En una c?lida noche siciliana, tras nadar un buen rato en las tranquilas aguas que se remansan a escasos metros de su casa a orillas del mar, Salvo Montalbano emerge de la oscuridad con las ideas m?s claras: la soluci?n del caso le ronda las narices, as? que s?lo es cuesti?n de paciencia y m?todo, para lo cual nada mejor que relajarse antes con alg?n manjar preparado por Adelina, su fiel asistenta. Si a los asiduos lectores de Andrea Camilleri esta escena les resultar? familiar, los lectores no iniciados merecen una breve ...
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