"Era martes, las ocho y veinte de la ma?ana del d?a de su muerte. Tadeo se debat?a entre un ?nimo ambiguo que lo llevaba de una nostalgia prematura a un entusiasmo juvenil. No era alegr?a, m?s bien se sent?a triste, pero al menos lo alentaba saber que ser?a un d?a distinto, con un prop?sito que lo conducir?a a algo, y le dar?a un estatus definitivo por el cual ya no tendr?a que pelear m?s, ni probarse, ni medirse, ni temer otras codicias.""Ser?a un muerto a partir de las diez de la noche y lo ser?a para siempre. Pensar en eso le producir?a una cierta paz, como la vecindad de unas vacaciones largamente a?oradas. Tadeo s?lo quer?a descansar".
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