El tema de la imposibilidad de la relaci?n amorosa, la inserci?n de un mundo fant?stico en la realidad, la especulaci?n filos?fica y el humorismo distanciador son elementos recurrentes en Adolfo Bioy Casares que, en mayor o menor medida, se dan tambi?n cita en Dormir al sol. Lucho Bordenave lleva la existencia gris del empleado cesante, dedicado al oficio de relojero, hasta que, de modo un tanto misterioso, internan a su mujer en un `Instituto Frenop?tico`. A partir de ese momento nos adentramos en una regi?n sin perfiles en que lo real se confunde con lo imaginado, el sue?o con la vigilia y la locura con la lucidez. Las peripecias m?s inusitadas suceden bajo la apariencia de normalidad hasta llegar a las ?ltimas p?ginas, dominadas por un mundo de pesadilla y culminadas por un desconcertante final.
Las preocupaciones y los temas caracter?sticos de los relatos de Adolfo Bioy Casares se dan cita nuevamente en EL SUE?O DE LOS H?ROES, novela en la que lo fant?stico irrumpe en la trivialidad cotidiana de una pandilla de amigos que, durante tres d?as el carnaval de 1927, recorren los suburbios de Buenos Aires en busca de aventuras y diversiones.
La aventura de un fot?grafo en La Plata narra las peripecias de Nicolasito Almanza durante su estancia en La Plata -ciudad a la que acude en el cumplimiento de su primer encargo como fot?grafo profesional- y de sus azarosas relaciones con la familia Lombardo y los personajes que pueblan su mundo de hu?sped de pensi?n.
S?lo los grandes maestros como Bioy Casares dominan con maestr?a el arte de contar historias sencillas, propias de la peque?a odisea cotidiana del ser humano, que, no obstante, sin que el lector perciba exactamente cu?ndo ni c?mo, lo precipitan en una atm?sfera de inaprensible extra?eza o enajenaci?n, a veces inquietante, como en «Un encuentro en Rauch», a veces atroz, como en «Margarita o El poder de la farmacopea», y a veces delirante, como en «A prop?sito de un olor» o en «Bajo el agua». En estos casos, como en «Una mu?eca rusa», es lo grotesco lo que vuelca insidiosamente la realidad; y, en otros a?n, como en «Cat?n», la amarga iron?a de las contradicciones entre el arte y la pol?tica es la que nos compromete en una reflexi?n turbadora. De la risa incontenible al desasosiego, Bioy Casares nos conduce hacia ese asombroso lugar fronterizo entre lo real y lo fant?stico en el que la ficci?n, todopoderosa, nos envuelve completamente.