Sin embargo, esto es como querer apresar el viento. La esencia de los suicidios no era la tristeza ni el misterio, sino simplemente el ego?smo. Las hermanas Lisbon quisieron hacerse cargo de decisiones que conviene dejar en manos de Dios. Se convirtieron en criaturas demasiado poderosas para vivir con nosotros, demasiado eg?latras, demasiado visionarias, demasiado ciegas. Lo que persist?a detr?s de ellas no era la vida, que supera siempre a la muerte natural, sino la lista m?s trivial de hechos mundanos que pueda imaginarse: el tictac de un reloj de un pared, las sombras ...
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