa impresión.” dijo el goblin de voz más aguda. “No nos ponemos del lado de nadie. Esta es una guerra de brujos.”
   “¿Entonces, como es que estáis escondiéndoos?”
   “Estimé que era lo más prudente” dijo el goblin de voz más profunda. “Habiéndo rehusado a aceptar lo que yo consideré que era una demanda impertinente, me di cuenta que mi seguridad personal estaba en riesgo.”
   “¿Qué te pidieron que hicieras?” preguntó Ted.
   “Tareas impropias de la dignidad de mi raza.” respondió el goblin, empleando un tono de voz más rudo y menos humano al decirlo. “No soy un elfo doméstico.”
   “¿Y tu, Griphook?”
   “Razones similares” dijo el goblin de voz más aguda. “Gringotts ya no está bajo el exclusivo control de los de mi raza. Yo no reconozco a ningún brujo como Director.”
   A˜nadió algo en voz baja en Gobbledegouk, y Gornuk se echó a re´ır.
   “¿Cuál es el chiste?” preguntó Dean.
   “Dijo” contestó Dirk, “que hay cosas que tampoco los brujos reconocen.”
   Hubo una peque˜na pausa.
   “No lo entiendo.” dijo Dean.
   “Me tomé mi peque˜na venganza antes de partir” dijo Griphook en espa˜nol.
   “Buen hombre... goblin, quise decir.” enmendó Ted rápidamente. “¿Supongo que no te las ingeniar´ıas para encerrar a uno de los Mort´ıfagos en una de las viejas cámaras de alta seguridad?”
   “Si lo hubiera hecho, la espada no le habr´ıa ayudado a escaparse de all´ı” replicó Griphook. Gornuk se rió otra vez y hasta Dirk soltó una risa seca.
   “Todav´ıa creo que aqu´ı hay algo que Dean y yo nos hemos perdido.” dijo Ted.
   “También Severus Snape, solo que todav´ıa no lo sabe,” dijo Griphook, y los dos goblins estallaron en risas malignas. Dentro de la tienda la respiración de Harry se hab´ıa vuelto superficial por la excitación. El y Hermione se miraron fijamente el uno al otro, escuchando lo más atentamente posible.
   “¿No te enteraste de eso, Ted?” preguntó Dirk. “¿De los chicos que trataron de robar la espada de Gryffindor de la oficina de Snape en Hogwarts?”
   Pareció como si a Harry lo hubiera atravesado una corriente eléctrica, alterando cada uno de sus nervios mientras permanec´ıa en el lugar como si hubiera echado ra´ıces.
   “No escuché ni una palabra,” dijo Ted. “No salió en el Profeta, ¿verdad?”
   “Dif´ıcilmente” se rió Dirk entre dientes. “Griphook aqu´ı presente me lo contó, se enteró del asunto por Bill Weasly que trabaja en el banco. Uno de los jóvenes que trató de llevarse la espada era la hermana más peque˜na de Bill.”
   Harry miró hacia donde se hallaban Hermione y Ron, ambos aferraban los O´ıdos CAPÍTULO 15. LA VENGANZA DE LOS DUENDES
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   Extensibles tan firmemente como si fueran cuerdas de salvamento.
   “Ella y un grupo de amigos entraron en la oficina de Snape y rompieron el vidrio de la vitrina donde aparentemente guardaba la espada. Snape los atrapó cuando bajaban la escalera tratando de pasarla de contrabando.”
   “Ah, Dios los bendiga.” dijo Ted. “¿Qué pensaban, que ser´ıan capaces de usar la espada contra Ya-sabes-quien? ¿O contra el mismo Snape?”
   “Bien, fuera lo que fuera lo que pensaran hacer con ella, Snape decidió que la espada no estaba a salvo donde estaba.” dijo Dirk. “Un par de d´ıas más tarde, me imagino que después de obtener el visto bueno de Ya-sabes-quien, la mando a Londres para que en cambio fuera guardada en Gringotts.”
   Los goblins comenzaron a re´ırse otra vez.
   “Todav´ıa no le encuentro la gracia” dijo Ted.
   “Es una falsificación.” graznó Griphook.
   “¡La espada de Gryffindor!”
   “Oh si. Es una copia... una excelente copia, verdaderamente... pero estaba hecha por magos. La original fue forjada hace siglos por goblins y ten´ıa ciertas propiedades que solo las armas hechas por goblins poseen. Donde quiera que esté la genuina espada de Gryffindor, no está en una bóveda del Banco de Gringotts.”
   “Ya veo.” dijo Ted. “Y asumo que no te molestaste en decirle esto a los Mort´ıfagos.”
   “No vi ninguna razón para molestarles con esa información.” dijo Griphook con mucha compostura, y ahora Ted y Dean se unieron a las risas que profer´ıan Gornuk y Dirk.
   Dentro de la tienda, Harry cerró los ojos, deseando que alguien hiciera la pregunta de la cual necesitaba la respuesta, y después de un minuto que parecieron diez, Dean le hizo el favor; después de todo (recordó Harry sintiendo una sacudida) también era ex-novio de Ginny.
   “¿Que ocurrió con Ginny y los demás? ¿Los que trataron de robarla?”
   “Oh, fueron castigados, y cruelmente.” dijo Griphook con indiferencia.
   “¿Pero aún as´ı se encuentran bien?” preguntó Ted velozmente. “Quiero decir, que los Weasley lo menos que necesitan es más hijos heridos ¿verdad?”
   “Por lo que se, no sufrieron heridas serias.” dijo Griphook.
   “Me alegro por ellos.” dijo Ted. “Con los antecedentes que tiene Snape supongo que deber´ıamos alegrarnos de que aún sigan con vida.”
   “¿Entonces, crees esa historia, verdad, Ted?” preguntó Dirk. “¿Crees que Snape mató a Dumbledore?”
   “Por supuesto que lo creo.” dijo Ted. “¿Te vas a quedar sentado all´ı diciéndome que crees que Potter tuvo algo que ver con ello?”
   “Es dif´ıcil saber en que creer en estos d´ıas.” murmuró Dirk.
   “Conozco a Harry Potter.” dijo Dean. “Y considero que el es el verdadero... el Elegido, o lo que sea que quieran llamarlo.”
   “Si, hay muchos a los que les gustar´ıa poder creer eso, hijo” dijo Dirk, “yo incluido.
   Pero ¿Dónde está? Por lo que parece, huyó por su vida. Se podr´ıa pensar que si supiera algo que nosotros no sabemos, o tuviera algo especial dentro de si, estar´ıa all´ı fuera ahora, CAPÍTULO 15. LA VENGANZA DE LOS DUENDES
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   peleando, oponiendo resistencia, en vez de esconderse. Y sabes, el Profeta presentó un caso bastante bueno contra él...”
   “¿El Profeta?” se burló Ted. “Mereces que te mientan si aún continuas leyendo esa porquer´ıa, Dirk. Si quieres los hechos, prueba con el Quibbler.”
   Hubo una súbita explosión de sofocos y arcadas además de gran cantidad de golpes.
   Por el ruido que hac´ıan, Dirk se hab´ıa tragado una espina de pescado. Al final balbuceó.
   “¿El Quibbler? ¿Ese fanc´ın lunático de Xeno Lovegood?”
   “No está tan lunático estos d´ıas.” dijo Ted. “Deber´ıas echarle una ojeada. Xeno esta imprimiendo todas las cosas que el Profeta está ignorando, ni una sola mención acerca de Snorkacks de Cuernos Rugosos en el último ejemplar. Lo que me preocupa es cuanto tiempo más lo dejarán salirse con la suya, no lo sé. Pero Xeno dice, en la primera página de cada publicación, que todo brujo que esté en contra de Ya-sabes-quien deber´ıa tener como primera prioridad el ayudar a Harry Potter.”
   “Es dif´ıcil ayudar a un muchacho que ha desaparecido de la faz de la tierra” dijo Dirk.
   “Escucha, el hecho de que aún no lo hayan atrapado es un tremendo logro” dijo Ted.
   “Gustosamente aceptar´ıa sus consejos; es lo que estamos tratando de hacer, permanecer libres, ¿verdad?”
   “Si, bueno, ah´ı tienes razón” dijo Dirk lentamente. “Con todo el Ministerio y todos sus informantes buscándolo yo habr´ıa supuesto que a estas alturas ya lo habr´ıan atrapado.
   Considerándolo, ¿quien nos asegura que no lo hayan capturado y matado sin haberlo difundido?”
   “Ah, no digas eso, Dirk.” murmuró Ted.
   Hubo una larga pausa ocupada con otro alboroto de cuchillos y tenedores. Cuando volvieron a hablar fue para discutir si deber´ıan dormir en la orilla o refugiarse en la ladera arbolada. Decidiendo que los árboles les dar´ıan una mejor cobertura, extinguieron el fuego, y luego treparon nuevamente la pendiente, las voces perdiéndose en la distancia.
   Harry, Ron y Hermione enrollaron los O´ıdos Extensibles. Harry, que durante todo el tiempo que estuvieron escuchando a escondidas, hab´ıa encontrado cada vez mas dif´ıcil permanecer en silencio, ahora fue incapaz de decir nada más que:
   “Ginny... la espada...”
   “Lo sé.” dijo Hermione.
   Se abalanzó sobre el peque˜no bolso bordado, esta vez hundiendo el brazo dentro de él justo hasta la axila.
   “Aqu´ı... lo... tengo...” dijo con los dientes apretados, y tiró de algo que evidentemente estaba en el fondo del bolso.
   Paulatinamente, pudo verse el borde de un recargado marco de cuadro. Harry se apresuró a ayudarla. Mientras levantaban el vac´ıo retrato de Phineas Nigellus para sacarlo del bolso, lo mantuvo apuntado con la varita, lista para conjurar un hechizo en cualquier momento.
   “Si alguien cambió la verdadera espada por la falsa mientras estaba en la oficina de Dumbledore” jadeó, mientras apoyaban la pintura contra un lado de la tienda, “¡Phineas Nigellus deber´ıa haber sido testigo, esta colgado justo al lado de la vitrina!
   “A menos que estuviera durmiendo” dijo Harry, pero aún as´ı contuvo el aliento mientras Hermione se arrodillaba frente al vac´ıo lienzo, con la varita apuntada hacia el centro.
 
   CAPÍTULO 15. LA VENGANZA DE LOS DUENDES
   172
   Se aclaró la garganta y luego dijo: “Er... ¿Phineas? ¿Phineas Nigellus?”
   Nada ocurrió.
   “¿Phineas Nigellus?” dijo Hermione otra vez. “¿Profesor Black? Por favor... ¿Podemos hablar con usted? ¿Por favor?”
   “Decir por favor siempre ayuda.” dijo una fr´ıa y sarcástica voz, y Phineas Nigellus se deslizó dentro de su retrato. Al instante, Hermione gritó: “¡Obscuro! ”
   Una venda negra apareció sobre los inteligentes ojos oscuros de Phineas Nigellus, provocando que se golpeara contra el marco y gritara de dolor.
   “¿Qué... cómo te atreves... quién eres?”
   “Lo siento mucho, Profesor Black,” dijo Hermione. “¡Pero es una precaución necesaria!”
   “¡Remueve este tonto aditamento enseguida! ¡Qu´ıtalo, te he dicho! ¡Estás arruinando una gran obra de arte! ¿Dónde estoy? ¿Qué está ocurriendo?”
   “No importa donde estamos.” dijo Harry, y Phineas Nigellus se congeló, abandonando los intentos de quitarse la venda pintada que le cubr´ıa el rostro.”
   “¿Será posible que esa sea la voz del huidizo Mr. Potter?”
   “Tal vez.” dijo Harry, sabiendo que esto mantendr´ıa a Phineas Nigellus interesado.
   “Tenemos un par de preguntas que hacerle... acerca de la espada de Gryffindor.”
   “Ah” dijo Phineas Nigellus, ahora volviendo la cabeza de un lado a otro en un esfuerzo por tratar de obtener un vistazo de Harry. “Si. Esa tonta chica actuó muy imprudente-mente...”
   “No hable as´ı de mi hermana.” dijo Ron bruscamente. Phineas Nigellus enarcó las cejas de forma arrogante.
   “¿Quién más está ah´ı?” preguntó, girando la cabeza de lado a lado. “¡Tu tono me desagrada! La muchacha y sus amigos fueron extremadamente temerarios. ¡Robarle al Director!”
   “No estaban robando.” dijo Harry. “La espada no es de Snape.”
   “Pertenece al colegio del Profesor Snape.” dijo Phineas Nigellus. “¿Qué derecho tiene exactamente la joven Weasley sobre ella? ¡Se merec´ıa el castigo, tanto como el idiota de Longbottom y la rareza de Lovegood!”
   “¡Neville no es un idiota y Luna no es una rareza!” dijo Hermione.
   “¿Dónde estoy?” repitió Phineas Nigellus, empezando nuevamente a forcejear con la venda. “¿Dónde me habéis tra´ıdo? ¿Por qué me habéis sacado de la casa de mis ancestros?”
   “¡En este momento eso no es importante! ¿Cómo castigó Snape a Ginny, Neville y Luna?” preguntó Harry con apremio.
   “El Profesor Snape los mandó al Bosque Prohibido, a hacer algún trabajo para el idiota de Hagrid.”
   “¡Hagrid no es un idiota!” dijo Hermione estridentemente.
   “Y seguro que Snape pensó que eso era un castigo” dijo Harry. “Pero Ginny, Neville y Luna probablemente pasaron un rato agradable con Hagrid. El Bosque Prohibido... han pasado por cosas mucho peores que el Bosque Prohibido, ¡vaya cosa!”
   Se sintió aliviado; se hab´ıa estado imaginando horrores, la maldición Cruciatus, como poco.
 
   CAPÍTULO 15. LA VENGANZA DE LOS DUENDES
   173
   “Lo que realmente quer´ıamos saber, Profesor Black, es si ¿alguien más, um, por alguna razón, ha sacado la espada? ¿Tal vez se la llevaron para limpiarla o... o algo?”
   Phineas Nigellus hizo una pausa en los forcejeos con que intentaba liberarse los ojos y se rió disimuladamente.
   “Nacidos de muggles” dijo. “Las armas de hechura Goblin no necesitan limpieza, ingenua ni˜na. La plata Goblin repele el polvo mundano, absorbiendo solamente aquello que la fortalece.”
   “No llame ingenua a Hermione.” dijo Harry.
   “Me estoy cansando de que me contradigais.” dijo Phineas Nigellus. “¿Tal vez sea hora de que regrese a la oficina del Director?”
   Aún vendado, comenzó a andar a tientas por el borde del marco, tratando de tantear su camino fuera de esta pintura y de regreso a la que estaba en Hogwarts. Harry tuvo una súbita inspiración.
   “¡Dumbledore! ¿Puede traernos a Dumbledore?”
   “¿Perdón?” preguntó Phineas Nigellus.
   “El retrato del Profesor Dumbledore... no podr´ıa traerlo con usted, aqu´ı, a su propio retrato.”
   Phineas Nigellus volvió el rostro en dirección a la voz de Harry.
   “Evidentemente no solamente los nacidos de muggles son ignorantes, Potter. Los retratos de Hogwarts pueden comunicarse entre ellos, pero no pueden viajar fuera del castillo excepto para visitar pinturas de si mismos colgadas en otros lugares. Dumbledore no puede venir conmigo aqu´ı, y después del tratamiento que he recibido en vuestras manos. ¡Os aseguro que no regresaré a visitaros!”
   Ligeramente cabizbajo, Harry observó como Phineas redoblaba sus esfuerzos para dejar el marco.
   “Profesor Black” dijo Hermione, “¿No podr´ıa decirnos, por favor, cuando fue la última vez que la espada fue sacada de la vitrina? ¿Me refiero a antes de que Ginny la tomara?”
   Phineas bufó impacientemente.
   “Creo que la última vez que vi la espada de Gryffindor fuera de la vitrina fue cuando el Profesor Dumbledore la usó para abrir un anillo de un golpe.”
   Hermione se giro vivamente para mirar a Harry. Ninguno de ellos se atrev´ıa a decir nada más delante de Phineas Nigellus, que al fin se las hab´ıa arreglado para encontrar la salida.
   “Bien, buenas noches tengan ustedes.” dijo algo gru˜nón, y empezó a apartarse de la vista otra vez. Solo el borde de su sombrero de ala quedaba a la vista cuando Harry dio un inesperado grito.
   “¡Espere! ¿Le contó a Snape que hab´ıa visto eso?”
   Phineas Nigellus metió la vendada cabeza nuevamente dentro del cuadro.
   “El Profesor Snape tiene cosas más importantes en su mente que las muchas excentri-cidades de Albus Dumbledore. ¡Adiós, Potter!”
   Y diciendo esto, se desvaneció por completo, dejando detrás de él nada más que el sombr´ıo telón de fondo.
 
   CAPÍTULO 15. LA VENGANZA DE LOS DUENDES
   174
   “¡Harry!” gritó Hermione.
   “¡Lo sé!” gritó Harry. Incapaz de contenerse a si mismo, dio un pu˜netazo al aire; era más de lo que se hab´ıa atrevido a esperar. Caminó a zancadas por la tienda, de arriba abajo, sintiendo que podr´ıa correr una milla entera; Ya ni siquiera ten´ıa hambre.
   Hermione comprim´ıa el retrato de Phineas Nigellus metiéndolo nuevamente dentro del bolso bordado; cuando hubo cerrado el cierre tiró el bolso de vuelta a un lado y levanto la cara brillante hacia Harry.
   “¡La espada puede destruir Horcruxes! Las hojas fabricadas por los Goblins absorben solo aquello que las fortalece... ¡Harry esa espada esta impregnada con veneno de basilisco!”
   “Y Dumbledore no me la entregó antes porque aún la necesitaba, quer´ıa usarla en el Relicario...”
   “...y debe de haberse percatado que no te dejar´ıan tenerla si te la dejaba en su testamento...”
   “... Por lo que hizo una réplica...”
   “... Y puso una falsificación en la vitrina...”
   “... Y dejó la verdadera... ¿Dónde?”
   Se miraron uno al otro; Harry sent´ıa que la respuesta estaba colgando invisible en el aire que hab´ıa sobre ellos, tentadoramente cerca. ¿Por qué no se lo hab´ıa dicho Dumbledore?
   ¿O, de hecho, se lo dijo a Harry, pero Harry no se dio cuenta en ese momento?
   “¡Piensa!” susurró Hermione. “¡Piensa! ¿Donde podr´ıa haberla dejado?”
   “No en Hogwarts.” dijo Harry, reanudando su paseo.
   “¿En algún lugar de Hogsmeade?” sugirió Hermione.
   “¿En la Casa de los Gritos?” dijo Harry. “Nunca va nadie por all´ı.”
   “Pero Snape sabe como llegar all´ı, ¿No ser´ıa eso un poco arriesgado?”
   “Dumbledore confiaba en Snape.” le recordó Harry.
   “No lo suficiente como para decirle que hab´ıa intercambiado las espadas.” dijo Hermione.
   “¡Si, tienes razón!” dijo Harry, y se sintió incluso más alegre ante el pensamiento de que Dumbledore hab´ıa tenido ciertas reservas, aunque fueran leves, sobre la honradez de Snape. “Por lo que habrá escondido la espada bien lejos de Hogsmeade ¿Qué supones tú, Ron? ¿Ron?”
   Harry miro a su alrededor. Por un desconcertante momento pensó que Ron hab´ıa dejado la tienda, luego se dio cuenta que Ron estaba tendido en una litera envuelto en las sombras, inmovil.
   “Oh, os habéis acordado de mi, ¿eh?” dijo.
   “¿Qué?”
   Ron bufó con la vista fija en la parte de abajo de la litera superior.
   “Proseguid. No dejeis que os estropee la diversión.”
   Perplejo, Harry miró a Hermione en busca de ayuda, pero ella negó con la cabeza, aparentemente tan confusa como él.
   “¿Cuál es el problema?” preguntó Harry.
 
   CAPÍTULO 15. LA VENGANZA DE LOS DUENDES
   175
   “¿Problema? No hay ningún problema.” dijo Ron aún rehusando mirar a Harry. “No en lo que a ti respecta, de cualquier forma.”
   Se escucharon varios golpes sordos en la lona sobre sus cabezas. Hab´ıa empezado a llover.
   “Bueno, evidentemente tienes un problema.” dijo Harry. “Escúpelo, ¿quieres?”
   Ron balanceó las largas piernas fuera de la cama y se sentó. Se le ve´ıa sórdido, no parec´ıa él mismo.
   “Esta bien, lo escupiré. No esperes que salte arriba y abajo por toda la tienda porque hay otra condenada cosa que debemos encontrar. A˜nádela a la lista de cosas que no sabes.”
   “¿Qué no sé?” repitió Harry. “¿Qué no sé?”
   Plunk, plunk, plunk. La lluvia ca´ıa cada vez más fuerte y pesada; produciendo leves ruidos en la capa de hojas esparcidas alrededor de ellos y chapoteando en el r´ıo a través de la oscuridad. El temor apagó el júbilo de Harry. Ron estaba diciendo exactamente lo que hab´ıa sospechado y temido que estuviera pensando.
   “No es como si estuviera pasando el mejor momento de mi vida aqu´ı,” dijo Ron.
   “Sabes, con el brazo estropeado y nada que comer y congelándome el trasero todas las noches. Solo ten´ıa la esperanza, sabes, de que después de haber estado dando vueltas durante semanas, hubiéramos logrado algo.”
   “Ron” dijo Hermione, pero con una voz tan baja que Ron pod´ıa pretender no haberla o´ıdo sobre el ruidoso tamborileo de la lluvia que ahora golpeaba la tienda.
   “Cre´ı que sab´ıas para lo que te hab´ıas ofrecido voluntario.” dijo Harry.
   “Si, yo también cre´ıa saberlo.”
   “Entonces ¿Qué parte de ello no esta colmando tus expectativas?” preguntó Harry. El enfado ven´ıa en su auxilio ahora. “¿Cre´ıas que nos alojar´ıamos en hoteles cinco estrellas?
   ¿Qué encontrar´ıamos un Horcrux cada dos por tres? ¿Pensabas que volver´ıas con tu mami para navidad?”
   “¡Pensamos que sab´ıas lo que estabas haciendo!” grito Ron, poniéndose de pie, y sus palabras traspasaron a Harry como cuchillos ardientes. “¡Pensamos que Dumbledore te hab´ıa dicho qué hacer, pensamos que ten´ıas un verdadero plan!”
   “¡Ron!” dijo Hermione, esta vez de forma claramente audible sobre la lluvia que retumbaba contra el techo de la tienda, pero otra vez la ignoró.
   “Bueno siento haberte desilusionado.” dijo Harry, su voz lo bastante serena aunque se sent´ıa vac´ıo, inadecuado. “Fui honesto contigo desde el principio. Te dije todo lo que Dumbledore me hab´ıa dicho. Y en caso que no te hayas dado cuenta, encontramos un Horcrux...”
   “Si, y estamos casi tan cerca de librarnos de él como lo estamos de encontrar el resto de ellos... ¡En otras palabras, para nada cercanos, maldición!”
   “Qu´ıtate el relicario, Ron.” dijo Hermione, su voz inusualmente alta. “Por favor qu´ıta-telo. No estar´ıas hablando de esa forma si no hubieras estado usándolo todo el d´ıa.”
   “Si, lo har´ıa.” dijo Harry, que no quer´ıa que le buscaran excusas a la actuación de Ron. “¿En serio creeis que no he adivinado que pensabais estas cosas?”
   “Harry, nosotros no estábamos...”
   “¡No mientas!” le lanzó Ron. “Tu también lo dijiste, dijiste que estabas desilusionada, CAPÍTULO 15. LA VENGANZA DE LOS DUENDES
   176
   dijiste que hab´ıas cre´ıdo que ten´ıa algo más en lo que apoyarse, además de...”
   “No lo dije de esa forma, Harry, ¡No lo hice!” lloró.
   La lluvia aporreaba la tienda, por el rostro de Hermione ca´ıan las lágrimas, y la emoción que hab´ıa sentido hac´ıa unos minutos se desvaneció como si nunca la hubiera experimentado, un fuego artificial de corta vida que hab´ıa brillado y muerto, dejándolo todo oscuro, mojado y fr´ıo. La espada de Gryffindor estaba escondida y no sab´ıan dónde, y eran tres adolescentes en una tienda cuya única haza˜na hasta el momento consist´ıa en no estar muertos, aún.
   “¿Entonces por qué estáis aqu´ı aún?” le preguntó Harry a Ron.
   “Que me registren.”
   “Iros a casa, entonces.” dijo Harry.
   “¡Si, tal vez lo haga!” gritó Ron, y dio varios pasos hacia Harry, que no se echó para atrás. “¿No escuchaste lo que dijeron de mi hermana? Pero no das un pedo de gato, no.
   Es solo el Bosque Prohibido. Ha-enfrentado-cosas-peores, a Harry Potter no le importa lo que le pase a ella all´ı... bueno a mi si, entiendes, ara˜nas gigantes y juegos de mente...”
   “Lo que quise decir... es que estaba con los demás, estaban con Hagrid...”.
   “Si, lo entiendo, ¡No te importa! Y que hay acerca del resto de mi familia, ...los Weasley lo que menos que necesitan es más hijos heridos... ¿o´ıste eso?”
   “Si, yo...”
   “¿Sin embargo no te preocupó lo que quiso decir con eso?”
   “¡Ron!” dijo Hermione, forzando su camino para interponerse entre ellos. “No creo que signifique que haya pasado nada nuevo, nada de lo que no estemos enterados; piensa, Ron, Bill ya tiene una cicatriz, a esta altura mucha gente debe haber visto que George perdió una oreja, y se supone que tú estás en tu lecho de muerte con Spattergroit. Estoy segura que eso fue lo que quiso decir...”
   “Oh, estás segura, ¿verdad? Bueno, entonces, no me preocuparé por ellos. Para ti también está todo bien, ¿no es cierto? Con tus padres a salvo fuera del camino...”
   “¡Mis padres están muertos!” rugió Harry.
   “¡Y los m´ıos podr´ıan estar en el mismo camino!” gritó Ron.
   “Entonces ¡VETE!” rugió Harry. “Regresa con ellos, pretende que te recuperaste del Spattergroit y tu madre podrá alimentarte bien y...”
   Ron hizo un movimiento súbito. Harry reaccionó, pero antes de que cualquiera de las dos varitas estuviera fuera de los bolsillos de sus propietarios, Hermione hab´ıa levantado la suya.
   “¡Protego! ” gritó, y un escudo invisible se extendió entre ella y Harry de un lado y Ron del otro; todos ellos se vieron forzados a retroceder unos pocos pasos por la fuerza del hechizo, y Harry y Ron se miraban insistentemente a cada lado de la transparente barrera como si se vieran claramente uno al otro por primera vez. Harry sintió un odio corrosivo contra Ron. Algo se hab´ıa roto entre ellos.
   “Deja el Horcrux.” dijo Harry.
   Ron se pasó la cadena por sobre la cabeza y tiró el relicario sobre una silla cercana.
   Se giró hacia Hermione.
 
   CAPÍTULO 15. LA VENGANZA DE LOS DUENDES
   177
   “¿Que vas a hacer?”
   “¿A que te refieres?”
   “¿Te quedas, o qué?”
   “Yo...” se ve´ıa angustiada. “Si...si, me quedo. Ron, dijimos que ir´ıamos con Harry.
   Dijimos que lo ayudar´ıamos.”
   “Lo entiendo. Lo eliges a él.”
   “Ron, no... por favor... regresa, ¡Regresa!”
   Se vio obstruida por su propio encantamiento escudo; para cuando lo hubo levantado él ya hab´ıa salido rabiando hacia la noche. Harry permaneció inmóvil y en silencio, escuchándola sollozar y gritar el nombre de Ron entre los árboles.
   Después de unos pocos minutos regresó, el empapado cabello pegado contra la cara.
   “¡Se ha i-i-ido! ¡Se ha Desaparecido!”
   Se tiró sobre una silla, se encogió sobre s´ı misma, y empezó a llorar.
   Harry se sent´ıa aturdido. Se detuvo, levantó el Horcrux, y lo colocó alrededor de su cuello. Sacó las mantas de la litera de Ron y las tiró sobre Hermione. Luego trepó a su propia cama y miró al oscuro techo de lona, escuchando el repiqueteo de la lluvia.
 
   Cap´ıtulo 16
   El Valle de Godric
   Cuando Harry se despertó al d´ıa siguiente transcurrieron algunos segundos antes de que recordara lo que hab´ıa pasado. Luego esperó, infantilmente, que todo hubiera sido un sue˜no, que Ron aún estuviera ah´ı y nunca se hubiera ido. Pero al girar la cabeza sobre la almohada pudo ver la cama de Ron vac´ıa. Apartó los ojos sin expresión alguna.
   Harry bajó de un salto de su propia cama, manteniendo la vista apartada de la de Ron.
   Hermione, que ya estaba ocupada en la cocina, no le dio los buenos d´ıas, sino que desvió la mirada cuando él entró.
   Se ha ido, se dijo Harry a s´ı mismo. Se ha ido. Se tuvo que repetir lo mismo mientras se ba˜naba y se vest´ıa, como si repitiéndolo pudiera insensibilizarse de la conmoción. Se ha ido y no va a regresar. Y era la pura verdad, Harry lo sab´ıa, porque los encantamientos protectores har´ıan imposible que Ron, una vez dejaran este sitio, los encontrara otra vez.
   Él y Hermione tomaron el desayuno en silencio. Los ojos de Hermione estaban rojos e hinchados; parec´ıa que no hubiera dormido nada. Empacaron sus cosas, Hermione ha-ciéndolo demasiado despacio. Harry sab´ıa por qué quer´ıa alargar su estancia en la ladera del r´ıo; varias veces la vio con mirada vigilante, y estaba seguro de que se enga˜naba a s´ı misma pensando que hab´ıa escuchado pasos a través de la pesada lluvia, pero ninguna figura pelirroja apareció entre los árboles. Cada vez que Harry hac´ıa la imitaba, y miraba alrededor (no pod´ıa evitar tener un poco de esperanza, el también), no ve´ıa nada más que el bosque barrido por la lluvia, y una peque˜na porción de furia explotaba dentro de él. Pod´ıa escuchar a Ron diciendo, ’ ¡Pensábamos que sab´ıas lo que hac´ıas!’y terminó de empacar con un fuerte nudo en la boca del estómago.
   A su lado, el lodoso r´ıo estaba creciendo rápidamente y pronto se desbordar´ıa sobre su margen. Se hab´ıan retrasado una hora larga sobre el momento en que hubieran levantado el campamento en condiciones normales. Al final, después de rehacer tres veces completas el equipaje en el bolso bordado, Hermione parec´ıa incapaz de encontrar más razones para retrasarse: ella y Harry se cogieron de la mano y se Desaparecieron, reapareciendo sobre una ventosa ladera cubierta de brezos.
   En el instante que llegaron, Hermione soltó la mano de Harry y se alejó de él, sentándose finalmente sobre una gran roca, su cara sobre las rodillas, sacudiéndose con lo que él sab´ıa eran sollozos. La observó, sabiendo que deber´ıa ir a consolarla, pero algo lo manten´ıa atado a donde estaba. Sent´ıa su interior fr´ıo y encogido: nuevamente vio la expresión desde˜nosa en la cara de Ron. Harry echó a andar a grandes zancadas a través de los brezos, caminando en un gran c´ırculo con centro en la desconsolada Hermione, conjurando los hechizos que sol´ıa hacer ella para garantizar su seguridad.
   No hablaron de Ron en el transcurso de los siguientes d´ıas. Harry hab´ıa decidido no 178
 
   CAPÍTULO 16. EL VALLE DE GODRIC
   179
   volver a mencionar su nombre, y Hermione parec´ıa saber que ser´ıa inútil forzar el tema, aunque a veces, por las noches, cuando ella pensaba que estaba dormido, pod´ıa escuchar-la llorar. Mientras tanto, Harry hab´ıa comenzado a sacar el Mapa del Merodeador y a examinarlo a la luz de su varita. Estaba esperando el momento en el que el punto etiquetado con el nombre de Ron pudiera aparecer en los corredores de Hogwarts, probando que hab´ıa regresado a la comodidad del castillo, protegido por su estatus de sangre pura.
   Sin embargo, Ron no apareció en el mapa, y con el tiempo, Harry se encontró sacándolo solamente para observar el nombre de Ginny en el dormitorio de las ni˜nas, deseando que la intensidad con la que lo miraba pudiera entrar en su sue˜no, de manera que ella supiera de una u otra forma que él estaba pensando en ella, deseando que estuviera bien.
   Por el d´ıa, se dedicaban a tratar de determinar los posibles lugares donde pudiera estar la espada de Gryffindor, pero cuanto más hablaban de los sitios en los que Dumbledore pudiera haberla escondido, su especulación se volv´ıa más desesperada y menos atractiva.
   Aunque se devanó los sesos todo lo que pudo, Harry no pod´ıa recordar que Dumbledore hubiera mencionado alguna vez un lugar donde pudiera esconder algo. Hubo momentos en que no supo si estaba más enojado con Ron o con Dumbledore. Pensábamos que sab´ıas lo que hac´ıas... Pensábamos que Dumbledore te hab´ıa dicho qué hacer... ¡Pensábamos que ten´ıas un plan de verdad!
   No pod´ıa enga˜narse: Ron estaba en lo cierto. Dumbledore no le hab´ıa dejado virtualmente nada. Hab´ıan descubierto un Horrocrux, pero no ten´ıan medios para destruirlo.
   Los otros segu´ıan siendo tan inalcanzables como lo hab´ıan sido siempre. La desesperanza amenazaba con hundirlo. Ahora titubeaba pensando en su presunción al aceptar la oferta de sus amigos de acompa˜narlo en este viaje errante y sin sentido. No sab´ıa nada, no ten´ıa ideas, y estaba constante y dolorosamente alerta a cualquier signo de que Hermione también fuera a decirle que ya hab´ıa tenido suficiente, que se iba.
   Pasaban muchas noches en casi total silencio, y Hermione empezó a sacar el retrato de Phineas Nigellus y a colocarlo en una silla, como si fuera a llenar parte del vac´ıo que Ron dejó con su partida. A pesar de su previa advertencia de que no los visitar´ıa más, Phineas Nigellus no parec´ıa capaz de resistir la oportunidad de saber más acerca de lo que Harry planeaba, y consent´ıa en reaparecer, con los ojos vendados, cada pocos d´ıas. Harry incluso se alegraba de verlo, porque era compa˜n´ıa, aunque fuera de un tipo despreciativo y se burlara de ellos. Saciaron su ansia de noticias acerca de lo que estaba pasando en Hogwarts, aunque Phineas Nigellus no era un informante ideal. Veneraba a Snape, el primer director de Slytherin desde que él hab´ıa dirigido la escuela, y ten´ıan que tener cuidado de no criticar o hacer preguntas impertinentes sobre Snape, o Phineas Nigellus abandonaba el retrato instantáneamente.
   Sin embargo, dejó caer ciertos fragmentos. Snape parec´ıa estar enfrentando un constante aunque débil mot´ın de un amplio grupo de estudiantes. A Ginny se le hab´ıa prohibido ir a Hogsmeade. Snape hab´ıa retomado el viejo decreto de Umbridge prohibiendo reuniones de tres o más estudiantes o la creación de cualquier sociedad estudiantil no oficial.
   De todas estas cosas, Harry dedujo que Ginny, y probablemente Neville y Luna con ella, estaban haciendo todo lo que pod´ıan para continuar con el Ejército de Dumbledore.
   Estas escasas noticias hicieron que Harry deseara ver a Ginny tan desesperadamente como cuando deseas que se te cure pronto un dolor de estómago; pero también le hizo pensar en Ron otra vez, y en Dumbledore, y en el mismo Hogwarts, que hab´ıa extra˜nado casi tanto como a su ex-novia. De hecho, mientras que Phineas Nigellus hablaba acerca de las medidas de Snape, Harry experimentó un peque˜no segundo de locura al imaginarse simplemente regresando a la escuela para unirse a la desestabilización del régimen de Snape: estando bien alimentado, y con una cómoda cama, y otras personas haciéndose cargo de CAPÍTULO 16. EL VALLE DE GODRIC
   180
   todo; parec´ıa la más maravillosa propuesta del mundo en ese momento. Pero luego recordó que era el Indeseable Número Uno, que hab´ıa un precio de diez mil galeones sobre su cabeza, y que estar en Hogwarts en esos d´ıas era tan peligroso como estar en el Ministerio de Magia. Sin darse cuenta, Phineas Nigellus enfatizaba este hecho al dejar caer preguntas casuales acerca de dónde estaban Harry y Hermione. Cada vez que lo hac´ıa, Hermione lo envolv´ıa nuevamente en la bolsa de cuentas, y Phineas Nigellus invariablemente rehusaba reaparecer hasta varios d´ıas después de esas despedidas tan poco ceremoniosas.
   El clima se volvió más y más fr´ıo. No se atrev´ıan a permanecer en un lugar demasiado tiempo, aunque permanec´ıan en el sur de Inglaterra, que era una dura región. El fr´ıo era la peor de sus preocupaciones, as´ı que continuaron errando arriba y debajo de la región, desafiando la falda de una monta˜na, donde el aguanieve aporreó la tienda; una amplia y plana ciénaga, donde la tienda se inundó con agua fr´ıa; y una peque˜na isla en medio de un lago, donde la nieve cubrió la tienda hasta la mitad durante la noche.
   Hab´ıan comenzado a colocar árboles de Navidad con luces parpadeantes en algunas ventanas del salón antes de que llegara la noche, cuando Harry decidió sugerir, de nuevo, lo que le parec´ıa la única ruta sin explorar que les quedaba. Acababan de terminar una inusual merienda: Hermione hab´ıa ido al supermercado bajo la Capa de Invisibilidad (dejando escrupulosamente el dinero dentro de una caja registradora abierta antes irse), y Harry pensó que podr´ıa estar más persuadible de lo normal con el estómago lleno, gracias a los espagueti bolo˜nesa y a las peras enlatadas. También hab´ıa tenido la previsión de sugerir que tomaran algunas horas de descanso de llevar el Horrocrux, que estaba colgando sobre la cama a su lado.
   “¿Hermione?”
   “¿Mmm?” Estaba acurrucada en un de los sillones combados con Las Aventuras de Beedle el Bardo. No pod´ıa imaginar cuanto tiempo más iba a estar pegada al libro, que no fue, después de todo, demasiado; pero evidentemente aún estaba descifrando algo en él, porque El silabario del Hechicero permanec´ıa abierto en un brazo del sillón.
   Harry se aclaró la garganta. Se sent´ıa exactamente como en aquella ocasión, algunos a˜nos atrás, cuando tuvo que preguntarle a la Profesora McGonagall si pod´ıa ir a Hogsmeade de todas formas, a pesar del hecho de no haber persuadido a los Dursley de firmar su permiso.
   “Hermione, he estado pensando, y...”
   “Harry, ¿podr´ıas ayudarme con algo?”
   No parec´ıa haberle escuchado. Se inclinó frente a él y le extendió Las Aventuras de Beedle el Bardo.
   “Mira este s´ımbolo” dijo, apuntando al encabezado de la página. Sobre lo que Harry supon´ıa que era el t´ıtulo de la historia (siendo incapaz de leer runas, no pod´ıa estar seguro), hab´ıa el dibujo de lo que parec´ıa un ojo triangular, su pupila cruzada con una l´ınea vertical.
   “No he estudiado Runas Antiguas, Hermione.”
   “Ya lo sé, pero esto no es una runa y tampoco está en el silabario. Todo este tiempo pensaba que era el dibujo de un ojo, ¡pero ya no creo que lo sea! Fue dibujado con tinta, mira, alguien lo pintó ah´ı, no es realmente parte del libro. Piensa, ¿has visto esto antes?”
   “No... No, espera un momento.” Harry lo miró más de cerca. “¿No es el mismo s´ımbolo que el padre de Luna llevaba colgado del cuello?”
 
   CAPÍTULO 16. EL VALLE DE GODRIC
   181
   “Bien, eso mismo pensé”
   “Entonces es la marca de Grindelwald”
   Ella lo miró fijamente, con la boca abierta.
   “¿Qué?”
   “Krum me dijo..”.
   Le recontó la historia que Viktor Krum le hab´ıa contado en la boda. Hermione lo miraba anonadada.
   “¿La marca de Grindelwald?”
   Miró a Harry y luego al extra˜no s´ımbolo otra vez.
   “Nunca he o´ıdo que Grindelwald tuviera una marca. No se menciona en nada de lo que he le´ıdo de él.”
   “Bueno, como te dije, Krum cree que ese s´ımbolo fue tallado en una pared de Durmstrang, y que Grindelwald lo puso ah´ı.”
   Ella se dejó caer en el viejo sillón, con el ce˜no fruncido.
   “Es muy extra˜no. Si es un s´ımbolo de Magia Oscura, ¿que está haciendo en un libro de historias para ni˜nos?”
   “Si, es raro” dijo Harry. “Y se supone que Scrimgeour deber´ıa haberlo reconocido. Él era Ministro, tendr´ıa que haber sido un experto en artes oscuras.”
   “Lo se... Tal vez pensó que era un ojo, como yo. Las otras historias también tienen peque˜nas imágenes sobre los t´ıtulos.”
   No dijo nada más, pero continuó estudiando detenidamente la extra˜na marca. Harry lo intentó otra vez.
   “¿Hermione?”
   “¿Mmm?”
   “He estado pensando. Quiero... quiero ir al Valle de Godric.”
   Ella lo miró, pero sus ojos estaban desenfocados, y él estaba seguro de que estaba pensando todav´ıa en la misteriosa marca del libro.
   “S´ı” dijo ella. “S´ı, yo también he estado pensando en eso. Realmente pienso que tenemos que ir.”
   “¿Me has escuchado bien?” preguntó él.
   “Por supuesto que s´ı. Quieres ir al Valle de Godric. Estoy de acuerdo, creo que deber´ıamos ir. Quiero decir, no se me ocurre otro lugar donde pueda estar. Será peligroso, pero mientras más lo pienso, más probable me parece que esté ah´ı.”
   “Eh... ¿Qué es lo qué está ah´ı?” preguntó Harry.
   En ese momento, ella lo miró tan desconcertada como lo estaba él.
   “Pues, ¡la espada, Harry! Dumbledore ten´ıa que saber que tu querr´ıas regresar ah´ı, y quiero decir, el Valle de Godric es el lugar de nacimiento de Godric Gryffindor”
   “¿En serio? ¿Gryffindor es del Valle de Godric?”
   “Harry, ¿has abierto alguna vez Historia de la Magia?”
   “Eh” dijo, sonriendo por primera vez en meses, por lo que notaba: los músculos de su CAPÍTULO 16. EL VALLE DE GODRIC
   182
   rostro estaban raramente tiesos. “S´ı lo abr´ı, sabes, cuando lo compré... sólo una vez...”
   “Bueno, si el pueblo tiene ese nombre en su honor, creo que podr´ıas haber pensado en hacer la conexión” dijo Hermione. Sonaba más como la vieja Hermione que como la nueva; Harry casi esperaba que anunciara que se iba a la biblioteca.
   “Hay algo sobre el pueblo en Historia de la Magia, espera...”
   Abrió la bolsa de cuentas y revolvió en su interior durante un rato, extrayendo finalmente la copia del viejo libro de texto, Historia de la Magia por Bathidla Bagshot, el cual hojeó hasta encontrar la página que quer´ıa.
   ’Después de la firma del Estatuto Internacional del Secreto en 1689, los magos tuvieron que esconderse por su propio bien. Era frecuente, quizás, que formaran sus propias peque˜nas comunidades dentro de una comunidad más grande. Muchos pueblos peque˜nos y aldehuelas atrajeron a algunas familias mágicas, que permanecieron juntas para apoyarse mutuamente y como protección. Los pueblos de Tinworth en Cornwall, Upper Flagely en Yorkshire, y Ottery St. Catchpole en la costa sur de Inglaterra fueron hogares notables para corrillos de familias mágicas que viv´ıan junto con muggles tolerantes y a veces Confundidos. El más célebre de estos lugares de residencia medio-mágicos, es quizás, el Valle de Godric, el pueblo del oeste del pa´ıs donde nació el gran mago Godric Gryffindor, y donde Bowman Wright, herrero mágico, forjó la primera snitch dorada. El cementerio está lleno de nombres de antiguas familias mágicas, y sus relatos son, sin duda alguna, historias de embrujos que han acechado la peque˜na iglesia local durante muchos siglos.’
   “No os menciona ni a t´ı ni a tus padres” dijo Hermione, cerrando el libro, “porque la profesora Bagshot no cubre nada posterior a finales del siglo diecinueve. ¿Pero lo ves? El Valle de Godric, Godric Gryffindor, la espada de Gryffindor; ¿no crees que Dumbledore deb´ıa esperar que hicieras la conexión?”
   “Oh s´ı...”
   Harry no quiso admitir que no hab´ıa pensando en la espada en absoluto cuando sugirió ir al Valle de Godric. Para él, el atractivo del pueblo estaba en la tumba de sus padres, la casa donde escapó de la muerte, y en la persona de Bathidla Bagshot.
   “¿Recuerdas lo que dijo Muriel?” le preguntó casualmente.
   “¿Quién?”
   “Ya sabes” vaciló: no quer´ıa decir el nombre de Ron. “La t´ıa abuela de Ginny. En la boda. La que dijo que ten´ıas tobillos flacos.”
   “Ah” dijo Hermione. Fue un momento dif´ıcil: Harry supo que hab´ıa notado la omisión del nombre de Ron. Dijo apresuradamente: “Dijo que Bathilda Bagshot aún vive en el Valle de Godric.”
   “Bathilda Bagshot” murmuró Hermione, pasando su dedo ´ındice sobre el nombre en relieve de Bathidla en la portada de Historia de la Magia. “Bueno, supongo...”
   Jadeó tan fuerte que Harry sintió que se le revolv´ıan las entra˜nas; sacó su varita, mirando hacia la entrada, casi esperando ver una mano intentando atravesar la solapa de la entrada, pero no hab´ıa nada.
   “¿Qué pasa?” dijo, medio enojado, medio aliviado. ”¿Por qué hiciste eso? Pensé que hab´ıas visto, como m´ınimo, un Mort´ıfago bajando la cremallera de la tienda...”
   “Harry, ¿y si Bathidla tiene la espada? ¿y si Dumbledore se la confió?”
   Harry consideró la posibilidad. Bathidla deb´ıa ser una mujer muy vieja ahora, y de CAPÍTULO 16. EL VALLE DE GODRIC
   183
   acuerdo con Muriel, estaba un poco loca. ¿Era posible que Dumbledore hubiera escondido la espada de Gryffindor con ella? Si eso fuera cierto, a Harry le parec´ıa que Dumbledore se hab´ıa arriesgado demasiado: nunca hab´ıa revelado que hab´ıa reemplazado la espada por otra falsa, ni hab´ıa mencionado demasiado su amistad con Bathidla. Ahora, a pesar de todo, no era el momento de levantar dudas sobre la teor´ıa de Hermione, sobre todo cuando estaba, insperadamente, tan decidida a cumplir el deseo más a˜norado de Harry.
   “¡S´ı, tuvo que hacerlo! Entonces, ¿vamos al Valle de Godric?”
   “S´ı, pero tendremos que pensarlo cuidadosamente, Harry” Se sentó, y Harry pod´ıa apreciar que tener un plan en perspectiva hab´ıa levantado su ánimo tanto como el de él.
   “Para empezar vamos a tener que practicar Desaparecernos juntos bajo la Capa de Invisibilidad, y tal vez también ser´ıa sensato hacerlo con los hechizos desilusionadores, a menos de que pienses que deber´ıamos ir en una neblina espesa y usar Poción Multijugos.
   En ese caso necesitaremos conseguir cabello de alguien. De hecho creo que deber´ıamos hacer eso mejor, Harry, mientras más elaborado sea el disfraz mejor...”
   Harry la dejó hablar, asintiendo y mostrándose de acuerdo cada vez que hac´ıa una pausa, pero su mente hab´ıa abandonado la conversación. Por primera vez desde que hab´ıan descubierto que la espada en Grynffindor era falsa, se sent´ıa emocionado.
   Estaba a punto de volver a casa, a punto de regresar al lugar donde hab´ıa tenido una familia. Fue en el Valle de Godric donde, si no fuera por Voldemort, podr´ıa haber crecido y pasado cada una de sus vacaciones. Podr´ıa haber invitado amigos a su casa...
   hasta podr´ıa haber tenido hermanos y hermanas... hubiera sido su madre la que hiciera su pastel de su cumplea˜nos número diecisiete. La vida que hab´ıa perdido dif´ıcilmente pod´ıa parecerse la real que viv´ıa en ese momento, cuando sab´ıa que estaba a punto de ver el lugar donde se la hab´ıan arrebatado. Después de que Hermione se hubiera ido a la cama esa noche, Harry sacó cuidadosamente su mochila de la bolsa de cuentas de Hermione, y de ésta, sacó el álbum de fotograf´ıas que Hagrid le hab´ıa dado hac´ıa mucho tiempo.
   Por primera vez en muchos meses, examinó las viejas fotos de sus padres, sonriéndole y saludándolo desde las imágenes, que era lo único que ten´ıa de ellos.
   Harry hubiera partido hacia el Valle de Cedric al d´ıa siguiente con mucho gusto, pero Hermione ten´ıa otros planes. Convencida como estaba de que Voldemort pod´ıa esperar que Harry regresara al lugar en que sus padres murieron, estaba decidida a ir sólo después de que se hubieran asegurado de tener los mejores disfraces posibles. Pasó como una semana entera ... una vez que hubieron obtenido furtivamente cabellos de muggles inocentes haciendo las compras navide˜nas, y hubieron practicado Aparecerse y Desaparecerse juntos debajo de la Capa de Invisibilidad ... hasta que Hermione accedió a hacer el viaje.
   Se Aparecieron en el pueblo protegidos por la oscuridad, la tarde estaba ya avanzada cuando finalmente se bebieron la Poción Multijugos, Harry transformándose en un muggle calvo y de edad madura, Hermione en su peque˜na y bastante t´ımida esposa. Guardaron la bolsa de cuentas que conten´ıa todas sus posesiones (aparte del Horrocrux, el cual Harry llevaba colgado al cuello) dentro de uno de los bolsillos del abrigo abotonado de Hermione. Harry colocó la Capa de Invisibilidad sobre ellos, y se sumergieron bajo la sofocante oscuridad una vez más.
   Con el corazón latiendo en su garganta, Harry abrió los ojos. Estaban parados cogidos de la mano en un camino nevado bajo un cielo azul oscuro, en el que las primeras estrellas de la noche empezaban a brillar débilmente. Hab´ıa chalets a ambos lados del angosto camino, con decoraciones navide˜nas parpadeando en las ventanas. A poca distancia de ellos, el brillo de algunos faroles dorados indicaba el centro del pueblo.
 
   CAPÍTULO 16. EL VALLE DE GODRIC
   184
   “¡Toda esta nieve!” murmuró Hermione debajo de la capa. “¿Por qué nunca pensamos en la nieve? Después de todas las precauciones que tomamos, ¡vamos a dejar huellas!
   Tenemos que deshacernos de ellas ... tú ve delante, yo lo haré...”
   Harry no quer´ıa entrar al pueblo como un caballo de pantomima, tratando de permanecer inadvertidos mientras cubr´ıan su rastro mágicamente.
   “Vamos a quitarnos la capa” dijo Harry, y cuando vio la expresión espantada de Hermione dijo. “Oh, vamos, no parecemos nosotros y no hay nadie cerca.”
   Escondió la capa bajo su abrigo y continuaron sin ningún otro impedimento, el aire helado cortándoles la cara mientras pasaban más y más chalets: Alguno de ellos pudo haber sido en el que James y Lily alguna vez vivieron o en el que Bathilda viv´ıa ahora.
   Harry miraba las puertas principales, sus techos cargados de nieve, y sus porches, deseando poder recordar alguno de ellos, sabiendo en el fondo que eso era imposible, que ten´ıa menos de un a˜no cuando dejó este lugar para siempre. Ni siquiera estaba seguro de si podr´ıa ver el chalet después de todo; no sab´ıa lo que pasaba cuando todos los relacionados con un Encantamiento Fidelius mor´ıan. Entonces, la peque˜na vereda por donde caminaban se curvó a la izquierda hacia el corazón del pueblo, en donde apareció una peque˜na plaza.
   Acordonado en todo su alrededor con luces de colores, hab´ıa lo que parec´ıa como un monumento en su centro, en parte oscurecido por la sombra de un árbol de Navidad. Hab´ıa algunas tiendas, una oficina de correos, un bar, y una peque˜na iglesia cuyas vidrieras de colores lanzaban un resplandeciente brillo a través de la plaza.
   Aqu´ı la nieve ten´ıa otro efecto: Era dura y resbaladiza, como si la gente la hubiera estado pisoteando todo el d´ıa. Se cruzaron con algunos habitantes, sus figuras débilmente iluminadas por los faroles. Escucharon algunas risas y música pop en un momento en que la puerta del bar se abrió y se cerró; después escucharon el principio de un villancico dentro de la peque˜na iglesia.
   “¡Harry, creo que es Nochebuena!” dijo Hermione.
   “¿Si?”
   Hab´ıa perdido la cuenta de las fechas; no hab´ıan visto un periódico en semanas.
   “Estoy segura de que s´ı” dijo Hermione, con los ojos fijos en la iglesia. “Ellos... estarán dentro, ¿verdad? Tu padre y tu madre. Puedo ver el cementerio detrás.”
   Harry sintió un estremecimiento más allá de la emoción, más parecido al miedo. Ahora que estaba tan cerca, se preguntó qué era lo que quer´ıa ver después de todo. Quizás Hermione sab´ıa cómo se sent´ıa, porque le tomó la mano y dirigió el paso por primera vez, arrastrándolo con ella. Sin embargo, al cruzar la plaza, se pararon en seco.
   “¡Harry, mira!”
   Estaba apuntando a donde antes estaba un monumento a los ca´ıdos. Al dejarlo atrás, se hab´ıa transformado. En lugar de un obelisco cubierto de nombres, hab´ıa una estatua con tres personas: un hombre con gafas y cabello desali˜nado, una mujer con largo cabello y un rostro bello y amable, y un bebé sentado en sus brazos. Hab´ıa un poco de nieve sobre sus cabezas de forma que parec´ıan gorros blancos.
   Harry se acercó, contemplando el rostro de sus padres. Nunca se hubiera imaginado que hubiera una estatua... Era extra˜no verse representado a s´ı mismo en la piedra, un bebé feliz sin ninguna cicatriz en la frente...
   “Vamos” dijo Harry, cuando hubo visto suficiente, y se dieron la vuelta rumbo a la iglesia. En el momento en que cruzaron la calle, se volvió sobre su hombro; la estatua se CAPÍTULO 16. EL VALLE DE GODRIC
   185
   hab´ıa convertido en el monumento que vieron en un principio.
   Los cantos se hac´ıan más fuertes a medida que se aproximaban a la iglesia. A Harry se le encogió la garganta, le recordaba mucho a Hogwarts, a Peeves cantando groseras versiones de villancicos dentro de las armaduras, a los doce árboles de navidad dentro del Comedor, a Dumbledore usando una gorra que hab´ıa ganado en un trueque, a Ron con un suéter tejido a mano.
   Hab´ıa una portezuela en la entrada del cementerio. Hermione la empujó lo más silenciosamente que pudo y entraron. A ambos lados del resbaladizo camino, la nieve permanec´ıa profunda y sin se˜nales de haber sido pisada. Se movieron a través de ella, dejando profundas huellas detrás mientras caminaban alrededor de la iglesia, manteniéndose en la sombra, donde no llegaba la luz de las ventanas.
   Detrás de la iglesia, hilera tras hilera de tumbas nevadas sobresal´ıa una manta azul pálido salpicada de rojo, dorado y verde deslumbrantes, los reflejos provenientes de los vidrios de colores. Sosteniendo firmemente su varita con la mano metida en el bolsillo, Harry se aproximó a la tumba más cercana.
   “¡Mira esto, es un Abbot, puede ser algún pariente lejano de Hannah!”
   “Baja el volumen de tu voz” le rogó Hermione.
   Caminaron más dentro del cementerio, dejando huellas oscuras en la nieve detrás de ellos, parándose a mirar de cerca las palabras sobre las viejas tumbas, cada vez escudri˜nando en la oscuridad para asegurarse de que estaban completamente solos.
   “¡Aqu´ı, Harry!”
   Hermione estaba dos hileras de tumbas más allá; Harry tuvo que caminar de vuelta hacia ella, su corazón saliéndosele del pecho.
   “¿Es...?”
   “No, ¡pero mira!”
   Apuntó a la piedra oscura. Harry se inclinó y vió, en el granito manchado de l´ıquenes, el nombre de Kendra Dumbledore y, un poco más abajo sus fechas de nacimiento y muerte, y Su Hija Ariana. También hab´ıa una cita:
   Donde esté tu tesoro, también estará tu corazón.
   Entonces Rita Skeeter y Muriel ten´ıan algo de razón. La familia Dumbledore hab´ıa vivido ah´ı, y parte de ella hab´ıa muerto ah´ı.
   Ver la tumba era peor que escucharlo. Harry no pudo evitar pensar en que ambos, Dumbledore y él, ten´ıan profundos arraigos en este cementerio, y que Dumbledore deber´ıa haberle dicho algo al respecto, no pensar en que él lo investigar´ıa. Pudieron haber visitado el lugar juntos; por un momento Harry se imaginó viniendo aqu´ı con Dumbledore, el lazo que podr´ıan haber creado al hacerlo, de lo mucho que hubiera significado para él. Pero parec´ıa que a Dumbledore el hecho de que sus familias reposaran en el mismo cementerio hab´ıa sido una coincidencia sin importancia, irrelevante, quizás, para el trabajo que quer´ıa que Harry llevase a cabo.
   Hermione estaba mirando a Harry, y él se sintió agradecido de que su rostro estuviera escondido en la sombra. Leyó las palabras de la tumba nuevamente. Donde esté tu tesoro, también estará tu corazón. No entend´ıa lo que significaban estas palabras. Seguramente Dumbledore las hab´ıa escogido, como el miembro mayor de la familia a la muerte de su madre.
 
   CAPÍTULO 16. EL VALLE DE GODRIC
   186
   “¿Estás seguro de que nunca mencionó...?” comenzó Hermione.
   “No” dijo Harry en tono cortante, “sigamos buscando” y se alejó, deseando no haber visto la tumba: No quer´ıa que su entusiasmo se empa˜nara con resentimiento.
   “¡Aqu´ı!” gritó Hermione otra vez un momento después, en una parte fuera de la oscuridad. “¡Ah no, perdón! Pensé que dec´ıa Potter.”
   Estaba frotando una piedra desmoronada y musgosa, mirándola, frunciendo un poco el ce˜no.
   “Harry, vuelve un momento.”
   Harry no ten´ıa ganas de abrirse camino sobre la nieve de nuevo, y de mala gana volvió hacia ella.
   “¿Qué?”
   “¡Mira esto!”
   La tumba era extremadamente vieja, tan maltratada por el paso del tiempo que Harry dif´ıcilmente pod´ıa leer un nombre en ella. Hermione le mostró el s´ımbolo debajo de él.
   “¡Harry, esa es la marca del libro!”
   Miró fijamente el lugar que le indicaba: La piedra estaba tan desgastada que era dif´ıcil saber lo que estaba tallado ah´ı, aunque parec´ıa ser una marca triangular debajo del nombre ilegible.
   “S´ı... puede ser...”
   Hermione encendió su varita y la apuntó al nombre en la piedra.
   “Dice Ig-Ignotus, creo...”
   “Voy a seguir buscando a mis padres, ¿vale? ...le dijo Harry, en un tono levemente cortante, y se alejó, dejándola encogida a un lado de la vieja tumba.”
   De tanto en tanto reconoc´ıa un apellido, como Abbott, que hab´ıa escuchado en Hogwarts. Algunas veces hab´ıa varias generaciones de la misma familia mágica escritas sobre las tumbas: Harry pod´ıa imaginarse, por las fechas, que ya hab´ıa muerto la mayor´ıa, o que el resto de la familia se hab´ıa mudado lejos del Valle de Godric. Cuanto más se in-ternaba en las tumbas, y cada vez que encontraba un nuevo nombre, sent´ıa una sacudida de aprehensión, un presentimiento.
   La oscuridad y el silencio parec´ıan volverse, de repente, más profundos. Harry miró alrededor, preocupado, pensando en los dementores, luego se dio cuenta de que los villancicos hab´ıan terminado, que el bullicio y la agitación de los visitantes de la iglesia se extingu´ıa al momento en que se encaminaban a la plaza. Alguien dentro de la iglesia estaba apagando las luces.
   Entonces la voz de Hermione resonó en la oscuridad por tercera vez, clara y definida desde unos metros más allá.
   “Harry, están aqu´ı... justo aqu´ı.”
   Y él supo, por su tono, que esta vez eran sus padres. Se encaminó hacia ella, sintiendo como si algo muy pesado le oprimiera el pecho, la misma sensación que hab´ıa tenido justo después de que Dumbledore hubiera muerto, una aflicción que pesaba sobre su corazón y sus pulmones.
   La tumba estaba sólo dos hileras detrás de la de Kendra y Ariana. Estaba hecha de CAPÍTULO 16. EL VALLE DE GODRIC
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   mármol blanco, como la de Dumbledore, y eso la hac´ıa fácil de leer, pues parec´ıa brillar en la oscuridad. Harry no necesitó arrodillarse o acercarse demasiado para leer las palabras talladas en ella.
   JAMES POTTER
   LILY POTTER
   NACIDO EL 27 DE MARZO DE 1960
   NACIDA EL 30 DE ENERO DE 1960
   MURI Ó EL 31 DE OCTUBRE DE 1981
   MURI Ó EL 31 DE OCTUBRE DE 1981
   El último enemigo que debe ser destruido es la muerte.
   Harry leyó las palabras lentamente, como si sólo tuviera una única oportunidad para entender su significado, y leyó la última parte en voz alta.
   “El último enemigo que debe ser destruido es la muerte...” un pensamiento terrible vino a él, acompa˜nado de un poco de pánico. “¿No es una idea de Mort´ıfago? ¿Por qué está ah´ı?”
   “No significa derrotar a la muerte en la manera en que lo ven los Mort´ıfagos, Harry”
   dijo Hermione, con voz gentil. “Significa... no sé... vivir más allá de la muerte. Vivir después de la muerte.”
   Pero ellos no viv´ıan, como Harry: Se hab´ıan ido. Las palabras vac´ıas no pod´ıan disfrazar el hecho de que los restos de sus padres descansaban debajo de la nieve y la piedra, indiferentes, desconocidos. Y las lágrimas se le escaparon antes de que pudiera contenerlas, calientes al principio y congelándose en su rostro después, ¿hab´ıa razones para limpiárselas, o de fingir más fortaleza? Las dejó caer, sus labios oprimidos fuertemente uno contra el otro, con la mirada baja hacia la espesa nieve escondiendo de su vista el lugar donde finalmente descansaban Lily y James, en los huesos ahora, o convertidos en polvo, no sabiendo ni importándoles el hecho de que su hijo estuviera parado ah´ı, tan cerca, con el corazón aún latiendo, vivo gracias a su sacrificio y cerca de desear, en este momento, estar durmiendo bajo la nieve con ellos.
   Hermione le hab´ıa tomado la mano nuevamente, apretándola fuertemente. Él no pod´ıa mirarla, pero le devolvió el apretón, tomando bocanadas profundas de aire nocturno, tratando de mantenerse en calma, tratando de volver a controlarse. Debió haber tra´ıdo algo para ellos, y ni siquiera lo hab´ıa pensado, y cada planta en el cementerio estaba medio congelada. Pero Hermione levantó su varita, hizo un c´ırculo en el aire, y una guirnalda de rosas navide˜nas floreció frente a ellos. Harry la tomó y la colocó sobre la tumba de sus padres.
   Tan pronto como se levantó quiso irse: No pod´ıa estar un momento más ah´ı. Puso su brazo alrededor de los hombros de Hermione, y ella puso el suyo alrededor de su cintura, y se volvieron en silencio alejándose a través de la nieve, pasando frente a la tumba de la madre y la hermana de Dumbledore, de regreso hacia la oscura iglesia y la ahora oculta verja.
 
   Cap´ıtulo 17
   El Secreto de Bathilda
   “Harry, Alto”
   “¿Qué pasa?”
   Acababan de alcanzar la tumba del desconocido Abbott.
   “Hay alguien all´ı. Alguien vigilándonos, puedo sentirlo. All´ı junto a los arbustos.”
   Se quedaron totalmente inmóviles, aferrados el uno al otro, mirando fijamente al negro y denso l´ımite del cementerio. Harry no pod´ıa ver nada.
   “¿Estás segura?”
   “He visto algo moverse, podr´ıa jurar que lo he visto...”
   Se separó de él para tener libre el brazo de la varita.
   “Parecemos muggles” se˜naló Harry.
   “¡Muggles que han estado poniendo flores en la tumba de tus padres! ¡Harry, estoy segura de que hay alguien por all´ı!”
   Harry pensó que según Historia de la Magia, el cementerio se supon´ıa que estaba embrujado: ¿Y si...? Pero entonces oyó un susurro y vio un poco de nieve arremolinarse en el arbusto que Hermione hab´ıa estado se˜nalando. Los fantasmas no pod´ıan mover la nieve.
   “Es un gato” dijo Harry, al cabo de un segundo o dos, ”o un pájaro. Si fuese un Mortifago ya estar´ıamos muertos a estas alturas. Pero salgamos de aqu´ı, y podremos volver a ponernos la Capa.”
   Miraron hacia atrás varias veces mientras se abr´ıan paso fuera del cementerio. Harry, que no se sent´ıa tan tranquilo como hab´ıa fingido al reconfortar a Hermione, se sintió aliviado al alcanzar la verja y el resbaladizo pavimento. Se pusieron la Capa de Invisivilidad por encima. El bar estaba más lleno que antes. Dentro, muchas voces cantaban ahora el villancico que hab´ıan o´ıdo mientras se acercaban a la iglesia. Por un momento Harry consideró sugerir que se refugiaran dentro, pero antes de que pudiera decir nada, Hermione murmuró: “Vamos por aqu´ı” y tiró de él hacia abajo por la oscura calle que conduc´ıa fuera del pueblo, en dirección opuesta a la que hab´ıan cogido para entrar. Harry pod´ıa divisar el punto donde las casas de campo finalizaban y la senda se convert´ıa en campo llano otra vez. Caminaban tan rápidamente como se atrev´ıan, pasando más ventanas que centelleaban con luces multicolores, viendo los oscuros contornos de árboles de Navidad a través de las cortinas.
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   CAPÍTULO 17. EL SECRETO DE BATHILDA
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   “¿Cómo vamos a encontrar la casa de Bathilda?” preguntó Hermione, que temblaba un poco y segu´ıa mirando sobre su hombro. “¿Harry? ¿Qué piensas? ¿Harry?”
   Le tiró del brazo, pero Harry no prestaba atención. Miraba hacia la oscura masa que se ergu´ıa al final de esa fila de casas. Al momento siguiente aceleró, llevando a rastras a Hermione con él. Ella resbaló un poco en el hielo.
   “Harry”
   “Mira... Mira eso, Hermione”
   “¡No veo... oh!”
   Pod´ıa verla. El hechizo Fidelius deb´ıa haber muerto con James y Lily. El seto hab´ıa crecido salvaje en los dieciséis a˜nos que hab´ıan pasado desde que Hagrid hab´ıa tomado a Harry de entre los escombros que yac´ıan dispersos entre la hierba, tan alta que le llegaba a la cintura. La mayor parte de la casa de campo estaba todav´ıa en pie, estaba enteramente cubierta de oscura hiedra y de nieve, pero el lado derecho del piso superior hab´ıa sido volado. All´ı, estaba seguro, era donde la maldición hab´ıa impactado. Él y Hermione se detuvieron ante la verja, contemplando la ruina de lo que una vez hab´ıa sido una casa de campo como las otras que la flanqueaban.
   “Me pregunto por qué nadie la ha recontruyó” murmuró Hermione.
   “Tal vez no se pueda reconstruir” contestó Harry. “Tal vez sea como las lesiones de Magia Oscura y no se pueda reparar el da˜no.”
   Metió una mano bajo la capa y asió la nevada y muy oxidada verja, sin querer abrirla, solo deseando simplemente ser parte de la casa.
   “No iras a entrar ¡Parece peligroso, podr´ıa... oh, Harry, mira!”
   Tocar la verja pareció activarlo. Un letrero hab´ıa surgido del suelo delante de ellos, alzándose a través de las mara˜nas de ortigas y rastrojos, como una extravagante flor, creciendo rápidamente, y en letras doradas sobre la madera dec´ıa: En este lugar, en la noche de 31 octubre de 1981, Lily y James Potter perdieron sus vidas.
   Su hijo, Harry, permanece siendo el único mago que Alguna vez haya sobrevivido a la Maldición Imperdonable.
   Esta casa, invisible para los muggles, se ha dejado En su estado ruinoso como monumento a los Potter Y como recordatorio de la violencia
   que destrozó a su familia.
   Y alrededor de las palabras pulcramente rotuladas, hab´ıa garabatos agregados por otras brujas y magos que hab´ıan venido a ver el lugar donde El Ni˜no Que Vivió hab´ıa escapado. Algunos solamente hab´ıan firmado con sus nombres con Tinta Eterna; Otros hab´ıan grabado sus siglas en la madera, no obstante otros hab´ıan dejado mensajes. Los más recientes de ellos brillaban intensamente sobre los grafittis mágicos de hac´ıa dieciseis a˜nos, y todos dec´ıan cosas parecidas.
   Buena suerte, Harry, dondequiera que estés.
   ¡Si lees esto Harry, que sepas que todos te apoyamos!
   Larga vida Harry Potter.
 
   CAPÍTULO 17. EL SECRETO DE BATHILDA
   190
   “¡No deber´ıan haber escrito sobre el cartel!” dijo Hermione, indignada.
   Pero Harry le sonrió.
   “Es genial. Me alegro de que lo hicieran, yo...”
   Se interrumpió. Una figura contraecha cojeaba senda arriba hacia ellos, su silueta marcada por las brillantes luces de la plaza distante. Harry creyó, aunque era dif´ıcil de juzgar, que la figura era una mujer. Se mov´ıa lentamente, posiblemente temiendo resbalar en la tierra nevada. Su porte, su corpulencia, su forma de andar arrastrando los pies, todo daba la impresión de una edad extrema. Observaron en silencio como se acercaba.
   Harry esperaba que fuera hacia alguna de las casas de campo junto a las que pasaba, pero sab´ıa instintivamente que no lo har´ıa. Al fin se detuvo a unas pocas yardas de ellos y simplemente se quedó ah´ı de pie en medio de la congelada carretera, frente a ellos.
   No necesitó el pellizco que Hermione le dio en el brazo. As´ı de cerca no hab´ıa posibilidad de que esta mujer fuera muggle. Estaba de pie contemplando una casa que habr´ıa sido completamente invisible para ella, si no fuera una bruja. Aun asumiendo que fuera una bruja, sin embargo, salir fuera en una noche as´ı de fr´ıa simplemente para mirar unas viejas ruinas era un comportamiento extra˜no. Según todas las reglas de la magia normal, no obstante, no deber´ıa poder verlos ni a Hermione y ni a él en absoluto. Sin embargo, Harry ten´ıa el extra˜no presentimiento de que sab´ıa que estaban all´ı y también quiénes eran.
   Justo cuando hab´ıa llegado a esta inquietante conclusión, ella alzó una mano enguantada e hizo se˜nas.
   Hermione se acercó más a él bajo la Capa, su brazo presionando contra el de él.
   “¿Cómo lo sabe?”
   Sacudió la cabeza. La mujer les hizo se˜nas otra vez, más vigorosamente. A Harry se le ocurr´ıan muchas razones para no obedecer la llamada, aunque sus sospechas acerca de su identidad se intensificaban a cada instante que pasaban mirándose cara a cara en la calle desierta.
   ¿Era posible que los hubiese estado esperando todos estos largos meses? ¿Que Dumbledore le hubiera dicho que les esperara, y que al final Harry vendr´ıa? ¿No era más probable que fuera la que se hab´ıa movido entre las sombras en el cementerio y les hab´ıa seguido hasta este lugar? Incluso su capacidad para sentirles suger´ıa algún poder t´ıpico de Dumbledore que él nunca antes hab´ıa conocido.
   Finalmente Harry habló, haciendo que Hermione se quedase sin aliento y saltara.
   “¿Eres Bathilda?”
   La figura torpe asintió con la cabeza e hizo se˜nas otra vez.
   Bajo la capa Harry y Hermione se miraron. Harry arqueó las cejas; Hermione hizo una diminuta inclinación de cabeza, nerviosa.
   Dieron un paso hacia la mujer y, de inmediato, ella cambió de dirección y cojeó regresando por donde hab´ıa venido. Guiándoles junto a varias casas, se giró hacia una verja.
   La siguieron por el camino delantero a través de un jard´ın casi tan crecido como el que acababan de dejar. Ella tanteó un momento con una llave en la puerta principal, luego la abrió y retrocedió un paso atrás para dejarles pasar.
   Ol´ıa mal, o quizá fuera la casa. Harry arrugó la nariz mientras pasaban junto a ella y se quitaban la capa. Ahora que estaba junto a ella, se percataba de lo peque˜na que era; encorvada por la edad apenas le llegaba al nivel del pecho. Cerró la puerta tras de ellos, sus nudillos eran azules y moteados contra la pintura desconchada, entonces se CAPÍTULO 17. EL SECRETO DE BATHILDA
   191
   volvió y estudió con atención la cara de Harry. Sus ojos estaban velados por las cataratas y hundidos en pliegues de piel transparente. Se preguntó si pod´ıa verle en absoluto. Aunque si pod´ıa, ser´ıa al muggle medio calvo, cuya identidad hab´ıa robado, lo que ver´ıa.
   El olor a vejez, a polvo, a ropas sin lavar y comida rancia se intensificó cuando se desenrolló el chal negro comido por las polillas, revelando una cabeza canosa a través de la cual se ve´ıa claramente el cuero cabelludo.
   “¿Bathilda?” repitió Harry
   Asintió con la cabeza otra vez. Harry fue consciente de pronto del guardapelo contra su piel. La cosa que hab´ıa dentro, que algunas veces hac´ıa tictac o golpeaba, se hab´ıa despertado, pod´ıa sentirla pulsando a través del fr´ıo oro. ¿Sab´ıa, pod´ıa sentir, que su destrucción estaba cerca?
   Bathilda pasó junto a ellos arrastrando los pies, echando a un lado a Hermione como si no la hubiera visto, y desapareciendo en lo que parec´ıa una sala de estar.
   “Harry, no estoy segura de esto” susurró Hermione.
   “Mira su tama˜no. Creo que podr´ıamos dominarla si tuviéramos que hacerlo” dijo Harry. “Mira, deber´ıa de habértelo dicho. No está en sus cabales. Muriel la llamó chiflada.”
   “¡Ven!” le llamó Bathilda desde la habitación de al lado.
   Hermione saltó y aferró el brazo de Harry.
   “Está bien” dijo Harry tranquilizadoramente, y abrió el camino hasta la sala de estar.
   Bathilda se tambaleaba por el lugar encendiendo velas, pero todav´ıa estaba muy oscuro, por no mencionar que estaba sumamente sucio. Un polvo espeso cruj´ıa bajo sus pies, y la nariz de Harry detectó, debajo del malsano, húmedo y enmohecido olor, algo peor, que parec´ıa carne podrida. Se preguntó cuando hab´ıa sido la última vez que alguien hab´ıa estado dentro de la casa de Bathilda para comprobar si esta viv´ıa. Parec´ıa haberse olvidado, además, de que pod´ıa hacer magia, pues encend´ıa las velas torpemente a mano, arrastrando constantemente el pu˜no de su camisa de encaje con peligro de que comenzara a arder.
   “Déjeme hacer eso” ofreció Harry y le quitó las cerillas. Ella se quedó mirando como encend´ıa las velas que se sosten´ıan en platitos alrededor del cuarto, posados precariamente sobre montones de libros y sobre mesitas desconchadas con grietas y mohosos clips.
   La última superficie sobre la cual Harry divisó una vela fue una cómoda inclinada precariamente sobre la cual hab´ıa colocadas un gran número de fotos. Cuando la llama bailó volviendo a la vida, su reflejo fluctuó en un vaso de plata polvoriento. Vio algunos diminutos movimientos en los portaretratos. Mientras Bathilda toqueteaba los le˜nos para el fuego, masculló: “Tergeo.” El polvo desapareció de las fotos, y vio de inmediato que faltaban media docena, la mayor´ıa de los marcos más grandes, meticulosamente adornados. Se preguntó si hab´ıa sido Bathilda o algún otro los hab´ıa quitado. Entonces la visión de una fotograf´ıa cercana, casi en el extremo de la colección, captó su atención, y la cogió rápidamente.
   Era el ladrón de pelo dorado y cara alegre, el joven que hab´ıa estado posado sobre el alféizar de la ventana de Gregorovitch, sonriendo perezosamente hacia Harry fuera del marco de plata. Y Harry recordó instantáneamente donde hab´ıa visto al chico antes: En Vida y mentiras de Albus Dumbledore, abrazando al joven Dumbledore, y ah´ı deb´ıan estar todas las fotos que faltaban: en el libro de Rita.
   “¿Se˜nora... Bagshot... Se˜norita?” dijo, y su voz tembló ligeramente. “¿Quién es este?”
 
   CAPÍTULO 17. EL SECRETO DE BATHILDA
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   Bathilda estaba de pie en mitad de la habitación observando a Hermione encender el fuego por ella.
   “¿Se˜norita Bagshot?” repitió Harry, y avanzó con la foto en las manos mientras las llamas volv´ıan a la vida en la chimenea. Bathilda miró hacia su voz, y el Horrocrux se calentó rápidamente sobre su pecho.
   “¿Quién es esta persona?” le preguntó Harry, empujando la foto hacia adelante.
   Ella escudrinó la foto solemnemente, después se la devolvió a Harry.
   “¿Sabe quién es éste?” repitió él, con voz mucho más lenta y más fuerte de lo normal.
   “¿Este hombre? ¿Le conoce? ¿Cómo se llama?”
   Bathilda solo le miró vagamente. Harry sent´ıa una horrorosa frustración. ¿Cómo hab´ıa desenterrado Rita Skeeter sus recuerdos?
   “¿Quién es este hombre?” repitió ruidosamente.
   “¿Harry, qué estás haciendo?” preguntó Hermione.
   “¡Esta foto, Hermione, es el ladrón, el ladrón que robó a Gregorovitch! ¡Por favor!”
   dijo a Bathilda. “¿Quién es este?”
   Pero ella sólo clavó los ojos en él.
   “¿Por qué nos pidió que viniéramos con usted? ¿Se˜nora... Se˜norita... Bagshot?” preguntó Hermione, alzando su propia voz. “¿Hay algo que quiera contarnos?”
   Sin dar ninguna se˜nal de que hubiera o´ıdo a Hermione, Bathilda se acercó ahora unos pocos pasos más a Harry. Con una peque˜na inclinación de cabeza se˜naló de vuelta al vest´ıbulo.
   “¿Quiere que nos marchemos?” preguntó.
   Ella repitió el gesto, esta vez se˜nalándole a él, en primer lugar, luego a s´ı misma, luego al techo.
   “Oh, bien... Hermione, creo que quiere que yo vaya arriba con ella.”
   “Bien” dijo Hermione, “vamos.”
   Pero cuando Hermione se movió, Bathilda negó con la cabeza con asombroso vigor, una vez más se˜nalando primero a Harry, y luego a s´ı misma.
   “Quiere que yo vaya con ella, solo.”
   “¿Por qué?” preguntó Hermione, y su voz se oyó brusca y clara en el cuarto iluminado por las velas. La vieja se˜nora sacudió la cabeza un poco ante el fuerte ruido.
   “¿Tal vez Dumbledore le dijo que me diera la espada a m´ı, y sólo a m´ı?”
   “¿Crees realmente que sabe quién eres?”
   “S´ı” dijo Harry, bajando la mirada a los ojos lechosos fijos en los suyos, “creo que lo sabe.”
   “Bien, de acuerdo entonces, pero que sea rápido, Harry.”
   “Gu´ıeme” dijo Harry a Bathilda.
   Ella pareció entenderle, porque le rodeó arrastrando los pies hacia la puerta. Harry volvió la mirada hacia Hermione con una reconfortante sonrisa, pero no estaba seguro de que ella lo hubiera visto; estaba de pie abrazándose a s´ı misma en medio de la inmundicia iluminada por las velas, mirando hacia las estanter´ıas de libros. Cuando Harry salió de la CAPÍTULO 17. EL SECRETO DE BATHILDA
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   habitación, sin que le vieran ni Hermione y ni Bathilda, se deslizó la foto con el marco de plata del desconocido ladrón dentro de la chaqueta.
   Las escaleras eran pronunciadas y estrechas. Harry estuvo medio tentado de colocar las manos en la corpulenta espalda de Bathilda para asegurarse de que no perd´ıa el equilibrio y ca´ıa encima de él, lo cual parec´ıa muy probable. Lentamente, respirando con un poco de dificultad, ella ascendió al rellano superior, giró inmediatamente a la derecha, y le guió hasta un dormitorio de techo bajo.
   Estaba oscuro como un pozo y ol´ıa horriblemente. Harry solo pudo divisar una habitación con algo sobresaliendo de debajo de la cama antes de que Bathilda cerrara la puerta y entonces incluso eso fue tragado por la oscuridad.
   “Lumos,” dijo Harry, y su varita se encendió. Tuvo un sobresalto, Bathilda se hab´ıa acercado a él en esos pocos segundos de oscuridad y no la hab´ıa o´ıdo acercarse.
   “¿Eres Potter?” murmuró ella.
   “S´ı, lo soy.”
   Ella asintió lentamente, solemnemente. Harry sent´ıa al Horrocrux palpitar rápidamente, más rápido que su propio corazón. Era una sensación desagradable, perturbadora.
   “¿Tiene algo para m´ı?” repitió.
   Luego ella cerró los ojos y varias cosas ocurrieron a la vez. La cicatriz de Harry latió dolorosamente. El Horrocrux se sacud´ıa tanto que la parte delantera de su jersey realmente se mov´ıa, el cuarto oscuro y fétido se disolvió momentáneamente. Dió un salto de alegr´ıa y oyó una voz alta, fr´ıa: ¡Entretenle!
   Harry se tambaleó. La hedionda habitación oscura pareció cerrarse a su alrededor otra vez. No sab´ıa qué estaba ocurriendo realmente.
   “¿Tienes algo para m´ı?” pidió por tercera vez, mucho más fuerte.
   “Por all´ı” murmuró ella, apuntando hacia la esquina. Harry sacó su varita y vio el contorno de un desordenado tocador bajo la acortinada ventana.
   Esta vez ella no le guió. Harry avanzó entre ella y la cama sin hacer, con la varita levantada. No quer´ıa apartar la vista de ella.
   “¿Qué es eso?” preguntó cuando alcanzó el tocador, el cual se ve´ıa abarrotado y ol´ıa como un montón de ropa sucia.
   “All´ı” dijo ella, se˜nalando hacia la informe masa.
   Y en el instante en que apartó la mirada, y sus ojos buscaron en el enmara˜nado desorden en busca de la empu˜nadura de la espada, o un rub´ı, ella se movió extra˜namente.
   La vio de reojo, aterrorizado, se dio la vuelta y el horror le paralizó cuando vio el viejo cuerpo derrumbarse y la gran serpiente saliendo del lugar donde hab´ıa estado su cuello.
   La serpiente golpeó cuando levantaba la varita. La fuerza del mordisco en su antebrazo envió la varita girando hacia el techo, su luz vagó por toda la habitación y después se extinguió. Entonces un golpe poderoso de la cola en su pecho le dejó sin aliento. Cayó hacia atrás sobre el tocador, en el montón de ropa asquerosa.
   Rodó de lado, evitando por poco la cola de la serpiente, que se agitaba hacia la mesa donde hab´ıa estado él un segundo antes. Llovieron fragmentos de un vaso que cayó al suelo. Oyó a Hermione llamándole desde abajo.
   “¿Harry?”
 
   CAPÍTULO 17. EL SECRETO DE BATHILDA
   194
   No pudo meter suficiente aire en sus pulmones para contestarle. Entonces una pesada y suave masa le aplastó contra el suelo y sintió como se deslizaba sobre él, poderosa, musculosa.
   “¡No!” jadeó sin aliento, inmovilizando contra el suelo.
   “S´ı,” murmuró la voz. “SSSi.... creo que te quedarasss”
   “Accio... Accio Varita.”
   Pero nada ocurrió y necesitó las manos para tratar de quitarse de encima a la serpiente cuando esta se enrrolló alrededor de su pecho, impidiéndole respirar, presionándole el Horrocrux con fuerza contra el pecho, un c´ırculo de hielo latiendo con vida, a pulgadas de su frenético corazón, y su cerebro inundándose de una fr´ıa luz blanca, todo pensamiento se extingió, su respiración se ahogada, pasos distantes, todo se volv´ıa...
   Un corazón de metal estaba explotando de su pecho, y de repente estaba volando, volando con triunfo en su corazón, sin necesidad de escoba o thestral.
   De repente estaba despierto en una oscuridad que ol´ıa a agrio. Nagini le hab´ıa soltado.
   Se levantó y vio a la serpiente dibujada contra la luz del rellano. Golpeó y Hermione se lanzó a un lado con un chillido. Su maldición desviada golpeó las ventanas acortinadas, lo cual las hizo pedazos. Un aire congelado llenó el cuarto mientras Harry se agachaba para evita otra lluvia de cristal roto y su pie resbaló con algo parecido a un lápiz... su varita...
   Se inclinó y la cogió rápidamente, pero ahora el cuarto estaba lleno con la serpiente, su cola golpeaba a Hermione en alguna parte fuera de la vista y por un momento Harry pensó lo peor, pero entonces su produjo un fuerte bang y un destello de luz roja, y la serpiente voló por el aire, abofeteando a Harry en la cara con fuerza al pasar, enrollándose en una gruesa espiral que se alzó hasta el techo. Harry alzó la varita, pero mientras lo hac´ıa, su cicatriz quemó dolorosamente, más dolorosamente de lo que hab´ıa hecho en a˜nos.
   “¡Él viene! ¡Hermione, viene!”
   Mientras gritaba la serpiente se alzó, siseando salvajemente. Todo era caos. Hizo pedazos los estantes de la pared, y la porcelana china astillada voló en todas direcciones mientras Harry saltaba sobre la cama y agarraba la oscura forma que sabia que era Hermione.
   Ella gritó de dolor cuando tiró de ella a través de la cama. La serpiente se irguió otra vez, pero Harry sab´ıa que algo peor que la serpiente estaba en camino, que quizás ya estuviera ante la verja, su cabeza se iba a partir por el dolor de la cicatriz.
   La serpiente se abalanzó cuando harry saltó corriendo, arrastrando a Hermione con él; cuando la serpiente golpeó, Hermione gritó, “¡Confringo! ” y su hechizo voló por la habitación, haciendo explotar el espejo del armario y rebotando hacia ellos, saltando del suelo al techo. Harry sintió un ardor en la parte de atrás de la cabeza. El cristal le cortó el cuello mientras arrastraba a Hermione con él. Saltó de la cama al tocador roto y después sin titubear por la ventana destrozada hacia la nada. El grito de Hermione reververó a través de la noche mientras se retorc´ıan en medio del aire.
   Y entonces su cicatriz se abrió de golpe y él fue Voldemort y estaba corriendo a través del fétido dormitorio, sus largas manos blancas agarraban el alféizar de la ventana mientras ve´ıa al hombre medio calvo y a la mujer peque˜na retorcerse y desaparecer, y gritó de rabia, un grito que se entremezcló con los de la chica, que resonó a través de los oscuros jardines sobre las campanas de la iglesia que tocaban se˜nalando el d´ıa de Navidad.
   Y su grito fue el grito de Harry, su dolor fue el dolor de Harry... lo que podr´ıa haber CAPÍTULO 17. EL SECRETO DE BATHILDA
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   pasado aqu´ı, donde hab´ıa ocurrido antes... aqu´ı a la vista de esa casa donde hab´ıa estado tan cerca de saber lo que era morir... morir... El dolor era tan terrible... desgarraba su cuerpo... Pero si no ten´ıa ningún cuerpo, por qué la cabeza le dol´ıa tanto; si estaba muerto, cómo pod´ıa sentir algo tan insoportable, no pod´ıa, cesar´ıa con la muerte, no podr´ıa seguir...
   La noche era húmeda y ventosa, dos ni˜nos disfrazados de calabazas caminaban bamboleándose a través de la plaza, y los escaparates estaban cubiertos de ara˜nas de papel, todos adornos muggle de mal gusto de un mundo en el cual no cre´ıan... Y él se deslizaba hacia delante, con esa sensación de resolución y poder y corrección que siempre sent´ıa en estas ocasiones... no furia... que era para almas más débiles que las de él... sino triunfo, aunque... hab´ıa anhelado esto, lo hab´ıa esperado...
   “¡Bonito disfraz, se˜nor!”
   Vio la sonrisa del peque˜no ni˜no vacilar cuando se acercó lo suficiente como para ver bajo la capucha de la capa, vio el miedo nublar su cara pintada: Entonces el ni˜no se giró y huyó... Bajo la túnica sosten´ıa el mango de su varita... Un movimiento simple y el ni˜no nunca alcanzar´ıa a su madre... pero era innecesario, realmente innecesario...
   Y recorrió una calle nueva y más oscura, y ahora su destino estaba a la vista a fin de cuentas, el Encantamiento Fidelius roto, aunque ellos no lo supieran aún... E hizo menos ruido que las hojas muertas, reptando sobre el pavimento hasta llegar al nivel del oscuro seto y miraba por encima de él.
   No hab´ıan corrido las cortinas, los ve´ıa muy cari˜nosos en su peque˜no salón, el hombre alto de pelo negro con sus gafas, haciendo que ráfagas de humo de colores salieran de su varita para diversión del peque˜no de pelo negro en su pijama azul. El ni˜no se re´ıa y trataba de coger el humo, agarrándolo en su peque˜no pu˜no.
   Una puerta se abrió y la madre entró, pronunciando palabras que él no pod´ıa o´ır, su largo pelo rojo oscuro le ca´ıa sobre la cara. Ahora el padre cog´ıa en brazos al hijo, y se lo entregaba a la madre. Arrojó su varita al sofá y se desperezó, bostezando.
   La verja rechinó un poco cuando la abrió, pero James Potter no lo oyó. Su mano blanca aferró la varita bajo su capa y apuntó a la puerta, la cual se abrió de golpe.
   Estaba en el umbral cuando James llegó corriendo al vest´ıbulo. Fue fácil, demasiado fácil, ni siquiera hab´ıa recogido su varita.
   “¡Lily, coge a Harry y vete! ¡Es él! ¡Vete! ¡Huye! ¡Le retendré!”
   ¡Retenerle, sin una varita en la mano! ... Se rió antes de lanzar la maldición.
   “¡Avada Kedavra! ”
   La luz verde llenó el estrecho vest´ıbulo, dibujando la silueta del cochecito de ni˜no contra la pared, hizo que los pasamanos brillaran intensamente igual que relámpagos, y James Potter cayó como una marioneta cuyas cuerdas hubieran sido cortadas.
   Pod´ıa oirla gritar en el piso de arriba, atrapada, pero mientras fuera sensata, ella, al menos, no ten´ıa nada que temer... subió las escaleras, notando con diversión sus débiles intentos por bloquearle con una barricada desde dentro... No llevaba encima la varita...
   Qué estúpidos hab´ıan sido, y qué confiados, creyendo estar seguros confiando su seguridad a sus amigos, esas armas deb´ıan descartarse en determinados momentos...
   Forzó la cerradura de la puerta, arrojó a un lado la silla y las cajas precipitadamente amontonadas contra ella con una perezosa onda de su varita... y all´ı de pie estaba ella, con el ni˜no entre sus brazos. Al verle, dejó a su hijo en la cuna tras ella y abrió los brazos, CAPÍTULO 17. EL SECRETO DE BATHILDA
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   como si eso fuera a ayudar, como si ocultándole a su vista esperara ser elegida en su lugar...
   “¡Harry no, Harry no, por favor Harry no!”
   “Apártate, muchacha estúpida... hazte a un lado, ahora.”
   “Harry no, por favor no, llévame, mátame en su lugar...”
   “Ésta es mi última advertencia”
   “¡Harry no! ¡Por favor... ten misericordia... ten misericordia. ¡Harry no! ¡Harry no! Por favor, haré cualquier cosa”
   “Apártate. ¡Apártate, muchacha!”
   Pudo haberla apartado a la fuerza de delante de la cuna, pero parec´ıa más prudente matarlos a todos....
   La luz verde brilló intermitentemente en toda la habitación y cayó como su marido.
   El ni˜no no hab´ıa llorado en todo ese tiempo. Estaba de pie, aferrando firmemente los barrotes de su cuna, y levantando la mirada hacia la cara del intruso con brillante interés, quizá pensando que era su padre el que se escond´ıa bajo la capucha, para hacer más luces bonitas, y que su madre se levantar´ıa en cualquier momento, riendo.
   Apuntó con mucho cuidado la varita a la cara del ni˜no. Quer´ıa ver como ocurr´ıa, la destrucción de este inexplicable peligro. El ni˜no comenzó a llorar. Hab´ıa visto que no era James. No le gustó que llorase, nunca hab´ıa podido soportar a los peque˜nos lloriqueando en el orfanato.
   “¡Avada Kedavra! ”
   Y entonces se rompió. Él no era nada, nada excepto dolor y terror, y deb´ıa esconderse, no aqu´ı entre los escombros de la casa en ruinas, donde el ni˜no estaba atrapado y gritando sino lejos... muy lejos...
   “No” gimió.
   La serpiente murmuraba en el piso asqueroso y desordenado, y él hab´ıa matado al ni˜no, y s´ı él era el ni˜no...
   “No.”
   Y ahora estaba de pie ante la ventana rota de la casa de Bathilda, inmerso en los recuerdos de su mayor pérdida, y a sus pies la gran serpiente murmuraba sobre los cristales y la porcelana china rota... Bajó la mirada y vio algo ... algo incre´ıble...
   “No”
   “¡Harry, está bien, estás bien!”
   Se agachó y recogió la foto hecha pedazos. All´ı estaba, el desconocido ladrón, el ladrón al que buscaba...
   “No... la dejé caer... la dejé caer...”
   “¡Harry, estás bien, despierta, despierta!”
   Él era Harry... Harry, no Voldemort... y la cosa que murmuraba no era una serpiente...
   Abrió los ojos.
   “Harry,” murmuró Hermione. “¿Te sientes... bien?”
   “S´ı” mintió.
 
   CAPÍTULO 17. EL SECRETO DE BATHILDA
   197
   Estaba en la tienda de campa˜na, tendido sobre una de las literas inferiores bajo un montón de mantas. Supo que estaba amaneciendo por la quietud y la calidad fresca y uniforme de la luz más allá del techo de lona. Estaba empapado en sudor, pod´ıa sentirlo en las sábanas y mantas.
   “Escapamos.”
   “S´ı” dijo Hermione. “Tuve que usar a un Encantamiento Levitatorio para meterte en la litera, no te pod´ıa levantar. Has estado... Bueno, no has estado muy...”
   Hab´ıa sombras púrpuras bajo sus ojos café y advirtió una peque˜na esponja en su mano.
   Le hab´ıa estado enjuagando la cara.
   “Has estado enfermo” terminó. “Muy mal.”
   “¿Cuánto hace que salimos?”
   “Han pasado horas. Es casi de d´ıa.”
   “Y he estado... ¿qué?, ¿inconsciente?”
   “No exactamente,” dijo Hermione con inquietud. “Has estado gritando y gimiendo y...
   diciendo cosas” a˜nadió en un tono que hizo que Harry se sintiera intranquilo. ¿Qué hab´ıa dicho? ¿Hab´ıa gritado maldiciones como Voldemort, hab´ıa llorado como el bebé de la cuna?
   “No pod´ıa quitarte el Horrocrux,” dijo Hermione, y vio que quer´ıa cambiar de tema.
   “Estaba pegado, pegado a tu pecho. Te ha quedado una marca, lo siento. Tuve que usar un Hechizo Separador para quitártelo. La serpiente te mordió también, pero he limpiado la herida y he puesto algo de d´ıctamo en ella...”
   Tiró de la sudorosa camiseta que llevaba puesta y se miró. Hab´ıa un óvalo de color escarlata sobre su corazón donde el guardapelo le hab´ıa quemado. También pod´ıa ver las marcas de colmillos medio cicatrizadas en el antebrazo.
   “¿Dónde has puesto el Horrocrux?”
   “En mi bolso, creo que deber´ıamos mantenerlo a distancia durante algún tiempo.”
   Harry se recostó contra las almohadas y examinó la cara gris de ella.
   “No deber´ıamos haber ido al Valle de Godric. Es culpa m´ıa. Todo es culpa m´ıa, Hermione. Lo siento.”
   “No es culpa tuya. Yo también quer´ıa ir. Realmente cre´ı que Dumbledore pod´ıa haber dejado la espada all´ı para ti.”
   “Si, pues bueno... nos equivocamos en eso, ¿no?”
   “¿Qué sucedió, Harry? ¿Qué sucedió cuándo ella te llevó arriba? ¿Estaba la serpiente escondida en alguna parte? ¿Simplemente apareció y la mató y te atacó?”
   “No” dijo. “Ella era la serpiente... o la serpiente era ella...”
   Cerró los ojos. Todav´ıa ol´ıa la casa de Bathilda en él. Eso hac´ıa v´ıvido todo ese horror.
   “Bathilda debe llevar muerta algún tiempo. La serpiente estaba... estaba dentro de ella. Quien-Tu-Ya-Sabes la dejó all´ı, en el Valle de Godric, a esperar. Ten´ıas razón. Sab´ıa que volver´ıa.”
   “¿La serpiente estaba dentro de ella?”
   Abrió los ojos otra vez. Hermione parec´ıa revuelta, asqueada.
 
   CAPÍTULO 17. EL SECRETO DE BATHILDA
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   “Lupin dijo que habr´ıa magia que nunca hab´ıamos imaginado” dijo Harry. “No quiso hablar delante de ti, porque hablaba Parsel, todo en Parsel, y yo no me di cuenta, pero por supuesto la pod´ıa entender. Una vez que subimos a la habitación, la serpiente envió un mensaje a Quien-tu-ya-sabes, lo o´ı en mi cabeza mientras lo hac´ıa, le sent´ı entusiasmarse, dijo que me entretuviera all´ı... y luego...”
   Él recordó a la serpiente saliendo del cuello de Bathilda. Hermione no necesitaba saber los detalles.
   “... cambió, se transformó en la serpiente, y atacó.”
   Bajó la mirada a las marcas punzantes.
   “Se supon´ıa que no ten´ıa que matarme, sólo mantenerme all´ı hasta que Quien-tu-yasabes llegara.”
   Si al menos hubiera logrado matar a la serpiente, entonces habr´ıa valido la pena, todo...
   Con el corazón dolorido, se sentó erguido y apartó las mantas.
   “No Harry. ¡Estoy segura de que debes descansar!”
   “Tú eres la que necesita dormir. Sin ofender, pero estás horrible. Estoy bien. Me quedaré de guardia un rato. ¿Dónde esta mi varita?”
   Ella no contestó, simplemente le miraba.
   “¿Dónde está mi varita, Hermione?”
   Hermione se mordió el labio, y sus ojos se inundaron de lágrimas.
   “Harry...”
   “¿Dónde esta mi varita?”
   La vio extender el brazo hacia abajo por un lado de la cama y se la ofreció.
   La varita de acebo y fénix estaban casi partida en dos. Una frágil hebra de pluma del fénix manten´ıa unidos ambos pedazos. La madera se hab´ıa roto completamente. Harry la sostuvo entre sus manos como si fuera una cosa viva que sufriera una terrible lesión. No pod´ıa pensar correctamente. Todo era un borrón de pánico y miedo. Después le tendió la varita a Hermione.
   “Repárala. Por favor.”
   “Harry, no creo, cuando está as´ı de rota...”
   “¡Por favor, Hermione, inténtalo!”
   “R-Reparo.”
   La rotura de la varita se selló. Harry la levantó
   “¡Lumos! ”
   La varita se encendió débilmente, luego se apagó. Harry se˜naló a Hermione.
   “textit¡Expelliarmus!”
   La varita de Hermione dio un peque˜no tirón, pero no abandonó su mano. Ese débil intento de magia fue demasiado para la varita de Harry, que se partió de nuevo en dos.
   Clavó los ojos en ella, consternado, incapaz de aceptar lo que ve´ıa... la varita que hab´ıa sobrevivido a tantas cosas...
   “Harry” murmuró Hermione tan quedamente que apenas la oyó. “Lo siento much´ısimo, creo que fui yo. Cuando sal´ıamos, ya sabes, la serpiente ven´ıa a por nosotros, as´ı es que CAPÍTULO 17. EL SECRETO DE BATHILDA
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   lancé una Maldición Explosiva, y rebotó por todas partes, y debió de golpearla.”
   “Fue un accidente” dijo Harry mecánicamente. Se sent´ıa vac´ıo, estaba conmocionado.
   “En... encontraremos una forma de repararla.”
   “Harry, no creo que seamos capaces” dijo Hermione, las lágrimas corr´ıan por su cara.
   “¿Recuerdas... recuerdas a Ron? ¿Cuándo rompió su varita, al estrellar el coche... Nunca volvió a ser la misma.Tuvo que hacerse con una nueva.”
   Harry pensó en Ollivander, secuestrado y mantenido como rehén por Voldemort, y en Gregorowitch, que estaba muerto. ¿Cómo se supone que iba a encontrar una varita nueva?
   “Bueno” dijo, con una voz falsamente práctica, “entonces, simplemente te pediré prestada la tuya por ahora, mientras estoy de guardia.”
   Con la cara cubierta de lágrimas, Hermione le entregó su varita, y la dejó sentada junto a su cama, deseando más que nada alejarse de ella.
 
   Cap´ıtulo 18
   Vida y Mentiras de Albus
   Dumbledore
   El sol se elevaba. La pura y descolorida inmensidad del cielo se extend´ıa en lo alto, indiferente a él y su sufrimiento. Harry se sentó en la entrada de la tienda y respiró hondo para despejarse. Simplemente el estar vivo contemplando la salida del sol sobre la brillante ladera nevada deber´ıa haber sido el mayor tesoro sobre la tierra, pero él no pod´ıa apre-ciarlo. Sus sentidos se hab´ıan entumecido por la calamidad de haber perdido su varita.
   Observó el valle cubierto de nieve, las lejanas campanas de la iglesia repicaban a través del brillante silencio.
   Sin darse cuenta, se estaba clavando los dedos sobre los brazos como si intentara resistirse al dolor f´ısico. Hab´ıa derramado su propia sangre más veces de las que pod´ıa contar, hab´ıa perdido todos los huesos del brazo derecho una vez, este viaje ya le hab´ıa dejado cicatrices en el pecho y el antebrazo para unirse a las de la mano y la frente, pero nunca, hasta este momento, se hab´ıa sentido tan fatalmente débil, vulnerable y desnudo, como si la mayor parte de su poder mágico le hubiese sido arrancado. Sab´ıa exactamente lo que Hermione le dir´ıa si expresaba algo de esto: la varita mágica es sólo tan buena como lo es el mago. Pero estaba equivocada, su caso era diferente. Ella no hab´ıa sentido a la varita girar como la aguja de una brújula y disparar las llamas doradas sobre el enemigo.
   Hab´ıa perdido la protección de los corazones gemelos y solo ahora que hab´ıa desaparecido comprend´ıa lo que hab´ıa estado contando con ello.
   Sacó los pedazos de la varita rota del bolsillo y, sin mirarlos, los metió en la bolsa de Hagrid que llevaba alrededor del cuello. La bolsa estaba ya demasiado llena de objetos rotos e inútiles como para meter más. La mano de Harry acarició la vieja Snitch a través de la piel de topo y por un momento tuvo que luchar contra la tentación de arrancársela y tirarla. Impenetrable, inservible, inútil, como todo lo demás que Dumbledore hab´ıa dejado atrás.
   Y la furia hacia Dumbledore estalló ahora en él como lava, quemando en su interior, borrando cualquier otro sentimiento. Aparte de la pura desesperación con que se hab´ıa aferrado a la creencia de que en el Valle de Godric encontrar´ıan respuestas, se hab´ıan autoconvencido de que se supon´ıa que volver´ıan, que todo esto era parte de algún camino secreto dise˜nado para ellos por Dumbledore; pero no hab´ıa ningún mapa, ningún plan.
   Dumbledore los hab´ıa dejado para que caminaran a tientas en la oscuridad, luchando contra desconocidos e inimaginables terrores, solos y sin ayuda. Nada ten´ıa explicación, nada era entregado libremente, no ten´ıan la espada, y ahora, Harry no ten´ıa varita. Y
   hab´ıa dejado caer la fotograf´ıa del ladrón y esto seguramente facilitar´ıa que Voldemort 200
 
   CAPÍTULO 18. VIDA Y MENTIRAS DE ALBUS DUMBLEDORE
   201
   averiguara quién era...Voldemort tendr´ıa toda la información ahora....
   “¿Harry?”
   Hermione parec´ıa temer que pudiera maldecirla con su propia varita mágica. Con la cara ba˜nada en lágrimas, se agachó a su lado, con dos tazas de té en sus temblorosas manos y algo voluminoso bajo el brazo.
   “Gracias” dijo él, cogiendo una de las tazas.
   “¿Te importa si te hablo?”
   “No” dijo, porque no quer´ıa herir sus sentimientos.
   “Harry, quer´ıas saber quién era el hombre de la fotograf´ıa. Bueno... tengo el libro.”
   T´ımidamente lo puso sobre su regazo, una copia inmaculada de Vida y Mentiras de Albus Domblemore.
   “¿Dónde... cómo...?”
   “Estaba en la sala de estar de Bathilda, all´ı tirado...Esta nota sobresal´ıa dentro de él.”
   Hermione leyó las pocas l´ıneas de escritura puntiaguda, verde-ácido en voz alta.
   “ ’¡Querida Batty, gracias por la ayuda. Aqu´ı está la copia del libro, espero que te guste.
   Lo contaste todo, incluso si no lo recuerdas. Rita.’Creo que debe haber llegado mientras la verdadera Bathidla estaba viva, pero ¿quizás no estaba en condiciones de leerlo?”
   “No, probablemente no lo estaba.”
   Harry bajó la mirada a la cara de Dumbledore y experimentó una oleada de salvaje placer. Ahora averiguar´ıa todo lo que Dumbledore nunca hab´ıa pensado que valiera la pena contarle, tanto si Dumbledore lo quer´ıa o no.
   “Todav´ıa estás realmente enfadado conmigo, ¿verdad?” dijo Hermione. Harry advirtió lágrimas frescas manando de sus ojos y sab´ıa que la rabia deb´ıa mostrarse en su cara.
   “No” dijo él quedamente. “No, Hermione, sé que fue un accidente. Intentabas mantenernos vivos y estuviste incre´ıble, habr´ıa muerto si tú no hubieras estado alli para ayudarme.”
   Trató de devolverle la pálida sonrisa, luego volvió su atención al libro. El lomo estaba r´ıgido; estaba claro que nunca antes hab´ıa sido abierto. Hojeó las páginas, buscando fotograf´ıas. Las encontró casi inmediatamente, el joven Dumbledore y su apuesto compa˜nero, rugiendo de risa por alguna broma largamente olvidada. Harry dejó caer los ojos sobre la nota al pie.
   Albus Dumbledore, poco después de la muerte de su madre, con su amigo Gellert Grindelwald.
   Harry se aferró a la última palabra durante largo tiempo. Grindelwald. Su amigo Grindelwald. Miró de reojo a Hermione, que todav´ıa contemplaba el nombre como si no pudiera creer en sus ojos. Despacio alzó la vista hacia Harry.
   “¿Grindelwald?”
   Ignorando el resto de las fotograf´ıas, Harry buscó en las páginas de los alrededores la repetición del fat´ıdico nombre. Pronto lo descubrió y leyó ansiosamente, pero se acabó perdiendo. Era necesario ir más hacia atrás para que todo aquello tuviera sentido, CAPÍTULO 18. VIDA Y MENTIRAS DE ALBUS DUMBLEDORE
   202
   y finalmente se encontró al principio de un cap´ıtulo titulado .El Bien Mayor”. Juntos, él y Hermione comenzaron a leer:
   Acercándose a su décimo octavo cumplea˜nos, Dumbledore deja Hogwarts en el resplandor de la gloria... Alumno destacado, Prefecto, Ganador del Premio Barnabus Finkley de Lanzamientos de Hechixos Excepcional, Joven Re-presentante del Wizengamot, Medalla de Oro, Ganador por su Gran Contribución a la Conferencia Internacional de Alquimia de El Cairo. Dumbledore tiene la intención, a continuación, de hacer un Grand Tour con Elphias
   ’Dogbreath’Doge, el compa˜nero tonto pero devoto que hab´ıa adoptado en la escuela.
   Los dos jóvenes se hospedaban en el Caldero Chorreante en Londres, preparándose para la partida a Grecia a la ma˜nana siguiente, cuando llegó una lechuza con noticias sobre la muerte de la madre de Dumbledore. ’Dogbreath’Doge, quien rechazó ser entrevistado para este libro, ha dado al público su propia versión sentimental de lo que pasó después. Presentó la muerte de Kendra co-mo un trágico golpe y la decisión de Dumbledore de abandonar la expedición como un acto de noble sacrificio.
   Indudablemente Dumbledore volvió al Valle de Godric inmediatamente, supuestamente para cuidar de su hermano menor y su hermana. ¿Pero cuanto cuidado les dedicó en realidad?
   “Era un cabeza loca, ese Aberfort”, dijo Enid Smeck, cuya familia viv´ıa a las fueras del Valle de Godric en aquel tiempo. “Corr´ıa salvaje” Naturalmente, con su madre y su padre desaparecidos ten´ıas que sentir pena por él, solo que siguió tirando estiércol de cabra sobre mi cabeza. No creo que Albus se preocupara por él, nunca los vi juntos, de cualquier modo.
   ¿Entonces que hac´ıa Albus, si no estaba consolando a su salvaje hermano?
   La respuesta, parece ser, asegurar el encarcelamiento continuo de su hermana. Al parecer, aunque su primer carcelera hab´ıa muerto, no hubo ningún cambio en la lamentable condición de Ariana Dumbledore. Su misma existencia siguió siendo solo conocida por unos pocos allegados que, como ’Dogbreath’Doge, se contentaban con creer la historia de su énfermedad’.
   Otro amigo fácilmente satisfecho de la familia era Bathilda Bagshot, la famosa maga historiadora que ha vivido en el Valle de Godric durante muchos a˜nos. Kendra, desde luego, hab´ıa rechazado a Bathilda cuando intentó dar la bienvenida a la familia al pueblo. Varios a˜nos más tarde, sin embargo, la autora envió una lechuza a Albus a Howard, habiendo quedado favorablemente impre-sionada por su papel en la transformación de trans-especies en Transfiguración Hoy. Este contacto inicial la llevó a conocer a toda la familia Dumbledore. En el momento de la muerte de Kendra, Bathilda era la única persona en Godric Hollow que se llevaba bien con la madre de Dumbledore.
   Lamentablemente, la brillantez que Bathilda exhibió pronto en su vida ahora ha perdido intensidad. Él fuego estaba encendido, pero el caldero está vac´ıo’, como dec´ıa Ivor Dillonsby me exprim´ıa, o, en la frase ligeramente anterior de Enid Smeck, Éstá más chiflada que una cagada de ardilla’. Sin embargo, una combinación de técnicas de prueba y error me permitió extraer bastantes pepitas de hechos sólidos para ensartarlos hasta dar forma a la escandalosa historia.
   Como el resto del mundo mágico, Bathilda atribu´ıa la prematura muerte de Kendra a un encantamiento rebotado, una historia repetida por Albus y Aberforth en a˜nos posteriores. Bathilda también repite como un loro la historia CAPÍTULO 18. VIDA Y MENTIRAS DE ALBUS DUMBLEDORE
   203
   de la familia sobre Ariana, llamándola ’frágil’y ’delicada’. En un tema, sin embargo, Bathilda bien merec´ıa el esfuerzo de ponerse a obtener Veritaserum, ya que ella, y solo ella, conoc´ıa la historia completa del secreto mejor guardado de la vida de Albus Dumbledore. Ahora revelado por primera vez, que pone en duda todo lo que cre´ıan sus admiradores sobre Dumbledore, su supuesto odio a las Artes Oscuras, su oposición a la opresión de los muggles, e incluso la devoción hacia su propia familia.
   El mismo verano en que Dumbledore se fue a casa en el Valle de Godric, ahora huerfano y cabeza de familia, Bathilda Bagshot acordó aceptar en su casa a su sobrino nieto Gellert Grindelwald.
   El nombre de Grindelwald es a toda suerte famoso. En una lista de Magos Oscuros Peligros de Todos los Tiempos, él perder´ıa el primer lugar solo debido la llegada de quien-ustedes-ya-saben una generación más tarde, robándole la corona. Como Grindelwald nunca extendió su campa˜na de Terror a Gran Breta˜na, sin embargo, los detalles del aumento de su poder no es ampliamente conocido aqu´ı.
   Educado en Durmstrang, una conocida escuela famosa incluso entonces por su desafortunada tolerancia a las Artes Oscuras, Grindelwald se mostró tan brillantemente precoz como Dumbledore. En vez de canalizar sus habilidades en lograr reconocimientos y premios, sin embargo, Gellert Grindelwald se dedicó a otras búsquedas. A los dieciséis a˜nos, incluso en Durmstrang sintieron que ya no pod´ıan hacer la vista gorda con respecto a los retorcidos experimentos de Gellert Grindelwald y fue expulsado.
   Hasta ahora, todo lo que se sab´ıa sobre los siguientes movimientos de Grindelwald era que ’viajó por el extranjero durante algunos meses’. Ahora puede ser revelado que Grindelwald decidió visitar a su t´ıa abuela en el Valle de Godric, y que all´ı, por intensamente chocante que pueda ser para muchos de los que leen, acabó trabando una cercana amistad con nada menos que Albus Dumbledore.
   “Me parec´ıa un muchacho encantador”, balbuceó Bathilda, “fuera lo que fuera en lo que se convirtió despues. Naturalmente se lo presenté al pobre Albus, que echaba de menos la compa˜n´ıa de jóvenes de su propia edad. Los muchachos simpatizaron el uno con el otro inmediatamente”
   Ciertamente lo hicieron. Bathilda me mostró una carta, guardada por ella, que Albus Dumbledore hab´ıa enviado a Gellert Grindelwald a altas horas de la noche.
   “¡S´ı, incluso después de que se pasaban todo el d´ıa discutiendo, ambos muchachos eran jóvenes brillantes, bull´ıan como un caldero al fuego, yo a veces o´ıa a una lechuza golpeando en la ventana del dormitorio de Gellert, entregando una carta de Albus¡ ¡Se le habr´ıa ocurrido una idea y ten´ıa tendr´ıa que hacérselo saber a Gellert inmediatamente!”
   Y qué ideas ten´ıan. Unas profundamente sorprendentes, como los admiradores de Albus Dumbledore descubrirán, aqu´ı están los pensamientos de su héroe a los diecisiete a˜nos, en una misiva a su nuevo mejor amigo. (Una copia de la carta original puede se vista en la página 463) Gellert...
   Tu punto de vista de que la dominación del Mago es POR EL
   PROPIO BIEN DE LOS MUGGLES... ese, creo yo, que es el punto crucial. S´ı, se nos ha dado el poder y s´ı, ese poder nos da derecho a dominar, pero también conlleva una responsabilidad para con el CAPÍTULO 18. VIDA Y MENTIRAS DE ALBUS DUMBLEDORE
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   mundo. Debemos acentuar ese punto, será la piedra angular sobre la que construiremos. Donde encontremos oposición, que seguramente la habrá, esta debe ser la base de todos nuestros contraargumentos.
   Tomemos el control POR EL BIEN MAYOR. Y seguir a partir de eso donde encontraremos resistencia, debemos usar solo la fuerza necesaria y no más. (Ese fue tu error en Durmtrang) Pero no me quejo, por que si no hubieras sido expulsado, nunca nos habr´ıamos conocido.
   Albus
   Asombrados y consternados estarán sus muchos admiradores, esta carta constituye la prueba de que Albus Dumbledore una vez so˜nó con derrocar el Estatuto Secreto y establecer el control de los Magos sobre los muggles.
   ¡Qué golpe para los que siempre retrataban a Dumbledore como el mayor defensor de los nacidos muggles! A la luz de esta evidencia indiscutiblemente nueva, las cosas se ven desde otra perspectiva. ¡Qué despreciable aparece Albus Dumbledore ocupado en planear su ascención al poder, cuando deber´ıa haber estado afligido por su madre y cuidando de su hermana!
   Sin duda, aquellos decididos mantener a Dumbledore sobre un pedestal alabarán que, después de todo, no pusiera sus proyectos en acción, debió haber sufrido un cambio de parecer, recobrando el juicio. Sin embargo, la verdad parece totalmente sorprendente.
   Apenas dos meses después del comienzo de su nueva gran amistad, Dumbledore y Grindelwald se separaron, y nunca se volvieron a ver el uno al otro hasta que se encontraron en su legendario duelo (para más, ver cap´ıtulo 22).
   ¿Qué causó esta abrupta ruptura? ¿Dumbledore hab´ıa recobrado el juicio? ¿Le hab´ıa dicho a Grindelwald que no quer´ıa formar parte de sus proyectos? Ay!, no.
   “Fue la muerte de la pobre y peque˜na Ariana, creo, eso fue”, dice Bathilda.
   “Fue un golpe terrible. Gellert estaba all´ı en la casa cuando pasó y volvió a mi casa muy nervioso, me dijo que se quer´ıa ir a casa al d´ıa siguiente. Terriblemente apenado, sabes. Entonces arreglé un Traslador y esa fue la última vez que le vi.”
   “Albus estaba fuera de s´ı por la muerte de Ariana. Fue terrible para los dos hermanos. Hab´ıan perdido a todos excepto el uno al otro. No es extra˜no que los temperamentos se elevaran a gran altura. Aberforth culpó a Albus, ya se sabe como se pone la gente en esas terribles circunstancias. Pero Aberforth siempre hablaba un poco como a lo loco, el pobre muchacho. En todo caso, romperle la nariz a Albus en el funeral no fue decente. Habr´ıa destruido a Kendra, el ver que sus hijos luchaban as´ı, sobre del cuerpo de su hija. Una pena que Gellert no pudiera quedarse para el entierro... Habr´ıa sido un consuelo para Albus, al menos...”
   Esta reyerta junto al ataúd fue terrible, conocida solo por aquellos pocos que asistieron al entierro de Ariana Dumbledore, levantando varias preguntas.
   ¿Por qué culpaba exactamente Aberforth Dumbledore a Albus de la muerte de su hermana? ¿Fue, como ’Batty’pretende, una mera efusión de pena? ¿O
   pod´ıa haber una razón más concreta para esa furia? Grindelwald, expulsado de Durmstrang por los casi fatales ataques a sus compa˜neros de estudios, escapó del pa´ıs pocas horas después después de la muerte de la muchacha y Albus (¿por vergüenza o miedo?) nunca le volvió a ver, no antes de ser obligado a ello por las súplicas del mundo mágico.
 
   CAPÍTULO 18. VIDA Y MENTIRAS DE ALBUS DUMBLEDORE
   205
   Ni Dumbledore ni Grindelwald se refirieron nunca posteriormente a esta breve amistad de juventud. Sin embargo, no puede haber ninguna duda de que Dumbledore se retrasó, durante aproximadamente cinco a˜nos de confusión, v´ıctimas y desapariciones, en su ataque sobre Gellert Grindelwald. ¿Le retrasó el afecto por el hombre o el miedo a exponerse ante su una vez mejor amigo lo que hizo que Dumbledore vacilara? ¿Fue solo a rega˜nadientes que Dumbledore se dedicó a la captura del hombre al que una vez hab´ıa estado tan encantado de conocer?
   ¿Y cómo fue la misteriosa muerte de Ariana? ¿Fue v´ıctima involuntaria de algún rito oscuro? ¿Tropezó con algo que no deber´ıa haber visto, cuando los dos jóvenes estaban sentados practicando para su intendo de conseguir gloria y dominación? ¿Es posible que Ariana Dumbledore fuera la primera persona en morir por él bien mayor’ ?
   El cap´ıtulo terminaba aqu´ı y Harry levantó la vista. Hermione hab´ıa llegado al final de la página antes que él. Arrancó el libro de la mano de Harry, pareciendo un poco alarmada por su expresión, y lo cerró sin mirarlo, como si ocultara algo indecente.
   “Harry...”
   Pero él negó con la cabeza. Alguna certeza interna hab´ıa sido aplastada dentro de él; era exactamente lo que hab´ıa sentido después de la marcha de Ron. Hab´ıa confiado en Dumbledore, hab´ıa cre´ıdo que era la encarnación de la bondad y la sabidur´ıa. Todo cenizas. ¿Qué más pod´ıa perder? Ron, Dumbledore, la varita de fénix...
   “Harry” Ella pareció haber escuchado sus pensamientos. “Escúchame. Esto... no es una lectura muy agradable...”
   “S´ı, podr´ıas decirlo as´ı...”
   “...pero no lo olvides. Harry, que esto está escrito por Rita Skeeter.”
   “Leiste esa carta a Grindelwald, ¿verdad?”
   “S´ı...lo hice” Vaciló, parec´ıa molesta, acunando su té en las fr´ıas manos. “Creo que ese fue el peor trozo. Sé que Bathilda pensaba que solo era charla, pero ’Por el Bien Mayor’se convirtió en el lema de Grindelwald, su justificación para todas las atrocidades que cometió más tarde. Y...desde que... esto hace que parezca que Dumbledore le dio la idea. Dicen que ’Por El Bien Mayor´ıncluso fue tallado sobre la entrada de Nurmengard.”
   “¿Qué es Nurmengard?”
   “La prisión que ten´ıa Grindelwald para retener a sus opositores. Él mismo terminó all´ı, una vez que Dumbledore le atrapó. De todos modos, esto....esto es un pensamiento horrible, que las ideas de Dumbledore ayudaran a impulsar la subida al poder de Grindelwald.
   Pero por otra parte, ni siquiera Rita puede fingir que se conocieron el uno al otro solo durante unos meses de verano cuando eran realmente jóvenes, como...”
   “Sab´ıa que dir´ıas eso” dijo Harry. No quer´ıa que su cólera se derramara sobre ella, pero era dif´ıcil de mantener la voz estable. “Sab´ıa que dir´ıas éran jóvenes’. Ten´ıan la misma edad que nosotros ahora. Y aqu´ı estamos nosotros, arriesgando nuestras vidas para luchar contra las Artes Oscuras y all´ı estaba él, reuniéndose con su nuevo mejor amigo, trazando planes para su ascención al poder sobre los muggles.”
   Su temperamento no permanecer´ıa bajo control mucho más. Se levantó y paseó por los alrededores, intentando trabajar un poco en acallarlo.
   “No intento defender lo que Dumbledore escribió” dijo Hermione. “Toda esa basura CAPÍTULO 18. VIDA Y MENTIRAS DE ALBUS DUMBLEDORE
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   de ’derecho a gobernar’, es solo ’La Magia es Poderúna vez más. Pero Harry, su madre acababa de morir, estaba solo en casa....”
   “¿Solo? ¡No estaba solo! Ten´ıa a su hermano y a su hermana acompa˜nándolo, su hermana Squib, a la que manten´ıa encerrada...”
   “No me creo eso” dijo Hermione. Ella también se levantó. “Independientemente de lo que le pasara a esa chica. No creo que fuera una Squib. El Dumbledore que nosotros conoc´ıamos nunca, jamás habr´ıa permitido...”
   “¡El Dumbledore que cre´ıamos conocer no quer´ıa conquistar a los muggles a la fuerza!”
   gritó Harry, su voz resonó por la vac´ıa cima haciendo que varios grajos se elevaran en el aire, graznando y volando en espiral contra el nacarado cielo.
   “¡Cambió, Harry, cambió! ¡Es tan simple como eso! !Tal vez realmente cre´ıa en estas cosas cuando ten´ıa diecisiete a˜nos, pero el resto de su vida lo dedicó a la lucha contra las Artes Oscuras! ¡Dumbledore fue quien detuvo a Grindelwald, quien siempre votó a favor de la protección de los muggles y los derechos de los nacidos muggles, quien luchó contra quien-tu-ya-sabes desde el principio y quien murió intentando derrocarlo!”
   El libro de Rita yac´ıa en el suelo entre ellos, de forma que la cara de Albus Dumbledore sonre´ıa culpablemente hacia ambos.
   “Harry, lo siento, pero creo que la auténtica razón por la que estás tan enfadado es que Dumbledore nunca te contó nada de esto él mismo.”
   “¡Tal vez!” bramó Harry y arrojando los brazos sobre la cabeza, apenas sabiendo si intentaba contener su cólera o protegerse a s´ı mismo del peso de su propia desilusión.
   “¡Mira lo que me pidió, Hermione! ¡Arriesga tu vida, Harry! ¡Y otra vez! ¡Y otra vez! ¡Y
   no esperes que te lo explique todo, solo conf´ıa en m´ı a ciegas, conf´ıa en que sé lo que hago, conf´ıa en m´ı aun cuando yo no conf´ıo en ti! ¡Nunca toda la verdad! ¡Nunca!”
   Su voz se rompió por la tensión y se quedaron de pie mirándose el uno al otro en la blancura y el vac´ıo, y Harry sintió que eran tan insignificantes como insectos bajo el amplio cielo.
   “Te quer´ıa” susurró Hermione. “Sé que te quer´ıa.”
   Harry dejó caer los brazos.
   “No sé a quien quer´ıa, Hermione, pero nunca fue a m´ı. Esto no es amor, el l´ıo en el que me ha dejado metido. Compartió más de lo que estaba pensando con Gellert Grindelwald a simple vista de lo que nunca compartió conmigo.”
   Harry recogió la varita de Hermione, que hab´ıa dejado caer en la nieve y volvió a sentarse en la entrada de la tienda.
   “Gracias por el té. Terminaré la guardia. Regresa al calor.”
   Ella vaciló, pero reconoció la despedida. Recogió el libro y luego regresó caminando por delante de él a la tienda, pero mientras lo hac´ıa, le acarició la parte superior de la cabeza ligeramente con la mano. Él cerró los ojos ante su tacto y se odió por desear que lo que Hermione hab´ıa dicho era verdad: que Dumbledore realmente se hab´ıa preocupado por él.
 
   Cap´ıtulo 19
   La Cierva Plateada
   Estaba nevando para cuando Hermione se hizo cargo de la vigilancia a medianoche.
   Los sue˜nos de Harry hab´ıan sido confusos y perturbadores. Nagini entraba y sal´ıa de ellos, primero a través de un anillo gigante agrietado, después a través de una corona de Navidad de rosas. Despertó repetidamente, en pleno ataque de pánico, convencido de que alguien le hab´ıa llamado en la distancia, imaginando que el viento que azotaba la tienda eran ruido de pasos y voces.
   Finalmente se levantó en la oscuridad y se unió a Hermione, que estaba acurrucada en la entrada de la tienda leyendo Historia de la Magia a la luz de su varita. La nieve estaba cayendo copiosamente, y ella agradeció con alivio su sugerencia de recoger temprano por la ma˜nana y ponerse en movimiento.
   “Iremos a algún sitio más protegido” estuvo de acuerdo, estremeciéndose mientras se pon´ıa un jersey sobre su pijama. “Sigo pensando que puede que haya o´ıdo a gente moverse fuera. Incluso cre´ı ver a alguien una o dos veces.”
   Harry se detuvo en el acto de ponerse un suéter y miró al silencioso e inmóvil Chivatoscopio sobre la mesa.
   “Estoy segura de que lo imaginé” dijo Hermione, que parec´ıa nerviosa. “La nieve en la oscuridad, juega malas pasadas a los ojos... Pero quizás deber´ıamos Desaparecer bajo la Capa de Invisibilidad, solo por si acaso.”
   Media hora después, con la tienda recogida, Harry llevando el Horrocrux, y Hermione aferrando su bolso de cuentas, se Desaparecieron. La usual estrechez los engulló. Los pies de Harry estaban parcialmente hundidos en el suelo nevado, y momentos después golpeó con fuerza en lo que le pareció tierra congelada cubierta de hojas.
   “¿Dónde estamos?” preguntó, escudri˜nando alrededor hacia una nueva masa de árboles mientras Hermione abr´ıa su bolso de cuentas y empezaba a sacar los palos de la tienda.
   “El Bosque de Dean” dijo. “Acampé aqu´ı una vez con mamá y papá.”
   Hab´ıa nieve posada en los árboles de alrededor y hac´ıa un fr´ıo amargo, pero al menos estaban protegidos del viento. Pasaron la mayor parte del d´ıa dentro de la tienda, acurrucados en busca de calor alrededor de las útiles llamas de un brillante azul que Hermione era tan hábil en producir, y que pod´ıan ser recogidas y llevadas por ah´ı en una jarra.
   Harry se sent´ıa como si se estuviera recuperando de una breve pero grave enfermedad, una impresión reforzada por la solicitud con la que Hermione le trataba. Esa tarde nuevos copos de nieve cayeron sobre ellos, haciendo que incluso su claro protegido se cubriera de una nueva capa de nieve en polvo.
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   CAPÍTULO 19. LA CIERVA PLATEADA
   208
   Después de dos noches de poco sue˜no, los sentidos de Harry parec´ıan más alerta de lo normal. Su escapada del Valle de Godric hab´ıa sido por tan poco que Voldemort parec´ıa de algún modo más cercano que antes, más amenazador. Cuando la oscuridad cayó otra vez Harry rehusó el ofrecimiento de Hermione de quedarse vigilando y le dijo que se fuera a la cama.
   Harry llevó un viejo coj´ın a la entrada de la tienda y se sentó, llevaba puestos todos los jerseys que pose´ıa e incluso as´ı todav´ıa temblaba. La oscuridad se acentuó con el paso de las horas hasta que resultó virtualmente impenetrable. Estaba a punto se sacar el Mapa del Merodeador, para observar el punto de Ginny un rato, cuando recordó que estaban en medio de las vacaciones de navidad y que ella deb´ıa estar de vuelta en la Madriguera.
   Cada diminuto movimiento parec´ıa magnificado por la inmensidad del bosque. Harry sab´ıa que deb´ıa de haber criaturas vivas, pero deseaba que todas permanecieran inmóviles y en silencio para poder separar sus inocentes roces y murmullos de los ruido que podr´ıan proclamar otros movimientos siniestros. Recordaba el sonido del serpenteo de una capa sobre las hojas muertas que hab´ıa o´ıdo hac´ıa a˜nos, y una vez creyó haberlo o´ıdo de nuevo antes de sacudirse mentalmente a s´ı mismo. Sus encantamientos protectores hab´ıan funcionado durante semanas, ¿por qué iban a fallar ahora? Y aun as´ı no pod´ıa sacudirse la sensación de que algo era diferente esta noche.
   Varias veces se enderezó de un salto, le dol´ıa el cuello porque se hab´ıa quedado dormido, derrumbado en un ángulo torpe contra el costado de la tienda. La noche alcanzó tal profundidad de aterciopelada negrura que podr´ıa haber estado suspendido en el limbo entre la Desaparición y la Aparición. Acababa de levantar una mano ante su cara para ver si pod´ıa distinguir sus dedos cuando ocurrió.
   Una brillante luz plateada justo delante de él, moviéndose entre los árboles. Fuera cual fuera la fuente, se estaba moviendo silenciosamente. La luz parec´ıa simplemente vagar hacia él. Saltó sobre sus pies, la voz se le quedó congelada en la garganta, y alzó la varita de Hermione. Entrecerró los ojos cuando la luz se volvió cegadora, los árboles de delante eran solo siluetas negras, y la cosa todav´ıa segu´ıa acercándose...
   Y entonces la fuente de luz salió de detrás de un roble. Una cierva plateada, brillante a la luz de la luna y deslumbrante, abriéndose paso por el terreno, todav´ıa silenciosa y sin dejar pisadas en la fina nieve en polvo. Se acercó a él, su hermosa cabeza de ojos grandes y largos se manten´ıa en alto.
   Harry miraba fijamente a la criatura, lleno de maravilla, no por su extra˜neza, sino porque sent´ıa una inexplicable familiaridad. Se sent´ıa como si hubiera estado esperando su llegada, pero hab´ıa olvidado, hasta ese momento, que ten´ıan una cita. Su impulso de llamar a Hermione, que hab´ıa parecido tan fuerte momentos antes, hab´ıa desaparecido.
   Sab´ıa, se habr´ıa jugado la vida, que ella hab´ıa venido por él, y sólo por él.
   Se miraron el uno al otro durante largos momentos y entonces la cierva se giró y se alejó.
   “No” dijo él, y su voz sonó agrietada por la falta de uso. “¡Vuelve!”
   Ella continuó caminando deliberadamente a través de los árboles, y pronto su brillo se vio veteado por los gruesos troncos negros. Durante un tembloroso segundo vaciló. La cautela le murmurba que pod´ıa ser un truco, un cebo, una trampa. Pero el instinto, el abrumador instinto, le dec´ıa que esto no era Magia Oscura. Comenzó la persecución.
   La nieve cruj´ıa bajo sus pies, pero la cierva no hac´ıa ningún ruido mientras pasaba a través de los árboles, no era nada más que luz. Le conduc´ıan adentrándose más y más en el bosque, y Harry caminaba rápidamente, seguro de que cuando ella se parara, le dejar´ıa CAPÍTULO 19. LA CIERVA PLATEADA
   209
   aproximarse apropiadamente. Y entonces hablar´ıa y la voz le dir´ıa lo que necesitaba saber.
   Al fin, se detuvo. Giró su hermosa cabeza hacia él una vez más, y él echó a correr, una pregunta ard´ıa en su interior, pero cuando abrió los labios para pronunciarla, ella se desvaneció.
   Aunque la oscuridad se la hab´ıa tragado del todo, su imagen bru˜nida estaba todav´ıa impresa en las retinas de Harry; oscurec´ıa su visión, iluminándola cuando bajaba los párpados, desorientándole. Ahora volv´ıa el miedo. La presencia de ella significaba seguridad.
   “¡Lummus! ” susurró, y la punta de la varita se encendió.
   Las impresión de la cierva palidec´ıa con cada parpadeo de sus ojos y se quedó all´ı de pie, escuchando los sonidos del bosque, los distantes crujidos de ramas, los suaves latigazos de nieve. ¿Estaba a punto de ser atacado? ¿Le hab´ıa atra´ıdo ella a una emboscada? ¿Se estaba imaginando que hab´ıa algo de pie más allá del alcance de la luz de la varita, observándole?
   Sostuvo la varita más alto, nadie corr´ıa hacia él, ningún destello de luz verde salió de detrás de un árbol.¿Por qué le hab´ıa conducido a este lugar?
   Algo brillaba a la luz de la varita, y Harry se acercó, pero todo lo que all´ı hab´ıa era una peque˜na y congelada charca, su agrietada superficie negra brilló cuando alzó aún más alto la varita para examinarla.
   Se adelantó cautelosamente y bajó la mirada hasta ella. El hielo reflejaba su sombra distorsionada y el rayo de la varita, pero en lo profundo, bajo el grueso y brumoso caparazón gris, algo más brillaba. Una gran cruz plateada...
   El corazón le saltó a la boca. Cayó de rodillas en el borde de la charca e inclinó la varita en un ángulo que inundara el fondo de la charca con tanta luz como fuera posible.
   Un destello de rojo profundo... Era una espada con relucientes rub´ıes en la empu˜nadura...
   la espada de Gryffindor yac´ıa en el fondo de la charca de un bosque.
   Apenas respirando, bajó la mirada. ¿Cómo era esto posible? ¿Cómo pod´ıa haber llegado a yacer en una charca del bosque, tan cerca del lugar en el que acampaban? ¿Alguna magia desconocida hab´ıa arrastrado a Hermione a este lugar, o era la cierva, a la que hab´ıa tomado por un Patronus, algún tipo de guardián de la charca? ¿O la espada hab´ıa sido puesta en la charca después de que llegaran, precisamente porque ellos estaban aqu´ı?
   En cualquier caso, ¿dónde estaba la persona que se la estaba entregando a Harry? De nuevo barrió con la varita los árboles y arbustos circundantes, buscando un humano a la vista, por el rabillo del ojo, pero no pudo ver a nadie. Al mismo tiempo un poco más de miedo fermentó su exitación cuando volvió la atención a la espada que reposaba en el fondo de la charca congelada.
   Apuntó la varita hacia la forma plateada y murmuró.
   “Accio espada.”
   No se movió. No hab´ıa esperado que lo hiciera. Si hubiera sido tan fácil, la espada habr´ıa estado tirada en el suelo para que él la recogiera, no en las profundidades de una charca helada. Se paseó alrededor del c´ırculo de hielo, pensando con fuerza en la última vez que la espada se hab´ıa entregado a s´ı misma a él. Hab´ıa estado en un terrible peligro entonces, y hab´ıa pedido ayuda.
   “Ayuda” murmuró, pero la espada permaneció en el fondo de la charca, indiferente, inmóvil.
 
   CAPÍTULO 19. LA CIERVA PLATEADA
   210
   ¿Qué era, se preguntó Harry a s´ı mismo (paseando de nuevo), lo que le hab´ıa dicho Dumbledore la última vez que hab´ıa recuperado la espada? Solo un verdadero Gryffindor podr´ıa haber sacado eso del Sombrero. ¿Y cuales eran las cualidades que defin´ıan a un Gryffindor? Una vocecita en su cabeza le respondió: Su atrevimiento, nervio, y su valor diferencian a un Gryffindor.
   Harry dejó de pasearse y dejó escapar un largo suspiro, su vaporoso aliento se dispersó rápidamente en el aire congelado. Sab´ıa lo que ten´ıa que hacer. Para ser honesto consigo mismo, hab´ıa pensado en ello desde el momento en que hab´ıa divisado la espada a través del hielo.
   Miró de nuevo a los árboles circundantes, pero estaba convencido de que nadie iba a atacarle. Hab´ıan tenido su oportunidad cuando caminaba solo a través del bosque, hab´ıa habido muchas oportunidades mientras examinaba la charca. La única razón para retrasarlo era que la perspectiva de la acción inmediata era muy poco invitadora.
   Con dedos torpes Harry empezó a quitarse las muchas capas de ropa. En cuanto a donde entraba el ’valorén esto, pensó resentido, no estaba muy seguro, a menos que contara como valor que no hubiera llamado a Hermione para hacerlo en su lugar.
   Una lechuza ululó en alguna parte mientras se desnudaba, y pensó con una punzada de dolor en Hedwig. Ahora estaba temblando, sus dientes casta˜neteaban horriblemente, aunque continuó desnudándose hasta que al fin estuvo all´ı en ropa interior, descalzo en la nieve. Colocó la bolsita que conten´ıa su varita, la carta de su madre, el trozo del espejo de Sirius, y la vieja Snitch encima de su ropa, después se˜naló con la varita de Hermione al hielo.
   “Diffindo.”
   Se agrietó con un sonido parecido al de disparar una bala en el silencio. La superficie de la charca se rompió y trozos de hielo oscuro se mecieron sobre el agua se ondeaba. Por lo que Harry pod´ıa juzgar, no era profunda, pero para recuperar la espada tendr´ıa que sumergirse completamente.
   Contemplar la tarea venidera no la har´ıa más fácil o calentar´ıa más el agua. Se acercó al borde de la charca y colocó la varita de Hermione en el suelo, todav´ıa encendida. Después, intentando no imaginar el fr´ıo que estaba a punto de experimentar o lo violentamente que temblar´ıa, saltó.
   Cada poro de su cuerpo gritó en protesta. El mismo aire de sus pulmones pareció con-gelarse y volverse sólido cuando se sumergió hasta los hombros en agua congelada. A penas pod´ıa respirar; temblaba tan violentamente que el agua lam´ıa los bordes de la charca, tanteó la hoja con su pie entumecido. Quer´ıa sumergirse solo una vez.
   Calculó el momento de la inmersión total segundo a segundo, jadeando y temblando, hasta que se dijo a s´ı mismo que deb´ıa hacerse, reunió todo su coraje, y se sumergió. El fr´ıo era una agon´ıa. Le atacaba como fuego. Su mismo cerebro parec´ıa haberse congelado mientras empujaba a través del agua oscura hacia el fondo y extend´ıa la mano, buscando la espada. Sus dedos se cerraron sobre la empu˜nadura, tiró hacia arriba.
   Entonces algo se cerró firmemente alrededor de su cuello. Pensó que eran algas aunque nada le hab´ıa rozado cuando se sumergió, y alzó la mano vac´ıa para liberarse. No eran algas. La cadena del Horrocrux se hab´ıa apretado y estaba apretando lentamente su tráquea.
   Harry pateó salvajemente, intentando impulsarse de vuelta a la superficie, pero solo consiguió impulsarse contra el lado rocoso de la charca. Agitándose, ahogándose, asió la CAPÍTULO 19. LA CIERVA PLATEADA
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   cadena estranguladora, sus dedos congelados fueron incapaces de soltarla, y ahora hab´ıa luces estallando en su cabeza, e iba a ahogarse, no hab´ıa nada, nada que pudiera hacer, y los brazos que se cerraban alrdedor de su pecho seguramente eran de motigafos...
   Tosiendo y vomitando, empapado y más fr´ıo de lo que hab´ıa estado nunca en su vida, se derrumbó bocabajo en la nieve. En alguna parte, cerca, otra persona jadeaba, tos´ıa y se tambaleaba. Hermione hab´ıa venido de nuevo al rescate, como hab´ıa hecho cuando el ataque... Aunque no parec´ıa ella, no con esas toses profundas, ni a juzgar por el peso de las pisadas.
   Harry no ten´ıa fuerzas para alzar la cabeza y averiguar la identidad de su salvador.
   Todo lo que pudo alzar fue una mano temblorosa hasta su garganta y palpar el lugar donde el guardapelo hab´ıa cortado firmemente su carne. Hab´ıa desaparecido. Alguien se lo hab´ıa cortado. Entonces una voz jadeande habló sobre su cabeza.
   “¿Estas... loco?”
   Nada excepto la sorpresa de oir esa voz podr´ıa haber dado a Harry las fuerzas necesarias para levantarse. Temblando violentamente, se puso en pie tambaleante. All´ı ante él estaba Ron, completamente vestido pero empapado del todo, con el pelo aplastado sobre la cara, la espada de Gryffindor en una mano y el Horrocrux colgando de su cadera rota en la otra.
   “¿Por qué demonios” jadeó Ron, sujetando en alto el Horrocrux, que se balanceaba adelante y atrás en la corta cadena en una especie de parodia de hipnosis “no te quitaste esta cosa antes de sumergirte”
   Harry no pod´ıa responder. La cierva plateada no hab´ıa sido nada, nada, comparado con la aparición de Ron, no pod´ıa creérselo. Temblando de fr´ıo, cogió la pila de ropa que todav´ıa yac´ıa al borde del agua y empezó a ponérsela. Mientras se pasaba jersey tras jersey sobre la cabeza, Harry miraba a Ron, medio esperando que hubiera desaparecido cada vez que le perd´ıa de vista, aunque ten´ıa que ser real. Acababa de tirarse a la charca, hab´ıa salvado la vida de Harry.
   “¿Eras t-tú?” dijo Harry al fin, sus dientes casta˜neteaban, su voz era más débil de lo habitual dada su casi-estrangulación.
   “Bueno, si” dijo Ron, ligeramente confuso.
   “¿Tú lanzaste esa cierva?”
   “¿Qué? ¡No, por supuesto que no! ¡Yo cre´ıa que hab´ıas sido tú!”
   “Mi patronus es un ciervo.”
   “Oh, si. Pensé que parec´ıa diferente. Sin cornamenta.”
   Harry se puso la bolsita de Hagrid alrededor del cuello, poniéndose un último jersey, acercándose a recoger la varita de Hermione, y enfrentándose de nuevo a Ron.
   “¿Cómo es que estás aqu´ı?”
   Aparentemente Ron hab´ıa esperado que ese punto se tocara más adelante, si es que se tocaba.
   “Bueno, yo... ya sabes... he vuelto. Si...” Se aclaró la garganta. “Ya sabes. Si todav´ıa me queréis aqu´ı.”
   Hubo una pausa, en la cual el tema de la partida de Ron pareció alzarse como una pared entre ellos. Aunque estaba aqu´ı. Hab´ıa vuelto. Acababa de salvar la vida de Harry.
 
   CAPÍTULO 19. LA CIERVA PLATEADA
   212
   Ron bajó la mirada a sus manos. Pareció momentáneamente sorprendido al ver las cosas que sujetada.
   “Oh, si, saqué esto,” dijo, bastante innecesariamente, alzando la espada para que Harry la inspeccionara. “¿Saltaste por esto... verdad?”
   “Si” dijo Harry. “Pero no lo entiendo. ¿Cómo llegaste aqu´ı? ¿Cómo nos encontraste?”
   “Es una larga historia” dijo Ron. “Os he estado buscando durante horas, es un bosque grande, ¿verdad? Y justo estaba pensando en que iba a tener que dormir bajo un árbol y esperar a la ma˜nana cuando vi a la cierva y la segu´ı.”
   “¿No viste a nadie más?”
   “No” dijo Ron “Yo...”
   Pero vaciló, mirando a dos árboles que crec´ıan cerca el uno del otro a algunas yardas de distancia.
   “Creo que vi algo moverse all´ı, pero estaba corriendo hacia la charca en ese momento, porque hab´ıas entrado pero no sal´ıas, as´ı que no iba a hacer un desv´ıo para... ¡ey!”
   Harry ya estaba corriendo hacia el lugar que Ron hab´ıa se˜nalado. Los dos robles crec´ıan bastante juntos, hab´ıa un hueco de solo unos cent´ımetros entre los troncos al nivel de los ojos, un lugar ideal para ver sin ser visto. La tierra alrededor de las ra´ıces, sin embargo,estaba libre de nieve, y Harry pudo ver que no hab´ıa ninguna se˜nal de pisadas.
   Volvió adonde estaba Ron esperando, todav´ıa sujetando la espada y el Horrocrux.
   “¿Hay algo?” preguntó Ron.
   “No” dijo Harry.
   “¿Entonces, que hac´ıa la espada en esa charca?”
   “Quien quiera que lanzara el Patronus debe haberla puesto ah´ı.”
   Ambos miraron a la ornamentada espada de plata, su empu˜nadura de rub´ıes brillaba un poco a la luz de la varita de Hermione.
   “¿Crees que es la auténtica?” preguntó Ron.
   “Hay una forma de averiguarlo, ¿verdad?” dijo Harry.
   El Horrocrux todav´ıa se balanceaba en la mano de Ron. El guardapelo se sacud´ıa ligeramente. Harry sab´ıa que la cosa de dentro estaba de nuevo agitada. Hab´ıa sentido la presencia de la espada y hab´ıa intentado matar a Harry antes que dejarle poseerla. Ahora no hab´ıa tiempo para largas discusiones; era el momento de destruir al guardapelo de una vez y para siempre. Harry miró alrededor, sujetando en alto la varita de Hermione, y vio el lugar; una roca plana que yac´ıa a la sombra de un sicomoro.
   “Vamos” dijo, y abrió el camino, limpiando la nieve de la superficie de la roca, y extendiendo la mano pidiendo el Horrocrux. Cuando Ron ofreció la espada, sin embargo, Harry sacudió la cabeza.
   “No, debes hacerlo tú.”
   “¿Yo?” dijo Ron, sorprendido. “¿Por qué?”
   “Porque tú sacaste la espada de la charca, creo que se supone que debes ser tú.”
   No estaba siendo para nada amable o generoso. Tan indudablemente como hab´ıa sabido que la cierva era benigna, sab´ıa que ten´ıa que ser Ron quien esgrimiera la espada.
   Dumbledore le hab´ıa ense˜nado al menos algo sobre cierto tipo de magia, y el incalcu-CAPÍTULO 19. LA CIERVA PLATEADA
   213
   lable poder de ciertos actos.
   “Lo voy a abrir” dijo Harry “y tú lo golpeas. Directamente, ¿vale? Por si lo que sea que haya dentro ofrece resistencia. El pedazo de Riddle del diario intentó matarme.”
   “¿Cómo vas a abrirlo?” preguntó Ron. Parec´ıa aterrado.
   “Voy a pedirle que se abra, en parsel” dijo Harry. La respuesta llegó tan fácilmente a sus labios que pensó que en el fondo siempre lo hab´ıa sabido. Quizás hab´ıa sido su reciente encuentro con Nagini lo que le hab´ıa hecho comprenderlo. Miró a la serpentina S dibujada con brillantes piedras. Era fácil visualizarla como una minúscula serpiente, enroscada sobre la fr´ıa piedra.
   “¡No!” dijo Ron. “¡No lo abras! ¡Lo digo en serio!”
   “¿Por qué no?” preguntó Harry. “Librémonos de esta maldita cosa, hace meses...”
   “No puedo, Harry, en serio... hazlo tú.”
   “¿Pero por qué?”
   “¡Porque esa cosa es mala para m´ı!” dijo Ron, retrocediendo lejos del guardapelo tendido sobre la roca. “¡No puedo con ello! No es una excusa, Harry, ya me gustar´ıa, pero a mi me afecta más que a ti y a Hermione, me hizo pensar cosas... cosas que yo ya estaba pensando de todos modos, pero las hizo peor. No puedo explicarlo, y entonces me fui y volv´ı a pensar con claridad, y entonces vas tú y me pones esa cosa asquerosa delante...
   ¡no puedo hacerlo, Harry!”
   Se hab´ıa alejado, con la espada colgando a su costado, sacudiendo la cabeza.
   “Puedes” dijo Harry, “¡puedes! Solo tienes que coger la espada, sé que se supone que tienes que ser tú quien la utilice. Por favor, librémonos de él, Ron.”
   El sonido de su nombre pareció actuar como un estimulante. Ron tragó, después, todav´ıa respirando con dificultad a través de su larga nariz, volvió hasta la roca.
   “Dime cuando” graznó.
   “A la de tres” dijo Harry, volviendo a mirar al guardapelo y entrecerrando los ojos, concentrándose en la letra S, imaginando una serpiente, mientras el contenido del guardapelo se retorc´ıa como un gallo de pelea atrapado. Habr´ıa sido fácil compadecerlo, solo que el corte del cuello de Harry todav´ıa ard´ıa.
   “Uno... dos... tres... ábrete.”
   La última palabra llegó en forma de un siseo y un gru˜nido y las puertas doradas del guardapelo se abrieron con un peque˜no chasquido.
   Tras las dos ventanas de cristal de dentro parpadeaban unos ojos vivos, oscuros y hermosos como hab´ıan sido los ojos de Tom Riddle antes de volverse escarlatas y de pupilas como rajas.
   “Golpea” dijo Harry, sujetando el guardapelo firme en la roca.
   Ron alzó la espada entre sus manos temblorosas. Surgió un punto sobre los ojos que saltaban de un lado a otro, y Harry agarró el guardapelo firmemente, endureciéndose a s´ı mismo, ya imaginando sangre manando de las ventanas vac´ıas.
   Entonces una voz siseó desde el Horrocrux.
   “He visto tu corazón, y es m´ıo.”
   “¡No le escuches!” dijo Harry ásperamente “¡Golpea!”
 
   CAPÍTULO 19. LA CIERVA PLATEADA
   214
   “He visto tus sue˜nos, Ronald Weasley, y he visto tus miedos. Todo lo que deseas es posible, pero todo lo que temes también es posible...”
   “¡Golpea!” gritó Harry, su voz resonó entre los árboles circundantes, la espada temblaba, y Ron miraba fijamente a los ojos de Riddle.
   “Siempre menos amado, por la madre que anhelaba una hija... Menos amado ahora, por la chica que prefiere a tu amigo... El segundo mejor, siempre eternamente a la sombra...”
   “¡Ron, golpea ya!” gritó Harry a voz en cuello. Pod´ıa sentir al guardapelo estremeciéndose en su apretón y le asustó lo que se avecinaba. Ron alzó la espada más alto, y cuando lo hizo, los ojos de Riddle se volvieron escarlata.
   Saliendo de las dos ventanas del guardapelo, saliendo de los ojos, hab´ıan florecido como dos grotescas burbujas, las cabezas de Harry y Hermione, extra˜namante distorsionadas.
   Ron chilló por la sorpresa y retrocedió mientras las figuras surg´ıan del guardapelo, sus pechos, sus cinturas, sus piernas, hasta que estuvieron de pie en el guardapelo, lado a lado como árboles con una raiz común, balanceándose sobre Ron y el auténtico Harry, que apartó los dedos del guardapelo como si quemara, repentimente al rojo vivo.
   “¡Ron!” gritó, pero el Harry “Riddle estaba ahora hablando con la voz de Voldemort y Ron le miraba fijamente, hipnotizado, a la cara.”
   “¿Por qué volviste? Estabamos mejor sin t´ı, más felices sin ti, nos alegraba tu ausencia... Nos re´ıamos de tu estupidez, de tu cobard´ıa, de tu presunción...”
   “¡Presunción! ” repitió el Riddle-Hermione, que era más guapa aunque más terrible que la auténtica Hermione. Se bamboleaba, cacareando, ante Ron, que parec´ıa horrorizado, aunque transfigurado, la espada colgaba inútilmente a su costado. “¿Quién podr´ıa mirarte a ti, quien te mirar´ıa nunca, estando junto a Harry Potter? ¿Qué has hecho tú, comparado con el Elegido? ¿Qué eres tú comparado con el Chico que Vivió? ”
   “¡Ron, golpealo, GOLPEALO!” chilló Harry, pero Ron no se mov´ıa. Sus ojos estaba abiertos de par en par y el Riddle-Harry y la Riddle-Hermione estaban reflejados en ellos, sus cabellos se arremolinaban en llamas, sus ojos brillaban rojos, sus voces se elevaban en un dueto maléfico.
   “Tu madre confesó” dijo con desprecio el Riddle-Harry, mientras la Riddle-Hermione se burlaba “que me habr´ıa preferido a m´ı como hijo, que se habr´ıa alegrado de intercambiar...”
   “Quién no le preferir´ıa a él, qué mujer te aceptar´ıa, no eres nada, nada, nada comparado con él” graznó la Riddle-Hermione, y se estiró como una serpiente y se entrelazó alrededor del Riddle-Harry, envolviéndole en un estrecho abrazo. Los labios de ambos se encontraron.”
   Sobre el suelo ante ellos, la cara de Ron estaba llena de angustia. Alzó la espada en alto, sus brazos temblaban.
   “¡Hazlo, Ron!” gritó Harry.
   Ron le miró, y Harry creyó ver un rastro de escarlata en sus ojos.
   “¿Ron...?”
   La espada centelleó, cayó. Harry se lanzó fuera de su camino, se oyó un chasquido de metal y un largo, interminable grito. Harry se dio la vuelta, resbalando en la nieve, con la varita en alto para defenderse, pero no hab´ıa nada contra lo que luchar.
   Las versiones mostruosas de s´ı mismo y Hermione hab´ıan desaparecido. Solo estaba CAPÍTULO 19. LA CIERVA PLATEADA
   215
   Ron, all´ı de pie con la espada laxa en la mano, mirado a los restos esparcidos del guardapelo sobre la roca plana.
   Lentamente, Harry se acercó a él, sin saber apenas qué decir o hacer. Ron estaba respirando con dificultad. Sus ojos ya no eran rojos, sino de su azul normal, también estaban húmedos.
   Harry se agachó, fingiendo no haberlo visto, y recogió el Horrocrux roto. Ron hab´ıa perforado el cristal de ambas ventanas. Los ojos de Riddle hab´ıan desaparecido, y el forro de seda manchado del guardapelo humeaba ligeramente. La cosa que hab´ıa habitado en el Horrocrux se hab´ıa desvanecido; torturar a Ron hab´ıa sido su acto final. Las espada produjo un sonido metálico cuando Ron la dejó caer. Hab´ıa ca´ıdo de rodillas, con la cabeza entre las manos. Estaba temblando, pero no de fr´ıo, comprendió Harry. Harry se metió el guardapelo roto en el bolsillo, arrodillándose junto a Ron, y colocando una mano cautelosamente en su hombro. Se tomó como una buena se˜nal que Ron no se la apartara de un manotazo.
   “Después de que te marcharas” dijo en voz baja, agradeciendo el hecho de que la cara de Ron estuviera oculta “lloró durante una semana. Probablemente más, solo que no quer´ıa que yo lo viera. La mayor´ıa de las noches ni siquiera nos hablábamos el uno al otro. Como te hab´ıas ido...”
   No pudo terminar, ahora que Ron estaba aqu´ı de nuevo Harry comprendió lo mucho que su ausencia les hab´ıa pesado.
   “Ella es como una hermana” siguió. “La quiero como a una hermana y apuesto a que ella siento lo mismo por m´ı. Siempre ha sido as´ı. Cre´ı que lo sab´ıas.”
   Ron no respondió, pero apartó la cara de Harry y se limpió la nariz ruidosamente en la manga. Harry se puso de nuevo en pie y se acercó a donde yac´ıa la enorme mochila de Ron, descartada por Ron mientras corr´ıa hacia la charca para salvar a Harry de ahogarse.
   Se la colgó a su propia espalda y volvió hasta Ron, que remov´ıa los pies mientras Harry se aproximaba, con los ojos rojos pero por lo demás compuesto.
   “Lo siento” dijo con una voz ronca. “Siento haberme marchado. Sab´ıa que era un...
   un...”
   Miró alrededor, hacia la oscuridad, como si esperara que una palabra lo suficientemente mala se abalanzase sobre él y le reclamara.
   “Ya has tenido suficiente por esta noche” dijo Harry. “Conseguir la espada. Terminar con el Horrocrux. Salvarme la vida.”
   “Eso hace que suene más guay de lo que fue” murmuró Ron.
   “Esas cosas siempre suenan más guays de lo que son en realidad” dijo Harry. “He estado intentando dec´ırtelo durante a˜nos.”
   Simultáneamente se adelantaron y se abrazaron, Harry aferró la espalda de la chaqueta todav´ıa empapada de Ron.
   “Y ahora” dijo Harry cuando se apartaron “todo lo que tenemos que hacer es volver a encontrar la tienda.”
   Pero no fue dificil. Aunque la caminata a través del bosque oscuro con la cierva hab´ıa parecido larga, con Ron a su lado, el viaje de vuelta pareció llevar sorprendemente muy poco tiempo. Harry no pod´ıa esperar a despertar a Hermione, y fue con apresurada excitación que entró a la tienda, con Ron un poco rezagado tras él.
 
   CAPÍTULO 19. LA CIERVA PLATEADA
   216
   Resultaba gloriosamente cálida después de la charca y el bosque, la única iluminación era la de las llamas azules que todav´ıa brillaban en un cuenco en el suelo. Hermione estaba bien dormida, acurrucada sobre sus mantas, y no se movió hasta que Harry pronunció su nombre varias veces.
   “¡Hermione!”
   Se movió, después se sentó rápidamente, apartándose el pelo de la cara.
   “¿Qué pasa? ¿Harry? ¿Estás bien?”
   “Bien, todo va bien. Más que bien, estoy genial. Hay alguien aqu´ı.”
   “¿Qué quieres decir? ¿Quién...?”
   Vio a Ron, que estaba de pie sujetando la espada y goteando sobre la ra´ıda alfombra.
   Harry retrocedió hasta una esquina oscura, soltando la mochila de Ron, e intentando fundirse con la lona.
   Hermione bajó de su litera y se movió como una sonámbula hacia Ron, con los ojos en la cara pálida de él. Se detuvo justo delante de él, con los labios ligeramente separados y los ojos abiertos de par en par. Ron lanzó una débil y esperanzada sonrisa y medio alzó los brazos.
   Hermione se lanzó a s´ı misma hacia delante y empezó a dar pu˜netazos a cada cent´ımetro de él que pudo alcanzar.
   “Ouch... ow... ¡basta! ¿Pero qué...? Hermione... ¡OW!”
   “¡Tú... completo... estúpido... Ronald... Weasley!”
   Puntualizaba cada palabra con un golpe. Ron retrocedió, protegiéndose la cabeza mientras Hermione avanzaba.
   “Te... arrastras... hasta... aqui... después... de... semanas... y... semanas... oh, ¿dónde está mi varita?”
   “¡Protego! ”
   Un escudo invisible se irguió entre Ron y Hermione. La fuerza del mismo la derribó hacia atrás sobre el suelo. Escupiendo el pelo de la boca, se levantó de nuevo de un salto.
   “¡Hemione!” dijo Harry. “Cálma...”
   “¡No pienso calmarme!” gritó ella. Nunca antes la hab´ıa visto perder el control as´ı; parec´ıa un poco loca. “¡Devuélveme mi varita! ¡Devuélvemela!”
   “Hermione, si quieres...”
   “¡No me digas lo que debo hacer, Harry Potter!” chilló. “¡No te atrevas! ¡Devuélvemela ahora! ¡Y T Ú!”
   Estaba se˜nalando a Ron en directa acusación. Sonó como una maldición, y Harry no culpó a Ron por retroceder varios pasos.
   “¡Corr´ı detrás de ti! ¡Te llamé! Te supliqué que volvieras.”
   “Lo sé” dijo Ron. “Hermione, lo siento, de verdad...”
   “¡Oh, lo sientes!”
   Soltó una risa aguda, que sonó fuera de control. Ron miró a Harry buscando ayuda, pero Harry simplemente le hizo una mueca impotente.
   “¿Vuelves después de semanas... semanas... y crees que todo se arreglará diciendo CAPÍTULO 19. LA CIERVA PLATEADA
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   simplemente lo siento?”
   “Bueno, ¿qué más puedo decir?” gritó Ron, y Harry se alegró de que Ron estuviera contraatacando.
   “¡Oh, no sé!” chilló Hermione con feo sarcasmo. “Registra tu cerebro, Ron, eso solo deber´ıa llevarte un par de segundos...”
   “Hermione” intervino Harry, que consideró eso un golpe bajo. “acaba de salvarme la...”
   “¡No me importa!” gritó ella. “¡No me importa lo que ha hecho! Semanas y semanas en las que podr´ıamos haber muerto por lo que él sab´ıa...”
   “¡Sab´ıa que no estábais muertos!” bramó Ron, ahogando la voz de ella por primera voz y acercándose tanto como pod´ıa con el Encantamiento Escudo entre ellos. “Harry está todo el rato en El Profeta, en la radio, le están buscando por todas partes, hay todo tipo de rumores e historias alocadas. Sab´ıa que lo oir´ıa si estabais muertos, no sabes lo que ha sido...”
   “¿Lo que ha sido para ti?”
   Su voz era tan chillona que pronto sólo los murciélago podr´ıan o´ırla, pero hab´ıa alcanzado un nivel de indignación que la dejó temporalmente muda, y Ron aprovechó la ocasión.
   “¡Quise volver en el minuto en que Desaparec´ı, pero me met´ı directamente en medio de una banda de Merodeadores, Hermione, y no pude ir a ninguna parte!”
   “¿Una banda de qué?” preguntó Harry, mientras Hermione se lanzaba sobre una silla con los brazos y las piernas cruzadas tan firmemente que parec´ıa improbable que fuera a poder desenredarlos en varios a˜nos.
   “Merodeadores” dijo Ron. “Están por todas partes... bandas intentando ganar oro persiguiendo a nacidos muggles y traidores de sangre, hay una recompensa desde el Ministerio por cualquiera capturado. Yo estaba solo, y parec´ıa que pudiera tener edad escolar; estaban realmente excitados, creyeron que era un nacido muggle a la fuga. Tuve que hablar rápido para evitar que me arrastraran hasta el Ministerio.”
   “¿Qué les dijiste?”
   “Les dijo que era Stan Shunpike. La primera persona en quien pude pensar.”
   “¿Y se lo creyeron?”
   “No eran muy brillantes. Uno de ellos era definitivamente en parte troll, ol´ıa como ellos...”
   Ron miró a Hermione, claramente esperando que se hubiera suavizado tras este peque˜no lapsus de humor, pero la expresión de ella permaneció pétrea sobre sus extremidades altamente anudadas.
   “De cualquier modo, empezaron a discutir sobre si yo era Stan o no. Fue un poco patético, para ser honesto; pero aún as´ı hab´ıa cinco de ellos y yo era solo uno, y ellos me hab´ıan quitado la varita. Entonces dos de ellos empezaron a pelear y mientras los otros estaban distra´ıdos me las arreglé para golpear al que me sujetaba en el estómago, agarré mi varita, Desarmé al tipo que me sujetaba, y Desaparec´ı. No lo hice muy bien.
   Me escind´ı otra vez” Ron mantuvo en alto su mano derecha que mostraba dos u˜nas desaparecidas. Hermione alzó las cejas fr´ıamente “y fui a parar a miles de millas de donde estábais. Para cuando consegu´ı volver a ese tramo de ribera donde hab´ıamos estado... os CAPÍTULO 19. LA CIERVA PLATEADA
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   hab´ıais ido.”
   “Córcholis, que historia tan absorbente” dijo Hermione con el tono más agudo que adoptaba cuando quer´ıa herir. “Debes haber estado realmente aterrado. Mientras, nosotros fuimos al Valle de Godric y, pensemos, ¿qué ocurrió all´ı, Harry? Oh, si, la serpiente de Quien-Tu-Ya-Sabes apareció, casi nos mata a los dos, y entonces el mismo Quien-Tu-YaSabes llegó y no nos pilló por cuestión de un segundo.”
   “¿Qué?” dijo Ron, boqueando de ella a Harry, pero Hermione le ignoró.
   “¡Imagina, ha perdido dos u˜nas, Harry! Eso realmente pone nuestros sufrimientos en rid´ıculo, ¿verdad?”
   “Hermione” dijo Harry calmadamente. “Ron acaba de salvarme la vida.”
   Ella fingió no haberle o´ıdo.
   “Sin embargo hay una cosa que me gustar´ıa saber” dijo, fijando los ojos en un punto sobre la cabeza de Ron. “¿Cómo exactamente nos has encontrado esta noche? Eso es importante. Una vez lo sepamos, podremos asegurarnos de que no somos visitados por nadie más a quien no queramos ver.”
   Ron la miró fijamente, después sacó un peque˜no objeto plateado del bolsillo de sus vaqueros.
   “Con esto.”
   Hermione tuvo que mirar a Ron para ver lo que les estaba mostrando.
   “¿El Desiluminador?” preguntó, tan sorprendida que se olvidó de mirarle fr´ıa y ferozmente.
   “No solo apaga y enciende las luces” dijo Ron. “No sé como funciona o por qué ocurrió entonces ni ninguna otra vez, porque hab´ıa estado deseando volver desde que me marché. Pero estaba escuchando la radio temprano en la ma˜nana de Navidad y o´ı... te o´ı.”
   Estaba mirando a Hermione.
   “¿Me o´ıste por la radio?” preguntó ella incrédulamente.
   “No, te o´ı en mi bolsillo. Tu voz” Volvió a sostener en alto el Desiluminador “sal´ıa de esto.”
   “¿Y qué dije exactamente?” preguntó Hermione, su tono rondaba entre el exceptisismo y la curiosidad.
   “Mi nombre, ’Ron’. Y dijiste... algo sobre una varita...”
   Hermione se volvió de un feroz tono escarlata. Harry recordó cuando hab´ıa sido la primera vez que el nombre de Ron hab´ıa sido pronunciado en voz alta desde el d´ıa en que se marchara. Hermione lo hab´ıa mencionado cuando hablaban de reparar la varita de Harry.
   “As´ı que lo cog´ı” siguió Ron, mirando al Desiluminador “y no parec´ıa diferente ni nada, pero estaba seguro de haberte o´ıdo. As´ı que lo accioné. Y la luz se apagó en mi habitación, pero otra luz apareció justo fuera de la ventana.”
   Ron alzó su mano vac´ıa y se˜naló delante de él, sus ojos estaban enfocados en algo que ni Harry ni Hermione pod´ıan ver.
   “Era una bola de luz, una especie de luz pulsante, y azulada, como la luz que sale de CAPÍTULO 19. LA CIERVA PLATEADA
   219
   un Traslador, ¿sabéis?”
   “Si” dijeron juntos automáticamente Harry y Hermione.
   “Sab´ıa que era esto” dijo Ron. “Cog´ı mis cosas e hice el equipaje, después me puse la mochila y sal´ı al jard´ın.”
   “La peque˜na bola de luz estaba all´ı revoloteando, esperando por m´ı, cuando sal´ı osciló y la segu´ı hasta detrás del cobertizo y entonces... buen, entró dentro de m´ı.”
   “¿Perdona?” dijo Harry, seguro de no haber o´ıdo bien.
   “La cosa esa flotó hacia m´ı” dijo Ron, ilustrando el movimiento con su dedo ´ındice libre “justo hasta mi pecho, y entonces... simplemente lo atravesó. Estaba ah´ı” Se tocó un punto cerca del corazón. “Pod´ıa sentirla, estaba caliente. Y una vez dentro de m´ı, supe lo que se supon´ıa que ten´ıa que hacer. Sab´ıa que me llevar´ıa a donde necesitaba ir. As´ı que me Desaparec´ı y llegué a la ladera de una colina. Hab´ıa nieve por todas partes...”
   “Estábamos all´ı” dijo Harry. “Pasamos dos noches all´ı, ¡y la segunda noche la pasé pensando que pod´ıa oir a alguien moviéndose alrededor en la oscuridad y llamándome!”
   “Si, bueno, ese deb´ıa que ser yo” dijo Ron. “Vuestros hechizos protectores funcionan, por cierto, porque no pod´ıa veros ni o´ıros. Sin embargo estaba seguro de que estábais por ah´ı, as´ı que al final cog´ı mi saco de dormir y esperé a que alguno de vosotros apareciera.
   Cre´ı que os mostrar´ıais cuando recogiérais la tienda”
   “En realidad no” dijo Hermione. “Desaparecimos bajo la Capa de Invisibilidad como precaución extra. Y nos marchamos realmente temprano, porque como Harry ha dicho, o´ıamos a alguien rondando por ah´ı.”
   “Bueno, yo me quedé en la colina todo el d´ıa” dijo Ron. “Todav´ıa esperaba que apareciérais. Pero cuando empezaba a oscurecer supe que os hab´ıa perdido, as´ı que accioné de nuevo el Desiluminador, salió la luz azul y volvió a entrar dentro de m´ı, y Desaparec´ı y llegué aqu´ı, a este bosque. Todav´ıa no pod´ıa veros, as´ı que simplemente mantuve la esperanza de que uno de vosotros se mostrara al final... y Harry lo hizo. Bueno, vi a la cierva primero, obviamente.”
   “¿Que viste qué?” dijo Hermione agudamente.
   Le explicaron lo que hab´ıa ocurrido y cuando la historia de la cierva plateada y la espada en la charca se desplegó, Hermione frunció el ce˜no de uno al otro, concentrándose tanto que olvidó mantener las extremidades cruzadas.
   “¡Pero debe haber sido un Patronus!” dijo. “¿No pud´ısteis ver a quien lo lanzó? ¿No visteis a nadie? ¡Y te entregó la espada! ¡No puedo creerme esto! ¿Después que ocurrió?”
   Ron explicó como hab´ıa visto a Harry saltar a la charca, y hab´ıa esperado a que volviera a salir a la superficie; como hab´ıa comprendido que algo iba mal, se hab´ıa sumergido, y hab´ıa salvado a Harry, para después volver a por la espada. Pero cuando llegó a la apertura del guardapelo, dudó, y Harry le interrumpió.
   “... y Ron lo golpeó con la espada.”
   “¿Y.. y después? ¿Simplemente eso?” susurró ella.
   “Bueno,... gritó” dijo Harry con una mirada de reojo a Ron. “Aqu´ı está.”
   Le tiró el guardapelo en el regazo. Ella lo recogió cautelosamente y examinó sus ventanas rotas.
   Decidiendo que al fin era seguro hacerlo, Harry levantó el Encantamiento Escudo con CAPÍTULO 19. LA CIERVA PLATEADA
   220
   un ondeo de la varita de Hermione y se giró hacia Ron.
   “¿Acabas de decir que conseguiste escapar de los Merodeadores con una varita de repuesto?”
   “¿Qué?” dijo Ron, que hab´ıa estado observando como Hermione examinaba el guardapelo. “Oh... oh, si.”
   Abrió una hebilla de su mochilla y sacó una varita corta y oscura del bolsillo. “Aqu´ı es-ta, me figuré que siempre ser´ıa útil tener una de repuesto.”
   “Ten´ıas razón” dijo Harry, extendiendo la mano. “La m´ıa se rompió.”
   “¿Estás bromeando?” dijo Ron, pero en ese momento Hermione se puso en pie, y él pareció de nuevo aprensivo.
   Hermione colocó el Horrocrux roto en su bolso de cuentas, después volvió a subir a su cama y se acostó sin otra palabra.
   Ron pasó a Harry la nueva varita.
   “Es lo mejor que puedes esperar, creo” murmuró Harry.
   “Si” dijo Ron. “Podr´ıa haber sido peor. ¿Recuerdas aquellos pájaros que me azuzó?”
   “Todav´ıa no lo he descartado” les llegó la voz amortiguada de Hermione desde debajo de sus mantas, pero Harry vio que Ron sonre´ıa ligeramente mientras sacaba su pijama marrón de la mochila.
 
   Cap´ıtulo 20
   Xenophilius Lovegood
   Harry no hab´ıa esperado que la cólera de Hermione se apaciguase durante la noche, por lo que no le sorprendió que a la ma˜nana siguiente se comunicase principalmente con miradas desagradables y silencios mordaces. Ron respondió manteniendo un comportamiento sombr´ıo poco natural en su presencia, como un signo externo de continuo arrepentimiento.
   De hecho, cuando los tres estaban juntos, Harry se sent´ıa como el único no afligido en un funeral al que hab´ıan acudido pocas personas. Sin embargo, durante los pocos momentos que Ron pasaba a solas con Harry (recogiendo agua y buscando champi˜nones en la maleza), Ron se volv´ıa descaradamente alegre.
   “Alguien nos ayudó” dec´ıa todo el rato. “Alguien envió a esa cierva. Alguien está de nuestro lado. ¡Un Horrocrux menos, t´ıo!”
   Alentados por la destrucción del guardapelo, se pusieron a debatir sobre las posibles localizaciones de los otros Horrocruxes, y aunque hab´ıan discutido el asunto antes con tanta frecuencia, Harry se sent´ıa optimista, seguro de que más descubrimientos importantes seguir´ıan al primero. El enfado de Hermione no pod´ıa estropear su humor optimista: el repentino aumento de su suerte, la aparición de la misteriosa cierva, la recuperación de la espada de Gryffindor, y por encima de todo, la vuelta de Ron, hac´ıa a Harry tan feliz que era bastante dif´ıcil mantener una expresión seria.
   Al final de la tarde, él y Ron escaparon de nuevo de la presencia ce˜nuda de Hermione, y con el pretexto de registrar los setos vac´ıos en busca de zarzamoras inexistentes, retomaron el intercambio de noticias. Harry finalmente hab´ıa conseguido contarle a Ron la historia completa de los distintos sucesos que hab´ıan vivido él y Hermione, hasta todo lo sucedido en el Valle de Godric. Ron ahora estaba informando a Harry de todo lo que hab´ıa descubierto sobre el amplio mundo mágico durante esas semanas que hab´ıa estado fuera.
   “... y cómo descubristeis lo del Tabú?” le preguntó a Harry después de explicar los muchos intentos desesperados que hac´ıan los hijos de muggles para evitar al Ministerio.
   “¿El qué?”
   “¡Tú y Hermione habéis parado de decir el nombre de Quien-tú-sabes!”
   “Oh, s´ı. Bueno, es simplemente un mal hábito en el que hemos ca´ıdo” dijo Harry.
   “Pero no tengo problema en llamarle V...”
   “¡NO!” bramó Ron, causando que Harry saltase al seto y que Hermione (con la nariz enterrada en un libro en la entrada de la tienda) los mirase con el ce˜no fruncido. “Perdón”
   dijo Ron, tirando de Harry para sacarlo de las zarzas. “pero el nombre ha sido maldecido, 221
 
   CAPÍTULO 20. XENOPHILIUS LOVEGOOD
   222
   Harry, ¡as´ı es cómo rastrean a la gente! Usar su nombre rompe encantamientos protectores, causa algún tipo de perturbación mágica... ¡as´ı es como nos encontraron en Tottenham Court Road!”
   “¿Porque usamos su nombre?”
   “¡Exacto! Hay que reconocerles el mérito, tiene sentido. Era sólo la gente que se tomaba en serio lo de hacerle frente, como Dumbledore, la que se atrev´ıa a usarlo. Ahora que le han puesto un Tabú, cualquiera que lo diga puede ser rastreado... ¡una manera rápida y fácil de encontrar a miembros de la Orden! Casi pillaron a Kingsley...”
   “¿En serio?”
   “S´ı, un grupo de mort´ıfagos lo acorralaron, según dijo Bill, pero consiguió escapar.
   Huyó, justo como nosotros. “Ron se rascó pensativamente la barbilla con la punta de su varita. “¿No crees que pudo ser Kingsley el que nos mandó esa cierva?”
   “Su patronus es un lince, lo vimos en la boda, ¿recuerdas?”
   “Oh, s´ı...”
   Se fueron alejando por los setos, lejos de la tienda y de Hermione.
   “Harry... ¿no crees que pudo haber sido Dumbledore?”
   “¿Dumbledore qué?”
   Ron pareció un poco avergonzado, pero dijo en voz baja: “Dumbledore... la cierva.
   Quiero decir...” Ron estaba mirando a Harry de reojo. “fue el último en tener la verdadera espada, ¿no?”
   Harry no se rió de Ron, porque entend´ıa demasiado bien el anhelo bajo la pregunta.
   La idea de que Dumbledore hubiese conseguido volver a ellos, que los estuviese vigilando, habr´ıa sido totalmente reconfortante. Negó con la cabeza.
   “Dumbledore está muerto” dijo. “Vi cómo sucedió, vi el cuerpo. Definitivamente se ha ido. De todas formas, su patronus era un fénix, no una cierva.”
   “Pero los patronus pueden cambiar, ¿verdad?” dijo Ron. “El de Tonks lo hizo, ¿no?”
   “S´ı, pero si Dumbledore estuviese vivo, ¿no se mostrar´ıa? ¿Por qué no nos dar´ıa directamente la espada?”
   “A m´ı que me registren” dijo Ron. “¿La misma razón por la que no te la dio mientras estaba vivo? ¿La misma razón por la que te dejó una vieja snitch y a Hermione un libro con cuentos de ni˜nos?”
   “¿Y cual es?” preguntó Harry, girándose para mirar a Ron a la cara, desesperado por la respuesta.
   “No lo sé” dijo Ron. “Algunas veces pensé, cuando estaba un poco frustrado, que simplemente se estaba riendo o... o que sólo quer´ıa hacerlo más dif´ıcil. Pero no creo eso, ya no. Sab´ıa lo que estaba haciendo cuando me dio el Desiluminador, ¿no? Él... bueno”
   las orejas de Ron se pusieron de color rojo brillante, y se quedó absorto con un terrón de césped a sus pies. “debió haber sabido que yo saldr´ıa corriendo.”
   “No” lo corrigió Harry. “Debió haber sabido que siempre querr´ıas volver.”
   Ron lo miró agradecido, pero todav´ıa incómodo. En parte para cambiar de tema, Harry dijo: “Hablando de Dumbledore, ¿escuchaste lo que escribió Skeeter sobre él?”
   “Oh, s´ı” dijo Ron enseguida. “la gente está hablando bastante sobre ello. Por supuesto, CAPÍTULO 20. XENOPHILIUS LOVEGOOD
   223
   si las cosas fuesen diferentes, ser´ıan noticias enormes, que Dumbledore fuera amigo de Grindelwald, pero ahora es sólo algo de lo que re´ırse para la gente a la que no le gustaba Dumbledore, y una peque˜na bofetada en la cara para todos los que pensaban que era un tipo estupendo. Aunque no veo que sea tan importante. Era realmente joven cuando ellos...”
   “De nuestra edad” dijo Harry, justo como le hab´ıa replicado a Hermione, y algo en su expresión pareció hacer decidir a Ron no seguir con el tema. Una gran ara˜na estaba sentada en el medio de una telara˜na congelada en las zarzas. Harry la apuntó con la varita que le hab´ıa dado Ron la noche anterior, la que Hermione se hab´ıa dignado a examinar, y que hab´ıa decidido estaba hecha de endrino.
   “Engorgio.”
   La ara˜na tembló un poco, saltando ligeramente en la tela. Harry lo intentó de nuevo.
   Esta vez la ara˜na aumentó un poco de tama˜no.
   “Para de hacer eso” dijo Ron con dureza. “Siento haber dicho que Dumbledore era joven, ¿vale?”
   Harry hab´ıa olvidado el odio que sent´ıa Ron hacia las ara˜nas.
   “Perdón... Reducio.”
   La ara˜na no se encogió. Harry bajó la mirada hacia la varita de endrino. Cada hechizo menor que hab´ıa realizado hasta entonces ese d´ıa, hab´ıa parecido menos poderoso que los producidos con su varita de fénix. La nueva le parec´ıa como una intrusa, poco familiar, como tener la mano de otra persona cosida al final del brazo.
   “Sólo necesitas practicar” dijo Hermione, que se les hab´ıa acercado en silencio por detrás y hab´ıa observado ansiosa mientras Harry intentaba aumentar y reducir la ara˜na.
   “Es todo cuestión de confianza, Harry.”
   Él supo porqué quer´ıa que estuviese bien: todav´ıa se sent´ıa culpable por romperle la varita. Se tragó la réplica que brotó a sus labios, que pod´ıa quedarse con la varita de endrino si pensaba que no hab´ıa diferencia, y él en cambio coger´ıa la suya. Sin embargo, deseando que todos volviesen a ser amigos, estuvo de acuerdo; pero cuando Ron miró a Hermione con una sonrisa indecisa, ella se marchó airada y desapareció una vez más detrás del libro.
   Los tres volvieron a la tienda cuando llegó la oscuridad, y Harry se encargó de la primera guardia. Sentado en la entrada, intentó hacer que la varita de endrino levitase peque˜nas rocas a sus pies; pero su magia todav´ıa parec´ıa más torpe y menos poderosa que la que hab´ıa hecho antes. Hermione estaba tumbada en su litera leyendo, mientras que Ron, después de dirigirle muchas miradas nerviosas, hab´ıa sacado una peque˜na radio de madera de su mochila y estaba empezando a intentar sintonizarla.
   “Hay un programa” le dijo a Harry en voz baja. “que cuenta las noticias como realmente son. Todos los demás están del lado de Quien-tú-sabes y están siguiendo la l´ınea del Ministerio, pero este... espera a escucharlo, es genial. Salvo que no pueden hacerlo todas las noches, tienen que cambiar continuamente de localización por si les hacen redadas, y se necesita una contrase˜na para sintonizarla... El problema es que me perd´ı la última.”
   Tamborileó ligeramente con la varita en la parte de arriba de la radio, farfullando palabras aleatorias en voz baja. Le lanzó a Hermione muchas miradas disimuladas, claramente temiendo un arrebato de ira, pero por toda la atención que le prestó, bien podr´ıa Ron no haber estado all´ı. Durante unos diez minutos Ron dio golpecitos y farfulló, Hermione pasó las hojas de su libro, y Harry continuó practicando con la varita de endrino.
 
   CAPÍTULO 20. XENOPHILIUS LOVEGOOD
   224
   Finalmente Hermione bajó de su litera. Ron paró de dar golpecitos al instante.
   “¡Si te está molestando, paro!” le dijo a Hermione con nerviosismo.
   Hermione no se dignó a responder, sino que se acercó a Harry.
   “Tenemos que hablar” dijo.
   Él miró al libro que todav´ıa agarraba en la mano. Era La Vida y Mentiras de Albus Dumbledore.
   “¿Qué?” dijo con aprensión. Pasó por su mente que ah´ı hab´ıa un cap´ıtulo sobre él; no estaba seguro de cómo se sentir´ıa al escuchar la versión de Rita de su relación con Dumbledore. Sin embargo, la respuesta de Hermione fue completamente inesperada.
   “Quiero que vayamos a ver a Xenophilius Lovegood.”
   Él se la quedó mirando fijamente.
   “¿Cómo dices?”
   “Xenophilius Lovegood, el padre de Luna. ¡Quiero ir y hablar con él!”
   “Eh... ¿por qué?”
   Ella respiró profundamente, como si se estuviera preparando, y dijo: “Es esa marca, la marca en Beedle el Bardo. ¡Mira esto!”
   Puso La Vida y Mentiras de Albus Dumbledore bajo los ojos poco dispuestos de Harry y éste vio una fotograf´ıa de la carta original que Dumbledore le hab´ıa escrito a Grindelwald, con la conocida escritura fina e inclinada. Odiaba ver una prueba absoluta de que realmente Dumbledore hab´ıa escrito esas palabras, que no hab´ıan sido invención de Rita.
   “La firma” dijo Hermione. “¡Mira la firma, Harry!”
   Él obedeció. Por un momento no supo de qué le estaba hablando, pero, examinándola más de cerca con la ayuda de su varita encendida, vio que Dumbledore hab´ıa reemplazado la A de Albus con la peque˜na versión de la misma marca triangular inscrita sobre Los Cuentos de Beedle el Bardo.
   “¿Eh... qué estáis...?” dijo Ron con vacilación, pero Hermione lo aplastó con una mirada y se giró de vuelta hacia Harry.
   “Continúa apareciendo, ¿verdad?” dijo ella. “Sé que Viktor dijo que era la marca de Grindelwald, pero definitivamente estaba en esa vieja tumba del valle de Godric, ¡y las fechas de la lápida eran de mucho antes de que apareciera Grindelwald! Bueno, no podemos preguntarle a Dumbledore o Grindelwald lo que significa la marca... ni siquiera sé si Grindelwald todav´ıa está vivo... pero le podemos preguntar al é˜nor Lovegood. Llevaba puesto el s´ımbolo en la boda. ¡Estoy segura de que esto es importante, Harry!”
   Harry no respondió inmediatamente. Miró su cara intensa y ansiosa, y después desvió la vista hacia fuera, hacia la oscuridad que los rodeaba, pensando. Tras una larga pausa, dijo: “Hermione, no necesitamos otro valle de Godric. Nos convencimos de ir all´ı...”
   “¡Pero continúa apareciendo, Harry! Dumbledore me dejó Los Cuentos de Beedle el Bardo, ¿cómo sabes que no se supone que tenemos que averiguar cosas sobre el signo?”
   “¡Aqu´ı vamos otra vez!” Harry se sintió ligeramente exasperado. “Seguimos intentando convencernos de que Dumbledore nos dejó se˜nales secretas y pistas...”
   “El Desiluminador resultó ser muy útil” dijo Ron elevando la voz. “Creo que Hermione CAPÍTULO 20. XENOPHILIUS LOVEGOOD
   225
   tiene razón, deber´ıamos ir y ver a Lovegood.”
   Harry le lanzó una mirada sombr´ıa. Estaba bastante seguro de que el apoyo de Ron hacia Hermione ten´ıa poco que ver con el deseo de conocer el significado de la runa triangular.
   “No será el valle de Godric” a˜nadió Ron. “Lovegood está de nuestro lado, Harry. El Quisquilloso ha estado a tu favor todo este tiempo, ¡continúa diciendo a todo el mundo que tienen que ayudarte!”
   “¡Estoy segura de que esto es importante!” dijo Hermione con seriedad.
   “¿Pero no creéis que si lo fuera, Dumbledore me lo habr´ıa dicho antes de morir?”
   “Tal vez... tal vez es algo que tienes que averiguar por ti mismo” dijo Hermione, como si se estuviera agarrando a un clavo ardiendo.
   “S´ı” dijo Ron, con actitud servil. “eso tiene sentido.”
   “No, no lo tiene” le espetó Hermione. “pero aún as´ı creo que deber´ıamos hablar con el se˜nor Lovegood. ¿Un s´ımbolo que une a Dumbledore, Grindelwald y el valle de Godric?
   ¡Harry, estoy segura de que deber´ıamos saber sobre esto!”
   “Creo que deber´ıamos votar” dijo Ron. “Aquellos a favor de ir a ver a Lovegood...”
   Su mano se levantó disparada antes que la de Hermione. Los labios de ella temblaron sospechosamente mientras levantaba la suya.
   “Sobrepasado en votos, Harry, lo siento” dijo Ron, golpeándolo en la espalda.
   “Bien” dijo Harry, medio divertido, medio irritado. “Sólo que, una vez que hayamos visitado a Lovegood, intentaremos buscar más Horrocruxes, ¿vale? De todas formas, ¿dónde viven los Lovegood? ¿Alguno de vosotros lo sabe?”
   “S´ı, no están muy lejos de mi casa” dijo Ron. “No sé exactamente donde, pero mamá y papá siempre se˜nalan hacia las colinas cuando los mencionan. No debe ser muy dif´ıcil de encontrar.”
   Cuando Hermione hab´ıa vuelto a su litera, Harry bajó la voz.
   “Sólo estuviste de acuerdo para intentar volver a estar bien con ella.”
   “Todo vale en el amor y en la guerra” dijo Ron alegremente. “y es un poco de ambos.
   ¡An´ımate, son las vacaciones de navidad, Luna estará en casa!”
   Ten´ıan una excelente vista del pueblo de Ottery St. Catchpole desde la ladera ventosa hacia la que se desaparecieron la ma˜nana siguiente. Desde su ventajosa posición elevada, el pueblo parec´ıa una colección de casas de juguete dentro de los grandes rayos de luz inclinados que se extend´ıan desde los espacios entre las nubes hasta la tierra.
   Se quedaron parados un minuto o dos mirando a la Madriguera, protegiéndose los ojos del sol con las manos, pero todo lo que fueron capaces de distinguir fueron los altos setos y árboles del huerto, que proporcionaban a la peque˜na casa torcida protección a ojos muggles.
   “Es raro, estar tan cerca, pero no hacer una visita” dijo Ron.
   “Bueno, no es como si no los acabases de ver. Estuviste aqu´ı en Navidad” dijo Hermione fr´ıamente.
   “¡No estuve en la Madriguera!” dijo Ron con una risa incrédula. “¿Crees que iba a volver all´ı y decirles que sal´ı corriendo? S´ı, Fred y George se lo habr´ıan tomado genial. Y
 
   CAPÍTULO 20. XENOPHILIUS LOVEGOOD
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   Ginny, habr´ıa sido realmente comprensiva.”
   “¿Pero dónde estuviste entonces?” preguntó Hermione sorprendida.
   “En la nueva casa de Bill y Fleur. Shell Cottage. Bill siempre ha sido decente conmigo.
   No... no se quedó impresionado cuando escuchó lo que hab´ıa hecho, pero no insistió en ello.
   Sab´ıa que yo realmente lo sent´ıa. Nadie del resto de la familia sabe que estuve all´ı. Bill le dijo a mamá que él y Fleur no iban a ir a casa por Navidad porque quer´ıan estar solos.
   Ya sabes, las primeras vacaciones después de casarse. No creo que a Fleur le importase.
   Ya sabes lo mucho que odia a Celestina Warbeck.” Ron le dio la espalda a la Madriguera.
   “Probemos por aqu´ı” dijo, liderando el recorrido sobre la cima de la colina.
   Caminaron durante unas pocas horas, Harry oculto bajo la capa de Invisibilidad ante la insistencia de Hermione. El grupo de colinas bajas parec´ıa estar deshabitado, salvo por una peque˜na casa de campo, que parec´ıa abandonada.
   “¿Crees que es de ellos, y que se han marchado durante las Navidades?” dijo Hermione, mirando a través de la ventana a una peque˜na cocina ordenada con geranios en el alféizar.
   Ron resopló.
   “Escucha, presiento que ser´ıas capaz de saber quién vive ah´ı si mirases a través de la ventana de los Lovegood. Probemos el siguiente grupo de colinas.”
   As´ı que se desaparecieron unos pocos kilómetros más al norte.
   “¡Ajá!” gritó Ron, mientras el viento les azotaba el cabello y las ropas. Ron estaba apuntando hacia arriba, hacia la cima de la colina en la que hab´ıan aparecido, donde una casa con aspecto de lo más extra˜no se ergu´ıa hacia el cielo, con un gran cilindro negro que ten´ıa una luna fantasmagórica colgando por detrás bajo el cielo de la tarde. “Esa tiene que ser la casa de Luna, ¿quién más vivir´ıa en un sitio como ese? ¡Parece un grajo gigante!”
   “No se parece en nada a un pájaro” dijo Hermione, frunciendo el ce˜no hacia la torre.
   “Estaba hablando de una torre de ajedrez” dijo Ron. “Un castillo para ti.”
   Las piernas de Ron eran las más largas, por lo que llegó a la cima de la colina en primer lugar. Cuando Harry y Hermione lo alcanzaron, jadeando y con punzadas en los laterales del cuerpo, lo encontraron sonriendo ampliamente.
   “Es la suya” dijo Ron. “Mirad.”
   Tres letreros pintados a mano hab´ıan sido clavados a una verja estropeada. En el primero se le´ıa:
   EL QUISQUILLOSO. EDITOR: X. LOVEGOOD
   En el segundo:
   ESCOGE TU PROPIO MUÉRDAGO
   En el tercero:
   NO TOCAR LAS CIRUELAS DIRIGIBLES
   La verja chirrió cuando la abrieron. El camino zigzagueante que llevaba hasta la puerta principal estaba cubierto de una variedad de plantas extra˜nas, incluyendo un arbusto CAPÍTULO 20. XENOPHILIUS LOVEGOOD
   227
   cubierto de frutas naranjas parecidas a un rábano que a veces Luna llevaba de pendientes.
   Harry creyó reconocer un Snargaluff y se mantuvo lejos de la marchitada cepa. Dos ancianos manzanos silvestres, doblados por el viento, vac´ıos de hojas pero todav´ıa llenos de frutas rojas del tama˜no de bayas y coronas de arbustos de muérdago con gotitas blancas, estaban colocados como centinelas a cada lado de la puerta. Una peque˜na lechuza con la cabeza ligeramente aplastada y parecida a un halcón, los miraba desde una de las ramas.
   “Es mejor que te quites la capa de Invisibilidad, Harry” dijo Hermione. “Es a ti a quien quiere ayudar el se˜nor Lovegood, no a nosotros.”
   Él siguió la sugerencia, pasándole la capa para que la guardase en el bolso con cuentas.
   Entonces ella llamó tres veces a la gruesa puerta negra, que estaba incrustada de clavos de hierro y ten´ıa un llamador con forma de águila.
   Apenas hab´ıan pasado diez segundos cuando la puerta se abrió de golpe y apareció Xenophilius Lovegood, descalzo y llevando lo que parec´ıa ser un camisón manchado. Su largo pelo como de algodón dulce estaba sucio y desarreglado. En comparación, en la boda de Bill y Fleur Xenophilius hab´ıa estado absolutamente elegante.
   “¿Qué? ¿Qué es esto? ¿Quienes sois? ¿Qué queréis?” chilló con voz chillona y quejum-brosa, mirando primero a Hermione, luego a Ron, y finalmente a Harry. Al mirarlo su boca se abrió en una perfecta y cómica O.
   “Hola, se˜nor Lovegood” dijo Harry extendiendo su mano. “Soy Harry, Harry Potter.”
   Xenophilius no le estrechó la mano a Harry, aunque el ojo que no estaba apuntando hacia su nariz se deslizó directamente a la cicatriz en la frente de Harry.
   “¿Estar´ıa bien que pasásemos?” preguntó Harry. “Hay algo que nos gustar´ıa preguntarle.”
   “No... no estoy seguro de que sea aconsejable” susurró Xenophilius. Tragó y echó un vistazo rápido alrededor del jard´ın. “Es bastante sorprendente... caramba... yo... me temo que pienso que realmente no deber´ıa...”
   “No llevará mucho” dijo Harry, ligeramente decepcionado por esta bienvenida poco cálida.
   “Yo... oh, está bien entonces. Pasad, rápido. ¡Rápido!”
   Apenas hab´ıan cruzado el umbral cuando Xenophilius cerró con fuerza la puerta tras ellos. Se encontraban en una de las cocinas más peculiares que Harry hab´ıa visto. La habitación era perfectamente circular, por lo que parec´ıa que estaban en un pimentero gigante. Todo estaba curvado para encajar en las paredes... el hornillo, el fregadero, y los armarios... y todos hab´ıan sido pintados con flores, insectos y pájaros de brillantes colores primarios. Harry creyó reconocer el estilo de Luna: el efecto, en un espacio tan cerrado, era ligeramente abrumador. En medio del suelo, una escalera de hierro en espiral llevaba a los pisos superiores. De la parte de arriba llegaba un montón de estrépito y estruendo: Harry se preguntó lo que podr´ıa estar haciendo Luna.
   “Es mejor que subáis” dijo Xenophilius, todav´ıa con aspecto extremadamente incómo-do, y encabezó la marcha.
   La habitación de arriba parec´ıa ser una mezcla de salón y lugar de trabajo, y siendo eso, estaba todav´ıa más atestada que la cocina. Aunque mucho más peque˜na y completamente redonda, de alguna manera la habitación recordaba a la Sala de los Menesteres en la inolvidable ocasión en que se hab´ıa transformado en un laberinto gigante que conten´ıa objetos escondidos durante siglos. Hab´ıa pilas sobre pilas de libros y papeles en cada CAPÍTULO 20. XENOPHILIUS LOVEGOOD
   228
   superficie. Delicadas maquetas hechas a mano de criaturas que Harry no reconoció, todas batiendo las alas o cerrando las mand´ıbulas, colgaban del techo.
   Luna no estaba all´ı: la cosa que estaba armando tanto jaleo era un objeto de madera cubierto de ruedas dentadas que giraban mágicamente. Parec´ıa la extra˜na prole de un banco de trabajo y una vieja estanter´ıa, pero tras un momento, Harry dedujo que era una prensa antigua, por el hecho de que estaba produciendo en masa revistas El Quisquilloso.
   “Perdonadme” dijo Xenophilius, y se acercó hasta la máquina, agarró un mantel sucio de debajo de la inmensa cantidad de libros y papeles, que se cayeron al suelo, y lo lanzó sobre la prensa, amortiguando de alguna manera los ruidosos estallidos y estrépitos.
   Entonces miró a Harry.
   “¿Por qué habéis venido aqu´ı?”
   Sin embargo, antes de que Harry pudiera hablar, Hermione dejó escapar un peque˜no grito de conmoción.
   “Se˜nor Lovegood... ¿qué es eso?”
   Estaba se˜nalando a un cuerno gris enorme en espiral, no muy distinto al de un unicornio, que estaba colocado en la pared, sobresaliendo algunos metros en la habitación.
   “Es el cuerno de un snorkack de cuerno arrugado” dijo Xenophilius.
   “¡No, no lo es!” dijo Hermione.
   “Hermione” murmuró Harry, avergonzado. “ahora no es el momento...”
   “Pero Harry, ¡es un cuerno de erumpent! ¡Es un Material Comerciable de Clase B y es algo extremadamente peligroso para tener en una casa!”
   “¿Cómo sabes que es un cuerno de erumpent?” preguntó Ron, alejándose del cuerno lo más rápido que pudo, teniendo en cuenta el extremo desorden de la habitación.”
   “¡Hay una descripción en Animales fantásticos y dónde encontrarlos! Se˜nor Lovegood, tiene que deshacerse de eso en seguida, ¿no sabe que puede explotar ante el menor contacto?”
   “El snorkack de cuerno arrugado” dijo Xenophilius muy claramente, con expresión testaruda. “es una criatura asustadiza y muy mágica, y su cuerno...”
   “Se˜nor Lovegood, reconozco las marcas de ranuras alrededor de la base. Es un cuerno de erumpent y es incre´ıblemente peligroso... no sé donde lo consiguió...”
   “Se lo compré” dijo Xenophilius de forma dogmática. “hace dos semanas, a un encantador joven mago que conoc´ıa mi interés en el exquisito snorkack. Una sorpresa navide˜na para mi Luna. Ahora” dijo, girando hacia Harry. “¿exactamente por qué ha venido aqu´ı, se˜nor Potter?”
   “Necesitamos algo de ayuda” dijo Harry, antes de que Hermione pudiera volver a empezar.
   “Ah” dijo Xenophilius. “Ayuda. Hmm.”
   Su ojo bueno se movió de nuevo a la cicatriz de Harry. Pareció simultáneamente aterrorizado y fascinado.
   “S´ı. La cosa es... ayudar a Harry Potter... bastante peligroso...”
   “¿No es usted el que le continúa diciendo a todo el mundo que su primer deber es ayudar a Harry?” dijo Ron. “¿En esa revista suya?”
 
   CAPÍTULO 20. XENOPHILIUS LOVEGOOD
   229
   Xenophilius lanzó una mirada a la oculta prensa, todav´ıa haciendo estallidos y estrépitos bajo el mantel.
   “Eh... s´ı, he expresado esa idea. Sin embargo...”
   “¿Eso es para que todos los demás lo hagan, pero no usted en persona?” dijo Ron.
   Xenophilius no respondió. Continuó tragando, con los ojos revoloteando entre los tres.
   Harry tuvo la impresión de que estaba experimentando una dolorosa lucha interna.
   “¿Dónde está Luna?” preguntó Hermione. “Veamos lo que piensa.”
   Xenophilius tragó de golpe. Pareció estar armándose de valor. Finalmente dijo en una temblorosa voz dif´ıcil de o´ır por el ruido de la prensa: “Luna está abajo en el arroyo, pescando Plimpies de agua dulce. A ella... le gustará veros. Bajaré a llamarla y entonces...
   s´ı, muy bien. Intentaré ayudaros.”
   Desapareció por la escalera en espiral y escucharon la puerta principal abrirse y cerrarse. Se miraron unos a otros.
   “Vieja verruga cobarde” dijo Ron. “Luna tiene diez veces más agallas.”
   “Probablemente está preocupado por lo que pueda pasar si los mort´ıfagos se enteran de que estuve aqu´ı” dijo Harry.
   “Bueno, yo estoy de acuerdo con Ron” dijo Hermione. “Horrible viejo hipócrita, di-ciéndole a todo el mundo que te ayude y ahora intentando escabullirse. Y por el amor de Dios, manteneros alejados de ese cuerno.”
   Harry cruzó hasta la ventana del otro lado de la habitación. Pudo ver un arroyo, un lazo delgado y reluciente tumbado muy por debajo de ellos en la base de la colina.
   Estaban a bastante altura; un pájaro pasó revoloteando por la ventana mientras miraba en dirección a la Madriguera, ahora visible más allá de otra l´ınea de colinas. Ginny estaba all´ı, en alguna parte. Hoy estaban más cerca el uno del otro de lo que hab´ıan estado desde la boda de Bill y Fleur, pero Ginny no pod´ıa saber que ahora estaba mirando hacia ella, pensando en ella. Supon´ıa que deber´ıa alegrarse por eso; cualquiera que entrase en contacto con ellos estaba en peligro. La actitud de Xenophilius lo probaba.
   Se apartó de la ventana y su mirada se deslizó sobre otro objeto peculiar situado en un aparador curvado y desordenado: un busto de piedra de una bruja hermosa pero de mirada adusta, que llevaba un tocado en la cabeza de lo más extra˜no. Dos objetos que parec´ıan trompetillas doradas se curvaban en los extremos. Un peque˜no par de relucientes alas azules estaban pegadas a una cinta de cuero que recorr´ıa la parte superior de la cabeza, mientras una especie de rábano anaranjado estaba pegado a una segunda cinta alrededor de la frente.
   “Mirad esto” dijo Harry.
   “Encantador” dijo Ron. “Estoy sorprendido de que no lo llevase a la boda.”
   Oyeron cerrarse la puerta delantera, y un momento después, Xenophilius subió por la escalera en espiral y entró en la habitación, con sus delgadas piernas ahora en botas de goma, llevando una bandeja con tazas de distintos juegos y una tetera humeante.
   “Ah, habéis visto mi invento preferido” dijo, poniendo la bandeja en brazos de Hermione y uniéndose a Harry al lado de la estatua. “Basado, de manera bastante adecuada, en la cabeza de la hermosa Rowena Ravenclaw. ¡ Úna inteligencia sin l´ımites es el mayor tesoro de los hombres’ !”
   Indicó varios objetos, como las trompetillas.
 
   CAPÍTULO 20. XENOPHILIUS LOVEGOOD
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   “Estos son sifones de torposoplo... para eliminar todas las fuentes de distracción del área inmediata del pensador. All´ı” se˜naló a las peque˜nas alas. “una hélice de billywig, para provocar un sublime estado de ánimo. Finalmente” apuntó al rábano anaranjado.
   “la ciruela dirigible, para realzar la habilidad de aceptar lo extraordinario.”
   Xenophilius se dirigió de vuelta a la bandeja con el té, que Hermione hab´ıa conseguido equilibrar de forma precaria sobre una de las mesas laterales atestada.
   “¿Puedo ofreceros una infusión de gurdirra´ız?” dijo Xenophilius. “La fabricamos nosotros.” Cuando empezó a verter la bebida, que era tan morada como el zumo de remolacha, a˜nadió: “Luna está más allá del Puente Inferior, está de lo más entusiasmada por que estéis aqu´ı. No deber´ıa tardar demasiado, ha cogido casi todos los Plimpies necesarios para hacer sopa para todos. Sentaros y serviros azúcar.”
   “Ahora” apartó una pila de papeles en forma de torre de un sillón y se sentó, con las piernas con botas de goma cruzadas. “¿cómo puedo ayudarte, se˜nor Potter?”
   “Bueno” dijo Harry, mirando a Hermione, que asintió con ánimo. “es sobre el s´ımbolo que llevaba alrededor del cuello en la boda de Bill y Fleur, se˜nor Lovegood. Nos preguntábamos lo que significaba.”
   Xenophilius elevó las cejas.
   “¿Te estás refiriendo al signo de las Reliquias de la Muerte?”
 
   Cap´ıtulo 21
   La Historia de los Tres Hermanos
   Harry se volvió para mirar a Ron y a Hermione. Ninguno de ellos parec´ıa haber entendido tampoco lo que hab´ıa dicho Xenophilius
   “¿Las Reliquias de la Muerte?”
   “Eso es” dijo Xenophilius. “¿No habéis oido hablar de ellas? No me sorprende. Muy, muy pocos magos creen en ellas. Como esos jóvenes cabezaduras en la boda de su hermano” se inclinó hacia Ron “!me atacaron por ostentar el s´ımbolo del bien conocido Mago Oscuro! Que ignorancia. Al menos no hay nada Oscuro en las Reliquias, no en esencia.
   Uno simplemente utiliza el s´ımbolo para mostrarse a s´ı mismo ante los otros creyentes, con la esperanza de que puedan ayudarle en la Búsqueda.”
   Dejó caer varios terrones de azúcar en la infusión gurdirra´ız y bebió un poco.
   “Lo siento.” dijo Harry. “De verdad, todav´ıa no lo entiendo.”
   Por ser educado, también tomó un sorbo de su taza, y casi se ahoga: la cosa estaba bastante asquerosa, como si alguien hubiera licuado Grageas de Sabores de sabor a moco.
   “Bueno, verás los creyentes buscan Las Reliquias de la Muerte” dijo Xenophilius la-miéndose los labios con evidente aprecio a la infusión de Gurdyroot.
   “¿Pero que són Las Reliquias de la Muerte?” preguntó Hermione.
   Xenophilius dejó a un lado la vac´ıa taza de té.
   “¿Doy por supuesto que todos ustedes están familiarizados con Él Cuento de los Tres Hermanos’ ?”
   Harry dijo. “No”, pero Ron y Hermione dijeron “S´ı”. Xenophilius asintió con seriedad.
   “Bueno, Bueno. Sr. Potter, todo esto empieza con Él Cuento de los Tres Hermanos’...
   Tengo una copia en alguna parte...”
   Miró vagamente por la habitación, hacia los montones de pergaminos y libros, pero Hermione dijo, “Yo tengo una copia, Se˜nor Lovegood, la tengo aqu´ı mismo.”
   Y sacó Los Cuentos de Beedle el Bardo del peque˜no bolso de cuentas.
   “¿El original?” preguntó Xenophilius con agudeza, y cuando ella asintió, dijo. “En fin,
   ¿por qué no lo lee en voz alta? Es la mejor forma de asegurar que todos lo entendemos.”
   “Eh... de acuerdo” dijo nerviosamente Hermione. Abrió el libro, y Harry vió que el s´ımbolo que estaban investigando encabezaba la página, mientras ella se aclaraba la garganta y empezaba a leer.
   231
 
   CAPÍTULO 21. LA HISTORIA DE LOS TRES HERMANOS
   232
   ’Hab´ıa una vez tres hermanos que viajaban al atardecer por un camino solitario y sinuoso.’
   “A medianoche, mamá siempre nos lo contaba as´ı” dijo Ron, que hab´ıa extendido los brazos detrás de la cabeza para escuchar.
   Hermione le lanzó una mirada de enfado.
   “¡Lo siento, creo que es más espeluznante si es medianoche!” dijo Ron.
   “S´ı, porque necesitamos realmente un poco más de terror en nuestras vidas” dijo Harry antes de poder contenerse.
   Xenophilius no parec´ıa prestar mucha atención, sino que miraba fijamente el cielo a través de la ventana.
   “Continúa, Hermione.”
   ’Con el tiempo, los hermanos alcanzaron un r´ıo demasiado profundo para vadearlo y demasiado peligroso para cruzarlo a nado. Sin embargo, estos hermanos hab´ıan aprendido las artes mágicas, y con el sencillo ondear de sus varitas hicieron aparecer un puente sobre el agua traicionera. Iban ya por la mitad del puente cuando encontraron el paso bloqueado por una figura encapuchada. Y la Muerte les habló...’
   “Perdón” interrumpió Harry, “pero ¿La Muerte les habló?”
   “¡Es un cuento de hadas Harry!”
   “De acuerdo, lo siento, sigue.”
   ’Y la muerte les habló. Estaba enojada por que le hubieran sido escatimadas tres nuevas v´ıctimas, ya que los viajeros normalmente se ahogaban en el r´ıo. Pero La Muerte era astuta. Fingió felicitar a los tres hermanos por su magia, y dijo que cada uno de ellos hab´ıa ganado un premio por haber sido lo suficientemente listos como para enga˜narla.’
   ’As´ı el hermano mayor, que era un hombre combativo, pidió la varita más poderosa que existiera, una varita que ganara siempre en los duelos para su due˜no, ¡una varita digna de un mago que hab´ıa vencido a la Muerte! As´ı que La Muerte cruzó hasta un viejo árbol de Sauco en la ribera del r´ıo, dando forma a una varita de una rama que colgaba, y se la entregó al hermano mayor.’
   ’Entonces el segundo hermano, que era un hombre arrogante, decidió que quer´ıa hu-millar a La Muerte todav´ıa más, y pidió el poder de resucitar a los muertos. As´ı que la Muerte recogió una piedra de la orilla del r´ıo y se la dio al segundo hermano, y le dijo que la piedra ten´ıa el poder de traer de vuelta a los muertos.’
   ’Entonces la Muerte preguntó al tercer y más joven de los hermanos lo que quer´ıa. El hermano más joven era el más humilde y también el más sabio de los hermanos, y no confiaba en La Muerte. As´ı que pidió algo que le permitiera marcharse de aquel lugar sin que la Muerte pudiera seguirle. Y la Muerte, de mala gana, le entregó su propia Capa de Invisibilidad.’
   “¿La Muerte ten´ıa una Capa de Invisibilidad?” Interrumpió Harry de nuevo.
   “As´ı puede acercarse sigilosamente a las personas,” dijo Ron. “A veces se aburre de correr tras ellos, agitando los brazos y chillando... lo siento Hermione.”
   ’La Muerte se apartó y permitió a los tres hermanos continuar su camino, y as´ı lo hicieron, charlando asombrados sobre la aventura que hab´ıan vivido, y admirando los regalos de La Muerte.’
 
   CAPÍTULO 21. LA HISTORIA DE LOS TRES HERMANOS
   233
   ’En su debido momento los hermanos se separaron, cada uno hacia su propio destino.’
   ’El primer hermano viajó durante una semana más, y alcanzó un pueblo lejano, acompa˜nando a un camarada mago con el que tuvo una ri˜na. Naturalmente con la Varita de Saúco como arma, no pod´ıa perder en el duelo que seguir´ıa. Dejando al enemigo en el suelo el hermano mayor avanzó hacia la posada, donde alardeó en voz alta de la poderosa varita que le hab´ıa arrebatado a la Muerte, y de como ésta lo hac´ıa invencible.’
   ’Esa misma noche, otro mago se acercó sigilosamente al hermano mayor que yac´ıa, empapado en vino, sobre la cama. El ladrón tomó la varita y para más seguridad, le cortó la garganta al hermano mayor.’
   ’Y as´ı la Muerte tomó al primer hermano para s´ı.’
   ’Entretanto, el segundo hermano viajaba hacia su casa, donde viv´ıa solo. All´ı sacó la piedra que ten´ıa el poder de resucitar a los muertos, y la volteó tres veces en su mano.
   Para su asombro y su deleite, la figura de la chica con la que una vez hab´ıa esperado casarse, antes de su muerte prematura, apareció ante él.’
   ’Pero ella estaba triste y fr´ıa, separada de él por un velo. Sin embargo hab´ıa vuelto al mundo, pero ese no era su sitio y sufr´ıa. Finalmente el segundo hermano, impulsado por un loco anhelo desesperado, se mató para reunirse finalmente con ella.’
   ’As´ı fue como La Muerte tomó al segundo hermano para s´ı.’
   ’Sin embargo La Muerte buscó al tercer hermano durante muchos a˜nos, y nunca pudo encontrarlo. Fue sólo cuando ten´ıa ya una edad avanzada que el hermano más joven finalmente se quitó la Capa de Invisibilidad y se la dio a su hijo. Y entonces saludó a la Muerte como a una vieja amiga y fue con ella gustosamente, e igualmente, pasó a mejor vida.’
   Hermione cerró el libro. Pasó un momento o dos antes que Xenophilus pareciera darse cuenta que hab´ıa dejado de leer, luego apartó la vista de la ventana y dijo:
   “Bien ah´ı las teneis.”
   “¿Perdón?” dijo Hermione, que parec´ıa confundida.
   “Esas son las Reliquias de la Muerte” dijo Xenophilus.
   Agarró una pluma de la atestada mesa a su vera, y sacó un pedazo roto de pergamino de en medio de otros libros.
   “La Varita de Saúco” dijo dibujando una l´ınea vertical sobre el pergamino. “La Piedra de Resurrección,” dijo a˜nadiendo un c´ırculo encima de la l´ınea. “La Capa de Invisibilidad,”
   terminó incluyendo la l´ınea y el c´ırculo dentro de un triángulo, para dibujar el s´ımbolo que tanto intrigaba a Hermione. “Unidas” dijo “Las Reliquias de la Muerte.”
   “Pero no se mencionan las palabras ’Reliquias de la Muerteén la historia” dijo Hermione.
   “Bueno, claro que no” dijo Xenophilius, exasperantemente pagado de s´ı mismo. “Eso es un cuento de ni˜nos, para divertir a la vez que instruir. Aquellos de nosotros que entendemos de estas materias, sin embargo, reconocemos que esa antigua historia hace referencia a los tres objetos, o Reliquias, las cuales, reunidas, convierten a su due˜no en el amo de la Muerte.”
   Hubo un corto silencio en el cual Xenophilius miró por la ventana.
   El sol ya estaba bajo en el cielo.
 
   CAPÍTULO 21. LA HISTORIA DE LOS TRES HERMANOS
   234
   “Luna deber´ıa tener pronto bastantes Plimpies” dijo quedamente.
   “Cuando usted dice ámo de la Muerte’...” dijo Ron.
   “Amo,” dijo Xenophilius, agitando una mano en el aire. “Conquistador, Vencedor. El término que prefiera.”
   “Pero entonces... quiere decir...” dijo lentamente Hermione, y Harry pod´ıa ver que estaba intentando eliminar de su voz cualquier rastro de escepticismo, “que usted cree que esos objetos (esas Reliquias) ¿realmente existen?”
   Xenophilius alzó las cejas otra vez.
   “Por supuesto.”
   “Pero” dijo Hermione, y Harry pod´ıa o´ır como su contención empezaba a agrietarse,
   “Sr. Lovegood, ¿cómo puede usted creer...?”
   “Luna me ha hablado sobre ti, jovencita,” dijo Xenophilius. “No es usted, deduzco, poco inteligente, pero está dolorosamente limitada. Estrecha de miras. De mente cerrada.”
   “Quizas deber´ıas probarte el sombrero, Hermione” dijo Ron, inclinándose hacia el absurdo tocado. Su voz temblaba por la tensión de evitar re´ırse.
   “Se˜nor Lovegood” empezó otra vez Hermione, “Sabemos que existen cosas como las Capas de Invisibilidad. Son raras, pero existen. Pero...’
   “¡Ah, pero la Tercera Reliquia es una verdadera Capa de Invisibilidad, Se˜norita. Granger! Quiero decir que, no es una capa de viaje imbuida con un Encantamiento de Desilusión, o portadora de un Hechizo de Bedazzling, o algún tejido del pelo de Demiguise, el cual le esconde a uno al principio pero se marchita con los a˜nos hasta que se vuelve opaco. Estamos hablando de una capa que realmente vuelve al que la lleva completamente invisible, y dura eternamente, proporcionando constante e impenetrable ocultamiento, sin importar que hechizos le lancen. ¿Cuántas capas como esa ha visto, Se˜norita Granger?”
   Hermione abrió la boca, luego la cerró otra vez, parec´ıa más confundida que nunca.
   Ella, Harry y Ron se miraron entre ellos, y Harry sab´ıa que todos estaban pensando lo mismo. Suced´ıa que una capa exactamente como la que Xenophilius hab´ıa descrito hab´ıa estado en la habitación con ellos en todo momento.
   “Exactamente” dijo Xenophilius, como si los hubiera derrotado con su razonada argu-mentación.
   “Ninguno de ustedes ha visto nunca tal cosa. El poseedor ser´ıa inconmensurablemente rico, ¿no?” Miró a través de la ventana de nuevo. El cielo estaba ahora te˜nido de un leve vestigio de rosado.
   “De acuerdo” dijo Hermione, desconcertada. “Digamos que la Capa existe... ¿que hay de la piedra, Se˜nor Lovegood? ¿Eso que usted llama la Piedra de Resurrección?”
   “¿Qué hay de eso?”
   “Bien, ¿cómo puede ser eso real?”
   “Pruebe que no lo es” dijo Xenophilius.
   Hermione parec´ıa indignada.
   “Pero eso es... lo siento, ¡pero es completamente rid´ıculo! ¿Cómo puedo probar que no existe? ¿Espera de m´ı que recoja... todos los guijarros del mundo y los pruebe? Es decir,
   ¡puede afirmar que todo eso existe con la única base para creer en ello el que nadie puede probar que no existen!”
 
   CAPÍTULO 21. LA HISTORIA DE LOS TRES HERMANOS
   235
   “S´ı, puedo” dijo Xenophilius. “Me alegra ver que ha abierto un poco su mente.”
   “Y la Varita de Saúco,” dijo Harry rápidamente, antes de que Hermione pudiera replicar, “¿piensa usted que también existe?”
   “Oh, bien, en ese caso hay interminables pruebas” dijo Xenophilius. “La Varita de Saúco es la Reliquia a la que resulta más fácil seguirle la pista, por la forma en que cambia de mano.”
   “¿Qué es?” preguntó Harry.
   “Que consiste en que el poseedor de la varita debe quitársela a su propietario anterior, si es verdaderamente el amo de la misma” dijo Xenophilius. “¿Seguramente has o´ıdo hablar de como la varita llegó a Egbert el Ilustre, tras matar salvajemente a Emeric el Malvado? ¿De cómo Godelot murió en su propio sótano después de que su hijo, Hereward, le robara la varita? ¿Del horrible Loxias, que robó la varita a Baraabas Deverill, al cual hab´ıa asesinado? La sangrienta huella de la Varita de Saúco está salpicada a través de las páginas de la historia de la Brujer´ıa.”
   Harry echó un vistazo a Hermione. Que miraba con el ce˜no fruncido a Xenophilius pero no le contradec´ıa.
   “¿Y dónde cree que está ahora la Varita de Saúco?” preguntó Ron.
   “Desgraciadamente, ¿Quién lo sabe?” contestó Xenophilius, mientras echaba un vistazo por la ventana. “¿Quién sabe dónde yace escondida la Varita de Saúco? La huella se enfr´ıa con Arcus y Livius. ¿Quién puede decir cual de ellos realmente derrotó a Loxias, y quién tomó la varita? ¿Y quien puede decir quien los derrotó a ellos? La historia, desgraciadamente, no nos lo cuenta.”
   Hubo una pausa. Finalmente Hermione preguntó tensa,
   “Se˜nor Lovegood, ¿tiene algo que ver la familia Peverell con las Reliquias de la Muerte?”
   Xenophilius pareció desconcertado y algo se agitó en la memoria de Harry, pero no lo pod´ıa localizar. Peverell... hab´ıa o´ıdo antes ese nombre...
   “¡Pero usted me ha estado induciendo a error, jovencita!” dijo Xenophilius, sentándose ahora mucho más derecho en la silla y mirando con ojos saltones a Hermione. “¡Pensaba que eras nueva en la Búsqueda de las Reliquias! ¡Muchos de los Buscadores creemos que los Peverells tienen mucho... mucho... que ver con las Reliquias!”
   “¿Quiénes son los Peverells?” preguntó Ron.
   “Ese era el nombre grabado en la tumba que ten´ıa la marca, en el Valle de Godric,”
   dijo Hermione, sin apartar la vista de Xenophilius. “Ingnotus Peverell.”
   “¡Exactamente!” dijo Xenophilius, con el dedo ´ındice alzado con pedanter´ıa. “¡El signo de las Reliquias de la Muerte en la tumba de Ignotus es una prueba definitiva!”
   “¿De qué?” preguntó Ron.
   “¡De qué, esos tres hermanos de la historia fueran de hecho los tres hermanos Peverell, Antioch, Cadmus e Ignotus! ¡Qué ellos fueron los primeros propietarios de Las Reliquias!”
   Echando otra mirada hacia la ventana se levantó, y recogió la bandeja, encaminándose hacia la escalera de caracol.
   “¿Os quedaréis a cenar?” les gritó, mientras desaparec´ıa escaleras abajo de nuevo.
   “Todo el mundo nos pide la receta de la sopa Freshwater Plimply.”
 
   CAPÍTULO 21. LA HISTORIA DE LOS TRES HERMANOS
   236
   “Seguramente para mostrarla en el Departamento de Venenos de St. Mungo” dijo Ron en voz baja.
   Harry esperó hasta que pudieron o´ır a Xenophilius moverse en la cocina escaleras abajo antes de hablar.
   “¿Tú qué piensas?” le preguntó a Hermione.
   “Oh, Harry,” dijo ella con cansancio, “es un absoluto montón de basura. Esto no puede ser lo que realmente significa el signo. Debe ser su extra˜na manera de asumirlo.
   Qué perdida de tiempo.”
   “Supongo, este es el hombre que nos trajo los Snorkacks de Cuerno Retorcido” dijo Ron.
   “¿No cre´ıste tampoco en eso?” le preguntó Harry.
   “No, esa historia es de esas cosas que cuentas a los ni˜nos como moralejas, ¿no? ¡No busques problemas, no busques peleas, no hagas el tonto con esas cosas es mejor dejarlo en paz! Sólo mantén la cabeza gacha, ocúpate de tus asuntos y todo irá bien. Piensa en ello” a˜nadió Ron, “quizás es por esas historias por lo que se cree que las varitas de saúcos supuestamente traen mala suerte.”
   “¿De qué estas hablando?”
   “Una de esas supersticiones, ¿verdad? ’Las brujas nacidas en mayo se casarán con muggles”Maldición en el crepúsculo, deshecha a medianoche”La varita de sauco, nunca prospera’Tienes que haberlas o´ıdo. Mi madre tiene un montón.”
   “Harry y yo hemos crecido entre muggles,” le recordó Hermione. “Nos ense˜naron otras supersticiones.” Suspiró profundamente cuando un olor más bien acre ascendió desde la cocina. La única cosa buena de su exasperación con Xenophilius era que parec´ıa haber olvidado que estaba enfadada con Ron. “Creo que estás en lo cierto,” le dijo. “Sólo es una moraleja, es obvio qué regalo es el mejor, el que uno escoger´ıa...”
   Los tres hablaron al mismo tiempo: Hermione dijo, “la Capa,”
   Ron dijo, “La Varita,”
   Y Harry, “La Piedra.”
   Se miraron, medio sorprendidos, medio divertidos.
   “Se supon´ıa que dir´ıas la Capa,” le dijo Ron a Hermione, “pero no necesitas ser invisible si tienes la varita. Una varita invencible, Hermione, ¡vamos!’
   “Ya tenemos una Capa de Invisibilidad,” dijo Harry.
   “¡Y nos ha ayudado bastante, por si no os hab´ıas dado cuenta!” respondió Hermione.
   “Mientras que la varita atraer´ıa problemas...”
   “Solo si lo das a conocer,” argumentó Ron. “Sólo si fueras lo bastante idiota como para ir a bailando y cantando, agitándola sobre tu cabeza, ’tengo una varita invencible, inténtalo si crees que eres lo bastante fuerte’. Mientras mantengas la boca cerrada...”
   “Si, ¿pero podrás mantener tú la boca cerrada?” dijo Hermione, con escepticismo.
   “...Sabes que la única cosa auténtica que nos ha dicho es que ha habido tres historias sobre varitas súper poderosas en centenares de a˜nos.”
   “¿Las hay?” preguntó Harry.
   Hermione parec´ıa exasperada. La expresión era tan encantadoramente familiar que CAPÍTULO 21. LA HISTORIA DE LOS TRES HERMANOS
   237
   Harry y Ron se sonrieron mutuamente.
   “La Rama de la Muerte, la Varita del Destino, surgen bajo nombres diferentes a lo largo de los siglos, normalmente en posesión de algún Mago Oscuro que alardea de ellas.
   El profesor Binns mencionó alguna cosa, pero... oh, todo esto es una tonter´ıa. Las varitas sólo tienen tanto poder como los magos que las utilizan. A algunos magos simplemente les gusta alardear de que las suyas son más grandes y mejores que las de los demás.”
   “¿Pero cómo sabes,” dijo Harry “que esas varitas... la Rama de la Muerte y la Varita del Destino... no son la misma varita, saliendo a la superficie a lo largo de los siglos bajo diferentes nombres?”
   “¿Qué pasa si realmente todas ellas son la Varita de Saúco, fabricada por la Muerte?”
   dijo Ron.
   Harry rió. La extra˜na idea que se le hab´ıa ocurrido era después de todo, rid´ıcula.
   Su varita, se recordó, estaba hecha de acebo, no de saúco, y hab´ıa sido fabricada por Ollivander, hiciera lo que hiciera esa noche en que Voldemort le hab´ıa perseguido a través de los cielos; y si hubiera sido invencible, ¿cómo podr´ıa haberse roto?
   “¿Entonces por qué escoger´ıas la piedra?” le preguntó Ron.
   “Bueno, si pudiera traer a la gente de regreso, podr´ıamos tener a nuestro lado Sirius...
   Ojoloco... Dumbledore... a mis padres...”
   Ni Ron ni Hermione sonrieron.
   “Pero según Beedle el Bardo, ellos no quer´ıan volver, ¿no?” dijo Harry, pensando en el cuento que acababan de escuchar. “No creo que haya muchas otras historias sobre piedras que puedan resucitar a los muertos, ¿las hay?” preguntó a Hermione.
   “No” replicó ella tristemente. “No creo que nadie excepto el Se˜nor Lovegood pudiera enga˜narse a s´ı mismo creyendo que es posible. Probablemente Beedle tomó la idea de La Piedra del Hechicero; ya sabes, en vez de una piedra que te hiciera inmortal, una piedra que invirtiera la muerte.”
   El olor de la cocina se hac´ıa más fuerte. Algo as´ı como a calzoncillos quemados. Harry se preguntó si le ser´ıa posible comer algo de lo que Xenophilius estaba cocinando para no herir sus sentimientos.”
   “¿Sin embargo, qué hay de la Capa?” dijo Ron lentamente. “¿No te das cuenta, él está en lo cierto? He utilizado la Capa de Harry y sé como funciona, nunca me detuve a pensarlo. Y nunca he o´ıdo hablar de ninguna como la de Harry. Es infalible. Nunca hemos sido divisados bajo ella...”
   “¡Por supuesto que no... somos invisibles cuando estamos bajo ella, Ron!”
   “Pero todas esas cosas que él dijo sobre las otras capas, y no eran precisamente de diez Knuts, sabes, ¡es cierto! Nunca se me hab´ıa ocurrido antes pero he o´ıdo bastante respecto a encantamientos sobre capas que cuando envejec´ıan, o eran desgarradas por hechizos ten´ıan agujeros, la de Harry pertenec´ıa a su padre, por lo tanto no es precisamente nueva,
   ¡pero se conserva... perfectamente!”
   “Bien, de acuerdo, pero Ron, la piedra...”
   Mientras ellos discut´ıan entre susurros, Harry se paseaba por la habitación, escuchando a medias. Alcanzó la escalera de caracol, alzó distra´ıdamente los ojos hacia el siguiente piso y se distrajo un vez más.
   Su propia cara lo miraba desde el techo de la habitación. Tras unos momentos de CAPÍTULO 21. LA HISTORIA DE LOS TRES HERMANOS
   238
   desconcierto, se dio cuenta de que no era un espejo, si no una pintura. Curioso, empezó a subir las escaleras.
   “Harry, ¿qué estás haciendo? ¡No creo que debas mirar por aqu´ı cuando él no está!”
   Pero Harry ya hab´ıa alcanzado el siguiente nivel. Luna hab´ıa decorado el techo de la habitación con cinco preciosas caras pintadas: Harry, Ron, Hermione, Ginny y Neville.
   No se mov´ıan como en las fotos de Hogwarts, pero hab´ıa una cierta magia en ellos. Harry creyó que respiraban. Lo que parec´ıa ser una fina cadena dorada se tej´ıa alrededor de las pinturas uniéndolas, pero tras examinarlas durante un minuto o más, Harry se percató que la cadena era una palabra repetida miles de veces en tinta dorada : amigos... amigos...
   amigos...
   Harry sintió una gran corriente de afecto hacia Luna. Estudió la habitación. Hab´ıa una gran fotograf´ıa junto a la cama, de una joven Luna y una mujer a la que se parec´ıa mucho. Se abrazaban. Luna parec´ıa bastante mejor vestida en esa foto de lo que Harry la hab´ıa visto en su vida. La foto estaba cubierta de polvo. Eso le pareció a Harry un poco raro. Miró alrededor. Algo iba mal. La pálida alfombra azul estaba también cubierta de polvo. No hab´ıa ropa en el armario, las puertas estaban entreabiertas. La cama ten´ıa una apariencia fr´ıa y antipática, como si no se hubiera dormido en ella durante semanas. Una solitaria telara˜na se extend´ıa a través de la ventana cruzando el cielo rojo sangre.
   “¿Qué ocurre?” preguntó Hermione mientras Harry descend´ıa las escaleras, pero antes de que pudiera responderle, Xenophilius alcanzó los escalones superiores llegando desde la cocina, ahora trayendo una bandeja cargada con tazones.
   “Se˜nor Lovegood,” dijo Harry. “¿Dónde está Luna?”
   “¿Perdón?”
   “¿Dónde está Luna?”
   Xenophilius se detuvo en el último escalón.
   “Ya... se os lo he dicho. Está abajo en el Puente Botions pescando Plimpies.”
   “¿Entonces por qué ha preparado esa bandeja sólo para cuatro?”
   Xenophilius intentó hablar, pero no le salió ningún sonido. El único ruido que se o´ıa era el traqueteo continuado de la imprenta, y un leve repiqueteo en la bandeja cuando las manos de Xenophilius temblaron.
   “No creo que Luna haya estado aqu´ı desde hace semanas.” dijo Harry. “Su ropa no está, no ha pasado la noche en su cama. ¿Dónde está? ¿Y por qué mira continuamente hacia la ventana?”
   Xenophilius dejó caer la bandeja. Los tazones rebotaron y se hicieron pedazos. Harry, Ron y Hermione sacaron sus varitas. Xenophilius se quedó congelado a punto de meter la mano en el bolsillo. En ese momento la imprenta hizo un enorme ruido y numerosos Quibblers salieron en tropel a través del suelo desde debajo del mantel, al menos la imprenta se quedó en silencio. Hermione se detuvo y recogió una de las revistas, todav´ıa con la varita apuntando al Se˜nor Lovegood.
   “Harry, mira esto.”
   Se acercó a ella tan rápido como pudo a través de todo el desorden.
   La portada de El Quisquilloso llevaba su foto, adornada con las palabras Índeseable Numero Uno’y con la recompensa al pie de foto.
   “¿Entonces, El Quisquilloso opta por un nuevo punto de vista?” preguntó Harry CAPÍTULO 21. LA HISTORIA DE LOS TRES HERMANOS
   239
   fr´ıamente, con la mente trabajando a toda máquina. “¿Qué hizo usted cuando fue al jard´ın, Se˜nor Lovegood? ¿Enviar una lechuza al Ministerio?”
   Xenophilius se lamió los labios.
   “Me quitaron a Luna” susurró, “A causa de lo que estaba escribiendo. Me quitaron a Luna y no se donde está, qué le han hecho. Pero me la devolverán si yo... si yo...”
   “¿Entrega a Harry?” terminó Hermione por él.
   “No hay trato.” Dijo Ron rotundamente. “Apártese de nuestro camino, nos vamos.”
   Xenophilius estaba pálido como la cera, como si tuviera cien a˜nos, sus labios retrocedieron con espantosa malicia.
   “Estarán aqu´ı de un momento a otro. Tengo que salvar a Luna. No puedo perder a Luna. No podéis marcharos.”
   Extendió los brazos frente a la escalera, y Harry tuvo la repentina visión de su madre haciendo lo mismo frente a su cuna.
   “No nos obligue a hacerle da˜no,” dijo Harry. “Apártese de nuestro camino, Se˜nor Lovegood.”
   “¡Harry!” gritó Hermione.
   Figuras con escobas pasaban volando ante de las ventanas. Cuando los tres apartaron de él la mirada, Xenophilius sacó la varita. Harry se percató de su error justo a tiempo.
   Se lanzó a un lado, empujando a Ron y a Hermione fuera de peligro mientras el Hechizo Contundente de Xenophilius se alzaba por la habitación y golpeaba el cuerno del Erumpent.
   Hubo una explosión colosal. Por el sonido parec´ıa que hubiera explotado la habitación.
   Fragmentos de madera, papel y escombros volaban en todas direcciones, junto con una nube impenetrable de espeso polvo blanco. Harry voló por los aires, chocando luego contra el suelo, incapaz de ver mientras los escombros llov´ıan sobre él, con los brazos sobre la cabeza. Oyó el grito de Hermione, el alarido de Ron, y una serie de escalofriantes ruidos metálicos que le informaron de que Xenophilius hab´ıa perdido pie y ca´ıdo por las escaleras de caracol.
   Medio enterrado en los escombros, Harry trató de levantarse. A penas pod´ıa respirar o ver a causa del polvo.
   La mitad del techo hab´ıa ca´ıdo y un extremo de la cama de Luna colgaba por el agujero.
   El busto de Rowena Ravenclaw yac´ıa a su lado con la mitad de la cara ausente, fragmentos de pergamino roto que flotaban en el aire, y la mayor parte de la imprenta yac´ıa a su lado, bloqueando la parte superior de las escaleras hacia la cocina. Entonces otra forma blanca se movió a su lado, y Hermione, cubierta polvo como una segunda estatua, se presionó el dedo contra los labios.
   La puerta de abajo se abrió de golpe.
   “¿No te dije que no hab´ıa necesidad de correr, Travers?” dijo una voz áspera. “¿No te dije que este chiflado está tan loco de atar como de costumbre?” Se oyó un golpe y un grito de dolor provenientes de Xenophilius.
   “¡No... no... arriba... Potter!”
   “Te lo dije la semana pasada Lovegood, ¡que no ´ıbamos a volver por nada menos que CAPÍTULO 21. LA HISTORIA DE LOS TRES HERMANOS
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   algo de información sólida! ¿Recuerdas la semana pasada? ¿Cuando quer´ıas intercambiar a tu hija por ese estúpido sombrero ensangrentado? Y la semana anterior (Otro golpe, otro chillido) ¿cuando cre´ıas que te la entregar´ıamos si nos ofrec´ıas la prueba de que exist´ıan los Crumple (golpe) Horned (golpe) Snorkacks?”
   “¡No... no... se lo suplico!” Xenophilius sollozó. “¡Realmente es Potter, de verdad!”
   “¡Y ahora resulta que sólo nos ha llamado aqu´ı para tratar de hacernos estallar!”
   rugió el mort´ıfago, y hubo una descarga de golpes intercalados con los gritos de agon´ıa de Xenophilius.
   “El lugar parece a punto de caerse, Selwyn,” dijo fr´ıamente una segunda voz, resonando hacia a las escaleras destrozadas. “Las escaleras están completamente bloqueadas. Tratar de despejarlas podr´ıa derribar el lugar.”
   “Estas mintiendo pedazo de porquer´ıa.” gritó el mago llamado Selwyn.
   “Nunca has visto a Potter en tu vida, ¿verdad?. Creo que nos has atra´ıdo aqu´ı para matarnos, ¿no? ¿Y piensas que as´ı recuperarás a tu ni˜na?”
   “¡Lo juro... lo juro... Potter está arriba!”
   “Homenum revelio.” dijo la voz al pie de las escaleras. Harry oyó el grito sofocado de Hermione, y tuvo la extra˜na sensación de que algo estaba bajando en picado sobre él, sumergiéndole el cuerpo en su sombra.
   “Hay alguien arriba, Selwyn,” dijo el segundo hombre bruscamente.
   “¡Es Potter, le digo, que es Potter!” sollozó Xenophilius. “Por favor... por favor...
   devuélvanme a Luna, sólo denme a Luna...”
   “Tendrás a tu ni˜nita, Lovegood,” dijo Selwyn, “si subes esas escaleras y me traes a Harry Potter. Pero si es un complot, si es un truco, si tienes a un cómplice esperándome all´ı arriba para tendernos una emboscada, veremos si podemos darte un pedacito de tu hija para que la entierres.”
   Xenophilius gritó de miedo y desesperación. Se oyeron prisas y ara˜nazos. Xenophilius trataba de pasar a través de los escombros de las escaleras.
   “Vamos,” susurró Harry, “tenemos que salir de aqu´ı.”
   Empezó a excavar él mismo cubierto por todo el ruido que Xenophilius estaba haciendo en la escalera. Ron estaba profundamente sepultado. Harry y Hermione treparon, tan silenciosamente como pudieron, sobre los restos donde yac´ıa, tratando de quitar haciendo palanca una pesada cómoda de sus piernas.
   Mientras Xenophilius golpeaba y ara˜naba arrastrándose más y más cerca, Hermione se las arregló para liberar a Ron utlizando un Encantamiento Levitatorio.
   “Bien” jadeó Hermione, cuando la imprenta rota que bloqueaba la parte superior de las escaleras empezó a temblar. Xenophilius estaba a unos pasos de ellos. Todav´ıa estaba blanca de polvo. “¿Conf´ıas en mi Harry?”
   Harry asintió.
   “Entonces vamos.” susurró Hermione. “Dame la Capa Invisible. Ron, póntela encima.”
   “¿Yo? Pero Harry...”
   “¡Ron, por favor! Harry sujétame la mano con fuerza, Ron agarrame por el hombro.”
   Harry la sujetó con la mano izquierda. Ron desapareció bajo la Capa. La imprenta CAPÍTULO 21. LA HISTORIA DE LOS TRES HERMANOS
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   que bloqueaba las escaleras estaba vibrando. Xenophilius trataba de moverla usando un Encanto Levitatorio. Harry no sab´ıa a qué estaba esperando Hermione.
   “Sujétame fuerte” susurró. “Sujétame fuerte... sin dudar...”
   La cara blanca como el papel de Xenophilius apareció por la parte superior del aparador.
   “¡Obliviate! ” gritó Hermione, apuntándolo con la varita primero a la cara y después al suelo ante ellos. “¡Deprimo! ”
   Hab´ıa hecho un agujero en el suelo de la habitación. Cayeron como pedruscos. Harry todav´ıa se aferraba a su mano como a la propia vida. Se oyó un grito abajo, y Harry vislumbró a dos hombres tratando de apartarse del camino de las enormes cantidades de escombros y muebles rotos que llov´ıan a su alrededor desde techo destrozado. Hermione se giró en el aire y el estruendo de la casa derrumbándose zumbó en las orejas de Harry mientras ella lo arrastraba una vez más hacia la oscuridad.
 
   Cap´ıtulo 22
   Las Reliquias de la Muerte
   Harry cayó, jadeando, sobre la hierba y se levantó al instante. Parec´ıan haber aterrizado en la esquina de un campo al atardecer. Hermione ya estaba corriendo en c´ırculos alrededor de ellos, ondeando su varita.
   “Protego Totalum... Salvio Hexia...”
   “¡Ese viejo bastardo traidor!” jadeó Ron, saliendo de debajo de la Capa de Invisibilidad y tirándosela a Harry. “Hermione eres genial, absolutamente genial; ¡no puedo creer que nos sacaras de esa!”
   “Cave inimicun... Te dije que no era un cuerno de Humpern, ¿verdad?, ¡Ahora su casa ha volado en pedazos!”
   “Se lo merec´ıa” dijo Ron, examinando sus vaqueros rotos y los cortes de su pierna.
   “¿Qué crees que le harán?”
   “¡Oh, espero que no lo maten!” gimió Hermione “¡Por eso quise que los mort´ıfagos echaran un vistazo a Harry antes de largarnos, para que supieran que Xenophilius no estaba mintiendo!”
   “¿Y por qué me escondiste a m´ı?” Preguntó Ron.
   “¡Se supone que estás en cama con Spattergroit, Ron! ¡Han secuestrado a Luna porque su padre apoyaba a Harry! ¿Qué le ocurrir´ıa a tu familia si supieran que estás con él?”
   “¿Pero entonces qué pasa con tus padres?”
   “Ellos están en Australia” dijo Hermione. “Deber´ıan estar bien, no saben nada.”
   “Eres genial” repitió Ron impresionado.
   “S´ı, lo eres” agregó Harry fervientemente. “No se que habr´ıamos hecho sin ti.”
   Ella sonrió, pero de inmediato se tornó solemne.
   “¿Y qué hay de Luna?”
   “Si dec´ıan la verdad y aún está viva...” comenzó Ron.
   “¡No digas eso, no lo digas!,” chilló Hermione. “¡Tiene que estar viva, tiene que estarlo!”
   “Entonces estará en Azkaban, me imagino.” dijo Ron. “Ahora, que sobreviva a ese lugar... muchos no lo consiguen...”
   “Ella si” dijo Harry. No pod´ıa soportar pensar en la alternativa. “Es dura, Luna es mucho más dura de lo que os imagináis. Probablemente les esté ense˜nando a los presos todo sobre los Wrackspurts y Nargles.”
   242
 
   CAPÍTULO 22. LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE
   243
   “Espero que tengas razón” dijo Hermione. Se puso una mano sobre los ojos “Me sentir´ıa tan mal por Xenophilius si...”
   “...si no hubiera intentado vendernos a los mort´ıfagos, si.” dijo Ron.
   Levantarón la tienda y se metieron en ella, mientras Ron les hac´ıa algo de té. Tras su milagrosa escapada, el fr´ıo, húmedo, y viejo lugar parec´ıa un hogar: seguro, familiar y amistoso.
   “Oh, ¿por qué fuimos all´ı,?” gimió Hermione despues de unos minutos de silencio.
   “Ten´ıas razón Harry, fue como lo del Valle de Godrick otra vez, ¡una absoluta pérdida de tiempo! Las Reliquias de la Muerte... menuda tonter´ıa... aunque de hecho” Un pensamiento súbito pareció haberla golpeado, “podr´ıa habérselo inventado todo, ¿verdad?
   Probablemente no cre´ıa en las Reliquias de la Muerte en absoluto, ¡solo quer´ıa que siguiéramos hablando hasta que llegaran los mort´ıfagos!”
   “No lo creo” dijo Ron. “Es endemoniadamente más dif´ıcil de lo que crees inventar cosas cuando estás bajo presión. Me di cuenta de eso cuando los Merodeadores me cogieron. Fue mucho más fácil fingir ser Stan, porque le conoc´ıa un poco, que inventar a una persona completamente nueva. El viejo Lovegood estaba bajo toneladas de presión, intentando asegurarse de que nos quedábamos. Creo que nos dijo la verdad, o lo que él cree que es la verdad, para que siguiéramos hablando.”
   “Bueno, supongo que no importa” suspiró Hermione. “Aunque estuviera siendo honesto, no hab´ıa escuchado semejante cantidad de tonter´ıas en toda mi vida.”
   “Espera, espera” agregó Ron “Se supone que la Cámara de los Secretos era un mito,
   ¿no?”
   “Pero la Reliquias de la Muerte no pueden existir, Ron.”
   “Sigues diciendo eso, pero una de ellas existe” dijo Ron: “la Capa de Invisibilidad de Harry...”
   “El cuento de los tres hermanos es una historia” afirmó Hermione “sobre cómo los humanos le temen a la muerte. ¡Si sobrevivir fuera tan simple como ocultarse debajo de la Capa de Invisibilidad, ya tendr´ıamos todo lo que necesitamos!”
   “No sé. Lo que podr´ıamos hacer con una varita invencible” dijo Harry, mientras mov´ıa la varita de espino negro que tanto le disgustaba entre sus dedos.
   “¡No existe tal cosa, Harry!”
   “Dijiste que hab´ıa habido un montón de varitas... el Palo de la Muerte y como quiera que se llamen...”
   “Está bien. Incluso si quieres enga˜narte a ti mismo pensando que la Varita de Sauco es real, ¿qué hay de la Piedra de Resurreción?” hizo el gesto de comillas con los dedos al pronunciar el nombre y su tono destilaba sarcasmo. “¡Ninguna magia puede resucitar a los muertos y eso es todo!”
   “Cuando mi varita conectó con la de Quien-tu-ya-sabes, hizo que mi madre y mi padre aparecieran... y Cedric...”
   “Pero no volvieron realmente de entre los muertos, ¿verdad?” dijo Hermione. “Ese tipos de... pálidas imitaciones no son lo mismo que traer verdaderamente a alguien de vuelta a la vida.”
   “Pero ella, la chica del cuento, no regresó realmente, ¿verdad? La historia dice que cuando alguien ha muerto, pues debe estar con los muertos. Pero el segundo hermano CAPÍTULO 22. LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE
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   pudo verla y hablar con ella, ¿verdad? Incluso vivió con ella un tiempo...”
   Vio preocupación y algo menos tangible en la expresión de Hermione. Pero cuando la vio mirar a Ron, Harry comprendió que era miedo. La hab´ıa asustado con su charla sobre vivir con los muertos.
   “Entonces ese tal Peverell, el que está enterrado en el Valle de Godrick” dijo Ron apresuradamente, intentando parecer robustamente cuerdo “¿no sabéis nada de él?”
   “No” Respondió ella, que pareció aliviada por el cambio de tema. “Lo busqué después de ver la marca sobre su tumba; si hubiera sido alguien famoso o hubiera hecho algo importante, estoy segura de que estar´ıa en nuestros libros. El único sitio donde pude encontrar el apellido Peverell fue en Nobleza Natural, una Genealog´ıa de la Magia. Lo tomé prestado de Kreacher.” Explicó cuando Ron arqueó las cejas. “Tiene una lista de las familias de sangre pura que se extinguieron en la l´ınea masculina. Aparentemente la de los Peverell fue una de las l´ıneas que desapareció más rápido.”
   “¿Qué se extinquieron en la l´ınea masculina?” repitió Ron.
   “Quiere decir que el apellido se perdió” respondió Hermione. “Siglos atrás en el caso de los Peverell. Podr´ıan tener descendientes pero con algún otro apellido.”
   Y de repente le llegó a Harry, de un solo golpe brillante, el recuerdo que hab´ıa despertado en él el nombre ’Peverell’, un viejo asqueroso alardeando de un horrendo anillo en la cara de un oficial del Ministerio, y dio un fuerte grito, “¡Marvolo Gaunt!”
   “¿Perdón?” dijeron Hermione y Ron al mismo tiempo.
   “¡Marvolo Gaunt! ¡El abuelo de Quien-tu-ya-sabes! ¡En el Pensadero! ¡Con Dumbledore! ¡Marvolo Gaunt dijo que era un descendiente de los Peverell!”
   Ron y Hermione parec´ıan desconcertados.
   “El anillo, el anillo que se convirtió en el Horcrux, ¡Marvolo Gaunt dijo que ten´ıa el escudo de los Peverell! Le vi menearlo ante la cara al tipo del Ministerio, ¡casi se lo mete por la nariz!”
   “¿El escudo de los Peverell?” dijo Hermione secamente. “¿Pudiste ver como era?”
   “En realidad no.” dijo Harry intentando recordar. “No hab´ıa nada llamativo en él, por lo que pude ver, solo algunos rasgu˜nos. En realidad solo lo vi de cerca después de que hubiera sido destru´ıdo.”
   Harry notó que Hermione comprend´ıa por como se dilataban sus pupilas. Ron mov´ıa la mirada de uno al otro, asombrado.
   “Caray... ¿Crees que era este mismo s´ımbolo otra vez? ¿El de las Reliquias?”
   “¿Por qué no?” dijo Harry excitado. “Marvolo Gaunt era un viejo ignorante que viv´ıa como un cerdo, lo único que le preocupaba era su ascendencia. Si ese anillo hab´ıa sido heredado a lo largo de los siglos, podr´ıa no haber sabido lo que era realmente. No hab´ıa libros en esa casa, y creedme, él no era del tipo de los que leen cuentos de hadas a sus hijos. Le hubiera encantado pensar que los ara˜nazos de la piedra eran un escudo, porque en lo que a él respectaba, ser sangre pura te hac´ıa parte de la realeza.”
   “Si... y todo eso es muy interesante” dijo Hermione cautelosamente, “pero Harry, si estás pensando lo que yo creo...”
   “Bueno, ¿por qué no? ¿por qué no?” dijo Harry abandonando cualquier precaución.
   “Era una piedra, ¿no?” Miró a Ron en busca de apoyo “¿Y si era la Piedra de Resurreción?”
 
   CAPÍTULO 22. LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE
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   La boca de Ron se abrió de par en par.
   “Caray... ¿pero funcionar´ıa la piedra aún cuando Dumbledore la hubiera roto...?”
   “¿Funcionar? ¿Funcionar? Ron, ¡nunca funcionó! No existe ninguna Piedra de Resurreción!”
   Hermione saltó sobre sus pies, exasperada y molesta.
   “Harry, estás intentando que todo encaje con la historia de las Reliquias...”
   “¿Intentando que encaje?” repitió Harry “¡Hermione, todo encaja por su propia cuenta!
   ¡Sé que el s´ımbolo de las Reliquias estaba en la piedra! ¡Gaunt dijo que descend´ıa de los Peverell!”
   “¡Hace un minuto nos dijiste que no pudiste ver bien el s´ımbolo de la piedra!”
   “¿Dónde crees que está el anillo ahora?” preguntó Ron a Harry. “¿Qué hizo con él Dumbledore después de romperlo?”
   Pero la imaginación de Harry viajaba mucho mas allá que la de Ron y Hermione...
   Tres objetos, o Reliquias, las cuales, unidas, convierten a su poseedor en el Amo de la Muerte... Maestro... Conquistador... Vencedor... El último enemigo que debe ser destruido es la muerte...
   Y se vio él mismo, poseedor de las Reliquias, enfrentado a Voldemort, cuyos Horrocruxes no eran rival... Ninguno puede vivir mientras el otro sobreviva... ¿Era esta la respuesta?
   ¿Reliquias contra Horrocruxes? ¿Hab´ıa un camino, después de todo, para asegurar que era él el que triunfaba? ¿Si era él el amo de las Reliquias de la Muerte, estar´ıa entonces a salvo?
   “¿Harry?”
   Pero apenas escuchaba a Hermione. Hab´ıa sacado su Capa de Invisibilidad y la dejaba resbalar entre los dedos, tela flexible como el agua, ligera como el aire. Nunca hab´ıa visto nada igual en sus casi siete a˜nos en el mundo mágico. La capa era exactamente lo que Xenophilius hab´ıa descrito. Una capa que real y verdaderamente hace a su due˜no completamente invisible, resistiendo eternamente, proporcionando un ocultamiento constante e impenetrable, sin importar que hechizos se le lancen...
   Y con un grito de asombro recordó...
   “¡Dumbledore ten´ıa mi Capa el d´ıa en que mis padres murieron!”
   Su voz temblaba y pod´ıa sentir los colores en su cara, pero no le importó.
   “¡Mi madre le dijo a Sirius que Dumbledore hab´ıa tomado prestada la Capa! ¡Por esto era! ¡Quer´ıa examinarla porque cre´ıa que era la tercera Reliquia! Ignotus Peverell está enterrado en Valle de Godric...” Harry caminaba ciegamente por la tienda, sintiendo como nuevas visiones de la verdad se abr´ıan ante él. “Él es mi ancestro. ¡Soy descendiente del tercer hermano! ¡Todo tiene sentido!”
   Se sintió armado de la certeza, en su creencia en la Reliquias, como si la mera idea de poseerlas le proporcionara protección, y se sent´ıa feliz mientras se giraba hacia los otros dos
   “Harry.” dijo Hermione una vez mas, pero él se encontraba ocupado desamarrando la bolsa alrededor de su cuello, sus dedos temblorosos.
   “Léela” le dijo a ella, poniendo la carta de su madre en su mano. “¡Léela! ¡Dumbledore ten´ıa la capa, Hermione! ¿Por qué mas la querr´ıa? El no necesitaba ninguna capa, ¡pod´ıa CAPÍTULO 22. LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE
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   hacer un encantamiento de Desilusión tan poderoso que se hac´ıa completamente invisible sin una!”
   Algo cayó al piso y rodó, brillando debajo de una silla: hab´ıa tirado la snitch al sacar la carta. Se agachó a recogerla, y el recién hallado pozo de descubrimientos le dio otro regalo, y el shock y la maravilla surgieron dentro de él de tal manera que gritó.
   “¡EST Á AQUÍ! Me dejó el anillo” ¡Está en la snitch!
   “¿Tu... crees?”
   No pod´ıa creer que Ron pareciera tan sorpendido. Era tan obvio, tan claro para Harry.
   Todo cuadraba, todo... su capa era la tercera reliquia, y cuando consiguiera abrir la snitch tendr´ıa la segunda y todo lo que tendr´ıa que hacer es conseguir la primera reliquia, La Varita Antigua y entonces...
   Pero fue como si la cortina cayera en el escenario iluminado: Toda su excitación, toda su esperanza y felicidad se extinguieron de un golpe, y se encontró en medio de la oscuridad y el hechizo gloriosó se rompió...
   “Eso es lo que él busca.”
   El cambio en su voz hizo que Ron y Hermione se mostraran aún más asustados.
   “Tu-sabes-quien está buscando la Varita Antigua.”
   Les dio la espalda a sus incrédulas caras. Sab´ıa que era la verdad. Todo ten´ıa sentido, Voldemort no estaba buscando una nueva varita, estaba buscando una varita antigua, muy antigua de hecho. Harry caminó a la entrada de la tienda, olvidándose de Ron y Hermione y miró hacia la noche, pensando...
   Voldemort hab´ıa sido criado en un orfanato muggle. Nadie podr´ıa haberle contado Los cuentos de Beedle el bardo cuando era un ni˜no, más de lo que se lo hab´ıan contado al mismo Harry. Dif´ıcilmente ningún hechicero cre´ıa en las Reliquias de la Muerte. ¿ser´ıa posible que Voldemort supiera de ellas?
   Harry miró hacia la oscuridad... si Voldemort conoc´ıa las Reliquias de la muerte seguro que las hab´ıa buscado, hubiera hecho cualquier cosa por poseerlas: ¿tres objetos que hac´ıan a su poseedor Amo de la Muerte? Si hubiera sabido de las Reliquias no hubiera necesitado a los horcruxes, en primer lugar. No demostraba acaso el simple hecho de que hubiera tomado una reliquia y la hubiera convertido en una horcrux que Voldemort no sab´ıa este gran último secreto de la hechicer´ıa?...
   Eso significaba que Voldemort buscaba la Varita Antigua sin darse cuenta de potencial real, sin entender que era una de tres... porque la Varita era la reliquia que no se pod´ıa esconder, cuya existencia era bien conocida... el rastro sangriento de la Varita Antigua está regado por toda la historia de la hechicer´ıa..
   Harry miró el cielo nublado, curvas de humo gris y plateado se deslizaban sobre la luna blanca. Se sintió mareado por sus asombrosos descubrimientos.
   Volvió a la tienda y se impresionó al ver a Hermione y a Ron exactamente en el mismo sitio en que los hab´ıa dejado. Hermione con la carta de Lilly en las manos y Ron a su lado ligeramente ansioso. ¿No se daban cuenta de todo lo que hab´ıa avanzado en éstos últimos minutos?
   “¿No lo véis?” dijo Harry intentando incluirlos en su brillante e incre´ıble certeza. “Esto lo explica todo. Las reliquias de la muerte son reales y tengo una... quizás dos...”
   Levantó la snitch.
 
   CAPÍTULO 22. LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE
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   “...y tu-sabes-quien está buscando la tercera, pero él no se da cuenta... él solo cree que es una varita poderosa...”
   “Harry” dijo Hermione, acercándose a él y devolviendole la carta de Lily, “lo siento, pero creo que lo has entendido todo mal, muy mal.”
   “¿Pero no lo ves?, todo cuadra...”
   “No, no cuadra. Harry, te estás dejando llevar. Por favor” dijo mientras comenzaba a hablar, “si las Reliquias de la Muerte existieran realmente, y Dumbledore lo hubiera cre´ıdo, sabiendo que el poseedor de todas ellas ser´ıa el amo de la Muerte... Harry, ¿Por qué no te lo habr´ıa dicho? ¿Por qué?”
   Ten´ıa su respuesta preparada.
   “¡Pero tu misma lo dijiste, Hermione! ¿Tienes que darte cuenta por ti mismo! ¡Es una búsqueda¡‘
   “¡Pero solo lo dije para persuadirte de ir a casa de los Lovegood!” gritó hermione exasperada. “¡No lo cre´ıa realmente!”
   Harry no se inmutó.
   “Dumbledore siempre dejaba que yo me diera cuenta de las cosas por mi cuenta. Me dejaba probar mi fuerza, tomar riesgos. Esto parece ser el tipo de cosas que él har´ıa.”
   “Harry, ¡esto no es un juego, no es una práctica! Esto es verdadero y Dumbledore te dejó órdenes claras: ¡encuentra y destruye las horcruxes! ¡ese s´ımbolo no significa nada!, olvidate de la reliquias de la muerte, no podemos permitirnos el lujo de desviarnos...”
   Harry apenas la escuchaba, se encontraba dándole vueltas a la snitch entre sus manos, medio esperando que se abriera para revelar la Piedra de Resurreción, para probarle a Hermione que estaba en lo cierto, que las Reliquias de la Muerte eran reales.
   Ella apeló a Ron.
   “Tu no crees en esto, ¿verdad?”
   Harry lo miró y Ron dudo.
   “No se... quiero decir... hay pedazos de la historia que cuadran entre s´ı” Dijo Ron torpemente. “Pero cuando ves el cuadro completo...” Respiró profundamente. “Creo que se supone que tenemos que deshacernos de los horcruxes, Harry. Eso fue lo que Dumbledore nos dijo que hiciéramos. Quizás... quizás debamos olvidarnos de este asunto de las reliquias.”
   “Gracias Ron” Dijo Hermione. “Yo haré la primera guardia.”
   Y pasó al lado de Harry hacia la entrada de la tienda poniéndole un violento final a la discusión.
   Pero Harry apenas pudo dormir esa noche. La idea de las Reliquias Sagradas lo hab´ıa pose´ıdo, y no pod´ıa descansar mientras sus agitados pensamientos giraban a toda velocidad en su mente: La Varita, la Piedra y la Capa, si pudiera poseerlas todas...
   Me abro en el cierre... Pero, ¿qué era el cierre? ¿Por qué no pod´ıa sacar la piedra? Si tuviera la piedra, podr´ıa preguntarle a Dumbledore en persona... Y Harry le murmuró palabras a la snitch en la oscuridad, intentando de todo, hasta en Parsel, pero la bola dorada no se abrió...
   Y la Varita, la Antigua Varita, ¿Dónde estaba escondida? ¿Dónde buscaba Voldemort en este momento? Harry deseó que su cicatriz ardiera y le ense˜nara en qué estaba pensan-CAPÍTULO 22. LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE
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   do Voldemort, porque por primera vez él y Voldemort se encontraban unidos, deseando el mismo objeto... a Hermione no le gustar´ıa la idea, por supuesto... Pero ella no cre´ıa...
   Xenophilius hab´ıa estado en lo correcto, de alguna manera... limitado, estrecho, mente cerrada. La verdad es que ella estaba asustada de la idea de las reliquias sagradas, especialmente de la Piedra de Resurreción... Y Harry presionó su boca contra la Snitch, besándola, casi tragándosela, pero el fr´ıo metal no cedió...
   Estaba casi amaneciendo cuando recordó a Luna, sola en una celda de Azkaban, ro-deada de dementores, y de repente se sintió avergonzado de si mismo. Se hab´ıa olvidado totalmente de ella en su febril contemplación de las Reliquias. Si pudieran rescatarla. Si pudiera rescatarla, pero los dementotes, en esas cantidades, ser´ıan virtualmente invencibles. Ahora que lo pensaba no hab´ıa intentado conjurar un Patronus con la varita de espino... Tendr´ıa que intentarlo en la ma˜nana...
   Si hubiera una forma de obtener una varita mejor...
   Y el deseo por la Varita Antigua, el Palo de la Muerte, invencible, se lo tragó una vez más...
   Guardaron la tienda a la ma˜nana siguiente, y se movieron a través de una terrible lluvia. El diluvio los persiguió hasta la costa, donde levantaron la tienda esa noche.
   Continuaron toda la semana a través de duros terrenos que Harry encontró tristes y depri-mentes. Solo pod´ıa pensar en las Reliquias de la Muerte. Era como si se hubiera encendido dentro de él una llama que nada, ni la incredulidad de Hermione, ni las dudas persistentes de Ron, pod´ıan extinguir: su determinada indiferencia era tan mala como el diluvio que ca´ıa empapando sus esp´ıritus. Pero ninguno pod´ıa erosionar su certeza, que era absoluta.
   La creencia de Harry y el deseo por las Reliquias le consum´ıan de tal manera que se sent´ıa aislado de los otros dos y su obsesión con las horcuxes.
   “¿Obsesión?” dijo Hermione con un feroz tono bajo, cuando, una tarde, Harry fue lo suficientemente descuidado para usar esta palabra cuando Hermione lo despidió por su falta de interés en localizar más horcruxes. “¡No somos nosotros los que estamos obsesionados, Harry! ¡Somos los que intentamos hacer lo que Dumbledore quer´ıa que hiciéramos!”
   Pero era impenetrable a la cr´ıtica. Dumbledore hab´ıa dejado el s´ımbolo de las Reliquias para que Hermione lo descifrara. Y también hab´ıa dejado, Harry estaba convencido, la Piedra de Resurreción dentro de la snitch dorada. Ninguno puede vivir mientras el otro sobreviva... Amo de la muerte... ¿Por qué no lo entend´ıan Ron y Hermione?
   “El último enemigo que ha de ser vencido es la muerte” Citó Harry calmadamente.
   “Pensaba que era con quien-tu-sabes con quien deber´ıamos pelearnos.” Replicó Hermione, y Harry se dio por vencido con ella.
   Incluso el misterio de la cierva plateada, que los otros dos insist´ıan en discutir, le parec´ıa a Harry menos importante ahora, apenas un entretenimiento secundario. La única otra cosa que le importaba era que su cicatriz empezaba a picarle otra vez, aunque se esforzaba en escondérselo a los otros dos. Buscaba la soledad cada vez que pod´ıa, pero se decepcionaba de lo que ve´ıa. Las visiones que él y Voldemort compart´ıan hab´ıan dismi-nuido en calidad, se hab´ıan vuelto borrosas, como si entraran y salieran de foco. Harry apenas pod´ıa ver los rasgos indistinguibles de un objeto que parec´ıa ser una clavera y algo que parec´ıa una monta˜na, más de sombras que sólida. Acostumbrado a imágenes n´ıtidas como la realidad, Harry estaba desconcertado con el cambio. Le preocupaba que el enlace entre él y Voldemort estuviera da˜nado, un enlace al que ten´ıa tanto miedo e, independientemente de lo que le dijera a Hermione, tanto aprecio. De algún modo Harry conectó estas ideas poco consistentes y vagas con la destrucción de su varita, como si la CAPÍTULO 22. LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE
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   defectuosa varita de espino fuera la causante de no poder ver en la mente de Voldemort tan bien como antes.
   Mientras pasaban las semanas, Harry no pudo dejar de notar, a pesar incluso de su nueva obsesión, que Ron parec´ıa estar más involucrado. Quizás porque estaba decidido a compensar el haberles dejado, quizás porque la desgana de Harry impulsó sus cualidades de liderazgo aletargadas, Ron era ahora más alentador y les animaba a los otros dos a la acción.
   “Han desaparecido Tres Horcruxes” les dec´ıa. “¡Necesitamos un plan de acción, vamos!
   ¿Dónde no hemos mirado? Repasémoslo otra vez. El orfanato...”
   El Callejón Diagon, Hogwarts, la casa de Riddle, Borgin y Burkes, Albania... Ron y Hermione repasaron otra vez cada lugar en el que sab´ıan que Tom Riddle hab´ıa vivido o trabajado, visitado o asesinado alguna vez, mientras Harry sólo participaba para evitar que Hermione le siguiera hostigando. Habr´ıa sido feliz sentándose a solas en silencio, tratando de leer el cerebro de Voldemort mientras buscaba la Antigua Varita, pero Ron insist´ıa en viajar a lugares improbables solamente, Harry era consciente, para mantenerles en movimiento.
   “Tú no lo sabes” era el estribillo constante de Ron. “Upper Flagley es un pueblo de magos, podr´ıa haber vivido all´ı. Vayamos y echemos un vistazo.”
   Estas incursiones frecuentes a territorio mágico los expusieron algunas veces a la vista de los Merodeadores.
   “Algunos de ellos se creen tan malos como mort´ıfagos” dijo Ron. “La mayor´ıa de los que me cogieron eran un poco patéticos, pero Bill cree que algunos de ellos son muy peligrosos. Lo dijeron en Potterwatch...”
   “¿En dónde?” preguntó Harry.
   “En Potterwatch, ¿no te dije que se llamaba as´ı? El programa que intento captar con la radio, el único que dice la verdad sobre lo que esta ocurriendo! Casi todos los programas siguen la l´ınea de quién-tu-sabes, todos salvo Potterwatch, quiero que lo escuches, pero es dif´ıcil de sintonizar...” Ron empleó tarde tras tarde en usar su varita para tocar varios ritmos encima de la radio mientras el dial giraba. Ocasionalmente captaban retazos de consejos sobre cómo tratar dragonpox, y una vez algunas estrofas de Ún caldero lleno del amor caliente y fuerte’. Mientras se escuchaba, Ron segu´ıa intentando golpear la contrase˜na correcta, farfullando retah´ılas de palabras aleatorias bajo su aliento.
   “Normalmente son algo relacionado con la Orden” les dijo. “Bill ten´ıa un verdadero don para adivinarlas. Hay que poner una al final.”
   Pero hasta marzo, Ron no tuvo suerte. Harry estaba sentado en la entrada de la tienda, haciendo guardia, mirando fijamente un racimo de jacintos de uva que hab´ıa encontrado un camino para salir a través del fr´ıo suelo, cuando Ron gritó con excitación desde el interior de la tienda.
   “Lo he conseguido, ¡lo he conseguido! ¡La palabra clave era Álbus’ ! Ven aqu´ı, Harry.”
   Despertado por primera vez en muchos d´ıas de su meditación en las Reliquias de la Muerte, Harry volvió rápidamente dentro de la tienda para encontrar a Ron y Hermione arrodillados en el suelo al lado de la peque˜na radio. Hermione, que hab´ıa estado sacando brillo a la espada de Gryffindor sólo por hacer algo, estaba sentada boquiabierta, mirando fijamente el diminuto altavoz, del que sal´ıa una voz más que familiar.
   “... se piden disculpas por nuestra ausencia temporal de las ondas aéreas, debido a CAPÍTULO 22. LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE
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   varias visitas a domicilio en nuestra zona de esos encantadores mort´ıfagos.”
   “Pero ése es Lee Jordan!” dijo Hermione.
   “¡Lo sé!” dijo Ron sonriendo radiantemente. “Mola, ¿no?”
   “... hemos conseguido otra ubicación segura”, dec´ıa Lee, “y estoy encantado de co-municaros que dos de nuestros colaboradores regulares se han reunido conmigo aqu´ı esta noche. Hola, chicos!”
   “Hola.”
   “Hola, River.”
   “River es Lee,” explicó Ron. “Todos tienen nombres en clave, pero se puede saber generalmente...”
   “Shh!” dijo Hermione.
   “Pero antes de que oigamos a Royal y Romulus”, siguió Lee, “Dedicaremos un momento para informar sobre unas muertes que las noticias de la Wizarding Wireless Network y El Profeta no han considerado lo suficientemente importantes como para mencionarlas.
   Informamos con gran pesar a nuestros oyentes de los homicidios de Ted Tonks y Dirk Cresswell.”
   Harry sintió un dolor, bajando por el estómago. Él, Ron, y Hermione se miraron horrorizados.
   “También murió un duende conocido como Gornuk. Se cree que Dean Thomas, nacido de Muggles, as´ı como un segundo duende, que estar´ıan viajando con Tonks, Cresswell y Gornuk, podr´ıan haber escapado. Si Dean está escuchando, o si alguien tiene cualquier noticia de su paradero, sus padres y hermanas están desesperados por saber algo.”
   “Mientras tanto, en Gaddley, una familia Muggle de cinco miembros ha sido encontrada muerta en su casa. Las autoridades Muggles atribuyen sus muertes a una fuga de gas, pero los miembros de la Orden del Fénix me informan que lo hicieron con una maldición mortal... Mas evidencias, si fueran necesarias, del hecho de que la caza de Muggles se está convirtiendo en poco más que un deporte recreativo bajo el nuevo régimen.”
   “Finalmente, lamentamos informar a nuestros oyentes que los restos de Bathilda Bagshot han sido descubiertos en el valle de Godric. Las pruebas indican que murió hace varios meses. La Orden del Fénix nos informa que su cuerpo indicaba inconfundibles se˜nales de lesiones infligidas por Magos oscuros.”
   “Oyentes, me gustar´ıa invitaros a que os unais en un minuto de silencio en memoria de Ted Tonks, Dirk Cresswell, Bathilda Bagshot, Gornuk, y los desconocidos, pero no menos lamentados, Muggles asesinados por los Mort´ıfagos.”
   El silencio cayó, y Harry, Ron, y Hermione no hablaron. La mitad de Harry deseaba seguir escuchando, mientras la otra mitad de él estaba asustada de lo que poder venir después. Era la primera vez que se hab´ıa sentido completamente conectado con el mundo exterior desde hac´ıa mucho tiempo.
   “Gracias”, dijo la voz de Lee. “Y ahora podemos regresar con nuestro colaborador habitual Royal, para una actualización de cómo está afectando al mundo Muggle el nuevo orden.”
   “Gracias, River”, dijo una inconfundible voz, honda, mesurado, alentadora.
   “Kingsley!” explotó Ron.
 
   CAPÍTULO 22. LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE
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   “¡Lo sabemos!” dijo Hermione, haciéndolo callar.
   “Los Muggles siguen ignorantes del origen de su sufrimiento mientras continúan teniendo gran número de v´ıctimas”, dijo Kingsley. “Sin embargo, seguimos escuchando historias realmente inspiradoras de magos y brujas que arriesgan su propia integridad para proteger a Muggle amigos y vecinos, a menudo sin el conocimiento de los Muggles. Me gustar´ıa apelar a todos nuestros oyentes a imitar su ejemplo, quizás creando un encanto protector sobre cualquier casa de Muggles que halla en tu calle. Podr´ıan salvarse muchas vidas simplemente con esta medida.”
   “¿Y qué dir´ıas, Royal, a los oyentes que responden que en esta época peligrosa, debe seguirse él... los Magos primero...?” Preguntó Lee.
   “Dir´ıa que hay un paso breve de ’los Magos Primeroá ’los Sangre Pura primero’, y luego a Mort´ıfago,” respondió Kingsley. “Todos somos humanos, ¿no? Cada vida humana es digna de lo mismo, y digna de salvarse.”
   “Excelentemente expuesto, Royal, y tienes mi voto para Ministro de Magia si alguna vez nos desacemos de este desorden”, dijo Lee. “Y ahora, oigamos a Romulus en nuestro popular sección Ámigos de Potter’.” “Gracias, River”, dijo otra voz muy familiar. Ron empezó a hablar, pero Hermione se anticipó a él en un susurro.
   “¡Sabemos que es Lupin!”
   “Romulus, ¿sostienes que, como haces cada vez que apareces en nuestro programa, ese Harry Potter todav´ıa está vivo?”
   “Lo hago” dijo Lupin firmemente. “En mi opinión, no hay absolutamente ninguna duda de que los mort´ıfagos habr´ıan anunciado su muerte tan extensamente como hubieran podido, si ésta hubiera ocurrido, porque dar´ıa un golpe mortal en la moral de aquellos que resisten el nuevo régimen. Él ni˜no que vivió’sigue siendo un s´ımbolo de todo aquello por lo que estamos peleando: el triunfo del bien, el poder de la inocencia, la necesidad de resistir.”
   Una mezcla de gratitud y vergüenza brotó en Harry. ¿Lupin lo hab´ıa perdonado, entonces, por las cosas terribles que le hab´ıa dicho la última vez que se hab´ıan visto?
   “Y qué le dir´ıas a Harry si supieras que nos está escuchando, Romulus?”
   “Le dir´ıa que estamos todos con él en esp´ıtritu”, dijo Lupin, luego vaciló ligeramente,
   “Y le dir´ıa que siga sus instintos, que casi siempre son correctos.”
   Harry miró Hermione, cuyos ojos estaban llenos de las lágrimas.
   “Casi siempre correctos,” repitió.
   “Oh, ¿no te lo dije?” dijo Ron con sorpresa. “¡Bill me dijo que Lupin está viviendo con Tonks otra vez! Y por lo visto ella se está poniendo enorme...”
   “... ¿y nuestro habitual repaso a los amigos de Harry Potter que están sufriendo por su lealtad?” dijo Lee.
   “Bueno, como los oyentes habituales sabrán, varios conocidos seguidores de Harry Potter están ahora prisioneros, incluyendo a Xenophilius Lovegood, ahora ex-editor de El Quisquilloso” dijo Lupin.
   “¡Al menos todav´ıa está vivo!” farfulló Ron.
   “También hemos o´ıdo en las últimas horas que Rubeus Hagrid” Los tres jadearon, y casi se perdieron el resto de la frase. “... bien conocido guardabosques de la Escuela Hogwarts, ha escapado por poco al arrestro dentro de los terrenos de Hogwarts, donde CAPÍTULO 22. LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE
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   se rumorea que ha estado celebrando reunidones de Ápoya a Harry Potterén su casa. Sin embargo, no ha sido detenido, y está, creemos, fugado.”
   “Supongo que ayuda, cuando estas escapando de los mortifagos, tener un medio hermano de 10 metros de altura, ¿no?” preguntó Lee.
   “Te da cierta ventaja” estuvo de acuerdo Lupin gravemente. “Puedo a˜nadir que aunque desde aqui aplaudo el esp´ıritu de Ápoyo a Potter’de Hagrid, urgimos incluso a los más devotos partidarios de Harry a no seguir su ejemplo. Las reuniones de Ápoyo a Harry Potter’son desaconsejables con el presente clima.”
   “Efectivamente lo son, Romulus” dijo Lee, “¡as´ı que sugerimos que continuéis mostrando vuestra devoción al hombre de la cicatriz en forma de relámpago escuchando Potterwarth! Y ahora cambiemos a las noticias sobre el mago que ha probado ser tan escurridizo como Harry Potter. Nos gusta referirnos a él como el Jefe de los Mort´ıfagos, y aqu´ı estamos para que den sus opiniones sobre algunos de los rumores malsanos que circulan sobre él. Me gustar´ıa presentar a un nuevo corresponsal, ¿Roedor?”
   “¿Roedor?” digo otra voz familiar, y Harry, Ron, y Hermione gritaron juntos.
   “¡Fred!”
   “No... ¿es George?”
   “Es Fred, creo” dijo Ron, inclinándose más cerca, mientras fuera quien fuera el gemelo dec´ıa,
   “No voy a ser ’Roedor’, de ninguna manera, ¡Te dije que quer´ıa ser Éstoque’ !”
   “Oh, vale entonces, Estoque, ¿podr´ıas ponernos al corriente sobre las variadas historias que hemos estado oyendo sobre el Jefe de los Mortifagos?”
   “Si, Rio, puedo” dijo Fred. “Como nuestros oyentes sabrán, a menos que se hayan estado refugiando en el fondo de la charca de un jard´ın o en algún sitio similar, la estrategia de Quien-no-debe-ser-nombrado de permanecer en la sombra a creado un agradable clima de pánico. Si todas los presuntos avistamientos fueran genuinos, tendr´ıamos al menos diecinueve Quien-vosotros-Sabéis sueltos por ah´ı.”
   “Es lo que le conviene, por supuesto”, dijo Kingsley. “El aire de misterio está creando más terror que si se mostrara abiertamente.”
   “Estoy de acuerdo”, dijo Fred. “As´ı que, gente, intentemos calmarnos un poco. Las cosas son suficientemente malas sin tener que inventar cosas también. Por ejemplo, esta nueva idea de que Tú-Sabes-Quién puede matar a la gente con la sola mirada de sus ojos.
   Eso es un basilisco, oyentes. Una prueba simple: verifica que la cosa que tienes ante ti tiene piernas. Si las tiene, es seguro mirarle a los ojos, aunque si es de verdad Tú-Sabes-Quién, seguramente será lo último que hagas.”
   Por primera vez en muchas semanas, Harry se estaba riendo: pod´ıa sentir como le abandonaba el peso de la tensión.
   “¿Y los rumores de que se le ha visto en el extranjero?” preguntó Lee.
   “¿Bueno, a quién no le gustar´ıa tener unas peque˜nas vacaciones después de lo duro que ha estado trabajando?” preguntó Fred.
   “Apuntaros esto, gente, no os dejéis llevar por una falsa sensación de seguridad, pensando que está fuera del pa´ıs. Tal vez lo esté, tal vez no, pero el hecho es que puede moverse más rápido de lo que Severus Snape huye del champú cuando quiere hacerlo, as´ı que no cuentes con que él esté muy lejos si estás planeando correr algún riesgo. ¡No CAPÍTULO 22. LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE
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   cre´ıa que me escuchar´ıa nunca decir esto, pero la seguridad primero!”
   “Muchas gracias por estas sabias palabras, Estoque,” Lee dijo. “Oyentes, con esto llegamos al final de otro Potterwatch. No sabemos cuándo será posible transmitir otra vez, pero puedes estar seguro de que volveremos. Sigue girando el dial: la próxima contrase˜na será Ójo-Loco’. Cuidaros. Mantened la fe. Buenas noches.”
   El dial de la radio giró y las luces del panel de sintonización se extinguieron. Harry, Ron, y Hermione todav´ıa estaban sonriendo radiantemente. Escuchar esas voces familiares y amigables era un tónico raro; Harry se hab´ıa acostumbrado tanto a su aislamiento que casi hab´ıa olvidado que hab´ıa otras personas resistiendo a Voldemort. Era como despertar de un sue˜no largo.
   “¿Bueno, ¿eh?” dijo Ron con felicidad.
   “Brillante” dijo Harry.
   “Es tan valiente por su parte” dijo Hermione con admiración. “Si les encuentran...”
   “Bueno, se mantienen en movimiento, ¿no?” dijo Ron. “De la misma manera que nosotros.”
   “¿Pero escuchaste lo que dijo Fred?” preguntó Harry con excitación; ahora que la transmisión se hab´ıa terminado, sus pensamientos volvieron hacia su absorbente obsesión.
   “¡Está en el extranjero! Todav´ıa está buscando la varita, ¡lo sab´ıa!”
   “Harry...”
   “Vamos, Hermione, ¿por qué estás tan decidida a no admitirlo? Vol...”
   “Harry, ¡no!”
   “...demort está detrás de la Antigua Varita!”
   “¡El nombre es tabú!” bramó Ron, saltando sobre sus pies cuando un fuerte chasquido sonó fuera de la tienda. “Te lo dije, Harry, te lo dije, no podemos decirlo más... tenemos que volver a poner la protección alrededor nuestro... rápido... es cómo localizan...” pero Ron dejó de hablar, y Harry supo por qué. El Chivatoscopio se hab´ıa iluminado y empezado a girar sobre la mesa; pod´ıan escuchar voces acercarse más y más: voces excitadas. Ron se sacó el Desiluminador del bolsillo y lo accionó: las lámparas se apagaron.
   “¡Sal de ah´ı con las manos arriba!” dijo una voz ronca a través de la oscuridad. “¡Sabemos que estás ah´ı! ¡Tienes media docena de varitas apuntándote y no nos importa a quién le echamos una maldición!”
 
   Cap´ıtulo 23
   La Mansión de los Malfoy
   Harry miró alrededor hacia los otros dos, ahora meros contornos en la oscuridad. Vio a Hermione apuntar su varita, no hacia el exterior, sino hacia su cara. Hubo un estallido, una ráfaga de luz blanca, y Harry se retorció en agon´ıa, incapaz de ver. Pod´ıa sentir que su cara se hinchaba con rapidez bajo sus manos, mientras pesados sonidos de pasos lo rodeaban.
   “Levántate, alima˜na.”
   Manos desconocidas levantaron a Harry con brusquedad del suelo. Antes de poderlos detener, alguien hurgó en sus bolsillos y sacó la varita de endrino. Harry se apretó la cara, que le dol´ıa terriblemente. Parec´ıa irreconocible bajo sus dedos, tirante, hinchada e inflamada, como si hubiera sufrido una violenta reacción alérgica. Sus ojos se hab´ıan reducido a ranuras por las que apenas pod´ıa ver; sus gafas se cayeron cuando lo sacaron atado de la tienda: todo lo que pod´ıa apreciar eran las borrosas formas de cuatro o cinco personas arrastrando también a Ron y Hermione fuera, que forcejeaban.
   “¡Apartaros... de... ella!” gritó Ron. Hubo el inconfundible sonido de pu˜nos golpeando carne: Ron gru˜nó de dolor y Hermione gritó:
   “¡No! ¡Dejadlo en paz, dejadlo en paz!”
   “A tu novio le van a hacer cosas peores que estas si está en mi lista.” dijo la voz horriblemente familiar y rasposa. “Una chica deliciosa... qué bocado... me encanta la suavidad de su piel...”
   El estómago de Harry se revolvió. Supo quién era, Fenrir Greyback, el hombre lobo al que se le permit´ıa llevar ropas de mort´ıfago a cambio de contratar su salvajismo.
   “¡Registrad la tienda!” dijo otra voz.
   Harry fue arrojado de cabeza al suelo. Un golpe sordo le contó que hab´ıan tirado a Ron a su lado. Pudieron o´ır pasos y estrépito; estaban tirando sillas dentro de la tienda mientras buscaban.
   “Ahora, veamos a quiénes tenemos” dijo la voz de Greyback con deleite por encima de sus cabezas, y a Harry lo giraron hasta quedar boca arriba. El rayo de luz de una varita cayó en su cara y Greyback se rió.
   “Necesitaré cerveza de mantequilla para lavar a este. ¿Qué te ha pasado, feo?”
   Harry no contestó de inmediato.
   “He dicho” repitió Greyback, y Harry recibió un golpe en el diafragma que lo hizo doblarse de dolor. “¿Qué te pasó?”
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   CAPÍTULO 23. LA MANSI ÓN DE LOS MALFOY
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   “Picado” farfulló Harry. “Me picaron.”
   “S´ı, lo parece” dijo una segunda voz.
   “¿Cómo te llamas?” gru˜no Greyback.
   “Dudley” dijo Harry.
   “¿Y tu nombre?”
   “Yo... Vernon. Vernon Dudley”
   “Comprueba la lista, Scabior” dijo Greyback, y Harry lo oyó moverse lateralmente para bajar la vista hacia Ron. “¿Y qué hay de ti, pelirrojo?”
   “Stan Shunpike” dijo Ron.
   “¡Y un cuerno!” dijo el hombre llamado Scabior. “Conocemos a Stan Shunpike, ha hecho algunas cosas para nosotros.”
   Hubo otro golpe sordo.
   “Soy Barny” dijo Ron, y Harry pudo notar que su voz estaba llena de sangre. “Barny Weasley”
   “¿Un Weasley?” dijo Greyback con voz rasposa. “As´ı que estás emparentado con esos traidores de sangre incluso si no eres un sangre sucia. Y finalmente, tu peque˜na y guapa amiga...” el deleite de su voz le puso la carne de gallina a Harry.
   “Calma, Greyback” dijo Scabior por encima de las mofas de los otros.
   “Oh, todav´ıa no la voy a morder. Veremos si es un poco más rápida que Barny en recordar su nombre. ¿Quién eres, ni˜na?”
   “Penelope Clearwater” dijo Hermione. Sonaba aterrorizada, pero convincente.
   “¿Cuál es tu estatus de sangre?”
   “De sangre mezclada” dijo Hermione.
   “Bastante fácil de comprobar” dijo Scabior. “Pero todos estos parecen tener edad de estar en Hogwarts...”
   “Nos hemos ido” dijo Ron.
   “¿As´ı que os habéis ido, eh, pelirrojo?” dijo Scabior. “¿Y decidisteis ir de camping?
   ¿Y pensasteis, que para re´ıros, pod´ıais usar el nombre del Se˜nor Tenebroso?”
   “No para re´ırnos” dijo Ron. “Un accidente.”
   “¿Accidente?” hubo más risas burlonas.
   “¿Sabes quién sol´ıa usar el nombre del Se˜nor Tenebroso, Weasley?” gru˜nó Greyback.
   “La Orden del Fénix. ¿Te dice algo?”
   “No.”
   “Bueno, no le muestran el debido respeto al Se˜nor Tenebroso, as´ı que el nombre se ha hecho Tabú. Unos pocos miembros de la Orden han sido rastreados de esa forma. Ya veremos. ¡Atadlos con los otros dos prisioneros!”
   Alguien levantó a Harry por el pelo, lo arrastró un corto espacio, lo empujó hasta dejarlo sentado y empezó a atarlo espalda contra espalda con otra gente. Harry todav´ıa estaba medio ciego, apenas capaz de ver nada a través de sus hinchados ojos. Cuando por fin el hombre que los ataba se marchó, Harry le susurró a los otros prisioneros: CAPÍTULO 23. LA MANSI ÓN DE LOS MALFOY
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   “¿Alguien todav´ıa tiene varita?”
   “No” dijeron Ron y Hermione a cada lado.
   “Esto es todo culpa m´ıa. Dije el nombre. Lo siento...”
   “¿Harry?”
   Era una voz nueva pero conocida, y ven´ıa directamente de detrás de Harry, de la persona atada a la izquierda de Hermione.
   “¿Dean?”
   “¡Eres tú! ¡Si se enteran de a quién han cogido...! Son Merodeadores, sólo están buscando a gente haciendo novillos para sacar dinero...”
   “No ha sido un mal bot´ın para una noche” estaba diciendo Greyback, cuando un par de botas con tachuelas pasaron cerca de Harry, y oyeron más golpes desde el interior de la tienda. “Un sangre sucia, un duende fugitivo y estos haciendo novillos. ¿Ya comprobaste sus nombres en las listas, Scabior?” rugió.
   “S´ı, no hay ningún Vernon Dudley aqu´ı, Greyback.”
   “Interesante” dijo Greyback. “Eso es interesante.”
   Se puso de cuclillas junto a Harry, que vio, a través del hueco infinitesimal que quedaba entre sus hinchadas pesta˜nas, una cara cubierta de pelo gris enmara˜nado y bigotes, con dientes marrones puntiagudos y llagas en las comisuras de la boca. Greyback ol´ıa de la misma forma que en la torre donde Dumbledore hab´ıa muerto: a suciedad, sudor y sangre.
   “¿As´ı que no te buscan, eh, Vernon? ¿O estás en esa lista con un nombre diferente?
   ¿En qué casa estabas en Hogwarts?”
   “Slytherin” dijo Harry automáticamente.
   “Es gracioso como piensan todos que queremos o´ır eso” dijo Scabior con malicia desde las sombras. “Pero ninguno nos puede decir dónde está la sala común.”
   “Está en las mazmorras” dijo Harry con claridad. “Se entra por la pared. Está llena de cráneos y demás, y bajo el lago, por lo que las luces son verdes.”
   Hubo una breve pausa.
   “Bueno, parece que realmente hemos pillado un peque˜no Slytherin” dijo Scabior. “Bien por ti, Vernon, porque no hay demasiados sangre sucia Slytherins. ¿Quién es tu padre?”
   “Trabaja en el Ministerio” mintió Harry. Sab´ıa que toda la historia se podr´ıa derrumbar con la más m´ınima investigación, pero por otro lado, sólo ten´ıa tiempo hasta que su cara volviese a su apariencia normal, porque para entonces el juego se habr´ıa acabado.
   “Departamento de Accidentes Mágicos y Catástrofes.”
   “Sabes que, Greyback” dijo Scabior. “Creo que hay un Dudley all´ı.”
   Harry apenas pod´ıa respirar: ¿podr´ıa la suerte, la pura suerte, sacarlos indemnes de esta?
   “Bien, bien” dijo Greyback. Harry pudo o´ır una peque˜na nota de turbación en esa voz cruel, y supo que Greyback se estaba preguntando si de hecho acababa de atacar y atar al hijo de un oficial del Ministerio. El corazón de Harry estaba golpeando contra sus costillas; no se habr´ıa sorprendido de saber que Greyback pod´ıa verlo. “Si estás diciendo la verdad, feo, no tienes nada que temer de un viaje al Ministerio. Espero que tu padre nos recompense por recogerte.”
 
   CAPÍTULO 23. LA MANSI ÓN DE LOS MALFOY
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   “Pero” dijo Harry, con la boca seca’, “si nos dejase...”
   “¡Eh!” se escuchó un grito del interior de la tienda. “¡Mira esto, Greyback!”
   Una figura oscura se movió de prisa hacia ellos, y Harry vio un destello de plata bajo la luz de las varitas. Hab´ıan encontrado la espada de Gryffindor.
   “Muuy bonita” dijo Greyback con admiración, cogiéndola de su compa˜nero. “Oh, muy bonita, s´ı. Parece fabricada por duendes. ¿De dónde sacaste algo como esto?”
   “Es de mi padre” mintió Harry, esperando contra toda esperaza que estuviese lo suficientemente oscuro como para que Greyback no viese el nombre grabado bajo la em-pu˜nadura. “La cogimos prestada para cortar le˜na...”
   “¡Espera un minuto, Greyback! ¡Mira esto, en el Profeta!”
   Cuando Scabior lo dijo, la cicatriz de Harry, que estaba tensa en su dilatada frente, le ardió salvajemente. Con más claridad de la que pod´ıa ver a su alrededor, vio un alt´ısimo edificio, una fortaleza sombr´ıa, negro azabache y prohibida. De repente los pensamientos de Voldemort se hab´ıan vuelto de nuevo afilados; se estaba deslizando hasta el gigante edificio con un sentimiento de calmada y eufórica intención...
   Tan cerca... tan cerca...
   Con un enorme esfuerzo Harry cerró su mente a los pensamientos de Voldemort, llevéndose de vuelta a donde estaba sentado, atado a Ron, Hermione, Dean, y Griphook en la oscuridad, escuchando a Greyback y Scabior.
   “Hermione Granger” estaba diciendo Scabior. “La sangre sucia de la que se tiene constancia que viaja con Harry Potter.”
   La cicatriz de Harry ardió en el silencio, pero él hizo un esfuerzo supremo para mantenerse presente, para no deslizarse en la mente de Voldemort. Oyó el crujido de las botas de Greyback cuando se puso de cuclillas, enfrente de Hermione.
   “¿Sabes qué, ni˜nata? Esta imagen se parece mucho a ti.”
   “¡No es as´ı! ¡No soy yo!”
   El aterrorizado chillido de Hermione fue tan bueno como una confesión.
   “... se tiene constancia de que viaja con Harry Potter” repitió Greyback tranquilamente.
   Una quietud se hab´ıa instalado sobre la escena. La cicatriz de Harry estaba completamente dolorida, pero luchó con todas sus fuerzas contra la atracción de los pensamientos de Voldemort. Nunca hab´ıa sido tan importante permanecer en su propia mente.
   “Bueno, esto cambia las cosas, ¿no?” susurró Greyback. Nadie habló. Harry sintió a la banda de Saqueadores mirando, paralizados, y notó el brazo de Hermione temblar contra el suyo. Greyback se levantó y dio un par de pasos hacia donde estaba sentado Harry, agachándose de nuevo para mirar de cerca a sus deformadas facciones.
   “¿Qué es eso que tienes en la frente, Vernon?” preguntó suavemente, su aliento nau-seabundo en la nariz de Harry cuando presionó un asqueroso dedo contra la tensa cicatriz.
   “¡No lo toques!” gritó Harry; no pudo evitarlo. Pensó que podr´ıa estar enfermo por el dolor que le causaba.
   “Cre´ı que llevabas gafas, Potter” susurró Greyback.
   “¡Encontré gafas!” gritó uno de los Saqueadores que merodeaba de fondo. “Hab´ıa gafas CAPÍTULO 23. LA MANSI ÓN DE LOS MALFOY
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   en la tienda, Greyback, espera...”
   Y segundos después las gafas de Harry hab´ıan sido colocadas de vuelta en su cara. Los Saqueadores ahora se estaban acercando, tratando de verlo.
   “¡Es él!” raspó Greyback. “¡Hemos cogido a Potter!”
   Todos dieron algunos pasos hacia atrás, aturdidos por lo que hab´ıan hecho. Harry, todav´ıa luchando por mantenerse en su propia cabeza dolorida, no pod´ıa pensar en nada que decir. Visiones fragmentadas estaban traspasando la superficie de su mente...
   ...se estaba deslizando alrededor de los altos muros de la fortaleza negra...
   No, era Harry, atado y sin varita, en grave peligro...
   ...mirando hacia arriba, hacia la ventana más alta, la torre más alta...
   Era Harry, y estaban discutiendo su destino en voces bajas...
   ...hora de volar...
   “...¿al Ministerio?”
   “A la mierda el Ministerio” gru˜nó Greyback. “Se llevar´ıan el mérito, y nosotros nos quedar´ıamos sin nada. digo que se lo llevemos directamente a Quien-tú-sabes.”
   “¿Lo vas a convocar? ¿Aqu´ı?” dijo Scabior, sonando sobrecogido, aterrorizado.
   “No” gru˜nó Greyback. “No tengo... dicen que está usando la casa de los Malfoy como base. Llevaremos al chico all´ı.”
   Harry creyó saber porqué Greyback no llamaba a Voldemort. Al hombre lobo le podr´ıan haber permitido llevar ropas de mort´ıfago cuando quer´ıan usarlo, pero sólo el c´ırculo ´ıntimo de Voldemort era marcado con la Marca Tenebrosa: a Greyback no se le hab´ıa concedido ese honor superior.
   La cicatriz de Harry le quemó otra vez...
   ...y se elevó en el cielo, volando directo hacia las ventanas en lo más alto de la torre...
   “...¿completamente seguro de que es él? Porque si no lo es, Greyback, estamos muertos.”
   “¿Quién está al mando, aqu´ı?” rugió Greyback, cubriendo su momento de insuficiencia.
   “Yo digo que es Potter, además de su varita, ¡y eso son doscientos mil galeones aqu´ı mismo!
   Pero si no tenéis las agallas suficientes para venir, ninguno de vosotros, es todo para m´ı, y con algo de suerte, ¡además me llevaré a la chica!”
   ...la ventana era una m´ınima ranura en la roca negra, no lo suficientemente grande para que entrase un hombre... una figura esquelética era visible a través de ella, acurrucada bajo una manta... ¿Muerta o durmiendo?
   “¡Muy bien!” dijo Scabior. “¡Muy bien, estamos en esto! ¿Y qué pasa con los otros, Greyback, qué haremos con ellos?”
   “Bien podr´ıamos llevarlos a todos. Tenemos dos sangres sucia, eso son otros diez galeones. Dame también la espada. Si son rub´ıes, tenemos otra peque˜na fortuna aqu´ı.”
   Arrastraron a los prisioneros para ponerlos de pie. Harry pudo escuchar la respiración de Hermione, rápida y aterrorizada.
   “Agarradlos, y fuerte. ¡Yo cojo a Potter!” dijo Greyback, agarrando un pu˜nado del cabello de Harry. Harry pudo sentir sus largas u˜nas amarillas ara˜nándole el cráneo. “¡A la de tres! Uno... dos... tres...”
 
   CAPÍTULO 23. LA MANSI ÓN DE LOS MALFOY
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   Se Desaparecieron, llevando a los prisioneros con ellos. Harry luchó, intentando apartar la mano de Greyback, pero fue inútil: Ron y Hermione estaban apretados con fuerza contra él a cada lado; no se pod´ıa separar del grupo, y cuando el aliento se escapó de sus pulmones, su cicatriz ardió todav´ıa más dolorosamente...
   ...cuando se forzó a pasar a través de la ranura de una ventana como una serpiente y aterrizó ligeramente como vapor en el interior de la celda...
   Los prisioneros se chocaron unos contra otros cuando aterrizaron en un camino rural.
   A los ojos de Harry, todav´ıa hinchados, les llevó un momento aclimatarse. Entonces vio un par de verjas de hierro forjado al principio de lo que parec´ıa ser un camino de entrada.
   Experimentó un peque˜no alivio. Lo peor aún no hab´ıa pasado: Voldemort no estaba all´ı.
   Estaba, Harry sab´ıa, en la cima de una torre. Lo que tardar´ıa Voldemort en llegar a este lugar una vez que supiese que Harry estaba all´ı, era otro asunto...
   Uno de los Saqueadores avanzó hacia las rejas y las sacudió.
   “¿Cómo entramos? Están cerradas, Greyback, no puedo... ¡Caray!”
   Apartó las manos asustado. El hierro se estaba retorciendo, doblándose para pasar de los abstractos rollos y espirales a una cara espantosa, que habló en una voz metálica y retumbante: “¡Declara tu propósito!”
   “¡Tenemos a Potter!” rugió Greyback con triunfo. “¡Hemos capturado a Harry Potter!”
   Las verjas se abrieron.
   “¡Vamos!” le dijo Greyback a sus hombres. Movieron a los prisioneros por las rejas y por el camino, entre altos setos que amortiguaban sus pasos. Harry vio una forma blanca fantasmal sobre él, y se dio cuenta de que era un pavo real albino. Se tropezó y Greyback lo enderezó; ahora avanzaba tambaleante por el lateral, atado espalda contra espalda a los otros cuatro prisioneros. Cerrando sus hinchados ojos, permitió que el dolor de la cicatriz lo abrumase por un momento, queriendo saber lo que estaba haciendo Voldemort, si sab´ıa que hab´ıan cogido a Harry...
   La consumida figura se estiró bajo la delgada manta y se dio la vuelta hacia él, abriendo los ojos en una cara cadavérica... el frágil hombre se sentó, con los ojos hundidos fijos en él, en Voldemort, y entonces sonrió. Le faltaban la mayor´ıa de los dientes...
   “As´ı que has venido. Pensé que lo har´ıas... un d´ıa. Pero tu viaje ha sido en vano.
   Nunca la tuve.”
   “¡Mientes!”
   Cuando la rabia de Voldemort vibró en su interior, la cicatriz de Harry amenazó con estallar de dolor, por lo que obligó a su mente a volver a su propio cuerpo, luchando para mantenerse presente mientras los prisioneros eran empujados sobre la grava.
   La luz se derramó sobre todos ellos.
   “¿Qué es esto?” dijo la voz fr´ıa de una mujer.
   “¡Estamos aqu´ı para ver a El-que-no-debe-ser-nombrado!” raspó Greyback.
   “¿Quién eres tú?”
   “¡Sabes quién soy!” hubo resentimiento en la voz del hombre lobo. “¡Fenrir Greyback!
   ¡Hemos cogido a Harry Potter!”
   Greyback agarró a Harry y lo arrastró hacia la luz, forzando a los otros prisioneros a arrastrase con él.
 
   CAPÍTULO 23. LA MANSI ÓN DE LOS MALFOY
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   “Lo sé, está hinchado, se˜nora, ¡pero es él!” apuntó Scabior. “Si lo mira un poco más cerca, verá su cicatriz. Y esta aqu´ı, ¿ve a la chica? Es la sangre sucia que ha estado viajando con él, se˜nora. No hay duda de que es él, ¡y también tenemos su varita! Aqu´ı, se˜nora...”
   A través de sus hinchados ojos, Harry vio a Narcissa Malfoy examinando su inflamada cara. Scabior le pasó la varita de endrino. Ella levantó las cejas.
   “Traedlos dentro” dijo.
   Harry y los otros fueron empujados a golpes por los amplios escalones de piedra hasta llegar a un vest´ıbulo con retratos alineados.
   “Seguidme” dijo Narcissa, encabezando la marcha por el pasillo. “Mi hijo, Draco, está en casa por las vacaciones de Semana Santa. Si ese es Harry Potter, él lo sabrá.”
   El salón deslumbraba después de la oscuridad exterior; incluso con los ojos casi cerrados, Harry pod´ıa distinguir las amplias proporciones de la habitación. Una lámpara de ara˜na colgaba del techo, hab´ıa más retratos en las paredes de color morado oscuro.
   Dos figuras se levantaron de sus sillas situadas enfrente de una recargada chimenea de mármol cuando los prisioneros fueron introducidos a la fuerza en la habitación por los Saqueadores.
   “¿Qué es esto?”
   La espantosamente conocida y arrastrada voz de Lucius Malfoy llegó a los oidos de Harry. Ahora le estaba entrando pánico. No pod´ıa ver una salida, y era más fácil, mientras su miedo aumentaba, bloquear los pensamientos de Voldemort, aunque su cicatriz todav´ıa segu´ıa quemando.
   “Dicen que tienen a Potter” dijo la fr´ıa voz de Narcissa. “Draco, ven aqu´ı.”
   Harry no se atrevió a mirar directamente a Draco, sino que lo miró de soslayo: una figura ligeramente más alta que él levantándose de un sillón, su cara un pálido y puntiagudo borrón bajo el cabello rubio blanquecino.
   Greyback obligó a los prisioneros a girarse de nuevo para colocar a Harry directamente bajo la lámpara de ara˜na.
   “¿Bien, chico?” raspó el hombre lobo.
   Harry estaba de cara a un espejo sobre la chimenea, un enorme objeto dorado en un marco intrincado y con volutas. A través de las ranuras de sus ojos vio su propio reflejo por primera vez desde que dejaron Grimmauld Place.
   Su cara estaba enorme, brillante y rosa, todas sus facciones distorsionadas por la maldición de Hermione. El cabello negro le llegaba a los hombros y hab´ıa una sombra oscura en su mand´ıbula. Si no supiese que estaba all´ı parado, se habr´ıa preguntado quién llevaba sus gafas. Decidió no hablar, porque su voz seguramente lo delatar´ıa; aún as´ı evitó mantener contacto visual con Draco cuando este se acercó.
   “¿Bien, Draco?” dijo Lucius Malfoy. Sonaba ávido. “¿Lo es? ¿Es Harry Potter?”
   “No puedo... no puedo estar seguro” dijo Draco. Estaba manteniendo las distancias con Greyback, y parec´ıa tan asustado de mirar a Harry como Harry lo estaba de mirarlo.
   “¡Pero m´ıralo detenidamente, m´ıralo! ¡Acércate más!”
   Harry nunca hab´ıa escuchado a Lucius Malfoy tan entusiasmado.
   “Draco, si somos los que le entregamos a Potter al Se˜nor Tenebroso, todo será per-CAPÍTULO 23. LA MANSI ÓN DE LOS MALFOY
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   don...”
   “Ahora, no nos olvidemos de quién lo cogió en realidad. Eso espero, se˜nor Malfoy”
   dijo Greyback amenazador.
   “¡Por supuesto que no! ¡Por supuesto que no!” dijo Lucius con impaciencia. Se acercó a Harry, tan cerca que este pudo ver la habitual cara lánguida y pálida con nitidez incluso con los ojos hinchados. Con la cara como una máscara inflamada, Harry se sintió como si estuviese mirando a través de las barras de una celda.
   “¿Qué le hicisteis?” le preguntó Lucius a Greyback. “¿Cómo llegó a este estado?”
   “No fuimos nosotros.”
   “Parece más bien una Maldición Picante” dijo Lucius.
   Sus ojos barrieron la frente de Harry.
   “Hay algo ah´ı” susurro. “Podr´ıa ser la cicatriz, estirada tensa... ¡Draco, ven aqu´ı, observa adecuadamente! ¿Qué crees?”
   Harry vio ahora la cara de Draco cerca, justo al lado de la de su padre. Eran extraordinariamente parecidos, excepto que mientras su padre parec´ıa más entusiasmado que nunca, la expresión de Draco estaba llena de desgana, incluso miedo.
   “No lo sé” dijo, y se marchó hacia la chimenea donde su madre estaba mirándolos.
   “Es mejor que estemos seguros, Lucius” le dijo Narcissa a su marido en su fr´ıa voz.
   “Completamente seguros de que es Potter, antes de avisar al Se˜nor Tenebroso... Dicen que esta es suya” estaba mirando muy de cerca la varita de endrino, “pero no se parece a la descripción de Ollivander... Si estamos equivocados, si llamamos al Se˜nor Tenebroso para nada... ¿Recuerdas lo que le hizo a Rowle y Dolohov?”
   “¿Y qué pasa con la sangre sucia, entonces?” gru˜nó Greyback. Harry casi se cayó al suelo cuando los Saqueadores obligaron a los prisioneros a girar otra vez, para que la luz cayese sobre Hermione.
   “¡Espera!” dijo Narcissa bruscamente. “S´ı... ¡estaba en la tienda de Madam Malkin’s con Potter! ¡Vi la fotograf´ıa en el Profeta! Mira, Draco, ¿no es la chica Granger?”
   “Yo... tal vez... s´ı.”
   “Pero entonces, ¡ese es el chico Weasley!” gritó Lucius, rodeando a los prisioneros hasta llegar a Ron. “Son ellos, los amigos de Potter... Draco, m´ıralo, ¿no es el hijo de Arthur Weasley, cómo se llama...?”
   “S´ı” dijo Draco de nuevo, dándole la espalda a los prisioneros. “Puede ser.”
   La puerta del salón se abrió detrás de Harry. Una mujer habló, y el sonido de su voz elevó el miedo de Harry hasta un punto culminante.
   “¿Qué es esto? ¿Qué ha pasado, Cissy?”
   Bellatrix Lestrange caminó con lentitud alrededor de los prisioneros, y paró a la derecha de Harry, mirando a Hermione a través de sus ojos de párpados ca´ıdos.
   “Pero bueno” dijo calmadamente, “¿esta es la sangre sucia? ¿Es esta Granger?”
   “¡S´ı, s´ı, es Granger!” gritó Lucius. “Y a su lado, creemos, ¡Potter! ¡Potter y sus amigos, por fin capturados!”
   “¿Potter?” chilló Bellatrix, y se apartó, para observar mejor a Harry. “¿Estás seguro?
   Bueno entonces, ¡el Se˜nor Tenebroso debe ser informado de inmediato!”
 
   CAPÍTULO 23. LA MANSI ÓN DE LOS MALFOY
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   Se levantó la manga izquierda: Harry vio la Marca Tenebrosa quemada en la piel de su brazo, y supo que estaba a punto de tocarla, de convocar a su querido amo...
   “¡Estaba a punto de llamarlo!” dijo Lucius y su mano se cerró sobre la mu˜neca de Bellatrix, evitando que tocara la Marca. “Yo seré el que lo convoque, Bella. Potter ha sido tra´ıdo a mi casa, y por lo tanto está bajo mi autoridad...”
   “¡Tu autoridad!” se burló ella, intentando liberar la mano de su agarre. “¡Perdiste tu autoridad cuando perdiste la varita, Lucius! ¡Cómo te atreves! ¡Qu´ıtame las manos de encima!”
   “Esto no tiene nada que ver contigo, no capturaste al chico...”
   “Perdone, se˜nor Malfoy” interrumpió Greyback, “pero fuimos nosotros los que captu-ramos a Potter, y somos nosotros los que reclamaremos el oro...”
   “¡Oro!” se rió Bellatrix, todav´ıa intentando apartar a su cu˜nado, su mano libre bajando a su bolsillo para buscar la varita. “Coge tu oro, asqueroso carro˜nero, ¿qué me importa el dinero? Sólo busco el honor de su... de...”
   Paró de luchar, sus ojos oscuros fijos en algo que Harry no pod´ıa ver. Lleno de júbilo ante su capitulación, Lucius apartó la mano y rasgó su propia manga...
   “¡PARA!” chilló Bellatrix “¡No la toques, todos moriremos si el Se˜nor Tenebroso viene ahora!”
   Lucius se paralizó, su dedo ´ındice suspendido sobre su Marca Tenebrosa. Bellatrix salió de la limitada visión de Harry.
   “¿Qué es eso?” la oyó decir.
   “Una espada” gru˜nó un Saqueador fuera de vista.
   “Dámela.”
   “No es suya, se˜nora, es m´ıa, la encontré yo.”
   Hubo un estrépito y un destello de luz roja; Harry supo que el Saqueador hab´ıa sido aturdido. Hubo un rugido de rabia de sus compa˜neros: Scabior sacó la varita.
   “¿A qué crees que estás jugando, mujer?”
   “¡Stupefy! ” gritó ella “¡Stupefy! ”
   Ellos no estaban a la altura de Bellatrix, a pesar de ser cuatro contra ella: era una bruja, como Harry sab´ıa, con talento prodigioso y ninguna conciencia. Cayeron donde se encontraban, todos menos Greyback, que hab´ıa sido obligado a ponerse de rodillas, con los brazos estirados. Por las comisuras de sus ojos, Harry vio a Bellatrix mirando al hombre lobo, con la espada de Gryffindor agarrada con fuerza en su mano, su cara como cera.
   “¿Dónde conseguiste esta espada?” susurró a Greyback mientras arrancaba la varita de su mano sin que él ofreciera resistencia.
   “¿Cómo te atreves?” gru˜nó él, su boca era la única parte de su cuerpo que pod´ıa mover mientras se esforzaba por mirarla. Desnudó sus dientes puntiagudos. “¡Suéltame, mujer!”
   “¿Dónde conseguiste esta espada?” repitió ella, blandiéndola ante su cara. “¡Snape la envió a una cámara en Gringotts!”
   “Esta estaba en su tienda,” gru˜nó Greyback. “¡Suéltame te digo!”
   Ella ondeó su varita, y el hombrelobo saltó sobre sus pies, pero se mostró demasiado cauteloso como para acercársele. Rodó hasta detrás de un sillón, sus sucias u˜nas curvadas CAPÍTULO 23. LA MANSI ÓN DE LOS MALFOY
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   se clavaron en el respaldo del mismo.
   “Draco, saca a esta basura” dijo Bellatrix, se˜nalando a los hombres inconscientes. “Si no tienes agallas para terminar con ellos, déjalos en el patio para m´ı.”
   “No te atrevas a hablar as´ı a Draco.” dijo Narcisa furiosamente, pero Bellatrix chilló.
   “¡Cállate! ¡Esta situación es más grave de lo que posiblemente puedas imaginar, Cissy!
   ¡Tenemos un problema muy serio!”
   Se puso en pie, jadeando ligeramente, bajando la mirada a la espada, examinando su empu˜nadura. Después se volvió hacia los silenciosos prisioneros.
   “Si de verdad es Potter, no debe sufrir da˜no,” murmuró, más para s´ı misma que para los demás. “El Se˜nor Oscuro desea disponer de Potter él mismo... Pero si averigua... debo...
   debo saber..”
   Se giró de nuevo hacia su hermana.
   “¡El prisionero debe ser encerrado en la celda, mientras yo pienso en qué se debe hacer!”
   “Esta es mi casa, Bella, tú no me das órdenes en mi...”
   “¡Hazlo! ¡No tienes ni idea del peligro en el que estamos!” chilló Bellatrix. Parec´ıa asustada, loca; una delgada corriente de fuego salió de su varita y quemó un agujero en la alfombra.
   Narcissa vaciló un momento, después se dirigió al hombrelobo.
   “Lleva a estos prisioneros abajo a la celda, Greyback.”
   “Espera” dijo Bellatrix agudamente. “A todos excepto... excepto a la sangresucia.”
   Greyback soltó un gru˜nido de placer.
   “¡No!” gritó Ron. “¡Puedes teneme a m´ı, cógeme a m´ı!”
   Bellatrix le cruzó la cara de una bofetada, el golpe resonó por toda la habitación.
   “Si ella muere en el interrogatorio, tú serás el siguiente” dijo. “El traidor de sangre es el siguiente pero la sangre sucia está en mi lista. Llévalos abajo, Greyback, y asegúrate de que están a salvo, no les hagas nada más... aún.”
   Le lanzó a Greyback su varita, después sacó un cuchillo corto de plata de su túnica.
   Cortó la cuerda separando a Hermione de los demás prisioneros, la arrastró por el pelo hasta el medio de la habitación, mientras Greyback obligaba al resto a avanzar hacia la otra puerta, hasta un oscuro pasillo, con la varita sostenida ante él, proyectando una fuerza invisible e irresistible.
   “¿Creéis que me dará un trozo de la chica cuando termine con ella?” gaznó Greyback mientras los arrastraba a lo largo del pasillo. “Creo que conseguiré un pedazo o dos, ¿no crees, pelirrojo?”
   Harry pod´ıa sentir a Ron temblando. Fueron forzados a bajar un tramo de escalones, todav´ıa atados espalda con espalda y a riesgo de resbalar y romperse el cuello en cualquier momento. En el fondo hab´ıa una pesada puerta. Greyback la abrió con su varita, después les obligó a entrar en la oscura, húmeda y mohosa habitación y los dejó en medio de una oscuridad total. El eco del golpe de la puerta al cerrarse no hab´ıa muerto cuando un terrible y desgarrado gritó llegó de directamente de encima de ellos.
   “¡HERMIONE!” bramó Ron, y empezó a retorcerse y luchar contra las cuerdas que CAPÍTULO 23. LA MANSI ÓN DE LOS MALFOY
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   los ataban, haciendo que Harry se tambaleara. “¡HERMIONE!”
   “¡Cállate!” dijo Harry. “Cállate, Ron, tenemos que salir de aqu´ı...”
   “¡HERMIONE, HERMIONE!”
   “Necesitamos un plan, deja de chillar... tenemos que librarnos de estas cuerdas...”
   “¿Harry?” llegó un susurró a través de la oscuridad. “¿Ron! ¿Eres tú?”
   Ron dejó de gritar. Se produjo un sonido de movimiento cerca de ellos, entonces Harry vio una sombra que se acercaba.
   “¿Harry? ¿Ron?”
   “¿Luna?”
   “¡Si, soy yo! ¡Oh, no, no quer´ıa que os capturaran!”
   “¿Luna, puedes ayudarnos a librarnos de estas cuerdas?” dijo Harry.
   “Oh, si, eso espero... Hay una vieja púa que utilizamos si tenemos que cortar algo...
   solo un momento...”
   Hermione gritó de nuevo arriba, y pudieron oir a Bellatrix gritando también, pero sus palabras resultaron inaudibles, porque Ron gritaba de nuevo.
   “¡HERMIONE! ¡HERMIONE!”
   “¿Se˜nor Ollivander?” pudo Harry oir que dec´ıa Luna. “¿Se˜nor Ollivander, tiene la púa?
   Si se mueve solo un poco... creo que estaba junto a la palangana de agua.”
   Estuvo de vuelta en segundos.
   “Tenéis que estaros quietos” dijo.
   Harry pod´ıa sentirla trabajando con las fibras resistentes de la cuerda para soltar los nudos. Desde arriba oyeron la voz de Bellatrix.
   “¡Voy a preguntártelo de nuevo! ¿De donde ha salido esta espada? ¿De donde?”
   “La encontramos... la encontramos... ¡POR FAVOR!” gritó Hermione de nuevo. Ron luchó con más fuerza que nunca, y la púa oxidada resbaló sobre la mu˜neca de Harry.”
   “¡Ron, por favor estate quieto!” susurró Luna. “No puedo ver lo que estoy haciendo...”
   “¡En mi bolsillo!” dijo Ron. “¡En mi bolsillo, hay un Desiluminador, y está lleno de luz!”
   Unos pocos segundos después, se oyó un click y las esferas luminiscentes que el Desiluminador hab´ıa succionado de las lámparas de la tienda de campa˜na volaron hasta el techo.
   Incapaz de unir sus fuerzas, simplemente colgaron all´ı como diminutos soles, ba˜nando la habitación de luz. Harry vio a Luna, toda ojos en su cara blanca, y la inmóvil figura de Ollivander, el fabricante de varitas, acurrucada en el suelo en la esquina. Girando el cuello, captó un vistazo de sus compa˜neros prisioneros: Dean y Griphook el duende, que parec´ıa a penas consciente, mantenido en pie por las cuerdas que le ataban a los humanos.
   “Oh, as´ı es mucho más fácil, gracias, Ron” dijo Luna, y empezó de nuevo a trabajar en sus ataduras “¡Hola, Dean!”
   Desde arriba llegó la voz de Bellatrix.
   “Estás mintiendo, asquerosa sangresucia, y lo sé! ¡Has estado dentro de mi cámara de Gringotts! ¡Dime la verdad!”
 
   CAPÍTULO 23. LA MANSI ÓN DE LOS MALFOY
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   Otro terrible grito...
   “¡HERMIONE!”
   “¿Que más cogisteis? ¿Qué más tomásteis? ¡Dime la verdad o, lo juro, te atravesaré con este cuchillo!”
   “¡Ya!”
   Harry sintió las cuerdas caer y se giró, frotándose las mu˜necas, para ver a Ron corriendo por la celda, levantando la mirada hacia el bajo techo, buscando una trampilla. La cara de Dean estaba magullada y sanguinolenta, dijo ’Graciasá Luna y se quedó all´ı de pie, temblando, pero Griphook se derrumbó en el suelo de la celda, con aspecto de estar atontado y desorientado, hab´ıa muchos verdugones en su cara atezada.
   Ron estaba ahora intentando Desaparecer sin varita.
   “No hay forma de salir, Ron” dijo Luna, observando sus infructuosos esfuerzos. “El techo es completamente a prueba de fugas. Yo lo intenté, al principio; el Se˜nor Ollivander ha estado aqu´ı mucho tiempo, él también lo intentó.”
   Hermione estaba gritando de nuevo. El sonido atravesó a Harry como un dolor f´ısico.
   Apenas consciente del feroz dolor de su cicatriz, también él empezó a correr por la celda, tanteando las paredes aunque sab´ıa, en el fondo de su corazón que era inútil.
   “¿Qué más os llevasteis, qué mas? ¡RESPONDEME! ¡CRUCIO! ”
   Los gritos de Hermione resonaban entre las paredes de arriba, Ron estaba medio sollozando mientras aporreaba las paredes con los pu˜nos, y Harry con absoluta desesperación aferró la bolsita de Hagrid que llevaba al cuello y tanteó dentro de ella. Sacó la Snitch de Dumbledore y la sacudió esperando que ocurriera algo, aunque sin saber qué... no ocurrió nada... ondeó las mitades rotas de la varita de fénix, pero estaba sin vida... el fragmento de espejo cayó centelleando sobre el suelo, y vio un rayo de azul chispeante...
   el ojo de Dumbledore estaba mirándole desde el espejo.
   “¡Ayúdanos!” chilló hacia él loco de desesperación “Estamos en una celda en Malfoy Manor, ayúdanos!”
   El ojo parpadeó y desapareció.
   Harry no estaba seguro de si realmente hab´ıa estado all´ı. Inclinó el trozo de espejo a un lado y al otro, y no voy nada reflejado en él excepto las paredes y el techo de su prisión, y arriba Hermione estaba gritando más que nunca, y junto a él Ron estaba bramando,
   “¡HERMIONE! ¡HERMIONE!”
   “¿Cómo entrasteis en mi cámara?” oyeron gritar a Bellatrix. “¿Ese sucio duendecillo os ayudó a entrar?”
   “¡Le conocimos esta noche!” sollozó Hermione. “Nunca hemos estado dentro de tu cámara... ¡No es la auténtica espada! ¡Es una copia, solo una copia!”
   “¿Una copia?” chilló Bellatrix. “¡Oh, una historia probable!”
   “¡Pero podemos averiguarlo fácilmente!” llegó la voz de Lucius. “¡Draco, vuelve a traer al duente, él puede decirnos si la espada es auténtica o no!”
   Harry se apresuró a atravesar la celda hasta donde Griphook estaba acurrucado en el suelo.
   “Griphook” susurró en la oreja puntiaguda del duente, “debes decirles que la espada CAPÍTULO 23. LA MANSI ÓN DE LOS MALFOY
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   es falsa, no deben saber que es la auténtica, Griphook, por favor...”
   Pod´ıa oir a alguien bajando a la carrera los escalones hasta la celda. Al momento siguiente, la voz temblorosa de Draco habló tras la puerta.
   “Quedáos atrás. Alineados contra la pared de arás. ¡No intentéis nada, u os mataré!”
   Hicieron lo que les dec´ıa. Cuando el cerrojo se descorrió, Ron accionó el Desiluminador y las luces volvieron a su bolsillo, restaurando la oscuridad de la celda. La puerta se abrió de golpe. Malfoy marchó hasta dentro, con la varita sujeta ante él, pálido y decidido.
   Agarró al duende con el brazo y retrocedió, arrastrando a Griphook con él.
   La puerta se cerró y al mismo momento un ruidoso crack resonó dentro de la celda.
   Ron accionó el Desiluminador. Tres bolas de luz flotaron de vuelta al aire desde su bolsillo, revelando a Dobby el elfo doméstico, que simplemente hab´ıa Aparecido entre ellos.
   “¡DOB...!”
   Harry golpeó el brazo de Ron para evitar que gritara, y Ron pareció horrorizado ante su error. Se oyeron pasos cruzando el techo arriba, Draco llevando a Griphook ante Bellatrix.
   Los enormes ojos con forma de pelota de tenis de Dobby estaban abiertos de par en par, estaba templando de los pies a las orejas. Estaba de vuelta en la casa de sus antiguos amos, y esto claramente le hab´ıa dejado petrificado.
   “Harry Potter” chilló con su más fina y temblorosa voz. “Dobby ha venido a rescatar-te.”
   “¿Pero como...?”
   Un horrendo grito ahogó las palabras de Harry. Hermione estaba siendo torturada de nuevo. Saltó a lo esencial.
   “¿Puedes Desaparecerte fuera de esta celda?” preguntó a Dobby, quien asintió, sus orejas aletearon.
   “¿Y puedes llevar humanos contigo?”
   Dobby asintió de nuevo.
   “Vale. Dobby, quiero que cogas a Luna, Dean y al Se˜nor Ollivander, y los lleves a...
   los lleves a...”
   “La casa de Bill y Fleur” dijo Ron. “¡Shell Cottage a las afueras de Tinworth!”
   El elfo asintió por primera vez.
   “Y después vuelve,” dijo Harry. “¿Puedes hacerlo, Dobby?”
   “Por supuesto, Harry Potter “susurró el peque˜no elfo. Se acercó presuroso hasta el Se˜nor Ollivander, que parec´ıa estar apenas consciente. Tomó una de las manos del fabricante de varitas en una de las suyas, después extendió la otra a Luna y Den, ninguno de los cuales se movieron.
   “¡Harry, queremos ayudarte!” susurró Luna.
   “No podemos dejarte aqu´ı” dijo Dean.
   “¡Marchaos los dos! Os veremos en la casa de Bill y Fleur.”
   Mientras Harry hablaba, su cicatriz ardió peor que nunca, y por unos segundos bajó la mirada, no hacia el fabricante de varitas, sino hacia otro hombre que era igual de viejo, CAPÍTULO 23. LA MANSI ÓN DE LOS MALFOY
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   igual de delgado, pero re´ıa desde˜nosamente.
   “¡Mátame entonces, Voldemort, doy la bienvenida a la muerte! Pero mi muerte no te conseguirá lo que buscas... Hay mucho que no entiendes...”
   Sintió la furia de Voldemort, pero cuando Hermione gritó otra vez despertó, volviendo a la celda y al horror de su propio presente.
   “¡Vamos!” imploró a Luna y Dean. “¡Vamos! ¡Os seguiremos en seguida!”
   Ellos cogieron los dedos extendidos del elfo. Se oyó otro ruidoso crack y Dobby, Luna, Dean y Ollivander se desvanecieron.
   “¿Qué fue eso?” gritó Lucius Malfoy sobre sus cabezas. “¿O´ısteis eso? ¿Que fue ese ruido en la celda?”
   Harry y Ron se miraron el uno al otro.
   “¡Draco... no, llama a Colagusano! ¡Haz que vaya a comprobarlo!”
   Unos pasos cruzaron la habitación arriba, después se hizo un silencio. Harry sab´ıa que la gente del salón de dibujo estaba escuchando en busca de más ruidos desde la celda.
   “Vamos a tener que intentar abalanzarnos sobre él” le susurró a Ron. No ten´ıan elección. En el momento en que alguien entrara en la habitación y viera la ausencia de los tres prisioneros, estar´ıan perdidos.” Deja las luces encendidas, “a˜nadió Harry, y oyeron los pasos de alguien descendiendo al otro lado de la puerta, retrocedieron contra la pared del otro lado.”
   “Quedáos atrás.” les llegó la voz de Colagusano. “Quedáos lejos de la puerta. Voy a entrar.”
   La puerta se abrió. Durante una fracción de segundo Colagusano miró al interior de la aparentemente vac´ıa celda, iluminada por tres soles en minuatura que flotaban en medio del aire. Entonces Harry y Ron se lanzaron sobre él. Ron agarró la varita de Colagusano y obligándole a apuntarla hacia arriba.
   Harry le estampó una mano en la boca, amortiguando su voz. Lucharon en silencio. La varita de Colagusano emit´ıa chispas, su mano plateada se cerró alrededor de la garganta de Harry.
   “¿Qué pasa, Colagusano?” gritó Lucius Malfoy arriba.
   “¡Nada!” gritó Ron en respuesta, en una pasable imitación de la voz chillona de Colagusano. “¡Todo bien!.”
   Harry a penas pod´ıa respirar.
   “¿Vas a matarme?” consiguió decir Harry, intentando apalancar los dedos de metal.
   “¿Después de que te salvé la vida? ¡Me debes una, Colagusano!”
   Los dedos de plata se aflojaron. Harry no lo hab´ıa esperado. Se liberó atónito, manteniendo la mano sobre la boca de Colagusano. Vio los llorosos ojillos de rata abiertos de miedo y sorpresa. Parec´ıa tan sorprendido como Harry por lo que hab´ıa hecho, ante ese diminuto y misericordioso impulso que le hab´ıa traicionado, y volvió a estrangularle más poderosamente, como para compensar ese momento de debilidad.
   “Y necesitamos esto” susurró Ron, arrancándole a Colagusano la varita de su otra mano.
   Sin varita, indefenso, las pupilas de Pettigres se dilataron de terror. Sus ojos hab´ıan resbalado de la cara de Harry hasta otro sitio. Sus propios dedos de plata se estaban CAPÍTULO 23. LA MANSI ÓN DE LOS MALFOY
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   moviendo inexorablemente hacia su propia garganta.
   “No...”
   “Sin detenerse a pensar, Harry intentó tirar hacia atrás de la mano, pero no hab´ıa forma de detenerla. La herramienta de plata que Voldemort hab´ıa dado a su sirviente más cobarde se hab´ıa vuelto contra su desarmado e indefenso propietario. Pettigrew estaba recibiendo la recompensa por su vacilación, por su instante de piedad; estaba siendo estrangulado ante sus ojos.
   “¡No!”
   Ron hab´ıa soltado también a Colagusano, y juntos él y Harry intentaban apartar los dedos de metal de la garganta de Colagusano, pero fue inútil. Pettigrew se estaba volviendo azul.
   “¡Relashio! ” dijo Ron, apuntando la varita hacia la mano de plata, pero no ocurrió na-da.
   Pettigrew cayó de rodillas, y en el mismo momento, Hermione soltó un grito atormen-tado arriba. Los ojos de Colagusano se pusieron en blanco en su cara púrpura; dio una última sacudida, y se quedó quieto.
   Harry y Ron se miraron el uno al otro, después dejaron el cuerpo de Colagusano en el suelo tras ellos, y corrieron escaleras arriba hacia el pasillo ensombrecido que conduc´ıa al salón de dibujo. Se arrastraron cautelosamente hasta alcanzar la puerta del salón de dibujo, que estaba entreabierta. Ahora ten´ıa una vista clara de Bellatrix que bajaba la mirada hacia Griphook, que sujetaba la espada de Gryffindor en su manos de dedos largos.
   Hermione yac´ıa a los pies de Bellatrix. Apenas se mov´ıa.
   “¿Y bien?” dijo Bellatrix a Griphook. “¿Es la auténtica espada?”
   Harry esperó, conteniendo el aliento, luchando contra el dolor de su cicatriz.
   “No” dijo Griphook. “Es una copia.”
   “¿Estás seguro?” jadeó Bellatrix. “¿Totalmente seguro?”
   “Si” dijo el duende.
   El alivio estalló en la cara de ella, toda tensión desapareció.
   “Bien” dijo, y con un ondeo casual de su varita hizo otro profundo corte en la cara del duente, y este cayó con un grito a sus pies. Ella le pateó a un lado. “Y ahora” dijo con una voz que destilaba triunfo. “¡llamaremos al Se˜nor Oscuro!” Y se subió la manga y tocó con la punta de su dedo la Marca Oscura.
   Al instante, Harry sintió la cicatriz como si se hubiera abierto otra vez. Su auténtico entorno se desvaneció. Él era Voldemort, y el esquelético mago que ten´ıa ante él se re´ıa desdentado, se enfureció por la llamada que sent´ıa... les hab´ıa advertido, les hab´ıa dicho que no le convocaran a menos que fuera por Potter. Si se equivocaban...
   “¡Matame entonces” exigió el viejo. “¡No vencerás, no puedes vencer! Esa varita nunca, jamás será tuya...”
   Y la furia de Voldemort se desató. Una explosión de luz verde llenó la celda de la prisión y el frágil y viejo cuerpo se alzó en su cama dura y volvió a caer, sin vida, y Voldemort regresó a la ventana, su furia a penas controlada... Sufrir´ıan su venganza si no ten´ıan buenas razones para llamarle...
   “Y creo” dijo la voz de Bellatrix, “que podemos deshacernos de la sangresucia Grey-CAPÍTULO 23. LA MANSI ÓN DE LOS MALFOY
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   back, llévatela si quieres.”
   “¡NOOOOOOO!”
   Ron hab´ıa irrumpido en el salón de dibujo. Bellatrix miró alrededor, sorprendida, giró su varita peor enfrentar a Ron en lugar de...
   “¡Expelliarmus! ” rugió Ron, apuntando la varita de Colagusano hacia Bellatrix, y la de ella voló en el aire y fue capturada por la mano de Harry, que hab´ıa entrado corriendo tras Ron. Lucius, Narcissa, Draco y Greyback se dieron media vuelta. Harry gritó,
   ’¡Desmanius! ’y Lucius Malfoy se derrumbó junto a la chimenea. Rayos de luz salieron disparados de las varitas de Draco, Narcissa y Greyback. Harry se lanzó al suelo, rodando tras el sofá para evitarlos.
   “¡ALTO O ELLA MUERE!”
   Jadeando, Harry se asomó por detrás del sofá. Bellatrix manten´ıa en pie Hermione, que parec´ıa inconsciente, y sujetaba su cuchillo en la garganta de Hermione.
   “Dejad caer las varitas” susurró. “¡Dejádlas caer, o veremos exactamente como de sucia es su sangre!”
   Ron se quedó r´ıgido, aferrando la varita de Colagusano. Harry se enderezó, todav´ıa sujetando la de Bellatrix.
   “¡He dicho que las dejéis caer!” chilló ella, presionando la hoja contra la gartanta de Hermione.
   Harry vio aparecer gotas de sangre.
   “¡De acuerdo!” gritó, y dejó caer la varita de Bellatrix al suelo a sus pies.
   Ron hizo lo mismo con la de Colagusano. Ambos alzaron las manos a la altura de los hombros.
   “¡Bien!” dijo ella maliciosa. “¡Draco, recógelas! ¡El Se˜nor Oscuro está de camino, Harry Potter! ¡Tu muerte se aproxima!”
   Harry lo sab´ıa, su cicatriz estallaba de dolor, y pod´ıa sentir a Voldemort volando a través del cielo en la distancia, sobre un oscuro y tormentoso mar, y pronto estar´ıa lo suficientemente cerca como Aparecerse ante ellos, y Harry no ve´ıa forma de escapar.
   “Ahora” dijo Bellatrix suavemente, mientras Draco se apresuraba a volver hasta ella con las varitas. “Cissy, creo que deber´ıamos volver a atar a estos peque˜nos héroes, mientras Greyback se ocupa de la Se˜norita Sangresucia. Estoy segura de que el Se˜nor Oscuro no te escatimará a la chica, Greyback, después de lo que has hecho esta noche.”
   Al finalizar esta última palabras se oyó un peculiar chirrido arriba. Todos ellos levantaron la mirada a tiempo de ver la ara˜na de cristal temblar; con un crujido y un amenazador cascabeleo, empezó a caer. Bellatrix, que estaba directamente bajo ella, dejó caer a Hermione y se lanzó a un lado con un grito. La ara˜na de cristal de estrelló contra el suelo con una explosión de cristal y cadenas, cayendo sobre Hermione y el duende, que todav´ıa estaba aferrado a la espada de Gryffindor. Trozos brillantes de cristal volaron en todas direcciones. Draco se dobló por la mitad, cubriéndose con las manos la cara ensangrentada.
   Mientras Ron corr´ıa a sacar a Hermione de las ruinas, Harry aprovechó la oportunidad.
   Saltó sobre el sillón y arrancó las tres varitas de la mano de Draco, apuntando con todas ellas a Greyback.
   “¡Desmanius!.”
 
   CAPÍTULO 23. LA MANSI ÓN DE LOS MALFOY
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   El hombrelobo se alzó sobre sus pies a causa del triple hechizo, salió volando hasta el techo y después se estrelló contra el suelo.
   Mientras Narcissa arrastraba a Draco fuera de peligro, Bellatriz se pon´ıa en pie, con el pelo volando mientras bland´ıa el cuchillo de plata; pero Narcisa hab´ıa dirigido su varita hacia la puerta.
   “¡Dobby!” gritó y incluso Bellatrix se quedó congelada. “¡Tú! ¿Hiciste caer la ara˜na...?”
   El diminuto elfo entró trotando en la habitación, su dedo tembloros apuntaba a su antigua se˜nora.
   “No debe hacer da˜no a Harry Potter” chilló.
   “¡Mátale, Cissy!” chilló Bellatrix, pero se oyó otro crujido, y la varita de Narcissa también voló en el aire para aterrizar al otro lado de la habitación.
   “¡Asqueroso monito!” ladró Bellatrix. “¿Cómo te atreves a tomar la varita de una bruja, cómo te atreves a desafiar a tus amos?”
   “¡Dobby no tiene amo!” chilló el elfo. “¡Dobby es libre, y Dobby tiene que salvar a Harry Potter y sus amigos!”
   La cicatriz de Harry le cegaba de dolor. Atontado, supo que ten´ıa momentos, segundos, antes de que Voldemort estuviera all´ı con ellos.
   “Ron, cógela... y VETE!” chilló, tirándole una de las varitas, después se inclinó para sacar a Griphook de debajo de la ara˜na. Cargándose al gemebudo duende, que todav´ıa aferraba la espada, al hombro, Harry agarró la mano de Dobby y giró en el punto para Desaparecer.
   Mientras giraba en la oscuridad captó un último vistazo del salón de dibujo con las figuras pálidas y congeladas de Narcissa y Draco, de la veta de rojo que era el pelo de Ron, y de un destello azul de plata voladora cuando Bellatrix tiró el cuchillo desde el otro lado de la habitación hacia el lugar donde él se estaba desvaneciendo... la casa de Bill y Fleur... Shell Cottage... la casa de Bill y Fleur...
   Hab´ıa desaparecido a lo desconocido, todo lo que pod´ıa hacer era repetir el nombre de destino y esperar que eso fuera suficiente para llevarle all´ı. El dolor en su frente le atravesaba, y el peso del duende la aplastaba. Pod´ıa sentir la hoja de la espada de Gryffindor golpeando contra su espalda, la mano de Dobby tirando de la suya, se pregundo si el elfo estaba intentado hacerse cargo de la Desaparición, empujarles en la dirección correcta, o intentando, aprentándole los dedos, indicar que todo iba bien...
   Y entonces golpearon tierra sólida y olieron el aire ensalitrado. Harry cayó de rodillas, soltando la mano de Dobby, e intentado bajar gentilmente a Griphook al suelo.
   “¿Estás bien?” dijo cuando el duende se movió, pero Griphook simplemente lloriqueó.
   Harry escudri˜nó la oscuridad. Parec´ıa haber una casa de campo no muy lejos bajo el ancho y estrellado cielo, y creyó ver movimiento fuera.
   “¿Dobby, es esto Shell Cottage?” susurró, aferrando las dos varitas que le hab´ıa quitado a Malfoy, listo para luchar si era necesario. “¿Hemos venido al lugar adecuado, Dobby?”
   Miró alrededor. El peque˜no elfo estaba de pie junto a él.
   “¡DOBBY!”
   El elfo se tambaleó ligeramente, con las estrellas reflejadas en sus grandes y brillantes ojos. Juntos, él y Harry bajaron la mirada a la empu˜nadura de plata que sobresal´ıa del CAPÍTULO 23. LA MANSI ÓN DE LOS MALFOY
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   pecho del elfo.
   “Dobby... no... ¡AYUDA!”
   No sab´ıa ni le importaba si eran magos o muggles, amigos o enemigos; solo le importaba la mancha oscura que se extend´ıa por el pecho de Dobby y que este hab´ıa extendido sus brazos hacia Harry con una mirada suplicante. Harry le cogió y le tendió de lado en la fresca hierba.
   “Dobby, no, no te mueras, no te mueras...”
   Los ojos del elfo se encontraron con los suyos, y sus labios temblaron por el esfuerzo que le supon´ıa formar las palabras.
   “Harry... Potter...”
   Y entonces sufrió un peque˜no estremecimiento y el elfo se quedó inmóvil, y sus ojos no eran más que grandes y vidriosos orbes, chispeando con la luz de las estrellas que ya no pod´ıan ver.
 
   Cap´ıtulo 24
   El Fabricante de Varitas
   Fue como hundirse en una vieja pesadilla; por un instante Harry estuvo otra vez arrodillado junto al cuerpo de Dumbledore al pie de la torre más alta de Hogwarts, pero en realidad estaba mirando a un peque˜no cuerpo acurrucado sobre la hierba, perforado por el cuchillo plateado de Bellatrix. La voz de Harry todav´ıa estaba diciendo, “Dobby...
   Dobby...” a pesar que sab´ıa que el elfo se hab´ıa ido a donde ya no pod´ıa llamarle de regreso.
   Después de un minuto o algo as´ı se dio cuenta de que, después de todo, hab´ıan llegado al lugar correcto, all´ı estaban Bill y Fleur, Dean y Luna, reuniéndose alrededor de él mientras se arrodillaban sobre el elfo.
   “Hermione,” dijo de pronto. “¿Dónde está?”
   “Ron la ha llevado adentro,” dijo Hill. “Se pondrá bien.”
   Harry bajó la mirada hacia Dobby. Extendió una mano y tiró de la afilada hoja arrancándola del cuerpo del elfo, luego tomó su propia chaqueta y cubrió a Dobby con ella como si fuera una manta.
   El mar se precipitaba sobre las rocas en algún lugar cercano; Harry lo escuchaba mientras los demás hablaban, discutiendo temas en los que él no pod´ıa interesarse, tomando decisiones. Dean llevó al herido Griphook dentro de la casa, Fleur se precipitó tras ellos.
   Ahora Bill estaba entendiendo realmente lo que Harry le dec´ıa. Mientras lo hac´ıa, miraba fijamente al diminuto cuerpo, y su cicatriz punzó y ardió, y en una parte de su mente, visto como por el extremo equivocado de un largo telescopio, vio a Voldemort castigando a aquellos que hab´ıan quedado atrás en la Mansión Malfoy. Su rabia era terrible y aunque el dolor de Harry por Dobby parec´ıa atenuarla, se convirtió en una tormenta distante que alcanzó a Harry a través del vasto y silencioso océano.
   “Quiero hacerlo como es debido” fueron las primeras palabras que Harry fue consciente de haber pronunciado “No con magia. ¿Teneis una pala?” Y poco después se hab´ıa puesto a trabajar, solo, excavando la tierra en el lugar que Bill le hab´ıa mostrado al final del jard´ın, entre los arbustos. Cavó con cierta furia, disfrutando el trabajo manual, glorificándose en la falta de magia que hab´ıa en aquello, cada gota de su sudor y cada ampolla los sent´ıa como un regalo para el elfo que hab´ıa salvado sus vidas.
   Su cicatriz ard´ıa, pero era due˜no del dolor, lo sent´ıa y a la vez era ajeno a él. Hab´ıa aprendido a controlarlo al fin, aprendido a cerrar su mente a Voldemort, la única cosa que Dumbledore hab´ıa querido que aprendiera de Snape. Tal como Voldemort no hab´ıa podido poseer a Harry cuando Harry estaba consumido de dolor por Sirius, as´ı sus pensamientos no pod´ıan penetrar la mente de Harry ahora que velaba a Dobby. La tristeza, al parecer, 272
 
   CAPÍTULO 24. EL FABRICANTE DE VARITAS
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   expulsaba a Voldemort... aunque Dumbledore hubiera dicho que era el amor.
   Harry cavaba, cada vez mas profundamente en la dura y fr´ıa tierra ahogando su des-consuelo en el sudor, negando el dolor de su cicatriz. En la oscuridad, con nada más que el sonido de su propia respiración y el agitado mar por compa˜n´ıa, las cosas que hab´ıan pasado en la casa de los Malfoy volv´ıan a él, las cosas que hab´ıa escuchado volv´ıan a él, y la comprensión floreció en la oscuridad...
   El constante ritmo de sus brazos bat´ıa al ritmo de sus pensamientos. Rel´ıquias... Horrocruxes... Rel´ıquias... Horrocruxes... pero ya no ard´ıa con ese extra˜no y obsesivo anhelo.
   La pérdida y el miedo lo hab´ıan extinguido. Se sent´ıa como si le hubieran despertado de nuevo.
   Harry profundizaba más y más la tumba, y mientras, sab´ıa dónde hab´ıa estado Voldemort esta noche, y a quién hab´ıa matado en la celda más alta de Nurmengard, y porqué.
   Y pensaba en Colagusano, muerto a causa del peque˜no e inconsciente impulso de piedad... ¿Dumbledore hab´ıa previsto eso?... ¿Cuánto mas hab´ıa sabido?
   Harry perdió el sentido del tiempo. Sólo supo que la oscuridad se hab´ıa aligerado algunos grados cuando se reunió por fin con Ron y Dean.
   “Cómo está Hermione?”
   “Mejor” dijo Ron. “Fleur se está ocupando de ella.”
   Harry ten´ıa su réplica preparada para cuando preguntaran por qué no hab´ıa creado simplemente un sepulcro perfecto con su varita, pero no la necesitó. Bajaron al agujero que hab´ıa hecho con la pala y comenzaron a trabajar juntos en silencio hasta que el agujero pareció lo bastante profundo.
   Harry envolvió al elfo más cómodamente en su chaqueta. Ron se sentó en la orilla del sepulcro y se quitó los zapatos y calcetines que colocó en los pies desnudos del elfo. Dean produjo un sombrero de lana que Harry colocó cuidadosamente en la cabeza de Dobby, cubriendo sus orejas de murciélago.
   “Deber´ıamos cerrarle los ojos.”
   Harry no hab´ıa o´ıdo a los otros aproximándose a través de la oscuridad. Bill vest´ıa un abrigo de viaje, Fleur un largo delantal blanco, de uno de sus bolsillos sobresal´ıa una botella que Harry reconoció como una Poción Crece-Huesos. Hermione estaba envuelta en un vestido prestado, pálida e inestable sobre sus pies. Ron la rodeó con un brazo cuando ella le alcanzó. Luna, vestida con uno de los abrigos de Fleur, se agachó y posó los dedos tiernamente sobre cada uno de los párpados, deslizándolos sobre su mirada cristalina.
   “Ya está” dijo suavemente. “Ahora podr´ıa estar durmiendo.”
   Harry colocó al elfo en el sepulcro, acomodó sus peque˜nos miembros como si estuviera descansando, luego salió y lanzó una última mirada al peque˜no cuerpo. Se obligó a s´ı mismo a no desmoronarse mientras recordaba el funeral de Dumbledore, y las filas y filas de sillas doradas, y al Ministro de Magia en la fila principal, la enumeración de los logros de Dumbledore, la magnificencia de la blanca tumba de mármol. Sent´ıa que Dobby se merec´ıa un funeral tan grandioso como ése, y el elfo yac´ıa entre los arbustos en un agujero precariamente cavado.
   “Creo que deber´ıamos decir algo,” dijo Luna. “Yo lo haré primero, ¿puedo?.”
   Y puesto que todos la miraban, dirigió su discurso a los pies de la tumba del elfo muerto.
 
   CAPÍTULO 24. EL FABRICANTE DE VARITAS
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   “Muchas gracias Dobby por rescatarme de ese sótano. Es injusto que tuvieras que morir cuando eras tan bueno y tan valiente. Siempre recordaré lo que hiciste por nosotros.
   Espero que ahora seas feliz.”
   Se dio vuelta y miró expectante a Ron, que se aclaró la garganta y dijo con voz ronca
   “S´ı... gracias Dobby.” “Gracias” murmuró Dean. Harry tragó. “Adiós Dobby” dijo, era todo lo que pod´ıa hacer, ya que Luna lo hab´ıa dicho todo por él. Bill alzó su varita y la pila de tierra que hab´ıa junto al sepulcro se elevó en el aire y cayó limpiamente sobre él, en un peque˜no montón rojizo. “¿Os importa si me quedo aqu´ı un momento?” preguntó a los demás.
   Murmuraron palabras que no alcanzó a o´ır; sintió gentiles palmadas en la espalda, y luego todos volvieron a la casa, dejando a Harry solo junto al elfo.
   Miró alrededor. Hab´ıa un buen número de grandes piedras blancas, pulidas por el mar, que marcaban el linde de los lechos de flores. Tomó una de las más grandes y la colocó como si fuera una almohada sobre el lugar donde ahora descansaba la cabeza de Dobby. Luego tanteó en su bolsillo en busca de una varita. Ten´ıa dos all´ı. Lo hab´ıa olvidado, perdido el rastro; ahora no pod´ıa recordar de quien eran esas varitas; pod´ıa recordar arrancarlas de la mano de alguien. Eligió la más corta, la que sent´ıa más cómoda en su mano, y apuntó a la roca.
   Lentamente, bajo su susurrada instrucción, profundos cortes aparecieron en la superficie de la roca. Sab´ıa que Hermione pod´ıa haberlo hecho más limpiamente, y probablemente más rápidamente, pero quer´ıa marcar él la piedra como hab´ıa querido cavar el sepulcro.
   Cuando se detuvo de nuevo, leyó en la piedra: AQUÍ YACE DOBBY, UN ELFO LIBRE.
   Examinó su trabajo un par de segundos más, luego se alejó, la cicatriz todav´ıa le dol´ıa un poco, y su mente estaba llena de esas cosas que hab´ıan llegado a él en el sepulcro, ideas que hab´ıan tomado forma en la oscuridad, ideas tan fascinantes como terribles.
   Estaban todos sentados en la sala de estar cuando entró al peque˜no salón, su atención se concentró en Bill, que estaba hablando. El cuarto estaba pintado luminosamente, bonito, con un peque˜no fuego de madera ardiendo brillantemente en la chimenea. Harry no quer´ıa dejar barro en la alfombra, as´ı que se quedó en la puerta, escuchando.
   “... por suerte Ginny estaba de vacaciones. Si hubiera estado en Hogwarts, podr´ıan haberla cogido antes de que la alcanzáramos. Ahora sabemos que también está a salvo.”
   Miró alrededor y vio a Harry all´ı de pie. “Los he estado sacando a todos de la Madriguera”
   explicó. “Los trasladé a la casa de Muriel. Los mort´ıfagos saben ahora que Ron está contigo, se limitaron a marcar a la familia... no te disculpes” a˜nadió al ver la expresión de Harry. “Siempre fue una cuestión de tiempo, Papá lleva meses diciéndolo. Somos la mayor familia de traidores de sangre que ha habido.”
   “¿Cómo se les ha protegido?” preguntó Harry.
   “Encantamiento Fidelius. El Guardián Secreto es Papá. Y nosotros lo hemos hecho aqu´ı también, yo soy el Guardián Secreto aqu´ı. Ninguno de nosotros puede ir al trabajo, pero eso no tiene mucha importancia. Una vez Ollivander y Griphook estén lo suficientemente bien, nos mudaremos a la casa de Muriel también. No hay mucho espacio aqu´ı, pero ella tiene mucho. Estamos curando las piernas de Griphook. Fleur le ha dado Poción Crece-Huesos, as´ı que probablemente podamos moverlo en una hora o?”
   “No” dijo Harry y Bill pareció asustarse. “Los necesito a ambos aqu´ı. Necesito hablarles. Es importante.” Oyó la autoridad en su propia voz, la convicción, la voz de la determinación que hab´ıa llegado a él mientras cavaba la tumba de Dobby. Todos los rostros se giraron hacia él con aspecto confundido.
 
   CAPÍTULO 24. EL FABRICANTE DE VARITAS
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   “Voy a ba˜narme” dijo Harry a Bill mirándose las manos todav´ıa cubiertas de fango y de la sangre de Dobby. “Después necesitaré verles, inmediatamente.” Caminó hacia la peque˜na cocina, el fregadero bajo la ventana ten´ıa vistas al océano. El ocaso se perd´ıa en el horizonte, un color entre rosado y dorado. Mientras se lavaba, segu´ıa otra vez el tren de pensamientos que hab´ıa llegado a él en el oscuro jard´ın.
   Dobby ya nunca podr´ıa decirles quién le hab´ıa enviado al sótano, pero Harry sab´ıa lo que hab´ıa visto. Un penetrante ojo azul le hab´ıa mirado a través del fragmento de espejo, y entonces la ayuda hab´ıa llegado. Hogwarts siempre ayudará a aquellos que lo pidan.
   Harry se secó las manos, indiferente a la belleza de la escena que se desplegaba fuera de la ventana y a los murmullos de los demás en la sala. Miró hacia fuera más allá del océano y sintió más cerca, este atardecer, mas que ninguna otra, más cerca al corazón de todo.
   Y su cicatriz todav´ıa dol´ıa, y sab´ıa que Voldemort ven´ıa hacia aqu´ı también. Harry lo entend´ıa pero no lo entend´ıa. Su instinto le dec´ıa una cosa, su cerebro otra. El Dumbledore de su cabeza sonre´ıa, examinando a Harry sobre la punta de sus dedos unidos en un ademán de rezo.
   ’Le diste a Ron el Desiluminador... le entend´ıas... le diste una salida...’
   ’Y entend´ıas a Colagusano también... sab´ıas que hab´ıa un atisbo de remordimiento all´ı, en alguna parte...’
   ’Y si los conoc´ıas a ellos... ¿Qué sab´ıas acerca de m´ı, Dumbledore? ’
   ’¿Estoy destinado a saber pero no a buscar? ¿Sab´ıas lo que sentir´ıa al respecto? ¿Por eso me lo pusiste tan dif´ıcil? ¿Para que tuviera tiempo de pensarlo? ’
   Harry estaba inmóvil, sus ojos congelados, observando el lugar donde un brillante rayo de luz dorada del sol se alzaba en el horizonte. Luego miró sus manos limpias y estuvo momentáneamente sorprendido de ver el aspecto que ten´ıan. Las bajó y regresó al salón, y mientras lo hac´ıa, sintió su cicatriz palpitar furiosamente, y luego correr rápidamente a través de su mente, veloz como el reflejo del vuelo de un dragón sobre el agua, el contorno de un edificio que conoc´ıa extremadamente bien.
   Bill y Fleur estaban a los pies de las escaleras
   “Necesito hablarles a Griphook y Ollivander” dijo Harry.
   “No” dijo Fleur. “Vas a tener que esperar Harry. Ambos están muy cansados”
   “Lo siento” dijo él calmadamente, “pero no puedo esperar. Necesito hablarles ahora.
   En privado... y por separado. Es urgente.”
   “Harry, ¿qué demonios está pasando?” preguntó Bill. “Llegaste aqu´ı con un elfo doméstico muerto y un duende semi-inconsciente, Hermione está como si la hubieran torturado, y Ron acaba de negarse a contarme nada...”
   “No podemos decirte lo que estamos haciendo” dijo Harry llanamente. “Estás en la Orden, Bill, tu sabes que Dumbledore nos dejó una misión. Se supone que no podemos hablar acerca de eso con nadie más.”
   Fleur hizo un ruido de impaciencia, pero Bill no la miró; estaba mirando a Harry. Su profundamente asustado rostro era dif´ıcil de descifrar. Finalmente, Bill dijo
   “Esta bien. ¿Con quién deseas hablar primero?.”
   Harry dudó. Sab´ıa lo que pesaba su decisión. No hab´ıa tiempo; era el momento de decidir; ¿Horcruxes o Reliquias?
 
   CAPÍTULO 24. EL FABRICANTE DE VARITAS
   276
   “Griphook” dijo Harry. “Hablaré con Griphook primero.”
   El corazón le lat´ıa como si hubiera hecho una carrera y acabado de evitar un enorme obstáculo.
   “Aqu´ı arriba” dijo Bill, ense˜nándole el camino.
   Harry hab´ıa subido varios escalones cuando se paró y miró atrás.
   “¡Os necesito a vosotros dos también!” les dijo a Ron y Hermione, quienes se hab´ıan estado escondiendo, medio cubiertos, en el camino a la puerta de la sala de estar.
   Ambos se movieron hacia la luz, muy aliviados.
   “¿Como estás” le preguntó Harry a Hermione. “Estuviste sorprendente... contando esa historia mientras te estaba torturando de esa manera.”
   Hermione esbozó una débil sonrisa mientras Ron le daba un apretón de una mano.
   “¿Que vamos a hacer ahora Harry?” preguntó.
   “Ya verás. Ven.”
   Harry, Ron y Hermione siguieron a Bill escaleras arriba hasta un peque˜no piso que daba a tres puertas.
   “Aqu´ı” dijo Bill, abriendo la puerta que daba al cuarto de él y Fleur. También ten´ıa vista al mar, ahora la puesta de sol de un vivo dorado. Harry se dirigió hacia la ventana, y dio la espalda a la espectacular vista, y esperó, sus brazos cruzados, su cicatriz punzando.
   Hermione se sentó en una silla junto al vestidor; Ron se sentó en el reposabrazos.
   Bill reapareció, trayendo el peque˜no duende, a quien sentó cuidadosamente sobre la cama. Griphook gru˜nó un gracias, y Bill se fue, cerrando la puerta sobre ellos.
   “Siento sacarlo de su cama” dijo Harry. “¿Como están sus piernas?.”
   “Doloridas” replicó el duende. “Pero sanando.”
   Todav´ıa as´ıa la espada de Griffindor, y ten´ıa un aspecto extra˜no: medio enfadado, medio intrigado. Harry notó la piel enfermiza del duende, sus largos dedos delgados, sus oscuros ojos. Fleur le hab´ıa quitado los zapatos: sus grandes pies estaban sucios. Era mas grande que un elfo domestico, pero no por mucho. Su curva cabeza era mucho más grande que la de un humano.
   “Usted probablemente no recuerde?” comenzó Harry.
   “¿que yo fui el duende que te guió a tu cámara, la primera vez que visitaste Gringotts?”
   dijo Griphook. “Lo recuerdo Harry Potter. Incluso entre los duendes, eres muy famoso.”
   Harry y el duende se miraron, examinándose el uno al otro. La cicatriz de Harry todav´ıa punzaba. Quer´ıa terminar la entrevista con Griphook rápidamente, y al mismo tiempo estaba temeroso de hacer un movimiento en falso. Mientras trataba de pensar la mejor manera de hacerle su petición, el duende rompió el silencio.
   “Tú enterraste al elfo” dijo, sonando inesperadamente rencoroso. “Te vi desde la ventana del cuarto que está junto a este.”
   “S´ı” dijo Harry.
   Griphook lo miró por el rabillo del ojo.
   “Eres un mago inusual, Harry Potter.”
   “¿En qué sentido?” preguntó Harry, rascándose la cicatriz inconscientemente.
 
   CAPÍTULO 24. EL FABRICANTE DE VARITAS
   277
   “Cavaste el sepulcro.”
   “¿Y?”
   Griphook no respondió. Harry pensó que estaba siendo despreciado por actuar como un Muggle, pero no le importó si Griphook aprobaba el sepulcro de Dobby o no. Se decidió a pasar a la ofensiva.
   “Griphook, necesito preguntarle...”
   “También rescataste a un duende...”
   “¿Qué?”
   “Me trajiste aqu´ı, me salvaste.”
   “Bueno, ¿le debo una disculpa?” dijo Harry un poco impaciente.
   “No, Harry Potter” dijo Griphook, y con un dedo torció su delgada barba negra sobre su barbilla, “pero eres un mago muy extra˜no.”
   “Bien” dijo Harry, “Necesito algo de ayuda, Griphook, y usted puede dármela.”
   El duende no dio ninguna se˜nal de perturbarse, pero continuó con el ce˜no fruncido hacia Harry como si nunca hubiera visto algo como él.
   “Necesito abrir una cámara de Gringotts”
   Harry no hab´ıa tenido la intención de decirlo tan mal: las palabras salieron forzadas de él como un disparo de dolor a través de su cicatriz y vio, otra vez, el contorno de Hogwarts. Cerró su mente firmemente. Necesitaba hacer el trato con Griphook primero.
   Ron y Hermione miraban a Harry como si se hubiera vuelto loco.
   “Harry...” dijo Hermione, pero fue interrumpida por Griphook.
   “¿Abrir una cámara de Gringotts?” repitió el duende, haciendo una mueca mientras se acomodaba en la cama. “Eso es imposible.”
   “No, no lo es” dijo Ron. “Ya lo han hecho”
   “S´ı” dijo Harry. “El mismo d´ıa en el que le conoc´ı, Griphook. Mi cumplea˜nos, hace siete a˜nos.”
   “La cámara en cuestión estaba vac´ıa en ese momento” impuso el duende y Harry entendió que incluso aunque Griphook hubiera dejado Gringotts, estaba ofendido con la idea de sus defensas siendo violadas. “Su protección era m´ınima.”
   “Bueno, la cámara a la que queremos llegar no está vac´ıa, y adivino que su protección debe ser muy poderosa” dijo Harry. “Le pertenece a los Lestrange.”
   Vio a Ron y Hermione mirarse el uno al otro, asombrados, pero ya habr´ıa tiempo para explicarselo cuando Griphook hubiera dado su respuesta.
   “No tienes ninguna posibilidad” dijo Griphook llanamente. “Ninguna posibilidad en absoluto. Si buscas bajo nuestros suelos, un tesoro que nunca fue tuyo...”
   “Mago, has sido advertido, cuidado... s´ı, lo sé, lo recuerdo” dijo Harry. “Pero no estoy tratando de coger ningún tesoro, no estoy tratando de coger nada como ganancia personal.
   ¿Puede creerselo?.”
   El duende miró a Harry, y la cicatriz en forma de rayo en la frente de Harry ardió, pero lo ignoró, negandose a reconocer el dolor o su invitación.
   “Si hay un mago del que creer´ıa que no busca una recompensa personal” dijo Griphook CAPÍTULO 24. EL FABRICANTE DE VARITAS
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   finalmente, “ese ser´ıas tú, Harry Potter. Los elfos y los duendes no han sido tratados con la protección o el respeto que tú has mostrado esta noche. No de gente con varitas.”
   “Gente con varitas” repitió Harry: la frase sonó extra˜na a sus o´ıdos mientras su cicatriz ard´ıa, mientras Voldemort situaba sus pensamientos hacia el norte, y mientras Harry ard´ıa de curiosidad por preguntarle a Ollivander, que estaba en la puerta de al lado.
   “El derecho a llevar una varita” dijo el duende tranquilamente, “ha sido una larga pelea entre duendes y magos.”
   “Bueno, los duendes pueden hacer magia sin varitas” dijo Ron.
   “¡Eso es insustancial! Los magos rehúsan compartir los secretos de la sabidur´ıa de las varitas con otros seres mágicos, nos niegan la posibilidad de extender nuestros poderes.”
   “Bueno, los duendes tampoco comparten nada de su magia” dijo Ron. “Ustedes no nos dirán cómo hacer espadas y armaduras como las que hacen. Los duendes saben trabajar el metal de una forma en la que un mago nunca...”
   “No importa” dijo Harry, notando la cara de Griphook subir de color. “Esto no trata acerca de magos contra duendes, o algún otro tipo de criatura mágica...”
   Griphook hizo una sucia risa.
   “¡Pero es eso! ¡Es precisamente eso! Según crece el poder del Se˜nor Oscuro, su tarea está puesta incluso más firmemente en m´ı. Gringotts cae bajo el imperio de los Magos, los elfos domésticos son asesinados, ¿y quién entre los que llevan varita protesta?.”
   “¡Nosotros lo hacemos!” dijo Hermione. Se hab´ıa sentado erguida, sus ojos brillantes.
   “Nosotros protestamos. ¡Estoy tan asustada como cualquier duende o elfo, Griphook! ¡Soy una Sangresucia!.”
   “No te llames as´ı...” murmuró Ron.
   “¿Porqué no puedo hacerlo?” dijo Hermione. “¡Sangresucia, y orgullosa de serlo! ¡No tengo una posición mas alta que ud bajo este nuevo orden,Griphook! ¡Es a m´ı a quien eligieron torturar, en casa de los Malfoy!”
   Mientras hablaba, echó a un lado el cuello del vestido para revelar el peque˜no corte que Bellatrix le hab´ıa hecho, rojo en contraste con su garganta.
   “¿Sab´ıa que fue Harry quien liberó a Dobby?” preguntó. “¿Sab´ıas que buscamos la libertad de los elfos durante a˜nos?” (Ron se sintió incómodo en el brazo del sillón de Hermione) “¡Usted no puede desear que Quién-Ud-Sabe sea derrotado más que nosotros, Griphook!”
   El duende miró a Hermione con la misma curiosidad que hab´ıa mostrado por Harry.
   “¿Qué buscan en la cámara de los Lestrange?” preguntó abruptamente. “La espada que se encuentra en el interior es una falsa copia. Esta es la real” Miró a cada uno de ellos. “Pero creo que eso ya lo saben. Me pediste que mintiera por ti all´ı.”
   “Pero la falsa espada no es lo único que hay en la cámara, ¿verdad?” preguntó Harry.
   “A lo mejor ha visto otras cosas all´ı.”
   Su corazón lat´ıa más fuerte que nunca. Redobló sus esfuerzos para ignorar el ardor de su cicatriz.
   El duende giro su barba alrededor de su dedo nuevamente.
   “Va contra nuestro código revelar los secretos de Gringotts. Somos los guardianes de fabulosos tesoros. Tenemos un deber con los objetos puestos bajo nuestro cuidado, el cual CAPÍTULO 24. EL FABRICANTE DE VARITAS
   279
   ha sido, muy a menudo, escrito con nuestras propias manos.”
   El duende movió la espada, y sus negros ojos vagaron de Harry a Hermione y a Ron y luego de vuelta.
   “Tan jóvenes” dijo finalmente “para pelear contra tantos.”
   “¿Nos ayudará?” dijo Harry. “No tenemos esperanzas de entrar ah´ı sin la ayuda de un duende. Usted es nuestra única posibilidad.”
   “Yo... lo pensaré” dijo Griphook exasperadamente.
   “Pero...” comenzó Ron furiosamente; pero Hermione le dio un golpe en las costillas.
   “Gracias” dijo Harry.
   El duende arqueó su gran cabeza curva en reconocimiento, luego flexionó sus cortas piernas.
   “Pienso” dijo, acomodándose a si mismo ostentosamente sobre la cama de Bill y Fleur
   “que la poción Crece-huesos ha terminado su trabajo. Por fin podré dormir. Si me disculpáis...”
   “S´ı, claro” dijo Harry, pero antes de dejar el cuarto se inclinó hacia delante y cogió la espada de Griffindor del lado del duende. Griphook no la reclamó, pero Harry creyó ver resentimiento en los ojos del duende mientras cerraba la puertas tras él.
   “Peque˜no tonto” murmuró Ron. “Disfruta haciéndonos esperar.”
   “Harry” musitó Hermione, llevándolos a ambos lejos de la puerta, al medio del piso medio iluminado “¿estás diciendo lo que creo que estás diciendo? Estás diciendo que hay un Horcrux en la cámara de los Lestrange.”
   “S´ı” dijo Harry. “Bellatrix estaba espantada cuando pensó que podr´ıamos haber estado all´ı, estaba fuera de s´ı. ¿Porque?. ¿Qué cre´ıa que hab´ıamos visto? ¿Que más pensó que pod´ıamos haber cogido? Algo de lo ten´ıa miedo que Quien-Tu-Sabes se enterarase.”
   “Pero pensé que estábamos buscando lugares donde Quien-Tu-Sabes hab´ıa estado, lugares donde hubiera hecho algo importante” dijo Ron, pareciendo anonadado. “¿Alguna vez estuvo dentro de la cámara de los Lestrange?.”
   “No se siquiera si ha estado alguna vez en Gringotts” dijo Harry. “Nunca tuvo oro all´ı cuando era joven, porque nadie le dejó nada. Quizás vió el banco desde fuera la primera vez que fue al callejón Diagon.”
   La cicatriz de Harry palpitó, pero él la ignoró; quer´ıa que Hermione y Ron entendieran lo de Gringotts antes de ir a hablar con Ollivander.
   “Creo que debe haber envidiado a cualquiera que tuviera una llave de alguna cámara de Gringotts. Lo debe haber visto como un s´ımbolo de que pertenece al mundo Mágico.
   Y no olvideis que confiaba en Bellatrix y su esposo, eran sus sirvientes más devotos antes que cayera, y fueron en su busca cuando desapareció. Lo dijo la noche que regresó, yo lo escuché.”
   Harry se frotó la cicatriz.
   “Aunque no creo que le haya dicho a Bellatrix que era un Horcrux. El nunca le dijo la verdad sobre del diario a Lucius Malfoy. Quizás le dijo que era una posesión valiosa y le pidió que la guardara en su cámara. El lugar más seguro del mundo para cualquier cosa que quieras esconder, me dijo Hagrid... excepto Hogwarts.”
   Cuando Harry terminó de hablar, Ron sacudió su cabeza.
 
   CAPÍTULO 24. EL FABRICANTE DE VARITAS
   280
   “Tu realmente le entiendes.”
   “En parte” dijo Harry. “En parte... me gustar´ıa haber entendido a Dumbledore tanto como a él. Pero veremos. Vamos... Ahora Ollivander.”
   Ron y Hermione se sent´ıan desconcertados aunque muy impresionados a medida que lo segu´ıan a través del peque˜no piso y golpeaba la puerta que se encontraba en dirección opuesta a la de Bill y Fleur. Un débil “Pasen” les respondió.
   El fabricante de varitas estaba tendido en la cama más alejada de la ventana. Hab´ıa estado prisionero en aquel sótano durante más de un a˜no y hab´ıa sido torturado, Harry lo sab´ıa, en al menos una ocasión. Estaba muy delgado, los huesos de su cara sobresal´ıan notoriamente contra su amarillenta piel. Sus grandes ojos plateados parec´ıan divagar entre sus párpados. Las manos que yac´ıan sobre la manta pod´ıan haber pertenecido a un esqueleto. Harry se sentó en la cama vac´ıa, junto a Ron y Hermione. El sol naciente no se ve´ıa desde all´ı. El cuarto daba al jard´ın sobre el acantilado y la tierra fresca del sepulcro.
   “Se˜nor Ollivander, siento molestarlo” dijo Harry.
   “Mi querido muchacho” la voz de Ollivander era débil. “Tú nos rescataste. Pensé que morir´ıa en ese lugar, nunca podré agradecerte... nunca podré agradecerte... lo suficiente.”
   “Estuvimos contentos de hacerlo.”
   La cicatriz de Harry palpitó. Sab´ıa, estaba seguro, de que no ten´ıan tiempo para apartar a Voldemort de su meta, o al menos para tratar de frustrarlo. Sintió un brote de pánico... pero hab´ıa tomado una decisión al hablar con Griphook primero. Fingiendo una calma que no sent´ıa, tomó a tientas la bolsa alrededor de su cuello y tomó las dos mitades de su varita rota.
   “Se˜nor Ollivander, necesito ayuda.”
   “Lo que sea, lo que sea,” dijo el fabricante de varitas débilmente.
   “¿Puede repararla? ¿Es posible?”
   Ollivander alzó una temblorosa mano, y Harry colocó las dos mitades apenas conectadas en su palma.
   “Acebo y pluma de fénix” dijo Ollivander con voz trémula. “Once pulgadas. Agradable y flexible.”
   “S´ı” dijo Harry. “¿Puede?”
   “No” susurró Ollivander. “Lo siento, de verdad lo siento, pero una varita que ha sufrido este grado de da˜no no puede ser reparada de ninguna manera que conozca.”
   Harry hab´ıa estado esperanzado de escucharlo, pero era un soplo solamente. Volvió a coger las mitades de la varita y las volvió a colocar en la bolsa alrededor de su cuello.
   Ollivander se quedo mirando el lugar donde la varita rota hab´ıa desaparecido y no dejó de mirar hasta que Harry tomó de su bolsillo las dos varitas que hab´ıa tra´ıdo de la casa de Malfoy.
   “¿Puede identificar estas?” preguntó Harry.
   El fabricante tomó la primera de las varitas y la sostuvo cerca de sus pálidos ojos, girándola entre sus dedos, flexionándola suavemente.
   “nuez y nervio de dragón” dijo. “Doce pulgadas y tres cuartos. Inflexible. Esta varita pertenec´ıa a Bellatrix Lestrange.”
   “¿Y ésta?”
 
   CAPÍTULO 24. EL FABRICANTE DE VARITAS
   281
   Ollivander la examinó de la misma forma.
   “Espino y pelo de unicornio. Diez pulgadas justas. Moderadamente flexible. Esta era la varita de Draco Malfoy.”
   “¿Era?” repitió Harry. “¿Acaso no sigue siento suya?”
   “Quizás no. Si tu la tomaste”
   “...lo hice...”
   “...entonces puede ser tuya. Claro, la forma de ver las cosas depende mucho también de la varita en s´ı misma. En general, si una varita ha sido ganada, su lealtad cambiará.”
   Hubo un silencio en el cuarto, excepto por el distante rugir de las olas.
   “Habla de las varitas como si tuvieran sentimientos” dijo Harry. “Como si pudieran pensar por s´ı mismas.”
   “La varita elige al mago” dijo Ollivander. “Eso siempre ha sido obvio para los que hemos estudiado la sabidur´ıa de las varitas.”
   “¿Pero una persona puede usar una varita que no lo ha elegido?” preguntó Harry.
   “Oh s´ı, si eres mago puedes movilizar tu magia a traves de casi cualquier objeto.
   Pero los mejores resultados siempre aparecen con la mayor afinidad entre varita y mago.
   Estas conexiones son complejas. Una atracción inicial, y luego un mutuo deseo debido a la experiencia, la varita aprendiendo del mago, el mago aprendiendo de la varita.”
   El mar iba hacia delante y de vuelta; era un triste sonido.
   “Tomé esta varita de Draco Malfoy por la fuerza” dijo Harry. “¿Es seguro usarla?”
   “As´ı lo creo. Las leyes que gobiernan al propietario y la varita son sutiles, pero la varita conquistada tiende a ir hacia su nuevo maestro.”
   “¿As´ı que yo deber´ıa usar esta?” dijo Ron, sacando la varita de Colagusano fuera de su bolsillo y pasándosela a Ollivander.
   “Casta˜no y nervio de dragón. Nueve pulgadas y un cuarto. Frágil. Me forzaron a hacer esta tras mi secuestro, para Peter Pettigrew. S´ı, si la ganas, es mas que probable que haga tus peticiones, y que las haga bien, mejor que otra varita.”
   “¿Y esto es cierto para todas las varitas?” preguntó Harry.
   “As´ı lo creo” replicó Ollivander, sus protuberantes ojos sobre el rostro de Harry. “Hace profundas preguntas, Se˜nor Potter. La sabidur´ıa de las varitas es una parte de la magia compleja y misteriosa.”
   “¿as´ı que no es necesario matar al anterior propietario para tomar la posesión de una varita?” preguntó Harry.
   Ollivander tragó.
   “¿Necesario? No, no deber´ıa decirse que sea necesario matar.”
   “Aunque hay leyendas” dijo Harry, y las palpitaciones de su corazón se aceleraron, el dolor de su cicatriz se hac´ıa más intenso; estaba seguro de que Voldemort iba a poner su idea en acción, “leyendas sobre una varita o varitas... que han ido pasando de mano en mano por asesinato.”
   Ollivander se volvió pálido. Contra la blanca almohada su tono era gris, y sus ojos enormes, rojos, y llenándose de lo que parec´ıa ser temor.
 
   CAPÍTULO 24. EL FABRICANTE DE VARITAS
   282
   “Sólo una varita, creo” susurró.
   “Y Usted-Sabe-Quien está interesada en ella, ¿no es as´ı?” preguntó Harry.
   “Yo... ¿cómo?” croó Ollivander, y se volvió hacia Ron y Hermione en busca de ayuda.
   “¿Cómo sabéis eso?”
   “Él quer´ıa que le dijera como superar la conexión entre nuestras varitas” dijo Harry.
   Ollivander parec´ıa aterrorizado.
   “¡Él me torturó, debes entenderlo! Usó la maldición Cruciatus, yo...¡yo no ten´ıa mas opción que decirle lo que sab´ıa, lo que cre´ıa!”
   “Lo entiendo” dijo Harry. “¿Le dijo algo acerca de los corazones hermanos? ¿Le dijo que hab´ıa tenido que pedir prestada la varita de otro mago?”
   Ollivander parec´ıa horrorizado, transfigurado, por la cantidad de información que ten´ıa Harry. Asintió lentamente.
   “Pero no funcionó” continuó Harry. “Mi varita todav´ıa venc´ıa a la varita prestada.
   ¿Sabe porqué pasó eso?”
   Ollivander sacudió su cabeza lentamente tal como hab´ıa asentido.
   “Yo nunca... hab´ıa escuchado tal cosa. Tu varita hizo algo único esa noche. La conexión de varitas hermanas es incre´ıblemente rara, pero porqué tu varita habr´ıa vencido a la varita prestada, no lo sé...”
   “Estábamos hablando acerca de la otra varita, la varita que cambia de manos por asesinato. Cuando Quien-Usted-Sabe se dio cuenta que mi varita hab´ıa hecho algo extra˜no, volvió y le preguntó acerca de la otra varita, ¿cierto?”
   “¿Como sabes esto?”
   Harry no respondió
   “S´ı, lo preguntó” susurró Ollivander. “Quer´ıa saber todo lo que pudiera decirle acerca de la varita también conocida como La Varita Mort´ıfera, La Varita del Destino, o la Varita de Saúco.”
   Harry miró de soslayo a Hermione. Parec´ıa horrorizada.
   “El Se˜nor Oscuro” murmuró Ollivander en un silencioso y temeroso tono, “siempre hab´ıa estado feliz con la varita que le constru´ı... s´ı, pluma de fénix y trece pulgadas y media... hasta que descubrió la conexión de las varitas gemelas. Ahora busca otra, una varita más poderosa, como la única forma de conquistarte.”
   “Pero sabrá pronto, si es que todav´ıa no lo sabe, que la m´ıa esta da˜nada sin poder repararse” dijo Harry tranquilamente.
   “¡No!” dijo Hermione pareciendo asustada. “Él no podr´ıa saber eso, Harry, ¿Cómo podr´ıa??”
   “Priori Incantatem” dijo Harry. “Dejamos tu varita y la varita de espino en casa de Malfoy, Hermione. Si las examinan adecuadamente, haciéndolas recrear los hechizos que han hecho previamente, podr´ıan ver que la tuya rompió la m´ıa, verán que fallaste tratando de repararla, y se darán cuenta que he estado usando la varita de espino desde entonces.”
   El poco color que hab´ıa ganado desde su llegada se habia retirado de su rostro. Ron le echó a Harry una mirada reprobadora, y dijo: “no nos preocupemos por eso ahora...”
   Pero el Se˜nor Ollivander intervino.
 
   CAPÍTULO 24. EL FABRICANTE DE VARITAS
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   “El Se˜nor Oscuro ya no busca la Varita de Saúco solo para destruirle, Se˜nor Potter.
   El está decidido a poseerla porque cree que lo hará realmente invulnerable.”
   “¿Y lo hará?.”
   “El propietario de la Varita de Saúco siempre debe temer el ataque” dijo Ollivander
   “pero la idea del Se˜nor Oscuro de poseer la Varita Mort´ıfera es, debo admitirlo, formida-ble.”
   Harry de pronto recordó cuan inseguro estaba, cuando se conocieron, de lo que le gustaba a Ollivander. Incluso ahora, siendo torturado y aprisionado por Voldemort, la idea del Mago Oscuro en posesión de la varita parec´ıa cautivarlo tanto como le causaba repulsión.
   “Usted... ¿Usted realmente piensa que esa varita existe, entonces, Se˜nor Ollivander?”
   preguntó Hermione.
   “Oh s´ı” dijo Ollivander, “s´ı, es perfectamente posible seguir su curso a través de la historia. Hay espacios en blanco, por supuesto, y muy largos, donde desaparece de la vista, temporalmente perdida o escondida; pero siempre vuelve a surgir en la superficie.
   Tiene caracter´ısticas certeramente identificables que aquellos instruidos en la sabidur´ıa de las varitas reconocen. Se han escrito tratados, algunos de ellos oscuros, que yo y otros fabricantes hemos hecho nuestro objeto de estudio. Tiene el anillo de la autenticidad.”
   “As´ı que... ¿usted no cree que pueda ser un mito o un cuento de hadas?” preguntó Hermione esperanzadamente.
   “No” dijo Ollivander. “Si es necesario que pase mediante un asesinato, no lo se. La historia es sangrienta, pero eso puede ser simplemente debido al hecho de que es un objeto muy deseable, y despierta pasiones entre los magos. Inmensamente poderosa, peligrosa en las manos equivocadas, y un objeto incre´ıblemente fascinante para todos aquellos que estudiamos el poder de las varitas.”
   “Sr. Ollivander” dijo Harry “Le contó al Innombrable que Gregorovitch ten´ıa la Varita de Saúco, ¿no?’
   Ollivander se puso, si era posible, todav´ıa más pálido. Se ve´ıa fantasmagórico mientras tragaba saliva.
   “¿Pero cómo? ¿cómo sabe...?”
   “Nunca presté atención a cómo lo se” dijo Harry, cerrando los ojos momentáneamente porque la cicatriz le quemaba, y vio, durante unos segundos, una visión de la calle principal de Hogsmeade, todav´ıa oscura, porque estaba mucho más al norte. “¿Le contó al Innombrable que Gregorovitch ten´ıa la varita?”
   “Era un rumor,” susurró Ollivander. “Un rumor, de hace much´ısimos a˜nos, mucho antes que ustedes nacieran, creo que Gregorovitch mismo lo inició. Pueden ver cuan bueno ser´ıa eso para el negocio; ¡que él estaba estudiando y reproduciendo las cualidades de la Varita de Saúco!”
   “S´ı, puedo verlo” dijo Harry. Se levantó. “Sr. Ollivander, una última cosa, y luego le dejaremos descansar un poco. ¿Qué sabe usted sobre las Reliquias de la Muerte?”
   “Las... ¿las qué?” preguntó el fabricante de varitas, pareciendo completamente desconcertado.
   “Las Reliquias de la Muerte.”
   “Lo siento no se de lo que me está hablando. ¿Es algo que se hace con las varitas?”
 
   CAPÍTULO 24. EL FABRICANTE DE VARITAS
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   Harry examinó la cara hundida y creyó que Ollivander no estaba actuando. No sab´ıa nada sobre las Reliquias.
   “Gracias” dijo Harry. “Muchas gracias. Nos marcharemos ahora para dejarle descansar un poco.”
   Ollivander parec´ıa afligido.
   “¡Me torturó!” jadeó. “La Maldición Cruciatus... no tienen idea...”
   “La tengo” dijo Harry, “ciertamente la tengo. Por favor descanse un poco. Gracias por contarme todo esto.”
   Encabezó a Ron y a Hermione escaleras abajo. Harry les echó un fugaz vistazo a Bill, Fleur, Luna y Dean sentados en la mesa de la cocina, con tazas de té frente a ellos.
   Todos ellos alzaron la mirada hacia Harry cuando apareció en la puerta, pero simplemente les inclinó la cabeza y continuó hacia el jard´ın, Ron y Hermione detrás de él. Harry caminó hacia el mont´ıculo rojizo de tierra que cubr´ıa el lugar de reposo de Dobby, mientras el dolor en su cabeza se hac´ıa más y más poderoso. Ahora era un esfuerzo enorme bloquear las visiones que se le impon´ıan, pero sab´ıa que deber´ıa resistir solamente un poco más. Se rendir´ıa muy pronto, porque necesitaba saber que su teor´ıa era correcta. Deber´ıa hacer sólo un peque˜no esfuerzo más, para poder explicárselo a Ron y Hermione.
   “Gregorovitch tuvo la Varita de Saúco mucho tiempo atrás” dijo. “Vi al Innombrable tratando de encontrarla. Cuando la localizó, se encontró con que Gregorovitch ya no la ten´ıa: le fue robada por Grindelwald. Cómo Grindelwald averiguó que Gregorovitch la ten´ıa, no lo sé... pero si Gregorovitch fue tan estúpido de difundir el rumor, no pudo haber sido tan dif´ıcil.”
   Voldemort estaba a las puertas de Hogwarts; Harry pod´ıa verlo all´ı de pie, y ve´ıa también la lus oscilante del pre-amanecer, acercándose más y más.
   “Y Grindelwald utilizó la Varita de Saúco para hacerse más poderoso. Y en la cima de su poder, cuando Dumbledore supo que era el único que pod´ıa detenerlo, se batió en duelo con Grindelwald y le ganó, tomando la Varita de Saúco.”
   “¿Dumbledore ten´ıa la Varita de Saúco?” dijo Ron. “Pero entonces? ¿dónde está ahora?”
   “En Hogwarts” dijo Harry, luchando por permanecer con ellos en el borde del acantilado del jard´ın.
   “¡Pero entonces, vamos!” dijo Ron con urgencia. “¡Harry, vamos y la obtendremos antes de que él lo haga!”
   “Es demasiado tarde para eso” dijo Harry. No pod´ıa ayudarse a s´ı mismo, pero pod´ıa agarrarse la cabeza, intentado ayudar a su resistencia. “Sabe dónde está. Está all´ı ahora.”
   “¡Harry!” dijo Ron furiosamente. “¿Hace cuánto que lo sabes? por qué hemos estado perdiendo el tiempo? ¿Por qué hablaste con Griphook primero? Pod´ıamos habernos ido...
   podr´ıamos irnos todav´ıa...”
   “No” dijo Harry, hincándose de rodillas en la hierba. “Hermione está en lo cierto.
   Dumbledore no quer´ıa que la tuviera. No quer´ıa que la tomara. Quer´ıa que consiguiera los Horricruxes.”
   “¡La varita invencible, Harry!” gimió Ron.
   “No, se supone que yo... se supone que destruiré los Horricruxes...”
   Y ahora todo era fr´ıo y oscuro: El sol era apenas visible sobre el horizonte mientras CAPÍTULO 24. EL FABRICANTE DE VARITAS
   285
   planeaba sobre Snape, atravesando los jardines por encima hacia el lago.
   “Me reuniré en el castillo contigo en breve” dijo en voz alta y fr´ıa. “Déjame ahora.”
   Snape se inclinó respetuosamente y rehizo el camino de regreso, la capa negra ondu-lando detrás de él.
   Harry caminaba lentamente, esperando que la figura de Snape desapareciera. No lo har´ıa por Snape, ni por nadie más, ver a dónde iba. Pero no hab´ıa luces en las ventanas del castillo, y se pod´ıa ocultar... y en un segundo se hab´ıa lanzado sobre s´ı mismo un Encantamiento Desilusionador que lo ocultaba incluso de sus propios ojos.
   Y siguió andando, alrededor de la orilla del lago, asimilando los contornos del querido castillo, su primer reino, su legado...
   Y aqu´ı estaba, al lado del lago, reflejada en las oscuras aguas. La tumba de mármol blanco, una mancha innecesaria en el familiar paisaje. Le hizo sentir de nuevo esa corriente de euforia controlada, ese embriagador sentido de destrucción a propósito. Alzó la vieja varita de tejo: cómo encajar´ıa esto, ser´ıa su última gran acción.
   La tumba se abrió de pies a cabeza. La figura envuelta era tan larga como delgada hab´ıa sido en vida. Alzó la varita otra vez.
   Los sudarios cayeron abiertos. La cara estaba traslúcida, pálida, hundida, todav´ıa conservada casi perfectamente. Hab´ıan dejado las gafas en la nariz encorvada: Se sintió rid´ıculamente divertido. Las manos de Dumbledore estaban dobladas sobre el pecho, all´ı yac´ıa, agarrada entre ellas, enterrada con él.
   ¿Se hab´ıa imaginado ese viejo tonto que el mármol o la muerte proteger´ıa la varita?
   ¿Hab´ıa cre´ıdo que el Se˜nor Oscuro se asustar´ıa por violar su tumba? La mano arácnida bajó en picado y soltó la varita del agarre de Dumbledore, y cuando la tuvo, una lluvia de chispas voló de su punta, centelleando sobre el cadáver de su último due˜no, preparada por fin para servir al nuevo amo.
 
   Cap´ıtulo 25
   La Caba˜
   na Protectora
   La casa de campo de Bill y Fleur se asentaba sola en una roca dando al mar, sus paredes incrustadas con conchas y cal. Era un solitario y hermoso lugar. En cualquier sitio al que Harry fuera dentro de la peque˜na casa o de su jard´ın, pod´ıa o´ır el constante ir y venir del mar, como la respiración de alguna gran critatura dormida. Pasó gran parte de los siguientes d´ıas buscando excusas para escapar de la concurrida casa, un deseo incontrolable de disfrutar la vista desde arriba de las rocas, del cielo abierto y ancho, el mar vac´ıo, y la sensación del viento fr´ıo y salado en su rostro.
   La enormidad de su decisión, no competir con Voldemort por la varita todav´ıa asustaba a Harry. No pod´ıa recordar que nunca antes hubiera escogido no actuar. Estaba lleno de dudas, dudas con las que Ron no ayudaba diciendo, dondequiera que fuesen juntos:
   “¿Y si Dumbledore quer´ıa que trabájaramos en el s´ımbolo en vez de conseguir la varita?
   ¿Y si trabajando en lo que el s´ımbolo significaba te revelaba la importancia de conseguir las reliquias? Harry, si esa es realmente la varita de sauco, ¿Cómo demonios se supone que debemos terminar con Tú-Sabes-Quien?”
   Harry no ten´ıa respuestas. Hubo momentos en los que se preguntó si habia sido una completa locura no tratar de impedir que Voldemort abriera la tumba. No pod´ıa siquiera explicar satisfactoriamente por qué hab´ıa decidido no hacerlo: Cada vez que intentaba reconstruir los argumentos internos que lo hab´ıan llevado a su decisión, sonaban más débiles para él.
   Lo extra˜no es que el apoyo de Hermione lo hizo sentir tan confundido como las dudas de Ron. Ahora forzado a aceptar que la varita de sauco era real, ella sosten´ıa que era un objeto diabólico, y que la forma en que Voldemort hab´ıa tomado posesión de ella era repelente, sin ninguna consideración.
   “Tú nunca podr´ıas haber hecho eso, Harry” dec´ıa ella una y otra vez. “No podr´ıas haber roto la tumba de Dumbledore.”
   Pero la idea del cuerpo de Dumbledore asustaba a Harry mucho menos que la posibilidad de que podr´ıa haber malinterpretado las intenciones de Dumbledore mientras estaba vivo. Sintió que todav´ıa andaba a tientas en la oscuridad; hab´ıa escogido su camino, pero segu´ıa mirando hacia atrás, preguntándose si hab´ıa le´ıdo mal los signos, si no deber´ıa haber tomado otro camino.
   De tiempo en tiempo, la cólera contra Dumbledore se desataba en él otra vez, poderosa como las olas que se cierran de golpe contra la roca bajo la casita de campo, cólera por que Dumbledore no le hubiera explicado todo antes de morirse.
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   CAPÍTULO 25. LA CABA ˜
   NA PROTECTORA
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   “Pero, ¿Está muerto?” dijo Ron, tres d´ıas después de que hubieran llegado a la casa de campo.
   Harry estaba mirando fijamente hacia fuera, sobre la pared que separaba el jard´ın de la casa de campo de la roca, cuando Ron y Hermione lo encontraron; lamentaba que lo hubiesen hecho, no ten´ıa ningún deseo de participar en su discusión.
   “S´ı, lo esta. Ron, por favor, no empieces otra vez!”
   “Mira los hechos, Hermione” dijo Ron, hablando hacia Harry, que continuaba mirando fijamente al horizonte. “El ciervo plateado. La espada. El ojo que Harry vió en el espejo...”
   “¡Harry admite que podr´ıa haber imaginado el ojo! ¿No, Harry?”
   “Podr´ıa haberlo hecho” dijo Harry sin mirarla.
   “Pero tu no piensas que lo hayas hecho, ¿verdad?” preguntó Ron.
   “No, no lo creo” dijo Harry.
   “Ah´ı lo tienes” dijo Ron rápidamente, antes de que Hermione pudiera terminar. “Si no fué Dumbledore, explica cómo sab´ıa Dobby que estábamos en el sótano, Hermione.”
   “No puedo... pero ¿Puedes explicar cómo nos lo pudo enviar Dumbledore si está metido en una tumba en Hogwarts?”
   “¡No se, podr´ıa haber sido su fantasma!”
   “Dumbledore no volver´ıa como un fantasma” dijo Harry. Hab´ıa pocas cosas de las que estuviera seguro ahora sobre Dumbledore, pero de eso si lo estaba. “Él habr´ıa continuado.”
   “¿A qué te refieres con ’continuado’ ?” preguntó Ron, pero antes de que Harry pudiese decir más, una voz detrás de él dijo, “¿Aggy?”
   Fleur hab´ıa salido de la casa de campo, su largo cabello plateado volando en la brisa.
   “ Árry, a Gripóok le gustag´ıa hablag contigo. Ézta en la habitación máz peque˜na, dijo que no queg´ıa ser escuchado pog casualidad.”
   Su disgusto con que el duende la enviara a entregar mensajes era clara; se la ve´ıa irritable mientras caminaba de vuelta a la casa.
   Griphook les estaba esperando, como Fleur hab´ıa dicho, en el más peque˜no de los tres cuartos de la casa, en el que Hermione y Luna dorm´ıan por la noche.
   Hab´ıa echado las cortinas rojas de algodón contra el luminoso y nublado cielo, lo que le daba al cuarto un resplandor ardiente que contrastaba con el resto de la aireada y luminosa casa.
   “He tomado mi decisión, Harry Potter” dijo el duende, que estaba sentado con las piernas cruzadas en una silla baja, golpeando los brazos con sus largos y delgados dedos.
   “Aunque los duendes de Gringotts considerarán esto una traición, he decidido ayudarte...”
   “¡Eso es genial!” dijo Harry, una oleada de alivio pasó a través de él. “Griphook, gracias, nosotros le estamos realmente...”
   “...a cambio,” dijo el duende firmemente “de un pago.”
   Ligeramente desconcertado, Harry vaciló.
   “Cuánto quieres? Tengo oro.”
   “Oro no” dijo Griphook. “Ya tengo oro.”
   Sus ojos negros resplandecieron; no ten´ıa blanco en los ojos.
 
   CAPÍTULO 25. LA CABA ˜
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   “Quiero la espada. La espada de Godric Gryffindor.”
   El esp´ıritu de Harry se desplomó
   “No puedes tener eso” dijo. “Lo siento.”
   “Entonces” dijo el duende suavemente “tenemos un problema.”
   “Podemos darte alguna otra cosa” dijo Ron con impaciencia “Apuesto a que Lestrange tiene montones de cosas, puedes coger tu parte una vez estemos en la cámara.”
   Hab´ıa dicho lo incorrecto. Griphook se sonrojó furioso.
   “¡No soy un ladrón, ni˜no! ¡No estoy tratando de conseguir tesoros a los que no tengo derecho!”
   “La espada es nuestra...”
   “No, no lo es” dijo el duende.
   “Somos Gryffindor, y era de Godric Gryffindor...”
   “Y antes de que fuese de Gryffindor, ¿de quién era?” reclamó el duende, sentándose derecho.
   “De nadie” dijo Ron. “Fue hecha para él, ¿no?”
   “¡No!” gritó el duende, erizándose de ira mientras apuntaba un largo dedo hacia Ron.
   “¡La arrogancia de los magos otra vez! ¡Esa espada fue primero de Ragnuk, al que se la robó Godric Gryffindor! ¡Es un tesoro perdido, una pieza maestra del trabajo duende!
   Pertenece a los duendes. ¡La espada es el precio a mis servicios, tómalo o déjalo!” Griphook les miraba fijamente.
   Harry miró a los otros dos, y luego dijo “Necesitamos discutir esto, Griphook, si le parece bien. ¿Podr´ıa darnos unos minutos?”
   El duende asintió, pareciendo enfadado.
   Abajo, en el vac´ıo salón, Harry caminó hacia la chimenea con el ce˜no fruncido, tratando de pensar en qué hacer. Detrás de él, Ron dijo, “Está bromeando. No podemos darle esa espada.”
   “¿Es verdad?” preguntó Harry a Hermione. “¿Gryffindor robó la espada?”
   “No lo sé” dijo desesperanzadamente. “La historia de los magos a menudo evita lo que estos han hecho a otras razas mágicas, pero no hay ningún informe que conozca que diga que Gryffindor robó la espada.”
   “Será una de esas historias de duendes” dijo Ron “sobre como los magos estamos siempre tratando de terminar sobre ellos. Supongo que deber´ıamos sentirnos felices de que no nos haya pedido una de nuestras varitas.”
   “Los duendes tienen buenas razones para que no les gusten los magos, Ron.” dijo Hermione. “Han sido tratados brutalmente en el pasado.”
   “Los duendes no son exactamente peque˜nos conejos mullidos, ¿no?” dijo Ron. “Han matado ha muchos de los nuestros. Han peleado sucio también.”
   “Pero discutir con Griphook sobre que raza es la más misteriosa y violenta no va a ponerlo más deseoso de ayudarnos, ¿no?”
   Hubo una pausa mientras intentaban pensar en una solución al problema. Harry miró afuera hacia la tumba de Dobby. Luna estaba colocando lavanda de mar en un CAPÍTULO 25. LA CABA ˜
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   tarro de mermelada al lado de la piedra principal.
   “Muy bien” dijo Ron, y Harry se volvió para verlo,
   “¿Qué?”
   “Le decimos a Griphook que necesitamos la espada hasta que estemos dentro de la cámara y que luego podrá tenerla. Hay una falsa dentro, ¿no? Las cambiamos, y le damos la falsa.”
   “¡Ron, notará la diferencia mejor que nosotros!” dijo Hermione. “¡Él fue el único que notó que hab´ıa habido un cambio!”
   “Si, pero podr´ıamos escapar antes que se de cuenta...”
   Se acobardó ante la mirada que le echó Hermione.
   “Eso” dijo silenciosamente, “es despreciable. ¿Pedir su ayuda, y luego traicionarlo? ¿Y
   tú te preguntas por qué a los duendes no les gustan los magos, Ron?”
   Las orejas de Ron se pusieron rojas.
   “¡Esta bién, esta bién! ¡Era lo único que se me ocurr´ıa! ¿Cuál es tu solución, entonces?”
   “Necesitamos ofrecerle algo más, algo igual de valioso.”
   “Brillante, iré y traeré una de nuestras antiguas espadas hechas por duendes y tú puedes envolverla en papel de regalo.”
   El silencio se hizo entre ellos otra vez. Harry estaba seguro de que el duende no aceptar´ıa nada más que la espada, aunque ellos tuvieran algo igual de valioso que ofrecerle.
   Pero la espada era su única, su arma indispensable contra los Horcruxes.
   Cerró los ojos durante un minuto o dos y escuchó la intensidad del mar. La idea de que Gryffindor hubiera robado la espada le resultaba desagradable: Siempre hab´ıa estado orgulloso de ser un Gryffindor; Gryffindor hab´ıa sido el campeón de los nacidos Muggle, el mago que hab´ıa chocado con el amante de la sangre pura, Slytherin....
   “A lo mejor está mintiendo” dijo Harry, abriendo los ojos otra vez. “Griphook. Tal vez Gryffindor no robó la espada. ¿Como sabemos que su versión de la historia es la buena?”
   “¿Hay alguna diferencia?” preguntó Hermione.
   “Cambia lo que siento sobre ello” dijo Harry.
   Tomó un profundo respiro.
   “Le diremos que le daremos la espada después de que nos ayude a entrar en la cámara...
   pero seremos cuidadosos de evitar decirle cuando exactamente podrá tenerla.”
   Una amplia sonrisa se extendió lentamente en la cara de Ron. Hermione, sin embargo, parec´ıa alarmada.
   “Harry, no podemos...”
   “Podrá tenerla” continuó Harry, “cuando la hallamos usado con todos los Horcruxes.
   Me aseguraré de que la tenga entonces. Mantendré mi palabra.”
   “¡Pero eso podr´ıan ser a˜nos!” dijo Hermione.
   “Si sé, pero él no la necesita. No estaré mintiendo... realmente.”
   Harry encontró sus ojos con una mezcla de desaf´ıo y verguenza. Recordó las palabras que hab´ıan sido grabadas sobre la entrada de Nurmengard: POR EL BIEN MAYOR.
   Apartó la idea. ¿Qué opción ten´ıan?
 
   CAPÍTULO 25. LA CABA ˜
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   “No me gusta” dijo Hermione.
   “A m´ı tampoco mucho” admitió Harry.
   “Bien, creo que es genial” dijo Ron, poniéndose de pie otra vez. “Vamos a decirselo.”
   De vuelta en la peque˜na habitación, Harry hizo la oferta, cuidando de decirlo sin dar una fecha definitiva para la entrega de la espada. Hermione miró con el ce˜no fruncido al piso mientras hablaba; se sintió irritado con ella, con temor de que pudiese estropearlo.
   Sin embargo, Griphook no ten´ıa ojos para nadie excepto para Harry.
   “¿Tengo tu palabra, Harry Potter, de que me daras la espada de Gryffindor si te ayudo?”
   “Si” dijo Harry.
   “Entonces aprieta mi mano” dijo el duende, levantando su mano.
   Harry la tomó y sacudió. Se preguntó si esos ojos negros vieron algún recelo en los suyos. Luego Griphook lo soltó, rápidamente juntó sus manos, y dijo, “¡Entonces comen-zamos!”
   Era como planear entrar en el ministerio de nuevo. Acordaron trabajar en la pieza más peque˜na, la cual se manten´ıa, de acuerdo a la preferencia de Griphook, en semioscuridad.
   “He visitado la cámara de Lestrange sólo una vez” les dijo Griphook. “La vez que me mandaron poner dentro la falsa espada. Es una de las cámaras más antiguas. Las familias de magos más antiguas guardan sus tesoros en el nivel más bajo, donde las cámaras son más grandes y están mejor protegidas...”
   Permanec´ıan callados en la alacena hecha habitación durante horas cada vez. Lentamente los d´ıas se convirtieron en semanas. Hab´ıa un problema tras otro que resolver, y si eso no era suficiente, su abastecimiento de poción multijugos estaba considerablemente agotada.
   “En realidad sólo hay suficiente para uno de nosotros” dijo Hermione, inclinando la poción espesa como fango contra la luz de la lámpara.
   “Será suficiente” dijo Harry, que estaba examinando el mapa hecho a mano de Griphook de los más profundos caminos.
   Los otros habitantes de la casa de campo no pod´ıan evitar notar que algo estaba pasando, ahora que Harry, Ron y Hermione solo sal´ıan a las horas de las comidas. Nadie hac´ıa preguntas, aunque Harry constantemente sent´ıa en la mesa los ojos de Bill en los tres, pensativo, preocupado.
   Cuanto más tiempo pasaban juntos, más se daba cuenta Harry de que no le gustaba mucho el duende. Griphook era inesperadamente sangriento, se re´ıa de la idea de causar dolor a criaturas menores y parec´ıa agradarle la posibilidad de que tendr´ıan que herir a otros magos para llegar a la cámara de los Lestrange. Harry podr´ıa asegurar que su aversión era compartida por los otros dos, pero no hablaron de ello. Necesitaban a Griphook.
   El duende solo comió el resto de mala gana. Incluso después de que sus piernas estuvieran bien, continuó pidiendo bandejas de comida en su cuarto, como el todav´ıa frágil Ollivander, hasta que Bill (después de un furioso arrebato de Fleur) fue arriba a decirle que la situación no pod´ıa continuar. Después Griphook se les unió a la atestada mesa, aunque rehusó comer la misma comida, insistiendo, en cambio, en pedir trozos de carne cruda, raices, y varios tipo de hongos.
   Harry se sent´ıa responsable: Era, después de todo, él quien hab´ıa insistido en que el CAPÍTULO 25. LA CABA ˜
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   duende deber´ıa permanecer en la casa de campo para que él pudiese interrogarlo; culpa suya que toda la familia Weasley hubiese sido forzada a esconderse, que Bill, Fred, George, y el Sr. Weasley no pudiesen trabajar más.
   “Lo siento” le dijo a Fleur, una tempestuosa tarde de Abril mientras le ayudaba a preparar la cena. “Nunca quise que tuvieras que lidiar con todo esto.”
   Ella acababa de poner algunos cuchillos a trabajar cortando en pedacitos filetes pa-ra Griphook y Bill, que prefer´ıa la carne sangrienta desde que hab´ıa sido atacado por Greyback. Mientras los cuchillos cortaban tras ella, la expresión de su cara se suavizó.
   “Arry, tu zagvazte la vida de mi hegmana, yo no olvido.”
   Eso no era, estrictamente hablando, verdad, pero Harry decidió no recordarle que Gabrielle nunca hab´ıa estado en verdadero peligro.
   “De todaz fogmaz” continuó Fleur, se˜nalando un pote de salsa en el fuego, que comenzó a burbujear inmediatamente “Mg. Oggivandeg ze va donde Mugiel ezta noche.
   Ezo hagá las cosas máz fácilez. El duende’frunció el ce˜no un poco al mencionarlo “puede cambiagse abajo, y tú, Ron, y Dean podéis usag eza habitación.”
   “No nos importa dormir en el salón” dijo Harry, que sab´ıa lo que Griphook pensar´ıa de tener que dormir en el sofá; mantener a Griphook feliz era esencial para sus planes.
   “No te preocupes por nosotros.” Y cuando ella intentó protestar se fué “Estaremos fuera de tus manos pronto, Ron, Hermione y yo. No necesitaremos estar aqu´ı mucho más.”
   “Pero, ¿a qué te gefieres?” dijo ella, frunciendo el ce˜no, su varita apuntando al fondo de la cacerola ahora suspendida en el aire. “Clago que no te debes igte, ¡estas a salvo aqu´ı!” Se pareció más a la Sra. Weasley cuando lo dijo, y agradeció que la puerta trasera se abriese en ese momento. Luna y Dean entraron, con el cabello húmedo por la lluvia de afuera y los brazos llenos de madera que flotaba en el mar.
   “... y peque˜nas orejas” estaba diciendo Luna, “un poco como los hippos, dec´ıa papá, pero morado y peludo. Y si quieres llamarlos, tienes que tararear; prefieren un vals, nada muy rápido...”
   Sintiéndose incómodo, Dean encogió los hombros cuando pasó frente a Harry, siguiendo a Luna a la sala que era comedor y sala de estar donde Ron y Hermione pon´ıan la mesa.
   Aprovechando la oportunidad de escapar de las preguntas de Fleur, Harry agarró dos jarros de jugo de calabaza y los siguió.
   “... y si alguna vez vienes a nuestra casa podré mostrarte el cuerno, papá me escribió sobre eso pero no lo he visto aún, porque los mort´ıfagos me capturaron en el expreso de Hogwarts y no fu´ı a casa en navidad” estaba diciendo Luna, mientras ella y Dean avivaban el fuego.
   “Luna, te lo dijimos” le dijo Hermione “Ese cuerno explotó. Era de un Erumpent, no de un Snorkack de cuerno arrugado...”
   “No, era definitivamente un cuerno de Snorkack,” dijo Luna serenamente, “Papá me lo dijo. Lo habrá reformado ya probablemente, se curan a s´ı mismos, ¿sabes?”
   Hermione sacudió su cabeza y continuó poniendo los tenedores mientras Bill aparec´ıa, conduciendo al Sr. Ollivander por las escaleras. El creador de varitas todav´ıa se ve´ıa excepcionalmente débil, y se aferró al brazo de Bill mientras éste lo sosten´ıa, cargando una gran maleta.
   “Voy a echarle de menos, Sr. Ollivander” dijo Luna, acercándose al viejo hombre...
 
   CAPÍTULO 25. LA CABA ˜
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   “Y yo a t´ı, querida” dijo Ollivander, dándole palmaditas en el hombro. “Fuiste un inexpresable alivio para m´ı en ese terrible lugar.”
   “Entonces, au revoir, Mg. Ollivandeg” dijo Fleur, besándolo en ambas mejillas “Y me pregunto si podr´ıa hacegme el favog de entregag un paquete a Muriel la t´ıa de Bill!... No le he devuelto su tiaga.”
   “Será un honor” dijo Ollivander con una peque˜na reverencia “es lo m´ınimo que puedo hacer en agradecimiento a su generosa hospitalidad.”
   Fleur sacó un gastado malet´ın de terciopelo, el cual abrió para mostrarselo al creador de varitas. La tiara brillaba y centelleaba a la luz de la baja lámpara colgante.
   “Piedras de luna y diamantes” dijo Griphook, que hab´ıa llegado furtivamente al cuarto sin que Harry lo notara. “Hecha por duendes, ¿no?”
   “Y pagada por magos” dijo Bill seriamente, y el duende le lanzó una mirada que era tanto furtiva como desafiante.
   Un viento fuerte golpeó contra las ventanas de la casa mientras Bill y Ollivander ingresaban a la oscuridad. El resto de ellos se puso con dificultad alrededor de la mesa; codo a codo y con apenas suficiente espacio para moverse, comenzaron a comer. El fuego crujió y pasó por la rejilla a su lado. Fleur, notó Harry, simplemente jugaba con su comida; echaba un vistazo a la ventana cada poco minutos; sin embargo, Bill regresó antes que hubiesen terminado su primer plato, con el largo pelo enredado por el viento.
   “Todo esta bien” le dijo a Fleur “Ollivander se instaló, mamá y papá mandan saludos.
   Ginny te env´ıa todo su amor, Fred y George están sacando a Muriel de sus casillas, siguen con su negocio de pedidos mediante búhos en el cuarto trasero. Pienso que la animó tener otra vez su tiara. Dijo que pensaba que se la hab´ıamos robado.”
   “Ah, es charmante (encantadora) tu t´ıa” dijo Fleur irritadamente, agitando su varita y haciendo que los platos sucios se elevaran y formaran un montón en el aire. Los cogió y salió del cuarto.
   “Mi padre esta haciendo una tiara” dijo con voz aguda Luna “Bueno, mas bien una corona, en realidad.”
   Ron miró a Harry y sonrió; Harry supo que se estaba acordando del absurdo tocado que hab´ıan visto en su visita a Xenophilius.
   “S´ı, está tratando de recrear la diadema perdida de Ravenclaw. Cree que ya ha identificado la mayor´ıa de los elementos fundamentales. A˜nadir la alas billywig realmente fue un avance...”
   Se oyó una explosión en la puerta principal. Todo el mundo se giró hacia all´ı. Fleur salió corriendo desde la cocina, mirando aterrorizada; Bill se levantó rápidamente, con su varita apuntando a la puerta; Harry, Ron, y Hermione hicieron lo mismo. Silenciosamente Griphook se deslizó debajo de la mesa, fuera de la vista.
   “¿Quién es?” dijo Bill.
   “Soy yo, ¡Remus John Lupin!” dijo una voz sobre el aullante viento. Harry experimentó un estremecimiento de miedo; ¿que hab´ıa pasado?” Soy un hombre lobo, casado con Nymphadora Tonks, y ustedes, los guardianes secretos de la casa de campo Shell, me dijeron la dirección y me ordenaron venir en caso de emergencia.
   “Lupin” susurró Bill, y corrió a la puerta abriéndola.
   Lupin cayó sobre el umbral. Estaba pálido, abrigado con una capa de viaje, su pelo CAPÍTULO 25. LA CABA ˜
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   grisáceo azotado por el viento. Se enderezó, miró alrededor del cuarto, asegurandose de quien estaba all´ı, luego gritó fuerte, “¡Es un ni˜no! ¡Lo hemos llamado Ted, por el padre de Dora!”
   Hermione chilló.
   “¿Que... Tonks... Tonks tuvo el bebé?”
   “Si, si, ¡tuvo el bebé!” gritó Lupin. Todos alrededor de la mesa gritaron de placer y suspiros de alivio: Hermione y Fleur chillaron, “¡Felicidades!” y Ron dijo, “Dios, un bebé!”
   como si nunca hubiese escuchado eso antes.
   “Si... si... un ni˜no,” dijo Lupin otra vez, que parec´ıa aturdido por su propia felicidad.
   Caminó a zancadas alrededor de la mesa y abrazó a Harry; la escena en el sotano en Grimmauld parec´ıa no haber sucedido nunca.
   “¿Serás su padrino?” dijo mientras miraba a Harry.
   “Y... ¿yo?” tartamudeó Harry.
   “Tu, si, claro... Dora esta de acuerdo, quién mejor...”
   “Yo... si... Dios...”
   Harry se sintió abrumado, atónito, encantado; Bill se apuraba buscando el vino, y Fleur persuad´ıa a Lupin para un´ırseles a tomar un trago.
   “No puedo quedarme más, debo volver,” dijo Lupin, sonriendo radiante entre ellos: Parec´ıa varios a˜nos más joven de lo que Harry nunca lo hab´ıa visto.
   “Gracias, gracias, Bill”
   Bill pronto hab´ıa llenado todas sus copas, se pararon y las levantaron en alto en un brindis.
   “Por Teddy Remus Lupin,” dijo Lupin, “¡un gran mago en camino!”
   “¿Como se le ve?” Fleur preguntó.
   “Creo que como Dora, pero ella piensa que es como yo. Poco pelo. Parec´ıa negro cuando nació, pero juro que cambió a jenjibre una hora después. Probablemente rubio cuando vuelva. Andrómeda dijo que el cabello de Tonks hab´ıa comenzado a cambiar el d´ıa en que nació.” Vació su copa. “Oh, venga entonces, solo una más,” a˜nadió, sonriendo radiente, mientras Bill la llenaba otra vez.
   El viento azotó continuamente la peque˜na casa y el fuego saltó y crujió, y Bill pronto estaba abriendo otra botella de vino. Las noticias de Lupin parec´ıan haberlos hecho salir de s´ı mismos, sacándolos por un rato de su estado de sitio: las noticias de una nueva vida eran estimulantes. Sólo el duende parec´ıa impasible ante la repentina atmósfera festiva, y tras un rato se escabulló de vuelta a la habitación que ahora ocupaba solo. Harry pensó que hab´ıa sido el único que lo hab´ıa notado, hasta que vió los ojos de Bill siguiendo al duende escaleras arriba.
   “No... no... En realidad debo volver,” dijo Lupin al final, declinando otra copa de vino.
   Se levantó y se echó de nuevo la capa de viaje alrededor “Adios, adios...trataré de traer unas fotos en unos d´ıas... estarán todos tan felices de saber que os he visto...”
   Se sujetó la capa y se despidió, abrazando a las mujeres y apretando las manos de los hombres, luego, todav´ıa con una radiante sonrisa, regresó a la salvaje noche.
   “¡Padrino, Harry!” dijo Bill mientras caminaban a la cocina juntos, ayudando a limpiar la mesa. “¡Un verdadero honor! Felicidades!”
 
   CAPÍTULO 25. LA CABA ˜
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   Mientras Harry pon´ıa abajo las copas vac´ıas que estaba trayendo, Bill cerró la puerta detrás de él, acallando las voces aún audibles de los demás, quienes continuaban con la celebración incluso con la ausencia de Lupin.
   “Quer´ıa tener una conversación privada, Harry. No ha sido fácil tener una oportunidad con la casa llena de gente.” dijo Bill indeciso “Harry, estas planeando algo con Griphook.”
   Era una declaración, no una pregunta, y Harry no se molestó en negarlo. Simplemente miró a Bill, esperando.
   “Conozco a los duendes,” dijo Bill. “He trabajado para Gringotts desde que deje Hogwarts. Hasta el punto en que magos y duendes pueden ser amigos, tengo amigos duendes... o, al menos, duendes que conozco bien y me agradan.” Dijo, otra vez indeciso
   “Harry, que quieres de Griphook, y que le prometiste en recompensa.”
   “No puedo decirtelo” dijo Harry “Lo siento, Bill.”
   La puerta de la cocina se abrió detrás de ellos; Fleur estaba tratando de traer más copas vac´ıas.
   “Espera” le dijo Bill “Solo un momento.”
   Ella se volvió y cerró la puerta otra vez.
   “Entonces tengo que decirte esto” continúo Bill “Si has cerrado cualquier clase de negocio con Griphook, y particularmente si ese negocio envuelve un tesoro, debes ser excepcionalmente cuidadoso. Las nociones de los duendes de propiedad, pagos, y reembolso no son las mismas que las humanas.”
   Harry sintió un ligero retorcimiento de disconformidad, como si una peque˜na serpiente se hubiese agitado dentro de él.
   “A qué te refieres?” le preguntó.
   “Estamos hablando de una manera diferente de ser” dijo Bill. “Los negocios entre magos y duendes han estado llenos de problemas durante siglos.. pero sabrás todo eso por la Historia de la Magia. Ha habido faltas de ambos lados, nunca alegar´ıa que los magos han sido inocentes. Sin embargo, hay una creencia entre algunos duendes, y los de Gringotts son quizas más propensos, de que los magos no son fiables en asuntos de oro y tesoros, que no tienen respeto a las posesiones de los duendes.”
   “Yo respeto...” Harry comenzó, pero Bill sacudió su cabeza.
   “Tu no entiendes, Harry, nadie puede entenderlo a menos que hayan vivido con duendes. Para un duende, el leg´ıtimo y verdadero due˜no de cualquier objeto es el creador, no el comprador. Todos los objetos hechos por duendes son, a sus ojos, leg´ıtimamente suyos.”
   “Pero fue comprado...”
   “...entonces ellos lo consideraran alquilado por el que pago. Ellos tienen, sin embargo, serias dificultades en aceptar la idea de objetos hechos por duendes que pasan de mago en mago. Viste la cara de Griphook cuando la tiara pasó bajo sus ojos. Lo desaprueba. Creo que piensa, como los mas violentos de su tipo, que deber´ıan ser devueltas a los duendes una vez que el comprador original muere. Ellos consideran nuestro hábito de quedarnos con objetos hechos por duendes, pasando de mago a mago sin un mayor pago, poco más que un robo.
   Harry tuvo la sensasión de que algo no oportuno acababa de pasar; se preguntó si Bill adivinaba mas de lo que él le estaba diciendo.
   “Todo lo que estoy diciendo,” dijo Bill, poniendo su mano en la puerta que volv´ıa a CAPÍTULO 25. LA CABA ˜
   NA PROTECTORA
   295
   la sala de estar “es que hay que ser muy cuidadoso en lo que le prometes a los duendes, Harry. Ser´ıa menos peligroso entrar ala fuerza en Gringotts que renegar de una promesa a un duende.”
   “Esta bien” dijo Harry mientras Bill abr´ıa la puerta “Gracias. Lo tendré en cuenta.”
   Mientras él continuaba all´ı, Bill volvió con los demás. Un irónico pensamiento vino a él, sin duda del vino que hab´ıa bebido. Parec´ıa ya en proceso de convertirse en un padrino tan imprudente para Teddy Lupin como Sirius Black lo hab´ıa sido para él.
 
   Cap´ıtulo 26
   Gringotts
   Sus planes estaban hechos, los preparativos completos; en el dormitorio mas peque˜no un solo cabello negro, largo y grueso (tomado del jersey que Hermione hab´ıa estado usando en Malfoy Manor) estaba enrollado dentro de un peque˜na ampolleta de cristal sobre la repisa de la chimenea.
   “Y estarás usando su propia varita,” dijo Harry, se˜nalando hacia la varita de nogal,
   “as´ı que considero que resultaras muy convincente.”
   Mientras la levantaba, Hermione parec´ıa asustada como si la varita pudiera picarla o morderla.
   “Odio esta cosa,” dijo en voz baja. “Realmente la odio. Se siente tan mal, no funciona bien para m´ı... Es como un poco de ella.”
   Harry no pod´ıa evitar recordar como Hermione hab´ıa desechado su aversión por la varita de endrino, cuando esta no funciono tan bien como la suya, insistiendo en que se estaba imaginando cosas, diciéndole que simplemente practicara. Opto por no repetirle su propio consejo, de todas formas, la v´ıspera de su intento de asalto a Gringotts parec´ıa el peor momento para contrariarla.
   “Sin embargo, tal vez te ayude a meterte en su personalidad” dijo Ron. “Piensa en todas las cosas que esa varita ha hecho.”
   “¡Pues ese es mi punto!” dijo Hermione. “Esta es la varita que torturo a la madre y al padre de Neville, y ¿quién sabe a cuanta gente más? ¡Esta es la varita que mató a Sirius!”
   Harry no hab´ıa pensado en eso; miro hacia la varita y fue invadido por un impulso brutal de romperla, de partirla por la mitad con la espada de Griffindor, que estaba apoyada contra la pared detrás de el.
   “Extra˜no mi varita,” dijo Hermione miserablemente. “Desear´ıa que el Sr. Ollivander me hubiera hecho otra varita a mi también.”
   Esa ma˜nana el Sr. Ollivander le hab´ıa enviado una nueva varita a Luna. En ese momento ella estaba afuera en el jard´ın trasero, probando sus capacidades bajo el sol del atardecer. Dean, que hab´ıa perdido su varita con los Snatchers, estaba mirándola un tanto melancólico.
   Harry bajo la mirada hacia la varita de espino que alguna vez hab´ıa pertenecido a Draco Malfoy. Se hab´ıa sentido sorprendido, pero satisfecho al descubrir que le funcionaba por lo menos tan bien como lo hab´ıa hecho la de Hermione. Recordando lo que les hab´ıa dicho Ollivander de los funcionamientos secretos de las varitas, Harry creyó que sabia cual era el problema de Hermione. Al no haberla tomado personalmente de Bellatrix, no hab´ıa 296
 
   CAPÍTULO 26. GRINGOTTS
   297
   podido ganarse la lealtad de la varita.
   La puerta de la habitación se abrió y Griphook entro. Por instinto, Harry se estiró para asir la empu˜nadura de la espada y la jalo cerca de él, pero lamento la acción inmediatamente. Podr´ıa asegurar que el gnomo lo hab´ıa notado. Intentando distraer la atención sobre el bochornoso momento, dijo, “Estábamos revisando los detalles de último minuto, Griphook. Le hemos dicho a Bill y Fleur que nos vamos ma˜nana y que no se levanten para vernos partir.”
   Se hab´ıan mantenido firmes sobre este punto porque Hermione necesitar´ıa trasformarse en Bellatrix antes de que se fueran, y cuanto menos supieran o sospecharan Bill y Fleur, acerca de lo que iban a hacer, mejor. También les hab´ıan explicado que no iban a regresar.
   Como hab´ıan perdido la vieja tienda de Perkins la noche que los Snatchers los capturaron, Bill les hab´ıa prestado otra. Estaba ahora empacada dentro del bolso de cuentas, el cual, Harry quedo sorprendido al enterarse, Hermione hab´ıa protegido de los Snatchers con el sencillo y oportuno hecho de esconderlo dentro de su calcet´ın.
   A pesar de que extra˜nar´ıa a Bill, Fleur, Luna y Dean, sin mencionar las comodidades hogare˜nas que hab´ıan disfrutado por las últimas semanas, Harry estaba ansioso de escapar del confinamiento de Shell Cottage. Estaba cansado de tratar de cerciorarse que no eran escuchados por casualidad, cansado de estar encerrado en la peque˜na y oscura habitación. Sobretodo, deseaba librarse de Griphook. Sin embargo, exactamente como y cuando dejar´ıa al gnomo sin devolverle la espada de Griffindor continuaba siendo una pregunta para la cual Harry no tenia respuesta. Hab´ıa sido imposible decidir como iban a hacerlo, porque el gnomo raramente dejaba solos a Harry, Ron y Hermione por más de cinco minutos seguidos. “Podr´ıa darle lecciones a mi madre,” gru˜no Ron,” mientras los largos dedos del gnomo continuaban apareciendo en las orillas de las puertas. Con la advertencia de Bill en mente, Harry no pod´ıa dejar de sospechar que Griphook estaba cuidándose de una posible triqui˜nuela. Hermione desaprobaba tan apasionadamente el en-ga˜no planeado que Harry hab´ıa dejado de intentar recurrir a su inteligencia sobre la mejor forma de hacerlo. Ron, en las raras ocasiones que hab´ıan tenido la oportunidad de robar unos pocos momentos libres de Griphook, hab´ıa salido con nada mejor que: Tendremos que irnos volando, colega.
   Harry durmió mal esa noche. Yaciendo quieto en las primeras horas, pensó de nuevo en la manera en que se hab´ıa sentido la noche anterior a que se hubieran infiltrado en el Ministerio de Magia y recordó haberse sentido decidido, casi excitado. Ahora estaba experimentando sacudidas de ansiedad, dudas persistentes; no pod´ıa sacudirse el miedo de que todo fuera a ir mal. Segu´ıa repitiéndose que su plan era bueno, que Griphook sabia a lo que se estaban enfrentando, que estaban bien preparados para todas las dificultades que podr´ıan encontrarse, aun as´ı se sent´ıa inquieto. Una o dos veces escucho a Ron revolverse y estaba seguro de que también estaba despierto, pero estaban compartiendo la habitación con Dean, por lo que Harry no hablo.
   Fue un alivio cuando llegaron las seis en punto y pudieron escurrirse de sus bolsas de dormir, vestirse en la penumbra, y salir al jard´ın, donde iban a encontrarse con Hermione y Griphook. El amanecer era fr´ıo, pero ahora que estaba llegando Mayo hab´ıa poco viento.
   Harry miro hacia las estrellas que aun brillaban tenuemente en el cielo oscuro y escucho el mar golpeando al avanzar y retirarse contra el acantilado; iba a extra˜nar el sonido.
   Peque˜nos brotes verdes estaban forzando su camino sobre la tierra roja de la tumba de Dobby, dentro de un a˜no el mont´ıculo estar´ıa cubierto de flores. La piedra blanca que ten´ıa grabado el nombre del elfo ya hab´ıa adquirido una apariencia desgastada. Ahora se daba cuenta que dif´ıcilmente podr´ıan haber encontrado un lugar mas hermoso para que CAPÍTULO 26. GRINGOTTS
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   Dobby descansara, pero Harry se lleno de tristeza al pensar en dejarlo atrás. Mirando hacia la tumba, se pregunto de nuevo como hab´ıa sabido el elfo a donde ir a rescatarlos.
   Sus dedos se movieron distra´ıdamente hacia el peque˜no bolso que colgaba de su cuello, a través del cual pod´ıa sentir el fragmento de espejo en el que hab´ıa estado seguro que hab´ıa visto el ojo de Dumbledore. Entonces el ruido de una puerta abriéndose le hizo mirar alrededor.
   Bellatrix Lestrange caminaba a zancadas sobre el césped hacia ellos, acompa˜nada por Griphook. Mientras caminaba iba remetiendo el peque˜no bolso de cuentas en el bolsillo interior del otro juego de antiguas túnicas que hab´ıan tomado de Grimmauld Place. A pesar de que Harry sab´ıa perfectamente bien que era realmente Hermione, no pudo evitar un temblor de repudio. Era más alta que él, el cabello largo y negro le bajaba ondulado por la espalda, sus ojos claramente desde˜nosos al posarse en él; pero entonces hablo, y escucho a Hermione con la voz baja de Bellatrix.
   “¡Ella sabe horrible, peor que gurdirraiz! De acuerdo Ron, acércate para que pueda hacerte...”
   “Bien, pero recuerda que no me gusta la barba muy larga.”
   “Por Dios Santo, esto no se trata de lucir bien.”
   “No es eso, ¡se pone en medio! Pero me gustar´ıa mi nariz una pizca mas corta, trata de hacerla igual que la vez pasada.”
   Hermione suspiro y empezó a trabajar, refunfu˜nando bajo su aliento mientras transfor-maba algunos aspectos de la apariencia de Ron. Iba a recibir una identidad completamente falsa, y confiaban en la malévola aura de Bellatrix para protegerlo. Mientras tanto Harry y Griphook iban a estar ocultos debajo de la capa de invisibilidad.
   “Listo” dijo Hermione, “¿Qué tal se ve, Harry?”
   Era posible distinguir algo de las facciones de Ron bajo el disfraz, pero solo, pensó Harry, debido a que lo conoc´ıa tan bien. El cabello de Ron era ahora largo y ondulado; ten´ıa barba y bigote casta˜nos, ninguna peca, nariz chata y cejas espesas.
   “Bueno, no es mi tipo, pero funcionara,” dijo Harry. “¿Nos vamos entonces?”
   Los tres volvieron la vista hacia Shell Cottage, que lucia oscura y silenciosa bajo las tenues estrellas, después se dieron la vuelta y caminaron hacia el punto, apenas más allá de la pared divisoria, donde el encantamiento Fidelius dejaba de funcionar y podr´ıan desaparecerse.
   Una vez que pasaron la puerta, Griphook hablo. “¿Creo que deber´ıa trepar ahora, Harry Potter?”
   Harry se inclino y el gnomo se trepo en su espalda, con las manos unidas al frente de la garganta de Harry. No era pesado, pero a Harry le desagradaba la sensación del gnomo y la sorprendente fuerza con la que se aferró. Hermione sacó la capa de invisibilidad del bolso de cuentas y la lanzó sobre ambos.
   “Perfecto,” dijo agachándose para revisar los pies de Harry. “No puedo ver nada.
   Vamos.”
   Harry se dio la vuelta sobre el terreno, con Griphook sobre sus hombros, concentrándose con todo su ser en el Caldero Chorreante, la posada que era la entrada al Callejón Diagon. El gnomo se aferró incluso mas fuerte mientras se mov´ıan en la oscuridad opresora, y segundos después los pies de Harry encontraron el pavimento y abrió los ojos en Charing Cross Road. Ajetreados muggles pasaban con la t´ıpica expresión abatida de primera hora CAPÍTULO 26. GRINGOTTS
   299
   de la ma˜nana, bastante inconscientes de la existencia de la peque˜na posada.
   El bar del Caldero Chorreante estaba casi desierto. Tom, el encorvado y desdentado encargado, estaba puliendo vasos de cristal detrás de la barra; un par de brujos que conversaban en murmullos en una esquina lejana echaron un vistazo hacia Hermione y se volvieron de vuelta a las sombras.
   “Madam Lestrange,” murmuro Tom, y cuando Hermione se detuvo brevemente inclino la cabeza servilmente.
   “Buenos D´ıas,” dijo Hermione, y mientras Harry se mov´ıa lentamente a un lado, aun cargando a cuestas a Griphook bajo la capa, vio a Tom parecer sorprendido.
   “Demasiado amable,” susurró Harry al o´ıdo de Hermione mientras sal´ıan de la posada hacia el minúsculo patio trasero. “¡Necesitas tratar a la gente como si fuera basura!”
   “¡Vale, vale!”
   Hermione sacó la varita de Bellatrix y golpeó un ladrillo de la indefinible pared que hab´ıa frente a ellos. Inmediatamente los ladrillos empezaron a dar vueltas y a girar, un agujero apareció en el centro, que creció más y más amplio, formando finalmente una entrada arqueada hacia la calle estrecha adoquinada que era el callejón Diagon.
   Estaba en calma, apenas iba a ser hora de que las tiendas abrieran, y hab´ıa muy pocos compradores. La tortuosa calle adoquinada se ve´ıa muy diferente ahora del ajetreado lugar que Harry hab´ıa visitado antes de su primer a˜no en Hogwarts, tantos a˜nos atrás.
   Aunque, desde su última visita, muchas tiendas hab´ıan sido clausuradas con tablones, también hab´ıan sido creados muchos establecimientos dedicados a las artes oscuras. La propia cara de Harry lo saludo desde los muchos carteles pegados sobre las ventanas, siempre titulados con las palabras INDESEABLE NUMERO UNO.
   Un grupo de gente andrajosa estaba sentada amontonada en los umbrales. Los escucho gimiendo a los pocos transeúntes, suplicando por oro, insistiendo en que ellos eran verdaderos magos. Un hombre ten´ıa un vendaje ensangrentado sobre un ojo.
   Mientras caminaban por la calle, los mendigos vislumbraron a Hermione. Parecieron esfumarse ante ella, cubriendo sus rostros con capuchas y alejándose tan rápido como pod´ıan. Hermione los miro con curiosidad, hasta que el hombre con el vendaje sangriento avanzo, cruzándose en su camino.
   “Mis hijos,” grito, apuntándola. Su voz era mordaz, estridente, sonaba fuera de si.
   “¿Dónde están mis hijos? ¿Qué ha hecho él con ellos? ¡Tú lo sabes, tú lo sabes!”
   “Y... yo realmente...” balbuceo Hermione.
   El hombre se lanzo hacia ella, buscando su garganta. Entonces, con un estallido y una explosión de luz roja fue lanzado de vuela al suelo, inconsciente. Ron estaba parado all´ı, su varita aun a la vista y detrás de la barba se apreciaba su rostro conmocionado.
   Rostros aparecieron en las ventanas en cada lado de la calle, mientras un peque˜no grupo de transeúntes de apariencia próspera recogieron sus túnicas y se separaron en apacibles trotes, apurados por abandonar la escena.
   Su entrada en el Callejón Diagon dif´ıcilmente podr´ıa haber sido más notoria; por un momento Harry se preguntó si tal vez no seria mejor irse ahora y tratar de idear un mejor plan. Sin embargo, antes de que se pudieran mover o consultar uno al otro, escucharon un grito detrás de ellos.
   “¡Pero si es Madam Lestrange!”
 
   CAPÍTULO 26. GRINGOTTS
   300
   Harry giro y Griphook apretó su agarre alrededor del cuello de Harry. Un mago alto y delgado con una espesa corona de cabello gris y una nariz larga y afilada avanzaba a zancadas hacia ellos.
   “Es Travers,” silbo el gnomo al o´ıdo de Harry, pero en ese momento Harry no pod´ıa pensar en quien era Travers. Hermione se hab´ıa enderezado hasta su altura completa y dijo con tanto desprecio como pudo reunir:
   “¿Y que es lo que quieres?”
   Travers detuvo sus andares, claramente ofendido.
   “¡Es otro mortifago!” dijo Griphook en voz baja, y Harry se hizo a un lado para repetir la información en el o´ıdo de Hermione.
   “Intentaba solamente saludarte,” dijo Travers fr´ıamente, “pero si mi presencia no es bienvenida...”
   Ahora Harry reconoció su voz, Travers era uno de los mortifagos que hab´ıan sido convocados a la casa de Xenophilius.
   “No, no, para nada, Travers,” dijo Hermione rápidamente, tratando de cubrir su error.
   “¿Cómo estas?”
   “Bueno, debo confesar que estoy sorprendido de verte afuera y aqu´ı, Bellatrix.”
   “¿En serio? ¿Por qué?” pregunto Hermione.
   “Bueno,” tosió Travers, “escuche que los habitantes de Malfoy Manor estaban confi-nados a la casa, después de... ah... la fuga.”
   Harry rogó para que Hermione pudiera mantener el control. Si eso era cierto y se supon´ıa que Bellatrix no deb´ıa estar fuera en público...
   “El Se˜nor Oscuro perdona a aquellos que lo sirvieron tan fielmente en el pasado,” dijo Hermione en una magnifica imitación de los modales mas despectivos de Bellatrix. “Tal vez tu credibilidad con él no es tan buena como la m´ıa, Travers.”
   Aunque el mortifago parec´ıa ofendido, también parec´ıa menos sospechoso. Miro hacia el hombre al que Ron acababa de aturdir.
   “¿Cómo te ofendió?”
   “No importa, no volverá a hacerlo,” dijo Hermione fr´ıamente.
   “Algunos de estos sin varita pueden ser molestos,” dijo Travers. “Mientras no hagan nada mas que mendigar no tengo objeción, pero uno de ellos realmente me pidió que abogara por su caso ante el Ministro la semana pasada. Soy un brujo, sir, soy un brujo, déjeme probárselo dijo en una representación chillona. Como si yo fuera a darle mi varita?
   ¿Pero la varita de quien” dijo Travers con curiosidad, “estas usando por el momento, Bellatrix... Escuche que la tuya fue...”
   “Tengo mi varita aqu´ı,” dijo Hermione fr´ıamente, sosteniendo en alto la varita de Bellatrix. “No se que rumores has estado escuchando, Travers, pero lamentablemente parece que has sido mal informado.”
   Travers pareció un poco desconcertado con esto, y entonces se volvió hacia Ron.
   “¿Quién es tu amigo? No lo reconozco.”
   “Ese es Dragomir Despard,” dijo Hermione, hab´ıan decidido que un personaje extranjero ficticio era la cobertura más segura para que asumiera Ron . “Habla muy poco CAPÍTULO 26. GRINGOTTS
   301
   Ingles, pero simpatiza con las aspiraciones del Se˜nor Oscuro. Ha viajado hasta aqu´ı desde Transilvania para ver nuestro nuevo régimen.”
   “¿En serio? ¿Cómo estas, Dragomir?”
   “¿U tu?” dijo Ron, extendiéndole la mano.
   Travers extendió dos dedos y tomo la mano de Ron como si tuviera miedo de ensuciarse.
   “Entonces ¿Qué te trae a ti y a tu...ah... amigo simpatizante al Callejón Diagon tan temprano?” pregunto Travers.
   “Necesito visitar Gringotts,” dijo Hermione.
   “Ay, yo también,” dijo Travers. “¡Oro, asqueroso oro! No podemos vivir sin él, si lo confieso, deploro la necesidad de relacionarnos con nuestros amigos de dedos largos.”
   Harry sintió que las manos entrelazadas de Griphook, se estrechaban momentáneamente alrededor de su cuello.
   “¿Vamos?” dijo Travers, haciendo ademanes para que Hermione se adelantara.
   Hermione no tuvo más opción que avanzar junto a él y encaminarse por la calle torcida y adoquinada hacia el lugar donde el edificio, blanco como la nieve, de Gringotts se alzaba por sobre las otras peque˜nas tiendas. Ron avanzó a un lado de ellos y Harry y Griphook los siguieron.
   Un mort´ıfago en guardia era la última cosa que necesitaban y lo peor de todo era que con Travers emparejado al lado de quien el cre´ıa era Bellatrix, no exist´ıa manera de que Harry pudiera comunicarse con Hermione o Ron. Demasiado pronto llegaron al pie de los escalones de mármol que llevaban a las grandes puertas de bronce. Como Griphook ya les hab´ıa advertido, los gnomos en librea que usualmente franqueaban la entrada hab´ıan sido reemplazados por dos magos, los cuales sosten´ıan largas y delgadas varas doradas.
   “¡Ah, Probity Probes,” suspiro Travers teatralmente, “tan crudo... pero tan efectivo!”
   Y subió los escalones, saludando a izquierda y derecha a los magos, que alzaron sus varas doradas y las pasaron arriba y abajo por su cuerpo. Las sondas, sabia Harry, de-tectaban hechizos de ocultamiento y objetos mágicos ocultos. Sabiendo que ten´ıa solo segundos, Harry apunto la varita de Draco hacia cada uno de los guardias y murmuro:
   “Confundo” dos veces. Inadvertido por Travers, que miraba a través de las puertas de bronce hacia el recibidor interno, cada uno de los guardias dio un peque˜no brinco cuando los hechizos los golpearon.
   El largo cabello negro de Hermione ondulo detrás de ella mientras sub´ıa los escalones.
   “Un momento Madam,” dijo el guardia, alzando su sonda.
   “¡Pero si acaba de hacer eso!” dijo Hermione con la voz dominante y arrogante de Bellatrix. Travers volteo, con las cejas alzadas. El guardia estaba confundido. Miro fijamente la sonda dorada y después a su compa˜nero, que dijo con una voz levemente confundida,
   “Si, acabas de revisarlos, Marius.”
   Hermione avanzo, con Ron a su lado, Harry y Griphook trotando invisibles detrás de ellos. Harry echo un vistazo detrás mientras cruzaban el umbral. Ambos magos se estaban rascando la cabeza.
   Dos gnomos estaban parados ante las puertas internas, que estaban hechas de plata y que ten´ıan grabada la poética advertencia de un terrible castigo para potenciales ladrones.
   Harry la miró y le llego un repentino y punzante recuerdo: estar parado en ese mismo punto el d´ıa que cumplió once a˜nos, el mas maravilloso cumplea˜nos de su vida, y Hagrid CAPÍTULO 26. GRINGOTTS
   302
   parado a su lado diciendo: Como te dije, si, hay que estar loco para intentar robar aqu´ı.
   Gringotts hab´ıa parecido un lugar de ensue˜no ese d´ıa, el deposito encantado de un tesoro de oro que nunca hab´ıa sabido que pose´ıa, y ni siquiera por un instante podr´ıa haber so˜nado que volver´ıa para asaltarlo... Pero en segundos estuvieron parados en el extenso vest´ıbulo de mármol del banco.
   El largo mostrador estaba atendido por gnomos sentados en altos taburetes atendiendo a los primeros clientes del d´ıa. Hermione, Ron y Travers se dirigieron hacia un viejo gnomo que estaba examinando una gruesa moneda de oro con una lente. Hermione dejo que Travers se adelantara bajo el pretexto de estar explicando las caracter´ısticas del vest´ıbulo a Ron.
   El gnomo dejo la moneda que estaba sosteniendo a un lado, diciéndole a nadie en particular, “Leprechaun,” y después saludo a Travers, que le pasó una peque˜na llave dorada, que fue examinada y devuelta a él.
   Hermione dio un paso adelante.
   “¡Madame Lestrange!” dijo el gnomo, evidentemente asustado. “¡Vaya! ¿Cómo? ¿como puedo ayudarla?”
   “Quisiera entrar a mi bóveda,” dijo Hermione.
   El viejo gnomo pareció retroceder un poco. Harry echo un vistazo alrededor. No solamente Travers estaba expectante, mirando, sino que otros tantos gnomos hab´ıan levantado la mirada de sus labores para quedarse mirando hacia Hermione.
   “¿Tiene una... identificación?” pregunto el gnomo.
   “¿Identificación? ¡N... nunca me hab´ıan pedido identificación antes!” dijo Hermione.
   “¡Lo saben,” susurro Griphook al o´ıdo de Harry, “deben haber sido advertidos de que podr´ıa haber un impostor!”
   “Con su varita será suficiente, madam,” dijo el gnomo. Extendió una mano levemente temblorosa, con un terrible estallido de entendimiento Harry supo que los gnomos de Gringotts estaban al tanto de que la varita de Bellatrix hab´ıa sido robada.
   “¡Hazlo ahora, hazlo ahora,” susurro Griphook al o´ıdo de Harry, “la maldición Imperius!”
   Harry alzo la varita de espino debajo de la capa, se˜nalando hacia el viejo gnomo, y susurrando, por primera vez en su vida, “¡Imperio! ”
   Una curiosa sensación bajo por el brazo de Harry, sintió como un hormigueo, un ardor que pareció fluir desde su mente, bajo los tendones y venas conectándolo con la varita y la maldición que acababa de ser ejecutada. El gnomo tomo la varita de Bellatrix, la examino detenidamente, y entonces dijo, “¡Ah, usted tiene una varita nueva, Madam Lestrange!”
   “¿Qué?” Dijo Hermione. “No, no, esa es m´ıa...”
   “¿Una nueva varita?” dijo Travers, acercándose al mostrador nuevamente; los gnomos de alrededor segu´ıan observándolos. “Pero ¿Cómo lo conseguisteis, que fabricante de varitas utilizaste?”
   Harry actuó sin pensar. Apuntando su varita a Travers, murmuro, “textit¡Imperio!”
   una vez más.
   “Oh si, ya veo,” dijo Travers, mirando hacia la varita de Bellatrix, “si, muy hermosa, y ¿esta trabajando bien? Siempre he cre´ıdo que las varitas requieren un peque˜no ablande,
   ¿no crees?”
 
   CAPÍTULO 26. GRINGOTTS
   303
   Hermione parec´ıa completamente desconcertada, pero para el enorme alivio de Harry acepto el extra˜no giro de los acontecimientos sin ningún comentario.
   El viejo gnomo detrás del mostrador batió palmas y un joven gnomo se acerco.
   “Necesitare los Clankers,” le dijo al gnomo, que se fue y regreso un momento mas tarde con un bolso de piel que parec´ıa estar lleno de metal entrechocándose, y que entrego a su superior. “¡Bien, bien! Entonces, si gusta seguirme, Madam Lestrange,” dijo el viejo gnomo, bajándose de su taburete y desapareciendo de la vista. “La llevare a su bóveda.”
   Apareció a la vuelta del extremo del mostrador, trotando felizmente hacia ellos, el contenido del bolso de piel aun resonando. Travers estaba ahora parado absolutamente quieto con la boca completamente abierta. Ron estaba llamando la atención hacia este raro fenómeno al quedarse mirando a Travers totalmente confundido.
   “¡Espera...Bogrod!”
   Otro gnomo vino dándole la vuelta al mostrador.
   “Tenemos instrucciones,” dijo con una reverencia hacia Hermione. “Perdóneme, Madam, pero hay instrucciones especiales respecto a la bóveda Lestrange.”
   Le susurro urgentemente al o´ıdo de Bogrod, pero el gnomo que estaba bajo la maldición Imperio lo hizo a un lado.
   “Estoy al tanto de las instrucciones, Madam Lestrange desea visitar su bóveda... Familia muy antigua... viejos clientes.. Por aqu´ı, por favor...”
   Y, aun tintineando, se apresuro hacia una de las muchas puertas que conduc´ıan fuera del vest´ıbulo. Harry miro atrás hacia Travers, que estaba aun paralizado en el sitio luciendo anormalmente ausente, y tomo una decisión. Con un golpe de su varita hizo que Travers los acompa˜nara, caminando mansamente en su avanzar mientras alcanzaban la puerta y pasaban al estrecho pasillo de piedra mas allá, que estaba débilmente iluminado con antorchas.
   “Estamos en problemas, ellos sospechan,” dijo Harry mientras la puerta se cerraba de golpe detrás de ellos y se quitaba la capa de invisibilidad. Griphook salto desde sus hombros, ni Travers ni Bogrod mostraron la mas m´ınima sorpresa por la repentina aparición de Harry Potter entre ellos. “Están bajo la maldición Imperio,” agrego, en respuesta a las preguntas confundidas de Hermione y Ron acerca de Travers y Bogrod, que estaban ahora all´ı parados luciendo perplejos. “No creo haberlo hecho lo suficientemente fuerte, No lo se...”
   Y otro recuerdo atravesó su memoria, sobre la verdadera Bellatrix Lestrange chillándole cuando por primera vez intento usar una maldición imperdonable. ’ ¡Tienes que sentirlas, Potter!’
   “¿Qué hacemos?” pregunto Ron. “¿Nos vamos ahora, cuando aun podemos?”
   “Si es que podemos,” dijo Hermione, mirando detrás hacia la puerta del vest´ıbulo principal, tras la cual quien pod´ıa saber lo que estaba ocurriendo.
   “Hemos llegado hasta aqu´ı, digo que continuemos,” dijo Harry.
   “¡Vale!,” dijo Griphook. “Entonces, necesitamos a Bogrod para controlar el carro, yo ya no tengo la autoridad. Pero no habrá lugar para el mago.”
   Harry apunto su varita hacia Travers.
   “¡Imperio! ”
 
   CAPÍTULO 26. GRINGOTTS
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   El mago se dio la vuelta y camino hacia el oscuro camino con un paso elegante.
   “¿Qué estas obligándolo a hacer?”
   “Esconderse,” dijo Harry mientras apuntaba su varita hacia Bogrod, que silbo y un peque˜no carro apareció, saliendo de la oscuridad, acercándose por los rieles hacia ellos.
   Harry estaba seguro que pod´ıa escuchar gritos detrás de ellos en el vest´ıbulo mientras se sub´ıan, Bogrod al frente con Griphook, Harry, Ron y Hermione apretados en la parte de atrás.
   Con un tirón el carro se puso en marcha, ganando velocidad. Pasaron volando por un lado de Travers, que estaba retorciéndose en una grieta en la pared, entonces el carro empezó a girar y dar vueltas por los pasillos como laberintos, yendo hacia abajo todo el tiempo. Harry no pod´ıa escuchar nada por sobre el traqueteo del carro sobre las v´ıas.
   Su cabello volaba detrás de èl mientras se desviaban entre estalactitas, volando aun mas profundo en la tierra, pero evito echar un vistazo hacia atrás. Tal vez estaban dejando enormes huellas detrás de ellos, entre mas pensaba en ello, mas tonto le parec´ıa haber disfrazado a Hermione como Bellatrix, haber tra´ıdo con ellos la varita de Bellatrix, cuando los mortifagos sab´ıan quien la hab´ıa robado...
   Estaban aun mas profundo de lo que nunca Harry hab´ıa penetrado en Gringotts; tomaron una curva volando y vieron frente a ellos, con segundos para evitarla, una cascada ba˜nando los rieles. Harry escucho a Griphook gritar “¡No!” pero no frenaron. La atravesaron. El agua cubrió los ojos y la boca de Harry. No pod´ıa ver ni respirar. Entonces con un sacudida tremenda, el carro dio un tirón y todos salieron volando de el. Harry escucho al carro romperse en pedazos contra la pared del pasillo, escucho a Hermione chillar algo, y sintió que se deslizaba sobre la tierra como si no pesara nada, aterrizando sin dolor sobre el rocoso piso del pasaje.
   “Hechizo C... Cushioning,” farfulló Hermione, mientras Ron la ayudaba a ponerse de pie, pero para horror de Harry vio que ya no era Bellatrix; en su lugar estaba parada all´ı con la túnica demasiado grande, empapada y siendo completamente ella misma; Ron ten´ıa el cabello rojo de nuevo y no tenia barba.
   “¡La Ca´ıda del Ladrón!” dijo Griphook, poniéndose de pie y viendo hacia atrás hacia el aguacero sobre los rieles, el cual, ahora sab´ıa Harry, hab´ıa sido más que solo agua.
   “¡Se lleva todos los encantamientos, todos los ocultamientos mágicos! ¡Saben que hay impostores en Gringotts, han puesto sus defensas contra nosotros!”
   Harry vio a Hermione revisando para ver si aun ten´ıa el bolso de cuentas, y rápidamente metió la mano bajo la chaqueta pasa asegurarse que no hab´ıa perdido la capa de invisibilidad.
   Después se dio la vuelta para ver a Bogrod sacudir la cabeza con desconcierto. La Ca´ıda del Ladrón parec´ıa haberlo liberado de la maldición Imperio.
   “Lo necesitamos” dijo Griphook, “no podemos entrar a la bóveda sin un gnomo de Gringotts. ¡Y necesitamos los Clankers!”
   “¡Imperio! ” dijo nuevamente Harry, su voz hizo eco por el pasillo de piedra mientras sent´ıa el pesado sentido de control que flu´ıa del cerebro a la varita. Bogrod se sometió una vez mas a su voluntad, su expresión desconcertada cambio a una educada indiferencia, mientras Ron se apresuro a levantar el bolso de piel con las utensilios de metal.
   “¡Harry, creo que puedo escuchar gente acercándose!” dijo Hermione, mientras apuntaba la varita de Bellatrix hacia la cascada y gritaba: “¡Protego! ” Vieron el encantamiento escudo detener el flujo del agua encantada que bajaba por el pasillo.
 
   CAPÍTULO 26. GRINGOTTS
   305
   “Bien pensado” dijo Harry. “Gu´ıanos, Griphook.”
   “¿Cómo vamos a salir de aqu´ı?” pregunto Ron mientras se apresuraban dentro de la oscuridad detrás de gnomo, Bogrod que jadeaba como un perro viejo.
   “Preocupémonos por eso cuando tengamos que hacerlo” dijo Harry. Estaba tratando de escuchar. Pensó que pod´ıa escuchar algo cerca moviéndose alrededor. “¿Griphook, estamos lejos?”
   “No muy lejos, Harry Potter, no muy lejos...”
   Y entonces dieron la vuelta a una esquina y vieron la cosa para la cual Harry se hab´ıa preparado, pero que hizo que todos se detuvieran.
   Un gigantesco dragón estaba atado a la tierra frente a ellos, bloqueando el acceso a cuatro o cinco de las bóvedas mas profundas del lugar. Las escamas de la bestia se hab´ıa vuelto pálidas y quebradizas durante su largo encarcelamiento bajo tierra, sus ojos eran rosa lechoso, ambas piernas traseras ten´ıa pesadas esposas de donde sal´ıan cadenas que estaban soldadas a enormes clavijas enterradas profundamente en el suelo rocoso. Sus enormes alas en pico, estaban plegadas cerca de su cuerpo, de haberlas extendido habr´ıan llenado la cámara, y cuando volvió su horrible cabeza hacia ellos, rugió con un sonido que hizo temblar la roca, abrió su boca y escupió un chorro de fuego que los hizo regresar corriendo hacia el pasillo.
   “Es parcialmente ciego,” jadeo Griphook, “es incluso más salvaje por eso. No obstante, tenemos lo medios para controlarlo. Ha aprendido que esperar cuando los Clankers suenan.
   Dénmelos.”
   Ron le pasó el bolso a Griphook y el gnomo saco cierto número de peque˜nas herramientas de metal que cuando se sacudieron hicieron un largo sonido de repique como el de diminutos martillos contra un yunque. Griphook se los paso a Bogrod que los acepto mansamente.
   “Saben que hay que hacer,” le dijo Griphook a Harry, Ron y Hermione. “Esperará dolor cuando escuche el sonido. Se retirara y Bogrod debe poner su palma contra la puerta de la bóveda.”
   Dieron la vuelta a la esquina de nuevo, sacudiendo los Clankers, y el sonido hizo eco por las paredes rocosas, tan fuertemente magnificado, que el interior del cráneo de Harry pareció vibrar con la cámara. El dragón soltó otro ronco rugido, después se retiró. Harry pod´ıa verlo temblar, y mientras se acercaban mas, pudo ver las cicatrices hechas por salvajes tajos a través de su cara, y dedujo que hab´ıa aprendido a temer a las espadas calientes cuando escuchaba el sonido de los Clankers.
   “¡Hazlo que presione la mano contra la puerta!” urgió Grinhook a Harry, que volvió su varita de nuevo hacia Bogrod. El viejo gnomo obedeció, presionando la palma contra la madera, y la puerta de la bóveda desapareció para revelar la abertura que daba a una cueva abarrotada del piso al techo con monedas de oro y copas, armaduras de plata, pieles de extra˜nas criaturas, algunas con largas espinas dorsales, otras con alas plegadas, pociones en frascos enjoyados, y una calavera que aun llevaba una corona.
   “¡Busquen rápido!” dijo Harry cuando entraron todos corriendo en la bóveda.
   Le hab´ıa descrito la copa de Hufflepuff a Ron y Hermione, pero si era el otro Horrocrux desconocido el que resid´ıa en la bóveda, no tenia idea de cómo seria. No obstante, apenas tuvieron tiempo de echar un vistazo alrededor, antes de que escucharan un ruido amortiguado detrás de ellos. La puerta reapareció, sellándolos dentro de la bóveda, y se sumieron en la oscuridad total.
 
   CAPÍTULO 26. GRINGOTTS
   306
   “¡No importa, Bogrod será capaz de liberarnos!” dijo Griphook cuando Ron dio un grito de sorpresa. “Iluminen con sus varitas, ¿pueden? ¡Y aprisa, tenemos poco tiempo!”
   “¡Lumus! ”
   Harry giro su varita iluminada alrededor de la bóveda. Su luz cayo sobre las gemas que brillaban, vio la falsificación de la espada de Gryffindor descansado en un estante alto entre un revoltijo de cadenas. Ron y Hermione hab´ıan iluminado sus varitas también, y estaban ahora revisando las pilas de objetos que los rodeaban.
   “Harry, ¿Podr´ıa ser es?? ¡Ayyyy!”
   Hermione gritó de dolor, y Harry volvió su varita hacia ella a tiempo para ver una copa enjoyada que ca´ıa de su mano. Pero al caer, se separo, convirtiéndose en una lluvia de copas, de modo que un segundo después, con un gran estruendo, el piso estaba cubierto de copas idénticas rodando en todas direcciones, siendo imposible distinguir la original de todas las demás.
   “Me quemo,” gimió Hermione, chupándose los ampollados dedos.
   “¡Le pusieron maldiciones Germino y Flagrante!” dijo Griphook. “¡Todo lo que toque arderá y se multiplicara, pero las copias no valen nada y si continúan tocando el tesoro eventualmente el peso del oro multiplicado nos aplastara hasta la muerte!”
   “¡Vale, no toquen nada!” dijo Harry desesperadamente, pero mientras lo dec´ıa Ron pateo accidentalmente una de la copas ca´ıdas con el pie, y veinte copas mas explotaron en el lugar mientras Ron saltaba, parte de su zapato empezó a arder al tocar el metal caliente.
   “¡Quédense quietos, no se muevan!” dijo Hermione, agarrando a Ron.
   “¡Solo busquen alrededor!” dijo Harry. “Recuerden la copa es peque˜na y de oro, tiene un tejon grabado, dos manijas, aparte vean si pueden distinguir el s´ımbolo de Ravenclaw en cualquier parte, el águila...”
   Dirigieron sus varitas hacia cada recoveco y grieta, dando vuelta cautelosamente por el lugar. Era imposible no chocar contra algo; Harry envió una gran cascada de Galeones falsos sobre la tierra donde se unieron con las copas, y ahora apenas hab´ıa sitio para poner los pies y el brillante oro ardió caliente, por lo que la bóveda se sent´ıa como un horno. La luz de la varita de Harry pasó por las armaduras y cascos hechos por gnomos puestos en estantes que llegaban hasta el techo; mas y mas alto levanto la luz, hasta que repentinamente encontró un objeto que hizo su corazón saltar y su mano temblar.
   “¡Ah´ı esta, ah´ı arriba!”
   Ron y Hermione apuntaron sus varitas hacia ah´ı también, por lo que la peque˜na copa dorada brilló bajo la luz de tres reflectores, la copa que hab´ıa pertenecido a Helga Hufflepuff y que hab´ıa pasado a posesión de Hepzibah Smith, de quien hab´ıa sido robada por Tom Riddle.
   “¿Y como demonios vamos a llegar hasta allá arriba sin tocar nada?” pregunto Ron.
   “¡Accio copa! ” grito Hermione, que hab´ıa olvidado evidentemente en su desesperación lo que Griphook hab´ıa dicho durante sus sesiones de planeación.
   “¡No sirve, no sirve!” gru˜no el gnomo.
   “¿Entonces que hacemos?” dijo Harry, deslumbrando al gnomo. “Si quieres la espada, Griphook, entonces tendrás que ayudarnos mas... ¡esperen! ¿Puedo tocar las cosas con la espada?” ¡Hermione, pásamela!”
 
   CAPÍTULO 26. GRINGOTTS
   307
   Hermione rebusco dentro de su ropa, saco el bolso de cuentas, rumiando por unos segundos, después saco la espada brillante. Harry la tomo por la empu˜nadura de rub´ıes y toco con la punta de la espada un jarrón de plata, y no se multiplico.
   “¿Si puedo pasar la espada por una de las manijas... pero como voy a llegar hasta allá arriba?
   La repisa en la que la copa reposaba estaba fuera del alcance de cualquiera de ellos, incluso de Ron, que era el mas alto. El calor del tesoro encantado se alzaba en olas, y a Harry le corr´ıa el sudor por la cara y espalda mientras luchaba por pensar en una formar de alcanzar la copa; y entonces escucho el rugido del dragón al otro lado de la puerta de la bóveda, y el sonido metálico haciéndose cada vez más fuerte.
   Estaban realmente atrapados ahora. No hab´ıa otro camino mas que a través de la puerta, y una horda de gnomos parec´ıan estarse aproximando por el otro lado. Harry miro hacia Ron y Hermione y vio terror en sus rostros.
   “Hermione,” dijo Harry, mientras el ruido crec´ıa más, “tengo que alcanzarla, tenemos que librarnos de ella.”
   Ella alzo su varita, la apunto hacia Harry, y susurro, “Levicorpus.”
   Alzado en el aire por su tobillo, Harry golpeó una armadura y las replicas explotaron como si fueran cuerpos calientes, llenando el espacio reducido. Con gritos de dolor, Ron, Hermione y los dos gnomos fueron lanzados a un lado hacia otros objetos, que también empezaron a duplicarse. Medio enterrados en una marea creciente de tesoros rojo candente, lucharon y gritaron mientras Harry alcanzaba la manija de la copa de Hufflepuff, enganchándola con la espada.
   “¡Impervius!,” chillo Hermione en un intento de protegerse a si misma, a Ron y a los dos gnomos del metal ardiendo.
   Entonces el peor grito hasta ahora hizo a Harry mirar hacia abajo. Ron y Hermione estaban enterrados hasta la cintura en el tesoro, luchado para evitar que Bogrod se hun-diera en la marea creciente, pero Griphook se hab´ıa hundido, y nada más que las puntas de unos largos dedos quedaban a la vista.
   Harry alcanzo los dedos de Griphook y tiro. El ampollado gnomo emergió un poco, gritando.
   “¡Liberatocorpus! ” grito Harry, y con un golpe el y Griphook aterrizaron en la superficie del aumentado tesoro y la espada se escapo de la mano de Harry.
   “¡Cogedla!” grito Harry, luchando contra el dolor del metal ardiente contra su piel, mientras Griphook se trepaba sobre sus hombros de nuevo, resuelto a evitar la masa crecida de objetos rojo candente. “¿Dónde esta la espada? ¡Tiene la copa colgando!”
   El estruendo al otro lado de la puerta estaba creciendo ensordecedor... era demasiado tarde.
   “¡All´ı!”
   Era Griphook quien la hab´ıa visto y el que se lanzo a por ella, y en ese instante, Harry supo que el gnomo nunca hab´ıa esperado que cumplieran su palabra. Una mano se sostuvo fuertemente a un mechón de cabello de Harry, para asegurarse de no caerse sobre el mar espeso de ardiente oro, Griphook alcanzo la empu˜nadura de la espada y la alzo fuera del alcance de Harry.
   La peque˜na copa, ensartada por la manija en la hoja de la espada fue arrojada por CAPÍTULO 26. GRINGOTTS
   308
   el aire. Con el gnomo a horcajadas sobre él, Harry se zambullo y la cogió, pod´ıa sentirla escaldando su carne pero no la soltó, ni cuando incontables copas de Hufflepuff estallaron en su pu˜no, cayendo en forma de lluvia sobre él, mientras la entrada de la bóveda se abr´ıa nuevamente, se encontró deslizándose incontrolablemente con una avalancha de oro y plata ardiente, que lo lanzo dando vueltas con Ron y Hermione hacia la cámara exterior.
   Apenas consciente del dolor de las quemaduras que cubr´ıan su cuerpo, y todav´ıa envuelto por el creciente tesoro duplicante. Harry empujo la copa dentro de su bolsillo y se estiro para recuperar la espada, pero Griphook se hab´ıa ido. Deslizándose de los hombros de Harry en el momento que pudo, hab´ıa corrido velozmente para esconderse entre los gnomos cercanos, blandiendo la espada y gritando, “¡Ladrones! ¡Ladrones! ¡Ayuda!
   ¡Ladrones!”
   Desapareció en medio de la muchedumbre que avanzaba, sosteniendo dagas y que lo recibieron sin ninguna duda.
   Deslizándose entre el metal caliente, Harry luchó por ponerse de pie y sabia que la única salida era pasando a través de ellos.
   “¡Stufefy! ” grito, y Ron y Hermione se le unieron, rayos de luz roja volaron hacia la multitud de gnomos, y algunos fueron derrumbados, pero otros avanzaron, y Harry vio a varios guardias magos corriendo doblando la esquina.
   El dragón amarrado soltó un rugido, y un chorro de fuego cayó sobre los gnomos. Los magos huyeron, dando la vuelta, de regreso por donde hab´ıan venido, y la inspiración o la locura, se apoderaron de Harry, que grito: “¡Relashio!”
   Las esposas rotas se abrieron con una sonora explosión.
   “¡Por aqu´ı!” gritó Harry, aun disparando hechizos aturdidores hacia los gnomos que avanzaban, corrió hacia el ciego dragón.
   “Harry? Harry? ¿Qué estas haciendo?” grito Hermione.
   “Levántense, trepen, vamos...”
   El dragón no se hab´ıa dado cuenta de que estaba libre, el pie de Harry encontró el dedo de su pata trasera y se impulso sobre su lomo. Las escamas eran duras como el acero, pero no pareció sentirlo. Estiro un brazo, Hermione se sujeto y trepo; Ron trepo detrás de ellos, y un segundo después el dragón se percato de que no estaba atado.
   Con un rugido se alzo, Harry cayó sobre sus rodillas, sujetándose a las escamas tan fuerte como pudo, mientras desplegaba las alas, derribando a los histéricos gnomos a un lado como pinos de bolos, y se elevó en el aire. Harry, Ron y Hermione, se pegaron a su lomo, rozando el techo mientras se zambull´ıa por la abertura del pasillo, entonces los gnomos acechantes lanzaron las dagas que rebotaron contra sus flancos.
   “¡Nunca podremos salir, es demasiado grande!” grito Hermione, pero el dragón abrió la boca y arrojo fuego de nuevo, haciendo estallar el túnel, cuyos pisos y techos se agrietaron y destrozaron. Con fuerza pura, el dragón rasgo y lucho por abrirse camino. Los ojos de Harry estaban cerrados firmemente contra el calor y el polvo. Ensordecido por el desplome de las rocas y los rugidos del dragón, solo pudo aferrarse a su lomo, esperando salir expulsado en cualquier momento, entonces escucho a Hermione gritando, “¡Defodio! ”
   Estaba ayudando al dragón a hacer más grande el pasaje, rompiendo el techo mientras luchaba por salir hacia el aire fresco, lejos de los histéricos y ruidosos gnomos. Harry y Ron la imitaron, resquebrajando el techo con más hechizos demoledores. Salieron del lago subterráneo, y la gran bestia se arrastro, gru˜no y pareció detectar la sensación de CAPÍTULO 26. GRINGOTTS
   309
   libertad y el espacio abierto delante de él, y detrás de ellos quedaba el pasillo lleno con los escombros que hac´ıa el dragón, con su cola en forma de espiga, dejando grandes montones de roca, gigantescas estalactitas fracturadas y el estruendo de los gnomos parec´ıa estar apagándose, mientras que adelante, el fuego del dragón continuaba abriéndose paso.
   Y finalmente, con la fuerza combinada de sus hechizos y la fuerza bruta del dragón, se abrieron paso fuera del pasillo hacia el vest´ıbulo de mármol. Gnomos y magos chillaron y corrieron a buscar cobijo, y por fin el dragón tuvo espacio para extender sus alas. Dando la vuelta su cabeza con cuernos hacia el aire fresco del exterior que pod´ıa oler mas allá de la puerta, avanzo, y con Harry, Ron y Hermione aun aferrados a su lomo, forzó su paso a través de las puertas de metal, dejándolas colgando de sus bisagras, se tambaleo hacia el callejón Diagon y se lanzo hacia el cielo.
 
   Cap´ıtulo 27
   El Lugar Final para Ocultase
   No hab´ıa forma de dirigirlo, el dragón no pod´ıa ver a donde iba, y Harry sabia que si giraba repentinamente o daba una vuelta en medio del vuelo encontrar´ıan imposible sujetarse a su amplio lomo. Sin embargo, mientras sub´ıan más y más alto, Londres se desplegaba debajo como un mapa en gris y verde. El sentimiento que abrumaba a Harry era de gratitud por una fuga que hab´ıa parecido imposible. Agachándose sobre el cuello de la bestia, se aferró con fuerza a las metálicas escamas, mientras la fresca brisa aliviaba su piel quemada y ampollada, las alas del dragón bat´ıan el aire como las velas de un molino de viento. A su espalda, ya fuera por deleite o miedo, no podr´ıa decirlo, Ron segu´ıa jurando en voz alta y Hermione parec´ıa estar sollozando.
   Después de cinco minutos o as´ı, Harry perdió algo del instantáneo pavor a que el dragón fuera a tirarlos, ya que al parecer este no intentaba más que alejarse tanto como fuera posible de su prisión en el subsuelo, pero la cuestión de cómo y cuando iban a desmontar continuaba resultando aterradora. No tenia idea de cuando tiempo pod´ıan volar los dragones sin tomar tierra, ni como este dragón en particular, que apenas pod´ıa ver, podr´ıa localizar un buen lugar para aterrizar. Miraba alrededor constantemente, imaginándose que pod´ıa sentir su cicatriz hormigueando...
   ¿Cuánto tiempo pasar´ıa antes de que Voldemort se enterara de que hab´ıan irrumpido en la bóveda de Lestranges? ¿Cuánto tardar´ıan los duendes de Gringotts en notificarlo a Bellatrix? ¿Con cuanta rapidez descubrir´ıan qué era lo que se hab´ıan llevado? Entonces, cuándo descubrieran que la copa dorada no estaba... Voldemort sabr´ıa, finalmente, que estaban buscando los Horrocruxes...
   El dragón parec´ıa tener ganas de aire mas fresco y limpio, subió sin parar hasta que estubieron volando entre volutas de nubes fr´ıas, y Harry no pudo seguir observando los puntos de colores, eran coches que flu´ıan hacia dentro y hacia fuera de la capital. Siguieron y siguieron volando sobre la campi˜na dividida en parches de verde y marrón, sobre caminos y r´ıos que serpenteaban a través del paisaje como franjas de cintas mateadas y satinadas.
   “¿Qué crees que está buscando?” chilló Ron mientras segu´ıan volando más y más hacia el norte.
   “Ni idea,” gritó Harry en respuesta. Sus manos estaban entumecidas por el frió pero no hizo ningún intento por soltar su asidero. Llevaba un rato preguntándose que har´ıan si ve´ıan la costa aparecer bajo de ellos, si el dragón se dirigiera hacia mar abierto. Estaba congelado y entumecido, eso sin mencionar que estaba desesperadamente hambriento y sediento. ¿Cuando, se preguntaba, hab´ıa disfrutado la propia bestia de su última comida?
   ¿Seguramente necesitar´ıa alimento pronto? ¿Y si, en ese momento, se diera cuenta de que llevaba a tres humanos muy comestibles sentados en el lomo?
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   CAPÍTULO 27. EL LUGAR FINAL PARA OCULTASE
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   El sol se deslizó mas abajo en el cielo, que estaba volviéndose de color ´ındigo, y el dragón siguió volando, ciudades y pueblos desaparec´ıan de vista bajo de ellos, su enorme sombra se deslizaba sobre la tierra como si fuera una gran nube oscura. Cada parte de Harry se resent´ıa por el esfuerzo que supon´ıa sostenerse sobre el lomo del dragón.
   “¿Es mi imaginación,” gritó Ron después de un considerable rato de silencio, “o estamos perdiendo altura?”
   Harry miro hacia abajo y vio montanas verde profundo y lagos, cobrizos por el atardecer. El paisaje parec´ıa hacerse mas grande y mas detallado mientras miraba por sobre el costado del dragón, y se preguntaba si este hab´ıa adivinado la presencia de agua fresca por los destellos de la luz del sol reflejándose en ella.
   El dragón voló más y más bajo, en grandes c´ırculos en espiral, sobre lo que al parecer era uno de los lagos más peque˜nos.
   “¡Yo digo que saltemos cuando baje lo suficiente!” grito Harry a los otros. “¡Directo al agua antes de que se de cuenta que estamos aqu´ı!”
   Estuvieron de acuerdo, Hermione un poco débilmente, y Harry pod´ıa divisar ahora el amplio vientre amarillo del dragón ondeando en la superficie del agua.
   “¡AHORA!”
   Se deslizo por el costado del dragón y cayó en picado con los pies por delante en la superficie del lago, la ca´ıda fue más grande de lo que hab´ıa estimado y golpeó el agua con fuerza, hundiéndose como una piedra en un mundo helado, verde y lleno de juncos. Pataleó hacia la superficie y emergió, resoplando.Vio enormes ondas emanando en c´ırculos desde los lugares donde Ron y Hermione hab´ıan ca´ıdo. El dragón no parec´ıa haber notado nada. Estaba ya cincuenta pies mas allá, descendiendo en picado sobre el lago para tomar agua por su terror´ıfico morro. Mientras Ron y Hermione emerg´ıan del el fondo del lago jadeando y escupiendo, el dragón remontó el vuelo, batiendo sus alas con fuerza, y aterrizó finalmente en un mont´ıculo distante.
   Harry, Ron y Hermione arremetieron hacia la orilla opuesta. El lago no parec´ıa ser profundo. Pronto fue mas una cuestión de buscar la salida a través de juncos y fango, que de nadar, y finalmente se desplomaron, empapados, resoplando, y exhaustos sobre hierba resbaladiza.
   Hermione se derrumbó, tosiendo y estremeciéndose. Aunque Harry podr´ıa haberse echado felizmente y dormir, se puso en pie tambaleante, saco su varita, y empezó a recitar los hechizos de protección habituales alrededor de los tres.
   Cuando hubo terminado, se unió a los demás. Era la primera vez que pod´ıa verlos bien desde que hab´ıan escapado de la bóveda. Ambos ten´ıan feas quemaduras rojizas por todo el rostro y brazos, y su ropa colgaba hecha tirones. Hac´ıan muecas de dolor mientras se aplicaban suavemente esencia de dictamo en sus muchas heridas. Hermione le pasó a Harry el frasco, después sacó tres botellas de zumo de calabaza, que hab´ıa tra´ıdo de Shell Cottage; y túnicas secas y limpias para los tres. Se cambiaron y después engullir el zumo.
   “Bien, mirándolo por el lado bueno,” dijo Ron finalmente, estando sentado y examinando como la piel de las manos le volv´ıa a crecer, “conseguimos el Horrocrux. Por el malo...”
   “...no tenemos la espada,” dijo Harry apretando los dientes, mientras dejaba caer dictamo a través de un agujero chamuscado en sus vaqueros hasta la fea quemadura debajo.
 
   CAPÍTULO 27. EL LUGAR FINAL PARA OCULTASE
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   “No tenemos la espada,” repitió Ron. “Esa peque˜na rata traicionera...”
   Harry sacó el Horrocrux del bolsillo de la chaqueta empapada que acababa de quitarse y se sentó en la hierba frente a ellos. Destellaba bajo el sol, y atrajo sus miradas mientras beb´ıan a tragos sus botellas de zumo.
   “Al menos no podemos llevarla puesta en esta ocasión, lucir´ıa un poco rara colgando alrededor de nuestros cuellos,” dijo Ron, limpiándose la boca con el dorso de la mano.
   Hermione miró hacia el otro lado del lago, al distante mont´ıculo donde el dragón segu´ıa bebiendo.
   “¿Qué pasara con él, ya sabéis?” preguntó. “¿Estará bien?”
   “Suenas como Hagrid,” dijo Ron, “es un dragón, Hermione, puede cuidar de s´ı mismo.
   Es por nosotros por quien debemos preocuparnos...”
   “¿Qué quieres decir?”
   “Bueno no sé como explicártelo,” dijo Ron, “pero creo que tal vez hayan notado que irrumpimos en Gringotts.”
   Los tres estallaron en carcajadas, y una vez empezaron, fue dif´ıcil parar. A Harry le dol´ıan las costillas, se sent´ıa débil por el hambre, pero se recostó sobre la hierba bajo el cielo rojizo y rió hasta tener la garganta en carne viva.
   “¿Qué vamos a hacer, al respecto?” dijo Hermione finalmente, hipando y retomando la seriedad. “Él lo sabrá, ¿o no? Quien-vosotrros-ya-sabéis sabrá que sabemos lo de sus Horrocruxes.”
   “¡Tal vez tendrán demasiado miedo como para dec´ırselo!” dijo Ron esperanzado, “tal vez lo encubran...”
   El cielo, el olor del agua del lago, el sonido de la voz de Ron se extinguieron. Dolor atravesó la cabeza de Harry como el golpe de una espada. Estaba de pie en una habitación débilmente iluminada, y un semic´ırculo de magos estaba de cara a él, y en el suelo a sus pies estaba arrodillada una peque˜na y temblorosa figura.
   “¿Qué acabas de decirme?” Su voz era fr´ıa y fuerte, pero furia y temor ard´ıan dentro de él. Lo único que hab´ıa temido... pero no pod´ıa ser cierto, no pod´ıa entender cómo...
   El duende estaba temblando, incapaz de encontrar la mirada de los ojos rojos que estaban por encima de los suyos.
   “¡Rep´ıtelo!” murmuró Voldemort. “¡Rep´ıtelo de nuevo!”
   “¡M... mi Se˜nor,” tartamudeó el duende, sus ojos negros muy abiertos de terror, “m...
   mi Se˜nor... t... tratamos de de... detenerlos. Im... impostores, mi Se˜nor irrumpieron...
   irrumpieron dentro de la... dentro de la bóveda de los Lestrages...”
   “¿Impostores? ¿Qué impostores? ¿Cre´ıa que Gringotts ten´ıa formas de descubrir a los impostores? ¿Quiénes eran?”
   “Eran... eran... el ch... chico P... Potter y sus d... dos cómplices...”
   “¿Y se llevaron?” dijo, su voz se elevó, un terrible temor le inundó, “¡Dime! ¿Qué se llevaron?”
   “U... una p... peque˜na c... copa dorada m... mi Se˜nor...”
   Gritó de furia, de negación, le sonó como si hubiera surgido de un extra˜no. Estaba enloquecido, frenético. No pod´ıa ser cierto, era imposible, nadie se hab´ıa enterado. ¿Cómo CAPÍTULO 27. EL LUGAR FINAL PARA OCULTASE
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   era posible que el chico hubiera descubierto su secreto?
   La Varita de Sauco cruzó rotundamente el aire y luz verde estalló por toda la habitación, el arrodillado duende cayó de lado muerto. Los magos que observaban se dispersaron detrás de el, aterrorizados. Bellatrix y Lucius Malfoy aventaron a otros en su carrera hacia la puerta, y una y otra vez su varita ca´ıa y aquellos que quedaron atrás fueron asesinados, todos ellos, por llevarle la noticia, por oir hablar de la copa dorada...
   Solo, en medio de la muerte que hab´ıa dispensado a diestro y siniestro, pasaron ante sus ojos: sus tesoros, sus salvaguardas, sus anclas a la inmortalidad, el diario hab´ıa sido destruido y la copa robada. ¿Y si... y si el chico sab´ıa lo de los demás? ¿Podr´ıa saberlo, habr´ıa hecho ya algo al respecto, habr´ıa encontrado más de ellos? ¿Hab´ıa sido Dumbledore el origen de esto? Dumbledore, que siembre hab´ıa sospechado de él; Dumbledore, muerto a sus órdenes; Dumbledore, cuya varita era suya ahora, que se alzaba más allá de la ignominia de la muerte a través del chico, el chico...
   Pero seguramente si el chico hubiera destruido cualquiera de sus Horrocruxes, él, Lord Voldemort, ¿lo hubiera sabido, lo hubiera sentido? Él, el mago más grandioso de todos, él, el más poderoso, él, el asesino de Dumbledore y de muchos otros de menor val´ıa, hombres sin nombre. ¿Cómo podr´ıa Lord Voldemort no haber sabido, que él, su ser, lo más importante y preciado, hab´ıa sido atacado, mutilado?
   Cierto, no lo hab´ıa sentido cuando el diario hab´ıa sido destruido, pero hab´ıa cre´ıdo que eso se deb´ıa a que no ten´ıa un cuerpo con que sentir, al ser menos que un fantasma... No, seguramente el resto estaba a salvo... Los otros Horrocruxes ten´ıan que estar intactos...
   Pero ten´ıa que saber, ten´ıa que estar seguro... Se paseó por la habitación, apartando de una patada el cadáver del duende al pasar, y las imágenes se desdibujaron y ardieron en su cerebro en ebullición: el lago, la casa y Hogwarts...
   Una pizca de calma enfrió su furia ahora. ¿Cómo podr´ıa el chico averiguar que hab´ıa ocultado el anillo en la casa de los Gaunt? Nadie supo nunca que estuviera relacionado con los Gaunt, hab´ıa ocultado la conexión, los asesinatos nunca hab´ıan sido rastreados hasta él. El anillo, seguramente, estaba a salvo.
   ¿Y cómo podr´ıa el chico, o cualquiera, averiguar lo de la cueva o penetrar su protección?
   La idea del medallón siendo robado era absurda...
   En cuanto al colegio, solo él sab´ıa en donde hab´ıa guardado el Horrocrux de Hogwarts, porque solo él hab´ıa penetrado los secretos más profundos de ese lugar...
   Y todav´ıa quedaba Nagini, quien ahora deb´ıa permanecer cerca, sin ser enviada a cumplir más órdenes, bajo su protección...
   Pero para estar seguro, completamente seguro, deb´ıa regresar a cada uno de sus escondites, deb´ıa redoblar la protección alrededor de cada uno de sus Horrocruxes... Un trabajo, como la búsqueda de la Varita de Sauco, que deb´ıa realizar en solitario...
   ¿Cuál deb´ıa visitar primero, cual estaba en mayor peligro? Una vieja inquietud osciló dentro de él. Dumbledore hab´ıa conocido su segundo nombre... Dumbledore pudo haber hecho la conexión con los Gaunt... La casa abandonada era, tal vez, el menos seguro de sus escondites, era all´ı a donde deb´ıa ir primero...
   El lago, seguramente imposible... pensar que existiera la más leve posibilidad de que Dumbledore hubiera conocido alguna de sus pasadas fechor´ıas, durante su época en el orfanato.
   Y Hogwarts... pero sab´ıa que el Horrocrux estaba seguro. Ser´ıa imposible para Potter CAPÍTULO 27. EL LUGAR FINAL PARA OCULTASE
   314
   entrar a Hogsmeade sin ser detectado, ni que decir al colegio. Sin embargo, ser´ıa prudente alertar a Snape del hecho de que el chico podr´ıa intentar volver a entrar al castillo...
   Contar a Snape por qué el chico podr´ıa desear volver ser´ıa absurdo, por supuesto. Hab´ıa sido una grave equivocación confiar en Bellatrix y Malfoy. ¿No hab´ıan probado con su estupidez y descuido cuan imprudente era siempre confiar?
   Visitar´ıa primero la casa de los Gaunt entonces, y llevar´ıa Nagini con él. No volver´ıa a separarse de la serpiente... avanzó a zancadas por la habitación, a través del vest´ıbulo, y afuera hacia el oscuro jard´ın donde estaba la fuente en funcionamiento. Convocó a la serpiente en lengua parsel y esta se deslizó hasta reunirse con él como una larga sombra...
   Los ojos de Harry se abrieron mientras se empujaba a s´ı mismo de vuelta al presente.
   Estaba acostado en el mont´ıculo del lago bajo el sol, y Ron y Hermione le miraban. A juzgar por sus miradas preocupadas, y por el punzar continuo de su cicatriz, su súbita excursión dentro de la mente de Voldemort no hab´ıa pasado inadvertida. Empezó a ponerse en pie penosamente, temblando, vagamente sorprendido de que siguiera estando mojado, y vio la copa que yac´ıa inocentemente tras él en la hierba, y el lago, azul profundo ba˜nado en dorado por los rayos del sol.
   “Lo sabe.” Su propia voz sonaba extra˜na y débil después de los fuertes gritos de Voldemort. “Lo sabe y va a comprobar donde están los otros, y el ultimo,” ya estaba sobre sus pies, “está en Hogwarts. Lo sab´ıa. Lo sab´ıa.”
   “¿Qué?”
   Ron le miraba fijamente; Hermione se incorporó, con aspecto preocupado.
   “¿Pero que viste? ¿Cómo lo sabes?”
   “Lo vi enterándose de lo de la copa, yo... yo estaba en su cabeza, él esta,” Harry recordó los asesinatos, “seriamente enfadado, y asustado también, no puede entender como lo averiguamos, y ahora va a ir a comprobar que los demás están a salvo, el anillo primero. Cree que el que está en Hogwarts es el que está más seguro, porque Snape esta all´ı, porque será muy dif´ıcil entrar sin ser vistos. Creo que comprobara este el último, pero podr´ıa estar all´ı en cuestión de horas...”
   “¿Viste en que lugar de Hogwarts esta?” preguntó Ron, luchando por ponerse también sobre sus pies.
   “No, estaba concentrado en advertir a Snape, no pensaba donde está exactamente...”
   “¡Esperad, esperad!” gritó Hermione mientras Ron levantaba el Horrocrux y Harry sacaba la Capa de Invisibilidad de nuevo. “No podemos ir sin más, no tenemos un plan, tenemos que...”
   “Tenemos que ponernos en marcha,” dijo Harry firmemente. Hab´ıa esperado poder dormir, lograr meterse en la nueva tienda, pero eso era ahora imposible. “¿Puedes imaginarte lo que va a hacer una vez se de cuenta de que el anillo y el medallón han desaparecido?
   ¿Y si mueve el Horrocrux de Hogwarts, si decide que no está lo suficientemente a salvo?”
   “¿Pero como vamos a entrar?”
   “Iremos a Hogsmeade,” dijo Harry, “e intentaremos idear algo una vez veamos que tal es la protección alrededor del colegio. Métete debajo de la Capa, Hermione, quiero que vayamos juntos esta vez.”
   “Pero no nos cubre bien...”
   “Estará oscuro, nadie notara nuestros pies.”
 
   CAPÍTULO 27. EL LUGAR FINAL PARA OCULTASE
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   El aleteo de unas alas enormes hizo eco a través del agua oscura. El dragón hab´ıa bebido suficiente y hab´ıa alzado el vuelo. Se detuvieron brevemente en sus preparaciones para verlo subir más arriba y más arriba, ahora oscuro contra el cielo que se oscurec´ıa rápidamente, hasta que desapareció sobre una monta˜na cercana. Entonces Hermione avanzó y ocupó su lugar entre los dos chicos. Harry estiró hacia abajo la Capa tanto como pudo, y juntos dieron vuelta sobre el terreno hacia la abrumadora oscuridad.
 
   Cap´ıtulo 28
   El Espejo Perdido
   Los pies de Harry tocaron la carretera. Vio la ansiadamente familiar calle principal de Hogsmeade, las fachadas oscuras de las tiendas, la l´ınea de neblina en las monta˜nas negras tras la aldea, la curva adelante en el camino que conduc´ıa directamente a Hogwarts, y luz que sal´ıa de las ventanas de Las Tres Escobas, y con una sacudida de la cabeza, recordó con exactitud desgarradora, como hab´ıa aterrizado aqu´ı hacia casi un a˜no, sosteniendo a un Dumbledore desesperadamente débil; todo esto en un segundo, durante el aterrizaje... y entonces mientras relajaba su apretón sobre los brazos de Ron y Hermione, sucedió.
   El aire fue rasgado por un grito que sonó igual que el de Voldemort al descubrir que la copa hab´ıa sido robada. Resonó en cada uno de los nervios del cuerpo de Harry, y supo que hab´ıa sido causado por su aparición.
   Mientras miraba hacia los otros bajo de la Capa, la puerta de Las Tres Escobas se abrió de golpe y una docena de mortifagos encapuchados y enmascarados salieron a la calle, con las varitas en alto.
   Harry agarro la mu˜neca de Ron cuando éste alzó su varita. Hab´ıa demasiados para correr. Incluso intentarlo revelar´ıa su posición. Uno de los mortifagos alzó su varita, y el grito se detuvo, haciendo eco a través de las monta˜nas distantes.
   “¡Accio Capa!,” rugió uno de los mortiagos.
   Harry aferró los pliegues, pero la Capa no hizo ningún intento por escapar. El hechizo convocador no hab´ıa funcionado.
   “¿No estas bajo tu envoltorio, entonces, Potter?” grito el mortifago que hab´ıa intentado el encantamiento, y despuéss hacia sus compa˜neros, “Dispersáos ahora. Esta aqu´ı.”
   Seis de los Mortifagos corrieron hacia ellos, Harry, Ron y Hermione retrocedieron tan rápido como fue posible hacia la calle lateral más cercana y los Mortifagos no los encontraron por mil´ımetros. Esperaron en la oscuridad, oyendo los pasos corriendo arriba y abajo, haces de luz de las varitas de los mortifagos que buscaban volaban a lo largo de la calle.
   “¡Vamos sin más!” susurró Hermione. “¡Desaparezcamos ahora!”
   “¡Excelente idea!” dijo Ron, pero antes de que Harry pudiera responder, un mortifago grito, “¡Sabemos que estas aqu´ı, Potter, y no hay salida posible! ¡Te encontraremos!”
   “Estaban preparados para nosotros,” susurro Harry. “Montaron ese hechizo para que les avisara cuando vinieramos. Supongo que han hecho algo para mantenernos aqu´ı, atra-parnos...”
   316
 
   CAPÍTULO 28. EL ESPEJO PERDIDO
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   “¿Y que hay de los dementores?” habló otro Mortifago. “¡Dadles rienda suelta, ellos los encontrarán rapidamente!”
   “El Se˜nor Oscuro no quiere a Potter muerto por ninguna mano que no sea la suya...”
   “¡... los dementores no le matarán! El Se˜nor Oscuro quiere la vida de Potter, no su alma. ¡Será más fácil de matar si ha sido Besado antes!”
   Se produjeron muestras de conformidad. El pavor inundó a Harry, para repeler a los dementores tendr´ıan que hacer Patronus que les descubrir´ıan inmediatamente.
   “¡Vamos a tener que intentar desaparecer, Harry!” susurró Hermione.
   Mientras lo dec´ıa, sintió ese frió antinatural extendiéndose por la calle. La luz fue succionada del ambiente, hasta las estrellas se desvanecieron. En medio de la oscuridad, sintió a Hermione tomar y sujetar su brazo y juntos, se dieron la vuelta en el lugar.
   El aire por el que necesitaban moverse, parec´ıa haberse vuelto solidó. No pod´ıan desaparecerse, los mortifagos hab´ıan realizado bien sus encantamientos. El frió penetrando mas y mas profundamente en la carne de Harry. Ron, Hermione y él retrocedieron hacia atrás por la calle lateral, andando a tientas a lo largo de la pared, intentando no hacer ruido. Entonces, a la vuelta de la esquina, deslizándose silenciosamente, llegaron los dementores, diez o más de ellos, visibles porque eran de una oscuridad más densa que sus alrededores, cubiertos con sus negras capas y con sus manos en descomposición y con pústulas. ¿Pod´ıan detectar miedo en las cercan´ıas? Harry estaba seguro de ello.
   Parec´ıan estar acercándose mas rápido ahora, con esas pesadas y ruidosas respiraciones que detestaba, probando la desesperación en el aire, acercándose...
   Alzó su varita. No pod´ıa, no sufrir´ıa el beso de los dementores, sin importar lo que ocurriera después. Era en Ron y Hermione en lo que pensaba mientras susurraba, “¡Expecto Patronum! ”
   El ciervo plateado surgió de su varita y embistió. Los dementores se dispersaron y se oyó un grito triunfante en alguna parte fuera de vista.
   “¡Es él, allá abajo, allá abajo, he visto su Patronus, era un ciervo!”
   Los dementores se hab´ıan retirado, las estrellas destellaban de nuevo y los pasos de los mortifagos se hac´ıan mas fuertes, pero antes de que Harry en su pánico pudiera decidir que hacer, se oyó un rechinar de goznes cerca, una puerta se abrió en el lado izquierdo de la estrecha calle, y una voz áspera dijo: “¡Potter, aqu´ı adentro, rápido!”
   Obedecieron sin vacilación, los tres se apresuraron a través del umbral abierto.
   “¡Escaleras arriba, dejáos la capa puesta, manteneos en silencio!” murmuró una figura alta, pasando junto a ellos mientras sal´ıa a la calle y cerrando la puerta tras él.
   Harry no hab´ıa tenido ni idea de donde se met´ıan, pero ahora ve´ıa, a la luz temblorosa de una simple vela, reconoció el mugriento suelo recubierto de aserr´ın del bar de la posada La Cabeza de Cerdo. Corrieron detrás de la barra y a través de una segunda puerta, que conduc´ıa a una enga˜nosa escalera de madera, que subieron tan rápido como pudieron.
   Las escaleras daban a una sala de estar con una alfombra ra´ıda y una peque˜na chimenea, sobre la cual colgaba un retrato grande al óleo de una chica rubia que miraba hacia el cuarto con una especie de dulzura ausente.
   Llegaron gritos desde las calles abajo. Aun llevando la Capa de Invisibilidad puesta, se acercaron a la mugrienta ventana y miraron hacia abajo. Su salvador, a quien Harry hab´ıa reconocido como el cantinero de La Cabeza de Cerdo, era la única persona que no vest´ıa una capucha.
 
   CAPÍTULO 28. EL ESPEJO PERDIDO
   318
   “¿Qué?” bramaba hacia una de las caras encapuchadas. “¿Qué? ¡Enviáis dementores a mi calle, yo respondo un Patronus! ¡No permitiré que se acerquen a mi! !Os lo he dicho!
   ¡No lo permitiré!”
   “Ese no era tu Patronus,” dijo un mortifago. “Era un ciervo. ¡Era el de Potter!”
   “¡Ciervo!” gru˜no el cantinero, y saco su varita. “¡Ciervo! Idiota, ¡Expecto Patronum! ”
   Algo enorme y con cuernos salió de la varia. Con la cabeza baja, embistió por High Street, hasta perderse de vista.
   “Eso no es lo que yo vi,” dijo el mortifago, aunque parec´ıa ahora menos seguro.
   “Violaron el toque de queda, ya oiste el ruido,” dijo uno de sus compa˜neros al cantinero.
   “Alguien estaba afuera en la calle contra las regulaciones...”
   “¡Si quiero dejar salir a mi gato, lo haré, y al diablo tu toque de queda!”
   “¿Tu activaste el encantamiento aullido?”
   “¿Y qué si lo hice? ¿Vais a llevarme a Azkaban? ¿Asesinarme por asomar la nariz fuera de mi propia puerta principal? ¡Hacedlo entonces, si queréis! Pero espero por vuestro bien que no hayais presionado vuestrass peque˜nas Marcas Oscuras, convocándolo. No le va a gustar que le hagan venir aqu´ı por mi y mi viejo gato, ¿o si?”
   “¡No te preocupes por nosotros,” dijo uno de los mortifagos, “preocupate por ti mismo,
   ¡violando el toque de queda!”
   “¿Y en donde traficaréis con pociones y venenos cuando mi bar sea clausurado?
   ¿Qué pasara entonces vuestra peque˜na actividad suplementaria?”
   “¿Nos estas amenazando?”
   “Mantengo la boca cerrada, por ven´ır aqu´ı, ¿o no?”
   “¡Sigo diciendo que vi un Patronus con forma de ciervo!” grito el primer mortifago.
   “¿Ciervo?” rugió el cantinero. “¡Es una cabra, idiota!”
   “Vale, cometimos un error,” dijo el segundo mortifago. “¡Viola el toque de queda de nuevo y no seremos tan clementes!”
   Los mortifagos avanzaron a zancadas de vuelta hacia High Street. Hermione gimió de alivio, saliendo de debajo de la capa, y se sentó en una silla de patas bamboleantes. Harry corrió las cortinas y después retiro la capa de Ron y de s´ı mismo. Pod´ıan oir al cantinero abajo, ehando los cerrojos de la puerta del bar, y después subiendo las escaleras.
   La atención de Harry fue capturada por algo que habia en la repisa de la chimenea, un peque˜no espejo rectangular, colocado de pie, justo debajo del retrato de la chica.
   El cantinero entró en el cuarto.
   “Malditos tontos,” dijo bruscamente, mirando de uno a otro. “¿En qué estaban pensando al venir aqu´ı?”
   “¡Gracias!” dijo Harry. “¡No podemos agradecerselo lo suficiente! !Salvo nuestras vidas!”
   El cantinero gru˜nó. Harry se aproximó mirándole a la cara, tratando de ver mas allá del largo, fibroso y canoso pelo de la barba. Llevaba gafas. Tras los sucios cristales, los ojos eran de un azul brillante y penetrante.
   “¡Es su ojo el que he estado viendo en el espejo!”
 
   CAPÍTULO 28. EL ESPEJO PERDIDO
   319
   Se hizo el silencio en la habitación. Harry y el cantinero se miraban uno a otro.
   “¡Usted envió a Dobby!”
   El cantinero asintió y busco al elfo alrededor.
   “Pensé que estar´ıa contigo. ¿Dónde lo dejasteis?”
   “Está muerto,” dijo Harry, “Bellatrix Lestrange lo mató.”
   La cara del cantinero permaneció indiferente. Después de unos momentos dijo,
   “Lamento oirlo. Me gustaba ese elfo.”
   Se dio la vuelta, encendiendo lamparas con golpecitos de su varita, sin mirar a ninguno de ellos.
   “Usted es Aberforth,” dijo Harry a la espalda del hombre.
   Él no lo confirmó ni negó, sino se agachó para encender la chimenea.
   “¿Cómo conseguió esto?” preguntó Harry, caminando hacia el espejo de Sirius, el gemelo del que él hab´ıa roto casi dos a˜nos antes.
   “Se lo compré a Dung hace cosa de un a˜no,” dijo Aberforth. “Albus me dijo lo que era. Intentaba mantener un ojo en ti.”
   Ron jadeó.
   “La cierva plateada,” dijo excitadamente. “¿Fue tambien usted?”
   “¿De que estas hablando?” pregunto Aberforth.
   “¡Alguien nos envio un Patronus en forma de cierva!”
   “Con un cerebro as´ı, podrias ser mortifago, hijo. ¿No acabo de probar que mi Patronus es una cabra?”
   “¡Oh,” dijo Ron, “vale... bueno, tengo hambre!” agregó a la defensiva mientras su estomago soltaba un enorme gru˜nido.
   “Iré a por comida” dijo Aberforth, y salió de la habitación, reapareciendo momentos mas tarde con una hogaza grande de pan, algo de queso, y una jarra de esta˜no con aguamiel, los puso sobre una peque˜na mesa frente al fuego. Hambrientos, comieron y bebieron, y durante un rato solo hubo silencio, excepto por los crujidos del fuego, los golpes de las copas, y el sonido producido al masticar.
   “Bien entonces,” dijo Aberforth cuando hubieron comido su ración y Harry y Ron se sentaron encorvados y somnolientos en sus sillas. “Tenemos que pensar en la mejor forma de sacaros de aqu´ı. No puede ser de noche, ya o´ısteis lo que pasa si alguien se mueve en el exterior en la oscuridad. El encantamiento aullido se activa, saldrán tras vosotros como bowtruckles sobre huevos de doxy. No considero que vaya a ser capaz de hacer pasar un ciervo por una cabra una segunda vez. Esperad a que amanezca cuando el toque de queda termine, entonces os podréis poner vuestra Capa de Invisibilidad de nuevo y salir a pie.
   Salid directamente de Hogsmeade, hacia las monta˜nas, y podréis desaparecer all´ı. Tal vez veais a Hagrid. Se ha estado escondiendo en una cueva allá arriba con Grawp desde que intentaron arrestarlo.”
   “No nos iremos,” dijo Harry. “Tenemos que entrar en Hogwarts.”
   “No seas estúpido, chico,” dijo Aberforth.
   “Tenemos que hacerlo,” dijo Harry.
 
   CAPÍTULO 28. EL ESPEJO PERDIDO
   320
   “Lo que tenéis que hacer,” dijo Aberforth, inclinándose hacia adelante, “es iros tan lejos de aqu´ı como podáis.”
   “No lo entiende. No hay mucho tiempo. Tenemos que conseguir entrar en el Castillo.
   Dumbledore... quiero decir, su hermano, quer´ıa que nosotros...”
   La luz de la chimenea hizo que las mugrientas gafas de Aberforth se volvieron momentáneamente opacas, de un parejo blanco brillante, y que a Harry le recordaron a los ojos ciegos de la ara˜na gigante, Aragog.
   “Mi hermano Albus quer´ıa un montón de cosas,” dijo Aberforth “y la gente tenia el hábito de salir malparada mientras el llevaba a cabo sus grandes planes. Mantente alejado de ese colegio, Potter, y fuera del pa´ıs si puedes. Olvida a mi hermano y sus astutas intrigas. Él se ha ido a donde ya nada de esto puede herirle, y no le debéis nada.”
   “Usted no lo entiende” dijo Harry de nuevo.
   “Oh, ¿no?” dijo Aberforh con calma. “¿Crees que no entend´ıa a mi propio hermano?
   ¿Crees conocer a Albus mejor que yo?”
   “No quer´ıa decir eso” dijo Harry, cuyo cerebro se sent´ıa entumecido por el cansancio y el exceso de comida y vino. “Él... me dejó un trabajo.”
   “¿De veras?” dijo Aberforth. “Un trabajo agradable, espero. ¿Cómodo? ¿Fácil? ¿La clase de cosas que esperar´ıas que un mago ni˜no no cualificado pudiera hacer sin abusar de s´ı mismo?”
   Ron soltó una risa somb´ıa. Hermione parec´ıa cansada.
   “N-no es fácil, no” dijo Harry. “Pero tengo que...”
   “¿Tienes? ¿Por qué? Él está muerto, ¿no?” dijo Aberforth rudamente. “¡Lárgate, chico, antes de que le sigas! ¡Sálvate a ti mismo!”
   “No puedo.”
   “¿Por qué no”
   “Yo...” Harry se sent´ıa superado; no pod´ıa explicarlo, as´ı que tomó la ofensiva en vez de eso. “Pero usted también luchó, estaba en la Orden del Fénix.”
   “Lo estaba” dijo Aberforth. “La Orden del Fénix está acabada. Quien-tú-ya-sabes ha ganado, se acabó, quien pretenda otra cosa se enga˜na a s´ı mismo. Aqu´ı nunca estarás a salvo, Potter, él te tiene muchas ganas. Vete al extranjero, escóndete, sálvate a t´ı mismo. Será mejor que te lleves a estos dos contigo.” Lanzó el pulgar hacia Ron y Hermione. “Estarán en peligro mientras vivan ahora que todo el mundo sabe que han estado ayudándote.”
   “No pudo marcharme” dijo Harry. “Tengo un trabajo...”
   “¡Que lo haga otro!”
   “No puedo. Tengo que ser yo. Dumbledore lo explicó todo...”
   “Oh, ¿lo hizo? ¿Y te lo contó todo, fue honesto contigo?”
   Harry deseó con todo su corazón decir ’Si’, pero de algún modo esa sencilla palabra no llegaba a sus labios. Aberfoth pareció saber lo que estaba pensando.
   “Conoc´ıa a mi hermano, Potter. Aprendió secretismo en el regazo de mi madre. Secretos y mentiras, as´ı es como crecimos, y Albus... estaba en su naturaleza.”
   Los ojos del viejo viajaron hasta la pintura de la chica sobre el chimenea. Era, ahora CAPÍTULO 28. EL ESPEJO PERDIDO
   321
   que Harry se fijaba apropiadamente, la única foto de la habitación. No hab´ıa ninguna foto de Albus Dumbledore, ni de nadie más.
   “Se˜nor Dumbledore,” dijo Hermione bastante t´ımidamente. “¿Es esa su hermana Ariana?”
   “Si” dijo Aberfoth tensamente. “¿Has estado leyendo a Rita Skeeter, verdad, se˜norita?”
   Incluso a la luz pálida del fuego se notó claramente que Hermione se hab´ıa ruborizado.
   “Elphias Doge nos la mencionó,” dijo Harry, intentando cubrir a Hermione.
   “Ese viejo imbécil,” murmuó Aberforth, tomando otro trago de aguamiel. “Cre´ıa que el sol sal´ıa y se pon´ıa a voluntad de mi hermano, desde luego. Bueno, igual que mucha gente, inclu´ıdos vosotros tres por lo que se ve.”
   Harry siguió callado. No quer´ıa expresar la dudas e incertidumbres que le hab´ıan car-comido durante meses. Hab´ıa hecho su elección mientras cavaba la tumba e Dobby, hab´ıa decidido continuar por el sinuoso y peligroso camino se˜nalado por Albus Dumbledore, aceptar que no se le hab´ıa contado todo lo que quer´ıa saber, pero simplemente confiando. No ten´ıa ningún deseo de volver a dudar; no quer´ıa oir nada que pudiera desviarle de su propósito. Encontró la mirada de Aberforth que era tan penetrante como la de su hermano. Los brillantes ojos azules daban la misma impresión, como si estuvieran atravesando con rayos X al objeto de su escrutinio, y Harry creyó que Aberforth sab´ıa lo que estaba pensando y le despreciaba por ello.
   “El Profesor Dumbledore se preocupaba por Harry, much´ısimo” dijo Hermione en voz baja.
   “¿De veras?” dijo Aberforth. “Es curioso como muchas de las personas a las que apreciaba tanto mi hermano han terminado en peor estado que si les hubiera dejado en paz.”
   “¿Qué quiere decir?” preguntó Hermione sin respiración.
   “No importa,” dijo Aberforth.
   “¡Pero eso es algo realmente serio para decir!” dijo Hermione. “¿Está hablando de su hermana?”
   Aberforth la miró fijamente. Sus labios se mov´ıan como si estuviera mordiendo las palabras para contenerlas. Entonces rompió a hablar.
   “Cuando mi hermana ten´ıa seis a˜nos, fue atacada, por tres chicos muggles. La hab´ıan visto hacer magia, espiando a través del seto del jard´ın trasero. Era una ni˜na, no pod´ıa controlarlo, ninguna bruja o mago puede a esa edad. Lo que vieron, les asustó, supongo.
   Se abrieron paso a través del seto, y cuando ella no les mostró el truco, fueron un poco lejos intentando detener lo que la peque˜na mostruito hac´ıa.”
   Los ojos de Hermione estaban enormes a la luz del fuego. Ron parec´ıa ligeramente enfermo.
   Aberforth se puso en pie, tan alto como Albus, y repentinamente terrible en su furia y la intensidad de su dolor.
   “Eso la destruyó, lo que le hicieron. Nunca volvió a estar bien. No utilizaba la magia, pero no pod´ıa librarse de ella; la interiorizó y eso la volvió loca, explotaba cuando ya no pod´ıa controlarla más, y a veces era extra˜na y peligrosa. Pero principalmente era dulce, asustadiza e inofensiva.”
   “Y mi padre fue a por los bastardos que lo hicieron,” dijo Aberfoth, “y les atacó.
 
   CAPÍTULO 28. EL ESPEJO PERDIDO
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   Y le encerraron en Azkaban por ello. Nunca dijo por qué lo hab´ıa hecho, porque si el Ministerio hubiera sabido en qué se hab´ıa convertido Ariana, la habr´ıan encerrado en St Mungo por su bien. La hubieran visto como una seria amenaza contra el Estatuto Internacional de Secreto, desequilibrada como estaba, con la magia explotando de ella por momentos cuando no pod´ıa contenerla más.”
   “Nosotros la mantuvimos a salvo y tranquila. Nos mudamos de casa, pero eso hizo que enfermara, y mi madre se ocupaba de ella, e intentaba manterla tranquila y feliz.”
   “Ella era su favorita,” dijo él, y mientras lo dec´ıa, un escolar desali˜nado pareció surgir a través de mugrienta y enredada barba. “No Albus, que siempre estaba en su dormitorio cuando estaba en casa, leyendo sus libros y contando sus premios, manteniendo correspondencia con ’los más notables nombres mágicos de la actualidad’ ” gru˜nó Aberforth.. “No quer´ıa molestarse con ella. A ella le gustaba más yo. Yo pod´ıa llevarle la comida cuando no pod´ıa mi madre, la calmaba cuando ten´ıa uno de sus ataques de rabia, y cuando estaba tranquila, sol´ıa ayudarme a alimentar a las cabras.”
   “Entonces, cuando ten´ıa catorce a˜nos... Veréis, yo no estaba all´ı” dijo Aberfoth. “Si hubiera estado all´ı, podr´ıa haberla calmado. Tuvo una de sus rabietas, y mi madre ya no era tan joven como antes, y... fue un accidente. Ariana no pudo controlarlo. Pero mi madre murió.”
   Harry sintió una horrible mezcla de pena y repulsión, no quer´ıa o´ır nada más, pero Aberfoth siguió hablando, y Harry se preguntó cuanto hac´ıa que no hablaba de esto; de hecho, si alguna vez hab´ıa hablado de ello.
   “As´ı que eso dio al traste con el viaje de Albus alrededor del mundo con el peque˜no Doge. Los dos volvieron a casa para el funeral de mi madre y después Doge se fue por su cuenta, y Albus se quedó como cabeza de familia. ¡Ja!”
   Aberforth escupió en el fuego.
   “Yo me habr´ıa ocupado de ella, as´ı se lo dije, no me importaba la escuela. Me hubiera quedado en casa y lo hubiera hecho. Él me dijo que ten´ıa que terminar mi educación y que él ocupar´ıa el lugar de mi madre. Un poco bajo para el Se˜nor Brillante, no hab´ıa ningún logro en ocuparse de tu hermana medio loca y evitar que volara la casa un d´ıa si y otro también. Pero lo hizo muy bien durante unas semanas... hasta que llegó él.”
   Y ahora una mirada positivamente peligrosa se arrastró hasta la cara de Aberforth.
   “Grindelwald. Y al fin mi hermano ten´ıa un igual con el que hablar, alguien tan brillante y talentoso como él. Y ocuparse de Ariana pasó a ocupar un lugar secundario, mientras tramaban sus planes para un Nuevo Orden Mágico y buscaban Reliquias, y lo que fuera en lo que estaban interesados. Grandes planes en beneficio de toda la raza mágica, ¿y si se era negligente en el cuidado de una jovencia, que importaba, cuando Albus estaba trabajando por el bien mayor?”
   “Pero después de unas semanas, yo ya hab´ıa tenido suficiente. Casi me hab´ıa llegado el momento de volver a Hogwarts, as´ı se lo dije, a los dos, cara a cara, como os lo estoy diciendo ahora,” y Aberfoth bajó la mirada hasta Harry, y requirió poca imaginación verle como un adolescente, tieso y enfadado, enfrentando a su hermano mayor. “Le dije, será mejor que despiertes ahora. No puedes moverla, no en su estado, no puedes llevártela contigo adonde quiera que estés planeando ir cuando estás haciendo tus astutos discursos, intentando reunir seguidores. No le gustó eso,” dijo Aberforth y sus ojos se opacaron brevemente por la luz del fuego sobre los cristales de las gafas. Se volvió blanco y ciego de nuevo. “A Grindelwald no le gustó en absoluto. Se enfadó. Me dijo que era un estúpido muchachito, intentando interponerme en el camino de mi brillante hermano... ¿Es que yo CAPÍTULO 28. EL ESPEJO PERDIDO
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   no entend´ıa que mi pobre hermana tendr´ıa que permanecer oculta, una vez ellos cambiaran el mundo, y lideraran a los magos abandonando el ocultamiento, y ense˜naran a los muggles cual era su lugar?”
   “Y hubo una discusión... y yo saqué mi varita, y él la suya, y me encontré sufriendo una Maldición Cruciatus a manos del mejor amigo de mi hermano... y Albus estaba intentando detenerle, y entonces los tres nos ensarzamos en un duelo, y los destellos de luces y los ruidos la atrayeron, no pudo quedarse...”
   El color desapareció de la cara de Aberfoth, como si hubiera sufrido una herida mortal.
   “... y creo que quer´ıa ayudar, pero en realidad no sab´ıa qué estaba haciendo, y no sé cual de nosotros lo hizo, pudo haber sido cualquiera... y estaba muerta.”
   Su voz se rompió en la última palabra y se dejó caer en la silla más cercana.
   La cara de Hermione estaba ba˜nada en lágrimas, y Ron estaba casi tan pálido como Aberfoth. Harry no sent´ıa nada más que repulsión. Deseó no haberlo o´ıdo, deseó poder limpiarlo de su mente.
   “Yo... lo.. lo siento mucho,” susuró Hermione.
   “Desaparecida” graznó Aberfoth.. “Desaparecida para siempre.”
   Se limpió la nariz con la manga y se aclaró la garganta.
   “Por supuesto, Grindelwald puso pies en polvorosa. Ya ten´ıa un historial, allá en su pa´ıs, y no quer´ıa que Arianna se sumara a su cuenta también. Y Albus estaba libre,
   ¿verdad? Libre de la carga de su hermana, libre para convertirse en el más grande de los magos de...”
   “Nunca fue libre” dijo Harry.
   “¿Perdón?” dijo Aberforth.
   “Nunca” dijo Harry.. “La noche en que su hermano murió, bebió una poción que le volvió loco. Empezó a gritar, suplicando a alguien que no estaba all´ı... ˜
   No les hagas da˜no,
   por favor... házmelo a m´ı’.”
   Ron y Hermione miraban fijamente a Harry. Nunca hab´ıa entrado en detalles sobre lo que hab´ıa ocurrido en la isla del lago. Los eventos que hab´ıan tenido lugar después de que él y Dumbledore volvieran a Hogwarts lo hab´ıan eclipsado concienzudamente.
   “Creyó estar de vuelta all´ı con usted y con Gridelwald, lo sé” dijo Harry, recordando a Dumbledore susurrando y suplicando. “Creyó estar viendo como Grindelwald les hac´ıa da˜no a usted y a Ariana... Fue una tortura para él. Si le hubiera visto entonces, no dir´ıa que era libre.”
   Aberfoth parec´ıa perdido en la contemplación de sus propias manos nudosas y venosas.
   Después de una larga pausa dijo,
   “¿Cómo puedes estar seguro, Potter, de que mi hermano no estaba más interesado en el bien mayor que en ti? ¿Cómo puedes estar seguro de que no eres prescindible, como mi hermanita?”
   Un afilado trozo de hielo atravesó el corazón de Harry.
   “Yo no lo creo. Dumbledore quer´ıa a Harry,” dijo Hermione.
   “¿Por qué no le dijo que se ocultara entonces?” disparó Aberforth. ¿Por qué no le dijo
   ’Cuida de ti mismo, as´ı es como sobrevivirás’ ?”
 
   CAPÍTULO 28. EL ESPEJO PERDIDO
   324
   “¡Porque,” dijo Harry antes de que Hermione pudiera responder, “algunas veces tienes que pensar en algo más que en tu propia seguridad! ¡Algunas veces tienes que pensan en el bien mayor! ¡Esto es una guerra!”
   “¡Tienes diecisiete a˜nos, chico!”
   “¡Soy mayor de edad, y voy a seguir luchando incluso si usted se ha rendido!”
   “¿Quién dice que me haya rendido?”
   “La Orden del Fénix está acabada,” repitió Harry. “Quien-tu-ya-sabes ha ganado, se acabó, y cualquiera que finja lo contrario se enga˜na a s´ı mismo.”
   “¡No dije que me gustara, pero es la verdad!”
   “No, no lo es” dijo Harry.. “Su hermano sab´ıa cómo terminar con Quien-usted-ya-sabe y me pasó a m´ı el conocimiento. Voy a seguir adelante hasta que tenga éxito... o muera.
   No crea que no sé como podr´ıa terminar esto. Lo sé desde hace a˜nos.”
   Esperó a que Aberfoth se quejara o discutiera, pero no lo hizo. Simplemente se movió.
   “Tenemos que entrar en Hogwarts” dijo de nuevo Harry. “Si no puede ayudarnos, esperaremos hasta que sea de d´ıa, le dejaremos en paz, e intentaremos encontrar una forma de entrar por nuestra cuenta. Si puede ayudarnos... bueno, ser´ıa un gran momento para mencionarlo.”
   Aberforth permaneció pegado a su silla, mirando a Harry a los ojos, con esos ojos que se parec´ıan tan extraordinariamente a los de su hermano. Al fin se aclaró la garganta, se puso en pie, rodeó la mesa, y se aproximó al retrato de Ariana.
   “Ya sabes qué hacer” dijo él.
   Ella sonrió, se giró, y salió, no como hacia normalmente la gente por el costado de sus marcos, sino a lo largo de lo que parec´ıa un largo túnel pintado tras ella. Observaron su pálida figura retraerse hasta que finalmente fue tragada por la oscuridad.
   “Er... ¿qué...?” empezó Ron.
   “Ahora hay solo un camino” dijo Aberforth.. “Debéis saber que todos los pasadizos secretos han sido tapiados por los dos extremos, hay dementores alrededor de los muros exteriores, y patrullas regulares dentro de la escuela por lo que mis fuentes me dicen. El lugar nunca ha estado tan bien guardado. Cómo esperáis hacer algo una vez consigáis entrar, con Snape al cargo y los Carros en sus puestos... bueno, eso es cosa vuestra, ¿no?
   Os digo que os preparéis a morir.”
   “¿Pero qué...?” dijo Hermione, frunciendo el ce˜no a la pintura de Ariana.
   Un diminuto punto blanco reaparec´ıa al final del tunel de la pintura, y ahora Ariana volv´ıa hacia ellos, haciéndose más y más grande mientras llegaba. Pero hab´ıa alguien más con ella ahora, alguien más alto que ella, que avanzaba cogeando, con aspecto excitado.
   Llevaba el pelo más largo de lo que Harry le hab´ıa visto nunca. Estaba pálido y agotado.
   La dos figuras se hicieron más y más grandes, hasta que solo sus cabezas y hombros llenaron el retrato.
   Entonces toda la cosa se separó de la pared como si fuera una peque˜na puerta, y la entrada a un auténtico tunel se reveló. Y de él, con su pelo demasiado largo, la cara cortada, la túnica desgarrada, surgió trepando el auténtico Neville Longbotton, que soltó un rugido de alegr´ıa, saltó de la chimenea y gritó.
   “¡Sab´ıa que volver´ıas! ¡Lo sab´ıa, Harry!”
 
   Cap´ıtulo 29
   La Diadema Perdida
   “Neville, pero que demo” ¿como es que¿‘
   Pero Neville hab´ıa visto a Ron y Hermione, y con gritos de felicidad los estaba abrazando. Mientras más tiempo Harry miraba a Neville, mas se daba cuenta de lo mal que lucia. Uno de sus ojos estaba hinchado, morado, hab´ıa profundas heridas en su cara, y su aspecto general indicaba que hab´ıa sobrevivido por suficiente tiempo. Sin embargo, su semblante brillaba con alegr´ıa, mientras soltaba a Hermione y dec´ıa, “¡sabia que vendr´ıan!
   ¡Siempre se lo repet´ıa a Seamus, era solo cuestión de tiempo¡‘
   “Neville, ¿que te sucedió¿‘
   “¿Que?, ¿Esto?” Neville sacudio la cabeza disminuyendo la importancia de sus heridas.
   ? Esto no es nada, Seamus esta peor. Ya se enteraran. ¿Me acompa˜nan? Oh,” se volteo hacia Aberforth, “Ab, puede ser que vengan mas personas en camino“.
   “¿Unas cuantas mas?” repitió Aberforth siniestramente. “a que te refieres, con unas cuantas mas, Longbottom? ¡Hay toque de queda y un hechizo confundidor en toda la villa¡‘
   “Ya lo se, es por eso que estarán Apareciendo directamente en el bar.,” dijo Neville.
   “Solo mándalos por el pasaje secreto cuando lleguen, ¿esta bien¿‘
   Neville le tendió la mano a Hermione para ayudarla a subir por la chimenea y después dentro del túnel; después fue el turno de Ron, entonces fue el turno de Neville. Harry se dirigió hacia Aberforth. “No se como agradecértelo. Has salvado nuestras vidas dos veces.“
   “Cu´ıdalos mucho a todos“, dijo Aberforth bruscamente. “puede que no los pueda salvar en una tercera ocasión.“
   Harry trepo por la chimenea, y luego se introdujo por el agujero que estaba detrás del cuadro de Ariana. Hab´ıa escalones lisos del otro lado, parec´ıa como si el pasadizo hubiese estado ah´ı por a˜nos. Lámparas de latón colgaban de los muros, y el piso de tierra estaba desgastado, mientras pasaban, sus sombras ondulantes se proyectaban en la pared.
   “¿Por cuanto tiempo ha estado esto aqu´ı?” pregunto Ron mientras andaban. “¿Este camino no aparece en el mapa del Merodeador, o si Harry? Yo cre´ı que solo hab´ıa siete caminos secretos que entraban y sal´ıan de la escuela.“
   “Ellos sellaron todos y cada uno de esos caminos antes de que empezáramos el curso“, dijo Neville. “ya no hay oportunidad de usarlos, no con todos los embrujos en las entradas y los mort´ıfagos y dementores custodiando las salidas.” Neville hab´ıa empezado a caminar 325
 
   CAPÍTULO 29. LA DIADEMA PERDIDA
   326
   hacia atrás, mirando. “nunca creo todas? todas esas cosas. Es cierto que irrumpieron en Gringotts? ¿Que escaparon en un dragón? ¡Esta en todos lados, todo el mundo esta hablando de eso, Terry Boot incluso fue apaleado por Carrow por estar comentándolo en el gran comedor¡‘
   “Bueno, pues todo es verdad,” dijo Harry
   Neville se rió con ganas.
   “¿Que hicieron con el dragón¿‘
   “Lo dejamos libre” dijo Ron, “Hermione quer´ıa conservarlo como mascota“
   No exageres Ron““
   “Y después, ¿que estuvieron haciendo? La gente dec´ıa que estaban escondidos, Harry, pero yo no lo creo, yo creo que estaban haciendo o planeando algo.“
   “Estas en lo correcto Neville,” dijo Harry, “pero cuéntanos sobre Hogwarts, que no sabemos nada de lo que ha ocurrido ah´ı.“
   “Pues ha estado? Bueno, no es como el Hogwarts de antes,” dijo Neville, la sonrisa se desvanec´ıa de su rostro mientras hablaba. “¿Saben algo acerca de los Carrow¿‘
   “¿Esos dos mort´ıfagos que dan clases¿‘
   “Pues ellos hacen algo más que solo ense˜nar,” dijo Neville. “Ellos están a cargo de la disciplina, a ellos le encanta castigar“.
   “¿Como a la vieja Umbrigde¿‘
   “No, ella parece una santa si la comparas con ellos. Se supone que los de más profesores nos deben llevar con los Carrow si hacemos algo indebido. Ellos no lo hacen, si es que pueden evitarlo. Se puede decir que los odiamos tanto como ellos a nosotros.“
   “Amycus, el viejo, el imparte lo que antes conociamos como: Defensa Contra las Artes oscuras, solo que ahora no hace mas que ense˜nar Artes oscuras. Se supone que practique-mos la Maldición Cruciatas en aquellos que están en detención““
   “¡Que¡‘
   Harry, Ron y Hermione corearon y su eco se perdió en el pasadizo.
   “As´ı es” dijo Neville. “As´ı fue como me gane esta” indicando una particularmente gran herida en su mejilla, “Me negué a hacerlo. Sin embargo hay personas a las que les encanta, por ejemplo Crabbe y Goyle. Es la primera vez que sacan buenas calificaciones en una materia.“
   “Alecto, la hermana de Amycus, ense˜na Estudios Muggle, que ahora es una asignatura obligatoria. Nos sentamos y tenemos que escuchar como es que los Muggle, son como animales, estúpidos y sucios, y como es que ellos obligaron a los magos a actuar en su contra, y que ahora el orden natural se ha restablecido. De esa manera me gane esta.”
   Apuntando hacia otra herida en su cara, “Por preguntar cuanta sangre muggle ten´ıan ella y su hermano.“
   “Cielos, Neville,” dijo Ron, “¿Que nadie te dijo que hab´ıa momentos en los que era bueno mantener la boca cerrada¿‘
   “Es que tú nunca la viste,” dijo Neville, Tú tampoco te hubieras podido contener.
   Además mi punto es que simpre en bueno que alguien se oponga a esas ideas. Le da esperanza a todo el mundo. Y me di cuenta de eso cuando tú lo hiciste Harry.“
 
   CAPÍTULO 29. LA DIADEMA PERDIDA
   327
   “Pero ellos te usan como su afilador” dijo Ron, mientras pasaban al lado de una lámpara y la luz resaltaba las heridas de Neville.
   Neville se encogió de hombros.
   “No importa” Ellos no quieren derramar mucha sangre limpia, as´ı que solo nos torturan un poco si hablamos de más. Pero siempre se aseguran de no matarnos.
   Harry no sabia que era peor, las cosas que Neville les estaba contando o el tono en que lo hacia.
   “Las únicas personas que están en verdadero peligro, son huellas cuyos amigos o familiares les dan problemas. Ellos son llevados prisioneros. El viejo Xeno Lovegood estaba escribiendo de mas en El Quibbler, entonces vinieron y se llevaron a Luna del tren, cunando regresábamos de las fiestas Navide˜nas.“
   “Neville, ella se encuentra bien, la mandamos hacia?.“
   “Si, ya lo se, ella se las arreglo para mandarme una mensaje.“
   De su bolsillo saco una moneda dorada, y Harry la reconoció como uno de los falsos galeones que usaba el Ejército de Dumbledore para comunicarse.
   “Estos nos han servido de maravilla“, dijo Neville mirando a Hermione. “Los Carrow se han roto la cabeza tratando de averiguar como es que nos comunicamos. Sol´ıamos salir por la noche y rayar las paredes con cosas como: El Ejército de Dumbledore todav´ıa esta reclutando, eso volv´ıa loco a Snape.“
   “¿Ustedes sol´ıan?” dijo Harry, que se hab´ıa dado cuenta de la forma en lo que Neville lo hab´ıa dicho.
   “Bueno pues con el tiempo se fue complicando” dijo Neville. “perdimos a Luna por la Navidad, y Ginny nunca regreso después de las Pascuas, y pues como nosotros tres eran los lideres. Pues los Carrow no tardaron en darse cuenta de que era yo el que estaba detrás de todo, as´ı que empezaron a hacerme la vida mas dif´ıcil, y entonces Michael Corner fue atrapado mientras trataba de liberar a uno de primer a˜no, lo encadenaron, y lo torturaron, y pues eso asusto a la mayor´ıa.“
   “No estas hablando en serio” murmuro Ron, mientras que el pasadizo empezaba a subir.
   “Pues es que no pod´ıa obligar a los demás después de lo que le hicieron a Michael, as´ı que dejamos de hacer ese tipo de cosas. Pero un seguimos peleando, al menos no tan notoriamente, bueno al menos hasta hace un par de semanas, ya que decidieron que solo hab´ıa una manera de detenerme, y pues, fueron por mi abuela.“
   “¿Ellos hicieron que?” dijeron Harry, Ron y Hermione al mismo tiempo.
   “Pues si” dijo Neville, jadeando un poco, ya que el pasaje se inclinaba mas y mas,
   “Bueno, se pueden dar de cuenta de forma de pensar. Les hab´ıa dado tan buenos resultados, eso de estar raptado ni˜nos para que los familiares se comportasen. Supongo que solo era cuestión de tiempo antes de que optaran por ese plan. La cosa es?” Neville se volteo, y Harry estaba sorprendido de verlo sonre´ır, “Que ellos trataron de morder algo mas grande de lo que pod´ıan tragar. Una peque˜na vieja bruja que viv´ıa sola, seguramente pesaron que no era necesario mandar a alguien poderoso. De todas formas,” Neville se carcajeo,
   “Dawlish esta todav´ıa en St. Mungo y la abuela se dio a la fuga. Ella me mando una carta.” Neville se llevo la mano a la bolsa del pecho en su túnica, “Diciendo que estaba orgullosa de mi, que era el hijo de mis padres y que siguiera as´ı.“
 
   CAPÍTULO 29. LA DIADEMA PERDIDA
   328
   “genial” dijo Ron
   “As´ı es” dijo Neville alegremente. “El único problema fue que, al darse cuenta de que no ten´ıan nada mas para poder controlarme, decidieron que no era bueno que siguiera en Hogwarts, no se si ellos planeaban matarme o mandarme a Azkaban, de cualquier forma, supe que era tiempo de desaparecer.“
   “Pero,” dijo Ron, claramente confundido, “Que no, que no estamos yendo hacia Hogwarts¿‘
   “Claro,” dijo Neville. “Verán, ya llegamos“
   “Ellos giraron en una esquina, y enfrente de ellos se encontraba el final del pasadizo.
   Otra peque˜na serie de escaleras terminaba en una puerta igual a la que se encontraba detrás del cuadro de Ariana. Neville la empujo un poco y trepo por ella. Mientras Harry trepaba oyó o Neville hablar a gente que no pod´ıa ver.
   “¡Mira, nada mas quien es! ¿No te lo hab´ıa dicho¿‘
   “Mientas Harry emerg´ıa en el cuarto se escucharon muchos gritos y exclamaciones.
   “¡HARRY¡‘, ¡es potter!, ¡Es POTTER¡‘, ¡Ron!, ¡Hermione!
   Harry estaba confundido, le resultaba extra˜no el patrón de colores, de las lámparas y las caras. Al siguiente momento, el, Ron y Hermione, fueron abrazados, golpeados afectuosamente en la espalda, jalados del cabello, sus manos fueron saludadas, por lo que parec´ıan ser mas de veinte personas. Parec´ıa como si hubiesen ganado la final del torneo de Quidditch.
   “Esta bien, esta bien, ¡calma todo el mundo!” Neville ordeno, y mientras la multitud se replegaba, Harry tuvo la oportunidad de revisar el lugar donde se encontraban.
   El no pudo reconocerlo del todo. Era enorme y se parec´ıa al interior de una suntuosa casa del árbol o quizás a la cabina de un barco. Hamacas de colores colgaban del techo y del balcón que recorr´ıa las paredes sin ventanas de madera negra, los cuales estaban cubiertos de carteles. Harry pudo ver al león dorado de Gryffindor, que estaba sobre un fondo escarlata, el tejon negro de Hufflepuff, sobre un fondo amarillo, y el águila de bronce perteneciente a Ravenclaw, sobre azul. La combinación plata y verde de Slytherin estaba ausente. Ah´ı hab´ıa libreros repletos, unas cuantas escobas apoyadas contra la pared, y en la esquina, una radio de madera de gran tama˜no.
   “¿Donde estamos¿‘
   En el Cuarto del Requerimiento, ¡por supuesto!” dijo Neville. “Esta más grande, ¿no creen?” Los Carrow estaban detrás de m´ı, y sab´ıa que solo ten´ıa un lugar para esconderme: as´ı que me las arregle para pasar por la puerta y esto fue lo que encontré. Bueno no estaba as´ı cuando llegue por primera vez, era mucho mas peque˜no cuando llegue, solo ten´ıa una hamaca y adornos de Gryffindor. Pero se expandió conforme llegaban mas y mas miembros del ED,“
   “¿Y los Carrow no pueden entrar?” pregunto Harry, mirando hacia la puerta.
   “No” dijo Seamus Finnigan, A quien Harry no hab´ıa reconocido hasta que hablo: La cara de Seamus ten´ıa contusiones y estaba hinchada. “Es el escondite perfecto, mientras uno de nosotros se quede aqu´ı, ellos no nos pueden entrar, ya que la puerta no se abre...
   Y todo gracias a Neville. Este cuarto lo tiene todo. Solo tienes que pedir lo que necesitas, como, no quiero que ninguna persona que apoye a los Carrow entre aqu´ı, y el cuarto lo hace. Solo tienes que estar seguro, y lo hace por ti. La única cosa con la que hay que tener cuidado son las incoherencias. Neville es el jefe CAPÍTULO 29. LA DIADEMA PERDIDA
   329
   “Es demasiado fácil, de verdad” dijo Neville modestamente. “Hab´ıa estado aqu´ı por mas de un d´ıa y medio y me estaba muriendo de hambre, y deseba poder tener algo que comer, y fue cuando el pasadizo a Hogsmeade se abrio, me escabull´ı por el y me encontré con Aberforth.
   El nos ha estado proporcionado comida, por que, por alguna extra˜na razón, esa es la única cosa que el cuarto no puede darte.
   “Pues si, la comida es una de las cinco excepciones a la Ley de Gamp de la Transfiguración Elemental.“, dijo Ron causando el asombro de todos.
   “He estado escondiéndome aqu´ı por casi dos semanas“, dijo Seamus, “Y aparecen mas y mas hamacas conforme las necesitamos, y hasta aparecio un lindo ba˜no para las chicas cuando algunas de ellas empezaron a venir.“
   “Y claro que a ellas les gusta lavarse” a˜nadió Lavender Brown, a quien Harry no hab´ıa reconocido hasta ese punto. Ahora que se fijaba bien, el reconoció a muchas caras familiares. A las gemelas Patil, también Terry Boot, Ernie Macmillan, Anthony Goldstein, y Michael Corner.
   “Por favor dinos que han estado haciendo” dijo Ernie, “Ha habido tantos rumores, hemos tratado de ponernos al tanto con la ayuda del Potterwatch” apunto hacia el radio.
   “De verdad irrumpieron en Gringotts¿‘
   “Si, ellos lo hicieron” dijo Neville. “Y lo del dragón también es cierto“
   Hubo una explosión de aplausos y unos cuantos chillidos; Ron recibió un pu˜netazo.
   “¿Que es lo que estaban buscando?” pregunto Seamus, mostrando impaciencia.
   Antes de que cualquiera pudiera responder a la pregunta, Harry sintió un terrible, abrasador dolor en la cicatriz en forma de relámpago. Mientras le daba la espalda a las curiosas y encantadas caras, el cuarto del requerimiento se desvaneció, y ah´ı estaba, parado en una derruida casucha de piedra, el piso de madera estaba destrozado alrededor de sus pies, una caja dorada vac´ıa semienterrada estaba un lado del agujero, y el grito de Voldemort vibraba dentro de la cabeza de Harry.
   Con un gran esfuerzo Harry se retiro de la mente de Voldemort, de regreso al Cuarto del Requerimiento, el sudor recorr´ıa su frente y Ron lo sosten´ıa.
   “¿Estas bien Harry?” Neville dec´ıa. “¿te quieres sentar? No estas cansado o si“““
   “No” dijo Harry. Volteo hacia Ron y Hermione, tratando de decirles sin palabras que Voldemort acababa de descubrir la perdida de uno de sus Horcruxes. El tiempo se les estaba terminando, si Voldemort, decid´ıa visitar Hogwarts, ellos perder´ıan su única oportunidad.
   “Necesitamos irnos” dijo, y las expresiones que vio en sus rostros le indico que entend´ıan perfectamente.
   “Y entonces ¿que vamos a hacer nosotros, Harry?” pregunto Seamus. “Cual es el plan“
   “¿Plan?” repitió Harry. El estaba haciendo uso de toda su fuerza de voluntad para no caer presa de la rabia de Voldemort. Su cicatriz todav´ıa lo quemaba. “Bueno, hay algo que nosotros Ron, Hermione y yo” Necesitamos hacer, y una vez hecho nos marcharemos de aqu´ı.“
   Nadie estaba riendo o gritando. Neville estaba confundido.
   “Que quieres decir, ¿con nos marcharemos de aqu´ı¿‘
 
   CAPÍTULO 29. LA DIADEMA PERDIDA
   330
   “No hemos venido a quedarnos” dijo Harry, frotándose la cicatriz, tratando de mitigar el dolor. “Hay algo muy importante que tenemos que hacer““
   “¿Que es entonces¿‘
   “No le puedo decir“
   El grupo de muchachos empezó a murmurar, Neville frunció el ce˜no.
   “¿Por que no nos puedes decir? ¿Tiene algo que ver Quien“Tu“Ya“Sabes, verdad?
   “Bueno, pues si“
   “Entonces te ayudaremos“
   Los demás miembros de ejercito de Dumbledore estaba asintiendo, algunos entusiastamente, otros solemnemente. Un par de ellos se levanto de sus asientos para demostrar su determinación.
   “Ustedes no entienden” Parec´ıa que Harry hab´ıa repetido eso muchas veces en las ultimas horas.
   “No? no les podemos decir. Tenemos que hacerlo nosotros solos“
   “¿Porque?” pregunto Neville
   “Por que?” en su desesperación por empezar a buscar el Horcrux faltante, o al menos en tener una conversación mas privada con Hermione y Ron acerca de donde podr´ıan comenzar a buscarlo, Harry encontró muy dif´ıcil ordenar sus ideas. Su cicatriz todav´ıa dol´ıa. “Dumbledore nos dejo el trabajo a nosotros tres“, dijo cuidadosamente, “y no se supone que notros le contemos” quiero decir, quer´ıa que el trabajo fuera hecho tan solo por nosotros“
   “Nosotros somos su ejército” dijo Neville. “El ejercito de Dumbledore. Estuvimos aqu´ı todo este tiempo, mientras ustedes estaban lejos haciendo quien sabe que cosas“
   “Pues lo que hicimos no fue como estar de d´ıa de campo” dijo Ron
   “Nunca dije que lo hubiese sido, pero es que no entiendo por que no pueden confiar en nosotros. Todos los que estamos en este cuarto hemos estado peleando, y todos han sido conducidos aqu´ı por que los Carrow los estaban cazando. Todos los que están aqu´ı han probado ser fieles a Dumbledore, leales a ti.“
   “Mira” Harry comenzó a hablar, sin saber exactamente que es lo que iba a decir, pero no importo. La puerta del túnel se hab´ıa abierto.
   “Recibimos tu mensaje, Neville, ¡Hola a los tres, pensamos que estar´ıan aqu´ı¡‘
   Eran Luna y Dean. Seamus dio un gran grito de felicidad y corrió para abrazar a su mejor amigo.
   “Hola todo el mundo” dijo Luna feliz. “es genial estar de vuelta“
   “Luna” dijo Harry distra´ıdamente, “¿que estas haciendo aqu´ı?, ¿como es que?
   “Yo envié por ella” dijo Neville, mientras sosten´ıa el Galeón falso. “le promet´ı a ella y a Ginny que en caso de que vinieran le har´ıa saber. Todos pensamos que cuando regresaran, significar´ıa revolución. Que derrocar´ıamos a Snape y a los Corrow“
   “Por supuesto que es lo que significa” dijo Luna emocionada. “¿eso es lo que significa verdad Harry? Vamos a luchar y quitarles Hogwarts¿‘
   “Escuchen” dijo Harry en un tono que denotaba cierto pánico, “lo siento, pero no fue a eso a lo que venimos. Hay algo que necesitamos hacer y entonces.“
 
   CAPÍTULO 29. LA DIADEMA PERDIDA
   331
   “¿Nos van a dejar solos con este desastre?” pregunto Michael Cornet.
   “No” dijo Ron. “lo que haremos beneficiara a todos, todo se trata de deshacerse de Ya“Saben“Quien“
   “Entonces déjenos ayudarles” dijo Neville enojado. “¡queremos ser parte de eso¡‘
   Hubo otro ruido detrás de ellos y Harry se volteo. Su corazón estaba a punto de detenerse. “Ginny estaba saliendo del túnel, seguida de cerca por Fred, George y Lee Jordan. Ginny lo miro y lo saludo con una gran sonrisa. Harry hab´ıa olvidado, nunca se hab´ıa dado cuenta de lo hermosa que era, pero lamentaba el momento en lo hab´ıa hecho.
   “Aberforth se esta enojando” dijo fred, levantando su mano para responder a los sollozos de lo alegr´ıa que lo recib´ıan. “ahora quiere una casa nueva, y que su bar se convierta en una estación de trenes“
   Harry abrio la boca. Justo detrás de Lee Jordan venia la que antes fuese su novia, Cho Chang. Ella le sonrió.
   “Tambien recib´ı el mensaje” dijo ella, sosteniendo el galeón falso mientras caminaba y sentaba al lado de Michael Corner.
   “Entonces cual es el plan, Harry?” Dijo George.
   “No hay ningún plan” dijo Harry, todav´ıa desorientad por la repentina aparición de toda esta gente, incapaz de pensar en algo debido al dolor de su cicatriz.
   “¿As´ı que vamos a improvisar, verdad? Eso si que me gusta” dijo Fred.
   “Tienes que detener esto” Harry le dijo a Neville. “¿por los llamaste a todos? Esto es una locura“.
   “Estamos peleando, ¿no es cierto?” dijo DEan, mostrándole su Galeón falso. “el mensaje dec´ıa que Harry hab´ıa regresado, y que ´ıbamos a pelear. Cre´ı que necesitare una varita“
   “¿No tienes una varita?” pregunto seamus.
   Ron se volteo de repente hacia Harry.
   “¿Por que no nos pueden ayudar¿‘
   “¿Que¿‘
   “Ellos nos pueden ayudar” bajo un poco la voz para que nadie pudiera escuchar lo que iba a decir a excepción de Hermione, que estaba parada entre ellos. “no sabemos donde este. Además tenemos que encontrarlo rápido. Y pues no necesitamos decirles que es un Horcrux.“
   Harry volteo de Ron a Hermione, que murmuraba, “creo que Ron esta en lo correcto.
   No sabemos siquiera que es lo que estamos buscando, los necesitamos” y cuando Harry los miro desconfiado. “Harry no tienes que hacer todo solo“
   Harry pensó rápido, su cicatriz todav´ıa lo molestaba, su cabeza lo amenazaba con fracturarse.
   Dumbledore le hab´ıa advertido de decirle a alguien mas de los Horcruxes además de Hermione y Ron. Secretos y mentiras, esa es la forma en la que maduramos, y Albus?el era un?
   ¿Estaba acaso imitando a Dumbledore, manteniendo sus secretos escondidos, temeroso de confiar? Pero Dumbledore hab´ıa confiado en Snape, y ¿a donde lo hab´ıa llevado? A ser CAPÍTULO 29. LA DIADEMA PERDIDA
   332
   asesinado en la cima de la torre mas alta.
   “Esta bien” dijo en voz baja a los otros dos. “muy bien escuchen todos” y todo el cuarto quedo en silencio, fred y George que hab´ıan estando haciendo bromas a los que se encontraban mas cerca de ellos, guardaron silencio, y lo miraron atento y emocionados.
   “Hay algo que necesitamos encontrar” dijo Harry. “Algo, algo que nos ayudara a derrotar de una vez por todas a Ya“Saben“Quien. Esta aqu´ı en Hogwarts, pero no sabemos donde. Es posible que haya pertenecido a Ravenclaw. ¿Alguien ha escuchado sobre un objeto as´ı? ¿Alguien se ha encontrado con algo, como un águila o algo parecido¿‘
   Harry volteo esperanzado hacia el peque˜no grupo de Ravenclaws, a Padma, Michael, Terry, y Cho, pero fue Luna, quien respondió. Yo les conté algo al respecto, ¿recuerdan?
   “la diadema perdida de Ravenclaw. Mi papa ha tratado de reproducirla.
   “Si, pero la diadema perdida” dijo Michael Corner, girando los ojoS, “esta perdida Luna, ese, creo que es el problema“.
   “¿Hace cuanto se perdió?” pregunto Harry
   “Siglos atrás” respondo Cho, y el corazón de Harry dio un vuelco. “el Profesor Flitwick, dice que la diadema se perdió con Ravenclaw. Mucha gente la ha buscado, pero” ella volteo hacia sus compa˜neros Ravenclaws. “nadie, nunca ha encontrado la menor pista acerca de ella, ¿verdad¿‘
   Todos sacudieron la cabeza negativamente.
   “Perdón, ¿pero que es una diadema?” pregunto Ron
   “Es una especie de corona” dijo Terry Boot. “se supone que ten´ıa propiedades mágicas que aumentaba la sabidur´ıa de quien la usara“
   Si, los Wrackspurt Siphons de papa“
   Pero Harry interrumpió a Luna.
   “¿Alguno de ustedes ha visto una cosa parecida¿‘
   Todos sacudieron la cabeza otra vez. Harry volteo hacia Ron y Hermione y su propia disolución se reflejo en sus rostros. Un objeto que hab´ıa estado perdido por tanto tiempo sin dejar huella, no era posible que fuese un buen candidato para contener a un Horcrux.
   Antes de que pudiese formular una nueva pregunta, Cho, hablo de nuevo.
   “Si quieres ver como es una diadema, te puedo llevar a nuestro salón común y en-se˜nártela. La estatua de Ravenclaw esta usando una.“
   La cicatriz de Harry estaba molestándolo de nuevo. Por un momento el Cuarto del Requerimiento, desapareció, y en vez de el vio la tierra que pasaba a gran velocidad debajo de el, mientras sent´ıa el gran peso de una serpiente en los hombros. Voldemort estaba volando de nuevo, aunque no sabia si se dirig´ıa hacia el lago subterráneo o al castillo. De cualquier forma no les queda mucho tiempo.
   “Se esta moviendo” dijo en voz baja a Ron y Hermione. Miro a Cho y de nuevo volteo hacia sus amigos. “escuchen, ya se que no es una gran pista, pero voy ir a ver esa estatua y averiguar como es esa diadema. Espéreme aqu´ı, y mantengan, ya saben a los demás, seguros“.
   “Cho se puso se puso de pie, pero ginny dijo ferozmente. “no, luna acompa˜nara a Harry, ¿no es as´ı luna¿‘
   “Oh si claro, me encantar´ıa” dijo luna felizmente, mientras que Cho se sentaba de CAPÍTULO 29. LA DIADEMA PERDIDA
   333
   nuevo, claramente desilusionada.
   “¿Como salimos de aqu´ı¿‘Harry le pregunto a Neville
   “Neville guió a luna y a Harry a una esquina, donde hab´ıa una peque˜na alacena abierta hacia unos escalones. ” siempre termina en lugares diferentes, as´ı es como hemos impedido que nos atrapen” dijo. “el problema es que, no sabemos exactamente a donde los llevara.
   Harry ten cuidado, siempre patrullan los corredores de noche“.
   “No hay problema” dijo Harry. “no vemos en un ratito.“
   Harry y Luna se apresuraron hacia la escalera, que era muy larga, iluminada por antorchas giraba en los lugares mas inesperados. Al fin parec´ıa que hab´ıan llegado a un muro solidó.
   “Ven Luna, acércate” Harry le dijo a Luna, mientras sacaba la capa de invisibilidad y los cubr´ıa a ambos. Entonces empujo el muro.
   Este se derritió al contacto con su mano y se deslizaron hacia fuera. Harry volteo hacia atrás y vio que el muro se hab´ıa solidificado de nuevo. Estaban arado es en medio de un corredor oscuro. Harry empujo a luna hacia las sombras, saco la bolsita que colgaba de su cuello, y tomo el mapa del Merodeador. Deteniéndolo cerca de su nariz, busco, y al fin encontró los puntitos que representaban tanto a Luna como a el.
   “Estamos en el quinto piso” susurro, mientras miraba que Filtch se alejaba de ellos, un corredor adelante. “vamos, por aqu´ı“
   Empezaron a caminar cuidadosamente.
   Harry hab´ıa deambulado por el castillo muchas veces antes, pero nunca su corazón hab´ıa estado latiendo tan rápido, nunca nada hab´ıa dependido tanto de que se mantuvie-ran alerta y en silencio.
   A través de cuadros iluminados por la luna, armaduras cuyo casco chillaba como respuesta a su pisadas, alrededor de esquinas de las cuales no sab´ıan que los pod´ıa estar esperando. Caminaban Harry y Luna, chocando el mapa del merodeador cuando la luz se lo permit´ıa, dos veces dejaron pasar a un fantasma evitando llamar su atención. Harry esperaba encontrarse con un obstáculo en cualquier momento, su peor temor era Peeves, y el aguzaba los o´ıdos en busca de cualquier indicio que delatara la presencia del poltergesit.
   “por aqu´ı, Harry” respiro Luna, extendiendo la manga y se˜nalando una escalera en espiral.
   Ellos escalaron en apretados, mareantes c´ırculos; Harry nunca hab´ıa estado por aqu´ı.
   Al fin llegaron a una puerta. No hab´ıa cerradura y sin cerradura, nada sino una simple puerta de madera vieja, y un picaporte de bronce con la forma de un águila.
   Luna extendió una mano pálida, que daba una sensación extra˜na mientras flotaba en el aire, sin al parecer estar conectada a algún cuerpo o brazo. De repente el pico del águila se abrio, pero en vez de que se escuchara el canto de un ave, una melodiosa y suave voz pregunto, “¿Que es primero, el fénix o la flama¿‘
   “Hmmmm? que piensas que sea Harry?” dijo luna, pensativa.
   “¿Que?, ¿Que no hay contrase˜na¿‘
   “Oh, no, tienes que contestar la pregunta“, dijo Luna
   “¿Que pasa si me equivoco¿‘
   “Bueno, pues tendrás que esperar a alguien que sepa la respuesta“, dijo Luna. “en esa CAPÍTULO 29. LA DIADEMA PERDIDA
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   forma es seguro que aprendas“.
   “Si?El problema es que, de verdad no podemos esperar a que alguien venga, luna.“
   “No, ya ve a que te refieres” dijo luna seriamente. “bueno entonces, creo que la respuesta es que un c´ırculo no tiene principio.“
   “Bien razonado” dijo la voz, y las puerta de abrió.
   El salón común de Ravenclaw era circular, el más grande y ancho que cualquiera en el Harry hubiese estado antes. Ventanas graciosamente arqueadas adornaban los muros, sus paredes estaban cubiertas por mantas azul y bronce. De d´ıa, los Ravenclaws deber´ıan de disfrutar de una hermosa vista de las monta˜nas. El techo en cúpula estaba adornado con estrellas pintadas, al igual que la alfombra de color azul media noche. Hab´ıa mesas, sillas y libreros, y en un nicho opuesto a la puerta estaba la alta estatua hecha de mármol blanco.
   Harry reconoció a Rowena Ravenclaw gracias al busto que hab´ıa visto en casa de Luna.
   La estatua estaba a un lado de la puerta, sospecho Harry conduc´ıa hacia los dormitorios en el piso de arriba. El se dirigió directamente hacia la mujer de mármol, y parec´ıa que ella lo miraba de vuelta con una sonrisa inquisidora, hermosa y a la vez intimidante. Un frágil adorno, parecido a un anillo hab´ıa sido reproducido en mármol sobre su cabeza. No era tan distinta a la que Fleur hab´ıa usado el d´ıa de su boda. En ella hab´ıa peque˜nas letras escritas. Harry se quito un poco de la capa y se apoyo en el pedestal de la estatua para poder leerlas
   “El ingenio inmensurable, es el tesoro humano más grande“
   “Lo que te hace a ti una persona muy pobre” dijo una voz cacareante.
   Harry volteo en todas direcciones, bajado del escalón y cayendo al suelo. La figura de hombros caidos perteneciente a Alecto Carrow, estaba parada enfrente de el, y aunque Harry hab´ıa levantado su varita, ella ya habia presionado con su rechoncho dedo medio la marca del cráneo y la serpiente que tenia tatuada en el antebrazo.
 
   Cap´ıtulo 30
   El Despido de Severus Snape
   En el momento que sus dedos tocaron la Marca, la cicatriz de Harry ardia salvajemente, el cuarto estrellado se desvaneció, y el estaba parado en una roca debajo de un acantilado, y el mar arrastrandose alrededor de él y sentia triunfo en su corazon?Ellos tienen al muchacho.
   Una gran explosion devolvio a Harry a donde estaba. Desorientado, el alzó su varita, pero la bruja en frente suyo ya estaba callendo hacia adelante; ella golpeó el piso tan fuertemente que el vidrio en las estanterias tintineó.
   ?Yo nuna he Aturdido a nadie excepto en nuestras clases de E.D.? d´ıjo Luna con un tono un poco interesado, ? Eso fue mas ruidoso de lo que pensé que iba a ser.
   Y dicho y hecho, el techo hab´ıa empezado a temblar. Corriendo rapidamente, pasos resonantes empezaban a oirse mas fuertemente detras de la puerta que llevaba hacia los dormitorios. El hechizo de Luna hab´ıa despertado a los Ravenclaw que dorm´ıan arriba.
   ?¿Luna, donde estas? ¡Necesito meterme debajo de la capa!.
   Los pies de luna aparecieron de la nada, el corrió hacia su lado y ella dejó que la capa callera sobre ellos mientras la puerta se abria y una multitud de Ravenclaws, todos en su ropa de dormir, inundaron la Sala Común. Hab´ıan gritos y llantos de asombro mientras veian a Alecto tirada ah´ı inconciente. Lentamente se agruparon al rededor de ella, una bestia salvaje que podria despertarse en cualquier momento y atacarlos. Luego, un peque˜no valiente de primer a˜no se apresuró hacia ella y le pinchó la espalda con su dedo gordo del pie.
   ?¡Creo que está muerta!? Gritó con alegr´ıa. ?Oh, mira,? Susurró Luna alegremente, mientras los de Ravenclaw se agrupaban alrededor de Alecto. ?¡Ellos estan complacidos!
   ?Si... grandioso...
   Harry cerró sus ojos, y mientras su cicatriz palpitaba decidió hundirse otra vez en la mente de Voldemort... El se estaba moviendo atravez del tunel de la primera cueva...
   El hab´ıa decidido asegurarse del medallón antes de venir...pero eso no le tomaria mucho tiempo...
   Un golpe sonó en la puerta de la sala común y todos lo de Ravenclaw quedaron congelados. Desde el otro lado, Harry oyó la voz suave y musical del que era el águila tocadora de puertas. ?¿A dónde van los objetos desvanecidos?
   ?Yo no sé, ¿o si? ¡Callate!? gru˜nó una voz grosera que Harry sab´ıa era del hermano Carrow, Amycus, ?¿Alecto? ¿Alecto? ¿Estas ah´ı? ¿Lo tienes? ¡Abre la puerta!
   Los de Ravenclaw estaban susurrando entre ellos, aterrorardos. Entonces, sin aviso, 335
 
   CAPÍTULO 30. EL DESPIDO DE SEVERUS SNAPE
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   empezaron una serie de fuertes estallidos, como si alguien estubiera disparando una pis-tola hacia la puerta. ?¡Alecto! Si él viene, y no tenemos a Potter?¿Quieres ir al mismo lugar de los Malfoys? ¡CONTESTAME!? Amycus gritó, agitando la puerta con toda su fuerza, pero igual no abrió. Todos los de Ravenclaw estaban alejandose,y unos de los más asustados empezaron a esconderse arriba de las escaleras a sus camas. Luego, justo cuando Harry se estaba preguntando si deberia abrir la puerta y Aturdir a Amycus antes de que los Mortifagos pudieran hacer algo mas, una segunda voz muy familiar sonó afuera, detras de la puerta. ?¿Puedo preguntar que esta haciendo, profesor Carrow? ?¡Tratando...
   de pasar... por esta maldita...puerta! Gritó Amycus. ?¡Ve y trae a Flitwick! ¡Hazlo abrirla, ahora! ?¿Pero su hermana no esta ahi??Preguntó la profesora McGonagall. ?¿El profesor Flitwick no la dejó entrar temprano esta noche, acudiendo a su petición urgente? ¿Quizás ella pueda abrirle la puerta? Asi usted no tiene que despertar a la mitad del castillo. ?¡Ella no está respondiendo, vieja bruja! ¡Abrala usted! ¡(Garn)! ¡Azlo ahora! ?Ciertamente, si usted lo desea,? d´ıjo la profesora McGonagall, con una terrible frialdad. Un gentil golpe sonó en la puerta y la voz musical preguntó de nuevo. ?¿A dónde se van los objetos desvanecidos? ?Al no ser, es como decir, todo,?Respondió la profesroa McGonagall. ?Muy bien estrucurada la respuesta,?Respondió el aguila golpeadora de puertas y la puerta se abrió.
   Los pocos de Ravenclaw que quedaban corrieron hacia las escaleras cuando Amycus se lanzó en el umbral, oleando su varita. Jorobado como su hermana, tena una carada palida y gorda y ojos peque˜nos, que calleron imediatamente en Alecto, extendida e inmovil en el piso. El dió un grito de furia y miedo. ?¿Qué han hecho esos peque˜nos perros??Gritó?Los voy a matar con el Cruciatus a todos hasta que me digan quien lo hizo... ¿Y que va a decir el Se˜nor Tenebroso??Chilló, parado al lado de su hermana y golpeandose en la frente con su pu˜no.? ¡No lo tenemos y ellos la mataron! ?Solo esta Aturdida,?Dijo la profesroa McGonagall impacientemente quien habia agachado a examinar Alecto,?Ella va a estar bien. ?¡No, ella no lo va a estar! Gritó Amycus.? ¡No despues de que el Se˜nor Tenebroso la tenga en su poder! Ella fue a traerlo. ¡Yo senti mi Marca quemarme, y el piensa que tenemos a Potter! ?¿Tienen a Potter?? Dijo la profesora McGonagall con dureza.? ¿Que quieres decir con ?tenemos a Potter?? ?¡El nos dijo que Potter podria tratar de entrar a la Torre de Ravenclaw, y que lo agarraramos si lo veiamos! ?¿Por qué iba Harry Potter a tratar de entrar a la Torre de Ravenclaw? ¡Potter pertenece a mi Casa! Detras de la incredulidad y la rabia, Harrry oyó una peque˜no rastro de orgullo en su voz, y una sensación de cari˜no por Minerva McGonagall lo envolvió. ?¡A nosotros nos dijeron que el podria venir aqu´ı!? d´ıjo Carrow?Yo no se por qué, ¿ó si? La Profesora McGonagall se paró y sus ojos peque˜nos atravezaron el lugar. Dós veces pasaron sobre el lugar donde Harry y Luna estaban. ?Podemos culpar a los ni˜nos,?d´ıjo Amycus, su cara de cerdo de repente muy astuta.?Si, eso es lo que vamos a hacer. Vamos a decir que a Alecto la emboscaron los ni˜nos, eso ni˜nos de allá arriba.?El miró hacia el techo estrellado hacia los dormitorios.
   ?y vamos a decir que elllos la forzaron a presionar su Marca, y por eso le dieron una falsa alarma... El puede castigarlos. Un par de ni˜nos mas o menos, ¿cual es la diferencia? ?La unica diferencia entre la verdad y mentiras, coraje y covardia,? d´ıjo la profesora McGonagall, quien se hab´ıa vuelto pálida,?Una diferencia, en resúmen, que usted y su hermana no pueden apreciar. Pero dejame hacer una cosa clara. Usted no va a pasar sus inepti-tudes a los estudiantes de Hogwarts. No lo permitiré. ?¿Perdón? Amycus se movió hacia adelante hasta que estaba ofensivamente cerca a la Profesora McGonagall, su cara sólo a cent´ımetros de ella. Ella se rehusó a retroceder, pero lo miraba con desprecio como si fuera algo asqueroso que encontró pegado al retrete. ?No es un questión de que usted lo permita, Minerva McGonagall. Su momento terminó. Somos nosotros los que estámos a cargo ahora, y usted me va a ayudar ó pagará por esto. Y le escupió en la cara. Harry se quitó la Capa, alzó su varita, y d´ıjo, ?No debiste hacer éso. Mientras Amicus revoloteaba, harry gritó, ?¡Crucio! El Mortifago fue alzdo del piso. Se retorcia por el aire como un CAPÍTULO 30. EL DESPIDO DE SEVERUS SNAPE
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   hombre ahogado, azotando y aullando del dolor, y luego, con un crujido y un ruido de vidrios rotos, se estrelló con una estanter´ıa y calló, anesteciado, al piso. ?Ya veo lo que quer´ıa decir Bellatrix,?d´ıjo Harry, la sangre tronando en su cerebro, ?Tienes que desearlo de verdad. ?¡Potter! Susurrró la Profesora McGonagall, agarrandose el corazón.?Potter...
   ¡estás aqu´ı! ¿Que...? ¿Cómo...??Ella luchó por lucir tranquila.? ¡Potter, eso fue imprudente! ?El le escupió?d´ıjo Harry. ?Potter, yo... eso fué...muy cortés de tu parte... pero no te dás cuenta...? ?S´ı me doy cuenta? le aseguró Harry. De alguna manera su panico lo estabilizó a él.?Profesora McGonagall, Voldemort esta de camino. ?Oh, ya se nos ha permitido decir ese nombre??Preguntó Luna con un aire de interés, quitandose la Capa de Invisibilidad. La aparición de una segunda fujitiva abrumó a la Profesora McGonagall, quien se tambaleó hacia atrás y se calló en una silla cercana, agarrando el cuello del viejo traje de tartán. ?Yo no creo que hay alguna diferencia de como lo llamemos,?Harry le d´ıjo a Luna.?El ya sabe donde estoy. En una parte lejana del cerebro de Harry, la parte conec-taba con la furiosa y ardiente cicatriz, el pod´ıa ver a Voldemort navegando rápidamente por el lago en el fantasmal bote verde...El casi habia alcanzado la isla donde estaba la p´ıla de piedra... ?Débe huir,?Susurró la Profesora McGonagall.? ¡Ahora, Potter, lo más rápi-do que puedas! ?No puedo,?d´ıjo Harry.?Hay algo que tengo que hacer. Profesora, ¿sabes donde esta la diadema de Ravenclaw? ?¿La d-diadema de Ravenclaw? Claro que no... ¿no ha estado perdida por siglos? ?Se sentó un poco mas firme.? Potter, fue una locura, una total locura, que usted entrara al castillo... ?Tenia que hacerlo?Hay algo escondido aqui que tengo que encontrar, y podria ser la diadema...Si yo pudiera hablar con el profesor Fitwick... Hubo un sonido de movimiento, de vidrio tintineando. Amycus venia. Antes de que Harry y Luna pudiearan actuar, la Profesora McGonagall se paró, apuntó su varita hacia el Mortifago aturdido y d´ıjo?¡Imperio! Amycus se paró, caminó hacia su hermana, recogió su varita, y luego corrió obedientemente hacia McGonagall y se la dió junto con la suya. ?Potter,?d´ıjo la Profesora McGonagall, volteando a verlo otra vez con mucha indiferencia al probelma de Carrow,?si El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado si sabe que estas aqu´ı.
   Mientras él d´ıjo eso, una rabia que era como un dolor f´ısico se apoderó de Harry, queman-dole la cicatriz., y por un segundo miro hacia una basija en la que la posion se volvió clara, y vió que no hab´ıa ningun medallón debajo de la superficie... ?Potter, ¿estas bien??d´ıjo una voz, y Harry volvió: El estaba agarrando el hombro de Luna para balancearse. ?Se nos está acabando el tiemp;o, Voldemort está cerca. ¡Profesora, estoy actuando con las ordenes de Dumbledore, debo encontrar lo que quer´ıa que encontrara! Pero tenemos que sacar a los estudiantes mientras busco en el castillo...Soy yo a quien quiere Voldemort, pero a él no le va a importar matar unos cuantos mas, ahora no...? ahorano mientras sabe que esto atacando Horcruxos, Harry terminó la oración en su cabeza. ?Estás actuando con las ordenes de Dumbledore??repitió con una mirada de asombro. Luego se paro lo mas alto que pudo.
   ?Debemos asegurar la escuela de El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado mientras que busca por ese...objeto. ?¿Eso es posible? ?Yo creo que s´ı,?d?ijo la Profesora McGonagall secamente,
   ?los maestros somos muy buenos magos, sabes. Estoy segura que podremos detenerlo por un momento si todos ponemos nuestro mejor esfuerzo. Claro, algo tenemos que hacer con el Profesor Snape... ?...y si Hogwarts está a punto de ser asedida, con el Se˜nor Tenebroso en las puertas, seria muy aconsejable tener en lo posible mas gente inocente afuera. Con la Red Flu bajo observación, y Aparición imposible dentro del castillo... ?Hay una manera,?d´ıjo Harry rapidamente, y le explico todo sobre el pasadiso que llega hacia la Cabeza de Puerco. ?Potter, estamos hablando de cientos de estudiantes... ?Yo se, profesora, pero si Voldemort y los Mortifagos están concentrados en los l´ımites de la escuela no van a estar interesados en alguien que esté Desapareciendo afuera de la Cabeza de Puerco. ?Hay algo ah´ı,?consintió. Ella apuntó su varita a los Carrow, y una malla plateadacalló sobre sus cuerpos pegados, se amarró alrededor de ellos, y los cargó en el aire, donde estaban colgando bajo el cielo azul y dorado como dos grandes y feas creaturas del mar.?Vamos.
 
   CAPÍTULO 30. EL DESPIDO DE SEVERUS SNAPE
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   Debemos alertar a los otros Jefes de Casa. Es mejor que te pongas la Capa otra vez. Ella marchó hacia la puerta, y meintras hac´ıa eso alzó su varita. De la punta salió tres gatos plateados con marcas de lentes al rededor de sus ojos. Los Patronus corrian facilmente adelante, llenando la escalera en espiral con luz platead, minetras la Profesora McGonagall, Harry y Luna trotaban detras de ella debajo de la Capa. Ellos hab´ıan bajado dos pisos más cuando otro set de suaves pasos unieron a los de ellos. Harry, a quien la cicatriz le estaba picando, los oyó primero: Buscó en la bolsa al rededor de su cuello por el Mapa del Merodeador, pero antes de que lo pudera sacar, McGonagall también se dió cuenta de que ten´ıan compa˜nia. Ella paró, alzó su varita lista para un duelo,, y dijo,? ¿Quién está ah´ı? ?Soy yo,?d´ıjo una voz leve. Detrás de una armadura salió Severus Snape. Odio hirvió dentro de Harry al verlo: Se le hab´ıan olvidado los detalles de la apariencia de Snape en la magnitud de sus crimenes, se lo olvidó como su pelo grasoso y negro colgaba ocmo cortinas alrededor de su cara delgada, como sus ojos negros tenian un aspecto muerto y fr´ıo. No ten´ıa ropa de dormir, pero estaba vestido con su capa nagra, y el tambien tenia una varita lista para pelear. ?¿Dónde estan los Carrow??Preguntó silenciosamente
   ?Donde usted les d´ıjo que estubieran, me imagino, Severus,?d´ıjo la Profesora McGonagall.
   Snape se paró mas cerca, y sus ojos revolotearon sobre la Profesora McGonagall en el aire alrededor de ella, como si supiera que Harry estaba ah´ı. Harry sostubo su varita arriba tambien, listo para atacar. ?Tuve la impresión,?d´ıjo Snape,?Que Alecto habia detenido a un intruso. ?¿Verdad??d´ıjo la Profesora McGonagall.? ¿Y que le dió esa impresión? Snape hizo un peque˜no movimiento de su brazo, donde la Marca Oscura marcada en su piel.
   ?Ah, pero naturalmente,?d´ıjo la Profesora McGonagall.?Ustedes los Mortifagos tienen su modo de communicación privado, me olvidé.
   Snape pretendió no oirla. Sus ojos estaban todav´ıa sondeando el aire alrededor de ella, y estaba moviendose gradualmente mas cerca, con un aire de que no sab´ıa lo que estaba haciendo. ?No sab´ıa que era su noche de patrullar los corredores, Minerva. ?¿Tiene alguna objeción? ?¿Me pregunto que pudo haberla sacado de su cama a esta hora? ?Pensé que o´ı un disturbio,?d´ıjo la Profesora McGonagall. ?¿Verdad? Pero todo se ve muy calmado.
   Snape la miró a los ojos ?¿Haz visto a Harry Potter, Minerva? Perco si lo ha visto, devo insistir...
   La Profesora McGonagall se movió más rápido que Harry pudo creer: Su varita acuchilló el aire y por un segundo Harry pensó que Snape deber´ıa caer inconciente, pero la rapidés de su Hechizo de Escudo fue tal que McGonagall fue tirada fuera de balance. Ella empu˜nó su varita hacia una antorcha en la pared y voló fuera de su soporte: Harry, a punto de maldec´ır a snape, fue forzado a quitar a Luna lejos de las llamas que ca´ıan, que se convirtieron en un anillo de fuego que llenó el corredor y voló como un lazo hacia Snape... Luego ya no era fuego, pero un a gran serpiente que McGonagall volvió humo, que se re-formó y se solidifico en segundos para volverse un enjambre de dagas amenazadoras: Snape las evitó sólo cuando se escondió dentrás de la armadura, y con sonidos resonantes las dagas se hundieron, una después de la otra, en su pecho... ?¡Minerva!?d´ıjo una voz chillona, y mirando detras de él, todav´ıa protegiendo a Luna de los hechizos voladores, Harry vió a los Profesores Flitwick y Sprout corriendo por el corredor hacia ellos con su ropa de dormir, con un profesor Slughorn jadeando atrás. ?¡No!?chilló Flitwick, alzando su varita.? ¡Vás a hacer más asesinatos en Hogwarts! El hichizo de Flitwick le pegó a la armadura donde Snape se hab´ıa escondido: Con un ruido se revivió. Snape luchó fuera de los brazos aplastadores y lo mandó volando hacia sus atacantes: Harry y Luna tuvieron que tirarse al lado para evitarlo mientras se destrulló en la pared y callo. Cuando Harry miró hacia arria otra vez, Snape estaba escapando, McGonagall, Flitwick, y Sprout todos estaban corriendo detras de él: El entro por una puerta de un salón y momentos después, oyó a McGonagall gritar,? ¡Cobarde! ¡COBARDE! ?¿Que pasó, qué pasó??preguntó Luna.
 
   CAPÍTULO 30. EL DESPIDO DE SEVERUS SNAPE
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   Harry la arrastró hacia arriba y corrieron por el corredor, con la Capa Invisible detrás de ellos, en el salón desierto donde los profesores McGonagall, Flitwick, y Sprout estaban parados al lado de una ventana rota. ?Saltó,?D´ıjo la profesora McGonagall mientras Harry y Luna corrian dentro del salón. ?¿Quieres dec´ır que está muerto?? Harry corrió hacia la ventana, ignorando los gritos de shock de Flitwick y Spout por su aparición. ?No, no está muerto,?d´ıjo McGonagall amargamente.?Al contrario de Dumbledore, todav´ıa ten´ıa una varita...y se ve que ha aprendido unos cuantos trucos con su maestro. Con un cosqui-lleo de horror, Harry vió en la distancia una figura grande con forma de murcielago atravez de la oscuridad hacia la pared del perimetro. Hab´ıan pasos pesados detrás de ellos, y muchos jadeos: Slughorn acababa de alcanzarlos. ?¡Harry! Jadeó, masageandose su inmenso pecho debajo de sus pijama de seda de color esmeralda. ?Mi querido ni˜no...que sorpresa...Minerva, explica...Severus... ¿que...? ?Nuestro director se está tomando un peque˜no descanso?d´ıjo la Profesora McGonagall, apuntando hacia la figura de Snape en la ventana.
   ?¡Profesora! Harry gritó, sus manos en su frente. Pod´ıa ver el lago lleno de Inferi debajo de el, y sintió el fantasmal bote verde estrellarse con la orilla, y Voldemort saltoó afuera con un sentimiento de asesino en su corazón... ?Profesora, tenemos que cerrar con barricadas la escuela, ¡el ya viene! ?Muy bien. El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado ya viene? le d´ıjo a los otros profesores. Sprout y Flitwick quedaron boquiabieartos; Slughorn dejó escapar un peque˜no grito.?Potter tiene que trabajar en el castillo bajo las ordeners de Dumbledore.
   Tenemos que poner cada protección de la que somos capaces de hacer mientras Potter hace lo que tenga que hacer. ?¿Te das cuenta, claro, que nada de lo que hagamos puede dejara a Tu-Sabes-Quien afuera indifinidamente??Chilló Flitwick. ?Pero lo podemos detener,? d´ıjo la Profesora Sprout ?Gracias, Pomona,?d´ıjo la profesora McGonagall, y entre las dos brujas pasó una triste mirada de entendimiento.? Yo sugiero que establescamos porección basica al rededor del lugar, luego reunir a nuestros estudiantes y encontrarnos en el Gran Comedor. La mayoria deben ser evacuados, pero si algunos de los que son mayores de edad quieren quedarse a pelear, yo creo que tenemos que darles esa oportunidad.
   ?Estóy de acuerdo,? d´ıjo la Profesora Sprout, quien ya estaba apurandose hacia la puerta.
   ?Los veré en el Gran Comedor en veinte minutos con los de mi Casa. Y trotó fuera de la vista de elllos, la podian oir murmurando,?Tentacula. Lazo del Diablo. Y cascara de Snargaluff... si, quiero ver a los Mortifagos peleando esos. ?Puedo actuar desde aqu´ı,?d´ıjo Flitwick, y aunque casi no podia ver fuera de ella, le apunto con su varita atravez de la ventana rota y empezó a susurrar encantos de gran complejidad. Harry olló un raro ruido rafagante, como si Flitwick hubiera desencadenado el poder del viento dentro del castillo.
   ?Profesor,?d´ıjo Harry, acercandose al peque˜no maestro de Encantos, ?Profesor, perdón por interrumpir, pero esto es importante. ¿Tiene alguna idea de donde está la diadema de Ravenclaw? ?Protego Horribilis... ¿la diadema de Ravenclaw??Chilló Flitwick. ?Un poco de sabiduria extra nunca se pierde, Potter, pero creo que no va a ser de mucho uso en esta situación. ?Solo quise decir... ¿Usted sabe donde está? ¿Alguna vez la ha visto? Harry sintió una mezcla de decepción desesperada y panico. Entonces, que era el Horcrux?
   ?¡Debemos encontrarlos a usted a su Ravenclaws en el Gran Comedor, Filius! D´ıjo la Profesora McGonagall, se˜nalandole a Harry y Luna que la siguieran. Acababan de alcanzar la puerta cuando Slughorn retumbo en habla ?Mi Dios,? jadeó, palido y sudoroso, su bigote de morsa temblando. ¡Que hacer! No estoy seguro que esto sea prudente, Minerva. Va a encontrar una manera de entrar, usted sabe, y cualquiera de los que han tratado de detenerlo va a estar en gran peligro... ?Voy a esperarlos a usted y a los de Slytherin en Gran Comedor en veinte minutos, tambien,?d´ıjo la profesora McGonagall.?Si desea irse sin sus estudiantes, no lo vamos a parar. Pero si algunos de ustedes tratan de sabotear nuestra resistencia o tomar armas en contra de nosotros dentro del castillo, entonces, Ho-racio, vamos a hacer un duelo hasta matar. ?¡Minerva!?d´ıjo, horrorizado. ?Ha llegado el momento que la Casa de Slytherin decida cuales son sus lealtades,?Interrumpió la pro-CAPÍTULO 30. EL DESPIDO DE SEVERUS SNAPE
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   fesora McGonagall.? Ve y despierta a tus estudiantes, Horace. Harry no se quedó para ver a Slughorn balbucear: El y Luna correron detras de la Profesora McGonagall, quien habia adoptado una posiciónen la mitad del corredor y alzó su varita. ?Piertotum...oh, por el amor de Dios, Filch, ahorita no... El viejo portero acababa de aparecer, gritando
   ?¡Estudiantes fueras de sus camas! ¡Estudiantes en los corredores! ?¡Se supone que estén afuera, idiota!? Gritó McGonagall.? ¡Ahora, vaya y haga algo constructivo! ¡Encuentre a Peeves! ?¿P-Peeves?? tartamudeó Filch como si nunca hubiera oido ese nombre antes.
   ?Si, Peeves, tonto, ¡ Peeves! ¿No ha estado quejandose de el por un quarto de siglo? ¡Va-ya y traigalo, ahora! Evidentemente, Filch pensó que la profesora McGonagall se hab´ıa vulto loca, pero se fue cojeando, con los hombros jorobados, susurrando en voz baja. ?Y
   ahora... ¡Piertotum Locomotor! Chilló la Profesora McGonagall. Y atravez del corredor las estatuas y armaduras saltaron fuera de su pedestal, y con golpes resonantes de los pisos de arriba y abajo, Harry sab´ıa que sus compa˜neros atravez del castillo hab´ıan hecho lo mismo. ?¡Hogwarts está amenazada!? Gritó lal Profesora McGonagall.? ¡Cuiden los alrededores, protegenos, cumplan con su deber en esta escuela! Haciendo ruidos y gritando, el reba˜no de statuas móviles se precipitó delante de Harry: Algunos de ellos más peque˜nos, otros mas grandes, que un sers humano. Tambien hab´ıan animales, y las armaduras con su sonido metálico empu˜naron espadas y pelotas en cadenas con púas. ?Ahora, Potter,?d´ıjo McGonagall,?Es mejor que usted y la Se˜norita Lovegood se devuelvan con sus amigos y los traigan al Gran Comedor... Yo despertaré a los otros de Gryffindor. Ellos se fueron cuando estában en el último escalon, Harry y Luna corriendo hacia la entrada oculta hacia el Cuarto de Requerimientos. Mientras corr´ıan, se encontraron con grupos de estudiantes, casi todos con su capa de viaje sobre sus pijama, siendo guiados hacia el Gran Comedor por maestros y prefectos ?¡Ese era Potter! ?¡Harry Potter! ?¡Era el, lo juro, lo acabé de ver! Pero Harry no los miró, y finalmente llegaron a la entrada del Cuarto de Requerimientos. Harry se inclinó hacia la pared encantada, que se abrió para dejarlos entrar, y el y Luna corrieron hacia la escalera ?¿Qu...? Mientras el cuarto salió a la vista, Harry bajó unos escalones del shock. Estaba llena, más llena de cuando el hab´ıa estado ah´ı. Kingsley y Lupin estaban mirandolo a el, como también Oliver Wood, Katie Bell, Angelina Johnson, y Alicia Spinner, Bill y Fleur, y el Se˜nor y la Se˜nora Weasley.
   ?Harry, ¿que está pasando?? d´ıjo Lupin, encontrandose con él al final de las escaleras.
   ?Ya viene Voldemort, están haciendole barricadas a la escuela...Snape se escapó... ¿Que están haciendo aqu´ı? ¿Cómo sab´ıan? ?Le mandamos mensajes al resto del Ejercito de Dumbledore,?explicó Fred.? No esperabas que todos se perdieran de la diversión, Harry, y el E.D. le contó a la Orden del Fenix, y todo se juntó. ?¿Primero qué, Harry? D´ıjo George. ?¿Qué está pasando? ?Están evacuando los ni˜nos mas jóvenes y todos se estan reuniendo en el Gran Comedor para organizarse,?D´ıjo Harry.?Vamos a pelear. Hubo un gran clamor y una oleada hacia el final de las escaleras; el estaba presionado en contra de la pared mientras corrian después de el, los miembros de la Orden del Fenix, el Ejercito de Dumbledore, y el viejo equipo de Quidditch de Harry mezclados, todas sus varitas afuera, caminando hacia el castillo principal. ?Vamos Luna,?Dean llamó mientras pasaba, dando su mano libre; ella la tomo y lo siguió arriba de las escaleras. El grupo de personas se estaba haciendo mas peque˜no: Solo un peque˜no grupo de personas quedaban en el Cuarto de Requerimientos, y Harry se les unió. La Se˜nora Weasley estaba luchando con Ginny. Al rededor estaba Lupin, Fred, George, Bill, y Fleur. ?Eres menor de edad!? le gritó la Se˜nora Weasley a su hija mientras Harry se acercaba.? ¡No lo permitiré! Los hombres, si, pero tu,
   ¡tu tienes que ir a casa! ?¡No lo haré! El cabello de Ginny voló cuando tiró su brazo fuera del pu˜no de la Se˜nora Weasley. ?Estoy en el Ejercito de Dumbledore... ?¡Una pandilla de adolescentes! ?¡Una pandilla de adolescentes que va a pelear contra el, lo que nadie se ha atrevido a hacer!? d´ıjo Fred. ?¡Ella tiene dieciseis a˜nos!?gritó la Se˜nora Weasley.? ¡No es lo sufisientemente grande! Ustedes dos estaban pensando entraerla con ustedes... Fred y CAPÍTULO 30. EL DESPIDO DE SEVERUS SNAPE
   341
   George se veian avergonzados. ?Mi mamá tiene razón, Ginny,?d´ıjo Bill gentilmente. ?No puedes hacer esto. Todos los menores de edad tienen que irse, es lo justo. ?¡No puedor ir a casa!? Gritó Ginny, furiosa y con lagrimas brillandole en los ojos. ?Toda mi familia esta aqu´ı, no puedo quedarme parada a esperar sola sin saber y... Sus ojos se encontraron con los de Harry por primera vez. Lo miró suplicantemente, pero el d´ıjo que no con la cabeza y ella se volteó rencorosamente. ?Está bien,? d?ijo, mirando hacia la entrada del tunel que llegaba a la Cabeza de Puerco. ?Voy a despedirme ahora, luego, y.... Se oyeron pies arrastrandose y un gran ruido sordo: Alguien más hab´ıa salido del tunel, perdió un poco el equililbrio, y calló. Se paró con la silla mas cercana, miró al rededor detras de sus lentes de sus lentes torcidos, y d´ıjo, ?¿Llegué tarde? ¿Ya empezó? Me acabé de enterar, entonces yo...yo... Percy quedó en silencio. Evidentemente nohab´ıa esperado encontrarse con la mayoria de su familia. Hubo un momento de asombro, que fue interrumpido por Fleur diciendole a Lupin, en un intento muy transparente de romper la tension, ?¿Y... como está el peque˜no Teddy? Lupin le parpadeó, sorprendido. El silencio entre los Weasleys se solidificó, como un hielo. ?Yo...oh si... ¡está bien!?D´ıjo Lupin fuertemente.?Si, Tonks esta con el...en la casa de su madre... Percy y los otros Weasleys todav´ıa se estaban mirando, congelados. ?¡Mira, tengo una foto!?Gritó Lupin, sacando la foto del bolsillo de su chaqueta y mostrandoselo a Fleur y Harry, quien vió un peque˜no bebe con un mechón de colór turquesa, salundando con gordas manos a la camara. ?¡Fu´ı un estupido!? Rugió Percy, tan duro que Lupin casi bota la foto.?Fu´ı un idiota, fui un presumido, fu´ı un...un... ?Un idiota, amante del ministerio, repudiante de la familia, hambriento de poder,? d´ıjo Fred Percy pasó saliva ?¡Si, lo fu´ı! ?Bueno, no puedes decir mejor que eso,? d´ıjo Fred, dandole la mano a Percy La Se˜nora Weasly empezó a llorar. Corrió hacia adelante, empujó a Fred, y le dió a Percy un abrazo estrangulador, mientras el le daba palmaditas en la espalda, sus ojos mirando a su padre. ?Perdoname, padre,? d´ıjo Percy El Se˜nor Weasly parpadeo rapidamente, luego tambien se apuró a abrazar su hijo. ?¿Que te hizo volver a tus sentidos, Perce?? Preguntó George. ?Me ha estado pasando por un tiempo,?d´ıjo Percy, limpiandose los ojos debajo de los lentes con la esquina de su capa. ?Pero tenia que encontrar una manera de salirme y no es facil en el Ministerio, estan mentiendo a la carcel a los traidores. Logré contactarme con Alberforth y me paso el dato hace diez minutos que Hogwarts iba a pelear, entonces aqui estoy. ?Bueno, si esperamos que nuestros prefectos sean lideres en momentos como este,? d´ıjoGeorge con una buena imitac´ıon del gesto más presumido de Percy.?Ahora vamos a arriba y peleemos, o todos los mejores Mortifagos ya estaran tomados. ?¿Entonces, tu eres mi cu˜nada ahora??d´ıjo Percy, dandole la mano a Fleur mientras caminaban hacia las escaleras con Bill, Fred, y George. ?¡Ginny!?gritó la se˜nora Weasley. Ginny estaba tratando, aprovechando la reconciliación, de subir a escondidas. ?Molly, que opinas,? d´ıjo Lupin.? ¿Por qué no se queda Ginny, asi almenos esta en la escena y sabe lo que está pasando, pero no estarán en la mitad de la pelea? ?Yo...
   ?ES una buena idea,?d´ıjo el se˜nor Weasley firmemente. ?Ginny, te quedas en este cuarto,
   ¿entiendes? A Ginny no le gustó mucho la idea, pero bajo la mirada preocupada de su padre, asintió. La Se˜nora y el Se˜nor Weasly y Lupin caminaron hacia las escaleras tambien.
   ?¿Dónde está Ron??Preguntó Harry.? ¿Dónde está Hermione? ?Deben estar en el Gran Comedor,?d´ıjo el Se˜nor Weasley. ?No los vi pasar,? d´ıjo Harry. ?Dijeron algo sobre un ba˜no,?d´ıjo Ginny,?Poco después de que te fuiste. ?¿Un ba˜no? Harry caminó atravez del cuarto hacia una puerta abierta que llevaba al Cuarto de Requerimientos y buscó en el ba˜no. Estaba vacio. ?¿Estás segura de que dijeron ba˜n...? Pero luego su cicatriz le quemóy el Cuarto de Requerimientos desapareció: El estaba mirando atravez de las altas rejas de hierro con jabal´ıs con alas en columnas en cada lado, mirando atravez del oscuro campo hacia el castillo, que estaba ardiendo con luces. Nagini estaba sobre sus hombros. Estaba poseido con ese sentimiento cruel y frio de un proposito precedia asesinato.
 
   Cap´ıtulo 31
   La Batalla de Hogwarts
   El cielo encantado del Gran Comedor estaba oscuro y salpicado de estrellas, y debajo de él, las cuatro largas mesas de las cuatro casas estaban alineadas, llenas de alumnos desali˜nados, algunos con sus capas de viaje, otros en capas de gala. Aqu´ı y allá brillaba el resplandor perlado de las figuras fantasmales que poblaban la escuela. Cada ojo, vivo o muerto, estaba fijo sobre la Profesora McGonagall, quien estaba hablando desde la plataforma superior del Comedor. Detrás de ella permanec´ıan los demás profesores, incluido el centauro Firenze, además de los miembros de la Órden del Fénix que hab´ıan venido a luchar.
   -...evacuación será supervisada por el Se˜nor Filch y Madam Pomfrey. Prefectos, cuando de la se˜nal, organizarán a los miembros de sus casas y llevarán a sus compa˜neros ordenadamente hacia los puntos de evacuación.
   Muchos de los estudiantes se ve´ıan petrificados. Sin embargo, mientras Harry bordeaba las paredes mientras ojeaba la mesa de Gryffindor en busca de Ron y Hermione, Ernie Macmillan se levantó de su asiento en la mesa de Hufflepuff y gritó:
   - ¿Y qué pasa si nos queremos quedar y pelear?
   Hubo algunos aplausos alrededor.
   - Si eres mayor de edad te puedes quedar.
   - ¿Qué pasará con nuestras cosas? ? dijo una chica en la mesa de Ravenclaw. - ¿Nuestros libros? ¿Nuestras lechuzas?
   - No hay tiempo para recoger posesiones ? dijo la profesora McGonagall -. Lo más importante es llevarlos a un lugar seguro.
   - ¿Dónde está el profesor Snape? ? gritó una alumna de la mesa de Slytherin.
   - Para usar una frase común, se ha largado. ? replicó la profesora McGonagall, y una gran aclamación surgió de las mesas de Gryffindor, Hufflepuff y Ravenclaw.
   Harry se movió cerca de la mesa de Gryffindor, aún buscando a Ron y Hermione.
   Mientras pasaba, los rostros se movieron en su dirección, y las personas murmuraban a su paso.
   - Ya hemos puesto protección alrededor del castillo, ? estaba diciendo la profesora McGonagall ? pero es poco probable que aguantemos mucho a menos que la reforcemos.
   As´ı pues, debo pedirles que se muevan rápida y calmadamente, y que hagan lo que sus prefectos-Pero sus palabras finales se ahogaron cuando una voz diferente hizo eco en el Gran 342
 
   CAPÍTULO 31. LA BATALLA DE HOGWARTS
   343
   Comedor. Era aguda, fr´ıa y clara. Era imposible decir de dónde proven´ıa; parec´ıa salir de las mismas paredes. Como los monstruos que una vez comandó, tal vez yació all´ı, dormida, por siglos.
   - Sé que se están preparando para pelear.- Hubo gritos entre los estudiantes, y algunos se agarraban de los otros, mirando a su alrededor, despavoridos, buscando la fuente del sonido. ? Sus esfuerzos son fútiles. No pueden pelear contra m´ı. No quiero matarlos. Tengo un gran respeto por los profesores de Hogwarts. No quiero derramar sangre mágica.
   Se hizo el silencio en el Gran Comedor, el tipo de silencio que te presiona los o´ıdos, que es demasiado grande como para ser contenido por las paredes.
   - Denme a Harry Potter,- dijo la voz de Voldemort,- y nadie será lastimado. Denme a Harry Potter y no tocaré la escuela. Denme a Harry Potter, y serán recompensados...
   Tienen hasta media noche.
   El silencio se los tragó nuevamente. Cada cabeza, cada par de ojos parec´ıan haber encontrado a Harry, capturado en el resplandor de miles de rayos invisibles. En ese momento, una figura se levantó de la mesa de Slytherin, y Harry reconoció a Pansy Parkinson cuando levantó un brazo tembloroso y gritó:
   - ¡Pero si ah´ı está! ¡Potter está allá! ¡Alguien sujételo!
   Antes de que Harry pudiera hablar, hubo un movimiento masivo. Los Gryffindors en frente de él se levantaron y enfrentaban no a Harry, si no a los Slytherins. En ese momento los Hufflepuffs se levantaron, y casi al mismo tiempo lo hicieron los Ravenclaws, todos con sus espaldas hacia Harry, todos mirando a Pansy, y Harry, atemorizado y abrumado, vió como las varitas sal´ıan de todas partes, de los bolsillos de las capas y de debajo de las mangas.
   - Gracias, se˜norita Parkinson ? dijo la profesora McGonagall de manera cortante-
   . Usted saldrá del Gran Comedor primero, junto al se˜nor Filch. El resto de su casa, acompá˜nenla.
   Harry escuchó el rechinar de los bancos y luego el sonido de los Slytherins del otro lado del Gran Comedor.
   - Ravenclaws, ¡s´ıganlos!- dijo la profesora McGonagall.
   Lentamente las cuatro mesas se vaciaron. La mesa de Slytherin estaba completamente desierta, pero unos cuantos de los alumnos más viejos de Ravenclaw se quedaron sentados mientras sus compa˜neros sal´ıan. Aún más Hufflepuffs se quedaron atrás, y la mitad de Gryffindor se quedó en sus asientos, provocando que la profesora McGonagall bajara de la plataforma para arrear a los más peque˜nos hacia afuera.
   - ¡Absolutamente no, Creevey! ¡Y tú también, Peakes!
   Harry se apresuró hacia los Weasleys, quienes estaban sentados todos juntos en la mesa de Gryffindor.
   - ¿Dónde están Ron y Hermione?
   - ¿No has encontrado-?- empezó el se˜nor Weasley, preocupado, pero se interrumpió cuando Kingsley avanzó a la plataforma de los profesores para dirigirse a los que hab´ıan permanecido en el Gran Comedor.
   - Tenemos sólo media hora para la media noche, as´ı que hay que actuar rápido. Se ha llegado a un acuerdo acerca del plan de batalla entre el profesorado y la Órden del Fénix.
   Los profesores Flitwick, Sprout y McGonagall llevarán grupos de luchadores a las tres CAPÍTULO 31. LA BATALLA DE HOGWARTS
   344
   torres más altas: Ravenclaw, Astronom´ıa y Gryffindor, donde tendrán una buena visión general del terreno y excelentes posiciones para lanzar hechizos. Mientras tanto, Remus,
   ? indicó a Lupin ? Arthur ? apuntó al se˜nor Weasley, sentado a la mesa de Gryffindor ? y yo, llevaremos grupos a los jardines. Necesitamos a alguien que se encargue de organizar la defensa de las entradas de los pasadizos al castillo-
   - Suena como un trabajo para nosotros.- dijo Fred, indicándose a s´ı mismo y a George, a lo que Kingsley asintió.
   - ¡Muy bien, l´ıderes, vengan acá arriba y dividamos las tropas!
   - Potter ? dijo la profesora McGonagall, apresurándose a donde éste estaba -, ¿no se supone que deber´ıas estar buscando algo?
   - ¿Qué? Oh, ? dijo Harry ? ¡Oh, s´ı!
   Casi se hab´ıa olvidado del Horrocrux, casi hab´ıa olvidado que la batalla ser´ıa pe-leada para que él pudiera buscarlo. La inexplicable ausencia de Ron y Hermione hab´ıa desvanecido de su mente cualquier otro pensamiento por unos momentos.
   - Pues ve, Potter, ¡ve!
   - Claro, s´ı...
   Sent´ıa los ojos que lo segu´ıan mientras corr´ıa fuera del Gran Comedor, hacia la entrada principal aún llena de alumnos que estaban siendo evacuados. Se permitió ser barrido con ellos hasta la escalera de mármol, pero ya arriba se desvió hacia un corredor desierto.
   Miedo y pánico nublaban sus pensamientos. Intentó calmarse, concentrarse en encontrar el Horrocrux, pero sus pensamientos zumbaban tan frenética e infructuosamente como avispas encerradas en una caja de vidrio. Sin Ron y Hermione para ayudarlo parec´ıa como si no pudiese ordenar sus ideas. Aminoró la velocidad, deteniéndose a mitad de un pasillo vac´ıo, se sentó en el pedestal de una estatua y sacó el Mapa del Merodeador de la bolsa atada a su cuello. No pod´ıa ver los nombres de Ron o Hermione en ninguna parte, aunque la densidad de puntitos moviéndose hacia la Sala de los Menesteres pod´ıa estar ocultándolos, pensó. Guardó el mapa, se tapó la cara con las manos y cerró los ojos, intentando concentrarse...
   Voldemort pensó que yo ir´ıa a la torre de Ravenclaw.
   All´ı estaba, un hecho sólido, el punto de partida. Voldemort hab´ıa estacionado a Alecto Carrow en la Sala Común de Ravenclaw, y sólo pod´ıa haber una explicación: Voldemort tem´ıa que Harry ya supiese que su Horrocrux estaba conectado a esa casa.
   Pero el único objeto que todo el mundo asociaba con Ravenclaw era la diadema perdida... ¿Y cómo pod´ıa el Horrocrux ser la diadema? ¿Cómo era posible que Voldemor, un Slytherin, hubiese encontrado la diadema que hab´ıa eludido a generaciones enteras de Ravenclaws? ¿Quién podr´ıa haberle dicho dónde buscar, cuando nadie que viviera pod´ıa recordar haberla visto siquiera?
   Nadie que viviera...
   Bajo sus dedos, los ojos de Harry se abrieron. Saltó del pedestal e hizo el camino de regreso por donde hab´ıa venido, ahora buscando a su última esperanza. El sonido de cientos de personas marchando hacia la Sala de los Menesteres crec´ıa y crec´ıa mientras iba hacia la escalera de mármol. Los prefectos gritaban instrucciones, intentando llevar la cuenta de los estudiantes de sus casas; hab´ıa muchos empujones y empellones; Harry vio a Zacharias Smith aullarle a los de primero para que se pusieran de primeros en la fila; aqu´ı y allá los más jóvenes lloraban, mientras los mayores llamaban desesperadamente a CAPÍTULO 31. LA BATALLA DE HOGWARTS
   345
   amigos o hermanos.
   Harry vio a una figura de color blanco perlado flotando a través del Salón Principal más abajo, y gritó lo más fuerte que pudo sobre el clamor existente.
   - ¡Nick! ¡NICK! ¡Necesito hablar contigo!
   Harry se abrió camino a través de la marea de estudiantes y finalmente alcanzó la parte inferior de las escaleras, donde Nick Casi Decapitado, el fantasma de la torre de Gryffindor, lo esperaba.
   - ¡Harry, muchacho!
   Nick intentó agarrar las manos de Harry entre las suyas, dejando las de Harry con la sensación de haberlas metido en un balde de agua helada.
   - Nick, tienes que ayudarme. ¿Quién es el fantasma de la torre de Ravenclaw?
   Nick Casi Decapitado lo miró sorprendido y un poco ofendido.
   - La Dama Gris, por supuesto, ¿ero si lo que requieres son los servicios de un fantasma...?
   - Tiene que ser ella - ¿sabes dónde está?
   - Pues, déjame ver...
   La cabeza de Nick se tambaleó encima del encaje de su cuello, mientras volteaba de aqu´ı a allá, esforzándose por ver sobre las cabezas del enjambre de alumnos.
   - Es esa de allá, Harry, la joven de cabello largo.
   Harry miró en la dirección a la que apuntaba el dedo transparente de Nick, y vió un fantasma alto que interceptó la mirada de Harry, enarcó las cejas, y se alejó flotando, atravesando una pared.
   Harry corrió tras ella, una vez que hab´ıa atravesado la puerta del corredor por el cual ella hab´ıa desaparecido, la vio justo al final del pasillo, aún flotando suavemente, alejándose de él.
   - Hey, espera, ¡vuelve!
   Ella accedió a detenerse, flotando unas pulgadas por encima del piso. Harry supuso que era hermosa, con el cabello largo hasta la cintura y una capa larga que llegaba al piso, pero también se ve´ıa altiva y orgullosa. Al acercarse, la reconoció como un fantasma a la que hab´ıa pasado varias veces en el corredor, pero con la cual nunca hab´ıa hablado.
   - ¿Eres la Dama Gris?
   Ella asintió, pero no habló.
   - ¿El fantasma de la torre de Ravenclaw?
   - Eso es correcto.
   Su tono no era alentador.
   - Por favor, necesito tu ayuda. Necesito que me digas cualquier cosa que puedas acerca de la diadema perdida.
   Una sonrisa fr´ıa curvó sus labios.
   - Temo ? dijo mientras giraba para irse ? que no puedo ayudarte.
   - ¡ESPERA!
 
   CAPÍTULO 31. LA BATALLA DE HOGWARTS
   346
   No era su intención gritar, pero la furia y el pánico amenazaban con abrumarlo. Miró su reloj mientras ella planeaba lejos de él. Era un cuarto para las doce.
   - Esto es urgente. ? dijo con fiereza. ? Si esa diadema está en Hogwarts, tengo que encontrarla, rápido.
   - No eres el primero que codicia esa diadema ? dijo ella desde˜nosamente -. Generaciones enteras de estudiantes me han acosado -
   - ¡Esto no es para sacar mejores calificaciones! ¡No es para usarla! ? Harry gritó ? Es acerca de Voldemort ? vencer a Voldemort ? ¿o no estás interesada en eso?
   Ella no pod´ıa sonrojarse, pero sus mejillas transparentes se volvieron más opacas, y su voz sonaba acalorada cuando replicó: - ¡Por supuesto que yo - ¿Cómo te atreves a sugerir-?
   - ¡Pues ayúdame entonces!
   Su compostura se resquebrajaba.
   - No ˜
   No es un asunto de La diadema de mi madre
   - ¿De tu madre?
   Ella se ve´ıa enojada consigo misma
   - Cuando viv´ıa ? dijo tiesamente ? yo era Helena Ravenclaw.
   - ¿Eres su hija? Pero, entonces, ¡debes saber lo que pasó con la diadema!
   - Aunque la diadema otorgue sabidur´ıa ? dijo ella con un obvio esfuerzo por controlarse
   ? dudo que pueda incrementar tus oportunidades de vencer al mago que se hace llamar Lord
   - ¿No acabo de decirte que no estoy interesado en usarla? ? dijo Harry fieramente ?
   No tengo tiempo para explicarlo, pero si te importa Hogwarts, si quieres ver a Voldemort vencido, ¡tienes que decirme lo que sepas acerca de la diadema!
   Ella permaneció quieta, flotando y mirándolo fijamente, y un sentimiento de desesperanza embargó a Harry. Claro, si ella hubiese sabido algo se lo hubiese dicho a Flitwick o a Dumbledore, quienes seguramente ya le habr´ıan hecho la misma pregunta en el pasado.
   Harry sacudió la cabeza e hizo ademán de irse, cuando ella habló en voz baja:
   - Yo le robé la diadema a mi madre.
   - Tú ¿hiciste qué?
   - Yo robé la diadema.- repitió Helena Ravenclaw en un suspiro.- Quer´ıa hacerme más inteligente, más importante que mi madre. Me escapé con la diadema.
   Harry no sab´ıa cómo hab´ıa hecho para ganarse su confianza, y no se lo preguntó. Sólo escuchó intensamente mientras ella continuaba.
   - Mi madre, dice, nunca admitió que la diadema se hab´ıa perdido, siempre fingió que aún la ten´ıa. Disimuló su pérdida, mi terrible traición, incluso ante los otros fundadores de Hogwarts.
   - Entonces cayó enferma fatalmente enferma. A pesar de mi perfidia, ella estaba desesperada por verme una vez más. Envió a buscarme a un hombre que me hab´ıa amado por largo tiempo, aunque yo rechacé sus avances. Ella sab´ıa que él no descansar´ıa hasta que me encontrara.
   Harry esperó. Ella inhaló profundamente y echó hacia atrás su cabeza.
 
   CAPÍTULO 31. LA BATALLA DE HOGWARTS
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   - Él me rastreó por el bosque en el que me hallaba escondida. Cuando me negué a volver con él, se puso violento. El Barón siempre fue un hombre temperamental. Furioso por mi negativa, celoso de mi libertad, me apu˜naló.
   - ¿El Barón? ¿Quieres decir...?
   - El Barón Sangriento, s´ı.- dijo la Dama Gris, y levantó un poco la capa para mostrar una única herida oscura en su blanco pecho.- Cuando vio lo que hab´ıa hecho, se sintió ago-biado por los remordimientos. Tomó el arma que hab´ıa reclamado mi vida y la usó para matarse a s´ı mismo. Todos estos siglos ha estado usando esas cadenas como un acto de penitencia... Y bien que deber´ıa.- a˜nadió con amargura.
   - Y ¿la diadema?
   - Permaneció donde la escond´ı cuando escuché al Barón dar tumbos por el bosque buscándome. Escondida dentro de un árbol hueco.
   - ¿Un árbol hueco? ? repitió Harry - ¿Qué árbol? ¿Dónde fue eso?
   - Un bosque en Albania. Un lugar solitario que pensé estaba fuera del alcance de mi madre.
   - Albania. ? repitió Harry. Todo ten´ıa sentido para Harry, quien libre de la confusión, entend´ıa ahora por qué ella le hab´ıa dicho ahora todo lo que le hab´ıa negado a Dumbledore y a Flitwick. ? Ya le has contado esta historia a otra persona, a un alumno, ¿verdad?
   Ella cerró los ojos y asintió.
   - Yo no... ten´ıa idea... Él era... halagador. Él parec´ıa... entender... compadecerse...
   S´ı, pensó Harry. Tom Riddle ciertamente habr´ıa entendido el deseo de Helena Ravenclaw de poseer objetos fabulosos a los que ten´ıa pocos derechos.
   - Bueno, no fuiste la primera persona a la que Tom Riddle le sonsacó información.-
   dijo Harry entre dientes - Pod´ıa ser encantador cuando quer´ıa...
   As´ı que Voldemort se las hab´ıa arreglado para sonsacarle a la Dama Gris la localización de la diadema perdida. Hab´ıa viajado a ese bosque y recuperado la diadema de su escondite, tal vez tan pronto como dejó Hogwarts, incluso antes de empezar a trabajar en Borgins and Burkes.
   ¿Y no hab´ıan sido esos bosques un lugar seguro y recluido cuando muchos a˜nos más tarde Voldemort necesitó pasar desapercibido, sin ser molestado, por diez largos a˜nos?
   Pero la diadema, una vez que se hubo convertido en su precioso Horrocrux, no permaneció en ese modesto árbol... No, la diadema hab´ıa sido secretamente devuelta a casa, a su lugar, y Voldemort debió haberla puesto all´ı ?
   - ¡La noche en que solicitó empleo como profesor! - dijo Harry, terminando su idea en voz alta.
   - ¿Disculpa?
   - ¡Escondió la diadema en el castillo la noche en que le pidió a Dumbledore que lo dejara ense˜nar! ? dijo Harry. Decirlo en voz alta le permitió a Harry encontrarle sentido a todo.
   ? ¡Debió haberla escondido en su camino desde o hacia la oficina de Dumbledore! Pero aún as´ı val´ıa la pena intentar obtener el empleo. As´ı podr´ıa haber tenido la oportunidad de hacerse con la espada de Gryffindor también... Gracias, ¡muchas gracias!
   Harry dejó a la Dama Gris flotando en el sitio, totalmente desconcertada. Mientras daba la vuelta en la esquina hacia el Salón Principal, miró su reloj. Faltaban cinco minutos CAPÍTULO 31. LA BATALLA DE HOGWARTS
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   para la medianoche, y aunque ahora sab´ıa qué era el último Horrocrux, no estaba más cerca de descubrir dónde estaba.
   Generaciones de estudiantes hab´ıan fracasado en encontrar la diadema, que se suger´ıa no estaba en la torre de Ravenclaw, pero si no all´ı, ¿dónde? ¿Qué escondite hab´ıa descubierto Tom Riddle dentro del castillo de Hogwarts que pensó que permanecer´ıa en secreto por siempre?
   Perdido en especulaciones desesperadas, Harry giró en otra esquina, pero hab´ıa dado sólo unos pocos pasos por el nuevo corredor cuando las ventanas a su izquierda se abrieron con un ensordecedor ruido, haciéndose a˜nicos. En el momento en el que saltó a un lado, un cuerpo gigantesco entró volando por la ventana y golpeó la pared opuesta. Algo muy grande y peludo se soltó, gimoteando, del bulto recién llegado, y se lanzó sobre Harry.
   - ¡Hagrid! ? rugió Harry, quitándose de encima a Fang y sus atenciones, mientras la enorme figura barbuda se pon´ıa de pie. - ¿Qué demo...?
   - ¡Harry! ¡Estás aqu´ı! ¡Estás aqu´ı! ? Hagrid se agachó, le dio a Harry un abrazo que podr´ıa haberle roto las costillas, y corrió de regreso a la ventana destrozada.
   - ¡Buen chico, Grawpy! ? bramó a través del hueco en la ventana.- ¡Te veré en un momento! ¡Se un buen chico!
   Más allá de Hagrid, afuera en la oscuridad de la noche, Harry vio estallidos de luz y escuchó un grito extra˜no y agudo. Miró su reloj. Era medianoche. La batalla hab´ıa empezado.
   - Caracoles, Harry ? resolló Hagrid ? As´ı que esto es, ¿eh? Hora de luchar.
   - Hagrid, ¿de dónde vienes?
   - Escuché a Tú-sabes-quién desde nuestra cueva- dijo Hagrid, lúgubre -. La voz se propaga, vaya que s´ı. ?Tienen hasta media noche para darme a Potter?. Sab´ıa que tú estar´ıas aqu´ı, y sab´ıa lo que deb´ıa estar pasando. Bájate, Fang. As´ı que vinimos a ayudar, yo y Grawpy y Fang. Chapoteamos el camino desde el bosque, y Grawpy nos trajo cargados a Fang y a m´ı. Le dije que me bajara en el castillo, as´ı que me lanzó por la ventana. No exactamente lo que yo quer´ıa pero... ¿Dónde están Ron y Hermione?
   - Esa ? dijo Harry ? es una muy buena pregunta. Vamos.
   Corrieron juntos por el corredor, con Fang corriendo patosamente junto a ellos. Harry pod´ıa escuchar los ruidos del movimiento en todos los pasillos a los alrededores, pisadas corriendo, gritos; a través de las ventanas pod´ıa ver más destellos de luz en los oscuros terrenos.
   - ¿A dónde vamos? ? dijo Hagrid sin aliento, sacudiendo las losas del suelo con sus pisadas.
   - No lo se exactamente. ? dijo Harry, girando al azar en una esquina. ? Pero Ron y Hermione deben estar por aqu´ı, en algún lado...
   Las primeras bajas de la batalla yac´ıan desparramadas en el pasillo frente a ellos: las dos gárgolas de piedra que guardaban la entrada del salón de empleados hab´ıan sido hechas pedazos por una maldición que hab´ıa entrado por otra ventana rota. Sus restos se revolv´ıan débilmente en el suelo, y cuando Harry saltó sobre la cabeza de una de ellas, ésta gimió con desmayo.
   - Oh, no te preocupes por m´ı... yo sólo me quedaré aqu´ı a desmoronarme...
   Su feo rostro de piedra hizo pensar repentinamente a Harry en el busto de mármol CAPÍTULO 31. LA BATALLA DE HOGWARTS
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   de Rowena Ravenclaw, con ese extra˜no tocado, que estaba en la casa de Xenophilius, y luego en la estatua que estaba en la torre de Ravenclaw, con la diadema de piedra sobre sus rizos blancos...
   Y al llegar al final del pasillo, el recuerdo de una tercera efigie de piedra vino a su mente: la de un feo y viejo hechicero, sobre cuya cabeza el mismo Harry hab´ıa puesto una peluca y un viejo sombrero desvencijado. La impresión atravesó a Harry como un trago de whisky de fuego, y casi tropezó por la conmoción.
   Sab´ıa, al fin, dónde estaba el último Horrocrux esperando por él...
   Tom Riddle, quien no confiaba en nadie y operaba solo, podr´ıa haber sido lo suficientemente arrogante como para asumir que él y sólo él hab´ıa penetrado en los más profundos misterios del castillo de Hogwarts. Por supuesto, Dumbledore y Flitwick, esos alumnos modelo, nunca hab´ıan puesto un pie en ese lugar en particular, pero él, Harry, se hab´ıa desviado del camino regular en sus tiempos de escuela ? hab´ıa al menos un área secreta que él y Voldemort conoc´ıan, y que Dumbledore nunca hab´ıa descubierto ?
   La profesora Sprout lo sacó de su trance, pues ven´ıa haciendo estruendo, seguida por Neville y media docena de otros, todos usando orejeras y llevando en brazos lo que parec´ıan ser grandes plantas en macetas.
   - ¡Mandrágoras! ? le gritó Neville sobre el hombro a Harry mientras corr´ıa ? Vamos a dejarlas caer por encima de los muros ¡No les gustará para nada!
   Harry sab´ıa dónde ir ahora. Se apresuró, con Hagrid y Fang galopando detrás de él.
   Pasaron de largo retrato tras retrato, y las figuras pintadas corrieron junto a ellos, magos y brujas en encajes arruchados y calzones, en armaduras y capas, hacinándose unos sobre otros en los lienzos de los demás, gritando las noticias de otras partes del castillo. Cuando llegaron al final del corredor, el castillo entero se sacudió, y Harry supo, cuando una vasija gigante voló de su pedestal con fuerza explosiva, que estaba controlada por encantamientos más siniestros que los de los profesores o los miembros de la Órden.
   - ¡Ya está bien, Fang, todo está bien! ? gritó Harry, pero el enorme sabueso se dio a la fuga cuando astillas de vajilla volaron como proyectiles a través del aire, y Hagrid corrió pesadamente tras el aterrorizado perro, dejando a Harry solo.
   Siguió adelante por los pasillos tambaleantes, con la varita lista, y por la longitud de un pasillo el peque˜no caballero pintado, Sir Cardigan, se precipitó de cuadro en cuadro junto a Harry, haciendo sonar su armadura, gritando palabras de aliento, con su peque˜no y gordo pony corriendo a medio galope tras él.
   - ¡Fanfarrones y granujas! ¡Perros y sabandijas! ¡Ahuyéntalos de aqu´ı, Harry Potter!
   ¡Desp´ıdelos!- Harry se precipitó a rodear una esquina y se encontró a Fred y a un peque˜no contingente de estudiantes, incluidos Lee Jordan y Hannah Abbott, parados junto a otro pedestal vac´ıo, cuya estatua sol´ıa disimular la entrada a un pasadizo secreto. Sus varitas estaban fuera y estaban escuchando los sonidos que sal´ıan del agujero semiescondido.
   - ¡Buena noche para esto! - gritó Fred mientras el castillo se estremec´ıa nuevamente, y Harry corrió desenfrenadamente (¿esprintó?), eufórico y muerto de miedo al mismo tiempo. Corrió por otro corredor más, y all´ı encontró lechuzas por todas partes, a las que la Se˜nora Norris siseaba mientras intentaba golpearlas con sus patas, sin duda para regresarlas a su lugar...
   - ¡Potter!
   Aberforth Dumbledore se impon´ıa frente a él bloqueando el corredor, con su varita lista para la acción.
 
   CAPÍTULO 31. LA BATALLA DE HOGWARTS
   350
   - ¡Tengo a cientos de chicos haciendo estropicios por mi pub, Potter!
   - Lo se, estamos evacuando, ? dijo Harry ? Voldemort está ?
   - atacando porque aún no te han entregado, s´ı, - dijo Aberforth ? No soy sordo, chico.
   Todo Hogsmeade lo escuchó. ¿Y nunca se les ocurrió a ninguno de ustedes mantener a algunos Slytherin como rehenes? Hay hijos de mort´ıfagos a los que han enviado a la seguridad, ¿sabes? ¿No habr´ıa sido más inteligente mantenerlos aqu´ı?
   - Eso no detendr´ıa a Voldemort, - dijo Harry ? y tu hermano nunca lo hubiese hecho.
   Aberforth gru˜nó y se marchó en dirección opuesta.
   Tu hermano nunca lo hubiese hecho... Bueno, era la verdad, pensó Harry mientras segu´ıa su carrera: Dumbledore, quien hab´ıa defendido a Snape por tanto tiempo, nunca hubiese retenido a los alumnos como rehenes...
   Y entonces patinó alrededor de una esquina al final del pasillo, y con un grito de alivio y furia mezclados, los vio: Ron y Hermione; ambos con los brazos cubiertos por objetos grandes, curvados, sucios y amarillos, Ron sosteniendo una escoba bajo sus brazos
   - ¿Dónde demonios han estado? ? les gritó Harry
   - En la Cámara Secreta.- dijo Ron.
   - En la Cámara - ¿qué? ? deteniéndose inestablemente frente a ellos.
   - ¡Fue idea de Ron, todo! ? dijo Hermione sin aliento - ¿No fue absolutamente brillante?
   Ah´ı estábamos, después de irnos, y yo le dije a Ron, incluso si encontrábamos el otro,
   ¿cómo nos desharemos de él? ¡Aún no nos hab´ıamos deshecho de la copa! ¡Y entonces él pensó en eso! ¡El basilisco!
   - ¿Pero qué-?
   - Algo para deshacernos de los Horrocruxes.- dijo Ron simplemente.
   Los ojos de harry bajaron a los objetos que Ron y Hermione estaban sujetando: colmillos grandes y curvos; arrancados, se daba cuenta ahora, del cráneo de un basilisco muerto.
   - ¿Pero cómo llegaron all´ı? ? preguntó, cambiando la mirada de los colmillos a Ron. ?
   ¡Necesitas hablar pársel!
   - ¡Lo hizo! ? susurró Hermione.- ¡Muéstrale, Ron! ? Ron hizo un horrible siseo estrangulado.
   - Es lo que hiciste cuando abriste el relicario, - le dijo a Harry disculpándose.- Tu-ve que intentarlo varias veces para que me saliera bien, pero ? se encogió de hombros modestamente ? al final entramos.
   - ¡Estuvo asombroso! ? dijo Hermione - ¡Asombroso!
   - As´ı que...- Harry estaba luchando para mantenerse al nivel ? As´ı que...
   - As´ı que estamos con un Horrocrux más fuera, - dijo Ron, y sacó los restos de la taza de Hufflepuff de debajo de su chaqueta. ? Hermione la apu˜naleó. Pensé que deber´ıa. No hab´ıa tenido el placer aún.
   - ¡Genial! ? gritó Harry.
   - No fue nada.- dijo Ron, aunque se ve´ıa encantado consigo mismo. - ¿Y qué hay de nuevo contigo?
   Cuando lo dijo, hubo una explosión sobre sus cabezas. Los tres vieron hacia arriba CAPÍTULO 31. LA BATALLA DE HOGWARTS
   351
   mientras el polvo ca´ıa desde el techo y escucharon un grito distante.
   - Sé cómo es la diadema, y ahora sé dónde está ? dijo Harry, hablando rápido -. Él la escondió exactamente donde yo ten´ıa escondido mi viejo libro de pociones, donde todo el mundo ha estado escondiendo cosas por siglos. Creyó que él era el único que hab´ıa encontrado ese lugar. Vamos.
   Mientras las paredes temblaban otra vez, Harry guió a los otros dos de regreso a través del pasadizo escondido y bajaron las escaleras, hacia la Sala de los Menesteres. Estaba vac´ıa excepto por tres mujeres: Ginny, Tonks y una bruja anciana que usaba un sombrero comido por las polillas, a quien reconoció inmediatamente como la abuela de Neville.
   - Ah, Potter ? dijo de manera concisa, como si lo hubiese estado esperando.-, tú puedes decirnos qué es lo que está sucendiendo.
   - ¿Está todo el mundo bien? ? dijeron Ginny y Tonks al mismo tiempo.
   - Hasta donde sabemos ? dijo Harry.- ¿Todav´ıa hay gente en el pasadizo al Cabeza de Puerco?
   Harry sab´ıa que la Sala no podr´ıa transformarse mientras hubiese gente dentro de ella.
   - Yo fui la última en entrar ? dijo la se˜nora Longbottom -. Sellé la entrada; creo que es poco sabio dejarla abierta ahora que Aberforth ha dejado solo el pub. ¿Has visto a mi nieto?
   - Está peleando. ? dijo Harry.
   - Naturalmente ? dijo la anciana orgullosamente -. Discúlpenme, debo ir a asistirlo.-
   Y con velocidad sorprendente trotó hacia los escalones de piedra.
   Harry miró a Tonks.
   - Se supon´ıa que tú estar´ıas con Teddy en casa de tu madre, ¿no?
   - No pod´ıa soportar no saber...- Tonks se ve´ıa angustiada ? Ella lo buscará. ¿Han visto a Remus?
   - Él planeaba llevar a un grupo de luchadores a los terrenos del castillo ?
   Sin esperar otra palabra, Tonks corrió hacia allá.
   - Ginny - dijo Harry -, lo siento, pero necesitamos que tú también te vayas. Sólo por un momento. Luego puedes entrar otra vez.
   Ginny estaba encantada de dejar su santuario.
   - ¡Después puedes entrar otra vez! ? le gritó mientras ella corr´ıa siguiendo el camino que siguió Tonks.- ¡Tienes que entrar otra vez!
   - ¡Espera un momento! ? dijo Ron bruscamente - ¡Nos olvidamos de alguien!
   - ¿Quién? ? preguntó Hermione.
   - Los elfos domésticos, deben estar aún en las cocinas, ¿no es as´ı?
   - ¿Quieres decir que deber´ıamos ponerlos a pelear? ? preguntó Harry.
   - No- dijo Ron seriamente -, quiero decir que deber´ıamos sacarlos de aqu´ı. No queremos más Dobbies, ¿o s´ı? No podemos ordenarles que mueran por nosotros ?
   Hubo un estrépito cuando los colmillos del basilisco cayeron de los brazos de Hermione.
   Corriendo hasta ron, se lanzó sobre él, rodeándole el cuello con sus brazos y plantándole un beso en la boca. Ron tiró los colmillos y la escoba que hab´ıa estado sosteniendo y le CAPÍTULO 31. LA BATALLA DE HOGWARTS
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   respondió con tal entusiasmo que levantó a Hermione del piso.
   - ¿Es éste el momento para eso? ? preguntó Harry débilmente, y cuando nada pasó excepto que Ron y Hermione se abrazaron con mayor firmeza y se balancearon en donde estaban parados, levantó la voz. - ¡Oi! ¡Hay una guerra aqu´ı! ? Ron y Hermione se separaron, pero sus brazos permanec´ıan alrededor del otro.
   - Lo se, amigo ? dijo Ron, quien se ve´ıa como si le hubiesen golpeado la cabeza con una bludger. ? As´ı que es ahora o nunca, ¿no es as´ı?
   - No importa eso, ¿qué pasa con el Horrocrux? ? gritó Harry - ¿Creen que podr´ıan aguantarse hasta que encontremos la diadema?
   - S´ı, claro, lo siento ? dijo Ron, y él y Hermione empezaron a recoger los colmillos, ambos sonrojados.
   Estaba claro que en los minutos en que hab´ıan permanecido en la Sala de los Menesteres la situación del castillo se hab´ıa deteriorado severamente. Las paredes y el techo se tambaleaban más que nunca, el polvo llenaba el aire, y a través de la ventana más cercana Harry pod´ıa ver estallidos de luces verdes y rojas tan cercanos al pie del astillo que supo que los mort´ıfagos estaban muy cerca de entrar al lugar.
   Mirando hacia abajo, Harry vio a Grawp el gigante serpentear, balanceando lo que parec´ıa una gárgola de piedra arrancada del techo y rugiendo su disgusto.
   - ¡Esperemos que pise a algunos de ellos! ? dijo Ron mientras más gritos hac´ıan eco desde cerca.
   - ¡Mientras no sea ninguno de los nuestros! ? dijo una voz. Harry se dio vuelta y vio a Ginny y a Tonks, ambas con sus varitas fuera apuntando a la ventana siguiente, a la que le faltaban varios paneles. Mientras miraba, Ginny envió una bien apuntada maldición a un grupo de luchadores más abajo.
   - ¡Buena chica! ? rugió una figura que corr´ıa entre el polvo hacia ellos, y Harry vio a Aberforth nuevamente, su cabello gris flotando mientras guiaba a un grupo peque˜no de estudiantes ? Parece como si estuviesen atravesando las almenas, trajeron a sus propios gigantes.
   - ¿Has visto a Remus? ? le preguntó Tonks.
   - ¡Estaba peleando con Dolohov! ? gritó Aberforth ? ¡No lo he visto desde eso!
   - Tonks ? dijo Ginny -, estoy segura de que él está bien ?
   Pero Tonks hab´ıa corrido tras el polvo que dejó Aberforth.
   Ginny se volteó, impotente, hacia Harry, Ron y Hermione.
   - Estarán bien ? dijo Harry, aunque sab´ıa que eran palabras vac´ıas -. Ginny, regresa-remos en un momento, sólo mantente fuera de peligro, mantente a salvo. ¡Vamos! ? les dijo a Ron y Hermione, y corrieron de regreso hasta el tramo de pared detrás de la cual la Sala de los Menesteres esperaba para hacer cumplir el deseo de la persona que entrara.
   Necesito el lugar donde todo está escondido. Harry rogó dentro de su cabeza, y la puerta se materializó la tercera vez que pasaron frente a la pared.
   El furor de la batalla murió en el momento en el que cruzaron el portal y cerraron la puerta tras ellos: Todo estaba silencioso. Estaban en un lugar del tama˜no de una catedral y con el tama˜no de una ciudad, sus altas paredes construidas con objetos escondidos por estudiantes que se hab´ıan marchado hac´ıa largo tiempo.
 
   CAPÍTULO 31. LA BATALLA DE HOGWARTS
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   - ¿Y nunca se dio cuenta de que cualquiera podr´ıa haber entrado? ? dijo Ron, su voz haciendo eco en el silencio.
   - Pensó que él era el único ? dijo Harry ?. Muy mal para él que yo tuve que esconder cosas aqu´ı en mi tiempo... Por aqu´ı.- a˜nadió ? Creo que está por acá... ? Aceleraron el paso por los pasillos adecentes; Harry pod´ıa escuchar las pisadas de los otros haciendo eco entre las altas pilas de baratijas, de botellas, sombreros, cajas, sillas, libros, armas, escobas, bates...
   - Cerca de aqu´ı ? murmuró para s´ı mismo ? Cerca... por aqu´ı...
   Se adentró más y más en el laberinto, buscando objetos que reconociera de su viaje anterior a esta sala. Su respiración le sonaba muy fuerte a sus propios o´ıdos, y su misma alma parec´ıa tiritar. All´ı estaba, justo adelante, el viejo armario de pintura desconchada en el cual hab´ıa escondido su viejo libro de Pociones, y sobre él, el hechicero de piedra marcado de viruela que usaba una peluca polvorienta y lo que parec´ıa ser una antigua tiara descolorida.
   Ya hab´ıa estirado la mano, auque estaba unos cuantos pies lejos, cuando una voz detrás de él dijo: - Detente, Potter.
   Derrapó y se detuvo, y se dio la vuelta. Crabbe y Goyle estaban de pie tras él, hombro con hombro, con sus varitas apuntando Harry. A través del peque˜no espacio que quedaba entre sus rostros burlones vio a Draco Malfoy.
   - Esa que estás agarrando es mi varita, Potter.- dijo Malfoy, apuntando la que ten´ıa entre las manos entre el espacio que quedaba entre Crabbe y Goyle.
   - Ya no lo es ? jadeó Harry, intensificando su agarre a la varita de espino.- El que lo encuentra se lo queda, Malfoy. ¿Quién te prestó esa que llevas?
   - Mi madre.- dijo Draco.
   Harry rió, aunque no hab´ıa nada gracioso en la situación. No pod´ıa escuchar a Ron o a Hermione. Al parecer hab´ıan salido de su rango de audición, buscando la diadema.
   - ¿Cómo es que no estás con Voldemort? ? preguntó Harry.
   - Seremos recompensados ? dijo Crabbe. Su voz era sorprendentemente suave para una persona tan enorme: Harry no lo hab´ıa o´ıdo hablar casi nunca. Crabbe estaba hablando como un ni˜no peque˜no al que le prometieron una bolsa de dulces -. Nos quedamos por aqu´ı. Decidimos no irnos. Decidimos llevarte a él.
   - Buen plan ? dijo Harry con fingida admiración. No pod´ıa creer que estuviese tan cerca, y que su plan fuese a ser frustrado por Malfoy, Crabbe y Goyle. Empezó a alejarse lentamente hacia atrás, hacia donde el Horrocrux yac´ıa ladeado sobre la cabeza del busto.
   Si sólo pudiese poner sus manos sobre él antes de que la batalla empezara...
   - ¿Y cómo entraron aqu´ı? ? preguntó, intentando distraerlos.
   - Prácticamente viv´ı en la Sala de los Objetos Escondidos durante el a˜no pasado ? dijo Malfoy con voz quebradiza -, se cómo entrar.
   - Estábamos escondidos en el corredor afuera ? gru˜nó Goyle -. ¡Ahora podemos hacer encantamientos desilusionadores! Y entonces ? su rostro se partió en una estúpida sonrisa
   ? ustedes aparecieron justo en frente de nuestros ojos y dijeron que estaban buscando una dia ?die- ¡deduma! ¿Qué es una deduma?
   - ¿Harry? ? la voz de Ron hizo eco repentinamente desde el otro lado de la pared a la derecha de Harry - ¿Estás hablando con alguien?
 
   CAPÍTULO 31. LA BATALLA DE HOGWARTS
   354
   Con un movimiento de látigo, Crabbe apuntó su varita hacia la monta˜na de quince pies de muebles, baúles rotos, libros viejos, capas y trastos inidentificables, y gritó -¡Descendo!
   La pared empezó a tambalearse, y entonces la parte de arriba se desmoronó sobre el pasillo donde Ron estaba.
   - ¡Ron! ? bramó Harry, mientras desde un lugar fuera de su vista Hermione gritaba, y Harry escuchó innumerables objetos caer con estrépito sobre el piso del otro lado de la pared desestabilizada: apuntó su varita hacia la muralla y gritó:-¡Finite! - y la misma se estabilizó.
   - ¡No! ? gritó Malfoy, agarrando el brazo de Crabbe cuando éste hizo la moción de repetir el hechizo - ¡Si destrozas el salón podr´ıas enterrar la diadema en el proceso!
   - ¿Cuál es el problema? ? dijo Crabbe, liberándose de Malfoy ? Si es Potter lo que el Se˜nor Oscuro quiere, ¿a quién le importa una deduma?
   - Potter vino a obtenerla ? dijo Malfoy con mal disimulada impaciencia a la lenta y no existente agudeza de sus colegas -, as´ı que eso debe significar-
   - ¿Debe significar? ? Crabbe se dio la vuelta hacia Malfoy con una ferocidad no disimulada - ¿A quién le importa lo que tú pienses? Yo no sigo tus órdenes, Draco. Tú y tu padre están acabados.
   - ¿Harry? ? gritó Ron de Nuevo, desde el otro lado del montón de trastos - ¿Qué está su-cediendo?
   - ¿Harry? ? imitó Crabbe - ¿Qué está-? ¡No, Potter! ¡Crucio!
   Harry se hab´ıa lanzado a por la tiara; la maldición de Crabbe no le acertó pero golpeó al busto de piedra, el cual voló por los aires; la diadema salió disparada hacia arriba y luego desapareció en la masa de objetos sobre los que el busto cayó.
   - ¡ALTO! ? Malfoy le gritó a Crabbe, su voz haciendo eco a través de la enorme habitación ? El Se˜nor Oscuro lo quiere vivo.
   - ¿Y eso qué? No lo estoy matando, ¿o s´ı? ? gritó Crabbe, zafándose del brazo de Malfoy ? Pero si puedo, lo haré. De cualquier forma, el Se˜nor Oscuro lo quiere muerto,
   ¿cuál es la diferen-?
   Un chorro de luz escarlata pasó a cent´ımetros de Harry: Hermione hab´ıa corrido alrededor de la esquina y hab´ıa lanzado un hechizo aturdidor justo a la cabeza de Crabbe.
   Falló únicamente porque Malfoy lo empujó fuera de su trayectoria.
   - ¡Es la sangre sucia! ¡Avada Kedavra!
   Harry vio que Hermione se movió a un lado, y la furia que sintió al ver que Crabbe hab´ıa intentado matarla borró todo lo demás de su cabeza. Le lanzó un hechizo aturdidor a Crabbe, quien dio traspiés y se quitó de en medio, derribando la varita de Malfoy; la varita rodó fuera de su vista bajo una monta˜na de muebles rotos y huesos.
   - ¡No lo maten! ¡NO LO MATEN! ? Malfoy le gritó a Crabbe y a Goyle, quienes estaban apuntando a Harry: el segundo de duda fue todo lo que Harry necesitó.
   - ¡Expelliarmus!
   La varita de Goyle salió volando de su mano y desapareció en el bastión de objetos que estaban detrás de él; Goyle saltó como un tonto en el sitio, intentando recuperarla; Malfoy saltó fuera del rango del segundo hechizo aturdidor de Hermione, y Ron, apareciendo repentinamente al final del pasillo, le lanzó un maldición paralizadora a Crabbe, que falló por muy poco.
 
   CAPÍTULO 31. LA BATALLA DE HOGWARTS
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   Crabbe giró en redondo y gritó -¡Avada Kedavra! de nuevo. Ron desapareció de un salto para evitar el chorro de luz verde. Malfoy, sin varita, se encogió detrás de un armario de tres patas, mientras Hermione cargaba contra ellos, golpeando a Goyle con un hechizo aturdidor mientras se acercaba.
   - ¡Está por aqu´ı en algún lugar! ? le gritó Harry, apuntando la pila de bártulos en la que la vieja tiara hab´ıa ca´ıdo ?. Búscala mientras yo voy y ayudo a R-
   - ¡HARRY! ? gritó Hermione.
   Una ola de sonido crepitante que ven´ıa de detrás de él le dio la advertencia del momento. Se dio vuelta y vio a Ron y a Crabbe corriendo lo más rápido que pod´ıan hacia ellos.
   - ¿Te gusta as´ı, basura? ? rugió Crabbe mientras corr´ıa.
   Pero parec´ıa no tener control sobre lo que hab´ıa hecho. Llamas de tama˜no anormal los persegu´ıan, lamiendo los lados de los montones de basura y baratijas, que se desmoronaban como holl´ın a su toque.
   - ¡Aguamenti! ? aulló Harry, pero el chorro de agua que salió de la punta de su varita se evaporó en el aire.
   - ¡CORRAN!
   Malfoy agarró a Goyle, quien segu´ıa aturdido, y lo arrastró con él; Crabbe los aven-tajó a todos, viéndose aterrorizado; Harry, Ron y Hermione lo acompa˜naron en su carrera, y el fuego los persegu´ıa. No era un fuego normal; Crabbe hab´ıa usado una maldición de la que Harry no ten´ıa conocimiento. Cuando giraron en una esquina las llamas los persiguieron como si estuvieran vivas, como si sintiera, resueltas a matarlos. Ahora el fuego estaba mutando, formando una manada gigante de bestias fogosas: serpientes flameantes, quimeras y dragones se levantaban y ca´ıan y se levantaban otra vez, y los detritos de siglos de los que se estaban alimentando eran lanzados a los aires a sus bocas colmilludas, a sus garras afiladas, antes de ser consumidos por la hoguera.
   Malfoy, Crabbe y Goyle se hab´ıan desaparecido de su vista: Harry, Ron y Hermione se detuvieron; los monstruos de fuego los ten´ıan rodeados, acercándose cada vez más, sus garras, cuernos y colas azotaban el suelo, y el calor era tan sólido como una muralla a su alrededor.
   - ¿Qué podemos hacer? ? gritó Hermione por encima del ruido ensordecedor del fuego
   - ¿Qué podemos hacer?
   - ¡Aqu´ı!
   Harry se hizo con un par de escobas que se ve´ıan pesadas de la pila de trastos más cercana, y le lanzó una a Ron, quien montó a Hermione detrás de él. Harry pasó su pierna sobre la segunda escoba y, con fuertes patadas al piso, se levantaron por el aire, fallando por poco el pico carnudo de un raptor flameante que intentó morderlos con sus poderosas mand´ıbulas. El humo y el calor se hac´ıan insoportables: debajo de ellos, el fuego maldito consum´ıa el contrabando de generaciones de estudiantes cazados, los resultados culpables de mil experimentos prohibidos, los secretos de almas incontables que hab´ıan buscado refugio en la habitación. Harry no pod´ıa ver rastro de Malfoy, Crabbe o Goyle por ningún lado. Bajó en picado lo más que se atrevió sobre la manada merodeante de monstruos que intentaban encontrarlos, pero no hab´ıa más que fuego: Qué forma tan terrible de morir...
   Él nunca quiso esto...
   -¡Harry, salgamos de aqu´ı! ¡Salgamos de aqu´ı! ? rugió Ron, aunque a través del humo CAPÍTULO 31. LA BATALLA DE HOGWARTS
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   era imposible ver dónde estaba la puerta.
   Y entonces Harry escuchó un débil, penoso grito humano entre la terrible conmoción, el estruendo de la llamma devoradora.
   - ¡Es demasiado peligroso! ? gritó Ron, pero Harry giró en el aire. Sus lentes le daban a sus ojos una peque˜na protección contra el humo, rastreó la tormenta de fuego debajo de él, buscando una se˜nal de vida, un miembro o una cara que aún no estuviese achicharrada como madera...
   Y entonces los vio: Malfoy con sus brazos bajo el inconciente Goyle, ambos sobre una frágil torre de escritorios achicharrados, y Harry descendió. MAlfoy lo vió venir y levantó un brazo, pero incluso cuando Harry lo agarró supo de inmediato que no servir´ıa de nada. Goyle era muy pesado y la mano de Malfoy, cubierta de sudor, se resbaló inmediatamente de la mano de Harry.
   - ¡SI MORIMOS POR CULPA DE ELLOS, TE MATARÉ, HARRY! ? rugió la voz de Ron, y, mientras una gran quimera flamenate se abalanzaba sobre ellos, él y Hermione arrastraron a Goyle sobre su escoba y se alzaron, balanceándose y tambaleándose en el aire, mientras Malfoy se sub´ıa a la escoba detrás de Harry.
   - ¡La puerta! ¡Vamos a la puerta, la puerta! ? le gritó MAlfoy a Harry en la oreja, y Harry aceleró, siguiendo a Ron, Hermione y Goyle a través de la nube de humo, apenas capaz de respirar: y alrededor de él, los objetos que aún no hab´ıan sido consumidos por las llamas saltaban por los aires, mientras las criaturas invocadas por el fuego maldito las lanzaban alto en celebración: tazas y escudos, un collar destellante, una vieja tiara descolorida...
   - ¿Qué estás haciendo? ¿Qué estás haciendo? ¡La puerta es hacia allá! ? gritó Malfoy, pero Harry hizo un viraje brusco y descendió en picada. La diadema parec´ıa caer en cámara lenta, dando vueltas y brillando mientras ca´ıa en las fauces de una serpiente bostezando, y entonces la agarró, atrapándola alrededor de su mu˜neca-Harry giró bruscamente de nuevo cuando la serpiente se abalanzó sobre él; se alzó y se encaminó directamente hacia el lugar en donde, rezaba, la puerta estaba abierta; Ron, Hermione y Goyle se hab´ıan desvanecido; Malfoy estaba gritando y sujetaba a Harry tan fuerte que lo lastimaba, entonces, a través del humo, Harry vio una mancha rectangular en la pared y condujo la escoba hacia allá, y momentos después aire limpio llenó sus pulmones mientras chocaban con la pared del corredor frente a ellos.
   Malfoy cayó de la escoba sobre su cara, jadeando, tosiendo y teniendo arcadas. Harry se revolcó y se sentó: La puerta a la Sala de los Menesteres se hab´ıa desvanecido, y Ron y Hermione estaban sentados en el piso, jadeantes, junto a Goyle, quien permanec´ıa inconciente.
   - C-Crabbe ? se asfixió Malfoy tan pronto como pudo hablar -. Crabbe...
   - Está muerto. ? dijo Ron ásperamente.
   Hubo un silencio, aparte de los jadeos y las toses. Entonces un número de grandes explosiones sacudió al castillo, y una gran cabalgata de figuras transparentes galopó frente a ellos sobre sus caballos, sus cabezas gritando su sed de sangre bajo sus brazos. Harry trastabilló al levantarse cuando la partida de Cazadores Descabezados hubo pasado: La batalla continuaba alrededor de él. Pod´ıa escuchar más gritos que los de los de los fantasmas en retirada. El pánico se prendió dentro de él.
   - ¿Dónde está Ginny? ? dijo cortante ? Estaba aqu´ı. Se supone que iba a entrar en la Sala de los Menesteres.
 
   CAPÍTULO 31. LA BATALLA DE HOGWARTS
   357
   - Córcholis, ¿crees que sirva aún después de todo ese fuego? ? preguntó Ron, pero él también se puso de pie, frotándose el pecho y mirando a todos lados - ¿Nos separamos para buscarla?
   - No ? dijo Hermione levantándose también. Malfoy y Goyle permanec´ıan desplomados y sin esperanza en el suelo, y ninguno de los dos ten´ıa varita ? Quedémonos juntos. Yo digo que vayamos... Harry, ¿qué es eso en tu brazo?
   - ¿Qué? Oh, s´ı...
   Se sacó la diadema de la mu˜neca y la levantó. Aún estaba caliente, ennegrecida por el holl´ın, pero cuando la miró de cerca fue capaz de entender las diminutas palabras grabadas sobre ella: JUICIO M ÁS ALL Á DE LA MEDIDA ES EL TESORO M ÁS GRANDE DEL
   HOMBRE.
   Una sustancia semejante a la sangre, negra y alquitranada, parec´ıa gotear de la diadema. De repente Harry sintió la cosa vibrar violentamente, y romperse en sus manos, y cuando lo hizo, creyó escuchar el más débil y distante grito de dolor, haciendo eco no desde los terrenos o desde el castillo, sino desde esa cosa que se hab´ıa roto entre sus dedos.
   - ¡Debe haber sido Fiendfyre! ? gimió Hermione, sus ojos sobre la pieza rota.
   - ¿Perdón?
   - Fiendfyre ? fuego maldito ? es una de las sustancias que destruye Horrocruxes, pero yo nunca me hubiese atrevido a usarlo, es demasiado peligroso - ¿Cómo aprendió Crabbe a -?
   - Debe haberlo aprendido de los Carrows. ? dijo Harry, adusto.
   - Una lástima que no prestó atención cuando dijeron cómo detenerlo, realmente ? dijo Ron, cuyo cabello, como el de Hermione, estaba chamuscado, y su cara ennegrecida -. Si no hubiese intentado matarnos a todos, estar´ıa apenado por su muerte.
   - ¿Pero no te das cuenta? ? susurró Hermione ? Eso significa que sólo nos falta la serpiente ? pero se detuvo cuando alaridos y gritos y los ruidos inconfundibles de un duelo llenaron el corredor. Harry vio a su alrededor y su corazón pareció detenerse: los mort´ıfagos hab´ıan entrado a Hogwarts. Fred y Percy estaban justo a la vista, ambos batiéndose con hombres enmascarados y encapuchados.
   Harry, Ron y Hermione avanzaron a la carrera para ayudar: chorros de luz volaban en todas direcciones y el hombre batiéndose con Percy se echó atrás rápidamente: su capucha cayó y vieron una frente alta y cabello encanecido...
   - ¡Hola, Ministro! ? bramó Percy, lanzando una maldición a Thicknesse, quien dejó caer su varita y ara˜nó el frente de sus vestiduras, aparentemente terriblemente incómodo -
   ¿Mencioné que voy a renunciar?
   - ¡Estás bromeando, Perce! ? gritó Fred mientras el mort´ıfago con el que estaba ba-tallando colapsaba bajo el peso de tres hechizos aturdidores. Thicknesse hab´ıa ca´ıdo al piso con peque˜nas espinas haciendo erupción por todo su cuerpo; parec´ıa que se estuviese convirtiendo en un erizo de mar. Fred miró a Percy con regocijo.
   - De verdad estás bromeando, Perce... Creo que no te hab´ıa o´ıdo bromear desde que ten´ıas- El aire explotó. Se hab´ıan agrupado los cinco, Harry, Ron, Hermione, Fred y Percy, con los dos mort´ıfagos a sus pies, uno aturdido, el otro transfigurado, y en ese fragmento de tiempo, cuando el peligro parec´ıa temporalmente a raya, el mundo fue desgarrado en pedazos, Harry se sintió volar por los aires, y todo lo que pudo hacer fue agarrarse lo más firmemente posible a ese peque˜no palito de madera que era su única arma, y protegerse la CAPÍTULO 31. LA BATALLA DE HOGWARTS
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   cabeza con los brazos: escuchó los gritos y alaridos de sus compa˜neros sin una esperanza de saber qué les hab´ıa sucedido-Y entonces el mundo se revolvió en dolor y semioscuridad: estaba casi enterrado en las ruinas de un corredor que hab´ıa sido v´ıctima de un terrible ataque. El aire fr´ıo le dijo que un lado del castillo hab´ıa volado por los aires, y el calor pegajoso en su mejilla le dijo que estaba sangrando copiosamente. En ese momento escuchó un grito terrible que le atenazó las entra˜nas, que expresaba agon´ıa que ni el fuego ni una maldición pueden causar, y se levantó, tambaleándose, más asustado de lo que hab´ıa estado en todo ese d´ıa, más asustado, tal vez, de lo que hab´ıa estado toda su vida...
   Y Hermione estaba luchando por ponerse en pie entre los escombros, y tres hombres pelirrojos estaban agrupados en el piso donde la pared hab´ıa explotado. Harry tomó la mano de Hermione mientras se tambaleaban y daban traspiés sobre piedras y madera.
   - No... no... ¡NO! ? alguien estaba gritando - ¡No! ¡Fred! ¡No!
   Y Percy sacud´ıa a su hermano, y Ron estaba arrodillado junto a ellos, y los ojos de Fred miraban fijamente sin ver, el fantasma de su última risa aún grabado en su rostro.
 
   Cap´ıtulo 32
   La Varita Mayor
   El mundo hab´ıa terminado entonces ¿por qué la batalla no cesaba, el castillo hab´ıa ca´ıdo en un silencio de horror, y cada combatiente tenia los brazos ca´ıdos? La mente de Harry estaba fuera de control, imposibilitada de entender, Fred Weasley no pod´ıa estar muerto, la evidencia de sus sentidos le deb´ıa estar mintiendo. Y entonces, un cuerpo pasa flotando el agujero hacia el lado de la escuela, y volaron maldiciones hacia ellos desde la oscuridad, pegando en el muro al lado de sus cabezas. -¡Abajo! ? grito Harry, mientras más maldiciones cruzaban la noche. El y Ron hab´ıan tomado a Hermione y la empujaban hacia el piso, pero Percy yac´ıa al lado del cuerpo de Fred, protegiéndolo de mas da˜no; y cuando Harry grito: - Percy, vamos, tenemos que movernos- él negó con la cabeza.-
   ¡Percy!- Harry vio lagrimas en la cara de Ron, mientras que tomaba de los hombros a su hermano mayor y lo empujaba. Pero Percy se negaba- Percy, no puedes hacer nada por él. Vamos a. - Hermione grito y Harry se dio vuelta, no necesitaba preguntar por qué. Una ara˜na monstruosa del tama˜no de un auto peque˜no trataba de escalar y pasar el agujero de la pared, uno de los descendientes de Aragor se hab´ıa unido a la batalla.
   Ron y Harry gritaron a la vez, sus hechizos colisionaron y el monstruo voló hacia atrás, sus piernas se mov´ıan horriblemente y desapareció en la oscuridad. -¡Traje amigos!- Harry llamo a los otros mirando hacia la esquina del castillo, a través del agujero en la pared, las maldiciones hab´ıan parado. Mas ara˜nas gigantes trepaban la pared del edificio, liberadas del Bosque Prohibido en el cual los mortifagos hab´ıan penetrado. Harry lanzo hechizos aturdidores hacia ellos, dándole al monstruo l´ıder que cayo sobres sus amigos, haciendo que rodaran hacia abajo del edificio, fuera de vista. Entonces mas maldiciones llegaron por arriba de la cabeza de Harry, tan cerca que sintió la fuerza de éstas volarle el pelo.
   -Movámonos, ¡ya! ?
   Empujando a Hermione delante de él con Ron, Harry se detuvo para mirar al cuerpo de Fred que estaba debajo de la arcada. Percy, dándose cuenta de lo que Harry intentaba hacer dejo de estar pegado al cuerpo y le ayudo, juntos inclinándose para evitar maldiciones que volaban hacia ellos desde los jardines, sacaron a Fred del camino.
   -Aqu´ı- dijo Harry y colocaron el cuerpo en un nicho, donde antes hab´ıa una armadura.
   No pod´ıa Soportar mirar a Fred otro segundo mas que el necesario y después de asegurarse de que el cuerpo estaba bien escondido, partió detrás de Ron y Hermione. Malfoy y Goyle habian desaparecido, pero al final del corredor, que estaba ahora lleno de pedazos de muro ca´ıdos, vidrios que antes eran ventana, vio a mucha gente corriendo hacia adelante y hacia atrás; si eran amigos o enemigos Harry no pudo distinguir. Dando vuelta a la esquina Percy grito: - ¡Rockwood!- y corrió en dirección de un hombre alto que segu´ıa a unos estudiantes.
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   CAPÍTULO 32. LA VARITA MAYOR
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   -Harry, ¡ aqu´ı!- grito Hermione.
   Ella tiraba de Ron hacia atrás de un tapiz que colgaba de la pared. Parec´ıan estar forcejeando y por un segundo Harry pensó que estaban abrazándose otra vez. Entonces vio que Hermione trataba de detener a Ron, de que corriera tras Percy.
   -¡ Escúchame! ¡ Escucha Ron! ? -Quiero ayudar......quiero matar mortifagos- Su cara estaba transfigurada manchada de polvo y de humo, temblaba de rabia y dolor.
   -Ron, somos los únicos que podemos detener esto, por favor Ron, necesitamos la serpiente, debemos matar a la serpiente- dijo Hermione Pero Harry, sabia como se sent´ıa Ron persiguiendo otro horcrux no tendr´ıa la satisfacción de vengarse, el también deseaba pelear, castigar a aquellos que mataron a Fred y quer´ıa encontrar a los otros Weasleys y asegurarse sobre todo, asegurarse de que Ginny no estaba ...pero no pod´ıa permitirse esa idea en la cabeza.
   -¡Vamos a luchar!-dijo Hermione- ¡vamos a encontrar la serpiente! Pero no perdamos de vista lo que se supone que debemos hacer, somos los únicos que podemos terminar con esto.-
   Ella estaba llorando también, secó sus lagrimas y tomo aire para calmarse. Mientras aun sosten´ıa fuertemente a Ron, se volvió hacia Harry.
   -Necesitas averiguar donde esta Voldemort, porque tendrá a ala serpiente con él, ¿no?.
   Hazlo Harry, mira dentro de él.-
   ¿Por qué fue tan fácil? ¿Porque su cicatriz hacia horas que quemaba, queriendo mostrar lo que Voldemort pensaba? Cerro sus ojos y a su orden de pronto los gritos y estallidos y todos los sonidos discordantes de la batalla se fueron haciendo distantes, como si él estuviera lejos de ellos... Estaba parado en el medio de un cuarto desolado pero extra˜namente familiar, con papel tapiz cayendo de las paredes y las ventanas cubiertas excepto una. Los sonidos del asalto al castillo eran distantes, la única ventana sin tapar dejaba ver distantes rayos de luz donde estaba el castillo, dentro del cuarto en cambio todo estaba oscuro excepto por una única lámpara de aceite, Mov´ıa la varita entre sus dedos, mirándola, sus pensamientos en el cuarto del castillo, el cuarto que solo él hab´ıa encontrado, el cuarto como la cámara, para el que debe ser inteligente e inquisitivo para descubrirlo... Confiaba en que el chico no hubiera encontrado la diadema...aunque la mascota de Dumbledore hab´ıa llegado mas lejos de lo que él hab´ıa esperado ...mucho mas lejos...
   -Mi se˜nor- dijo una voz desesperada y cascada. Se volteó, all´ı estaba Lucius Malfoy sentado en la esquina más oscura, todav´ıa luciendo las marcas del castigo que recibiera después del ultimo escape del chico. Uno de sus ojos se manten´ıa cerrado, hinchado.- Mi se˜nor... por favor.....mi hijo...-
   -Si tu hijo esta muerto, Lucius, no es mi culpa. No vino a unirse a li, como los otros Slytherins. ¿Quizás tu hijo decidió hacerse amigo de Harry Potter?-
   -No, nunca- susurro Malfoy
   -Debes desear que no-
   -¿Teme ...Mi se˜nor....que Potter muera por otra mano que no sea la suya?- pregunto Malfoy con voz temblorosa- ¿No seria...perdóneme.....más prudente dar por terminada esta batalla, entrar al castillo y buscarlo usted mismo?-
   -No finjas, Lucius. Quieres que la batalla termine para saber que le ha pasado a tu hijo.
   Yo no necesito buscar a Potter, antes de que la noche termine, Potter vendrá a buscarme-Voldemort dirigió otra vez su mirada a la varita en sus dedos. Le molestaba... y las cosas CAPÍTULO 32. LA VARITA MAYOR
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   que molestaban a Lord Voldemort necesitaban ser arregladas...
   -Ve, y busca a Snape-
   -¿Snape?, ...mi se˜nor..-
   -Snape. Ahora lo necesito tengo un... servicio ... que requiere de él. Ve...-
   Asustado tambaleándose a través de la luz, Lucius dejo el cuarto. Voldemort continuo parado all´ı, moviendo la varita entre sus dedos y mirándola.
   -Es la única forma, Nagini- susurro y miro a su alrededor, all´ı estaba la gran serpiente suspendida en el aire, contorneándose graciosamente en el espacio hechizado que hab´ıa preparado para ella, una esfera transparente, casi como una jaula brillante o un tanque.
   Con una exhalación Harry volvió a abrir los ojos en el mismo momento en que sus o´ıdos se llenaban de llantos, golpes y sonidos de batalla.
   -Él esta en la Casa de los Gritos. La serpiente está con él, tiene una especie de protección mágica a su alrededor. Mandó a Lucius Malfoy a buscar a Snape.-
   -¿Voldemort está en la Casa de los Gritos? ? dijo Hermione- ...ni siquiera...ni siquiera está luchando?-
   -Él piensa que no necesita luchar- dijo Harry- piensa que voy a ir a él-
   -Pero ¿por qué?
   -Sabe que estoy buscando los horcruxes, él mantiene a Nagini cerca de él, obviamente voy a tener que ir hasta él para llegar a esa cosa...-
   -De acuerdo- dijo Ron, enderezando sus hombros ? As´ı que tu no puedes ir, eso es lo que él quiere, lo que espera. Te quedas aqu´ı y cuidas de Hermione, yo iré y lo traeré ....-
   Harry se interpuso ante Ron.
   -Ustedes dos quédense aqu´ı, yo iré con la capa de invisibilidad y estaré de vuelta muy rapido.-
   -No- dijo Hermione- tiene mucho mas sentido si yo tomo la capa y ...-
   -Ni se te ocurra...- dijo Ron- pero antes de pudiera terminar Hermione dijo:- soy tan capaz ....- el tapiz en lo alto de la escalera donde estaban resguardados se abrió.
   -¡ Potter! ?
   Dos dementores enmascarados estaban all´ı parados, pero antes de que sus varitas estuvieran levantadas ,Hermione gritó - ¡Glisseo!-
   Las escaleras bajo sus pies se convirtieron en un tobogán, ella, Harry y Ron bajaron por él sin poder controlar la velocidad, pero tan rápido que los hechizos aturdidores de los hombres pasaban volando sobre sus cabezas. Le tiraron el tapiz que hab´ıa al final del tobogán y cayeron al piso, pegando contra la pared opuesta.
   -¡Duro!- grito Hermione se˜nalando con su varita el tapiz, y sintieron ruidos de golpes contra este que se hab´ıa convertido en piedra, contra la que los dementores hab´ıan chocado.
   -¡Vuelve! ? grito Ron, y él, Harry y Hermione pasaron a través de una puerta mientras que unos cientos escritorios galopaban pastoreados por la profesora Mc Gonagall. Pareció que ella no los hab´ıa visto. Su pelo suelto y una marca en su mejilla. Cuando doblo la esquina, sintieron su grito.
   -¡A la carga!-
 
   CAPÍTULO 32. LA VARITA MAYOR
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   -Harry, tu ponte la capa- dijo Hermione- no te preocupes de nosotros-Pero él extendió sobre los tres, altos como eran dudaba que alguien viera sus pies a través del humo y el polvo que inundaban el aire, los pedazos de piedras que ca´ıan y el reflejo de los hechizos. Corrieron hacia la siguiente escalera y se encontraron en un corredor lleno de gente batiéndose a duelo. Los retratos de cada lado de los combatientes estaban llenos de figuras que gritaban advertencias y dando ánimos, mientras mortifagos enmascarados y sin mascaras, se bat´ıan a duelo con estudiantes y profesores. Dean hab´ıa ganado una varita y estaba cara a cara con Dolohov. Parvati con Travers, Ron y Hermione levantaron a la vez sus varitas, preparados para atacar, pero los hombres estaban moviéndose tanto que parec´ıa que se lastimar´ıan a s´ı mismos si lanzaban maldiciones.
   Aun mientras estaban all´ı, buscando la oportunidad de actuar, sobrevino un fuerte:
   -¡ Wheeeeee!...- y mirando hacia arriba Harry vio a Peeves zumbando arriba de ellos tirando bombas de Snargalutt a los mortifagos, cuyas cabezas de repente se convirtieron en grandes chimeneas verdes que se mov´ıan como gusanos.
   -¡ Hay alguien invisible aqu´ı!- grito un enmascarado mortifago se˜nalándolos.
   Dean hizo lo que pudo para desviar la atención del mortifago, derribándolo con un hechizo aturdidor, Dolohov trato de encontrarlos pero Parvati le lanzo una maldición.
   -¡Vamos!- grito Harry, y él , Ron y Hermione se reunieron bajo la capa apretados con las cabezas gachas, a través de la niebla los luchadores resbalándose un poco en los charcos de jugo de Snargalutt, hacia la escalera de mármol del hall de entrada.
   -Soy Draco Malfoy. ¡ Soy Draco! Estoy de su lado- Draco estaba en el piso superior con otro mortifago, Harry aturdió a este mientras pasaban. Malfoy miro a su alrededor, implorando, a su salvado y Ron le pego un pu˜netazo desde debajo de la capa. Malfoy cayo encima del mortifago, su boca sangraba.
   -Y esta es la segunda vez que te salvamos la vida esta noche, ¡bastado de dos caras!-
   grito Ron. Hab´ıa dos personas mas batiéndose a duelo en las escaleras y en el hall los mortifagos estaban donde quiera que Harry mirara, Yaxley cerca de la puerta principal, en combate con Flitwick, un mortifago enmascarado se bat´ıa a duelo con Kingsley justo a su lado. Estudiantes corr´ıan en cualquier dirección, algunos llevando amigos heridos.
   Harry dirigió un hechizo aturdidor a la mascara del mortifago , fallo pero casi le pega a Neville quien hab´ıa salido de algún lugar entres los brazos de la Tentaculla Venenosa, que se enredo alegremente en el mortifago más cercano y comenzó a arrollarlo. Harry, Ron y Hermione rápidamente llegaron a la escalera de mármol, vidrios ca´ıdos por el piso y el reloj de Slytherin que marcaba los puntos de la casa hab´ıa derramado esmeraldas por doquier, por lo que la gente resbalaba mientras que corr´ıan. Dos cuerpos cayeron de una balcón sobre sus cabezas mientras que llegaba al jard´ın una mancha gris con patas, que Harry pensó era un animal de cuatro patas, cruzo el hall de entrada para clavar sus colmillos en uno de los ca´ıdos.
   -¡No!- tembló Hermione y con un rayo de su varita, Fenrir Greyback fue lanzado hacia atrás del cuerpo tembloroso de Lavender Brown. Pego contra la baranda de la escalera de mármol y trato de ponerse en pie. Entonces con una luz brillante y blanca y un fuerte crack, una bola de cristal cayo sobre sus cabezas, dejándolo ca´ıdo en el suelo inmóvil.
   -¡ Tengo mas! ? grito la profesora Trelawney desde la baranda- Mas para quien quiera.
   Aqu´ı. - y con un movimiento casi tenistico, una enorme esfera de cristal salió de su bolso, movió su varita en el aire y la bola tomo velocidad atravesando el hall y destrozándose contra una ventana. En ese mismo momento, las pesadas puertas de madera del frente, se abrieron y más ara˜nas gigantes forzaron la entrada del hall. Gritos de terror llenaron CAPÍTULO 32. LA VARITA MAYOR
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   el aire, los luchadores se movieron rápidamente tanto mortifagos como los de Howarts, y rayos verdes y rojos volaron en el aire hacia los monstruos que se encogieron y se volvieron aun as terror´ıficamente.
   ¿-¿ Cómo salimos ahora?- grito Ron por arriba de los gritos, pero antes de que Harry o Hermione pudieran contestar fueron hechos a un lado, Hagrid hab´ıa bajado como un trueno las escaleras moviendo su paraguas rosa floreado.- No los lastimen, no los lastimen-grito Hagrid -¡No! ? Harry olvido todo lo demás, salió de debajo de la capa corriendo tratando de evitar las maldiciones que iluminaban todo el hall.
   -¡Hagrid, vuelve!-
   Pero ni siquiera hab´ıa llegado a la mitad del camino hacia Hagrid, cuando vio lo que sucedió Hagrid desapareció debajo de las ara˜nas, y con un gran movimiento estas se retiraron bajo una serie de hechizos. Hagrid quedo dentro de la niebla.
   -¡Hagrid!- Harry escucho que alguien amigo o enemigo llamaba, pero no le importó.
   Estaba bajando los escalones del frente hacia los jardines oscuros y las ara˜nas estaban yendo como un reba˜no y no pudo ver a Hagrid .
   -¡ Hagrid!-
   Pensó que podr´ıa sacar un enorme brazo y moverlo entre la neblina y las ara˜nas, pero mientras que los persegu´ıa, su paso fue impedido por un pie monumental, que se movió la oscuridad e hizo el piso donde Harry estuvo parado, temblar. Miro hacia arriba y un gigante estaba delante de él, veinte pies de alto, su cabeza dentro de las sombras, nada salvo sus piernas como árboles eran iluminadas con luz desde las puertas del castillo. Con un brutal y fluido movimiento, lanzo un pu˜netazo a través de una ventana superior, el vidrio cayo hacia abajo sobre Harry, forzándolo a volver hacia debajo de la puerta de entrada.
   -¡OH, mi... !-tembló Hermione mientras que ella y Ron alcanzaban a Harry y mirando al gigante que ahora trataba de tomar gente a través de la ventana.
   -¡ No!- grito Ron tomando la mano de Hermione cuando ella levanta su varita, - Si lo aturdes caerá y tirara abajo medio castillo-
   -¿Hagger?-
   Grawp llego bordeando la esquina del castillo recién all´ı, Harry se dio cuenta que Grawp era un gigante peque˜no. El monstruoso gigante que trataba de aplastar la gente en los pisos superiores, se dio vuelta y gru˜no. Los escalones de piedra temblaron mientras que el gigante se dirig´ıa hacia su peque˜no igual, la boca de Grawp se abrió, mostrando dientes amarillos del tama˜no de ladrillos que chocaron con el salvajismo de los leones.
   -¡Corran! ? grito Harry, la noche estaba llena de gritos y golpes, mientras que los gigantes forcejeaban, tomo la mano de Hermione y bajó los escalones hacia los jardines, Ron cubr´ıa la retaguardia. Harry no tenia la esperanza de encontrar y salvar a Hagrid, corrió tan rápido que estaban a medio camino hacia el bosque antes de que sucediera algo repentino. El aire a su alrededor se hab´ıa congelado el aliento de Harry se hab´ıa solidificado e su pecho. Sombras se mov´ıan en la oscuridad, figuras oscuras se mov´ıan en una gran ola hacia el castillo, sus caras tapadas y con la respiración acentuada. Harry, Ron y Hermione se acercaron mientras que el sonido de lucha repentinamente terminó, con un silencio que solo los dementores pueden hacer caer en la noche, Fred se hab´ıa ido y Hagrid seguramente estaba muriendo o ya estaba muerto...
 
   CAPÍTULO 32. LA VARITA MAYOR
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   -Vamos Harry- dijo Hermione con una voz muy, muy lejana- Patronus, Harry, vamos-
   Él levantó su varita pero un sentimiento de tristeza los atontaba, ¿ cuantos más ten´ıan que caer muertos que él todav´ıa no sab´ıa? Sintió como si su alma hubiera dejado ya su cuerpo....
   -Harry, vamos- grito Hermione-
   Cientos de dementores avanzaban hacia ellos, acortando la distancia cada vez mas cerca de Harry, que estaba desalentado, como una promesa de fest´ın. Vio el fox terrier de Ron en el aire correr febrilmente y luego desaparecer, vio el hurón de Hermione desaparecer en el aire, la varita le temblaba en la mano y caso agradec´ıa la sensación de la nada, el no sentir nada...y entonces un rayo plateado, y un zorro pasaron rápidamente las cabezas de Harry, Ron y Hermione. Los dementores retrocedieron, tres personas mas llegaron desde la oscuridad y se pararon a su lado, con sus varitas firmemente empu˜nadas, conjurando patronus, Luna, Ernie y Seamus.
   -Eso es- dijo Luna con coraje, como si estuviera en el cuarto de los requerimientos y fuera una simple practica para el DA ? Eso es, Harry...vamos piensa en algo feliz...-
   -¿Algo feliz? ? dijo Harry con voz cascada
   -Estamos aqu´ı todav´ıa ? susurró ella- todav´ıa luchamos..vamos....ahora...-
   Hubo un chispazo plateado y una luz y entonces con el mayor esfuerzo jamás empleado, la forma salió de su varita, salto hacia adelante y los dementores se fueron en retirada, la noche era tranquila otra vez, pero el sonido de la batalla sonó fuerte en sus o´ıdos.
   -No sé como agradecerles- dijo Ron temblando,y girando hacia Luna, Ernie y Seamus-me acaban de salvar...-
   Con un gru˜nido y un temblor de tierra otro gigante salió de la oscuridad en dirección al bosque, era mas alto que ninguno.
   -¡Corran!- grito Harry otra vez, pero a los otros no hab´ıa necesidad de que se les dijera, corrieron y un segundo después, el pie de la criatura cayo exactamente donde ellos hab´ıan estado. Harry miró a su alrededor, Ron y Hermione lo segu´ıan pero los otros tres hab´ıan desaparecido en la batalla.
   -¡ Salgamos de su alcance! ?grito Ron, mientras que el gigante mov´ıa su garrote, a su vez en el jard´ın rayos rojos y verdes continuaban iluminando la oscuridad.
   -¡Al árbol boxeador!- dijo Harry - ¡Vamos!- de alguna manera levanto un muro en su mente, en un espacio en el cual no pod´ıa mirar ahora, pensamientos de Fred y Hagrid, y el terror por la gente que amaba, dentro y fuera del castillo, todo deb´ıa esperar, porque ahora ten´ıan que correr; Ten´ıan que alcanzar la serpiente y a Voldemort porque, como dijo Hermione era la única manera de terminar con todo. Corrió ignorando los rayos de luz que volaban a su alredededor en la oscuridad, y el sonido del lago que romp´ıa como un mar, y el crujir del bosque prohibido en la noche ventosa, a través de los jardines que parec´ıan haberse levantado en rebelión, corrió lo más rápido que hab´ıa hecho en su vida, y fue él el primero en llegar al árbol; el que hab´ıa protegido el secreto como a sus ra´ıces con pu˜netazos y golpes. Respirando agitadamente, Harry se deslizó hacia abajo buscando en la oscuridad el tronco tratando de ver el nudo del viejo árbol, que lo paralizaba.Ron y Hermione llegaron. Hermione llegó tan sin aliento que no pod´ıa hablar.
   -Como... ¿cómo vamos a entrar?- dijo Ron ? puedo ver el lugar... si tan solo tuviera Crookshanks otra vez...-
   -¿Crookshanks? ? dijo Hermione doblándose y tomándose el pecho- ¿eres un mago o CAPÍTULO 32. LA VARITA MAYOR
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   que?
   -Oh si,claro-
   Ron miró a su alrededor y entonces dirigió su varita a un palo en el suelo y dijo Winguardiam Leviosa- el palo se elevo, cruzo el aire como llevado por una ráfaga de viento y dio directamente en el nudo del tronco cerca de las ra´ıces y el árbol se quedo quieto.
   -Perfecto- dijo Hermione
   -Espera- por un segundo, mientras que los ruidos de la batalla llenaban el aire, Harry dudo. Voldemort quer´ıa que el hiciera esto, que él fuera...¿estaba llevando a Ron y Hermione a una trampa?. Pero la realidad cruel y dolorosa, a única forma era matar a la serpiente y ella estaba al final de ese túnel.
   -¿Harry? Aqu´ı venimos, entra! ? dijo Ron empujándolo hacia delante.
   Harry gateó por el pasaje de tierra escondido entre las ra´ıces. Era mucho mas apretado de lo que hab´ıa sido la ultima vez que hab´ıa entrado al túnel. El túnel era de techo bajo, ten´ıan que doblarse hace unos a˜nos para avanzar, ahora ten´ıan que gatear. Harry fue primero, su varita lo iluminaba, expectante por el momento de encontrar obstáculos, pero ninguno llegó. Se mov´ıan en silencio, la mirada de Harry fija sobre la luz de la varita. Al final el túnel comenzaba a subir y Harry vio una luz plateadla frente.
   - ¡La capa!- susurro Hermione- ponte la capa!
   Harry buscó detrás suyo y Hermione le ayudó con su mano libre con dificultad y murmuro: - ¡Nox!- y la luz de su varita se extinguio, continuo avanzando son las manos y rodillas, lo mas silenciosamente posible con todos sus sentidos alertas, esperando a cada segundo ser descubierto, escuchar voz fria, ver una luz verde. Entonces escuchó voces que ven´ıan del cuarto directamente arriba de ellos, solo sofocadas por el hecho de que al final del túnel hab´ıa sido bloqueado con lo que parec´ıa un viejo contenendor. Harry trataba de respirar, subió hasta la abertura y espió a través de una peque˜na hendija entre el contenedor y el muro. El cuarto adelante estaba pobremente iluminado pero pudo ver a Nagini , contorneándose y moviéndose como una serpiente de agua, a salvo en su esfera encantada, que flotaba sin soporte en el aire. Pod´ıa ver el final de la mesa y una mano de dedos blancos jugando con su varita. Entonces Snape habló, y el corazón de Harry se comprimió, Snape estaba a cent´ımetros de donde él estaba escondido.
   -Mi se˜nor, su resistencia esta cediendo- dijo Snape
   -Y lo esta haciendo sin tu ayuda- dijo Voldemort en voz alta y clara- Eres un mago talentoso Severus, no creó que haya mucha diferencia ahora estamos casi all´ı... casi...-
   -Déjeme encontrar al chico, déjeme traerle a Potter , sé que lo puedo encontrar , Se˜nor.
   Por favor- Snape con grandes zancadas pasó cerca de la abertura y Harry retrocedió un poco, manteniendo sus ojos fijos en Nagini, considerando si habr´ıa algún hechizo que pudiera penetrar la protección a su alrededor, pero no le ocurr´ıa nada, Un intento fallido y dar´ıa a conocer su ubicación. Voldemort se paró. Harry lo ve´ıa ahora sus ojos rojos, la cara de serpiente, su palidez brillaba en la semi oscuridad.
   -Tengo un problema, Severus- dijo Voldemort suavemente.
   -¿Se˜nor?- dijo Snape
   Voldemort levanto la varita anciana tomándola con delicadeza, con la precisión de un director
 
   CAPÍTULO 32. LA VARITA MAYOR
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   - ¿Porque no funciona para m´ı, Severus? ?
   En el silencio , Harry imagino que pod´ıa escuchar el sesear de la serpiente mientras se arrollaba y se desenrollaba,¿ o era la silibante voz de Voldemort en el aire?
   -Mi....mi se˜nor..- dijo Snape- no entiendo, usted ....usted ha realizado magia extraordinaria con esa varita-
   -No- dijo Voldemort ? hice mi magia acostumbrada , yo soy extraordinario, pero esta varita...no ha revelado las maravillas que promet´ıa. No siento diferencia entre esta varita y la que obtuve de Ollivander todos estos a˜nos.-
   El tono de Voldemort era tranquilo , pera la cicatriz de Harry comenzó a arder, el dolor crec´ıa en su frente, y sent´ıa un deseo incontrolable de furia dentro de Voldemort.
   -No hay diferencia- dijo de nuevo Voldemort.
   Snape no habló, Harry pod´ıa ver su cara ,¿ sentir´ıa Snape el peligro y estaba buscando as palabras correctas para tranquilizar a su maestro?. Voldemort comenzó a pasearse en el cuarto, Harry lo perdió de vista unos segundos continuaba hablando con voz mesurada
   , mientras que el dolor y la furia crec´ıan en Harry.
   -He pensado mucho, Severus...¿sabes porque te he llamado desde la batalla?-
   Y por un momento Harry vio el perfil de Snape, sus ojos fijos en la jaula encantada de la serpiente,.
   -No mi se˜nor, pero le ruego que me deje regresar , déjeme encontrar a Potter-
   -Suenas como Lucius , ninguno de ustedes entiende a Potter como yo. No necesito que lo encuentres, Potter vendrá a m´ı, lo conozco. Conozco sus debilidades ¿sabes?, su gran falla. Odiará ver a los otros caer a su alrededor sabiendo que es por él que sucede, querrá detenerlo a toda costa. Él vendrá...-
   -Pero mi se˜nor, quizás sea asesinado accidentalmente por otro que no es usted-
   -Mis instrucciones a los mortifagos fueron muy claras , capturar a Potter , matar a sus amigos, cuantos más mejor, pero no matarlo a él. Pero es de ti que quiero hablar , Severus, no de Harry Potter. Ha sido invaluable para m´ı, invaluable. ?
   -Mi se˜nor conoce que solo quiero servirlo, pero... déjeme ir y encontrar al chico, mi se˜nor. Déjeme traérselo sé que puedo....-
   - ¡Te dije que no!- dijo Voldemort, y Harry vio sus ojos rojos cuando volteó, y el rumor de su capa era como el de una serpiente arrastrándose y sintió la impaciencia de él quemándole la cicatriz-
   -Mi preocupación en el momento, Severus, es que sucederá cuando finalmente encuentre al chico-
   - Mi se˜nor, no puede haber preguntas, seguramente.....-
   -Pero hay un problema , Severus, lo hay.-
   Voldemort se detuvo y Harry pudo verlo otra vez mientras sosten´ıa la varita anciana en sus dedos blancos hacia Snape.
   -¿Porque las dos varitas que use contra Potter fallaron?-
   -No ...no puedo contestar a eso...mi se˜nor...-
   - ¿No puedes?-
   La rabia crec´ıa en la cabeza de Harry, le dolia tanto la frente que se forzo a ponerse CAPÍTULO 32. LA VARITA MAYOR
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   el pu˜no en la boca para no gritar, para no llorar de dolor. Cerró sus ojos y de repente él era Lord Voldemort , mirando la pálida cara de Snape.
   -Mi varita hizo todo lo que le ped´ı, Severus, excepto matar a Potter . Dos veces ha fallado, Ollivander me dijo bao tortura del corazón gemelo, me dijo que tomara otra varita y lo hice, tomé la varita de Lucius pero no le hizo nada a Potter.-
   -..No tengo explicación...mi se˜nor....-
   Snape no miraba a Voldemort , ahora. Sus ojos oscuros estaban fijos en la serpiente, su esfera protectora.
   -Consegu´ı una tercera varita, Severus, la varita anciana, la varita del destino , de la muerte, la tomé de su anterior due˜no, la tomé de la tumba de Albus Dumbledore-Ahora Snape miró a Voldemort , su cara era como una mascara de muerte , de mármol blanco, y tan dura que cuando hablo fue sorprendente ver que alguien viv´ıa detrás de sus ojos vac´ıos.
   -Mi se˜nor, déjeme ir por el chico-
   -Toda esta noche cuando estoy a un paso de la victoria , estoy sentado aqu´ı- dijo Voldemort, con voz un poco mas fuerte que un susurro- Pensando , pensando porque la varita anciana se rehúsa a lo que la leyenda dice para su due˜no...y creo que tengo la respuesta.-
   Snape no habló.
   -¿Quizás ya lo sabes? Tú eres inteligente después de todo, Severus, has sido un bueno y fiel sirviente y lamento lo que tiene que suceder-
   -Mi se˜nor...-
   -La varita anciana no me sirve correctamente porque no soy su amo verdadero , la varita anciana pertenece al mago que mató a su ultimo due˜no. Tu mataste a Albus Dumbledore
   , mientras vivas, Severus, la varita anciana no será verdaderamente m´ıa-
   -Mi se˜nor- protestó Snape, levantando su varita.
   -No puede ser de otra forma ? dijo Voldemort ? tengo que tener la varita , Severus.
   Dominar la varita y dominar a Potter finalmente-Voldemort surcó el aire con la varita, no le hizo nada a Snape que por un segundo pensó que hab´ıa sido perdonado, pero entonces la intención de Voldemort se hizo clara.
   La jaula de la serpiente rodaba por el aire y antes de que Snape pudiera hacer algo mas, lo hab´ıa atrapado en la cabeza y los hombros, y en lengua parsel Voldemort dijo.- Mata-Hubo un grito terrible, Harry vio la cara de Snape perder el poco color que le quedaba
   , emblanquecida y sus ojos negros muy abiertos , mientras los colmillos de la serpiente mord´ıan su cuello trataba de empujar la jaula lejos de s´ı. Sus rodilla cedieron y cayo al piso.
   -Lo lamento- dijo Voldemort finalmente.
   Se dio vuelta , no hab´ıa tristeza en él , ni remordimiento. Era momento de abandonar su escondite y tomar a cargo la batalla. Con la varita que har´ıa ahora su cometido, apuntó a la jaula que manten´ıa la serpiente y ésta dejó el cuerpo de Snape que estaba en el piso. La sangre sal´ıa de las heridas de su cuello, Voldemort salió del cuarto sin mirar atrás, y la gran serpiente flotó otra vez en el aire en su esfera protectora. Otra vez en el túnel en su propia mente , Harry abrió los ojos, le sal´ıa sangre de los nudillos, del esfuerzo por no gritar. Miraba a través de la abertura entre la pared y el contenedor, viendo un CAPÍTULO 32. LA VARITA MAYOR
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   pie temblar en una bota negra en el suelo.
   -¡ Harry!- dijo Hermione detrás de él, pero él ya hab´ıa apuntado con su varita el contenedor que bloqueaba su vista. Subió unos cent´ımetros en el aire y se movió silenciosamente, tan silenciosamente como pudo Harry entró al cuarto. No sabia porque lo hacia pero se acercó al moribundo , no sabia que sentir cuando vio la cara blanca de Snape , y con los dedos trató de detener la sangre. Harry sacó la capa de invisibilidad y miró al hombre que odió, mientras con sus ojos negros muy abiertos Snape trató de hablar. Harry se acercó mas a él y Snape lo tomó de la túnica y lo atrajo hacia él.Un terrible gru˜nido salió de su garganta.
   -Tómalo...tómalo....-
   Algo mas que sangre sal´ıa del cuerpo de Snape, olor plata y azul , ya sea gas o liquido salió de sus orejas, de su boca y de sus ojos. Harry sabia lo que era, pero no sabia que hacer.
   Un cuenco apareció en el aire y cayo en su temblorosa mano, conjurado por Hermione.
   Harry llenó éste con la sustancia ayudándose con la varita. Cuando estuvo lleno, y Snape parec´ıa no tener mas sangre susurró:
   -M´ırame...-
   Los ojos verdes encontraron los negros , pero después de un segundo algo en las profundidades d la oscuridad pareció desvanecerse dejándolos fijos, blancos y vac´ıos. La mano que sosten´ıa a Harry cayo al piso y Snape no se movió mas Cap´ıtulo 33
   La Historia del Pr´ıncipe
   Harry permaneció arrodillado junto a Snape, simplemente mirándolo, hasta que de pronto una aguda y fr´ıa voz habló tan cerca de ellos que Harry se puso de pie de un salto, sujetando firmemente el frasco entre sus manos y pensando que Voldemort hab´ıa vuelto a entrar a la habitación.
   La voz de Voldemort resonó desde las paredes y el piso, y Harry se dio cuenta de que estaba hablando para Hogwarts y todo lo que la rodeaba, que quienes viv´ıan en Hogsmeade y todos aquellos que aún peleaban en el castillo lo escuchar´ıan tan claramente como si estuviera parado detrás de ellos, sintiendo su aliento en sus cuellos, como un soplo de muerte.
   - Han peleado ? dijo la voz, fr´ıa y aguda ? Valientemente. Lord Voldemort sabe valorar el coraje. ?Aun as´ı, han sufrido grandes pérdidas. Si continúan resistiéndose a m´ı, todos ustedes morirán, uno por uno. No quisiera que esto pasara. Cada gota de sangre mágica que se derrama es una pérdida y un desperdicio. ?Lord Voldemort es piadoso. Ordeno a mis tropas retirarse inmediatamente. ?Tienen una hora. Preparen su muerte con dignidad.
   Traten a los heridos. ?Ahora te hablo a ti, Harry Potter. Has permitido que tus amigos mueran por ti en vez de enfrentarme tú mismo. Esperaré por una hora en el Bosque Prohibido. Si al final de esa hora no has venido a verme, si no te has rendido, entonces la lucha se reiniciará. Pero esta vez yo mismo entraré a la batalla, Harry Potter, y te encontraré, y castigaré a cada hombre, mujer o ni˜no que trate de protegerte. Una hora.
   Tanto Ron como Hermione sacudieron sus cabezas frenéticamente, mirando a Harry:
   - No lo escuches ? dijo Ron.
   - Todo estará bien ? recalcó Hermione, con firmeza ? Sólo... sólo volvamos al castillo, si ha ido al bosque necesitamos otro plan?
   La chica miró el cuerpo de Snape, y luego se apresuró en ir hacia la entrada del túnel.
   Ron fue detrás de ella. Harry recogió la capa de invisibilidad, y luego miró a Snape. No sab´ıa que sentir, excepto una fuerte impresión por como Snape hab´ıa sido asesinado, y la razón por la que eso hab´ıa pasado.
   Se juntaron en su regreso por el túnel, sin que ninguno de los tres hablara, y Harry se preguntó si Ron y Hermione aún pod´ıan escuchar a Voldemort resonando en sus cabezas, como a él le ocurr´ıa.
   ?Has permitido que tus amigos mueran por ti en vez de enfrentarme tú mismo. Esperaré por una hora en el Bosque Prohibido? Una hora??
   Peque˜nos paquetes parec´ıan estar esparcidos en el frente del castillo. Faltaba una hora 369
 
   CAPÍTULO 33. LA HISTORIA DEL PRÍNCIPE
   370
   más o menos para el amanecer, y aún as´ı todo estaba en completa oscuridad. Los tres se apresuraron a ir hacia los escalones de piedra. Un perro solitario, del tama˜no de un bote peque˜no, yac´ıa frente a ellos. No hab´ıa ninguna otra se˜nal de Grawp o de su atacante.
   (No distingo casi nada de lo que dice en este párrafo?) El castillo estaba inusualmente silencioso. No hab´ıa destellos luminosos, ni explosiones, gritos o exclamaciones. Las gárgolas del desierto hall de entrada estaban salpicadas de sangre. Aún hab´ıa esmeraldas esparcidas por el suelo, junto con trozos de mármol y madera astillada. Parte de las barandillas hab´ıa sido destrozada.
   - ¿Dónde estarán todos? ? susurró Hermione.
   Ron iba primero en su camino hacia el Gran Comedor. Harry se detuvo en el umbral.
   Las mesas de las Casas ya no estaban, y la habitación estaba repleta. Los sobrevivientes se manten´ıan abrazados en grupos. Los heridos estaban siendo tratados por Madam Pomfrey y algunos ayudantes en una plataforma. Firenze se encontraba entre los heridos, emanaba sangre de su costado, y se sacud´ıa desde donde estaba tendido, incapaz de ponerse de pie.
   Los muertos se encontraban en una fila en el medio del salón. Harry no pod´ıa ver el cuerpo de Fred, ya que su familia lo rodeaba. George estaba arrodillado junto a su cabeza, la se˜nora Weasley; tendida sobre el pecho de Fred, temblando incontrolablemente. El se˜nor Weasley le acariciaba el cabello, mientras las lágrimas ca´ıan de sus ojos.
   Sin decirle nada a Harry, Ron y Hermione se alejaron. Harry vio a Hermione aproximarse a Ginny, cuya cara estaba hinchada y turbada, y abrazarla. Ron se acercó a Bill, Fleur y Percy, quien puso un brazo alrededor de los hombros de Ron. Mientras Ginny y Hermione se aproximaban más al resto de la familia, Harry observó los cuerpos tendidos junto a Fred. Remus y Tonks, pálidos, quietos y con una mirada de paz, parec´ıan dormir bajo el negro cielo encantado.
   El Gran Comedor parec´ıa alejarse volando, hacerse más peque˜no, encogerse, mientras Harry se alejaba rápidamente del umbral. No pod´ıa respirar. No pod´ıa soportar mirar los otros cadáveres para ver quienes más hab´ıan muerto por él. No pod´ıa soportar el estar con los Weasleys, no pod´ıa mirarlos a los ojos sabiendo que de haberse rendido de inmediato, Fred nunca hubiese muerto.
   Dio media vuelta y corrió hacia la escalera de mármol. Lupin, Tonks? Anhelaba no sentir? deseaba poder arrancarse el corazón, el estómago, todo lo que gritaba dentro de él.
   El castillo estaba completamente vac´ıo, incluso los fantasmas parec´ıan haberse unido a la masa de luto en el Gran Comedor. Harry corrió sin detenerse, aferrando el frasco de cristal que conten´ıa los últimos pensamientos de Snape, y sin aminorar el paso hasta que llegó a la gárgola de piedra que cuidaba la oficina del director.
   - ¿Contrase˜na?
   - ¡Dumbledore! - gritó Harry sin pensarlo, pues era a él a quien quer´ıa ver, y para su sorpresa, la gárgola se hizo a un lado, abriéndole el paso a la escalera de espiral a sus espaldas.
   Pero cuando Harry irrumpió en la oficina circular la encontró cambiada. Los portarretratos que colgaban de las paredes estaban vac´ıos. Ni un solo director o directora permanec´ıa all´ı para verlo, todos, según parec´ıa, se hab´ıan ido, tal vez porque en las pinturas alrededor del castillo pod´ıan ver más claramente lo que estaba pasando.
 
   CAPÍTULO 33. LA HISTORIA DEL PRÍNCIPE
   371
   Harry miró desesperanzado al marco vac´ıo de Dumbledore, que colgada directamente detrás de la silla del director, y luego le dio la espalda. El Pensadero de piedra se encontraba en la misma cabina de siempre. Harry lo cargó hasta el escritorio e introdujo los recuerdos de Snape en la gran vasija con las marcas de runas en el borde. Escapar a la cabeza de alguien más ser´ıa un gran alivio? nada pod´ıa ser peor que sus propios pensamientos, aunque hubiese pertenecido a Snape. Los recuerdos se arremolinaron, plateados y extra˜nos, y sin dudarlo, con un sentimiento de imprudente abandono, aún sabiendo que esto aumentar´ıa su pesar, Harry se zambulló.
   Sintió la luz del sol, y sus pies tocaron un suelo cálido. Al enderezarse, pudo ver que estaba en un patio de juegos casi totalmente desierto. Una única y gran chimenea era lo que distingu´ıa en el lejano horizonte. Dos ni˜nas se columpiaban hacia delante y atrás, y un ni˜no delgad´ısimo las observaba desde detrás de unos arbustos. Su cabello negro era largo, y su ropa era tan desastrosa que parec´ıa a propósito: jeans demasiado cortos, un abrigo lamentable y demasiado largo que pod´ıa haber pertenecido a un adulto y una extra˜na polera que parec´ıa un delantal.
   Harry se acercó al muchacho. Snape parec´ıa tener unos nueve o diez a˜nos, pálido, peque˜no y rudo. Hab´ıa codicia sin disfrazar en su delgado rostro, mientras observaba a la más joven de las dos hermanas columpiarse más y más alto que su hermana.
   - ¡Lily, no hagas eso! ? gritó la mayor
   Pero la chica se hab´ıa soltado del columpio en el punto más alto de este, y voló por los aires (literalmente, voló) y se lanzó hacia el cielo con una gran carcajada, y en vez de estrellarse contra el asfalto de patio, se elevó como un trapecista por el aire, manteniéndose arriba por demasiado tiempo y aterrizando suavemente.
   - ¡Mamá te dijo que no lo hicieras!
   Petunia dejó de columpiarse hundiendo sus sandalias en la tierra, provocando un crujido, y luego se puso de pie, con las manos en la cintura.
   - ¡Mamá dijo que no ten´ıas permiso para hacerlo, Lily!
   - Pero estoy bien ? dijo Lily, aún riendo ? Tuney, mira esto. Mira lo que puedo hacer.
   Petunia miró alrededor. El patio estaba vac´ıo, a excepción de ellas mismas y, a pesar de que ellas no lo sab´ıan, Snape. Lily recogió una flor que se hab´ıa ca´ıdo del arbusto detrás del cual Snape se escond´ıa. Petunia avanzó, evidentemente dividida entre la curiosidad y la desaprobación. Lily esperó a que Petunia estuviese lo suficientemente cerca como para ver bien, y luego abrió la palma de su mano. La flor se sentó ah´ı, abriendo y cerrando sus pétalos, como si fuera una ostra extra˜na y bizarra, con muchos labios.
   - ¡Detenlo! ? chilló Petunia.
   - No te hace da˜no ? replicó Lily, mas cerro su mano y arrojó la flor.
   - No está bien ? dijo Petunia, pero sus ojos hab´ıan seguido el vuelo de la flor hacia el suelo, y los mantuvo fijos en ese lugar - ¿Cómo lo haces? ? a˜nadió, con una voz que indicaba cuanto quer´ıa saber.
   - Es obvio, ¿no? ? Snape ya no pod´ıa contenerse, y saltó de detrás de los arbustos.
   Petunia gritó y retrocedió corriendo hacia los columpios, pero Lily, aunque claramente asustada, permaneció donde estaba. Snape pareció lamentar haber aparecido. Una sobre de rubor se posó en sus pálidas mejillas mientras miraba a Lily.
   - ¿Qué es obvio? ? preguntó Lily.
 
   CAPÍTULO 33. LA HISTORIA DEL PRÍNCIPE
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   Snape parec´ıa nervioso y exaltado. Mirando a Petunia, que se asomaba por detrás de los columpios, bajó la voz y dijo:
   - Yo sé lo que eres.
   - ¿Qué quieres decir?
   - Eres? eres una bruja ? susurró Snape.
   La ni˜na se mostró ofendida.
   - ¡Eso no es algo muy agradable para decirle a alguien!
   Se dio vuelta, con la nariz en el aire, y se alejó hacia su hermana.
   - ¡No! ? dijo Snape. Ahora estaba completamente colorado, y Harry se preguntó porque no que quitaba su rid´ıculamente largo abrigo, a menos que fuera porque no quer´ıa mostrar el delantal que tra´ıa debajo. Aleteó detrás de las chicas, pareciéndose grotescamente a un murciélago, al igual que su yo mayor.
   Las hermanas lo examinaron con una mirada desaprobatoria, y se colgaron de las poleas de uno de los columpios, como si ese fuera un lugar seguro.
   - Lo eres - le dijo Snape a Lily ? Eres una bruja, te he estado observando desde hace tiempo. Pero no tiene nada de malo, mi mamá también lo es, y yo soy un mago. La risa de Petunia era como agua fr´ıa.
   - ¡Un mago! ? exclamó, recuperando el coraje ahora que ya hab´ıa superado el susto la aparición repentina - ¡Yo sé quien eres! ¡Eres ese tal Snape! Viven al terminar El Fin del Hilandero, cerca del r´ıo ? le dijo a Lily, y era evidente por su tono de voz que consideraba la dirección muy poco recomendable - ¿Por qué nos has estado espiando?
   - ¡No he estado espiando! ? dijo Snape, acalorado, incómodo y con el cabello sucio bajo la luz del sol ? No te espiar´ıa a ti, de todas formas ? a˜nadió con desprecio ? eres una muggle.
   Aunque claramente Petunia no entend´ıa la palabra, intu´ıa lo que era por el tono.
   - ¡Ven, Lily, nos vamos! ? dijo fr´ıamente. Lily obedeció a su hermana de inmediato, mirando a Snape mientras se iba. Él no dejó de mirarlas en su camino hacia el portón de la plaza, y Harry, el único que quedaba para observarlo, pudo reconocer en él una amarga decepción, y comprendió que Snape hab´ıa estado planeando este momento desde hace mucho, y que hab´ıa salido completamente mal?
   La escena se disolvió, y antes de que Harry se diera cuenta, se re-armó a su alrededor.
   Ahora estaba en un peque˜no bosque. Pod´ıa ver el agua de un r´ıo brillando a través de los troncos. Las sombras que daban los árboles dejaban un claro verde y fresco. Dos ni˜nos se encontraban sentados en suelo, cara a cara y con las piernas cruzadas. Snape se hab´ıa quitado el abrigo, y su delantal parec´ıa menos peculiar a media luz.
   - ? y el Ministerio puede castigarte por hacer magia fuera de la escuela, te env´ıan cartas.
   - ¡Pero yo s´ı he hecho magia fuera de la escuela!
   - Estamos a salvo. Aún no tenemos nuestras varitas. Te dejan en paz cuando eres un ni˜no y no puedes evitarlo. Pero cuando cumples once ? y asintió, dándose importancia ?
   y te comienzan a entrenar, debes ser más cuidadoso.
   Hubo un peque˜no silencio. Lily hab´ıa recogido una ramita ca´ıda y la hac´ıa girar en el aire; Harry supo que la ni˜na imaginaba chispas saliendo de ella. Luego dejó caer la ramita CAPÍTULO 33. LA HISTORIA DEL PRÍNCIPE
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   y se inclinó hacia el chico.
   - Es verdad, ¿cierto? ¿No es una broma? Petunia dice que me estás mintiendo. Petunia dice que no existe Hogwarts. Es verdad, ¿cierto?
   - Es verdad para nosotros ? dijo Snape - no para ella. Pero recibiremos la carta, tú y yo.
   - ¿En serio? ? susurró Lily.
   - Definitivamente ? dijo Snape, e incluso con su mal corte de cabello y su extra˜na ropa, su figura pareció enaltecerse en frente de ella, lleno de confianza en su destino.
   - ¿Y de verdad me llegará por lechuza? ? susurró Lily.
   - Normalmente ? dijo Snape ? pero eres hija de muggles, as´ı que alguien de la escuela tendrá que venir a explicarle a tus padres.
   - ¿Existen diferencias por ser hija de muggles?
   Snape dudó un instante. Sus ojos negros, impacientes y repentinamente abatidos, recorrieron la pálida cara y el cabello rojo oscuro.
   - No ? dijo ? No existe ninguna diferencia.
   - Que bueno ? dijo Lily, relajándose. Era claro que eso la hab´ıa estado preocupando.
   - Tienes mucha magia ? dijo Snape ? pude verlo. Todo el tiempo que te observé?
   Su voz fue desapareciendo, ella no estaba escuchando, pero se hab´ıa estirado en el suelo frondoso y miraba hacia las hojas en las copas de los árboles que hab´ıa sobre ellos.
   Él la miró con tanta intensidad como la hab´ıa mirado en el patio de juegos.
   - ¿Cómo van las cosas en tu casa? ? preguntó Lily.
   Snape frunció un poco el entrecejo.
   - Bien ? dijo.
   - ¿Ya no pelean?
   -Oh, s´ı. S´ı pelean ? dijo Snape, recogiendo un montón de hojas y rompiéndolas, aparentemente sin darse cuenta de lo que estaba haciendo - Pero no falta mucho para que me vaya.
   - ¿A tu papá no le gusta la magia?
   - Creo que no hay nada que le guste mucho ? dijo Snape.
   - ¿Severus?
   Una peque˜na sonrisa apareció en el rostro de Snape cuando ella mencionó su nombre.
   - ¿Si?
   - Cuéntame sobre los dementores otra vez. - ¿Qué quieres saber de ellos?
   - Si yo uso magia fuera de la escuela?
   - ¡No te enviarán con los dementores por eso! Los dementores son para gente que ha hecho cosas realmente malas. Son los guardianes de la prisión mágica, Azkaban. Pero tú no irás a Azkaban, eres demasiado?
   Snape se sonrojó nuevamente y destrozó más hojas. Luego, un ligero crujido detrás de Harry hizo que se diera vuelta: Petunia, escondida detrás de un árbol, hab´ıa perdido el equilibrio.
 
   CAPÍTULO 33. LA HISTORIA DEL PRÍNCIPE
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   - ¡Tuney! ? exclamó Lily, con una voz llena de sorpresa y bienvenida, pero Snape se hab´ıa puesto de pie de un salto.
   - ¿Quién esp´ıa a quién ahora? ? gritó ? ¿Qué es lo que quieres?
   Petunia hab´ıa perdido el aliento, alarmada por haber sido atrapada. Harry pod´ıa ver como luchaba por encontrar algo hiriente que decir.
   - ¿Y tú, qué traes puesto? ? dijo, se˜nalando al pecho de Snape - ¿Una blusa de tu mami?
   Escucharon un ?CRACK?: una rama sobre la cabeza de Petunia se hab´ıa ca´ıdo. Lily gritó, la rama golpeó a Petunia en el hombro, quien retrocedió y se echó a llorar.
   - ¡Tuney!
   Pero Petunia hab´ıa salido corriendo. Lily se volteó hacia Snape.
   - ¿Tú hiciste que pasara eso?
   - No ? el chico parec´ıa desafiante y asustado.
   - ¡Fuiste tú! ? la ni˜na se alejaba, sin darle la espalda - ¡Fuiste tú! ¡La lastimaste!
   - No? ¡no lo hice!
   Pero la mentira no convenció a Lily: después de una última mirada fulminante, se fue corriendo del bosquecillo, detrás de su hermana, y Snape se quedó all´ı, miserable y confundido?
   Y el escenario se rearmó. Harry miró a su alrededor, se encontraba en la plataforma 9
   y ?, y Snape estaba a su lado, ligeramente encorvado, junto a una mujer delgada, pálida y con una mirada amarga, que le recordaba mucho a él. Snape miraba a una familia de cuatro miembros que se encontraba a una escasa distancia. Las dos ni˜nas estaban un tanto alejadas de sus padres. Lily parec´ıa estar discutiendo con su hermana. Harry se acercó más para escuchar.
   - ¡?lo siento mucho, Tuney, lo siento! Escucha ? tomó la mano de su hermana, y la sostuvo, a pesar de que Petunia trataba de soltarse ? Tal vez cuando llegue (¡Escucha, Tuney!) Tal vez cuando llegue, podré ir a hablar con el profesor Dumbledore y convencerlo para que cambie de opinión.
   - ¡Yo ? no ? quiero ? ir! ? dijo Petunia, forcejeando por quitar su mano de entre las de su hermana - ¿Crees que quiero ir a un estúpido castillo a aprender a ser una? una??
   Sus ojos claros recorrieron la plataforma, por sobre los gatos maullando en los brazos de sus due˜nos, por sobre las lechuzas ululando y aleteándose unas a otras en sus jaulas, por sobre los estudiantes, algunos ya vestidos con sus largas túnicas negras, cargando sus baúles al interior del tren escarlata o saludándose felices unos a otros después de un verano sin verse.
   - ¿?crees que quiero ser un? un? fenómeno?
   Los ojos de Lily se llenaron de lágrimas mientras Petunia consegu´ıa recuperar su mano.
   - No soy un fenómeno ? dijo Lily ? Es horrible que digas eso.
   - Ah´ı es a donde vas ? dijo Petunia, ardientemente ? A una escuela especial para fenómenos. Tú y ese Snape? raros, eso es lo que ambos son. Es bueno que te separen de la gente normal. Es por nuestra propia seguridad.
   Lily miró a sus padres, quienes miraban la plataforma con un aire de dicha total, CAPÍTULO 33. LA HISTORIA DEL PRÍNCIPE
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   disfrutando la escena. Luego volvió a mirar a su hermana, y su voz se volvió baja y fr´ıa.
   - No pensabas que era una escuela para fenómenos cuando le escribiste al director rogándole que te aceptara.
   Petunia se puso escarlata
   - ¿Rogando? ¡Yo no le rogué!
   - Vi su respuesta. Fue muy amable.
   - ¡No debiste haberlo le´ıdo?! ? susurró Petunia ? Era algo privado? ¿Cómo pudiste?
   Lily se delató a s´ı misma al mirar hacia donde se encontraba Snape. Petunia jadeó.
   - ¡Ese chico la encontró! ¡Tú y ese ni˜no han estado entrometiéndose en mi habitación!
   - No? no entrometiéndonos ? ahora era Lily quien estaba a la defensiva ? ¡Severus vio el sobre, y no pod´ıa creer que un mago fuera capaz de contactar a Hogwarts, eso es todo!
   Él dice que deben haber magos trabajando encubiertos en el servicio postal y que ellos se encargan de?
   - ¡Aparentemente los magos meten las narices en todas partes! ? dijo Petunia, ahora tan pálida como antes sonrojada - ¡Fenómeno! ? le espetó a su hermana, encaminándose luego hacia sus padres.
   La escena se disolvió una vez más. Snape recorr´ıa el corredor del Expreso de Hogwarts mientras este atravesaba el pa´ıs. Ya se hab´ıa puesto su túnica de le escuela, seguramente hab´ıa aprovechado la primera oportunidad que hab´ıa tenido para deshacerse de su extra˜na ropa muggle. Al fin se detuvo, fuera de un compartimiento en el cual unos chicos muy ruidosos conversaban. Encogida en un asiento de la esquina, junto a la ventana estaba Lily, con su cara apretada contra el cristal de la ventana.
   Snape abrió la puerta del compartimiento y se sentó frente a Lily. Ella lo miró y luego volvió la vista hacia la ventana. Hab´ıa estado llorando.
   - No quiero hablar contigo ? dijo con la voz contra´ıda.
   - ¿Por qué no?
   - Tuney m-me odia. Por ver la carta que Dumbledore le envió.
   - ¿Y eso qué?
   Lily le lanzó una mirada de profundo desprecio.
   - ¡Que es mi hermana!
   - Ella es sólo una? - Snape se contuvo rápidamente, pero Lily, demasiado ocupada en secarse las lágrimas sin que nadie se diera cuenta, no lo escuchó.
   - ¡Pero nosotros vamos! ? dijo él, sin poder contener la emoción en su voz - ¡Este es el gran momento! ¡Nos vamos a Hogwarts!
   Ella asintió, restregándose los ojos, pero muy a su pesar, sonrió ligeramente.
   - Más te vale estar en Slytherin ? dijo Snape, envalentonado por el hecho de que se hubiese alegrado un poco.
   - ¿Slytherin?
   Uno de los chicos con los que compart´ıan el vagón, que no hab´ıa demostrado el menor interés en Lily o Snape hasta ese momento, miró a su alrededor al escuchar esa palabra, y Harry, cuya atención se hab´ıa concentrado completamente en los dos que estaban junto a la ventana, vio a su padre: delgado, con el cabello negro igual que Snape, pero con ese aire CAPÍTULO 33. LA HISTORIA DEL PRÍNCIPE
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   indefinido de haber sido querido, e incluso adorado, y que a Snape tanta falta le hac´ıa.
   - ¿Quién quiere estar en Slytherin? Creo que mejor me voy, ¿acaso tú no? ? preguntó James al chico tendido en los asientos al frente de él, y con un estremecimiento, Harry se dio cuenta de que era Sirius. Sirius no sonre´ıa.
   - Toda mi familia ha estado en Slytherin ? dijo.
   - Rayos ? dijo James ? Y a m´ı que me parec´ıas normal.
   Sirius sonrió.
   - Tal vez rompa la tradición. ¿A dónde te ir´ıas, si tuvieras que elegir?
   James levantó una espada invisible.
   - ¡Gryffindor, donde habitan los valientes de corazón! Igual que mi papá.
   Snape hizo un ruidito de disgusto. James se giró hacia él
   - ¿Tienes algún problema con eso?
   - No ? dijo Snape, aunque el desprecio en su voz daba a entender otra cosa ? Si prefieres ser un musculoso a un cerebrito...
   - ¿A dónde esperas ir, viendo que no eres ninguna de las dos cosas? ? interrumpió Sirius.
   James se echó a re´ır. Lily se puso de pie, un tanto sonrojada, mirando a James y a Sirius con desagrado.
   - Vamos, Severus, busquemos otro compartimiento.
   - Oohhhhh?
   James y Sirius imitaron su voz arrogante. James trató de empujar a Snape mientras pasaba.
   - ¡Te veo luego, Quejicus! ? gritó una voz, mientras la puerta del compartimiento se cerraba de un portazo?
   Y la escena se disolvió una vez más?
   Harry estaba parado detrás de Snape, mirando las iluminadas mesas de las Casas, llenas de caras. Luego la profesora McGonagall dijo:
   - ¡Evans, Lily!
   Harry vio a su madre avanzar con las piernas temblándole y sentarse en el inestable taburete. La profesora McGonagall puso el Sombrero Seleccionador sobre su cabeza, y apenas un segundo después de que este tocó el cabello rojo oscuro, el sombrero gritó:
   ?¡Gryffindor!?
   Harry escuchó a Snape soltar un peque˜no quejido. Lily se quitó el sombrero, se lo devolvió a la profesora McGonagall, y luego se apresuró en ir a la alegre mesa de los Gryffindors, pero mientras se encaminaba hacia allá miró a Snape con una sonrisa triste en su rostro. Harry vio a Sirius acomodarse en la banca para hacerle espacio. Ella le lanzó una mirada, pareció reconocerlo del tren, cruzó los brazos y firmemente le dio la espalda.
   El llamado de la lista continuó. Harry vio a Lupin, Pettigrew y a su padre unirse a Lily y Sirius en la mesa de Gryffindor. Cuando faltaban sólo una docena de estudiantes para ser sorteados, la profesora McGonagall llamó a Snape.
   Harry caminó junto a él hacia el taburete, lo vio ponerse el sombrero.
 
   CAPÍTULO 33. LA HISTORIA DEL PRÍNCIPE
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   - ¡Slytherin! ? gritó el Sombrero Seleccionador.
   Y Severus Snape caminó para el otro lado del Gran Comedor, lejos de Lily, hacia la mesa de los donde los Slytherin lo animaban, hacia donde Lucius Malfoy, con una placa de prefecto en su pecho, palmeaba a Snape en la espalda, mientras este se sentaba junto a él.
   Y luego la escena cambió?
   Lily y Snape caminaban por el patio de la escuela, evidentemente discutiendo. Harry se apresuró en alcanzarlos, para escuchar lo que dec´ıan. Mientras los alcanzaba, se dio cuenta de cuanto más altos estaban ahora. Parec´ıa que hab´ıan pasado un par de a˜nos desde el sorteo.
   - ¿? a pesar de que se supon´ıa que éramos amigos? ? dec´ıa Snape - ¿Mejor amigos?
   - ¡Lo somos, Sev, pero no me gustan algunas de las personas con las que te juntas!
   Lo siento, pero detesto a Avery y a Mulciber. ¡Mulciber! ¿Qué le ves, Sev? ¡Es aterrador!
   ¿Sabes lo que trató de hacerle a Mary Macdonald el otro d´ıa?
   Lily hab´ıa alcanzado un pilar y se apoyaba en él, mirando a la delgada y pálida cara.
   - No fue nada ? dijo Snape ? Fue un chiste, eso era todo?
   - Era magia oscura, y si eso te parece gracioso?
   - ¿Y qué hay con las cosas que hace Potter con sus amigos? ? demandó Snape. El color volvió a su rostro mientras dec´ıa esto, incapaz, al parecer, de mantenerse enojado.
   - ¿Qué tiene que ver Potter con todo esto? ? preguntó Lily.
   - Ellos se escapan de noche. Hay algo raro en ese Lupin. ¿A dónde va todo el tiempo?
   - Está enfermo ? dijo Lily ? Dicen que está enfermo?
   - ¿Cada mes en luna llena? ? replicó Snape.
   - Conozco tu teor´ıa ? dijo Lily fr´ıamente ? De cualquier forma, ¿Por qué te obsesionas con ellos? ¿Qué te importa lo que hagan de noche?
   - Sólo trato de demostrarte que no son tan maravillosos como todos creen que son.
   La intensidad de su mirada la hizo sonrojarse.
   - Al menos no usan magia oscura ? Lily disminuyó su voz ? Y estás siendo muy ingrato, o´ı lo que pasó la otra noche. Fuiste a meterte a ese túnel cerca del Sauce Boxeador, y James Potter te salvó de lo que sea que haya ah´ı.
   La cara de Snape se contrajo completamente mientras murmuraba:
   - ¿Que me salvó? ¿Salvar? ¿Crees que estaba jugando al héroe? ¡Estaba salvando su cuello, y el de sus amigos también! Tú no vas a?no te permitiré?
   - ¿Permitirme? ¿Permitirme?
   Lily abrió sus brillantes ojos verdes como platos. Snape se arrepintió de inmediato.
   - No quise decir? es sólo que no quiero que hagas el? ¡Le gustas, le gustas a James Potter! ? las palabras parec´ıan salir de Snape contra su voluntad ? Y él no es? lo que todos piensan? un héroe del Quidditch? - la amargura y el desagrado de Snape lo estaban volviendo incoherente, y las cejas de Lily se elevaban más y más en su frente.
   - Sé que James Potter es un idiota arrogante ? dijo, cortando a Snape ? No necesito que tú me lo digas. Pero la idea que Mulciber y Avery tienen del humor es simplemente CAPÍTULO 33. LA HISTORIA DEL PRÍNCIPE
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   malvada. Malvada. No entiendo como puedes ser amigo de ellos.
   Harry dudaba mucho de que Snape hubiese siquiera escuchado sus quejas sobre Mulciber y Avery. En cuanto la hab´ıa o´ıdo insultar a James Potter, todo su cuerpo se hab´ıa relajado, y mientras segu´ıan caminando el paso de Snape se volvió distinto?
   Y la escena se disolvió?
   Harry volvió a ver a Snape dejando el Gran Comedor luego de dar su T.I.M.O. de Defensa Contra las Artes Oscuras, vio como se alejaba del castillo y paseaba sin darse cuenta cerca del lugar en donde James, Sirius, Lupin y Pettigrew estaban sentados juntos bajo el haya. Pero Harry se mantuvo distante esta vez, pues sab´ıa lo que hab´ıa pasado luego de que James levantaba a Snape en el aire y lo ridiculizaba, sab´ıa lo que hab´ıa sido hecho y dicho, y no quer´ıa volver a escucharlo? Vio a Lily unirse al grupo y defender a Snape. A la distancia oyó a Snape gritarle, en su humillación y su furia, las palabras imperdonables: Sangre sucia.
   La escena cambió?
   - Lo siento.
   - No me interesa.
   - ¡Lo siento!
   - Guarda tu aliento.
   Era de noche. Lily, quien vest´ıa una túnica de gala, estaba de pie con los brazos cruzados en frente del portarretrato de la Dama Gorda, a la entrada de la torre de Gryffindor.
   - Sólo sal´ı porque Mary me dijo que amenazabas con dormir aqu´ı.
   - Iba a hacerlo. Lo hubiera hecho. Nunca quise llamarte sangre sucia, sólo?
   - ¡Se te salió! ? no hab´ıa pena en la voz de Lily ? Es demasiado tarde, he encontrado excusas para ti todos estos a˜nos. Ninguno de mis amigos puede entender porque te hablo.
   Tú y tus queridos amigos Mort´ıfagos? ¡Ves, ni siquiera lo niegas! ¡Ni siquiera niegas que es lo que todos ustedes aspiran ser! No puedes esperar para unirte a Ya ? Sabes ? Quien,
   ¿verdad?
   Snape abrió la boca, pero la cerró sin hablar.
   - No puedo seguir pretendiendo. Tú escogiste tu camino, y yo el m´ıo.
   - No, escucha, no quer´ıa?
   - ¿Llamarme sangre sucia? Pero as´ı es como llamas a todos los de mi clase, Severus.
   ¿Por qué yo deber´ıa recibir un trato especial?
   Snape luchó consigo mismo, a punto de decir algo, pero con una mirada de desprecio, Lily se dio vuelta y atravesó el agujero del portarretrato.
   El corredor se disolvió, y la escena se demoró un poco más en rearmarse: Harry sintió que volaba a través de figuras y colores cambiantes hasta que todo a su alrededor se solidificó otra vez y su paró en la cima de una colina, triste y fr´ıa en la oscuridad, con el viento soplando a través de las ramas de unos cuantos árboles sin hojas. El Snape adulto estaba sin aliento, girando en su lugar, con la varita firmemente sujeta en su mano, esperando algo o a alguien? Su miedo infectó a Harry también, a pesar de saber que no pod´ıa ser da˜nado, y miró sobre su hombro, preguntándose que ser´ıa lo que Snape estaba esperando?
   Luego un destello de luz blanca cegadora voló a través del aire. Harry pensó en el CAPÍTULO 33. LA HISTORIA DEL PRÍNCIPE
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   resplandor, pero Snape hab´ıa ca´ıdo de rodillas y su varita hab´ıa salido disparada de sus manos.
   - ¡No me mate!
   - Esa no era mi intención.
   Cualquier sonido de la Aparición de Dumbledore hab´ıa sido sofocado por el ruido del viento entre las ramas. Se detuvo junto a Snape con su túnica ondeando a su ardedor, y su cara iluminada por debajo por la luz creada por su varita.
   - ¿Y bien, Severus? ¿Qué mensaje tiene Lord Voldemort para m´ı?
   - Ni? ningún mensaje? ¡Estoy aqu´ı por mi cuenta!
   Snape secaba sus manos. Parec´ıa un poco loco, con su desordenado pelo negro volando a su alrededor.
   - Yo?vine con una advertencia? no, una petición? por favor?
   Dumbledore agitó su varita. A pesar de que las hojas y las ramas aún volaban a través del aire nocturno a su alrededor, se hizo silencio en el lugar donde él y Snape se ve´ıan cara a cara.
   - ¿Qué petición podr´ıa hacerme un mort´ıfago?
   - La? la profec´ıa? la predicción? Trelawney?
   - Ah, s´ı ? dijo Dumbledore - ¿Cuánto le contaste a Lord Voldemort?
   - ¡Todo, todo lo que escuché! ? respondió Snape ? Es por eso que?. es por esa razón que? ¡él cree que se trata de Lily Evans!
   - La profec´ıa no hac´ıa referencia a una mujer ? dijo Dumbledore ? Hablaba de un ni˜no nacido a finales de Julio?
   - ¡Sabes lo quiero decir! El piensa que se trata de su hijo, y la va a cazar? los va a matar a todos?
   - Si significa tanto para ti ? dijo Dumbledore ? seguramente Lord Voldemort la dejará ir, ¿no? ¿No podr´ıas pedir piedad por la madre, a cambio del hijo?
   - Yo? yo ya se lo ped´ı?
   - Eres repugnante ? dijo Dumbledore, y Harry nunca hab´ıa o´ıdo tanto disgusto en su voz. Snape pareció encogerse un poco ? ¿No te preocupa, entonces, que su esposo y su hijo mueran? ¿Ellos pueden morir, siempre y cuando tú obtengas lo que quieres?
   Snape no dijo nada, simplemente miró a Dumbledore.
   - Escóndelos a todos, entonces ? gru˜nó ? Mantenla? mantenlos a salvo. Por favor.
   - ¿Y qué me darás a cambio, Severus?
   - ¿A? a cambio? ? Snape miró a Dumbledore, y Harry pensó que se iba a quejar, pero luego de un momento muy largo dijo ? Lo que sea.
   La colina se deshizo, y Harry se encontró de pie en la oficina de Dumbledore. Algo hac´ıa un sonido terrible, como un animal herido. Snape se dejó caer en una silla y Dumbledore, parado sobre él, luc´ıa muy afligido. Luego de un momento, Snape levantó su rostro, y parec´ıa un hombre que hubiese vivido cien a˜nos de miserias desde que hab´ıa dejado la colina salvaje.
   - Pensé? que iba... a mantenerla? a salvo?
 
   CAPÍTULO 33. LA HISTORIA DEL PRÍNCIPE
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   - Ella y James depositaron su confianza en la persona equivocada ? dijo Dumbledore
   ? Igual que tú, Severus. ¿Acaso no esperabas que Voldemort la dejara ir?
   Snape respiraba entrecortadamente.
   - Su hijo sobrevivió ? dijo Dumbledore.
   Con un peque˜no movimiento de cabeza, Snape pareció alejar algo desagradable.
   - Su hijo vive. Tiene sus ojos, sus mismos ojos. ¿Recurdas la forama y el color de los ojos de Lily Evans, me imagino?
   - ¡NO! ? aulló Snape ? Se ha ido? muerta?
   - ¿Te remuerde la conciencia, Severus?
   - Desear´ıa? desear´ıa que yo hubiese muerto?
   - ¿Y eso de qué servir´ıa? ? dijo Dumbledore fr´ıamente ? Si amabas a Lily Evans, si realmente la amabas, entonces está claro lo que debes hacer.
   - ¿Qué? qué quieres decir?
   - Sabes como y porqué murió. Asegúrate de que no fue en vano. Ayuda a proteger al hijo de Lily.
   - Él no necesita protección. El Se˜nor Oscuro se ha ido?
   - El Se˜nor Oscuro regresará, y Harry Potter estará en un peligro terrible cuando lo haga.
   Hubo una pausa muy larga, y lentamente snape recuperó el control de s´ı mismo, reguló su respiración. Al fin dijo:
   - Muy bien. Muy bien. ¡Pero nunca, nunca se lo diga a nadie, Dumbledore! ¡Esto queda entre nosotros! ¡Júrelo! No puedo soportar? especialmente el hijo de Potter? ¡Quiero su palabra!
   - ¿Mi palabra, Severus, de nunca revelar lo mejor de ti? ? suspiró Dumbledore, mirando a la angustiada y feroz cara de Snape ? Si insistes?
   La oficina se disolvió y rearmó instantáneamente. Snape caminaba de un lado a otro en frente de Dumbledore.
   -?. mediocre, arrogante como su padre, decidido a romper las reglas, fascinado de descubrir que es famoso, busca la atención e impertinente?
   - Ves lo que quieres ver, Severus ? dijo Dumbledore, sin levantar la vista de una copia de Transformación Moderna ? Otros profesores me han dicho que el chico es modesto, agradable y razonablemente talentoso. Personalmente, me parece un muchacho encantador.
   Dumbledore dio vuelta la página, y dijo sin mirar:
   - Échale un vistazo a Quirrel, ¿quieres?
   Un espiral de colores, y ahora todo se hab´ıa oscurecido, y Snape y Dumbledore estaban de pie, un poco alejados en el hall de entrada, mientras los últimos que quedaban del Baile de Navidad pasaban junto a ellos para irse a la cama.
   - ¿Y bien? ? murmuró Dumbledore.
   - La marca de Karkaroff también se oscurecido. Está aterrado, teme una venganza, usted sabe cuanta ayuda le brindó al Ministerio luego de que el Se˜nor Oscuro cayera ?
 
   CAPÍTULO 33. LA HISTORIA DEL PRÍNCIPE
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   Snape miró de reojo al perfil de nariz ganchuda de Dumbledore ? Karkaroff arrancará si la Marca comienza a quemar.
   - ¿Lo hará? ? preguntó Dumbledore suavemente, mientras Fleur Delacour y Roger Davies ven´ıan desde el patio, riendo - ¿Y tú, te sientes tentado a irte con él?
   - No ? dijo snape, con sus ojos negros fijos en las cada vez más alejadas siluetas de Fleur y Roger ? No soy tan cobarde.
   - No ? acordó Dumbledore ? Eres un hombre mucho más valiente que Igor Karkaroff.
   Sabes, a veces pienso que sorteamos las Casas demasiado pronto?
   Dumbledore se alejó, dejando a Snape con cara de estar herido.
   Y ahora Harry estaba una vez más en la oficina del director. Era de noche, y Dumbledore giraba en la silla que parec´ıa un trono detrás del escritorio, aparentemente semicons-ciente. Su mano derecha colgaba de un lado, ennegrecida y quemada. Snape murmuraba encantamientos, se˜nalando la mu˜neca de esa mano con su varita, mientras que su mano izquierda vaciaba un cáliz lleno de una poción dorada en la garganta de Dumbledore. Al cabo de unos momentos, las pesta˜nas del director se sacudieron para abrirse.
   - ¿Por qué? ? dijo Snape, sin preámbulo - ¿Por qué se puso ese anillo? Carga una maldición, seguramente ya lo sab´ıa. ¿Por qué lo tocó?
   El anillo de Marvolo Gaunt yac´ıa en el escritorio frente a Dumbledore. Estaba roto; la espada de Gryffindor estaba tendida junto a él.
   Dumbledore frunció el ce˜no.
   - Fui? un tonto. Me vi profundamente tentado?
   - ¿Tentado a que?
   Dumbledore no respondió.
   - ¡Es un milagro que haya podido regresar! ? Snape sonaba furioso ? Ese anillo portaba una maldición de un poder extraordinario, contenerla es lo más que podemos hacer; he atrapado la maldición en su mano, por ahora?
   Dumbledore levantó su mano, ennegrecida e inútil, y la examinó como si se tratara de una interesante antigüedad.
   - Has hecho bien, Severus. ¿Cuánto tiempo crees que me queda?
   El tono de Dumbledore era el de una conversación normal, podr´ıa haber estado preguntando por un reporte del clima. Snape dudó un momento, antes de hablar. - No sabr´ıa decirlo. Tal vez un a˜no. No hay forma de contrarrestar un hechizo as´ı para siempre.
   Eventualmente, se esparcirá. Es el tipo de maldición que crece con el tiempo.
   Dumbledore sonrió. La noticia de que le quedaba menos de un a˜no de vida no parec´ıa importarle mucho.
   - Soy muy afortunado, extremadamente afortunado de tenerte, Severus.
   - ¡Si sólo me hubiese llamado un poco antes, hubiese podido hacer algo más, darle algo más de tiempo! ? dijo Snape, furioso. Miró el anillo roto, y la espada - ¿Cree que con romper el anillo se romperá la maldición?
   - Algo as´ı? estaba delirando, sin duda alguna?. ? dijo Dumbledore. Con una gran esfuerzo se enderezó en la silla ? Bueno, en realidad, eso importará más adelante.
   Snape se quedó completamente perplejo. Dumbledore sonrió.
 
   CAPÍTULO 33. LA HISTORIA DEL PRÍNCIPE
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   - Me refiero al plan que Lord Voldemort tiene sobre m´ı- Su plan para conseguir que el pobre chico Malfoy me asesine.
   Snape se sentó en la silla que Harry sol´ıa ocupar, del otro lado del escritorio de Dumbledore. Harry se dio cuenta de que quer´ıa seguir hablando de la mano maldita de Dumbledore, pero que este se rehusaba educadamente a seguir discutiendo el asunto.
   A rega˜nadientes, Snape dijo:
   - El Se˜nor Oscuro no cree que Draco lo consiga. Esto es simplemente un castigo por las recientes fallas de Lucius. Una tortura lenta para los padres de Draco, mientras ven como este falla y paga el precio.
   - En otras palabras, el chico también está condenado por una sentencia de muerte, al igual que yo ? dijo Dumbledore ? Ahora, creo que saber que el sucesor natural del trabajo, luego de que Draco falle, ¿eres tú?
   Hubo una peque˜na pausa.
   - Ese, según creo, es el plan del Se˜nor Oscuro.
   - ¿Lord Voldemort predice que en un momento no muy lejano no necesitará un esp´ıa en Hogwarts?
   - Cree que la escuela pronto estará bajo su control, s´ı.
   - Y si realmente cayera bajo su control ? dijo Dumbledore, casi, según parec´ıa, al aire -
   ¿Tengo tu palabra de que harás todo lo esté en tus manos para proteger a los estudiantes de Hogwarts?
   Snape asintió firmemente.
   - Bien. Ahora, tu primera prioridad es descubrir que es lo Draco trama. Un adolescente asustado es tan peligroso para el resto como para s´ı mismo. Ofrécele ayuda y gu´ıa, él aceptará, tú le agradas?
   - ? mucho menos desde que su padre perdió la confianza. Draco me culpa, cree que yo tomé el lugar de Lucius.
   - De todas formas, trata. Me preocupo más por las posibles v´ıctimas de cualquier ataque que se le ocurra al chico que por m´ı mismo. En último caso, por supuesto, sólo hay una cosa que hacer para salvarlo de la ira de Lord Voldemort.
   Snape alzó las cejas y su tono de voz era sardónico al preguntar:
   - ¿Piensas dejar que Voldemort te mate?
   - Por supuesto que no. Tú debes matarme.
   Hubo un largo silencio, interrumpido sólo por un extra˜no ruido de algo rompiéndose.
   Fawkes, el fénix, masticaba a bit of cuttlebone.
   - ¿Quiere que lo haga ahora? ? preguntó Snape, con la voz cargada de iron´ıa - ¿O le doy algunos minutos para que componga su epitafio?
   - Oh, no todav´ıa ? respondió Dumbledore, sonriendo ? Me atrever´ıa a decir que el momento se presentará solo en el transcurso de los acontecimientos. Dado lo que ha ocurrido esta noche ? indicó su mano calcinada ? podemos estar seguros que pasará durante este a˜no.
   - Si no le importa morir ? dijo Snape con rudeza - ¿Por qué no deja que Draco lo haga?
   - El alma de ese chico aún no está tan da˜nada ? dijo Dumbledore ? no dejaré que se CAPÍTULO 33. LA HISTORIA DEL PRÍNCIPE
   383
   rompa por mi culpa.
   - ¿Y mi alma, Dumbledore? ¿Y la m´ıa?
   - Tú eres el único que sabe si tu alma se da˜nará al ayudar a un viejo a evitar el dolor y la humillación ? dijo Dumbledore ? Te pido este gran favor a ti, Severus, porque la muerte vendrá por mi con tanta certeza como los Chudley Cannons serán los últimos de la liga este a˜no. Confieso que prefiero una salida rápida y sin dolor a la larga y caótica situación en la que me ver´ıa si, por ejemplo, Greyback está involucrado (¿O´ı que Voldemort lo reclutó?) o la querida Bellatrix, a quien le gusta gusta jugar con su comida antes de comérsela.
   Su tono de voz era ligero, pero sus ojos azules atravesaban a Snape al igual que tantas otras veces hab´ıan atravesado a Harry, como si pudieran ver el alma sobre la cual estaban discutiendo. Al fin, Snape volvió a asentir con firmeza. Dumbledore pareció satisfecho.
   - Gracias, Severus?
   La oficina desapareció, y ahora Snape y Dumbledore caminaba juntos por los vac´ıos patios de la escuela a media luz.
   - ¿Qué hace con Potter, todas esas tardes que pasan encerrados juntos? ? preguntó Snape abruptamente.
   Dumbledore parec´ıa cansado.
   - ¿Por qué? ¿No tratarás de darle más castigos, Severus? El chico pronto pasará más tiempo castigado que afuera.
   - Está actuando como su padre otra vez?
   - En apariencia, tal vez, pero su naturaleza es mucho más parecido a la de su madre.
   Paso mucho tiempo con Harry porque debo discutir algunas cosas con él, como información que debo darle antes de que sea demasiado tarde.
   - Información ? repitió Snape ? Conf´ıa en él? no conf´ıa en m´ı.
   - No es un asunto de confianza. Poseo, como ambos sabemos, un tiempo limitado. Es esencial que le de suficiente información como para que haga lo que necesita hacer.
   - ¿Y por qué no puedo recibir yo la misma información?
   - Prefiero no poner todos mis secretos en el mismo cesto, especialmente si ese cesto pasa tanto tiempo colgando del brazo de Lord Voldemort.
   - ¡Lo que hago bajo sus órdenes!
   - Y lo haces muy bien. No creas que no estimo el constante peligro al que te expones, Severus. Entregarle a Voldemort información que pareced invaluable mientras guardamos lo esencial es un trabajo que no le confiar´ıa a nadie más que a ti.
   - ¡Y aún as´ı, conf´ıas mucho más en un chico que es incapaz de aprender Oclumancia, cuya magia es mediocre, y que tiene una conexión directa con la mente del Se˜nor Oscuro!
   - Voldemort le teme a esa conexión ? dijo Dumbledore ? No hace mucho, tuvo una peque˜na lección sobre lo que realmente significa para él compartir la mente de Harry. Fue un dolor que nunca antes hab´ıa experimentado. No volverá a tratar de poseer a Harry, estoy seguro. No de esa forma.
   - No entiendo.
   - El alma de Voldemort, tan desfigurada como se encuentra, no puede soportar el contacto con un alma como la de Harry. Es como una navaja de acero congelado, como CAPÍTULO 33. LA HISTORIA DEL PRÍNCIPE
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   la carne en llamas?
   - ¿Almas? ¡Estamos hablando de mentes!
   - En el caso de Harry y Lord Voldemort, hablar de una cosa es lo mismo que hablar de la otra.
   Dumbledore miró a su alrededor para asegurarse de que estuvieran solos. Estaban cerca del Bosque Prohibido, pero no hab´ıa se˜nal alguna de alguien cerca de ellos.
   - Después de que me hayas matado, Severus?
   - ¡A pesar de que se rehúsa a contarme todo, espera ese peque˜no servicio de mi parte! ? gritó Snape, y una furia verdadera apareció en su delgada cara ? ¡Toma algo tan importante como si estuviera garantizado, Dumbledore! ¡Tal vez he cambiado de idea!
   - Me diste tu palabra, Severus. Y ya que hablamos de servicios que me debes, pensé que hab´ıas aceptado mantener vigilado a nuestro joven amigo de Slytherin.
   Snape estaba furioso, desafiante. Dumbledore suspiró.
   - Ven a mi oficina esta noche, Severus, a las once, y no podrás quejarte de que no conf´ıo en ti?
   De nuevo estaban en la oficina de Dumbledore, las ventanas oscuras y Fawkes sentado en silencio, mientras Snape permanec´ıa r´ıgido y Dumbledore caminaba a su alrededor hablando.
   - Harry no debe enterarse, no hasta el último momento, no hasta que sea necesario, de otra forma, ¿cómo tendr´ıa la fuerza necesaria para hacer lo tiene que hacer?
   - Pero, ¿qué debe hacer?
   - Eso el algo entre Harry y yo. Ahora escucha con atención, Severus. Llegará un momento? después de mi muerte? ¡no discutas, no me interrumpas! Llegará un momento en el que Lord Voldemort parecerá temer por la vida de su serpiente.
   - ¿Nagini? ? Snape parec´ıa atónito.
   - Precisamente. Cuando Lord Voldemort deje de enviar a su serpiente a cumplir sus órdenes, y la mantiene segura junto a él bajo protección mágica, entonces, creo, será seguro decirle a Harry.
   - ¿Decirle qué?
   Dumbledore respire profundamente y cerró los ojos.
   - Decirle que la noche en que Voldemort trató de matarlo, cuando Lily puso su propia vida entre ellos, como un escudo, la Maldición Asesina rebotó en Lord Voldemort, y un fragmento del alma de Voldemort se apartó del resto, y fue a caer en la única alma viviente que quedaba en ese lugar. Parte de Lord Voldemort vive dentro de Harry, y eso es lo que le da el poder de hablar con las serpientes, y la conexión con la mente de Voldemort que nunca ha sido capaz de entender. Y mientras ese fragmento de alma, perdido por Lord Voldemort, permanezca adjunto y protegido por Harry, Lord Voldemort no puede morir.
   A Harry le pareció que ve´ıa a los dos hombres desde el final de un largo túnel, estaban tan lejos de él, con sus voces formando ecos en sus o´ıdos.
   - ¿As´ı que el chico? el chico debe morir? ? preguntó Snape, con calma.
   - Y debe hacerlo Voldemort, Severus. Eso es esencial.
   Otro silencio interminable. Luego Snape dijo: CAPÍTULO 33. LA HISTORIA DEL PRÍNCIPE
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   - Pensé? que todos estos a˜nos? lo estábamos protegiendo por ella. Por Lily.
   - Lo hemos protegido porque es esencial ense˜narle, educarle, dejarle que pruebe se fuerza ? dijo Dumbledore, con los ojos aún cerrados ? Mientras tanto, la conexión entre ellos se hace cada vez más fuerte, se desarrolla como un parásito. A veces creo que él mismo lo sospecha. Si lo conozco bien, él ha arreglado todo para que cando salga a enfrentar su muerte, esta realmente significará el fin de Voldemort.
   Dumbledore abrió los ojos. Snape estaba horrorizado.
   - ¿Lo has mantenido vivo para que muera en el momento correcto?
   - No te sorprendas, Severus. ¿Cuántos hombres y mujeres has visto morir?
   - Últimamente, sólo a aquellos a los que no he podido salvar ? dijo Snape, poniéndose de pie ? Me has utilizado.
   - ¿Qué quieres decir?
   - He espiado y mentido por ti, me he puesto en peligro mortal por ti. Se supone que todo esto era para mantener a salvo al hijo de Lily Potter. Y ahora me dicen que la has estado criando como a un cerdo para el matadero?
   - Esto es conmovedor, Severus ? dijo Dumbledore seriamente - ¿Te has encari˜nado con el chico, después de todo?
   - ¿Con él? ? gritó Snape ? Experto Patronum!
   De la punta de su varita salió una sombra plateada. Aterrizó en el piso de la oficina, voló a través de ella, y escapó por la ventana. Dumbledore la observó alejarse volando, y mientras su brillo plateado se desvanec´ıa le dio la espalda a Snape, con los ojos llenos de lágrimas.
   - ¿Después de todo este tiempo?
   - Siempre ? dijo Snape.
   Y la escena cambió. Ahora, Harry observó a Snape hablándole al portarretrato de Dumbledore detrás del escritorio.
   - Tendrás que darle a voldemort el d´ıa correcto de la salida de Harry de la casa de su t´ıa y t´ıo ? dijo Dumbledore ? No hacerlo levantar´ıa muchas sospechas, pues Voldemort cree que estás muy bien informado. Sin embargo, debes planear las distracciones; eso, según creo, asegurará la seguridad de Harry. Trata de confundir a Mundungus Fletcher.
   Y, Severus, si te obligan a formar parte de la persecución, asegúrate de actuar convincen-temente? cuento en que mantengas la confianza de Lord Voldemort tanto tiempo como sea posible, o Hogwarts quedará a la merced de los Carrows?
   Ahora Snape estaba frente a frente con Mundungus en una taberna desconocida. La cara de Mundungus estaba curiosamente pálida, y la de Snape fruncida de concentración.
   - Sugerirás a la Orden del Fénix ? murmuró Snape ? utilizar distracciones. La Po-ción Multijugos. Potters idénticos. Es lo único que podr´ıa funcionar. Olvidarás que yo te suger´ı esto. Creerá que fue tu idea. ¿Entiendes?
   - Entiendo ? murmuró Mundungus, sus ojos desenfocados?
   Ahora Harry volaba en una escoba junto a Snape, en una oscura noche despejada.
   Estaba acompa˜nado por otros Mort´ıfagos encapuchados, y adelante estaban Lupin y un Harry que en realidad era George? un Mort´ıfago que estaba delante de Snape levantó su varita, apuntando directamente a la espalda de Lupin.
 
   CAPÍTULO 33. LA HISTORIA DEL PRÍNCIPE
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   - Sectumsempra! ? gritó Snape.
   Pero el hechizo, dirigido a la mano del Mort´ıfago que llevaba la varita, en vez de darle a él golpeó a George?
   Y luego Snape estaba de rodillas en la vieja habitación de Sirius. Las lágrimas ca´ıan del final de la ganchuda nariz, mientras le´ıa la vieja carta de Lily. La segunda página conten´ıa sólo unas pocas palabras.
   pudo haber sido amiga de Gellert Grindelwald. ¡Creo que ha perdido un poco la razón!
   Con amor, Lily.
   Snape tomó la página que ten´ıa la firma de Lily, y su amor, y la guardó en su túnica.
   Luego rompió en dos la fotograf´ıa que también sujetaba, y guardó la parte en la que Lily se re´ıa, tirando al suelo el pedazo en el que se ve´ıa a James y Harry, debajo de una cajonera?
   Y ahora Snape estaba nuevamente en la oficina del director, mientras Phineas Nigellus llegaba corriendo a su retrato.
   - ¡Director! ¡Están acampando en el Bosque de Dean! La sangre sucia?
   - ¡No uses esa palabra!
   - ¡? la chica Granger, entonces, mencionó el lugar mientras abr´ıa su bolsa y la escuché!
   - ¡Bien, muy bien! ? exclamó el portarretrato de Dumbledore detrás de la silla del director - ¡Ahora, Severus, la espada! ¡No olvides que debe ser tomada bajo circunstancias de necesidad y valor, y que él no debe saber que tú se la diste! Si Voldemort realmente puede leer la mente de Harry y te ve ayudándolo?
   - Lo sé ? dijo Snape, cortante. Se aproximó al portarretrato de Dumbledore y lo hizo a un lado. Se movió hacia el frente, revelando una cavidad escondida al reverso, de la cual sacó la espada de Gryffindor.
   - ¿Y aún as´ı no me dirá porqué es tan importante darle la espada a Potter? ? dijo Snape, mientras echaba una capa de viaje sobre sus hombros.
   - No, no lo creo ? dijo el retrato de Dumbledore ? Él sabe que hacer con ella. Y, Severus, sé muy cuidadoso, no serán muy amables con tu llegada después del accidente con George Weasley?
   Snape se giró hacia la puerta.
   - No se preocupe, Dumbledore ? dijo fr´ıamente ? Tengo un plan?
   Y Snape dejó la habitación. Harry salió del Pensadero, y en unos momentos se encontró en el suelo alfombrado en la misma habitación cuya puerta Snape podr´ıa haber cerrado hace sólo unos momentos.
 
   Cap´ıtulo 34
   El Bosque de Nuevo
   inalmente, la verdad. Tumbado, con la cara aplastada contra la alfombra polvorienta de la oficina donde una vez creyó estar aprendiendo los secretos de la victoria, Harry comprendió finalmente que no iba a sobrevivir. Su tarea consist´ıa en marchar tranquilamente hasta los acogedores brazos de la muerte. Y de camino, deb´ıa encargarse de los v´ınculos que aún manten´ıan a Voldemort con vida, de forma que cuando finalmente se pusiera en el camino de Voldemort, y no alzara la varita para defenderse, el final ser´ıa limpio, y la tarea que debió cumplirse en Godric’s Hollow se completar´ıa. Ninguno vivir´ıa, ninguno podr´ıa sobrevivir.
   Sintió su corazón palpitarle intensamente en el pecho. Qué extra˜no que su temor por la muerte le hiciera más fuerte, manteniéndole valientemente con vida. Pero todo acabar´ıa, y pronto. Los latidos de su corazón estaban contados. ¿Cuántas veces podr´ıa palpitar aún, mientras se levantaba y caminaba a traves del castillo por última vez, sal´ıa a los campos y entraba en el bosque?
   El terror le envolvió mientras estaba tendido, en el suelo, con los tambores funerarios retumbando en su interior. ¿Ser´ıa doloroso morir? En todas esas ocasiones en que hab´ıa pensado que estaba a punto de suceder y escapó, no hab´ıa realmente pensado en el hecho en s´ı. Su voluntad de vivir hab´ıa sido siempre mucho mayor que su miedo a morir. Y a pesar de todo no se le pasó por la cabeza la idea de huir, de escaparse de Voldemort. Se hab´ıa acabado, lo sab´ıa, y no quedaba nada más que ese hecho: morirse.
   ¡Ojalá hubiera muerto en aquella noche de verano en que dejó el número cuatro de Privet Drive por última vez, cuando la varita hecha con la pluma del noble fénix le hab´ıa salvado! ¡Ojalá hubiera muerto como Hedwig, tan rápido que no se habr´ıa enterado de qué hab´ıa ocurrido! Ojalá se hubiera lanzado delante de una varita para salvar a alguien a quien amaba... En ese momento envidiaba incluso la muerte de sus padres. Este paseo, a sangre fr´ıa, hasta su propia destrucción, requirir´ıa un tipo distinto de valor. Sintió cómo sus dedos temblaban ligeramente, e hizo un esfuerzo para controlarlos, aunque nadie pod´ıa verle; los retratos de las paredes estaban vac´ıos.
   Despacio, muy despacio, se sentó, y cuando lo hizo se sintió más vivo y más consciente de su propio cuerpo viviente que nunca antes. ¿Por qué no hab´ıa jamás apreciado el milagro que era, cerebro y nervios y corazón latiendo? Todo desaparecer´ıa... o al menos, él no estar´ıa en ellos. Comenzó a respirar lenta y profundamente, con la boca y garganta completamente secas... igual que sus ojos.
   La traición de Dumbledore no significaba casi nada. Por supuesto que hab´ıa existido un plan mayor: simplemente Harry hab´ıa sido demasiado tonto como para verlo, como comprend´ıa ahora. Nunca hab´ıa cuestionado su propia asunción de que Dumbledore le 387
 
   CAPÍTULO 34. EL BOSQUE DE NUEVO
   388
   quer´ıa vivo. Ahora simplemente ve´ıa que la duración de su vida depend´ıa de cuánto se tardara en eliminar todos los Horrorcruxes. Dumbledore le hab´ıa pasado la tarea de destruirlos, y obedientemente hab´ıa continuado cortando los lazos que ataban a Voldemort a la vida, ¡pero también a él! Qué acertado, qué elegante, no desperdiciar más vidas, sino asignar esa peligrosa misión al chico que ya hab´ıa sido destinado al matadero, y cuya muerte no ser´ıa una calamidad, sino otro revés para Voldemort.
   Y Dumbledore hab´ıa sabido que Harry no se echar´ıa atrás, que continuar´ıa hasta el final, incluso aunque eso supusiera su fin, pues se hab´ıa molestado en conocerle bien, ¿no?
   Dumbledore sab´ıa, igual que Voldemort, que Harry no dejar´ıa que nadie más muriera en su lugar ahora que hab´ıa descubierto que estaba en sus manos detenerle. Las imágenes de Fred, Lupin y Tonks tendidos, muertos en el Gran Salón, se abrieron paso en su mente, y durante un momento apenas pudo respirar. La Muerte se sent´ıa impaciente...
   Pero Dumbledore le hab´ıa sobreestimado. Hab´ıa fallado: la serpiente sobrevivió. Un horrorcrux continuar´ıa atando a Voldemort a la tierra, incluso después de de que mataran a Harry. Aunque ciertamente facilitar´ıa la tarea a otra persona. Se preguntaba quién lo har´ıa... Ron y Hermione sabr´ıan lo que deb´ıa hacerse, por supuesto... Esa fue seguramente la razón de que Dumbledore quisiera que confiara en alguien más... para que si alcanzaba su destino demasiado pronto, alguien pudiera continuar...
   Como la lluvia en una fr´ıa ventana, estos pensamientos repiqueteaban contra la dura superficie de la irrefutable verdad: que él deb´ıa morir. Debo morir. Debe terminar.
   Ron y Hermione parec´ıan estar muy lejos, en un pa´ıs muy lejano; sent´ıa como si se hubiera separado de ellos mucho tiempo atrás. No habr´ıa adioses ni explicaciones, eso s´ı lo ten´ıa claro. Este era un viaje que no podr´ıan hacer juntos, y los intentos que har´ıan de detenerle desperdiciar´ıan un tiempo valioso. Miró al reloj chapado en oro que hab´ıa recibido en su decimoséptimo cumplea˜nos. Hab´ıa pasado casi la mitad de la hora que le hab´ıa concedido Voldemort para rendirse.
   Se puso de pie. Su corazón lat´ıa contra sus costillas como un pájaro frenético. Quizá sab´ıa que le quedaba poco, quizá estaba decidido a latir el equivalente a una vida antes del final.
   No miró atrás mientras cerraba la puerta de la oficina.
   El castillo estaba vac´ıo. Se sintió fantasmal mientras daba zancadas por su interior, solo, como si ya hubiera muerto. La gente de los retratos todav´ıa segu´ıa fuera de sus marcos; todo el lugar estaba incre´ıblemente silencioso, como si toda la sangre vital que le quedaba se concentrara en el Gran Salón, donde los muertos y los dolientes se agrupaban.
   Harry se puso la Capa de Invisibilidad y bajó varias plantas, finalmente por la escalera de mármol hasta el hall de entrada. Quizá una peque˜na parte de él esperaba que le sintieran, que le vieran, que le detuvieran, pero la capa era, como siempre, impenetrable, perfecta, y alcanzó las puertas fácilmente.
   Entonces Neville casi caminó a su través. Era uno de los dos que estaban transportando un cuerpo desde los campos. Harry echó un vistazo y sintió otra punzada en el estómago: Colin Creevey, aunque menor de edad, deb´ıa haber vuelto a curiosear, igual que Malfoy, Crabbe y Goyle. Muerto parec´ıa peque˜no.
   -¿Sabes qué? Puedo manejarle solo, Neville -dijo Oliver Wood, y alzó a Colin sobre su hombro igual que un bombero y le llevó hasta el Gran Salón.
   Neville se reclinó contra el marco de la puerta durante un momento y apoyó la parte trasera de la cabeza contra el dorso de su mano. Parec´ıa un anciano. Entonces volvió sobre sus pasos, hacia la oscuridad, para recobrar más cuerpos.
 
   CAPÍTULO 34. EL BOSQUE DE NUEVO
   389
   Harry echó una última mirada atrás, a la entrada del Gran Salón. La gente se mov´ıa, intentando confortarse unos a otros, bebiendo, arrodillados junto a los muertos, pero no pod´ıa ver a nadie de los que quer´ıa; ni rastro de Hermione, Ron, Ginny o algún otro Weasley, ni Luna. Sintió que habr´ıa dado todo el tiempo que le quedaba por verles una vez más; pero, en ese caso, ¿habr´ıa tenido jamás la fuerza necesaria para parar de mirar?
   Era mejor as´ı.
   Bajó las escaleras y salió a la oscuridad. Eran casi las cuatro de la ma˜nana, y parec´ıa que los campos mortalmente tranquilos estaban reteniendo el aliento, esperando a ver si era capaz de hacer lo que deb´ıa hacerse.
   Harry se movió hacia Neville, quien se estaba inclinando sobre otro cuerpo.
   - Neville.
   - ¡Caramba, Harry, casi me provocas un ataque al corazón!
   Harry se quitó la Capa. La idea le hab´ıa venido de ninguna parte, nacida de un deseo de estar absolutamente seguro.
   -¿A dónde vas tú solo? -preguntó Neville, suspicaz.
   -Todo es parte del plan -dijo Harry-. Hay algo que debo hacer. Escucha... Neville...
   -¡Harry! -Neville pareció súbitamente asustado.- Harry, ¿no estarás pensando en arreglártelas tú solo?
   -No -mintió Harry fácilmente.- Por supuesto que no... No es eso. Pero podr´ıa no estar localizable durante un tiempo. ¿Has o´ıdo hablar de la serpiente de Voldemort, Neville?
   Es una serpiente enorme. Se llama Nagini.
   -S´ı, algo he o´ıdo. ¿Y qué pasa con ella?
   -Es necesario que muera. Ron y Hermione ya lo saben, pero en caso de que ellos...
   El horror de esa posibilidad le aturdió durante un momento, le hizo imposible seguir hablando. Pero volvió a recomponerse: era algo crucial, deb´ıa ser como Dumbledore, mantener la cabeza fr´ıa, asegurarse de que habr´ıa reemplazos, otros que continuar´ıan.
   Dumbledore hab´ıa muerto sabiendo que quedaban tres personas que sab´ıan acerca de las Horrorcruxes; ahora Neville ocupar´ıa el lugar de Harry: qudar´ıan tres que conocer´ıan el secreto.
   -En caso de que ellos estén... ocupados... Y si tienes la oportunidad...
   -¿Hay que matar a la serpiente?
   -Hay que matar a la serpiente -repitió Harry.
   -Vale, Harry. Estás bien, ¿no?
   -Estoy bien. Gracias, Neville.
   Pero Neville le agarró de la mu˜neca cuando Harry hizo intención de moverse.
   -Todos vamos a seguir luchando, Harry. Lo sabes, ¿verdad?
   -S´ı, yo...
   -Un sentimiento sofocante extinguó el final de la frase; no pod´ıa continuar. Neville no pareció encontrarlo extra˜no. Le dio una palmada en el hombro, le soltó y se alejó en busca de más cuerpos.
   Harry volvió a ponerse la Capa y echó a andar. Alguien se mov´ıa no muy lejos, deteniéndose sobre otra figura tendida en los campos. Estaba a sólo unos metros de ella CAPÍTULO 34. EL BOSQUE DE NUEVO
   390
   cuando se dio cuenta de que era Ginny.
   Se detuvo. Ella se estaba inclinando sobre una chica que susurraba llamando a su madre.
   -Tranquila -dec´ıa Ginny-. Todo va bien. Vamos a llevarte dentro.
   -Pero quiero ir a casa -susurró la chica-. ¡Ya no quiero luchar más!
   -Lo sé -dijo Ginny, y su voz se quebró-. Todo va a ir bien.
   Olas de fr´ıo corrieron por su piel. Quer´ıa gritar a la noche, quer´ıa que Ginny supiera que él estaba all´ı, quer´ıa que ella supiera dónde iba. Quer´ıa que le detuvieran, que le sujetaran, que le arrastraran de vuelta a casa...
   Pero estaba en casa. Hogwarts era el primer y el mejor hogar que hab´ıa conocido.
   Tanto él como Voldemort y Snape, los ni˜nos abandonados, hab´ıan encontrado su hogar all´ı.
   Ginny estaba arrodillada al lado de la chica herida, sosteniéndole la mano. Con un enorme esfuerzo, Harry se obligó a seguir. Creyó ver que Ginny miraba a su alrededor cuando pasó a su lado, y se preguntó si hab´ıa sentido algo moviéndose cerca de ella, pero no la habló y tampoco miró atrás.
   La caba˜na de Hagrid apareció en la oscuridad. No hab´ıa luces, ni se o´ıa a Fang ara˜nando la puerta, dando la bienvenida a ladridos. Todas esas visitas a Hagrid, el brillo de la tetera de cobre puesta al fuego, los pasteles como piedras y las larvas gigantes, y Ron vomitando babosas, y Hermione ayudándole a salvar a Norberto... Siguió andando, alcanzó el borde del bosque y entonces se detuvo.
   Un enjambre de dementores estaba planeando entre los árboles; pod´ıa sentir el fr´ıo que desped´ıan, y no estaba seguro de que pudiera pasar con seguridad a su través. No le quedaban fuerzas suficientes para lanzar un Patronus. Ya no pod´ıa controlar más sus temblores. Después de todo, no era tan fácil morir. Cada segundo que respiraba, el olor de la hierba, el aire fresco en su cara, eran tan preciosos... Saber que la gente ten´ıa a˜nos y a˜nos, tiempo que desperdiciar, tanto tiempo para vivir lentamente, y él se aferraba a cada segundo. Al mismo tiempo que pensaba que no ser´ıa capaz de continuar, sab´ıa que deb´ıa hacerlo. El interminable juego llegaba a su fin, la snitch hab´ıa sido atrapada, ya era hora de dejar el aire...
   La snitch. Sus nerviosos dedos juguetearon durante un momento con la bolsita (¿C ÓMO
   LO HAN PUESTO EN OTROS CAPÍTULOS?) de su cuello y la sacó.
   Me abro al llegar el final.
   Respirando fuerte y rápido, se la quedó mirando. Ahora que deseaba que el tiempo pasara lo más lentamente posible, se sent´ıa acelerado, y la comprensión le llegaba tan rápido que parec´ıa atravesarle. Éste era el final. Éste era el momento.
   Presionó el metal dorado contra sus labios y susurró: .Estoy a punto de morir”.
   El caparazón de metal se rompió y se abrió. Bajó su temblorosa mano, alzó la mano de Draco por debajo de la capa y murmuró: ”Lumos”.
   La piedra negra con la grieta irregular que le atravesaba por el centro contemplaba las dos mitades de la snitch. La Piedra de la Resurrección se hab´ıa agrietado más, siguiendo la l´ınea vertical que representaba a la Varita Más Antigua. (¿C ÓMO HAN TRADUCIDO
   LOS DEM ÁS ELDER WAND?). Todav´ıa pod´ıan verse el triángulo y el c´ırculo que representaban a la Capa y a la piedra. (LA TRADUCCI ÓN DE ESTE P ÁRRAFO DEPENDE
 
   CAPÍTULO 34. EL BOSQUE DE NUEVO
   391
   EN PARTE DE LA DESCRIPCI ÓN DE LA PIEDRA DE LA RESURRECCI ÓN) Y de nuevo Harry lo comprendió sin siquiera pensarlo. No se trataba de hacerles volver, pues estaba a punto de unirse a ellos: ellos estaban atrapándole a él.
   Cerró los ojos y giró la piedra en su mano tres veces.
   Supo que hab´ıa sucedido porque oyó suaves movimientos a su alrededor, que suger´ıan la presencia de frágiles cuerpos probando sus pisadas en el campo terroso, lleno de ramas, que marcaba el borde exterior del bosque. Abrió los ojos y miró a su alrededor.
   No eran ni fantasmas ni cuerpos vivientes, eso pod´ıa verlo. A lo que más se parec´ıan era al Ryddle que hab´ıa escapado del diario hac´ıa ya tanto tiempo, y hab´ıa sido una memoria casi sólida. Con menos sustancia que cuerpos vivientes, pero mucho más que simples fantasmas, se movieron hacia él. Y en cada cara, la misma cari˜nosa sonrisa.
   James era exactamente de la misma estatura que Harry. Llevaba la misma ropa que cuando murió, con el pelo despeinado y revuelto, y las gafas un poco ladeadas, como las del se˜nor Weasley.
   Sirius parec´ıa alto y guapo, y much´ısimo más joven de lo que Harry le hab´ıaa visto en su vida. Caminaba a zancadas con estilo, las manos en los bolsillos y una amplia sonrisa en su cara.
   Lupin también ten´ıa un aspecto más joven y mucho menos desharrapado, y su pelo estaba más espeso y oscuro. Parec´ıa feliz de haber regresado a ese lugar tan familiar, escenario de tantos vagabundeos adolescentes.
   La sonrisa de Lily era la más amplia de todas. Se echó atrás la melena mientras se acercaba a él, y sus ojos verdes, tan parecidos a los de él, exploraron su cara con ansia, como si jamás fuera a ser capaz de haberle mirado lo suficiente.
   -Has sido tan valiente...
   Él no pod´ıa hablar. Sus ojos se recrearon en ella, y pensó que le gustar´ıa quedarse all´ı y mirarla eternamente, y que no querr´ıa nada más.
   -Ya casi has llegado -dijo James-. Estás muy cerca. Estamos... tan orgullosos de ti.
   -¿Duele?
   La pregunta infantil hab´ıa salido de los labios de Harry sin poder evitarlo.
   -¿Morir? Nada en absoluto -dijo Sirius-. Es más rápido y más fácil que quedarse dormido.
   -Y él querrá que sea rápido. Quiere que esto acabe ya -dijo Lupin.
   -No quer´ıa que murieras -dijo Harry. Estas palabras le salieron sin querer-. Ni ninguno de vosotros. Lo siento... -se dirigió especialmente a Lupin, suplicándole- ...justo después de nacer tu hijo... Remus, lo siento...
   -Yo también lo siento -dijo Lupin-. Siento no poder conocerle... Pero él sabrá por qué mor´ı y espero que lo entenderá. Intentaba que el mundo fuera uno en el que podr´ıa vivir una vida mejor.
   Una fr´ıa brisa que parec´ıa emanar del corazón del bosque llevó el aire hasta la frente de Harry. Supo que no le dir´ıan que continuara, que tendr´ıa que ser su decisión.
   -¿Os quedaréis conmigo?
   -Hasta el final de todo -dijo James.
 
   CAPÍTULO 34. EL BOSQUE DE NUEVO
   392
   -¿No podrán veros? -preguntó Harry.
   -Somos parte de ti -dijo Sirius-, invisibles a cualquier otro.
   Harry miró a su madre.
   -Quédate cerca de m´ı -dijo suavemente.
   Y empezó a moverse. El fr´ıo de los dementores no le amedrentó; pasó a través de él junto con sus compa˜neros, que actuaron como Patronus para él, y juntos marcharon a través de los viejos árboles que crec´ıan apretadamente, sus ramas se enredaban, sus ra´ıces se retorc´ıan y enroscaban bajo sus pies. Harry sujetó fuertemente la Capa a su alrededor mientras avanzaban en la oscuridad, viajando a lo más profundo del bosque, sin saber en realidad dónde estaba exactamente Voldemort, pero seguro de que le encontrar´ıa. A su lado, sin hacer apenas un ruido, caminaban James, Sirius, Lupin y Lily, y su presencia le daba coraje, y era lo que le permit´ıa seguir poniendo un pie enfrente del otro.
   Notaba su cuerpo y su mente extra˜namente desconectados, con las costillas trabajando sin instrucciones conscientes, como si fuera un pasajero y no el conductor del cuerpo que estaba a punto de abandonar. Los muertos que caminaban a su lado a través del bosque eran mucho más reales para él, en ese momento, que los vivos que dejó atrás en el castillo: Ron, Hermione, Ginny y todos los demás eran para él fantasmas, mientras caminaba como atontado hacia el final de su vida, hacia Voldemort...
   Un golpe y un susurro: alguna otra criatura viviente se hab´ıa agitado muy cerca. Harry se detuvo bajo la Capa, atisbando a su alrededor, escuchando, sus padres, Lupin y Sirius se detuvieron también.
   -Hay alguien ah´ı -sonó un áspero susurro muy, muy cerca -. Tiene una Capa de Invisibilidad. ¿No será...?
   Dos figuras aparecieron desde detrás de un árbol cercano: sus varitas resplandecieron, y Harry vio a Yaxley y Dolohov escudri˜nando la oscuridad, directamente hacia el lugar en que estaban Harry, sus padres, Sirius y Lupin. Daba la impresión de que no pod´ıan ver nada.
   -Seguro que o´ı algo -dijo Yaxley-. ¿Crees que habrá sido un animal?
   -Ese grandullón de Hagrid guardaba un enorme montón de cosas raras en su casa -dijo Dolohov, echando un vistazo sobre su hombro.
   Yaxley bajó la mirada hasta su reloj.
   -Ya casi es el momento. Se ha cumplido la hora de Potter. Y no viene.
   -Será mejor que volvamos -dijo Yaxley-. Nos enteraremos de cuál es ahora el plan.
   Dolohov y él se volvieron y se adentraron más en el bosque. Harry les siguió, sabiendo que le guiar´ıan exactamente a donde él quer´ıa ir. Miró a un lado y a otro, y su madre le sonrió, y su padre asintió, dándole ánimos.
   Hab´ıan avanzado durante sólo unos minutos cuando Harry vio luz frente a él, y Yaxley y Dolohov llegaron a un claro, que Harry reconoció como el lugar donde el monstruoso Aragog hab´ıa vivido en otra época. Aún quedaban restos de su gigantesca red, pero su enjambre de descendientes hab´ıa sido expulsado de all´ı por los mort´ıfagos, para que luchara por su causa.
   Hab´ıa un fuego ardiendo en el medio del claro, y su luz parpadeante iluminaba una multitud de mort´ıfagos completamente silenciosos y vigilantes. Algunos de ellos aún llevaban máscara y capucha; otros mostraban sus caras. Dos gigantes estaban sentados CAPÍTULO 34. EL BOSQUE DE NUEVO
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   alrededor del grupo, arrojando enormes sombras en la escena, de caras crueles y rugosas, como talladas bastamente en roca. Harry vio a Fenrir, merodeando, mordiéndose las largas u˜nas; el enorme y rubio Rowle estaba tocándose suavemente su labio, que sangraba.
   Vio a Lucius Malfoy, que parec´ıa derrotado y aterrado, y a Narcissa, cuyos ojos estaban hundidos y llenos de aprensión.
   Todos los ojos estaban fijos en Voldemort, que permanec´ıa de pie con su cabeza inclinada, y sus blancas manos dobladas sobre la Varita Más Antigua, frente a él. Podr´ıa haber estado rezando, o incluso contando silenciosamente, y a Harry, que aún estaba de pie al borde de la escena, le hizo pensar en un ni˜no que contaba mientras jugaba al escondite.
   Detrás de su cabeza, aún agitándose en espirales, la gran serpiente Nagini flotaba en su brillante y encantada jaula, como un halo monstruoso.
   Cuando Dolohov y Yaxley volvieron a unirse al c´ırculo, Voldemort alzó la vista.
   -No hay rastro de él, mi Se˜nor -dijo Dolohov.
   La expresión de Voldemort no cambió. Sus rojos ojos parecieron arder a la luz del fuego. Lentamente, movió la Varita Más Antigua entre sus largos dedos.
   -Mi Se˜nor...
   Era Bellatrix quien hab´ıa hablado: se sentó más cerca de Voldemort, despeinada, con algo de sangre en su cara pero sin ningún otro signo de haber sufrido da˜no alguno.
   Voldemort levantó su mano para silenciarla, y ella no pronunció ninguna otra palabra, pero mantuvo la vista fija en él con fanática fascinación.
   -Cre´ı que vendr´ıa -dijo Voldemort con su voz alta y clara, sus ojos ardiendo a la luz de las llamas saltarinas-. Esperaba que viniera.
   Nadie habló. Parec´ıan estar tan asustados como Harry, cuyo corazón estaba en ese momento arrojándose contra sus costillas, decidido a escapar del cuerpo que estaba a punto de abandonar. Sus manos sudaban mientras echaba hacia atrás la Capa de Invisibilidad y la pon´ıa bajo su túnica, junto con su varita. No quer´ıa ser tentado a luchar.
   -Parece ser que estaba... equivocado -dijo Voldemort.
   -No lo estabas.
   Harry lo dijo tan alto como pudo, con tanta fuerza como pudo reunir. No quer´ıa sonar asustado. La Piedra de la Resurrección se escapó de entre sus atontados dedos, y con el rabillo del ojo vio a sus padres, Sirius y Lupin desvanecerse mientras avanzaba hasta la luz del fuego. En ese momento sent´ıa que nadie importaba excepto Voldemort. Se trataba únicamente de ellos dos.
   La ilusión se desvaneció tan rápido como hab´ıa venido. Los gigantes aullaron al mismo tiempo que los mort´ıfagos se pusieron de pie a la vez, y sonaron muchos gritos, jadeos e incluso carcajadas. Voldemort se hab´ıa quedado helado en su sitio, pero sus ojos rojos hab´ıan encontrado a Harry, y le miró fijamente mientras Harry se acercaba a él, con nada excepto el fuego entre ellos.
   Entonces una voz gritó:
   -¡HARRY! ¡NO!
   Se giró: Hagrid estaba amarrado y maniatado, atado a un árbol cercano. Su enorme cuerpo agitó las ramas que hab´ıa encima de ál, mientras luchaba para liberarse, desesperado.
   -¡NO! ¡NO! ¡HARRY! ¿QUÉ EST ÁS...?
 
   CAPÍTULO 34. EL BOSQUE DE NUEVO
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   -¡C ÁLLATE! -gritó Rowle, y con un toque de su varita, silenció a Hagrid.
   Bellatrix, que se hab´ıa alzado de un salto, miraba ansiosamente a Voldemort y a Harry, con respiraciones cada vez más fuertes. Lo único que se mov´ıa eran las llamas y la serpiente, que se enroscaba y desenroscaba en la centelleante jaula tras la cabeza de Voldemort.
   Harry pod´ıa sentir la varita contra su pecho, pero no hizo ningún intento de alcanzarla.
   Sab´ıa que la serpiente estaba demasiado bien protegida, sab´ıa que si intentaba apuntar a Nagini con la varita cincuenta maldiciones le alcanzar´ıan primero. As´ı que Voldemort y Harry continuaron mirándose uno al otro, hasta que Voldemort movió ligeramente su cabeza hacia un lado, como considerando al chico que se alzaba frente a él, y una sonrisa singularmente ausente de felicidad curvó su boca sin labios.
   -Harry Potter -dijo muy suavemente. Su voz podr´ıa haber sido parte del chisporro-teante fuego-. El Chico que Vivió.
   Ninguno de los mort´ıfagos se movió. Estaban esperando: todo estaba esperando. Hagrid segu´ıa debatiéndose, y Bellatrix estaba jadeando, y Harry pensó, inexplicablemente en Ginny, y su resplandeciente aspecto, y la sensación de sus labios en sus...
   Voldemort hab´ıa alzado su varita. Su cabeza estaba aún inclinada a un lado, como un ni˜no curioso, preguntándose qué suceder´ıa si continuaba. Harry devolvió la mirada a los ojos rojos, y deseó que sucediera de una vez, rápido, mientras aún pod´ıa permanecer de pie, antes de que perdiera el control, antes de que le traicionara el miedo...
   Vió cómo se mov´ıa la boca y un centelleo de luz verde, y todo se desvaneció.
 
   Cap´ıtulo 35
   King’s Cross
   Bajó su cara, mientras escuchaba en silencio. Estaba absolutamente solo. No ve´ıa a nadie. Nadie más estaba all´ı. Él no estaba absolutamente seguro de que estuviera all´ı.
   Luego de un largo tiempo, o quizá ninguno en absoluto, le vino el pensamiento de que deber´ıa existir, deb´ıa ser más que un pensamiento incorpóreo, porque era una mentira, mentira definitivamente, en alguna superficie. Por consiguiente él ten´ıa un sentido del tacto, y la cosa contra la que estaba también exist´ıa.
   Casi al momento de que hubiera alcanzado esta conclusión, Harry se dio cuenta que estaba desnudo. Convencido como él estaba de su soledad total, esto no lo afectó, pero lo intrigo levemente. Se preguntaba si pod´ıa ver como se sent´ıa, Al abrirlos, descubrió que ten´ıa ojos. Estaba en una llovizna brillante, aunque no era como la llovizna que él hab´ıa experimentado siempre. Los alrededores no estaban ocultos por el nublado vapor; la llovizna todav´ıa no estaba en los alrededores. El piso en el cual estaba parado parec´ıa ser blanco, ni caliente ni fr´ıo, simplemente era una superficie plana, ignorando lo que pod´ıa ser. Se incorporó. Su cuerpo parec´ıa indemne. Tocó su cara. Ya no ten´ıa los lentes.
   Entonces escuchó un ruido a través de la nada uniforme que lo rodeaba: el golpeteo suave y peque˜no de algo que se agitó y se revolcó esforzadamente. Era un sonido lastimoso, ligeramente indecente. Estaba sintiéndose incómodo por lo que estaba escuchando detrás de las puertas furtivamente avergonzado,.
   Por primera vez. Deseó estar vestido
   Apenas se formó el deseo en su mente, las túnicas aparecieron a una corta distancia.
   Él las tomó y se las puso adelante. Eran suaves, limpias, y cálidas. Era extraordinario cómo simplemente hab´ıan aparecido as´ı, en el momento que él lo hubiera deseado. . . .
   Se puso de p´ıe, mientras echaba una mirada alrededor
   ¿Estaba en algún lugar de la sala multipropósito? Era más larga de lo que le parec´ıa, haber visto una vez. Un gran tejado de cristal abovedado relució en lo alto sobre él con la luz del sol. Quizás era un palacio. Todo estaba en silencio, salvo esos golpes dispares y los ruidos de llantos que estaban en alguna parte cercana de la llovizna. . . .
   Harry empezó a caminar despacio, y la habitación parec´ıa surgir ante sus ojos. Un espacio ancho abierto, luminoso y limpio, un vest´ıbulo más grande por lo lejos que el Gran Vest´ıbulo, con ese techo de cristal abovedado claro. Estaba totalmente vac´ıo. Él era la única persona all´ı salvo?.
   Retrocedió. Hab´ıa descubierto lo que estaba haciendo ruido. Ten´ıa la forma de un ni˜no 395
 
   CAPÍTULO 35. KING’S CROSS
   396
   peque˜no, desnudo, acurrucado en el suelo, su piel cruda y áspera, parec´ıa desollada , y quedó estremeciéndose bajo un asiento dónde hab´ıa estado, fuera de la vista, mientras se esforzaba por respirar
   Tuvo miedo. Sin embargo era Peque˜no, frágil y herido, no quiso acercarse. No obstante se aproximo lentamente, preparado para saltar atrás en cualquier momento. Pronto se resistió lo bastante casi para tocarlo, todav´ıa no pod´ıa animarse a hacerlo. Se sent´ıa como un cobarde. Deb´ıa enfrentarlo, pero lo repulsaba.
   –No lo puedes ayudar.
   Él miró alrededor. Albus Dumbledore estaba caminando hacia él, con sus túnicas ordenadas y derechas, del color azul de la medianoche.
   –Harry. Él extendió sus brazos, y sus manos estaban enteras blancas e ilesas. –Eres un muchacho maravilloso. Perseverante, valiente. Perm´ıtenos caminar.
   Aturdido, Harry vio como Dumbledore anduvo lejos de dónde el ni˜no desollado estaba lloriqueando, mientras lo llevaba a dos asientos que Harry no hab´ıa notado previamente, poniendo un poco de distancia bajo ese techo alto, chispeante. Dumbledore se sentaba en uno de ellos, y Harry se cayó en el otro, mirando fijamente la cara de su viejo director de colegio. El pelo plateado y largo de Dumbledore los ojos azules, detrás de los lentes de media luna con una mirada desafiante, la nariz encorvada, Todo era como él lo recordaba
   , y aún . . .
   –Pero usted está muerto, dijo Harry.
   –Oh s´ı, realmente dijo Dumbledore.
   –Entonces. . . Yo también estoy muerto?
   –Ah, dijo Dumbledore, mientras sonre´ıa más ampliamente. –¿Eso es una pregunta o no? En general, estimado muchacho, yo no lo creo.
   Mientras se miraban, el hombre viejo suspiró.
   –No? Repitió Harry.
   –No, dijo Dumbledore.
   –Pero. . . Harry levantó su mano instintivamente hacia la cicatriz en forma de ra-yo. No parec´ıa estar all´ı. –¡Pero yo me debo de haber muerto yo no me defend´ı! Yo le permit´ı matarme!
   –Y que, dijo Dumbledore, –la profec´ıa, pienso, ha representado toda la diferencia.
   La felicidad que parec´ıa radiar de Dumbledore daba una luminosidad; como el fuego: Harry nunca hab´ıa visto tan absolutamente, tan palpablemente satisfecho.
   –Expl´ıqueme, dijo Harry.
   –Pero ya lo sabes, dijo Dumbledore. Él jugaba juntando sus dedos pulgares.
   –Yo le permit´ı matarme, dijo Harry. –No lo hice?
   –Si lo hiciste, dijo Dumbledore, mientras cabeceaba. –Sigue!
   –Para que la parte de su alma que estaba en m´ı. . .
   Dumbledore todav´ıa cabeceó más entusiastamente, mientras insist´ıa a Harry para seguir adelante, con una sonrisa de est´ımulo en su cara.
   –. . . se ha ido?
 
   CAPÍTULO 35. KING’S CROSS
   397
   –Oh s´ı! dijo Dumbledore. –S´ı, él la destruyó. Tu alma está entera, y completamente tuya, Harry.
   –Pero entonces. . .
   Harry miró temblando sobre su hombro hacia dónde estaba la criatura peque˜na, mutilada temblaba bajo la silla.
   –Que es, Profesor?
   –Es algo que va más allá de nuestra ayuda, dijo Dumbledore.
   –Pero si Voldemort utilizó la maldición asesina, empezó Harry de nuevo, –y nadie se murió por m´ı este tiempo cómo puedo estar vivo?
   –Yo pienso que lo sabes, dijo Dumbledore. –. Recuerda lo que él hizo, piensa en el pasado en su ignorancia, en su codicia y su crueldad.
   Harry pensó. El dejo que su mirada flotara perdida por la habitación. Si de hecho era un palacio en el que ellos estaban sentados, estaba muy desordenado, con sillas puestas en todos lados y pedazos de barandillas por aqu´ı y all´ı, y as´ı y todo, él, Dumbledore y la criatura acurrucada bajo la silla eran all´ı los únicos seres. Entonces la respuesta subió fácilmente a sus labios, sin esfuerzo.
   –Él tomó mi sangre, dijo Harry.
   –Precisamente! dijo Dumbledore. –¡Él tomó tu sangre y reconstruyó su cuerpo viviente con ella! ¡Tu sangre en sus venas, Harry, la protección de Lily hacia ti dentro de los dos!
   La profec´ıa uno vivirá mientras el otro viva!
   –Yo viviré. . . ¿mientras él vive? Pero yo pensé. . . ¡Yo pensé que era al revés! ¿Yo pensé los dos ten´ıamos que morirnos? O es la misma cosa?
   Se estaba distrayendo por el lloriqueo agonizante y los golpecitos que de nuevo se escuchaban de la criatura y entorno su mirada hacia él.
   –Usted está seguro de que nosotros no podemos hacer nada?
   –No hay ayuda posible.
   –Entonces explique. . . más, dijo Harry, y Dumbledore sonrió.
   –Fuiste el séptimo Horcrux, Harry, el Horcrux que él nunca quiso hacer. Él hab´ıa hecho su alma tan inestable que se rompió separadamente cuando él realizó esos actos de maldad indecible, el asesinato de tus padres, el intento de matar a un ni˜no. Pero lo que escapó de esa habitación incluso era menos de lo que él supo. Él dejó atrás más que cuerpo. Él dejó la cerradura de su parte en vos, la supuesta v´ıctima que hab´ıa sobrevivido.
   –¡Y su conocimiento permanec´ıa tristemente incompleto, Harry! Lo que Voldemort no valora, él no se hace problemas para comprender. De casa-duendes y cuentos de ni˜nos, de amor, lealtad, e inocencia, Voldemort sabe y no entiende nada. Nada. Que todos ellos tienen un poder más allá de la realidad, un poder más allá del alcance de cualquier ser mágico, es una verdad que él nunca ha alcanzado.
   –Él tomó tu sangre creyendo que lo fortalecer´ıa. Pero entro en su cuerpo una parte diminuta del encantamiento de tu madre puesta en ti cuando ella murió para salvarte.
   Tu cuerpo guarda su sacrificio vivo, y mientras ese encantamiento sobrevive, as´ı se hizo y as´ı hizo una última esperanza de Voldemort por él.
   Dumbledore sonrió a Harry, y Harry lo miró fijamente.
   –¿Y usted sab´ıa esto? Usted lo sab´ıa desde el principio?
 
   CAPÍTULO 35. KING’S CROSS
   398
   –Lo supuse. Pero mis suposiciones normalmente han sido buenas, dijo Dumbledore alegremente, y se sentaron en silencio por lo que pareció ser un largo tiempo, mientras la criatura detrás de ellos continuaba lloriqueando y temblando.
   –Hay más, dijo Harry. –Hay más que eso. Por qué mi varita rompió la varita que él pidió prestada?
   –Acerca de eso, yo no puedo estar seguro.
   –Tiene una suposición, entonces, dijo Harry, y Dumbledore se rió.
   –Lo que debes entender, Harry, es que vos y Lord Voldemort han viajado juntos hasta aqu´ı en los reinos desconocidos de la magia. Pero a partir de ah´ı es lo que pienso que ha pasado, y es inaudito, y ningún creador de varitas pudo, pienso, alguna vez predecir o habérselo explicado a Voldemort.
   –Eso significa, como ahora sabes, que Voldemort doblo la atadura entre ustedes cuando el volvió a tener forma humana, Una parte de su alma todav´ıa se unió a la tuya, y pensando fortalecerse, él tomó una parte del sacrificio de tu madre en él. Si él pudiera entender sólo el poder preciso y terrible de ese sacrificio, él no habr´ıa, quizás, no se habr´ıa atrevido a tocar tu sangre. . . . Pero entonces, si él hubiera podido entender, él no podr´ıa ser Lord Voldemort, y nunca podr´ıa haber asesinado en absoluto.
   –Habiendo asegurado esta conexión de doble vuelta, después de haber envuelto juntos sus destinos más firmemente de lo que en la vida se unieron dos magos en la historia, Voldemort procedió a atacarte con una varita que compartió un centro con la tuya. Y
   ahora algo muy extra˜no pasó, como nosotros sabemos. Los centros reaccionaron Lord Voldemort nunca supo en cierto modo que su varita era una gemela de la tuya, no lo hab´ıa esperado nunca.
   –Él tuvo más miedo que vos esa noche, Harry. Vos hab´ıas aceptado, incluso abrazado, la posibilidad de muerte, algo que Voldemort nunca ha podido hacer. Tu valor ganó, tu varita predominó sobre la suya. Y logrando algo que, lo que pasó entre esas varitas, hizo eco en la relación entre sus amos.
   –Yo creo que esa noche tu varita embebió algunas cosas del poder y calidades de la varita de Voldemort es decir que contuvo un poco del propio Voldemort. As´ı que tu varita lo reconoció cuando él te siguió, reconociéndolo como a un hombre que era pariente y enemigo mortal, y regurgitó algo de su propia magia contra él, magia mucho más poderosa que la varita de Lucius hab´ıa realizado alguna vez. Tu varita ahora contuvo el poder de su enorme valor y de la propia habilidad mortal de Voldemort: Qué pobre oportunidad quedo de la oposición de Lucius Malfoy?
   –Pero si mi varita era tan poderosa, cómo Hermione pudo derrotarla? Pregunto Harry.
   –Mi estimado muchacho, sus efectos notables sólo se dirigieron a Voldemort que hab´ıa jugado tan malaconsejadamente con las leyes más profundas de magia. Sólo hacia él era esa varita anormalmente poderosa. Por otra parte era una varita como cualquier otra. . .
   aunque una buena, estoy seguro, terminó Dumbledore amablemente.
   Harry se quedo pensando un largo tiempo o quizás un segundo. Era muy dif´ıcil estar seguro de cosas como el tiempo, ah´ı.
   –Él me mató con su varita.
   –Él no te mató con su varita, corrigió Dumbledore a Harry. –Pienso que podemos estar de acuerdo sin embargo con que no estás muerto, agregó, como temiendo haber sido descortés, –yo no minimizo tus sufrimientos que estoy seguro eran fuertes.
 
   CAPÍTULO 35. KING’S CROSS
   399
   –Yo sin embargo me siento vivo en este momento, dijo Harry, mientras miraba hacia abajo a sus manos limpias, puras. –Dónde estamos, exactamente?
   –Bien, yo iba a preguntar, dijo Dumbledore, mientras echaba una mirada alrededor.
   –Dónde dir´ıas que estamos nosotros?
   Hasta que Dumbledore lo hubo preguntado, Harry no lo sab´ıa. Ahora, sin embargo, encontró que ten´ıa una respuesta lista para dar.
   –Parece, dijo despacio, –la estación King?s Cross. Excepto por lo limpio y vac´ıo y que no hay ningún tren hasta donde yo puedo ver.
   –La estación de King?s Cross! Dumbledore estaba riéndose inmoderadamente entre dientes. –Bueno realmente lo crees?
   –Bien, dónde piensa que estamos? preguntó Harry, un poco a la defensiva.
   –Mi estimado muchacho, yo no tengo la menor idea. Esto es, como ellos dicen, tu fiesta.
   Harry no ten´ıa ninguna idea lo que esto significaba; Dumbledore se enfurec´ıa. Se deslumbró con ello, entonces recordó una pregunta mucho más urgente que el de su situación actual.
   –Las Reliquias de la Muerte, dijo, y se alegró de ver que las palabras limpiaron la sonrisa de la cara de Dumbledore.
   –Ah, s´ı, dijo. Incluso parec´ıa un poco preocupado.
   –Bien?
   Por primera vez desde que Harry se hab´ıa encontrado Dumbledore, él se parec´ıa menos a un hombre viejo, mucho menos. Él se parec´ıa a un muchacho peque˜no pescado en una travesura ef´ımeramente.
   –Podrás perdonarme? dijo. –¿Podrás perdonarme por no confiar en ti? ¿Por no decirte?
   Harry, yo sólo tem´ı que fallaras donde yo hab´ıa fallado. Yo sólo cre´ıa que cometer´ıas mis errores. Pido tu perdón, Harry. Yo siempre supe que tú eras un buen muchacho
   –Sobre qué está hablando? Pregunto Harry, sobresaltado por el tono de Dumbledore, y por las súbitas lágrimas en sus ojos.
   –Las Reliquias de la Muerte, murmuró Dumbledore. –El sue˜no de un hombre desesperado!
   –Pero ellas son reales!
   –Reales, y peligrosas, y un se˜nuelo para los necios, dijo Dumbledore. –Y yo era ese necio. ¿Pero tu sabes, no lo harás? no tengo ningún secreto ya para ti. Tu sabes.
   –Qué sé, yo?
   Dumbledore volvió su cuerpo entero para enfrentar a Harry, y las lágrimas todav´ıa chispearon en los ojos brillantemente azules.
   –¡Amo de muerte, Harry, amo de Muerte! Yo era finalmente mejor que Voldemort?
   –Claro que lo era, dijo Harry. –¿Claro, cómo puede preguntar eso? Usted nunca mató si pudo evitarlo!
   –Verdad a medias, dijo Dumbledore, y estaba como un ni˜no que busca la verdad. –En un tiempo busqué una manera de conquistar la muerte también, Harry.
   –No de la forma que él lo hizo, dijo Harry. Después de todo su enojo hacia Dumbledore, CAPÍTULO 35. KING’S CROSS
   400
   resultaba incomodo sentarse ah´ı, bajo el alto techo abovedado, defendiendo a Dumbledore de él mismo. –Reliquias, no Horcruxes.
   –Reliquias, murmuró Dumbledore, –no Horcruxes. Precisamente.
   Hizo una pausa. La criatura detrás de ellos lloriqueó, pero Harry ya no echó una mirada alrededor.
   –Grindelwald estaba buscándolas también? preguntó.
   Dumbledore cerró sus ojos por un momento y cabeceó.
   –Era la marca, sobre todo, eso nos junto, dijo calladamente. –Dos muchachos diestros, arrogantes con una obsesión compartida. Él quiso venir al Valle de Godric, como yo como seguro lo has supuesto, debido a la tumba de Ignotus Peverell. Él quiso explorar el lugar donde el tercer hermano se hab´ıa muerto.
   –Entonces es verdad? Pregunto Harry. –¿Todo? Los hermanos de Peverell
   –eran los tres hermanos del cuento, dijo Dumbledore, mientras asent´ıa. –Oh s´ı, yo creo que s´ı. Si ellos encontraron la Muerte en un solo camino. . . Yo lo pienso más probablemente que él.
   Los hermanos de Peverell eran magos absolutamente dotados, peligrosos que tuvieron éxito creando esos objetos poderosos. La historia de ellos y las propias Reliquias de la Muerte me parece a m´ı la clase de leyenda que podr´ıa haber saltado a alrededor de tales creaciones.
   –La Capa, como sabes ahora, viajó a través de las generaciones, de padre a hijo, de madre a hija, de Ignotus hacia abajo al descendiente vivo que nació en el último lugar de donde Ignotus era, en el pueblo del Valle de Godric.
   Dumbledore sonrió a Harry.
   –Yo?
   –Tu. Sabes, yo sé, por qué la Capa estaba en mi poder la noche que tus padres murieron. James la ten´ıa y me la mostró a m´ı sólo unos d´ıas antes. ¡Dio muchas explicaciones de porque no hab´ıa sido detectada en la escuela! Yo apenas podr´ıa creer lo que estaba viendo. Se la ped´ı prestada, para examinara. Hac´ıa mucho tiempo desde que hab´ıa dejado mi sue˜no de unir las Reliquias, pero no podr´ıa resistirme, no podr´ıa dejar de echar una mirada más profunda. . . . Era una Capa como la que nunca hab´ıa visto, inmensamente vieja, perfeccionada en cada detalle. . . y entonces tu padre se murió, y yo ten´ıa dos Reliquias por fin, todas para m´ı!
   Su tono estaba intolerablemente amargo.
   –Sin embargo La Capa no les hab´ıa ayudado a sobrevivir, dijo Harry rápidamente.
   –Voldemort supo donde estaba mi mamá y papá. La Capa no pod´ıa hacerles un escudo a las maldiciones.
   –Verdad, dijo suspirando Dumbledore. –Verdad.
   Harry esperó, pero Dumbledore no habló, por lo que lo incitó.
   –Pero hab´ıa dejado de buscar las Reliquias cuándo vio la Capa?
   –Oh s´ı, dijo Dumbledore débilmente. Parec´ıa que se obligaba a encontrar la mirada de de Harry. –Sabes lo que pasó. Lo sabes. Si puedes despreciarme más, despréciame
   –Pero yo no lo desprecio
 
   CAPÍTULO 35. KING’S CROSS
   401
   –Entonces lo deber´ıas hacer, dijo Dumbledore. Él hizo una profunda respiración. –
   Sabes el secreto de la enfermedad de mi hermana, lo que esos Muggles hicieron, lo que ella se volvió. Sabes cómo mi pobre padre buscó venganza, y pagó el precio, se murió En Azkaban. sabes cómo mi madre dejó su propia vida para cuidar a Ariana.
   –Yo lo sab´ıa, Harry.
   Dumbledore lo declaró, fr´ıamente, escuetamente. Él estaba ahora examinando la punta de la cabeza de Harry, en la distancia,.
   –Yo era dotado, era inteligente. Yo quise escapar. Quise brillar. Quise la gloria.
   –No me entiendas mal, dijo, y el dolor cruzó la cara haciendo que pareciera viejo de nuevo. –Yo los amé, yo amé a mis padres, amé a mi hermano y mi hermana, pero era ego´ısta, Harry, más ego´ısta que vos, que eres una persona posiblemente podr´ıa imaginar notablemente generosa,.
   –Por lo que, cuando mi madre se murió, y quedó en mi la responsabilidad de una hermana da˜nada y un hermano voluntarioso, yo volv´ı a mi pueblo enojado y amargado.
   ¡Atrapado y pobre, pensé! Y entonces claro, él vino. . . .
   Dumbledore parec´ıa mirar directamente de nuevo los ojos de Harry.
   –Grindelwald. No puedes imaginar cómo sus ideas me tomaron, Harry, me inflamó en la subordinación Muggle. Nosotros los magos triunfantes. Grindelwald y yo, los l´ıderes jóvenes gloriosos de la revolución.
   –Oh, yo ten´ıa algún escrúpulo. Yo suavicé mi conciencia con palabras vac´ıas. Har´ıa para todos el mayor bien, y se reembolsar´ıa cualquier da˜no hecho a cientos de quebrantos en beneficios de los magos. ¿Yo supe, en el fondo de mi corazón, lo que Gellert Grindelwald era? Pienso que si, pero cerré mis ojos. Si los planes que nosotros estábamos haciendo vinieran a complacernos, todos mis sue˜nos se har´ıan realidad.
   –¡Y el corazón de nuestros planes, Las Reliquias Mortales! ¡Cómo estaba fascinado él, cómo nos fascinamos los dos! ¡La varita mayor, el arma que nos llevar´ıa al impulso! ¡La Piedra Filosofal, aunque yo pretend´ı no conocerla, significaba un ejército de Inferi! Para m´ı, confieso, significó el retorno de mis padres, y el levantamiento de toda la responsabilidad de mis hombros.
   -Y la Capa? de alguna manera, nunca hablamos mucho de la Capa, Harry. Ambos pod´ıamos ocultarnos bastante bien sin la Capa, la verdadera magia la cual, puede ser usada para proteger y defender a otros tanto como a su due˜no. Pensé eso, si alguna vez la encontramos, podr´ıa ser útil para ocultar a Ariana, pero nuestro interés en la Capa era principalmente que completaba el tr´ıo, pues la leyenda dec´ıa que el hombre que haya unido los tres objetos ser´ıa el verdadero amo de la muerte, lo que para nosotros significa
   ?invencible.?
   ?!Invencibles amos de la muerte, Grindelwald y Dumbledore! Dos meses de locura, de pesadillas, y el abandono de los únicos dos miembros de mi familia.
   ?Y entonces? sabes lo que ocurrió. La realidad regresó a mi en la forma de mi tosco, analfabeto, e infinitamente mas admirable Herman. No quer´ıa escuchar las verdades que me gritaba. No quer´ıa escuchar que no pod´ıa buscar y exponer a Las Reliquias en compa˜n´ıa de mi frágil e inestable hermana.
   -La discusión se convirtió en una pelea. Grindelwald perdió el control. El cual siempre hab´ıa visto el él, aun que pretend´ıa que no, ahora se convert´ıa en un terrible ser. Y Ariana?
   después de tantos cuidados y precauciones de mi madre?.yac´ıa muerta en el piso.
 
   CAPÍTULO 35. KING’S CROSS
   402
   Dumbledore respiró con un poco de dificultad y verdaderamente comenzó a llorar.
   Harry se le acercó y se alegró de descubrir que lo pod´ıa tocar: apretó fuertemente su brazo y Dumbledore recuperó poco a poco el control.
   -Bien, Grindelwald huyó, como nadie excepto yo pudo haber predicho. Desapareció, con sus planes de alcanzar poder, y sus ideas de tortura Muggle, con sus sue˜nos de las Reliquias de la Muerte, sue˜nos en los cuales yo lo hab´ıa apoyado y ayudado. Huyó, mientras yo me quedaba a enterrar a mi hermana, y aprend´ıa a vivir con mi culpa y terrible dolor, el precio de mi deshonra.
   -Los a˜nos pasaron. Hubo rumores sobre él. Dec´ıan que hab´ıa conseguido una varita de inmenso poder. A m´ı, mientras tanto, me ofrecieron el puesto de Ministro de Magia, no solo una, si no varias veces. Naturalmente, lo rechacé. Aprend´ı que no se me deb´ıa de confiar poder.
   -Pero, ¡usted habr´ıa sido mejor, mucho mejor, que Fudge o Scrimgeour!- dijo de repente Harry.
   -¿Lo habr´ıa sido?- preguntó pesadamente Dumbledore. ?No estoy seguro. Probé, cuando era un joven, que el poder era mi debilidad y tentación. Era algo curioso, Harry, pero talvez aquellos quienes son los más apropiados para tener el poder, son aquellos que nunca lo buscaron. Aquellos quienes, como tú, tienen el liderazgo, y toman las riendas por que deben hacerlo, y descubren, para su propio asombro, que lo hacen bien.
   -Estaba mas seguro en Hogwarts. Creo que era un buen maestro?
   -Era el mejor?
   -?eres muy amable Harry. Pero mientras yo me ocupaba del entrenamiento de los jóvenes magos, Grindelwald estaba formando un ejército. Dec´ıan que me tem´ıa, y tal vez lo hac´ıa, creo que menos, de lo que yo le tem´ıa.
   -Oh, no a la muerte,-dijo Dumbledore en respuesta de la mirada interrogante de Harry.
   ?No de lo que me pod´ıa hacer mágicamente. Sab´ıa que éramos iguales en el combate, tal vez que yo era más hábil. Era la verdad a lo que tem´ıa. Verás, nunca supe cual de nosotros, en esa última y terrible pelea, hab´ıa arrojado la maldición que mató a mi hermana. Pensar´ıas que soy un cobarde; tendr´ıas razón Harry. Le tem´ıa más que a nada al saber que yo hab´ıa sido quien la hab´ıa matado, no solo por mi arrogancia y estupidez, sino por que yo fui quien dio el golpe que terminó con su vida.
   -Creo que él lo sab´ıa, creo que él sab´ıa lo que me asustaba. Retracé el encuentro con él hasta que finalmente, ser´ıa demasiado vergonzoso prolongarlo más. Mucha gente estaba muriendo y el parec´ıa imparable, yo ten´ıa que hacer lo que estaba en mis manos.
   -Bien, sabes lo que pasó después. Yo gané el duelo. Gané la varita.
   Hubo otra gran pausa. Harry no quiso preguntar si alguna vez Dumbledore descubrió quien de los dos provoco la muerte de Ariana. No quer´ıa saber, y mucho menos quer´ıa que Oesed, y porque hab´ıa sido tan comprensivo en la fascinación que ejerc´ıa sobre Harry.
   Se sentaron en silencio por un largo rato, y los lloriqueos de la creatura que estaba detrás de ellos apenas si molestaban a Harry.
   Al fin dijo, -Grindelwald intentó detener a Voldemort de ir tras la varita. Él le mintió, sabe, pretendió que nunca la tuvo.
   Dumbledore asintió, viendo hacia su regazo, unas lágrimas aún brillaban en su nariz encorvada.
 
   CAPÍTULO 35. KING’S CROSS
   403
   -Dicen que a˜nos después perec´ıa arrepentido, solo en su celda en Nurmengard. Espero que sea cierto. Me gustar´ıa pensar que sintió el horror y la culpa de lo que hab´ıa hecho.
   Tal vez que le mintiera a Voldemort fue su intento de enmendar las cosas, de impedir que Voldemort tomara la Reliqu´ıa.
   -?.o de que entrara en su tumba?- sugirió Harry, Dumbledore se llevó un pa˜nuelo a sus ojos.
   Después de otra corta pausa Harry dijo- Usted intentó usar la Piedra de la Resurrección.
   Dumbledore asintió.
   -Cuando la descubr´ı, después de todos aquellos a˜nos, enterrada en la casa abandonada de los Gaunts? la Reliqu´ıa que deseaba más que nada, aun que en mi juventud lo hubiera deseado por razones muy diferentes? perd´ı la cabeza, Harry. Casi olvido que yo no era un Horcrux, que el anillo seguramente ten´ıa una maldición. Lo levanté, me lo puse, y por un segundo imaginé que estaba apunto de ver a Ariana, y a mi madre, y a mi padre, y de decirles cuanto lo sent´ıa?.
   -Fui un tonto Harry. Después de todos esos a˜nos no hab´ıa aprendido nada. No era digno de unir las Reliquias de la Muerte lo hab´ıa comprobado antes, y esta era la prueba final.
   -¿Por qué?- dijo Harry. ?¡Era normal! Usted quer´ıa verlos de nuevo. ¿Qué hay de malo en eso?
   -Tal vez solo un hombre en un millón podr´ıa unir las Reliquias, Harry. Yo solo era digno de poseer la más mala de ellas, la menos extraordinaria. Yo era digno de la Varita mayor, y no presumir de ella, no matar con ella. Me era permitido usarla, porque la tomé, no por que la ganara, sino para alejarla de otros.
   -Pero la Capa, yo la tomé por mera curiosidad, as´ı que nunca pudo haber funcionado para m´ı como para ustedes, sus verdaderos due˜nos. La piedra que yo habr´ıa usado molestar a los que están en paz, en vez de para permitir mi propio sacrificio, como vos lo hiciste.
   Eres el digno posesor de las Reliquias.
   Dumbledore le dio a Harry una palmada el la cabeza, Harry vio al anciano y sonrió; no pod´ıa ayudarse a s´ı mismo. ¿Entonces cómo pod´ıa seguir enojado con Dumbledore?
   -¿Por qué lo hace tan dif´ıcil?
   La sonrisa de Dumbledore era gigante.
   -Me temo que contaba con la se˜norita Granger para que te hiciera ir mas lento. Me tem´ıa que tu mente tormentosa dominara tu buen corazón. Ten´ıa miedo de que, si se te presentaban abiertamente esos objetos tan tentadores, te aprovechar´ıas de las Reliquias como lo hize yo, en el momento equivocado, por los motivos equivocados. Si tu pon´ıas las manos sobre ellos, quer´ıa que los tuvieras de manera segura. Tú eres el verdadero amo de la muerte, por que el verdadero amo no busca escapar de la Muerte. Él acepta que va a morir, y entiende que hay cosas mucho peores en la vida que en la muerte.
   -¿Y Voldemort nunca supo de las Reliquias?
   -No lo creo, porque no reconoció la Piedra Filosofal que convirtió en un Horcrux.
   Pero aún si hubiera sabido de ellas, Harry. Dudo que hubiera estado interesado en alguna excepto en la primera. No pensar´ıa que necesita la Capa, y sobre la Piedra, ¿a quien querr´ıa regresar de la muerte? Él teme a la muerte. Él no ama.
 
   CAPÍTULO 35. KING’S CROSS
   404
   -¿Pero usted esperaba que fuera tras la varita?
   -He estado seguro de que lo intentar´ıa, desde que tu varita derrotó a Voldemort en el cementerio de Little Hangleton. Al principio, tem´ıa que le hubieras ganado por que ten´ıas habilidades superiores. Sin embargo, una vez que secuestró a Ollivander, descubrió la existencia de las esencias idénticas. Pensó que eso explicaba todo. Pero aún as´ı, ¡la varita que tomó prestada no le ganó a la tuya! As´ı que Voldemort en lugar de preguntarse a s´ı mismo que ten´ıas tú que hab´ıa hecho tan fuerte a tu varita, que virtud pose´ıas tu que el no tuviera, naturalmente se propuso encontrar la varita que, dec´ıan, pod´ıa vencer a cualquier otra. Para el, la Varita Mayor, se convirtió en una obsesión que compet´ıa con su obsesión por ti. Piensa que la Varita Mayor le quita su última debilidad y lo hace verdaderamente invencible. Pobre Severus?.
   -Si usted planeó su muerte con Snape, quer´ıa que terminara con la Varita Mayor,
   ¿verdad?
   -Admito que esa fue mi intención,- dijo Dumbledore,- pero no salió como lo planee,
   ¿verdad?
   -No,- dijo Harry.-Esa parte no funcionó.
   La criatura detrás de ellos se sacudió y lloriqueó, y Harry y Dumbledore permanecieron sentados sin hablar por el periodo mas largo hasta ahora. El darse cuenta de lo que pasar´ıa a continuación se posó poco a poco sobre Harry en los largos minutos, como nieve cayendo suavemente.
   -Tengo que regresar, ¿verdad?
   -Depende de ti.
   -¿Tengo elección?
   -Oh si,- Dumbledore le sonrió. -¿Dices que estamos en King?s Cross,? Creo que si decides regresar, tu podr´ıas? digamos? irte en tren.
   -¿Y a donde me llevar´ıa?
   -Con él.- dijo simplemente Dumbledore
   De nuevo hubo silencio.
   -Voldemort consigió la Varita Mayor
   -Cierto, Voldemort tiene la Varita Mayor
   -Pero, ¿usted desea que regrese?
   -Creo,- dijo Dumbledore,- que si decides regresar, hay oportunidad de que el sea destruido para bien. No lo puedo asegurar. Pero yo se, Harry, que tu tienes menos miedo de regresar aqu´ı del que el tiene.
   Harry hecho otro vistazo a la cosa áspera que temblaba y se asfixiaba en las sombras debajo de una silla lejana.
   -No te compadezcas de la muerte, Harry. Compadécete de la vida, sobre todo, de los que viven sin amor. Al regresar, debes asegurarte, que menos almas están mutiladas, menos familias han sido separadas. Si eso es para ti una meta digna, entonces despidámonos del presente.
   Harry asistió y suspiró. Salir de este lugar no ser´ıa tan duro como lo hab´ıa sido caminar en hacia el bosque, pero aqu´ı estaba cálido, tranquilo y con luz, y sab´ıa que se dirig´ıa de nuevo al dolor y al miedo de mas pérdidas. Se paró, y Dumbledore hizo lo mismo, y por CAPÍTULO 35. KING’S CROSS
   405
   un largo rato se miraron al a cara el uno al otro.
   -D´ıgame una última cosa,- dijo Harry.-¿Esto es real? ¿O ha estado ocurriendo dentro de mi cabeza?
   Dumbledore le sonrió, y su voz sonó clara y fuerte en los o´ıdos de Harry aun que el brillo empezaba a desaparecer de nuevo, obscureciendo su figura.
   -Claro que esta ocurriendo dentro de tu cabeza Harry, pero, ¿Qué te hace pensar que no es real?
 
   Cap´ıtulo 36
   El Defecto del Plan
   El error en el plan
   Estaba tirado con la cara pegada piso. El olor del bosque llenaba su nariz. Pod´ıa sentir el fr´ıo del suelo debajo de su mejilla, el marco de sus lentes hab´ıan ca´ıdo a un lado. Cada cent´ımetro de su cuerpo le dol´ıa y el lugar donde la maldición asesina le hab´ıa pegado, dol´ıa como si hubiera sido golpeado con acero. No se movió, permaneciendo en le mismo lugar donde hab´ıa ca´ıdo; con el brazo izquierdo doblado en un ángulo extra˜no y la boca semi-abierta.
   Hab´ıa esperado o´ır porras y vivas de triunfo, júbilo por su muerte, pero en lugar de eso se o´ıan pasos apresurados, susurros y murmullos que llenaban el aire.
   - Mi se˜nor?.mi se˜nor ?
   Era la voz de Bellatrix, como si le hablara a un amante. Harry no se atrevió a abrir los ojos, en cambio dejo que sus demás sentidos exploraran su situación. Sab´ıa que la varita segu´ıa guardada entre su ropa porque pod´ıa sentirla entre el pecho y el suelo, un peque˜no bulto en su estómago le dec´ıa que la capa invisible también estaba ah´ı, fuera de la vista de los demás.
   - Mi se˜nor ? - Eso es todo ? Dijo la voz de Voldemort Más pasos, varias personas estaban alejándose del lugar; desesperado por ver que era lo que pasaba y porque Harry abrió un poco los ojos.
   Voldemort se estaba poniendo de pie, varios mort´ıfagos se alejaban de el rápidamente, regresando a la multitud. Solamente Bellatrix permanec´ıa arrodillada junto a el.
   Harry cerró de nuevo los ojos y consideró lo que hab´ıa visto. Los mort´ıfagos se hab´ıan agrupado alrededor de Voldemort, quien al parecer hab´ıa ca´ıdo al suelo. Algo pasó en el momento que atacó a Harry con la maldición asesina, ¿hab´ıa colapsado Voldemort también? As´ı parec´ıa, los dos hab´ıan ca´ıdo inconcientes por un breve tiempo y los dos hab´ıan regresado?
   - Mi se˜nor, perm´ıtame ? - No necesito ayuda ?- Dijo Voldemort fr´ıamente; a pesar de que no lo pod´ıa ver Harry se imaginó a Bellatrix retirando la mano; - El muchacho, ¿Esta muerto?
   Hubo un completo silencio en el claro. Nadie se acercó a Harry pero sintió las miradas sobre el, que parec´ıan oprimirlo con mas fuerte contra el suelo, estaba aterrorizado de que un dedo o un parpado se fueran a mover y lo delataran.
   - ?Tu?- dijo Voldemort, y hubo un estallido de pánico, - Exam´ınalo; dime si esta muerto 406
 
   CAPÍTULO 36. EL DEFECTO DEL PLAN
   407
   o no ?
   Harry no supo quien hab´ıa sido enviado a verificar su muerte, solamente pod´ıa permanecer tendido en el suelo, con el corazón golpeando violentamente y esperar a ser examinado, pero al mismo tiempo un peque˜no consuelo lo invad´ıa y era que Voldemort estaba preocupado de acercase a el, que Voldemort sospechaba que algo hab´ıa salido mal.
   Unas manos, mas suaves de lo que hab´ıa esperado, tocaron a Harry en la cara y sintieron su corazón, pod´ıa o´ır la respiración agitada de una mujer.
   - ?¿Draco esta vivo? ¿Esta en el castillo? ?
   El susurro fue apenas audible, los labios de la mujer estaban a cent´ımetros de su o´ıdo, la cabeza inclinada tan abajo que su largo cabello tapó la cara de Harry.
   - ?Si? ? murmuró Harry.
   Sintió que la mano sobre su pecho se contar´ıa, las u˜nas se encajaron en su piel. Entonces la mujer la retiró y se levantó.
   - ?Esta muerto!!? , dijo Narcisa Malfoy a la multitud En ese momento gritaron de triunfo y golpearon con los pies el suelo, a través de los parpados Harry vio fuegos rojos y plateados ser lanzados al aire en se˜nal de celebración.
   Aun en el suelo y fingiéndose muerto Harry entendió que Narcisa sab´ıa que la única forma de entrar a Hogwarts y encontrar a su hijo era como parte del ejército de Voldemort, pero no le interesaba más si este ganaba o no.
   - ?Vieron? - dijo Voldemort a la multitud ? Harry Potter fue muerto por mi mano, y ningún hombre con vida puede amenazarme ahora, ¡Miren! ? ¡Crucio! ?
   Harry hab´ıa estado esperando esto, sab´ıa que su cuerpo no iba a ser dejado en paz, deb´ıa se objeto de humillaciones para probar la victoria de Voldemort. Fue levantado en el aire, requiriendo de toda su determinación para permanecer como muerto. Sin embargo el pánico que estaba esperando no llego, fue lanzado una, dos, tres veces en el aire, sus lentes cayeron y sintió que la varita se sal´ıa un poco de su capa, sin embargo siguió permaneciendo suelto y sin vida. Cuando no sintió la tierra por última vez, oye el eco de victorias y risas.
   - ?Ahora? , dijo Voldemort, - ?Iremos al castillo, a ense˜narles que ha sido de su héroe,
   ¿Quien llevara el cuerpo? , No ? Espera ?
   Hubo una nueva oleada de risas, y después de unos momentos Harry sintió el piso temblar debajo de el.
   - ? Tu cárgalo ? ordenó Voldemort, - Será visible desde tus brazos, ¿o no?, Levanta a tu amiguito Hagrid y colócale los lentes, - debe ser reconocible ?
   Alguien le colocó los lentes en su lugar con demasiada fuerza, sin embargo las enormes manos que lo levantaron fueron extremadamente gentiles. Harry pod´ıa sentir como los brazos de Hagrid temblaban, grandes lágrimas ca´ıan sobre el al tiempo que Hagrid lo cargaba en sus brazos, pero Harry no se atrevió a moverse ni a decir alguna palabra para indicarle a Hagrid que todo estaba bien, que aun no todo estaba perdido.
   - ?Muévete? ? ordenó Voldemort,
   Hagrid comenzó su marcha entre los árboles que se cerraban al paso, regresando por el bosque, las ramas le pegaban a Harry en el cabello, la capa, pero siguió permaneciendo quieto, su boca ligeramente abierta, los ojos cerrados y en la oscuridad mientras los mort´ıfagos pasaban junto a ellos, mientras Hagrid gem´ıa, nadie vio si hab´ıa algún pulso en el cuello de Harry que estaba al descubierto.
 
   CAPÍTULO 36. EL DEFECTO DEL PLAN
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   Dos gigantes marchaban detrás de los mort´ıfagos, Harry solo pod´ıa o´ır los árboles siendo arrancados y cayendo al tiempo que los gigantes pasaban, hac´ıan tanto ruido que los pájaros volaron hacia el cielo y hasta los gritos de júbilo de los mort´ıfagos fueron opacados, Mientras la marcha victoriosa prosegu´ıa hacia terrenos abiertos; después de un tiempo Harry pudo decir, por las luces que percib´ıa con los ojos cerrados que los árboles empezaban a quedar atrás
   - ¡BANE! ?
   El grito inesperado de Hagrid casi obliga a Harry abrir los ojos, - Estas contento ahora eh, de que no pelearon, manada de cobardes ? ¿Estas contento ahora ¡eh! de que Harry Potter este muerto?
   Hagrid no pudo continuar, rompiendo en lágrima de nuevo, Harry se preguntó cuantos centauros habr´ıa viendo la procesión pasar, no se atrevió a abrir los ojos para ver. Algunos de los mort´ıfagos gritaron insultos a los centauros a medida que los iban dejando atrás, un poco después Harry sintió, por lo fresco del aire que hab´ıan llegado al l´ımite del bosque.
   - ?Alto? ?
   Harry pensó que Hagrid hab´ıa sido obligado a obedecer el mandato de Voldemort, ya que dudo un momento, mientras un escalofr´ıo se iba extendiendo en donde estaban, Harry oyó la respiración de los dementores que patrullaban en los árboles. No lo afectar´ıan ahora, el hecho de su propia supervivencia era un talismán hacia ellos, como si su padre cuidara de su corazón.
   Algunos pasaron cerca de Harry, supo que uno era el mismo Voldemort porque hablo un momento después, su voz aumentada mágicamente se deslizo por el suelo hasta llegar a los o´ıdos de Harry.
   - Harry Potter esta muerto, Murió mientras trataba de huir y salvarse, mientras ustedes daban la vida por el. ¡Les traemos su cuerpo como prueba de que el héroe se ha ido! ? La batalla ha sido ganada, han perdido a la mitad de sus tropas, mis mort´ıfagos los superan en número, y el ni˜no que sobrevivió esta acabado, no debe haber mas guerras, cualquiera que se resista, hombre, mujer o ni˜no, será masacrado, al igual que todos los miembros de su familia; salgan del castillo, arrod´ıllense ante mi y serán perdonados. Sus padres e hijos, sus hermanos y hermanas vivirán y serán perdonados, y se unirán a m´ı ¡en el nuevo orden que construiremos juntos! ?
   Hubo un silencio desde los terrenos y hasta el castillo, Voldemort estaba tan cerca de Harry que este no se atrev´ıa a abrir los ojos.
   - Salgan - dijo Voldemort, Harry lo oyó moverse hacia delante, mientras Hagrid era obligado a seguirlo.
   Harry abrió sus ojos una fracción de segundos y vio a Voldemort erguido frente a ellos usando a Nagini, la serpiente, alrededor de sus hombros, libre de la jaula mágica. Pero Harry no ten´ıa ninguna posibilidad de sacar su varita de entre sus ropas sin ser visto por los mort´ıfagos que marchaban a su lado
   - Harry,- gimió Hagrid, - Oh Harry?.Harry ?
   Harry cerró los ojos fuertemente, sab´ıa que se aproximaban al castillo y aguzó los o´ıdos para distinguir sobre las gélidas voces de los mort´ıfagos y sus pisadas, signos de vida de los testigos.
   - ?Alto? ?
   Los mort´ıfagos se detuvieron, Harry oyó como se separaban formando una l´ınea viendo CAPÍTULO 36. EL DEFECTO DEL PLAN
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   hacia las puertas abiertas de la escuela, pod´ıa ver, a pesar de tener los ojos cerrados, la media luz que emanaba desde la entrada del castillo, esperó, en cualquier momento las personas por las que el hab´ıa tratado de morir lo ver´ıan, tendido aparentemente muerto en los brazos de Hagrid.
   - ?!NO¡? ?
   El grito fue mas terrible ya que jamás habr´ıa esperado o so˜nado que la profesora McGonagall pudiera hacer ese sonido, oyó a una mujer riéndose a corta distancia, supo que era Bellatrix regocijándose con la desesperación de McGonagall, abrió los ojos de nuevo y vio por un segundo la puerta abierta del corredor llena de gente, a medida que los sobrevivientes de la batalla sal´ıan a enfrentar a sus conquistadores y ver la verdad de la muerte de Harry ellos mismos. Vio a Voldemort parado un poco mas delante de el, deteniendo la cabeza de Nagini con un solo dedo blanco, volvió a cerrar los ojos.
   - ?!No¡? - ?!No¡? - ?Harry?, ¡HARRY¡?
   Las voces de Ron, Hermione y Ginny fueron peores que la de McGonagall, Harry no deseaba nada mas que poder responderles, sin embargo permaneció en silencio, mientras que sus llantos actuaron como detonador, la multitud de sobrevivientes comenzó a gritarles a los mort´ıfagos hasta..
   - ?¡SILENCIO!? chillo Voldemort, hubo una explosión y destellos de una luz blanca enceguecedora, el silencio cayo sobre todos ? ¡Todo acabó!, bájalo Hagrid, colócalo a mis pies, que es donde pertenece ?
   Harry sintió que era depositado en el suelo.
   - Ven ? dijo Voldemort - y Harry se sintió tirado hacia atrás y hacia delante, justo en el lugar donde se encontraba, - ¡Harry Potter esta muerto! ¡Entienden ahora, tontos!
   Nunca fue nada, mas que un ni˜no que se aprovecho de otros para que murieran por el.
   - El te venció - grito Ron, rompiendo el hechizo, haciendo que los defensores de Hogwarts empezaran a gritar de nuevo hasta que una nueva explosión extinguió sus voces...
   - Fue muerto mientras trataba de huir de los terrenos del castillo ? dijo Voldemort, y hubo cierto tono en su voz al decir esta mentira, ?muerto mientras trataba de salvarse a si mismo...?.
   Voldemort se detuvo, Harry oyó un altercado y un grito, entonces otra explosión, una ráfaga de luz y un gru˜nido de pánico, abrió los ojos lo m´ınimo. Alguien se hab´ıa liberado de la multitud y hab´ıa atacado a Voldemort, Harry vio una figura golpear el suelo, desarmada, Voldemort arrojando la varita de su agresor a un lado, riendo.
   - ?¿Y quien es este? ? dijo con un ligero siseo de serpiente, - ¿Quien se ha ofrecido como voluntario para demostrar lo que sucede a aquellos que continúan peleando cuando ya todo esta perdido?
   Bellatrix dio una carcajada de placer
   - ?Es Neville Longbottom, mi Se˜nor? ¡El chico que le ha dado a los Carrows tantos problemas! ? El hijo de los Aurores, ¿recuerda?
   - ?Ah si, lo recuerdo?, dijo Voldemort, mirando abajo hacia Neville, quien luchaba por ponerse de pie de nuevo, desarmado y desprotegido, parado en la tierra de nadie, entre los sobrevivientes y los mort´ıfagos ? Pero eres un sangre limpia, ¿no es as´ı, mi valiente chico?, le preguntó Voldemort a Neville quien segu´ıa enfrentándolo, con las manos vac´ıas apretadas
 
   CAPÍTULO 36. EL DEFECTO DEL PLAN
   410
   - ?¿Y que si lo soy?? dijo Neville fuerte.
   - ?Demuestras esp´ıritu y coraje, vienes de una familia noble, ser´ıas un mort´ıfago invaluable, necesitamos gente como tu, Neville Longbottom ?-
   - ?Me uniré a ti, ¡cuando el infierno se congele!? dijo Neville, - ?¡Ejército de Dumbledore!? ? gritó y hubo como respuesta una porra desde la multitud, la cual el hechizo silenciador de Voldemort no pudo detener.
   - ?Esta bien? ? dijo Voldemort, y Harry escuchó más da˜no en lo suave de su voz que en la maldición más potente ? Si esa es tu decisión Longbottom, seguiremos el plan original,
   ?que en tu cabeza?, dijo lentamente, ?este?.
   Aun mirando por entre los párpados Harry vio a Voldemort agitar su varita, segundos después, de una de las ventanas del castillo, algo que parec´ıa un pájaro sin forma, voló a través de la neblina aterrizando en la mano de Voldemort. Reconoció el objeto por la forma puntiaguda y vieja: era el sombrero seleccionador.
   - ?No habrá mas ceremonias de Selección en Hogwarts? ? dijo Voldemort, ?No habrá mas casas?, El emblema, escudo y colores de mi noble antecesor, Salazar Slytherin, serán para todos. ? ¿No lo crees Neville Longbottom?-
   Apunto su varita hacia Neville, quien quedo r´ıgido y sin poder moverse, entonces forzó al sombrero a ir a la cabeza de Neville, haciendo que este resbalara hasta debajo de sus ojos, hubo movimientos en la multitud que ve´ıa desde el castillo, y como si fueran uno solo los mort´ıfagos alzaron sus varitas, deteniendo a los defensores de Hogwarts.
   - ?Neville va a demostrara ahora que sucede cuando alguien lo suficientemente tonto continua oponiéndose a mi?- dijo Voldemort, y con un movimiento de su varita, causo que el sombrero seleccionador ardiera en llamas.
   Los gritos desgarraron el atardecer, Neville era una llama, incapaz de moverse; Harry no pod´ıa soportarlo, ten´ıa que hacer algo.
   Entonces muchas cosas pasaron al mismo tiempo.
   Se oyó un rugido a lo lejos de la escuela, como si miles de personas llegaran desde miles de lugares fuera de la vista de las paredes y se dirigieran al castillo, dejando escapar largos gritos de guerra, el mismo tiempo Grawp apareció por detrás del castillo y gritó ??¡HAG-GER!?, Su llanto fue contestado por los rugidos de los gigantes de Voldemort quienes corrieron hacia Grawp como en estampida, ocasionando un terremoto, entonces se oyeron cascos y los arcos, miles de flechas fueron disparadas de improviso hacia los mort´ıfagos, quienes corrieron gritando de sorpresa. Harry jalo la capa invisible de adentro de su ropa, y se cubrió con ella hasta los pies mientras Neville se mov´ıa también.
   Con un solo movimiento, Neville se deshizo del hechizo petrificante, el sombrero envuelto en llamas se callo, mientras que Neville sacaba de adentro algo plateado con un mango brillante de rub´ıes.
   El ruido de la espada no puedo ser o´ıdo sobre el rugido de la multitud que se acercaba o sobre los sonidos de los gigantes o de la estampida de los centauros y sin embargo pareció que todos lo vieron. Con un solo golpe Neville cortó la gran cabeza de la serpiente, la cual voló en el aire, mientras que Voldemort permanec´ıa con la boca abierta en un grito de furia que nadie pudo o´ır; el cuerpo de la serpiente golpeo el suelo a sus pies, inerte.
   Escondido en la capa invisible, Harry lanzó hechizo un protector entre Neville y Voldemort antes de que este pudiera levantar su varita, entonces entre los gritos y rugidos de los gigantes, el grito de Hagrid se oyó más fuerte que todos.
 
   CAPÍTULO 36. EL DEFECTO DEL PLAN
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   -?¡HARRY!? ? Grito Hagrid, ?¡HARRY! ¡DONDE ESTA HARRY!? ?
   El caos reinaba. Los centauros estaban ahuyentando a los mort´ıfagos, todos sent´ıan la estampida de los gigantes, y cada vez mas cerca cientos de refuerzos salidos de quien sabe donde: Harry vio grandes criaturas aladas, golpeando contra las cabezas de los gigantes de Voldemort: los Thestrals y a Buckbeak el hipogrifo ara˜nando sus ojos, mientras Grawp les pegaba, los magos defensores de Hogwarts y los mort´ıfagos eran empujados hacia dentro del castillo. Harry lanzaba hechizos y maldiciones a cualquier mort´ıfago que ve´ıa, confundiéndolos, pues no sab´ıan ni que ni quien les hab´ıa pegado, sus cuerpos eran atrapados por la multitud., Aun oculto bajo la capa, Harry fue empujado hacia la gran estancia. Estaba buscando a Voldemort y lo vio del otro lado del cuarto, lanzando hechizos con su varita mientras era empujado hacia el gran salón, gritando instrucciones a sus seguidores mientras lanzaba maldiciones hacia todas direcciones, Harry convocó mas hechizos protectores y las casi victimas Seamus Finnigan y Hanna Abbott lograron pasar hacia el Gran Salón, donde se unieron a la gran batalla que tenia lugar dentro.
   Y hab´ıa más y mas gente entrando, Harry vio a Charlie Weasly someter a Horace Slughorn, quien aun utilizaba su pijama esmeralda. Parec´ıa que todo amigo y familiar de los estudiantes de Hogwarts que se hab´ıan quedado a luchar aparec´ıa, junto con los vendedores y habitantes de Hogsmeade. El centauro Bane, Ronan y Magorian entraron en la gran estancia haciendo sonar sus herraduras, mientras que detrás de Harry la puerta que daba a la cocina estaba llena de sus flechas.
   Los elfos domésticos de Hogwarts aparecieron en la entrada, gritando y llevando largos cuchillos, a la cabeza de ellos, con el emblema de Regulus Black colgando y balanceándose de su cuello, iba Kreacker, su voz de rana mugidora predominaba sobre todo - ¡Pelea!
   ¡Pelea! ¡Pelea por mi maestro, defensor de los elfos domésticos! ¡Pelea contra el se˜nor tenebroso, en el nombre del valiente Regulus! ¡Pelea!
   Iban golpeando y acuchillando los tobillos de los mort´ıfagos, sus peque˜nas caras brillaban con malicia, a todos lados donde mirara Harry los mort´ıfagos iban cayendo en grandes números, derrotados por hechizos, arrancando flechas de sus heridas, apu˜nalados en las piernas por los elfos, o simplemente tratando de escapar pero siendo tragados de nuevo por la horda que entraba.
   Pero no hab´ıa terminado. Harry paso entre las peleas, paso luchando contra las personas y entro en el gran salón.
   Voldemort estaba en el centro de la batalla, atacando todo lo que tuviera a su paso.
   Harry no pod´ıa tener un tiro limpio, as´ı que fue abriéndose paso hasta estar cerca de el, aun invisible. Mientras el Gran Salón se iba llenando con más y más gente, Harry vio como George y Lee Jordan tiraban a Yaxley al piso, Dolohov cayó con un grito bajo las manos de Flitwick, vio a Walden Macnair siendo aventado de un extremo al otro del cuarto por Hagrid, pegando en la pared y deslizándose inconciente al suelo. Vio a Ron y Neville acabar con Fenrir Greyback. Aberfoth deteniendo a Rookwood, Arthur y Percy derribando a Thicknesse, Lucius y Narcisa Malfoy corriendo a través de la multitud, sin pelear, gritando y buscando a su hijo.
   Voldemort ahora luchaba con McGonagall, Slughorn, y Kingsley todos a la vez, hab´ıa un odio en su cara, mientras los demás se mov´ıan alrededor de el, incapaces de matarlo.
   Bellatrix también segu´ıa peleando, unos metros mas lejos de Voldemort, y tal como su maestro luchaba con tres a la vez: Hermione, Ginny y Luna, todas combatiendo lo mejor que pod´ıan, pero Bellatrix las igualaba a las tres. La atención de Harry fue atra´ıda por una maldición asesina que paso muy cerca de Ginny, esquivando la muerte por muy poco.
 
   CAPÍTULO 36. EL DEFECTO DEL PLAN
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   Harry cambió el rumbo, dirigiéndose hacia Bellatrix en lugar de hacia Voldemort, pero antes de que hubiera avanzado más, fue empujado hacia un lado
   - ?¡NO MI HIJA! - ¡MALDITA!
   La se˜nora Weasley se quito la capa, mientras corr´ıa, liberando sus brazos. Bellatrix se rió viendo el nuevo reto que ven´ıa.
   - ¡FUERA DE MI CAMINO! Gritó la se˜nora Weasley a las tres chicas, Y con un simple movimiento de su varita comenzó la lucha, Harry vio con terror como la varita de Molly Weasley se doblaba, mientras Bellatrix Lestrange sonre´ıa. Haces de luz volaron de ambas varitas, el piso alrededor de ellas se quebró, ambas mujeres peleaban a morir.
   - ¡No se˜nora Weasley! ? gritaron varios estudiantes, mientras corr´ıan en su ayuda. -
   ¡Atrás, atrás, ella es MIA!
   Miles de personas se pegaron contra las paredes viendo las dos peleas, Voldemort y sus tres oponentes, Bellatrix y Molly, y Harry parado invisible, entre los dos, queriendo atacar y a la vez proteger, pero con el temor de poder pegarle a un inocente.
   - ¿Qué pasará con tus hijos cuando te mate? ? insinuó Bellatrix, tan enojada como su maestro, mientras la maldición de Molly danzaba a su alrededor - ¿Cuando mami se muera de la misma forma que Freddy?
   - ¡Jamás- tocaras- a ? ninguno- de ? mis ? hijos ? de - nuevo! ? gritó la se˜nora Weasley Bellatrix se rió con la misma risa de hilaridad que su primo Sirius hab´ıa emitido cuando callo detrás del velo, y de pronto Harry supo lo que iba a pasar antes de que sucediera.
   La maldición de Molly, paso por encima del brazo de Bellatrix y dio exacto en el pecho, justo sobre su corazón.
   La sonrisa malévola de Bellatrix se congeló en su cara, sus ojos parec´ıan salirse: en una fracción de segundos se dio cuenta de lo que hab´ıa pasado y cayó, la multitud rugió y Voldemort gritó.
   Harry sintió que el mundo se movia en cámara lenta, vio a McGonagall, Kingsley y Slughorn ser arrojados hacia atrás, cayendo en el aire, mientras la furia de Voldemort explotaba con la fuerza de una bomba, Voldemort levantó su varita y la apunto directamente hacia Molly Weasley.
   -¡Protego! - rugió Harry, el hechizo de escudo se expandió en medio del Salón, mientras Voldemort miraba a su alrededor buscando la fuente del hechizo, al mismo tiempo que Harry se quitaba la capa invisible.
   EL grito, las ovaciones salieron de todas partes: ¡Harry! ¡Esta vivo!, y fueron coreadas al un´ısono. La multitud ten´ıa miedo y un silencio cayó abruptamente mientras Harry y Voldemort se miraban, y comenzaron al mismo tiempo a caminar en c´ırculos alrededor del otro.
   - No quiero que nadie mas ayude - dijo Harry en voz alta, y en el silencio reinante su voz fue como la del llamado de una trompeta. ? As´ı debe ser, debo ser yo ?
   Voldemort siseo.
   - Potter no quiere decir eso ? dijo, con sus ojos rojos a medio abrir, - Esta no es la forma en la que trabajas, ¿verdad?, ¿A quien vas a usar de escudo hoy Potter?-
   - A nadie ? dijo Harry simplemente, No hay mas Horcruxes, - Somos solo tu y yo, uno CAPÍTULO 36. EL DEFECTO DEL PLAN
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   no puede sobrevivir mientras el otro este, uno de nosotros esta a punto de marcharse para siempre ?
   - ¿Uno de nosotros?, dijo Voldemort, todo su cuerpo se puso tenso y sus ojos rojos fijos, como una serpiente a punto de atacar, - Piensas que serás tu, ¿no es as´ı? El ni˜no que sobrevivió por accidente, y porque Dumbledor estuvo manejando los hilos. ?
   - ¿Accidente, dices? ¿Cuándo mi madre murió salvándome? ? pregunto Harry Mientras segu´ıan moviéndose en c´ırculos, los dos, en un perfecto c´ırculo, manteniendo siempre la misma distancia, y para Harry no exist´ıa ninguna otra cara que la de Voldemort,
   - ¿Accidente cuando decid´ı pelear en el cementerio?, ¿Accidente, que no me haya defendido esta noche y aun as´ı haya sobrevivido y este de regreso para pelear?
   - ¡Accidentes! - gritó Voldemort, pero aun no ataco, y la multitud estaba congelada, como si estuvieran petrificados, de miles en el salón, solo ellos dos respiraban. ? Accidente
   , suerte y el hecho de que te hayas escondido detrás de grandes hombres y mujeres, permitiéndome matarlos antes que a ti ?
   - No mataras a nadie mas esta noche ? dijo Harry mientras caminaban, mirándose directamente a los ojos, el verde en el rojo. ? No podrás ser capaz de matar a nadie mas,
   ¿No lo comprendes? Yo estaba dispuesto a morir para evitar que los lastimaras.
   - ¡Pero no moriste!
   - Pero esa era mi intención, fue lo que hice, lo mismo que mi madre hizo, están protegido de ti, ¿no te has dado cuenta que ninguno de tus hechizos ha funcionado? No los puedes torturar, no los puedes tocar, No aprendes de tus errores ¿Verdad Riddle? ?
   - No te atrevas?
   - Si me atrevo ? dijo Harry, Se cosas que tú no sabes Tom Riddle. Se much´ısimas cosas importantes que tu no. ¿Quieres o´ır algunas de ellas antes de que cometas otro error?
   Voldemort no hablo, pero siguió caminando en c´ırculos, Harry supo que lo ten´ıa por un momento a raya, detenido por la remota posibilidad de que Harry pudiera saber un secreto.
   - ¿Es el amor de nuevo? ? dijo Voldemort, contrayendo su cara de serpiente ? La solución favorita de Dumbledore, el amor, la que el dice conquistó a la muerte, sin embargo el amor no impidió que cayera de la torre rompiéndose como si fuera de cera. El amor que no impidió aplastar a tu madre sangre-sucia como una cucaracha, Potter - y nadie parece amarte lo suficiente para correr en tu ayuda esta vez y protegerte de mi maldición.
   ? Entonces ¿que será lo que te proteja esta vez cuando te ataque? - Solo una cosa ? dijo Harry, mientras segu´ıan caminado en c´ırculos, detenidos solo por un último secreto. - Si no es el amor- dijo Voldemort, -Entonces debes de tener una magia que yo no poseo, o quizá un arma mas poderosa que la m´ıa- - Creo que tengo ambas ? dijo Harry, y vio muecas de terror atravesar la cara de serpiente, mismas que desaparecieron inmediatamente.
   Voldemort empezó a re´ırse, y el sonido era más atemorizante que sus gritos, una risa loca, que hizo eco en todo el salón.
   - ¿Crees que sabes mas magia que yo?, dijo, Que yo!, Lord Voldemort, que ha realizado magia que ni el mismo Dumbledore llegó a so˜nar- - Oh el so˜nó con ella ? dijo Harry, pero sab´ıa mucho mas que tu, como para no cometer los errores que tu has cometido ? - Quieres decir que era débil ? grito Voldemort ? Demasiado débil como para atreverse a tomar lo que ahora es mió ? - No, era más inteligente que tu ? dijo Harry ? un mejor mago y hombre - ¡Yo ocasioné la muerte de Albus Dumbledore! - Piensas que as´ı fue- dijo Harry, CAPÍTULO 36. EL DEFECTO DEL PLAN
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   - pero estas equivocado ?
   Y por primera vez, la multitud reunida dejo escapar un sonido, al tiempo que miles de personas respiraban como si fueran uno solo.
   - ¡Dumbledore está muerto! ? dijo Voldemort a Harry, - yo lo he visto Potter, y no regresará ? - Si, Dumbledore esta muerto ? dijo Harry con calma, - pero tu no lo mataste, el eligió su propia manera de morir, la eligió meses antes de que muriera, y arreglo todo con el hombre que tu cre´ıas era tu servidor ? - ¿Qué tonto sue˜no es este? - dijo Voldemort,
   - pero aun no atacó y sus ojos rojos segu´ıan clavados en Harry. ? - Severus Snape no era tuyo ? dijo Harry ? Snape era fiel a Dumbledore, fiel a el desde el momento que empezaste a lastimar a mi madre y jamás lo notaste, porque es algo que no puedes entender, ¿jamás viste a Snape conjurar un Patronus, verdad Riddle?
   Voldemort no contesto, continuaron circulándose mutuamente, como lobos a punto de destrozar al otro.
   - El Patronus de Snape era un gamo ? dijo Harry, - el mismo que el de mi madre, porque el la amaba de toda la vida, desde el momento que eran ni˜nos, debiste haberte dado cuenta ? dijo Harry mientras el rostro de Voldemort se contra´ıa, - El te pidió que le perdonaras la vida ¿no es cierto? - El la deseaba, eso era todo - dijo Voldemort ? pero cuando ella se hab´ıa ido el acepto que hab´ıa otras mujeres, y sangre-limpias mejores para el
   ? - Claro que te dijo eso ? dijo Harry, - pero fue esp´ıa de Dumbledore desde el momento que la amenazaste, y ha estado trabajando en contra tuya desde aquel entonces. Dumbledore estaba muriendo cuando Snape acabo con el ? - ¡No importa! ? grito Voldemort quien hab´ıa esta escuchando cada palabra atentamente, pero ahora dejo escapar una loca risa ? Que importa si Snape era mió o de Dumbledore, o que obstáculos pusieron en mi camino, los aplaste igual que a tu madre, el gran amor de Snape, Ohh pero todo tiene sentido Potter, en una forma que tu no entiendes- - Dumbledore estaba tratando de mantener la varita mas antigua lejos de mi, quer´ıa que Snape fuera el amo de la varita, pero me adelante ni˜no, yo llegue primero, antes de que tu pudieras poner tus manos sobre ella, entend´ı la verdad antes que tu, mate a Severus Snape hace tres horas, la varita mas antigua, la varita de la muerte, la varita del destino es ¡m´ıa! El último plan de Dumbledore falló Harry Potter. -
   Claro que fue as´ı ? dijo Harry, - Estas en lo correcto, pero antes de que trates de matarme, te advierto que pienses en lo que has hecho,?. Piensa Riddle y arrepiéntete - ¿Qué es esto?
   De todas las cosas que Harry le hab´ıa dicho, fuera de cualquier revelación, nada hab´ıa sacudido a Voldemort como esto. Harry vio las pupilas contra´ıdas en peque˜nas rayas, vio la piel alrededor de los ojos blanca.
   - Es tu última oportunidad ? dijo Harry, - es todo lo que te queda, he visto lo que serás si cambias?. Serás un hombre, trata, trata de arrepentirte ? - Te atreves?. ? volvió a decir Voldemort - Si me atrevo ? dijo Harry, - porque el ultimo plan de Dumbledore no se ha vuelto contra mi, si no contra ti Riddle ?
   La mano de Voldemort que sosten´ıa la varita mas antigua comenzó a temblar, y Harry sostuvo la varita de Draco muy fuerte, el momento que el sab´ıa estaba muy cercano.
   - La varita sigue sin funcionar bien contigo, porque mataste a la persona equivocada, Severus Snape jamás fue el verdadero due˜no de la varita, el jamás derrotó a Dumbledore
   ? - El lo mato?. ? - ¿No estas escuchando? ? Snape jamás venció a Dumbledore, la muerte de Dumbledore fue planeada entre ellos, Dumbledor pretendió morir, indefenso, ¡el ultimo due˜no de la varita! Si todo hubiera salido de acuerdo al plan, el poder de la varita habr´ıa muerto con el ¡porque jamás habr´ıa sido ganado por alguien mas¡ - - Pero entonces Potter, Es como si Dumbledore me hubiera entregado la varita ? dijo la voz de Voldemort con un CAPÍTULO 36. EL DEFECTO DEL PLAN
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   placer malicioso ? Yo robe la varita de su tumba, de la tumba de su último maestro, la robe contra los deseos de su último due˜no, ¡Su poder es mió! ? - Aun no lo captas Riddle, Poseer la varita no es suficiente, tenerla, usarla, no la hace verdaderamente tuya, No o´ıste lo que dijo Ollivander, ?La varita elige al mago?? La varita mas antigua reconoció un nuevo due˜no antes de que Dumbledore muriera, alguien que ni siquiera hab´ıa tocado a la varita, El nuevo due˜no le quito la varia a Dumbledore contra su voluntad, sin saber jamás lo que hab´ıa hecho, o que la varia mas poderosa del mundo lo hab´ıa elegido a el ? - El verdadero due˜no de la varita es DRACO MALFOY ?
   Un pánico se apodero de la cara de Voldemort por un momento, pero as´ı como apareció se fue.
   - ¿Y que importa Potter? ? dijo suavemente ? Incluso si estas en lo correcto Potter, no hace ninguna diferencia entre tu y yo, tu no tienes la varita con la cola del fénix, combatiremos con nuestra habilidades solamente?. Y cuando te haya matado, iré por Draco Malfoy- - Pero es muy tarde - dijo Harry ? Perdiste tu oportunidad, y yo la tomé, yo domine a Draco hace semanas, y tome su varita?
   Harry saco la varita de espino y sintió la mirada de todos sobre ella.
   - As´ı que todo se resume a esto ? murmuro Harry, - ¿Acaso la varita que tienes en tu mano sabe que su antiguo due˜no fue desarmado?, porque si es as´ı?. yo soy el verdadero due˜no de la varita mas antigua.
   Un destello rojo, brillo de repente a través del cielo encantado del gran comedor, como un raya de sol brillante, que aparec´ıa sobre la barda de la ventana. La luz pegó directamente en los rostros de Harry y Voldemort al mismo tiempo, de manera que Voldemort fue envuelto de repente por una neblina. Harry oyó la voz de Voldemort al mismo tiempo que el gritaba su máxima esperanza a los cielos, se˜nalando con la varita de Draco:
   - ¡Avada Kadavra! - ¡Expelliarmus!
   La explosión fue como un ca˜nonazo, las flamas doradas que emanaron entre ellos, marcaron el punto donde los hechizos colapsaron. Harry vio el hechizo verde de Voldemort chocar contra su propio hechizo, vio la varita más antigua salir volando, contrastando el color negro con los colores del amanecer, girando sobre el cielo encantado como la cabeza de Nagini, girando en el aire hacia su due˜no al que no pudo matar, quien el fin tomaba posesión de ella. Harry con la habilidad del buscador, cacho la varita en su mano libre, mientras Voldemort ca´ıa de espaldas, con los brazos extendidos, las pupilas de los ojos rojos volteando hacia arriba. Tom Riddle pego en el suelo, su cuerpo débil y encogido, las manos blancas y vac´ıas, la cara de serpiente vaga e irreconocible. Voldemort estaba muerto, asesinado por su propia maldición, Harry parado, sosteniendo dos varitas en sus manos viendo a su enemigo.
   Un segundo de silencio, la conmoción del momento en suspenso, y de pronto un tumulto que se abalanzó sobre Harry mientras que las porras, vivas y victorias se alzaban en el aire.
   El amanecer se coló por las ventanas a medida que avanzaban hacia Harry, los primero en alcanzarlo fueron Ron y Hermione, fueron sus brazos los que lo rodearon y sus gritos que lo dejaron sordo. Entonces llegaron Ginny, Neville y Luna, todos los Weasley y Hagrid, Kingsley y McGonagall, Flitwick y Sprout, Harry no pod´ıa o´ır ni una sola palabra de lo que la gente dec´ıa, no pod´ıa decir las manos de quien lo oprim´ıan, lo jalaban, tratando de abrazar alguna parte de el, cientos de ellas oprimiéndolo todas determinadas a tocar al ni˜no que sobrevivió, la razón por la cual todo hab´ıa terminado ya.
   El sol se fue cerniendo sobre Hogwarts, y el gran salón estalló con vida y luz. Harry fue una parte indispensable de las celebraciones y de los llantos. Quer´ıan que estuviera CAPÍTULO 36. EL DEFECTO DEL PLAN
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   con ellos, su l´ıder su s´ımbolo, el salvador y el gu´ıa, y Harry no hab´ıa dormido, que hubiera preferido la compa˜n´ıa de solo alguno de ellos, parec´ıa no ocurr´ırsele a nadie. Tenia que hablar con todos, dar las manos, ver sus lágrimas, recibir las gracias, escuchar las noticias de todo el mundo mientras la ma˜nana segu´ıa su curso, mientras que las victimas de la maldición Imperius volv´ıan a la realidad, y los mort´ıfagos hu´ıan o eran capturados y los inocentes encerrados en Azkaban eran liberados, mientras que Kingsley Shacklebolt era nombrado ministro de magia temporalmente.
   Removieron el cuerpo de Voldemort y lo colocaron en una cámara fuera del salón, lejos de los cuerpos de Fred, Tonks, Lupin, Colin Creevey, y cincuenta mas que hab´ıan muerto peleando contra el. McGonagall reemplazo las mesas de las casas, nadie se sentaba de acuerdo a la casa a la que pertenec´ıa, todos estaban juntos, maestros y alumnos, padres y fantasmas, centauros y elfos domésticos, Firenze recostado en un rincón recobrándose, Grawp asomado por una ventana rota, la gente le lanzaba comida a la boca mientras sonre´ıa, después de un rato Harry se sintió exhausto y se encontró sentado en una banca junto a Luna
   - Yo necesitar´ıa algo de paz y tranquilidad si fuera tu ? dijo ella - Si me encantar´ıa ?
   dijo Harry - Yo los distraeré ? dijo Luna ? tu usa tu capa Y antes de que pudiera decir cualquier cosa, Luna gritó, - Ohhh miren, un BLIBBE-RING HUMDINGER ? y se˜naló fuera de la ventana. Todo mundo que escucho volteo buscando, Harry aprovecho para colocarse la capa.
   Ahora pod´ıa moverse por todo el salón sin que nadie lo molestara, vio a Ginny sentada a dos mesas de distancia, estaba con la cabeza reclinada en el hombro de su madre: Ya habr´ıa tiempo para hablar, horas, d´ıas y quizá a˜nos para hablar. Vio a Neville, la espada de Gryffindor yac´ıa a un lado de su plato mientras com´ıa, rodeado de una multitud de admiradores. Harry caminó entre las mesas, vio a los tres Malfoys, agrupados juntos inseguros de si deb´ıan o no estar ah´ı, pero nadie les prestaba atención. A todos lados donde volteaba ve´ıa familias reunidas, y finalmente vio a los dos cuya compa˜n´ıa necesitaba mas.
   - Soy yo ? murmuró ? inclinándose entre ellos, - ¿Vendr´ıan conmigo?
   Se pararon enseguida y juntos, el, Ron y Hermione dejaron el gran salón. Grandes trozos faltaban de las escaleras de mármol, parte de la balaustrada hab´ıa desaparecido, y manchas de sangre aparec´ıan a cada pocos pasos a medida que sub´ıan.
   En algún lugar en la lejan´ıa pudieron o´ır a Peeves, zumbando a través de los pasillos, cantando victorioso una canción de su propia composición Lo hicimos, vencimos con Potter el primero Voldy se fue a morir, ¡nos iremos a divertir!
   -Realmente le da cierto sentimiento a la tragedia ¿o no? ? dijo Ron empujando una puerta abierta para que Harry y Hermione pasaran.
   La felicidad llegar´ıa pensó Harry, pero por el momento estaba cansado y exhausto, y el dolor de perder a Fred, Lupin y Tonks lo golpeo tal como si fuera una herida f´ısica en cada paso. Pero sobre todo sent´ıa un gran alivio y ganas de una larga siesta. Pero antes les deb´ıa una explicación a Ron y Hermione, que hab´ıan estado con el por tanto tiempo y quienes merec´ıan la verdad. Poco a poco fue relatando lo que vio en el Pensadero, lo que hab´ıa pasado en el bosque, y aun no hab´ıan acabado de expresar toda su sorpresa y emoción, cuando llegaron al lugar al cual hab´ıan estado caminando, aunque ninguno mencionara su destino.
   Desde la ultima vez que la vieron, la gárgola que guardaba la entrada a la oficina del director hab´ıa sido tirada a un lado, yac´ıa de lado, como si estuviera borracha, y Harry CAPÍTULO 36. EL DEFECTO DEL PLAN
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   se preguntó si ser´ıa capaz de reconocer las contrase˜nas.
   - ¿Podemos pasar? ? pregunto a la gárgola - Siéntanse libres ? respondió Subieron sobre ella y hacia la escalera en espiral que se fue moviendo lentamente hacia arriba. Harry empujo la puerta abierta que tenia enfrente.
   Tubo una breve visión del Pensadero sobre el escritorio justo donde lo hab´ıa dejado, y un ruido ensordecedor lo hizo gritar, pensando que las maldiciones y mort´ıfagos regresando para ver el resurgimiento de Voldemort.
   Pero eran aplausos, en todas las paredes a su alrededor, los directores y directoras de Hogwarts le daban una ovación de pie, todos agitando sus varitas sobre sus sombreros y en algunos casos sus pelucas. Se asomaban por los marcos para estrecharse la manos, bailaban de arriba abajo sobre las sillas donde hab´ıan sido pintados, Dilys Derwent dio un sorbetón sin pena; Dexter Fortescue agitaba su aud´ıfono para o´ır, y Phineas Niggelus dijo con su rara y fuerte voz: - Y que sea notado que la casa Slytherin jugo su buena parte
   - ¡Que nuestra contribución no sea olvidada!
   Pero Harry solo ten´ıa ojos solamente par el hombre que parado de pie en el cuadro mas grande colocado detrás de la silla del director. Las lágrimas se deslizaban detrás de las gafas de media luna, cayendo por la larga barba plateada, y el orgullo y gratitud que emanaban de el llenaron a Harry con el mismo sentimiento que la canción del Fénix.
   Al fin, Harry levantó sus manos, y los retratos guardaron silencio, sollozando y limpiándose sus ojos, esperando que hablara. Harry dirigió sus palabras a Dumbledore, sin embargo las eligió cuidadosamente. Exhausto y cansado como estaba, deb´ıa aguantar un último esfuerzo.
   - El objeto que estaba escondido en la Snitch ? empezó a decir ? Lo tiré en alguna parte del bosque, no se exactamente donde, pero no voy a ir a buscarlo de nuevo ¿Están de acuerdo? ? - My querido ni˜no, lo estoy ? dijo Dumbledore, mientras que los retratos de sus compa˜neros se mostraban sorprendidos y curiosos. ? Una decisión valiente, pero no menos de lo que habr´ıas esperado de ti, ¿Alguien mas sabe donde cayó?
   - Nadie ? respondió Harry y Dumbledore asintió con satisfacción.
   - Voy a conservar el regalo de Ignotus - dijo Harry a lo que Dumbledore exclamó
   - ¡Por su puesto Harry! Es tuyo para siempre hasta que lo pases. ?
   - ¿Y donde esta?
   Harry sostuvo en alto la varita mas antigua, Ron y Hermione la miraron con reverencia, incluso en su estado semi-inconciente, Harry no quiso verla
   - No la quiero ? dijo Harry - ¡Que! ? dijo Ron ¿¡Estas loco!? - Se que es poderosa ?
   dijo Harry ? pero yo estaba tan contento con la m´ıa as´ı que? ?
   Revolvió en la bolsa que ten´ıa colgada en el cuello, sacando las dos mitades de su varita de acebo, sostenidas tan solo por un pedazo de la pluma del Fénix. Hermione hab´ıa dicho que no pod´ıa ser reparada, que el da˜no era muy severo, solo sab´ıa que si esto no funcionaba, nada lo har´ıa.
   Coloco la varita rota sobre el escritorio del director, y la toco muy poco con la punta de la varita más antigua, y dijo ? Reparo -
   Y su varita de arreglo, chispas rojas salieron de la punta. Harry sab´ıa que hab´ıa tenido éxito. Tomó la varita de acebo y pluma de fénix sintiendo un calor en sus dedos, como si la varita y su mano se regocijaran con el reencuentro.
 
   CAPÍTULO 36. EL DEFECTO DEL PLAN
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   - Voy a poner la varita mas antigua ? le dijo a Dumbledore, quien miraba con gran afecto y admiración - de regreso de donde vino, puede quedarse ah´ı, si muero de muerte natural como Ignotus, su poder se perderá ¿cierto?; el antiguo due˜no jamás habr´ıa sido vencido y ser´ıa el fin de ella
   Dumbledore asintió sonriendo a Harry.
   - ¿Estas seguro dijo Ron? ? en cuya voz hab´ıa un dejo de anhelo mientras ve´ıa a la varita mas antigua. - Creo que Harry tiene razón ? dijo Hermione lentamente - La varita da mas problemas de lo que en realidad vale ? dijo Harry ? Y a decir verdad ? dijo mientras daba la espalda a los retratos, pensando solamente en su cama que le esperaba en la torre de Gryfindor y preguntándose si Kreacher le llevar´ıa un sándwich ah´ı, - He tenido demasiados problemas para toda la vida ?
   Epilogo
   Diecinueve a˜nos después?
   El oto˜no pareció llegar de improviso aquel a˜no, La ma˜nana del primero de Septiembre era dorada y mientras la peque˜na familia avanzaba por las ruidosas calles hacia la estación de trenes, el vapor de los carros se disipaba y el aliento de los peatones brillaba como telara˜nas con el fr´ıo del aire. Dos grandes jaulas colocadas en lo alto de los carritos que los padres empujaban; las lechuzas dentro chillaban indignadas, y una ni˜na pelirroja caminaba t´ımidamente detrás de sus hermanos, jalando el brazo de su padre.
   - No será mucho tiempo, tu también iras ? le dijo Harry - Dos a˜nos ? sollozo Lily ?
   ¡Quiero ir ahora!
   La gente miraba curiosa a las lechuzas mientras la familia se abr´ıa paso hacia la barrera entre las plataformas nueve y diez. La vos de Albus llego a Harry sobre el clamor general; sus hijos hab´ıan retomado la discusión que iniciaran en el coche.
   - No lo seré, no seré de Slytherin ? - James, déjalo en paz ? dijo Ginny - Solo dije que podr´ıa serlo ? dijo James, haciendo muecas a su hermano menor ? No tiene nada de malo que pudiera llegar a estar en Slytherin ?
   Pero James capto la mirada de su madre y guardo silencio. Los cinco Potrees se acercaron a la barrera, con una rápida mirada sobre su hombro a su hermano menor, James tomo el carrito de su madre y hecho a correr, un momento después hab´ıa desaparecido.
   - Me escribirán ¿cierto? ? pregunto Albus a sus padres aprovechando el momento en que su hermano no estaba. - Todos los d´ıas si quieres ? dijo Ginny - No , no todos los d´ıas ? dijo Albus rápido, - James dice que la mayor´ıa de la gente no recibe cartas de casa mas que una vez al mes ? - Le escribimos a James al menos tres veces a la semana el a˜no pasado ? dijo Ginny - No querrás creer todo lo que tu hermano te dice sobre Hogwarts ?
   dijo Harry, - le encantan las bromas ?
   Lado a lado, empujaron el segundo carrito hacia delante ganando velocidad, a medida que se aproximaban a la barrera Albus vaciló, pero ningún golpe ocurrió. En lugar de eso, la familia apareció en la plataforma nueve tres cuartos, que estaba obscurecida por el fino vapor que emanaba del Expreso de Hogwarts. Distintas figuras se desvanec´ıan entre la bruma, in la cual James hab´ıa ya desaparecido.
   - ¿Donde están? ? preguntó Albus ansioso, mirando a las borrosas figuras que pasaban mientras caminaban sobre la plataforma. ? - Los encontraremos ? dijo Ginny Pero el vapor era denso, y hacia dif´ıcil ver las caras de las personas, oyendo solo las voces que por el ruido, se o´ıan más fuertes de lo normal. Harry creyó o´ır a Percy CAPÍTULO 36. EL DEFECTO DEL PLAN
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   discutiendo fuerte sobre regulaciones de escobas voladoras, y estuvo muy contento de no tener que verlo y tener que saludarlo.
   - Creo que son ellos Al ? dijo Ginny de pronto Un grupo de cuatro personas emergió de la niebla, parados junto al último carro. Sus caras solo fueron claras cuando Harry, Ginny, Lily y Albus llegaron junto a ellos.
   - Hola ? dijo Albus ? sonando aliviado
   Rose, que ya estaba usando su nueva capa de Hogwarts, le sonrió
   - ¿Te pudiste estacionar Harry? ? Pregunto Ron, - Yo si, Hermione no cre´ıa que pod´ıa pasar el examen muggle de manejo, ¿Verdad? Pensó que tendr´ıa que encantar al examinador ? - Claro que no ? dijo Hermione, - Ten´ıa completa fe en ti ? - A decir verdad, si lo encante ? le susurro Ron a Harry, al tiempo que levantaban el carrito de Albus junto con la lechuza para colocarlo en el tren ? Solo olvide mirar en el retrovisor, pero aceptémoslo, puedo utilizar un hechizo de Súper sentidos para eso ?
   De regreso en la plataforma encontraron a Lily y Hugo, el hermano menor de Rose teniendo una animada discusión sobre en que casa ser´ıan seleccionados una vez que fueran a Hogwarts.
   - si no estas en Gryfindor, bueno te desheredare ? dijo Ron ? pero no te presiones.- -
   ¡Ron! Lily y Hugo se rieron, pero Albus y Rose se miraron solemnemente
   - No quiso decir eso ? dijo Hermione a Ginny: pero Ron no prestaba atención, hab´ıa visto la mirada de Harry que apuntaba a un lugar unos cincuenta metros adelante. El vapor se hab´ıa disipado por un momento y las tres personas se pudieron ver con claridad.
   - ¡Mira quien es!
   Draco Malfoy estaba parado con su esposa y su hijo con una larga capa abotonada hasta la garganta. Su cabello recogido de tal forma que enfatizaba la barba puntiaguda.
   El nuevo ni˜no se parec´ıa mucho a Draco, de la misma forma que Albus se parec´ıa a Harry.
   Draco captó la mirada de Harry, Ron, Hermione y Ginny, vaciló un momento y después se fue.
   - Entonces ese es el peque˜no Escorpius ? dijo Ron con la voz entrecortada ? Asegúrate de ganarle en todas las pruebas Rosie, gracias a dios que heredaste el cerebro de tu madre
   ? - Ron, por dios santo ? dijo Hermione mitad enojada y mitad divertida ? No trates de volverlos unos contra otros, antes de que siquiera empiecen la escuela ? - Si tienes razón, lo siento ? dijo Ron, pero volviendo a meter la pata dijo - No te hagas muy amigo de el, Rosie, el abuelo Weasly jamás te perdonar´ıa si te casas con un sangre-limpia ? - ¡Hola!
   James hab´ıa reaparecido, se hab´ıa deshecho del carrito, de su lechuza y estaba evidentemente ansioso por contarles algunas noticias.
   - Teddy esta allá atrás ? dijo con la respiración entrecortada, se˜nalando sobre su hombro hacia las nubes de vapor - ¡Solo m´ırenlo! Y adivinen que esta haciendo, ¡Abrazando a Victoria!
   Miro a los adultos, evidentemente decepcionado por su falta de reacción-
   - Nuestro Teddy, ¡Teddy Lupin! ¡Abrazando a nuestra Victoria!, nuestra prima, Y yo le pregunte a Teddy que que estaba haciendo?- - ¿Los interrumpiste? ? dijo Ginny, - Eres tal como Ron ...- - ..y el dijo que hab´ıa venido a despedirla, y me dijo que me fuera.
   ¡La esta abrazando! ? agrego James como si estuviera preocupado de que no le hubieran entendido. ? - Ohh ser´ıa maravilloso que se casaran ? dijo Lily, - Teddy entonces ser´ıa parte de nuestra familia ? - Pues ya llega como cuatro veces por semana a cenar a la casa CAPÍTULO 36. EL DEFECTO DEL PLAN
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   ? dijo Harry ? As´ı que porque no lo invitamos a que se quede a vivir y terminamos con esto de una vez ? - ¡Claro! ? dijo James con entusiasmo, - No me importar´ıa compartir cuarto con Al y que Teddy se quede con el mió ? - ¡No! ? dijo firmemente Harry, - Al y tu solo compartirán un cuarto el d´ıa que decida demoler la casa ?
   Revisó su viejo reloj de pulsera, que hab´ıa sido alguna vez de Fabián Prewetts - Son cerca de las once, ya deben ir subiendo ? - No olviden saludar a Neville y decirle que lo queremos ? dijo Ginny a James mientras lo abrazaba - ¡Mamá! No puedo decirle a un profesor que lo quieren - Pero si conoces a Neville James volteo los ojos.
   - Claro, fuera, pero en la escuela es el profesor Longbottom ¿no es as´ı?, no puedo entrar a Herbolog´ıa y decirle hola profesor, lo queremos mucho.
   Sacudiendo la cabeza por los comentarios de su madre, le dio una patada a Albus
   - Te veo al rato Al, ten cuidado con los thestrals ? - Pensé que eran invisibles, ¡dijiste que eran invisibles!
   Pero James se limito a re´ır, permitiendo que su madre lo besara de nuevo, le dio a su padre un fuerte abrazo y salto rápidamente al tren. Lo vieron despedirse y salir corriendo para encontrarse con sus amigos.
   - No hay de que preocuparse por los Thestrals ? le dijo Harry a Albus - Son criaturas amables, no hay nada horrible sobre ellas, de cualquier forma no iras a la escuela en los carruajes este a˜no, sino en los botes ?
   Ginny le dio un beso de despedida a Albus.
   - Nos vemos en Navidad ? - Adiós Al- dijo Harry, a su hijo mientras lo abrazaba ? No olvides que Hagrid los invito a tomar el te el siguiente viernes, no te metas con Peeves, y no pelees con nadie hasta que aprendas a hacerlo, y no dejes que James te moleste ? -
   Pero ¿y si quedo en Slytherin?
   Le susurro fue solo para su padre, y Harry sabia que solo el momento de la despedida podr´ıa haber forzado a su hijo a revelarle realmente cuanto miedo tenia.
   Harry se inclinó de forma que la cara de Albus quedo ligeramente sobre la suya, de los tres hijos de Harry, solo Albus hab´ıa heredado los ojos de Lily.
   - Albus Severus ? dijo Harry lentamente, de forma que ni Ginny pudiera o´ırla, y ella fue lo bastante lista como para pretender estarse despidiendo de Rose que ya estaba en el tren ? Fuiste nombrado as´ı en honor de dos directores de Hogwarts, uno de ellos era de Slytherin y fue probablemente el hombre mas valiente que yo he conocido ? - Pero digamos que... ? - ..entonces la casa de Slytherin habr´ıa ganado a un magn´ıfico estudiante ¿cierto?
   Y no nos importa a nosotros Al. Pero si te importa a ti, déjame decirte que puedes ser capaz de elegir Gryfindor sobre Slytherin, el sombrero seleccionador toma en cuenta tu opinión ? - ¿De verdad? - Lo hizo conmigo ? dijo Harry Jamás le hab´ıa dicho a ninguno de sus hijos aquello, y vio la ilusión en la cara de Albus cuando lo dijo. Y mientras la puertas se cerraban a lo largo del tren escarlata, y las l´ıneas borrosas de los padres se inclinaban para el ultimo adiós, Albus brinco al tren y Ginny cerró la puerta detrás de el
   Los estudiantes colgaban de las ventanas que ten´ıan mas cerca, un gran número de caras, dentro y fuera del tren parec´ıa que se volv´ıan hacia Harry.
   - ¿Qué están viendo? Dijo Albus mientras el y Rose volteaban alrededor para ver a CAPÍTULO 36. EL DEFECTO DEL PLAN
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   los demás estudiantes. - Que no te preocupe ? dijo Ron, - Es a mi, soy extremadamente famoso ?
   Albus, Rose, Hugo y Lily se rieron. El tren empezó a moverse y Harry camino a su lado viendo la peque˜na cara de su hijo, en la que se reflejaba gran emoción. Harry siguió sonriendo y despidiéndose, aunque se sent´ıa un poco temeroso de ver a su hijo alejarse de el.
   El ultimo rastro de vapor se evaporo en el aire de oto˜no, el tren dio la vuelta en la esquina, mientras que la mano de Harry aun estaba levantada en despedida-
   - Estar bien ? dijo Ginny
   Mientras Harry la miraba, se llevó la mano lentamente hacia la frente, tocando la cicatriz
   - Se que lo estará ?
   La cicatriz no le hab´ıa dolido en diecinueve a˜nos. Todo iba bien.
 
   Cap´ıtulo 37
   Ep´ılogo
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